Resumen: Navidad, tiempo de paz, unión y amor. Sin embargo, para Harry será la última oportunidad que tenga de cambiar su forma de ver la vida; cuando tres particulares fantasmas le muestren las navidades pasadas, presentes y futuras. Y quizás, alguien más salga beneficiado con ello. DRARRY Basado en la historia de Charles Dickens. A Christmas Carol.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Rowling y Warner Bro.
Notas de la autora: Lamento mucho el retraso con el epílogo, pero desgraciadamente estuve con un bloqueo monumental esta semana. Juro que me sentaba frente a mi computadora y nada salía. No conseguía conectar más de dos palabras juntas. Por suerte, mi musa decidió regresar ayer y pude terminar el final de este fic.
Sinceramente espero que les guste y que no me maten por no haber escrito el Lemon, pero simplemente me pareció que no era acorde a lo que quería expresar en esta historia. No se preocupen, para el fic que sigue prometo Lemon. ;)
Espero que los Reyes magos les hayan traído algún regalito hoy, yo por mi parte les dejo este capítulo como obsequio.
Quiero dedicar este último capítulo especialmente a todos los que se han tomado el trabajo de dejarme un review durante estos siete capítulos, no tienen idea de lo mucho que me animan a seguir escribiendo con ellos. ^^
Ahora sí, los dejo con el epílogo. ¡Espero que lo disfruten!
A Christmas Carol: La magia de la Navidad
Cinco años después
El invierno está siendo particularmente frío ese año. Intensas neviscas cubren las calles de todo el Reino Unido, dificultando la vida de miles de muggles al no tener medio de transporte por el cual ir a trabajar o hacer las compras. Sin embargo, en el mundo entero se respira un alegre y entusiasta aire navideño.
Ostentosas decoraciones, junto a pinos llenos de luces y adornos, están presentes en todos los hogares del globo. Desde los helados paisajes en Rusia, hasta las altas temperaturas en Argentina, las personas tratan de recibir esta hermosa fecha con resplandecientes decorados, en los que no falta el famoso viejito de barba blanca y traje rojo.
Algo parecido ocurre en el mundo de los magos. Lugares como el famoso y concurrido callejón Diagon o el tranquilo pueblo de Hogsmeade, irradian felicidad y magia. Los engalanados escaparates de todas las tiendas muestran importantes decoraciones de muérdago y moños. Bellos árboles de Navidad visten sus verdes ramas con adornos multicolores, dándole a todo el recinto mucho brillo y resplandor.
Cientos de magos apresuran el paso realizando las compras de último momento, sabiendo que si no lo hacen ahora, mañana no encontrarán ninguna tienda abierta; especialmente aquellas pertenecientes al hombre más adinerado del territorio británico y posiblemente del continente también.
Pero para comprender mejor todo esto, volvamos unos años atrás, cinco para ser precisos. Desde el mismo día en que Harry rescató a Draco, el mundo mágico dio un giro de ciento ochenta grados y siendo sinceros, las cosas sólo mejoraron una vez que Draco recuperó completamente su salud.
Harry, como el valiente Gryffindor que es, no dudó ni por un instante el hacer pública su flamante relación con el ex Mortífago. Durante meses, en Inglaterra no se habló de otra cosa que de la extraña decisión que tomó el héroe; y como es habitual, las personas comenzaron a inventar ridículas historias del porqué de su elección.
La más popular y aceptada entre todos era la de que Potter había caído, ingenuamente, preso del producto de alguna maldición oscura o de ciertos filtros amorosos a mano de su rival. Otros creían que la guerra y las pérdidas habían terminado de dañar la cordura del Gryffindor, ya que era inconcebible el hecho de que pudiera haberse enamorado de un Mortífago. Algunos más dramáticos, decían que Draco estaba extorsionándolo con alguna posible deuda de vida, obligándolo a salir con él para saciar esa extraña obsesión que tuvo desde pequeño, recuperando en el proceso su fortuna y poder.
A pesar de todas esas patéticas historias, creadas por magos y brujas sin nada más interesante que hacer que inmiscuirse en la vida ajena, Harry y Draco no se dejaron amedrentar y siguieron adelante con su relación, afianzando sus lazos hasta hacerlos uno solo. Aprendieron que, las únicas opiniones que importaban eran las de aquellos que siempre han estado allí, a los que podían considerar hermanos y hermanas del alma, su segunda familia. El resto… el resto sinceramente les daba igual.
