BUSCANDO UN HOGAR
Angie de Du Pollet
Bueno chicas... sigo viva y espero que ustedes no quieran matarme por mi ENORME Y DESESPERANTE retraso en actualizar.
Capitulo 8
Edward llevaba tres horas trabajando intensamente; lavando los trastes, pasando las sencillas órdenes que los clientes pedía y limpiando las mesas conforme se iban desocupando de los comensales. Newton llevaba toda esa semana cargándolo de trabaja con el pretexto de no descontarle el suelo por todas las veces que había llegado tarde en lo que iba del mes si es que hacía lo que le pedía y no tuvo más de otra que aceptar las condiciones de su joven e insoportable jefe.
—Después de que termines tu turno necesito que arregles el fregadero; tiene una fuga —le había dicho desde justo después de su hora de comida.
—No soy plomero—argumentó Edward intentando disimular su molestia.
—Bueno, tendrás que improvisar —le aconsejó sin más Mike antes de entrar a su oficina—. ¡Ah! Y recuerda que esta es la última semana que puedes traer a tu hijo… ya estorba mucho.
Y fue con esas palabras que la sangre de Edward hirvió a tal grado que su pálida piel tomó un color rosado y apretó sus puños hasta dejar sus nudillos blancos.
—Seguro—afirmó arrastrando las palabras sabiendo que si se abalanzaba contra Mike como deseaba hacerlo con todo sus ser perdería su trabajo.
Pero perder su única fuente de ingreso no era una opción para Edward así que siendo las cinco de la tarde y habiendo terminado su turno hacía cuarenta minutos él joven de verdes ojos se encontraba tratando de arreglar la dichosa fuga que Mike le había indicado. Tras seguir empeñado en su labor por media hora más logró arreglar el problema y un poco mojado por el agua que se le había revelado terminó de recoger las herramientas del lugar, se limpió y tomó sus cosas para salir de la cocina.
—Ed… creo que si deberías dejar a tu hijo en otro lugar, ya está más grande e inquieto —se animó a aconsejarle Jessica un tanto insegura.
—¿Te ha dado problemas? —le preguntó apenado.
—No… bueno, la verdad no soy muy buena yo con eso de los niños y últimamente me ha costado un poco de trabaja tenerlo quieto —explicó con tono cansado.
—Vaya…—asintió comprendiendo el punto de Jessica.
Resopló profundo Edward antes de despedirse y cargar a su hijo pensando en que Jessica y quizá Mike tuvieran razón; Ander ya no podía seguir acompañándolo al trabajo y mucho menos a la universidad que empezaría en dos semanas y sin embargo una guardería seguía estando fuera de sus posibilidades.
—¿Y si te quedas solo en la casa? —le preguntó al bebé mientras esperaba que el autobús que lo llevara a casa pasara; estaba demasiado cansado para caminar.
—Ay Edward… si sigues teniendo esas ideas dudo que ese pequeño cumpla los tres años —escuchó como una conocida voz masculina comentaba a sus espaldas.
—¡Emmett! —expresó gustoso cuando se giró y confirmó la presencia de su entrañable amigo.
Y él seguía igual; alto, atlético, despreocupado y con su inconfundible carisma. Vestía ahora de traje negro que resaltaba su característico físico atlético; casi descomunal y un poco incoherente respecto con el infantil rostro que aún conservaba.
—No quisiera decírtelo pero Edward Cullen, no luces bien —correspondió el saludo con divertido tono antes de abrazar al ojiverde.
—Ni que lo digas —correspondió divertido tras saludar efusivamente a Emmett.
—¿Y para dónde vas? —le preguntó interesado.
—A descansar… hoy trabajé hasta tarde —explicó brevemente.
—¿Trabajas? ¿y la universidad? —preguntó sorprendido —, pues que no tu padre te paga la universidad… —inquirió curioso.
—Lo hace, pero no paga los gastos de mi hijo —habló refiriéndose al pequeño que cargaba.
—¿Enserio es tu hijo? —preguntó con un tono serio —, ¿enserio no te sirvieron todas esas clases de sexualidad en la prepa? —le recordó tratando de amenizar el ánimo de Edward, y que, por su rostro, estaba seguro que era de estrés.
