POR UN PUÑADO DE SUERTE.


Capítulo 3.

"Diferentes causas: erróneas y raras"


Bra sonrió con gratitud a la joven que yacía frente a ella con una bandeja cargada de un vaso humeante de café y un paquete de galletas lights. Tenía hambre, mucho. Esa mañana temprano no había desayunado. Se había levantado muy tarde. Por un momento había circulado en su cabeza la idea de despertar a Marron y pedirle que le hiciera la merienda mientras se cambiaba y arreglaba para ir al trabajo. Pero no tardó mucho en ver que ella dormía plácidamente; lo que le había costado en toda la noche pues no había parado de tener pesadillas o algo por el estilo.

—Gracias Jami —agradeció, llamando a la chica por su apodo conocido.

La muchacha de cabellos negros suaves y unos ojos negros, sonrió tímidamente. Jami, que se pronunciaba "Gaimi", era una chica bastante bonita y con unas manos maravillosas para hacer mandados o cocinar. Bra, por supuesto, la había contratado sin pensarlo dos veces cuando la muchacha, que había traído su curricular y estaba de forma impecable, se ofreció a hacer unos cafés mientras la conversación del trabajo fluía. Sus manos se removieron incómodas entre sus bolsillos luego de colocar la bandeja en la mesa de trabajo de Bra.

—Señorita Bra... —pronunció. Una de las cosas malas de Jami era el echo de que su voz fuera demasiado baja.

— ¿Si? —preguntó Brief, mientras buscaba en uno de sus tantos cajones perfectamente ordenados una regla más grande que la que tenía; definitivamente esa portada le estaba quedando genial, a Collin le gustará sin dudas.

—El señor Collin la llama —dijo, su voz pareció volverse cada vez más fina. Y cuando dijo "Collin" su voz sonó tartamuda.

¿Acaso había algo que perturbaba a la pequeña Jami? Bra levantó la vista, sabía que con sólo mirarla fijamente por unos segundos Jami largaría todo. Pero la muchacha resistió bastante, demasiado a ser verdad, y Bra no iba a soportar la intriga durante tanto tiempo. La joven miró por unos segundos al ventanal que estaba detrás de Bra, los edificios altos se podían ver a la perfección desde allí.

—Habla.

—Eh... —la joven undió su cuello entre los plieges de su excelentemente planchada camisa azul.

— ¿Tengo que averiguarlo yo misma? —preguntó Bra, levantándose— ¿Qué pasa con Collin, algo malo?

—Eh...

— ¡Habla!

—El señor Collin cree que usted robó las fotocopias del diseño de Sharpey y está furioso y quiere verla inmediatamente —cerró los ojos y la boca, todo haciendo fuerza— Señora no me mate.

—No me llames señora —fue lo único que dijo Bra, mientras el lapiz que estaba entre sus dedos se partía en dos por su fuerza ejercida.

John Collin...

[ · ]

El sueño de Marron era raro. Estaba en una hamaca, valanseándose, rodeada de niños corriendo que de pronto desaparecieron. Hacía frío, lo sabía porque con cada respiración que hacía una pequeña nubecita blanca hacía presencia ocupando el puesto de la antes transparente respiración. Era pequeña. Debía de tener unos nueve u ocho años. Tenía guantes rosados y estos se aferraban con fuerza a las cadenas del juego, sus piernas se balanceaba con conveniencia en cada empuje que hacía por sí misma.

Una niebla intensa se funde alrededor de ella, los árboles que anteriormente habían estado parecían haber sido sustituidos por la nada, prácticamente penumbra. Luego, un silencio aterrador. Un pequeño soplido de un viento helado que caló sus huesos y un aterrorizante chirrido proveniente de la hamaca de al lado.
Y ahí estaba él.

Maldito. Molesto. Insoportable.

—Trunks.

El niño le sonrió con malicia, prácticamente irritándola, poniéndola furiosa. La rubia, con las mejillas sonrojadas por el frío, y los ojos vidriosos por el viento, le advirtió con el dedo:

—No se te ocurra molestarme.

Pero el niño no pareció acceder a la amenaza de ella, y rápidamente se colocó detrás y empujó con fuerza la hamaca. Marron se prendió con fuerzas de las cadenas, intentando mantener la línea para no estrellarse contra una de los hierros.

— ¡Truuuuuuuunks!

Marron golpeó su rostro, quitándose la sustancia líquida que habíe en el. El maullido suave y profundo de Bobby la hizo abrir los ojos y sonreír. El gatito estaba sentando en sus pechos, mirándola con la cabeza levemente inclinada hacia un costado. Marron se dijo a sí misma que aquella imagen era la más linda que había visto en su vida, y ganas de apretujar a su gatito le sobraban.

