Meltdown

11/11/2012

"All I wanna do is make you happy"

Karen llegó hecha pedazos a su casa. No saludó a su madre cuando le abrió la puerta y se fue directo a su cuarto, a llorar a gritos como si estuviera loca. Carol McCormick trato de preguntarle que le pasaba, pero la chica no paraba de chillar, gritar y patalear. Parecía que estaba haciendo un berrinche descomunal, pero había algo en su forma de llorar que indicaba que no era por una tontería.

Carol quiso consolarla, abrazarla y ayudarla, pero Karen la apartaba dando manotazos mientras gritaba aún más fuerte. Sus berridos se escuchaban por toda la cuadra y muchos de sus vecinos pensaban que la estaban matando o algo por el estilo, aunque sin mover ni un dedo para llamar a la policía porque la familia McCormick les valía una mierda. Además, siempre era un placer morboso leer acerca de asesinatos familiares, donde la tortura y salvajismo agregaban un toque extra.

Mientras, en los muelles, Kenny y Butters seguían juntos, aunque ya no en donde estaba toda la horda de gente, sino en un lugar alejado de la feria. Ya había anochecido por completo y la oscuridad les brindaba una intimidad que era aprovechado por otras parejas que se estaban besando con pasión y frenesí. Ellos, en cambio, solo estaban abrazados con ternura, sentados en uno de los tantos muelles de madera, dejando caer perezosamente sus piernas por el borde, casi a punto de tocar el agua.

Butters estaba feliz. Tenía su cara hundida en el pecho de Kenny, oyendo como su corazón palpitaba con lentitud y aspirando el aroma de su cuerpo. Sus pequeñas manos estaban aferradas a la cintura del mayor, temeroso de que si lo soltaba, volvería a irse para siempre. Kenny, por su parte, estaba igual de tranquilo y feliz. No dejaba de observar al chico que estaba a su lado, admirando cada pequeño detalle, y disfrutando del toque de su cuerpo, como si lo necesitara para poder vivir. Y en gran medida eso era cierto, pues había regresado a la vida solo por él. Sin embargo, necesitaba arreglar las cosas con su hermana. Había sido todo un grandísimo hijo de perra y ya le estaba entrando un poco de remordimiento. En contra de su voluntad, tomó a Butters por los hombros y lo separó un poco de su cuerpo.

-Tenemos que irnos. Hay un asunto que tengo que arreglar- habló, acariciando el cabello del chico con cariño. Leopold entendió el mensaje y asintió. Ambos se pusieron de pie y caminaron de regreso al pueblo, tomados de la mano. Kenny acompañó a Butters hasta la puerta de su casa, donde lo despidió con un tierno beso en los labios. Después, cuando Leopold tocó el timbre de la puerta, se escondió entre los arbustos para que los padres del otro chico no lo vieran; cuando el muchacho entró a la casa y la puerta se cerró, Linda y Stephen empezaron a gritarle que estaba castigado hasta el fin de los tiempos.

Kenny regresó a su casa, y pudo escuchar con claridad los gritos de Karen desde media cuadra antes de llegar. Su madre era la única persona que estaba ahí, sentada en el desvencijado sillón, mirando la televisión a todo volumen, tratando inútilmente de sofocar los berridos de su hija.

-¿PERO QUÉ PASA?- gritó Kenny para hacerse escuchar entre todo el escándalo.

-¡NO LO SÉ! ¡NO HA PARADO DE LLORAR DESDE QUE REGRESÓ! ¡NO SÉ QUE LE SUCEDE!- gritó ella en respuesta. El rubio bufó. Caminó en dirección al cuarto de su hermana y entró. Ella, al verlo, se puso a gritar más fuerte, sin dejarle la oportunidad de hablar. Kenny tuvo que huir cuando ella comenzó a aventarle todas las cosas que tenía al alcance: no quería terminar con un lápiz clavado en el ojo.

-¡Déjame hablar contigo, por favor!- pidió el rubio desde el pasillo. Karen soltó un aullido gutural que parecía el de un demonio, como si estuviera poseída.

-¡DEJAME EN PAZ!- chilló, azotándole la puerta en las narices, antes de volver a echarse a llorar de nuevo.

Kenny suspiró, derrotado. Había sido todo un bastardo, pero no había podido evitar comportarse así después de pasar tanto tiempo en el infierno. Aun así, tenía que hablar con su hermana. Si ella no lo quería escuchar a él, seguro escucharía a "su ángel de la guardia".