—Supongo que no… —habló entre apenado y acongojado.
—Vaya hombre…. —susurró asombrado notando la seriedad en la mirada de su amigo —, ¿cómo se llama? —trató de animarlo.
—Ehm pues yo le digo Ander —contestó con tono infantil.
—Bueno Ander —comenzó a hablar Emmett hacía el pequeño —, yo soy tu tío Emmett y espero que juntos conquistemos muchas chicas —se presentó con el pequeño que simplemente lo miraba fijo —. Vamos por algo de tomar Ed…
Edward lo miró desaprobatoriamente pero tras debatir un momento con Emmett decidieron ir a una cafetería que estaba cerca; pero no dónde Edward trabajaba. Emmett pidió una cerveza, Edward un té helado y para Ander leche tibia. Estuvieron cerca de dos horas platicando amenamente, Edward había sonreído y reído estruendosamente gracias a las anécdotas de Emmett, anécdotas que no se salían de lo común pero la peculiar forma de narrar de su amigo de la infancia las convertían en las historias más graciosas que en su vida había oído; ya recordaba porqué se llevaba tan bien de niños con Emmett.
—Lloró… pero le dije que no era la correcta para mí —terminó de contar la decimoquinta historia de su vida amorosa.
—Fuiste cruel… después de haber terminado con la chica alemana, lo cual fue cuatro chicas antes de conocer a… ¿cómo se llama? ¿Paula? —preguntó Edward divertido—, bueno, no importa… el punto es que ya deberías saber tener tacto para decirle a las mujeres que después del sexo es casi imposible que te sigan interesando —le intentó regañar.
—Edward, Edward… no es sólo tener sexo con una chica y luego botarla; es poner a prueba la compatibilidad sexual con alguien con quien podría pasar el resto de mi vida —argumentó—, si no hay chispa la primera vez no la habrá el resto de las veces —le aclaró—, y tocando ese tema… ¿quién fue la afortunada con la que decidiste tener una familia tan joven? Digo, yo no tendría el valor para tener una responsabilidad tan grande…
—Ehm… pues si le preguntas a ella seguro te dirá que afortunada no fue —comenzó tratando de aligerar su pena—, y ya la conoces; fue Tanya Denali —susurró con pesar.
—¿Tania… la pesada? ¿La de la prepa? ¡¿Seguiste con ella? —fue preguntando con mayor intensidad y asombro.
Edward asintió en silencio mientras movía sus piernas casi con nerviosismo pero tratando de arrullar a Ander.
—¡Dios! Sólo espero que tu hijo no haya sacado su carácter —pidió Emmett al cielo con un despreocupado tono que le robó una sonrisa a Edward —, pero a ver… cuenta como estuvo eso hombre que desde que salimos de la preparatoria te perdí la pista y eso que éramos inseparables, ¿eh?
—Emmett, la verdad preferiría no hablar de ello pero sólo te diré que desde hace siete meses ya no estamos juntos— le dijo moviéndose incomodo en su silla.
El nombrado comprendió lo que su amigo quería decir con ello; aun le dolía y mucho. Fuera lo que fuera que hubiera pasado con ella que los llevó a la separación en verdad había herido a su amigo.
Emmett decidió cambiar de tema por uno que no afectara tanto a Edward así que comenzaron a hablar sobre la universidad; a Emmett le faltaba sólo un año para terminar su carrera a diferencia de Edward quien le quedaban por delante otros dos años mínimo; los dos años más pesados ya que comenzaba con materias como cardiología, anestesiología o ginecología que se tomaban en los hospitales en vez de la universidad. Siguieron platicando un poco más y pasados varios minutos después de que el sol se retiró ellos decidieron salir del lugar.
—¿Vives por aquí cerca? —le preguntó Emmett con las intensiones de no pagar hotel.
—Pues a un par de calles al norte… ¿quieres caminar? —preguntó Edward antes de bostezar cansado.
—Mejor en camión, eso del ejercicio no es lo mío y tú luces casi muerto—sugirió divertido.
Sólo tuvieron que esperar un par de segundos para que le camión que los llevaría apareciera, abordaron el casi desolado camión y llegaron en su destino a los siguientes cinco minutos.