—Hola Bobby —dijo, el gato se acercó más y dejó suaves caricias en el cuello de Marron, ocacionándole un cosquilleo— No, Bobby.

Rió. Giró su rostro para mirar el reloj. Eran las nueve y cuarenta. Suspiró. Bra había tenido razón; "Mañana te levantarás cerca de las diez. Jamás alguien tan responsable se levantaría tarde, señorita Perfecta"
Ojalá fuera perfecta. Pensó Marron. Y el deseo de poder dejar de pensar en Trunks también se acopló a la idea.

[ · ]

No golpeó la puerta. No lo haría. Ella no iba a rebajarse a mostrarse respetuosa. No enfrente de un tarado como acababa de demostrar lo era Collin. Entró furiosa, la puerta de madera lustrada y de vidrio colorido estuvo a punto de estampillarse contra la pared de la lujosa oficina.

John Collin se quedó de piedra. O eso pudo apreciar Bra, durante los cinco segundos en el que su "novio" dejó las hojas con un punto de susto inigualable. Bra cerró lentamente la puerta, observando con ímpetu a Collin en los ojos. Se acercó sigilosa, como una depredadora. Se mostró inflexible, a pesar de que estaba contoneando sus caderas de forma seductora y sus brazos cruzados sobre sus pechos los presionaban para que realzaran.

—Me llamaste —afirmó. Se sentó en el borde de la mesa de la oficina, la mirada gloriosa de Collin recorriendo cada parte de su cuerpo.

Collin permaneció en silencio, vigilando el cuerpo de Bra. Por su parte, la muchacha no hacía más que intentar verse coqueta; intentar porque no se encontraba en buenas ganas. Digamos que... Collin la va a pagar.

—Bra —dijo, luego de que ella carraspeara fuertemente alertando que ya era momento de que dejara de mirarla—, hay algo que tengo que decirte.

—Adelante.

—Realmente me preocupa que... —cerró los labios y los frunció— No sé como decírtelo.

— ¿Qué cosa? —preguntó, haciéndose la ingenua. Al carajo con todo el papelerío— ¿Qué soy una ladrona?

—No, Bra —dijo Collin, rápidamente, pasándose las manos por el cabello—. No es eso... es que... Sharpey asegura que fuiste tú.

Bra levantó una ceja al escuchar el "tú". Collin es un estúpido.

—Cerdo —le gruñó.

Bra lo miró fijamente, Collin lo hacía con los ojos derrochando sorpresa y la boca semiabierta. De seguro no lo esperaba de Bra, no de Bra.

— ¿Perdón?

—Eres un cerdo —dijo, bajándose de la mesa, apoyando sus manos fuertemente en ella e inclinándose para mirarlo— ¡Me estás tratando de ladrona!

—Yo no-

— ¡Claro que sí! —gritó— ¿Qué te pasa, Collin? ¿Tu otra perra te aseguró que fui yo?

—Cálmate, en este instante, Bra —los ojos de Collin observaban intranquilamente la puerta.

—No —bufó—, no pienso dejar que me traten de algo que no soy. Sharpey me viene buscando desde el día que comencé a trabajar, es una zorra...

—Sharpey insiste en que fuiste tú —aseguró.

—Quiero las pruebas ¡Ya! —sonrió soncarronamente— Oh, espera, es que es tan estúpida que ni siquiera se ideó un plan para meterme en él y quedar como una idiota. No soy una ladrona.

—No dije que lo fueras...

—Jami me dijo que estabas furioso. ¿Qué te pasa? Dime todas las cosas que tienes para decirme.

—Es ningún momento estuve enfadado, solo quería que supieras que te llamaba y necesitaba que estuvieras de inmediato aquí.

—Pues, ya estoy acá ¿No me ves?

—Sí, lo veo —Collin bajó la mirada—. Quiero que me digas la verdad Bra...

—Ya te la dije —informó, sin quererlo Bra había comenzado a sentir a sus ojos picantes de la angustia, las lágrimas querían salir pero no lo permitiría, ni frente a él ni sola. No lloraría por él.

— ¿Los robaste o no?

— ¡No, Collin! —chilló— Tengo mejores ideas que esa hueca.

—Ella asegura que fuiste vos, y me dio muchas razones para que vos-

— ¿Qué razones? —dijo, levantando la cabeza— ¿Se acostó con vos?

—No —Collin cerró los ojos—, no digas estupideces.

—Entonces, Collin —susurró— ¿Por qué creer en ella y no en mí? ¿Ella vino primero, por eso? ¿O qué?

—No es eso Bra —bufó—, sólo quiero la verdad, Bra.