A pesar de la sólida relación que ambos construyeron, las cosas no fueron tan fáciles. Es que uno no puede pedir que otros olviden el daño que alguien hizo, por el simple hecho de que esa persona ahora sea tu pareja. Y eso fue algo que Harry vivió en carne propia con ciertos integrantes de la familia Weasley.
La primera en poner el grito en el cielo fue Ginny. La pequeña hermana de su mejor amigo se volvió loca, literalmente, debido a que una vez más la vida le demostraba que Harry Potter no estaba hecho para ser el padre de sus hijos y el increíble esposo que su imaginativa mente esperaba.
Harry no recuerda mucho de ese día, excepto los fuertes gritos de rabia y frustración de la pelirroja, sumados a los miles de hechizos que volaron en su dirección luego de la confesión. Y para mayor consternación del moreno, la única imagen que perpetúa en su memoria de ese día, es la de una más que frenética Ginny gritándole los años que perdió esperándolo a que sentara cabeza, dejando de lado esas ideas "raras" de ser homosexual; mientras le lanza mocomurciélagos y demás conjuros, ocasionando una "valiente" huida por chimenea de su parte.
Harry se consuela diciendo que fue su parte Slytherin la que lo hizo actuar de esa forma tan… tan cobarde. Dándole pase libre a su novio para que se ría y burle de él cada vez que dice eso.
Ginny y los chismes de El Profeta no fueron los únicos que les ocasionaron problemas. Molly y Arthur nunca dejaron de tener una pequeña esperanza de que quizás Harry cambiara su mentalidad y al final decidiera tomar a su hija en matrimonio, agrandando la lista de nietos. Grande fue su decepción al comprender que éste no cumpliría sus anhelos. Durante varios meses, los patriarcas de la familia Weasley trataron con bastante resentimiento al héroe, a tal punto, que debió dejar de ir a las reuniones en la Madriguera.
En esos momentos de depresión y soledad, Draco se encargaba de hacer todo lo posible por levantarle el ánimo a su pareja; llegando incluso a malograr a propósito una poción, tiñendo "accidentalmente" su hermosa cabellera de un rosa pálido en el proceso. Gestos como estos, lograban arrancar una verdadera sonrisa a Harry, instaurando en su corazón una sensación de calidez y plenitud tan abrumadora, como encontrarse en el paraíso.
Es entonces, cuando Harry se daba cuenta de lo mucho que amaba a ese egocéntrico y encantador Slytherin; tanto, que los desplantes de los Weasley pasaron a un segundo plano. Después de todo, no era culpa suya que éstos tuvieran esos horribles prejuicios. Además, ¿cómo ponerlos por encima de Draco, siendo que éste teñía su adorado pelo sólo para verlo feliz? ¿Cómo harían los Weasley para quitarle de su mente y corazón a esa astuta serpiente, cuando sus métodos de persuasión incluían un tinte de cabello extrañamente similar al de su entrada, como si estuviera invitándolo a algo mucho más placentero que simplemente mofarse de su "accidente"? No, definitivamente no tenían oportunidad.
No obstante, después de los incesantes y molestos intentos de Hermione por hacerle entender a los pelirrojos lo mal y prejuiciosamente que estaban actuando con él, éstos repararon en su error. Con unas apenadas disculpas y una abundante cena, hecha por las extraordinarias manos de Molly, Harry y Draco fueron aceptados finalmente. Cierto que no todo fue sencillo y al comienzo la presencia del rubio tensó un poco el ambiente, pero con el paso de los años, las rencillas quedaron como simples anécdotas de un pasado que era mejor olvidar.
Aunque este noviazgo provocó grandes complicaciones, también contribuyó a fortalecer viejas relaciones y a forjar nuevas amistades. Con arrepentimiento y culpa, Harry pidió disculpas a todos aquellos a los que hirió alguna vez. Primero fueron su ahijado y Andrómeda, los cuales se pusieron eufóricos al ver el cambio y su nueva relación. A ellos les siguieron Ron, Hermione, Luna y Neville, que a regañadientes algunos y con alegría otras, aceptaron con facilidad las disculpas y el amor entre los ex némesis de Hogwarts. Por último, luego de amenazar a Potter con cortarle las pelotas sin anestesia si osaba dañar a Draco, Blaise y Pansy felicitaron a la pareja y, extrañamente a lo esperado, pasaron a formar parte del grupo de amigos de Harry.