Cuando Craig despertó, la lámpara que había justo encima de su cama era tan brillante que le lastimó los ojos. No tenía consciencia de donde estaba, la cabeza le daba vueltas y estaba sediento. Hasta que su vista se acostumbró a la luz y notó un dolor en el dorso de la mano, donde tenía metida una aguja que le brindaba suero, se dio cuenta que estaba en el hospital. Sentía que algo hundía el colchón en donde estaba acostado, a la altura de sus piernas.

Se incorporó lo suficiente para poder sentarse en la cama y vio como Stan estaba dormido, con la cabeza recargada en uno de sus brazos, sobre el colchón. Unas cortinas azules separaban su cama de las de otros pacientes que también estaban en el cuarto, brindándole intimidad. Sin nada de cuidado, trató de despertar al chico que estaba dormido: le picó el hombro mientras lo llamaba por su nombre. El azabache gruñó y trato de ponerse lejos del alcance de Tucker para poder seguir durmiendo, pero terminó despertándose de todos modos. Se talló los ojos con una mano, perezosamente, mientras se incorporaba y se sentaba correctamente en la silla donde estaba. Craig lo miró y se dio cuenta de que tenía el brazo derecho dentro de un cabestrillo, con el codo enyesado.

-¿Qué te paso?- le preguntó, sonando demasiado preocupado para su gusto, y abofeteándose mentalmente.

Stan bostezó.

-Me rompí el codo cuando abrí la puerta de tu cuarto- contestó, sonando aún muy adormilado. Se sujetó con fuerza el puente de la nariz, tratando de despertarse- Dios, las pastillas que me dieron para el dolor me provocan nauseas, prefiero estar dormido- agregó, como si estuviera justificando porque estaba así. Miró a Craig y suspiró, aliviado- ¿Tú estás bien?-

El otro chico contuvo el aliento, sorprendido. ¿Por qué Stan estaba comportándose así? ¿No debería estar enojado con él por haberse lastimado por su culpa? Quiso imaginarse que Stanley estaba demasiado preocupado por él para fijarse en sí mismo, pero la idea era demasiado buena para ser cierta. Una sonrisa quiso asomarse en sus labios pero murió al razonar que tal vez el otro estaba trastornado por culpa de las medicinas.

-¿Qué paso? Lo último que recuerdo es estar muy feliz, masturbándome sobre mi cama, pensando en ti- agregó con mucha sorna. Stanley frunció el ceño con enfado y se sonrojo violentamente.

-No es cierto, maldito mentiroso- contestó el menor, refunfuñando- tenías los pantalones en su lugar cuando te encontré. Eres un idiota-

-Bueno, no me estaba masturbando, pero si estaba pensando en ti- habló Craig pausadamente. Se sentía demasiado cohibido de estar con Stan. Algo caliente y espeso, como la textura que tenía la miel, se alojó en su estómago. Quería echarse a correr lejos de él, pero al mismo tiempo no quería moverse un centímetro. De hecho, quería que Stan se levantara de la silla y se acostara a su lado, en la cama, como pasaba en las escenas cursis de las películas.

El otro chico le explicaba todo lo que había pasado, de cómo había caído en una sobredosis y de cómo habían podido salvarlo por un pelito, pero Craig no lo escuchaba porque realmente no le interesaba.

-Te quiero- soltó de repente.

Marsh se sonrojó aún más y apartó la mirada, clavándola en el piso y deteniendo su explicación.

-Tuve una pelea con Kyle- comentó, suspirando. La ternura que Craig sentía por él se convirtió en enfado, pero no comentó nada al respecto, solo frunció el entrecejo. Stan tragó saliva con dificultad y continuó hablando, muy lentamente, como si le costara demasiado pronunciar cada palabra- Me duele el pecho cada vez que pienso en él. No puedo respirar y me pongo de mal humor.

Craig continuó callado. Ya había gastado mucha saliva antes, diciéndole que su súper mejor amigo era un súper pendejo. Con un gesto de la mano, golpeando el colchón, le indicó que se sentara a su lado, en la cama.

Marsh obedeció y un suspiro después, cuando estuvo lo bastante cerca, Craig colocó ambas manos sobre sus mejillas y le robó un beso. Stan jadeó. El beso, corto y dulce, hizo que los labios le temblaran y los ojos se le llenaran de lágrimas.