[ · ]

Luego de levantarse, de servirse un vaso de chocolatada y acariciar por un buen rato a Bobby, Marron estaba en el baño preparando agua caliente. Bobby ya estaba lejos, probablemente escondido detrás del lavarropas o sobre uno de las cajas del armario. No se iba a salvar esta vez, definitivamente. Marron colocó una pequeña tina debajo de la canilla, el agua estaba tibia y eso era difícil de encontrar en una tina como esa; si no estaba excesivamente caliente, el agua estaba sumamente helada hasta poder calarte los huesos.

— ¡Bobby! —llamó Marron, secándose las manos y mientras lo hacía estiró su cabeza para mirar el pasillo, completamente vacío— Gato tontín...

Marron caminó hasta el cuarto, esperando que él estuviera ahí. Aunque no pareciera, sacar a un endemoniado Bobby detrás del lavarropas era peor que tener que subir hasta el armario. Marron se paró frente al armario, con los brazos en jarras.

—Mira, gatito, te conviene salir en este mismo momento.

Sin embargo, Bobby no estiró la cabeza como hacía de costumbre luego del quinto llamado de Marron. La rubia se dirigió hacia el cuarto de atrás, cuando entró pudo ver a una cabecita rubia esconderse rápidamente tras el lavarropas. Marron rió para adentro y sonrió con dulzura.

—Bobby —canturreó—, ya te vi. Ven, gatito, vamos...

[ · ]

Esa mañana, Trunks sintió mucho pereza para levantarse. El dolor de hombro se le había ido, pero aún se sentía cansado y desgastado. Se había levantado y se dio una ducha larga y relajante, lejos de toda preocupación que tanto lo embargaba. En realidad, no literalmente, puesto que Pan aún estaba bajo el mismo techo y su madre se encontraba a unos pasos. Luego de terminar su ducha, siendo las ocho y media, se cambió y agarró su bolso para ir a prepararlo.

Salió del cuarto con la cabeza gacha, observó desde lejos a la habitación de su madre. La puerta estaba un poco abierta, y las luces apagadas. Trunks entró. Dejó el bolso a un lado y se acercó a la cama, al sentarse pudo sentir el suave tacto de la seda en seda en sus manos. Su madre estaba durmiendo, al parecer, plácidamente y estaba de costado. No podía verle la cara por más que ella se diera vuelta, la luz de la pequeña lámpara que estaba en una esquina no era más que una caricia para la oscuridad. Sonrió, un poco de tranquilidad lo envolvió al ver como su madre parecía respirar adecuadamente y por fin podía apreciar su tranquilo sueño.

Se sintió atraído a darle un cálido beso en la frente, más no lo hizo para no despertarla. Con sigilo, se dirigió a la puerta y agarró su bolso. Una última sonrisa apareció en su rostro antes de cerrar la puerta. Su madre se iba a recuperar, eso esperaba, el problema era que el echo de irse a otro lado capas la desconsolara y estuviera anímicamente mal. Quedó recostado en la pulcra pared junto a la puerta, con la cabeza pensante y en cualquier momento explotaría. Los contras eran varios, y los pro no eran tan necesarios. Es decir, dejar su casa, dejar a Pan, dejar a su madre en ese estado, irse por un tiempo del trabajo, alejarse de todo... no parecía ser ciertamente sano. Tal vez anoche parecía ser, pero ahora todo cambió. También estaba el echo de que podía ver a Bra y recobrar esa hermosa hermandad que habían perdido, cuando se veían ya no era lo mismo, sobretodo cuando Bra se enteró de que Trunks estaba saliendo con Pan. Luego estaba el echo de irse a un lugar más tranquilo, a una casa en donde podía estar en paz sin que nadie lo molestara. Y Marron...

¿Qué había con ella? ¿Podría tener una sana convivencia? Al parecer, la chica se había olvidado de todas las cosas malas que Trunks le había llegado a hacer alguna vez. Cosas que Trunks ahora lo avergonzaban. Era cierto que no lograba recordar mucho de ella, casi de nadie de sus ex-amigos o compañeros, pero ni siquiera había podido reconocerla en el supermercado si no fuera por las fotos. Pocas veces habían hablado como amigos, amigos que nunca fueron o quisieron ser, una relación que no era amor-odio, simplemente rechazo-odio. Nunca la había tratado bien, y cuando lo hacía en realidad no lo hacía. Es como si intentó hacerlo, pero no pudo...