Con un corazón más solidario y benévolo, el héroe comenzó una revolución dentro del Ministerio y el mundo, declarando su desagrado contra las discriminaciones y prejuicios presentes en la sociedad, hacia ex Mortífagos y cualquier otra criatura excluida. Como siempre, un gran revuelo y severas críticas cayeron sobre él, pero con el incondicional apoyo de sus amigos, el odio y resentimiento disminuyó, pasando al olvido en muy poco tiempo. El "fantasma" de Luna estaba en lo cierto, de verdad no tenía idea del poder e influencia que ejercía su opinión en el resto.
Así, el mundo mágico se convirtió en un lugar mucho más tolerante y compasivo. Claro que esto no quiere decir que hayan dejado de haber problemas y disgustos, pero no se le puede pedir perfección al mundo, cuando está siendo habitado por seres originalmente imperfectos.
Volviendo al presente, la vida de Harry y Draco es muy pacífica y armoniosa desde aquel día en que ambos se reencontraron. Grandes cambios surgieron al vivir "oficialmente" juntos. La oscura y desolada mansión Potter es ahora un hogar cálido y agradable, lleno de luz y elegancia, producto del exquisito gusto del Slytherin.
En este preciso momento, el salón principal se encuentra finamente decorado con un mantel blanco, junto a una importante vajilla de cristal y plata, predispuesta de tal manera, como si fuera a celebrarse una cena en ella. En la esquina de la sala, junto al gran ventanal, un imponente árbol navideño se halla recubierto con hermosos adornos de oro, plata y cristal, dándole un brillo etéreo a la habitación gracias a las pequeñas hadas revoloteando de rama en rama.
En la recámara principal, aquella donde los propietarios descansan, la figura de un inquieto moreno camina de un lado hacia el otro, tal cual león enjaulado, manteniendo una acalorada discusión por su teléfono celular.
─ Ya te dije que no, Roberts. No abriremos mañana, no me importa lo mucho que podríamos ganar. ─ El hombre al otro lado de la línea responde algo, pero es interrumpido abruptamente por un acalorado Harry. ─ ¡Claro que no me importa que podamos evitar pagar los impuesto de los nuevos cargamentos de escobas! Además considero eso una vergüenza. Aprovecharse en un día festivo de esas personas que necesitan un trabajo, es una inmoralidad. ¿Qué clase de hombre me crees?
Una mordaz respuesta parece escucharse por el audífono, quitándole la poca paciencia al Gryffindor. Saliendo del baño, con sólo una pequeña toalla amarrada a la cintura, Draco camina hacia su pareja, tratando de averiguar el porqué del griterío.
─ ¡CÓMO TE ATREVES, ROBERTS! SÍ, ES CIERTO QUE EN OTRA ÉPOCA HUBIERA APROVECHADO ESTO, PERO HE CAMBIADO Y DÉJAME DECIRTE ALGO PEDAZO DE HIJO DE… ─ Quitándole el teléfono a su marido, Draco reanuda la conversación con Roberts, administrador de los cargamentos de la empresa de Quidditch.
─ … Hijo de Merlín, sí eso quiso decir mi esposo. Seguramente me recuerda, ¿no? Bueno, si no es así, mi nombre es Draco Malfoy y soy el vicepresidente de la corporación Potter. Bien, viendo y considerando que mi socio está un poco inconforme con sus servicios, me temo que tendré el disgusto de decirle que la empresa Potter prescindirá de ellos de manera permanente. ─ Sonriendo ladinamente hacia un más calmado Harry, Draco continúa su discurso. ─ Sólo por si acaso su insignificante cerebro no ha llegado a captar el significado de mis anteriores palabras, está total e irremediablemente despedido. Ahora sí, dicho esto, fue un placer hablar con usted. ¡La familia Malfoy-Potter le desea una feliz Navidad y un próspero año nuevo! ¡Buenas noches!
Con un gesto dramático, Draco apaga el teléfono y se lo da a Harry. Éste lo toma por simple inercia, debido al shock que recorre su cuerpo, al escuchar la manera tan fría y despiadada en la que su esposo acaba de despedir a su empleado, haciéndolo sonar como si en verdad le doliera hacerlo. ¡Si hasta le había deseado Feliz Navidad y todo!