-Pareces una niña, llorando todo el tiempo- comentó Craig, mordiéndose los labios, con un brillo de lujuria en los ojos, como si le gustara ver a chico sufrir. Stan, con sus ojos de cachorro abandonado, quiso decirle que era un imbécil, que lo odiaba, que por su culpa le dolía mucho el brazo y estaba mareado, pero un burbujeo proveniente de su estómago, acompañado de un intenso dolor de tripas, lo distrajeron. Craig ya se había inclinado a besarlo de nuevo con todo el cariño y delicadeza que podía ofrecer, cuando el chico lo aventó lejos de su cuerpo, se bajó de la cama de un brinco y abrió las cortinas con apuro, echándose a correr.

Segundos después, Tucker pudo escuchar los desagradables sonidos de alguien vomitando sobre una bolsa de plástico, acompañados de las expresiones "Muchacho ¿Estás bien?" y "Oh, pobrecito". Sin poder evitarlo, sonrió de oreja a oreja, un gesto tan inusual en él, que no recordaba la última vez que lo había hecho. Tuvo que esperar a que Stan regresara minutos después, que le parecieron eternos, con el gesto demacrado y bastante pálido.

-Me quieres- habló el otro chico, emocionado, sin poder contenerse un segundo más. No era una pregunta, era una afirmación.

Marsh, que acababa de cerrar las cortinas que los separaban de las miradas curiosas de otros internos, frunció el ceño.

-Acabo de vomitar en un bote de basura, por si no te habías dado cuenta- masculló enfadado.

-Y eso significa que me quieres- puntualizó el otro, pegándose a una orilla de la cama y volviendo a hacer el gesto con la mano para indicarle a Stan que tenía que sentarse de nuevo a su lado.

El menor tragó saliva con dificultad, quedándose parado donde estaba. Quiso contestarle a Craig que las pastillas para el dolor eran las causantes de sus náuseas y del porqué había vomitado, pero sabía que no era del todo cierto. Él también sentía la misma masa pegajosa y caliente, que se asemejaba a la textura de la miel, alojarse en su estómago cada vez que estaba con Craig. Era una emoción que no podía describir exactamente, pero era la que le había nublado el juicio y causado pánico cuando el otro chico no había respondido a sus gritos cuando lo había llamado. Obediente, se subió a la cama e hizo lo que tanto quería el otro: se quitó los zapatos y se acostó a su lado, metiéndose entre las delgadas cobijas. Craig gorgoreaba de gusto por dentro, aunque por fuera seguía mostrando el mismo gesto blanco de siempre. Bueno, no era un gesto blanco del todo. Una sonrisa se quería asomar en sus labios y solo necesitaba un pequeño empujón más.

Stan se acercó al cuerpo de Craig, hundiendo su cara en el pecho del chico y pasando el brazo sano por su cintura, aunque el yeso del brazo fracturado era demasiado estorboso y le causaba dolor.

-También te quiero- habló, pero sus palabras apenas fueron audibles por la forma en que su cara estaba pegada al cuerpo del otro.

Listo. Eso era todo lo que Craig necesitaba para abrazarlo con la misma intensidad, sonreír como idiota y besarlo muchas veces en las mejillas.


¿Cuantos litros de lágrimas puede derramar el ser humano? Karen había llorado lo suficiente para poder llenar un garrafón entero y aún así sentía que podía llorar todavía más. Jamás había experimentado la clase de dolor que sufría y se sentía terriblemente miserable. Aunque había dejado de gritar como una loca, seguía sollozando e hipando incontrolablemente.

Ya pasaba de la media noche y todas las luces de la residencia McCormick estaban apagas. Karen veía a través de su ventana, acostada en su cama, la luna llena, brillando en todo su esplendor sobre un cielo sin nubes. De repente, la figura de una persona recortó la luz y ella supo quién era. Se levantó de su cama y corrió hacia la ventana, abriéndola de par en par y abrazando a la figura encapuchada.

-¡Mysterion!- chilló, enterrando su cabeza en el pecho del muchacho y sollozando.

Kenny jadeó ante la fuerza que Karen aplicó sobre sus costillas, pero no la separó. Susurrando cosas como "Tranquila" "Todo está bien ahora" y cosas por el estilo, esperó a que ella se desahogara y dejara de abrazarlo para poder comenzar a hablar.

Unos cinco minutos después, Karen estaba sentada sobre su cama, limpiándose el rastro de lágrimas que tenía sobre las mejillas, hipando levemente.

-¿Qué te pasó Karen?- preguntó él, usando ese tono de voz tan profundo que tanto le gustaba oír a ella.