Aquella hermosa mañana de Enero no hacía más que hacer tener un terrible calor a la pobre Marron. La rubia pedaleó más fuerte, queriendo escapar lo antes posible del abrumador sol y llegar a la fría confortación de su hogar; porque sí, siempre ese lugar estaba tan frío que en invierno se podía llegar a decir que era mejor estar afuera que adentro. Su bicicleta estaba empezando a pagarle factura por no haberla arreglado durante tiempo, Marron estaba consiente de que si seguía pedaleando con las piernas tan cerradas sus piernas terminarían llenas de cortaduras y raspaduras por el rompimiento en algunas partes del caño central de su móvil. Apretó los dientes y siguió andando, no podía permitirse abrir las piernas; no mientras Goten, Bra y Trunks venían allá arriba volando. Sobre todo éste último. Marron admitía que las alturas le daban pavor, en extremo, y es por eso que en vez de estar diez metros sobre el suelo y sintiendo la suave brisa salada del mar y el viento en su rostro debía estar aguantando todo tipo de incomodidades allí abajo, en el piso, en la tierra, como una verdadera tonta que no hace más que cerrar las piernas por tener un short que ella consideraba corto y Bra consideraba largo.

Marron levantó ligeramente la vista, posando más allá del pequeño valle que estaban cruzando y sintió placer al ver su hermosa caza. Era algo ordinario, común y fuera de lo atípico. Una casa de madera, de palos gruesos y marrones oscuros, con varias ventanas y dos o tres ventanales. Una chimenea, que ahora no hacía falta, y con cuatro habitaciones: la de sus padres, la de ella, el comedor y la sala de estar. Sin contar la cocina y el comedor en uno solo, el living y los dos baños; no hacía falta levantar más el mal humor constante de su madre por la falta de una ducha fría/caliente o para arreglarse frente al espejo. Marron jamás entendería el por qué de su madre al querer mirarse en el espejo del baño, teniendo uno enorme en su habitación conyugal.

Consiente de que sus amigos ya habían acelerado el vuelo al ver el asomo de la casa, Marron aceleró más de lo que podía sus pedaleos e intentó concentrarse en lo bonito y fresco de una buena taza de chocolate; y no en los raspones que le estaban generando irritación en las piernas. Miró para arriba, Goten ya estaba más adelante y Bra le estaba retando por eso. Trunks, en cambio, no estaba en ninguna parte. Al principio se mostró sorprendida, Marron, al no ver al hermano de su mejor amiga por ninguna parte. Después de todo, Trunks siempre era el que la esperaba en esos momentos de extremo calor y mucha necesidad de llegar rápido. Diciéndose a sí misma que todo estaba bien, Marron volvió a enfocar su vista en el camino de tierra; algunas piedras eran lo suficientemente grandes como para hacerla salir por los aires si chocaba. Además, ella era demasiado torpe. Injustamente torpe.

Frenó de abrupto cuando él se interpuso en su camino, bajando por los aires tan rápido que casi se tira de la bicicleta por miedo a chocarlo. Recordó que no tenía frenos, y la simple idea de imaginarse que iba a terminar chocándolo hizo que pusiera sus pies en la tierra, clavándolos y haciendo que apenas en unos centímetros su bicicleta dejara de andar. Trunks parecía sorprendido, con la boca ligeramente abierta y las cejas levantadas hasta tan arriba que parecían fundirse con el pequeño cabello en forma de flequillo. Marron ahogó un gritito al sentir como su cuerpo se impulsaba hacia adelante, con fuerza, pero se sostuvo sobre la bicicleta. Las dos trenzas que se había echo en el cabello rubio esa mañana le pegaron en los dos costados de la cabeza, fuertemente. Se llevó la mano a la parte adolorida y se la frotó, sin exagerar.

— ¿No tienes frenos? —preguntó, sorprendido. Marron negó con la cabeza mientras miraba sus zapatillas, negras de empolvarse con la tierra. Poco a poco, en los finos labios de Trunks, una sonrisa burlona asomó— Pensé que las tenías.

—Imbécil —resumió todo, dejando atrás todo lo que le había querido decir. La carcajada de Trunks explotó y Marron lo fulminó con la mirada—. No sé que le ves de chistoso, tarado.

Trunks dejó de reírse, complaciéndose con una pequeña sonrisa de burla. Estiró una mano, mientras la otra la guardaba en su bolsillo. Marron no quiso mirar lo que tenía en la mano hasta dejar de taladrarle con la mirada. Trunks se hacía el indiferente, el que no sentía el fuego de aquellos ojos celestes atormentándolo. Ella, por fin apremiada con un pequeño gesto de incomodidad de parte de él, observó lo que había en la mano de Trunks; pero estaba cerrada. Ella levantó una ceja, y con cuidado y pensándolo dos veces preguntó:

— ¿Qué tienes allí dentro? —retrocedió ligeramente, con un poco de pena pensando que era un animalito. Aunque, pensándolo tres veces, aquello solo podía ser un bicho raro para que saltara en la cara de Marron y la hiciera saltar. Porque sí, Marron lo conocía.