─ Nunca entenderé cómo lo haces, Draco. ─ Dice incrédulamente Harry.
─ ¿Hacer qué, cariño? ─ Pregunta con inocencia fingida.
─ ¡Eso! De despedir a alguien tan indiferentemente, pero haciéndolo sonar como si fuera una pena el decirlo. ¡Tienes que enseñarme! ─ Explica con admiración el moreno, causando una divertida risa en el otro.
─ ¡Ay, Harry! ¿De verdad eres tan ingenuo para creer que podrías aprender a ser frío y calculador como un Slytherin? Tú nunca serías así. ─ Replica aun riendo. ─ Acéptalo, eres un inocente y piadoso leoncito hasta la última célula de tu cuerpo. Además, ser así no es algo que se aprenda de un día para el otro, a mi padre le costó años enseñarme a comportarme como todo un poderoso empresario.
Ante la mención de Lucius, Harry no consigue evitar que una extraña mueca se instale en su rostro, como si hubiera tragado su propio vómito, pero se recompone ante la helada mirada que le dirige su pareja.
─ Hey, sé que no te agradaba mi padre y que nunca te agradará, pero es algo que no puedes ignorar como si nada. Lo quiera o no, fue el hombre que me dio la vida y… ─ Al ver que Harry está a punto de replicar algo, Draco levanta una mano pidiendo silencio y sigue explicándose. ─ Sí, sí, sí. Sé que no fue un buen padre y que posiblemente jamás me haya querido, pero no puedo negar que soy su hijo, Harry. Y que, extrañamente, sus malditos consejos empresariales nos sirven de mucho a nosotros ahora. Simplemente olvídalo, ¿quieres?
─ Lo sé, en verdad lo siento, Draco. Es sólo que… jamás voy a perdonarle todo el daño que te ha hecho a ti.
─ Entonces no lo hagas. Yo todavía no perdono a tus tíos, así que no puedo decirte mucho. ─ Dice con diversión.
─ Sí, hablando de eso… ¿Qué sorpresita navideña les has enviado este año? Por favor dime que no son esas gafas de sol hechizadas otra vez. Las que reproducen constantemente películas pornográficas gay y que no pueden quitarse. ─ Pregunta temeroso.
─ ¡Claro que no, Harry! ¿Por quién me tomas? Un Malfoy jamás repite obsequios, siempre es original y sorprende al otro. Si te soy sincero, esta vez tus tíos sí que van a sorprenderse. ─ Responde con una maliciosa sonrisa, la cual sólo expresa venganza Slytherin. La más peligrosa del mundo.
─ Sólo espero que en el Ministerio nunca se enteren de esto, Draco.
─ Descuida, Harry. Nadie va a saberlo y aunque lo supieran… ¿Qué van a hacerme? ¿Encerrarme en Azkaban? Ya me gustaría verlos hacer eso de nuevo. No sólo por cómo te pondrías tú, sino por cómo se pondría Hermione.
─ ¿Qué tiene que ver Hermione en esto? Ay no… dime que Hermione no está metida en esto también.
─ Bueno… que te puedo decir, cariño. La mente de nuestra querida Herm es muy pervertida y su inteligencia me facilita el trabajo con los hechizos y demás cosas. ─ Dice Draco, como si estuviera hablando del clima.
─ ¡Por Merlín, Draco! ¡Ambos están locos! Aunque debo reconocer que jamás creí que llegaras a llevarte tan bien con mis amigos, como para confabularte con ellos y poner en práctica tus retorcidas venganzas. ─ Reprende con cariño.
─ Lo sé, soy el esposo más hermoso, bueno, inteligente, piadoso y perfecto del mundo. ─ Se jacta el rubio con su típica arrogancia.
─ Creo que olvidaste humilde, cielo. ─ Deja salir con sarcasmo el moreno.
─ Sí, eso también. Tienes razón, soy demasiado humilde. Tanto, que ni siquiera enumero todos mis atributos.
Riendo fuertemente, Harry se acerca a su esposo y traza imaginarias figuras con sus dedos en el pálido estómago. Viajando lentamente hacia su zona sur, suelta de a poco la toalla, dejándolo completamente desnudo, a la vez que susurra sobre los suaves labios de su pareja y comienza a acariciar su hombría. ─ ¿Acaso te referías a estos atributos?