-Fueron tantas cosas que no sé ni por dónde empezar- respondió la chica, con la voz cortada- Me gusta mucho un chico. Es muy lindo y es todo un encanto conmigo, p-pero él no está enamorado de mí. Esta enamorado de m-mi hermano- sollozó, mordiéndose los labios y cubriéndose con fuerza la cara con ambas manos para evitar llorar de nuevo.

A Kenny se le formó un nudo en la garganta. Ella continuó:

-El idiota de mi hermano desapareció por un tiempo y el chico se puso muy muy muy triste. Te juro que hice todo lo posible por tratar de alegrarlo pero no pude ¡No pude!-

Kenny siguió en silencio, escuchando todo lo que ella tuviera que decir.

-Hoy mi hermano regresó. Y él se puso muy feliz. Al fin sonrió de nuevo, después de tanto tiempo. Y mi hermano también lo quiere. Los dos se corresponden y yo quedé recluida en una esquina. Los odio por no poder formar parte de su felicidad- habló, echándose a llorar de nuevo.

Kenny se acercó hasta donde estaba y la abrazó. Ella le regresó el abrazo y lloró con más intensidad, quebrando por completo el corazón de su hermano con cada lágrima que derramaba.

-¿P-por qué?- balbuceó- ¿Por qué yo no puedo hacerlo feliz? ¿Qué tienes tú, que yo no tenga, Kenny?-

El chico contuvo el aliento, sorprendido. Quiso separarse, pero Karen no se lo permitió.

-¿C-como sabes quién soy?- preguntó completamente sorprendido, dejando de fingir la voz y delatándose automáticamente.

-Hueles a él. Tienes su aroma en tu cuerpo- respondió simplemente la muchacha, disolviendo el abrazo y limpiándose las mejillas por enésima vez.

-Ugh. P-perdón. No quería que "esto" terminara así...-

-¿Lo del "ángel de la guardia"?- preguntó ella, con una risita- Está bien. No iba a durar para siempre. Me siento muy aliviada, de hecho-

Kenny suspiró. Sentía que algo se había perdido para siempre entre su hermana y él. Como si lo de Butters solo hubiera sido el principio de una gran bifurcación en su relación. Estaba a punto de hablar y disculparse por haber sido un grandísimo pendejo cuando su hermana le dio unas palmaditas en a espalda.

-Perdón por ser un dolor de cabeza. No puedo evitar sentir celos de ti y enfadarme contigo. Sería muy estúpido decir "Me conformo con que sean felices" porque no es cierto- habló, con la voz quebrada- Pero por un momento, al saber que eres Mysterion, me da un poco de paz. Digamos que no puedo estar enojada con él, y como tú eres él, tienes una tregua temporal conmigo-

Kenny sonrió con tristeza.

-Gracias ¿Supongo?- le contestó.

-Ahora vete. No te quiero ver, ni a ti ni a él, por lo menos en tres siglos- le advirtió, entre dolida y enfadada. Kenny se levantó de la cama y le dio un último abrazo.

-Perdóname- le susurró al oído antes de separarse, desacomodarle el cabello como un último gesto de cariño, y salir de su cuarto.

Karen suspiró. Se acostó de nuevo sobre su cama y se acurrucó entre las cobijas. El cansancio por llorar y gritar por tanto tiempo le cobró factura, ya que se quedó dormida casi instantáneamente.


A pesar de que pasaba más de la media noche, Butters no podía dormir. Estaba tan feliz y emocionado por el regreso de Kenny que no podía conciliar el sueño. Podía ponerse a bailar y cantar de la emoción, pero sus padres se enfadarían con él y lo castigarían más severamente de lo que ya habían hecho, cuando regresó tarde a casa y mintió acerca de su visita al "oftalmólogo".

El muchacho estaba sentado sobre su cama, mirando las estrellas y la luna con la cara pegada a la ventana, suspirando cada dos minutos, muy risueño. El hecho de vivir en un pueblito tenía como ventaja el que hubiera poca contaminación y así pudiera disfrutar del espectáculo nocturno. De repente, la luz desapareció por completo y el chico contuvo el aliento, sorprendido. Sin embargo, lo que había bloqueado la luz había sido la ondeante capa del súper héroe del pueblo. Mysterion se colocó sobre la ventana y Butters se apresuró a abrirla para dejarlo entrar.

-¡Kenny!- jadeó sorprendido- ¿Qué estás haciendo aquí?-

Pero Kenny no le contestó, se abalanzó sobre sus labios y lo estrechó con fuerza. Butters soltó una exclamación de sorpresa, pero regresó el beso con la misma intensidad. El traje de Kenny estaba frío y le causaba escalofríos, pero era un detalle que podía ignorar fácilmente. Después de unos segundos, se separaron con la respiración agitada.