— ¿Segura quieres ver? —preguntó, su mirada divertida dejándola en claro que Marron asumiría todo si decía un simple "sí". Marron dudó, ya había pasado varias veces por esa estúpida escena; y cada vez terminaba saltando con un grillo, una hormiga o una extraña especie de animal en su cara. No era divertido, para él tal vez sí, pero para ella no lo era. Marron, desde pequeña, había experimentado cierto pavor por los insectos, y aunque había sido mínimo Trunks había logrado subirlo hasta tal extremo de hacerla parecer una enferma de la limpieza y de lo pulcro.

—No —dijo, Trunks la miró sorprendido. Por lo general él solía ganar; siendo Marron tan quisquillosa y chismosa, siempre lograba sacar un "sí" de los suaves y rosados labios de ella. Esta vez, todo parecía ir al revés—. No quiero, no estoy segura.

—Qué raro... —murmuró Trunks, dejando abrir apenas su mano de la sorpresa. Rápidamente la cerró, cuando sintió que se movía con más libertad entre sus manos. Marron miró, ansiosa—. ¿Estás segura que no quieres ver? —preguntó, la inocente voz sonando un poco más sugerente—. Tiene bonitos colores.

— ¿Es una flor? —preguntó, maravillada, sintiendo la felicidad emanar. Solo una vez le habían regalado una flor, y fue Spencer Thorthon quien lo había echo. Pero él era el chico más bonito del salón, el más guapo y divertido, y regalaba flores a todas las chicas— Trunks, contéstame.

Trunks la estaba mirando de una forma extraña. La observaba demasiado, sobretodo en la nariz. Marron pudo sentir el crecimiento de su leve rubor que segundos atrás había captado al recordar la escena del guapo Spencer dándole una rosa.

—Ya te está creciendo la nariz —murmuró, sorprendido. Marron se sintió un poco más intimidada, con vergüenza. Le dolió un poco el hecho de que Trunks recién se diera cuenta. Pero la realidad es que Marron siempre había tenido una nariz minúscula, inexistente.

—Tengo diez años, ya era hora —comentó, intentando no hundirse aún más en la humillación que estaba capturándola. No es que estaba siendo humillada, al menos no específicamente, ya que Trunks siempre lograba ponerla de esa forma; el era mayor, más grande, sabía volar, hacía mejor las cosas que ella y siempre la molestaba. Era obvio que le tendría un poco de miedo, casi respeto, cada vez que él estuviera cerca de ella. Aunque, claro, eso solo pasaba cuando ella no estaba lo suficientemente enojada como para mandarlo a cierto punto distante.

—Qué más da —dijo, quitándole importancia al asunto; siendo solo él quien le había dado significado. Marron se sintió, ligeramente, furiosa— ¿Quieres ver que tengo en la mano? —sonrió de costado, levantando apenas la comisura izquierda de los labios, esa sonrisa espectacular que solo él podía hacer—. Estoy seguro de que te gustará.

Marron levantó un hombro, acongojada por la situación repetitiva. La última vez que se había creído el hecho de "Te gustará" fue hace un mes, más o menos, y Marron no la había pasado muy bien sintiendo como la asquerosa araña se paseaba desde su cuello hasta su espalda, bajo su remera, y sin poder sacarla. Al final, Marron había terminado dejando escapar a la araña de patas largas y su madre le tubo que poner una pomada en las diferentes seis picaduras que aparecieron en su espalda por casualidad.

—No quiero Trunks —dijo, decidida. Cruzó los brazos sobre el pecho plano y levantó retadoramente la cabeza; estaba prepara para escuchar las estupideces que él le diría; "cobarde, perdedora, tonta, etc."

—Miedosa —terminó por decir. Marron, sin sentir dolor, levantó los hombros y giró la bicicleta para poder ir tras Bra y Goten; quiénes habían optado por entrar a su casa sin pedirle permiso; como de costumbre, Goten y Bra llegaban primeros y no hacía falta tocar la puerta para entrar; su madre y su padre ya estaban lo suficientemente al tanto de que la familia Son y Brief eran de allí, pero no estaban las 24 horas del día. Por su parte, Marron pensaba que era bueno tener a la familia unida y Bulma siempre decía que estar al aire libre hace muy bien.

—Tienes catorce años Trunks —le recordó Marron, mirando por sobre su hombro—. Ya crece y deja de hacer las niñeces que haces. Estoy cansada de ser tu conejilla de indias, dedícate a buscarte una novia y no me molestes más. O, mejor aún, molesta a mi madre o a tu padre y nunca más te pondrás tan infantil.