─ Mmm… Podría ser. ¿Verdad que es un GRAN atributo? ─ Pregunta presumidamente.
─ Sí… no está mal. ─ Contesta con fingido desinterés, esperando pinchar el orgullo del otro.
─ ¿No está mal? ¿Sólo eso? Ya deja de mentir, ambos sabemos que es perfecta.
─ ¿En serio? Quizás deba probar y comprobar si lo que dices es cierto. Sólo para asegurarme. ¿No queremos que vuelva a cometer el error de subestimar a los demás, verdad? ─ Murmura juguetonamente, sin dejar de acariciar la nueva erección de su marido, mientras devora fuertemente su boca.
─ Harry… espera. ─ Jadea el rubio, tratando de separarlo de sí, pero el otro no parece oírlo. Por el contrario, aumenta el movimiento de su mano y la intensidad de sus besos. ─ Ya, en serio. Falta poco para que los invitados lleguen y tú ni siquiera te has bañado.
─ Entonces bañémonos juntos y de paso me aseguro de comprobar los hechos.
─ ¿Qué…? ¿De qué estás hablando? ¡Por Salazar bendito, Harry! ¡Escúchate, estás diciendo incoherencias! ─ Contesta desesperado, tratando de hacerle entrar algo de sentido común. Porque sabe que si se dejan llevar por su pasión, es probable que Teddy y el resto de los invitados los encuentren jodiendo como perros en celo.
─ Lo siento, pero… ─ Besa el cuello de Draco en el punto que sabe que lo vuelve loco. ─ Pero sabes que no pienso con claridad cuando estás desnudo.
Una risa escapa de la boca del Slytherin, mas no aparta a Harry de él. Por lo visto ha perdido la batalla esta vez, nada disuadirá al otro de detener lo que empezaron. Sólo ruega que sus amigos se retrasen este año, o al menos que no se les ocurra buscarlos en la habitación. No quiere ni imaginar el paro cardíaco que le dará a Ron y Neville si los encuentran en plena acción y sabe que su marido no va a detenerse por esa interrupción.
Los besos se hacen cada vez más fogosos e intensos, por lo que Draco comienza a desvestir rápidamente a Harry, sin dejar de tocar y besar cada parte de piel descubierta en el proceso. Unos insistentes golpeteos en la ventana distraen la abrumada mente de Draco por un instante, pero lo ignora de inmediato en el momento que Harry succiona una de sus tetillas. Gimiendo con fuerza, el rubio acerca más esa cabeza a su pecho, instándolo a seguir con las atenciones. Sin embargo, el molesto repiqueteo en la ventana se vuelve continuo, trayéndolo devuelta a la realidad.
─ Harry… Harry, espera. ─ Dice jadeando y separando al otro unos cuantos centímetros.
─ ¿Qué, Draco? De verdad no quiero parar ahora. ─ Responde fastidiado, yendo nuevamente al ataque de esos adictivos labios, pero es detenido por los brazos del Slytherin.
─ Una lechuza.
─ Wow, ¿Ahora te gusta la zoofilia? ¡Eres un pervertido, amor! ─ Exclama con burla, reprimiendo una carcajada.
─ ¡No seas imbécil, Potter! Hay una lechuza afuera, iré a ver de quién es. Y sólo por si acaso, no. No me gusta la zoofilia. No vaya a ser que tu retorcida mente planee algo para más adelante.
─ ¡No, Draco! Déjala, no debe ser nada importante. Mejor sigamos con lo que estábamos…
No obstante, deja de insistir cuando Draco se coloca su fina bata y deja entrar al ave. Maldiciendo contra todas las inoportunas lechuzas, Harry se sienta en la cama enfurruñado, esperando a que deshaga el nudo que contiene el sobre en la pata del animal. Una vez libre de su encargo, el ave emprende vuelo rápidamente, perdiéndose en el encapotado cielo. Draco gira la carta en su mano y ve un sello muy familiar en él.
─ Es del Ministerio.
─ ¿Y ahora que quieren esos imbéciles? No puedo creer que nos hayan interrumpido de… ─ Ignorando el parloteo del Gryffindor, Draco abre el sobre y comienza a leer para sí el pergamino que hay dentro.