-¿Estás bien?- le preguntó el menor, preocupado. El otro asintió mientras restregaba su frente en la del menor con ternura.

-Tengo el culo congelado ¿Te importaría si nos calentamos en tu cama un poco?- preguntó, arrepintiéndose al instante. La frase sonaba mal y no era a lo que se refería. Leopold también captó el mensaje pervertido y se sonrojó.

-N-No es a lo que crees- se apresuró a corregir, sonrojándose- ¡No quiero tener sexo contigo!-

Butters soltó una expresión de sorpresa y lo miró dolido. Kenny se puso más nervioso aún.

-¡No! ¡Si quiero tener sexo contigo! ¡Muchísimo!- chilló, abrazando a Butters con fuerza, muy avergonzado- Solo que ahora quiero estar contigo en una forma...no sexual. Solo hablar y estar cerca- susurró, apretándolo con fuerza.

El menor soltó una risita y tomó la mano de Kenny.

-Vamos a la cama-

Como el traje de Mysterion estaba mojado por el aguanieve que le había caído en su travesía a la casa de Butters, Kenny tuvo que quitárselo, quedando solo en sus bóxers. El menor le ofreció una de los tantos pijamas que tenía, pero le quedaban demasiado apretadas por la diferencia de tallas, así que se metió a la cama solo con su ropa interior. Leopold, por otra parte, tenía una pijama de una sola pieza, con una cola de conejo esponjada en la espalda baja, justo donde iniciaba su trasero.

-Me gusta ese adorno- comentó Kenny con una sonrisa, mirando sin nada de disimulo el trasero del menor, mientras este trataba de meterse en las cobijas, a su lado.

-G-gracias- contestó, sonrojándose levemente. Kenny estiró ambos brazos y Butters se acurrucó en su pecho, pegando su oído en el lado donde estaba su corazón. Kenny lo estrechó contra su cuerpo, besando su cabeza. Quiso comentarle de sus aventuras en el infierno pero Leopold le dijo que escuchar eso lo ponía muy triste así que no lo hizo. En lugar de eso, le contó que Karen había descubierto su secreto de Mysterion. Sin embargo, cómo Butters no entendía porque era un gran problema, dado que él y todos sus amigos sabían que él era Mysterion, le tuvo que explicar lo del "ángel de la guardia" que le daba todo un giro al asunto.

Aunque Kenny era lo demasiado meticuloso para no dejar fuera algún detalle, la verdad es que el menor no le ponía mucha atención; estaba más preocupado por escuchar los acompasados latidos de su corazón que en lo que decía. El ritmo calmado y rítmico que escuchaba del corazón de Kenny lo hicieron caer en un dulce sopor. Podía escucharlo hablar, aunque no entendía lo que decía, y el calor que emanaba de su cuerpo se le antojaba delicioso. Poco a poco, y sin notarlo, se quedó completamente dormido. Rato después, Kenny también lo hizo.


ASDJKJDHSJADKHAKJSKJA –se tira del puente-

Este capítulo iba a tener lemon, lo juro. P-p-pero el Cran era tan lindo y moe que no podía hacer cosas pervs después de sacar mi lado tierno y cursi. ASDGABSHDABA Esa pareja necesita más amor DDDDD: Hay tan poquitos fanfics de ellos que me duele y voy a tratar de cambiar eso. Solo espero que me llegue la inspiración necesaria XDDD

¡Y Karen! ¿Han visto la película del exorcismo de Emily Rose? Pensaba en los gritos de poseída que soltaba la actriz cuando escribía la parte donde ella está llorando histérica. Debo admitir que me causa un poco de risa pensarlo así. La escena con Mysterion fue algo que pensé desde el inicio de este fanfic. Es curioso cómo me tomó 19 capitulo llegar a ella.

Me voy a Perú, a un concierto, y estoy nerviosa porque es la primera vez que viajo al extranjero sin mi familia, y los extrañaré muchísimo. El vuelo será en la noche y tengo miedo DDD: Y TAMBIÉN LE DIGO ADIÓS A TODOS MIS AHORROS Y A MI TRABAJO, PORQUE SEGURO ME CORREN PORQUE NO PEDÍ PERMISO. JAJAJAJAJAJA. Este último párrafo ha sido escrito con toda la desesperación del mundo, no lo hagan chicas.

¡El próximo capítulo es el final, gracias por seguir esta historia! ;_;