Trunks observó con sorpresa como Marron se alejaba de a poco. Marron tenía un carácter fuerte, fuertísimo, igual al de su madre Bulma. Peor sería si tuviera el de 18, porque no cabían dudas de que Trunks estaría diez metros bajo tierra si sacaba ese carácter de tan poco genio. Trunks arqueó levemente las cejas, y una pequeña sonrisa morbosa cruzó por unos segundos sus labios al mirar detenidamente el redondeado trasero de Marron. ¡Tiene diez años!. Se dijo a sí mismo, movió la cabeza bruscamente y miró su mano, la abrió y una pequeña mariposa salió. Era grande, enorme, y Trunks sabía que eso habría asustado a Marron; porque no iba a poder mirar bien al insecto y saber que era una simple mariposa. Los colores eran tan vívidos, un naranja chilloso y un amarillo pálido hasta el punto de volverse color crema. Dejó que la mariposa se alejara.

Trunks sonrió por el vívido recuerdo. Marron... ¿Cómo se había podido olvidar de ella por tantos años?

[ · ]

El gato parecía estar sufriendo cierta forma de asesinato sádico. Temblaba de sobremanera, como si el agua estuviera inhumanamente fría, y sus ojos estaban grandes y parecían culpar a la pared que estaba burlándose de él. Marron sonrió, mientras pasaba las manos por el cabello de su gatito. Lo enjuagó, le quitó todo resto de shampoo especial y lo colocó sobre la toalla esparcida en el piso del baño.

—Sacúdete Bobby —rió Marron.

El minino no tardó en hacerlo, esparciendo gotitas de agua por todos lados, especialmente en los pantalones viejos de su dueña. Marron sonrió y lo envolvió con una toalla que, curiosamente, tenía imágenes de huellas de perritos. El gato estaba temblando en los brazos de Marron, por más envuelto que estuviera en esa suave toalla.

En ese momento, el timbre sonó.

Marron dejó a Bobby a un costado y se dirigió a la puerta. Probablemente su aspecto no fuera lo mejor como para atender la puerta, porque una camisa enorme y raída con unos vaqueros sucios y mojados no era la mejor opción para atender la puerta. Pero Marron ni siquiera se interesó en ello. Hasta que abrió la puerta y vio a la hija de su jefe en la puerta.

—Oh... —la muchacha, preciosa a pesar de la fealdad de su padre, observó a Marron con un gesto altivo— ¿Qué carajo estabas haciendo?

—Lo siento, Yanina —pidió disculpas Marron— ¿Se te ofrece algo?

—Sí... —la chica, luego de unos segundos, pudo quitar sus verdes ojos del atuendo de Marron— Papá te necesita con urgencia. Imagínate cuanto, que tengo que venir a buscarte.

Marron sonrió un poco decepcionada; no tenía ganas de trabajar. Pestañeó varias veces y luego decidió que lo mejor era cambiarse rápidamente e irse, por supuesto arreglar a Bobby también era algo que debía hacer.

—Bueno, está bien, iré —Marron se corrió, abriendo más la puerta—. Pasa, tengo que arreglarme y dejar bien algunas cosas, espérame unos segund-

—No, no —la morena sacudió sus manos—. Creo que no entendiste, mi padre te necesita ya, de inmediato.

—Eh, ya no puedo —Marron señaló hacia atrás—, tengo que secar a mi gato, dejarle una nota a Bra y cambiarme no voy a ir vestida así.

—No interesa —Yanina la agarró de la mano—, te prestaré un mensaje para tu amiga, también ropa.

— ¿Y mi gato?

—Tu gato tiene lengua ¿No que estos animales se secan así?

[ · ]

Cuando Bra llegó al departamento, ni siquiera se percató en que el gato la ignoraba; acción que siempre se permitía cuando lo bañaban. La peliazul tiró las llaves sobre la mesa ratona del living, furiosa. ¿Quién se creía aquel John Collin?. La furia e impotencia que sentía contra uno de sus jefes era enorme, el remordimiento la carcomía por dentro. Y aunque no quisiera admitirlo, también la angustia. Le gustaba Collin. Demonios. La había vuelto loca, completamente loca. Había intentando no cruzar la línea y que terminara siendo él el único herido en esa lucha. Pero, al final, fue ella la única víctima. O eso creía y aseguraba.