Estimado señor Potter,
El Ministerio se complace en escribirle con motivo de su importante donación para la nueva ala de pediatría gratuita, instalada en el Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. Con gusto le informo que se ha decidido fundar el sexto piso, el cual contiene al ala previamente mencionada, con su nombre. El director del hospital y el resto del personal le hacen saber su agradecimiento y buenos deseos para estas fiestas, invitándolo a presenciar la inauguración de la misma, la cual tendrá fecha el día 26 de Diciembre a las 10 am.
Por otro lado, el Ministerio muestra su gratitud por su contribución a la creación del orfanato "El hogar de los cachorros", para pequeños magos y brujas desamparados. Queremos expresarle lo orgullosos que estamos con usted por este proyecto que acaba de completarse; es por eso que deseamos cordialmente invitarlo a recibir la Orden de Merlín, Primera Clase, por su gran solidaridad y generosidad hacia los más necesitados. La entrega de la misma será efectuada el 27 de Diciembre a las 11 am, en un acto conmemorativo en el Hall del Ministerio de Magia. Esperamos sinceramente que pueda honrarnos con su presencia.
Sin otro particular, le desea una Feliz Navidad y un próspero año nuevo.
Kingsley Shackebolt, Ministro de Magia.
Orden de Merlín, Primera Clase.
Al ver el asombro en el semblante de Draco, Harry le quita la carta y de un rápido vistazo la lee. Irritado por ser interrumpido, la arroja lejos una vez que acaba. Draco lo mira con incomprensión y se dispone a recoger el pergamino, mas es jalado por un ansioso Harry que trata de volver a devorar su boca.
─ Espera, Harry. ¿Por qué la arrojaste al suelo?
─ Porque ya la leímos y tenemos cosas pendientes más interesantes que hacer.
─ ¿Tan interesantes como ese dinero que donaste para el ala de pediatría gratuita y el orfanato? ─ Cuestiona con un poco de enfado. ─ ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Acaso creías que no iba a aceptar que donaras dinero para esas causas?
─ ¡NO! No es eso, Draco. No te enfades.
─ ¿Entonces por qué no me lo dijiste? ─ Pregunta suspicazmente.
─ Es que… ¿Recuerdas la vez que te conté lo que vi con los fantasmas? Bueno, he estado tratando de crear esto desde entonces, pero el Ministerio no me lo permitía. Al parecer, se requieren ciertas firmas y demás permisos por parte del Wizengamot para construir ese tipo de edificios, asegurándolos de tener siempre dinero que los sustente y todo lo demás, tú entiendes más que yo de eso. ─ Asintiendo con su cabeza, Draco lo insta a seguir explicando. ─ El punto es, que he estado casi un año tratando de que en el Ministerio me escuchen. Por suerte, ser amigo del ministro tiene sus beneficios. De no ser así, esos egoístas nunca hubieran aceptado mis propuestas.
─ Pero aún no me dices por qué no me has dicho nada. ─ Dice con un poco de resentimiento.
─ No te dije nada porque ibas a empezar a preocuparte y quién sabe de lo que hubieras sido capaz si no hubieran aceptado las propuestas. ─ Viendo que su pareja está a punto de replicar algo, Harry lo detiene con un movimiento de manos. ─ No… no digas nada, Draco. Tú y yo sabemos de lo que eres capaz cuando quieres vengarte de alguien, sólo basta ver a los Dursley para comprobarlo. Además, si no se llegaba a realizar esto, lo más probable es que hubieras hecho lo que sea por sacarme una sonrisa, como teñir por "accidente" tu cabello. Y sinceramente… me gusta más como te queda el rubio.
Harry termina la provocadora frase con un giño, haciéndolo sonrojar débilmente al saberse descubierto. Sin embargo, esto no hace callar a la orgullosa serpiente.
─ ¡Me importan una mierda esos malditos sentimientos Gryffindors por los cuales no quisiste decírmelo! Soy tu esposo y tengo derecho a saberlo. A esperar ansiosamente contigo el resultado de la propuesta, a festejar la victoria del proyecto o a consolarte de no lograrlo. ─ Responde convincentemente, pero perdiendo fuerza en la voz al decir lo siguiente. ─ Aunque quizás tu no confíes tanto en mí como creía.