Conoció a Collin en el trabajo, cuando él apenas era el sobrino de uno de los jefes. Claramente fue acomodado, pero nunca nadie se atrevió a decirle nada; su tío era uno de los que abonaban la mayoría de dinero para que la revista pudiera llevarse a cabo, y toda la furia recaería en esa persona que se dignaba a intentar gritar una verdad tan obvia pero silenciosa. Collin había sido uno de los secretarios de su tío, prácticamente no trabajaba y se paseaba todo el día por la CMUM; Corporación Make Up Me; el nombre de la revista en donde Bra trabajaba. La cuestión era que Bra jamás se había cruzado al muchacho, sólo una vez y fue para verlo a través de un vidrio borroso. Pero cuando Collin entró aquella mañana a su oficina, en busca de la edición de la portada para entregarle a su tío... ambos se habían quedado mirándose, y aunque Bra solamente le dio su trabajo y lo dejó ir, el volvió a buscarla más tarde.

Había sido encantador, un dulce total, mostrando ser tan caballero, guapo y rico como inteligente, hablador y buena persona. O eso es lo que había echo creer a Bra. Porque todos aquellos esquemas se rompieron esa mañana, y probablemente no se podrían volver a reconstruir. A Bra le gustaría entender el por qué de Collin de culparla. ¿Por qué todo recaía sobre ella con un solo prejuicio de Sharpey? Maldita arpía.

Fue recién cuando pasó por la cocina y se fijó en el pequeño patio que Bra se percató de algo muy importante. Marron no estaba allí afuera, cosa que siempre hacía para leer interminables libros acerca de quién sabe qué cosas y es por eso que Bra no se había preocupado cuando no encontró a Marron ni el living, en la habitación o en el baño. El gato apareció en la cocina, con una pose altiva y sin mirarla, dio un manotazo a sus comidas y algunas salieron disparando.

—Bobby —dijo Bra, sonriendo a penas. El pelaje del minino estaba brillante y limpio— ¿Estás bañadito?

El gato solo la miró y luego siguió masticando. Bra colocó sus manos en la cadera. Ya eran cerca de las doce, se suponía que Marron debía cocinar y no estaba allí. Probablemente había salido a comprar algo para comer, aunque aquello era imposible puesto que Marron aún no tenía su carnet renovado y no iría caminando hasta el súpermercado sin Bobby. Se suponía que hoy Marron iba a renovar su carnet, probablemente se le había pasado el tiempo y aún estaba ocupada. Bra descolgó el teléfono para llamar a un delivery.

—Reverendo gato malhumorado —gruñó, no tenía idea de cómo era el número del delivery— ¿Dónde está Marron? No me mires así, no podremos comer si no viene ¿No recuerdas dónde quedó el papel de publicidad?

El gato se alejó de la cocina, llevando una galletita en su boca. Bra bufó.

—No me importa, después de todo vos no comes lo mismo que yo, no tienes mis derechos, gato.

El timbre, quien irritó aún más a Bra, sonó con insistencia.

[ · ]

Marron se limpió las manos con un trapo sucio y raído, hizo una mueca y lo dejó a un lado. Su jefe, un hombre gordo y de bastante edad, estaba con un cigarro en la boca y sentado en una de las silletas viejas de aquel taller. La rubia se pasó la mano por la frente, sacándose el sudor y algún que otro resto de mugre.

—Creo que ya está —informó, con una sonrisa—. Dile al señor Mulan que la vez que necesite buscar algo que esté dentro del auto, que solo abra la puerta. No es necesario romper el vidrio.

El hombre rió sonoramente, pasándose la mano por la barriga. Dio una calada más a su cigarro y se levantó del asiento, asintiendo vehementemente.

—Es un hombre tonto, lo sabes —dijo, pasando una mano por uno de los autos del garage— ¿Qué tenían los demás?

—El carburador era del Megane, y del otro el burrito —comentó, mientras tomaba agua.

—Ya veo... —el hombre buscó en su bolsillo, sacando varias cosas— Aquí tienes.

Marron agarró gustosa el dinero, sonriendo. Ahora podía comprarle a Bra ese vestido que tanto le gustaba para su cumpleaños que se acercaba.

—Gracias, señor —dijo, agarró su bolso—. Dígale a su hija que le regresaré la ropa en cuanto pueda.

—No te hagas drama con eso —sonrió—, esos shorts su madre no le deja usar, y ni hablar de la remera que tienes puesta... Kiri dice que es inapropiada.

Marron se miró, incomprendida. El short era un poco corto, era verdad, pero no era nada fuera de lo que se solía ver. Probablemente el señor hablara de lo desgastado que estaba, sí, seguramente era eso, conociendo los gustos excesivos de la señora Kiri; los cuales a Yuno, su jefe, le costaba demasiado pagar. La remera era común y corriente, bonita. Era una especie de básica, de color blanco; ahora marrón por el enchastre, pero no era escotada ni muy pegada al cuerpo.