─ ¡NO! ¡Jamás pienses eso, amor! No es que no confíe en ti, es solo que… no quería preocuparte y… ¡Diablos, ni siquiera sé por qué fui tan estúpido como para no querer decírtelo! Pero si puedo decirte que no fue a falta de confianza. ─ Corrige apresurado. Tomando delicadamente ese pálido rostro, Harry susurra sobre sus labios con cariño. ─ Te amo, sabes que lo hago. No quise herirte, en serio que no. Lamento haberlo hecho, no pensé que lo verías como una falta de confianza y…
Draco acorta la distancia y une sus labios, deteniendo el incesante e irritante parloteo de Harry. El beso es lento al principio, pero aumenta su intensidad cuando las manos de ambos comienzan a recorrer al opuesto, tocando cada parte de piel posible. En el momento en que el aire empieza a escasear, se separan renuentemente.
─ Te perdono. Pero de verdad, Harry. Odio tus estúpidos pensamientos Gryffindors.
Riendo con diversión por el casi caprichoso puchero que asoma en el rostro del rubio, Harry se coloca en su regazo y lo empuja hasta que ambos quedan recostados en el centro de la cama. El intenso besuqueo se reanuda y las caricias suben notoriamente de tono, despertando la excitación en ciertos lugares de sus cuerpos.
Harry tortura el cuello de Draco con pequeños mordiscos en puntos claves y jugando con sus manos en los rosados pezones, mientras frota ambas erecciones con intensidad, provocando que fuertes corrientes eléctricas recorran el cuerpo del Slytherin por las increíbles atenciones. No pudiendo soportar más, Draco deja salir un último gemido antes de ordenar altaneramente:
─ ¿Te vas a seguir refregando como un perro en celo o vamos a empezar a celebrar tu victoria?
─ ¿Te das cuenta, Draco? Tienes un extraño fetichismo con los animales. ─ Contesta con burla.
─ ¡Ya déjate de decir pelotudeces y ponte a montarme de una buena vez, Potter! ─ Grita con exasperación. Por otro lado, Harry sonríe perversamente ante esto, ya que ha estado esperando durante cinco años para oírle rogar por ello. Acercándose de manera provocativa, murmura con voz suave y sedosa:
─ Lo vez… te dije que terminarías suplicándome porque yo vaya arriba, cariño.
Lamiendo tentadoramente la oreja izquierda de su esposo, Harry se dispone a cumplir la promesa que le hizo esa noche en la que todo comenzó para ellos. Olvidándose que en unos pocos minutos sus amigos, Teddy y Andrómeda, junto a todo el clan Weasley vendrán a cenar y recibir la llegada de la Navidad.
Por el gran ventanal de la habitación, pequeños copos de nieve se deslizan delicadamente. El intenso frío anuncia una fuerte nevada y el blanquecino panorama refleja tenues luces en el exterior, gracias a la iluminación navideña, dándole a la mansión entera un aire soñador.
No obstante, la verdadera magia de la Navidad está dada por el amor de dos personas, que junto a una danza sensual y romántica, funden sus cuerpos para expresar todos esos sentimientos que sienten por el otro, demostrando que no existe magia más poderosa que el amor verdadero.
oOoOoOo
Notas finales: ¡Muchísimas gracias a todos los que han seguido esta historia hasta el final! De todo corazón espero que les haya gustado, yo por mi parte me divertí mucho redactándola. Díganme que les pareció en un comentario. ^^
Como ya les dije en el capítulo anterior, estoy en el proceso de redacción de un Longfic, pero sinceramente no sé cuándo empezaré a publicar. Todo depende de la creatividad con la que se encuentre mi musa. XD
Por último, voy a hacer un poco de propaganda e invitarlos a que lean mis otros fics, todos Drarrys también. Encontrarán que hay de todos los tipos, desde Angst hasta Humor.
Ahora sí, me despido y les envío un beso gigante. ¡Nos vemos pronto! ^^
oOoOoOo
Respuestas reviews anónimos:
CONNIE: ¡Muchísimas gracias por comentar! Me pone muy feliz saber que la historia te guste tanto. Espero que el epílogo también te haya gustado. Besito gigante. Nos estamos viendo. ^^
Heva: ¡Hola! Muchas gracias por tu review. Me alegra que te guste como escribo. Espero que el epílogo haya sido de tu agrado. Besito enorme y ya nos veremos. ^^
Meyamoadriytu: ¡Hola! Tus súplicas surtieron efecto y aquí está el epílogo. Espero que te haya gustado. ¡Gracias por comentar! Muchos besitos y nos leemos pronto. ^^