—No te mires así, yo tampoco comprendo porque Kiri dice que la remera es fea —el hombre la acompañó hasta la salida— Quédatela, limpiála bien y utiliza para ir a buscar a algún hombre. Estoy cansada de verte andar con esas camisas que al parecen eran de tu padre.

Marron rió, contenta. Si el señor Yuno conociera a su padre y a su estatura no diría eso, porque las camisas eran prácticamente el doble de lo que Krillin usaría. No son tan feas... pensó Marron, un poco indignada.

—Ya sabe, señor, para cuando me necesite solo dígame —dijo Marron, antes de despedirse.

Yuno sonrió y cerró la puerta. La rubia giró, rápidamente guardó el dinero en su bolsillo; en aquel lugar el vandalismo era bastante típico, y fue en busca de la próxima parada de autobús. Estaba cansada, no había comido nada a pesar de la insistencia de Yuno en hacerlo. Cuando llegó a su trabajo, que quedaba a casi media hora lejos de su casa, Yuno la estaba esperando con todas las cosas preparadas. No es que el hombre dejaba de trabajar cuando Marron se tomaba sus vacaciones correspondientes, pero al parecer esa mañana se había levantado con una migraña muy dolorosa y no podía mantenerse en pie. Cuando comenzó, Marron supo entender las disculpas de Yuno al ir a molestarla en sus vacaciones. El señor Mulan era un hombre bastante exigente, tonto y voluptuoso, pero era el mejor cliente; dueño de una agencia de remises que siempre eran atendidos allí, e incluso sus mismos autos. Además, le había pagado bastante bien.

Eran las cuatro y media de la tarde, tenía tiempo de ir a la casa, ducharse y cambiarse tranquilamente y luego poder cocinar y antes terminar de leer su libro de "Matemáticas ¿Estás ahí?". Fue cuando se subió al autobús, a las cinco menos cuarto, que recién recordó su turno para renovar su carnet, que supo que ni siquiera podía ir a cambiarse. Sin preocuparse, sabía que llegaría bien a tiempo, a las cinco y media, pero también estaba al tanto de que cualquier imbécil podía llegar y quitarle el turno por no presentarse a tiempo...

Ese imbécil la pagaría, sin dudas, si eso llegaba a pasar.


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Chicas, no voy a poder actualizar mañana, lo siento mucho. Me falta alrededor de la mitad del capítulo, pero me ha salido un inconveniente y no voy a poder terminarlo. Probablemente lo terminaré dentro de tres días; también necesito inspiración, no puedo sentarme cada diez minutos escuchando que me estén llamando. Realmente PERDÓN. Espero no se enojen y sepan entenderme. El jueves sí lo actualizaré, lo prometo.

¡FELIZ NAVIDAD A TODOS! =D

¿Qué hay? muchachas guapas. Bueno, antes que nada quiero pedir disculpas por pasarme mi fecha de "vencimiento de actualización". Lo lamento de verdad, sucede que el jueves tuve que ir al Colegio a rendir inglés y estuve estudiando mucho, no soy muy buena en ello y mi inglés no es como el de las demás escuelas (en el mío, estando yo en tercer año, ya estamos dando lo que en las demás escuelas dan en sexto año), también tuve la recepción de mi Colegio (anoche) y terminé realmente echa pelotita. Hoy había otra fiesta más, pero ya no pude ir porque el dolor de cabeza me taladra y realmente quería terminar o intentar hacerlo para subirlo (terminé completando todo el capítulo anoche y hoy lo revisé). ¡Trunks y Marron se encontrarán en el próximo capítulo! ¿Eh, que dicen? Creo que el encuentro será bastante original, lo digo con humildad posible. Ahora viene la parte en donde les agradezco enormemente por los reviews, y es que realmente los siento y estoy muy feliz al ver como a las personas les gusta. ¡Les agradezco un montón que agreguen a favoritos, pero aún le agradezco más a aquellos que me dejan reviews dándome su opinión! Estoy feliz, de verdad, y me deja mucho mejor anímicamente para poder apresurarme, gracias. También les invito a los links que están en mi perfil, a unirse a mi página de Trunks & Marron que aún no tuve tiempo como para arreglarlo perfectamente. ¡Gracias a los reviews sin cuenta también! No puedo contestarles, pero muchas gracias. Perdón por el largo de la nota final, intento hacerla corta pero no puedo soy muy charlatana. Espero nos leamos pronto, realmente gracias. ¡Saludos!

Recomendación del capítulo: el fic de Tomoyo18; acción, aventura, amor, tristeza, angustia. Realmente recomendable.

Próxima actualización: Jueves 28 de Diciembre. —»


Disclaimer: los personajes son propiedad de Akira Toriyama. Excepto aquellos que no conozcan.