—Vamos flojo, aquí es —anunció Edward tan pronto como vio el familiar anuncio del banco.
—No me apures Edward —se quejó Emmett —, por cierto… ¿crees que me puedas dar asilo? Sabes que no me importa dormir en el sillón —le preguntó tan pronto como bajaron del autobús.
—Por mí no hay problema Emmett… pero la decisión no depende de mí —le aclaró tras abrir la puerta del edificio e indicarle por donde caminar.
—¿No? ¿Entonces? —cuestionó al ver que el ojiverde no jugaba.
—El departamento que rento es compartido… porque para variar no me alcanza para pagar un departamento yo sólo, así que tendrás que preguntarle a Bella si puedes quedarte —contestó con un mezclado tono de melancolía y tranquilidad de su realidad.
—¿Bella? ¿vives con una chica? —preguntó Emmett casi afirmando—, eso es raro hermano… —susurró anonado.
Edward no puedo evitar reírse por la cara de asombro que Emmett tenía en ese momento; pudo imaginarse como el pobre pensaba alguna razón lógica por la cual una chica lo había dejado compartir el departamento con él y su hijo pero para ser honestos ni el mismo lo sabía y eso que ya llevaba viviendo tres meses con ella.
La puerta del departamento se abrió lentamente y justo cuando Edward iba a poner un pie dentro del departamento pudo escuchar la voz de un hombre demandándole una explicación:
—¿Quién eres? —se escuchó la cordial voz de Jasper a la defensiva.
—¿Disculpa? —preguntó Edward algo extrañado por la presencia de ese delgado joven en el departamento.
—¿Qué pasa? —se escuchó la grave voz de Emmett mezclada con eñ femenino tono de Rosalie que sin duda lo cautivó.
—Ya serví el postr…—Bella no pudo terminar de hablar ya que se topó con la escena que la tomo desprevenida; era cierto. Se le había olvidado comentarle a Rosalie y Jasper sobre la existencia de su compañero de piso.
—Edward, llegaste… —lo saludó un tanto nerviosa notando la presencia del alto y corpulento acompañante del nombra detrás de él.
—¿Lo conoces Bella? —preguntó Rosalie.
—Ehm… sí —contestó rápidamente—, se me había olivado por completo hablarles sobre Edward; el renta el departamento junto conmigo —aclaró sin dar muchos detalles.
—¿No estabas buscando una compañera? —hizo hincapié Jasper algo receloso al concebir la simple idea de un hombre viviendo con su amiga.
—Pasa Edward —le indicó Bella esperando limar aspereas—, entre todas las locas que querían rentar, él fue el que me pareció más confiable —respondió despreocupada.
—¿Y acaso lo conoces? —la regaño Rosalie sin importarle la presencia de los espectadores.
—Por supuesto… también tengo sus referencias, los números de teléfono de sus padres y conozco personalmente a su madre y hermana —le informó sabiendo lo posesiva y desconfiada que resultaba Rosalie.
Tanto Jasper como Rosalie se limitaron a inspeccionar al sujeto en cuestión; pudieron notar que vestía unos jeans gastados, una chamarra algo descolorida, tenía el cabello desalineado pero llevaba buena presentación aunque lo que más les llamó la atención fue la cangurera para bebé que llevaba.
—¿Es un bebé? —preguntó Jasper algo inquieto.
—Se llama Ander… y es hijo de Edward —se apresuró a contestar Bella.
—Y yo soy Emmett McCarty… amigo de Edward —se presentó al notar la avasalladora presencia de Rosalie sin importarle el relativamente tenso ambiente que se había formado por la inquiridora reacción de Jasper.
La rubia vestía un ajustado pantalón negro y una blusa negra con un discreto escote que se amoldaba perfectamente a su cuerpo junto con una ligera chamarra azul que combinaba con sus altas botas. El cabello lo llevaba recogido del frente dejándolo suelto por la parte dejando ver a la perfección su inmaculado rostro blanco.
Para Rosalie tampoco fue difícil quedar cautivada por la hermosa sonrisa que esbozaban los carnosos labios del joven hombre que le ofrecía mano en señal de saludo, pero lo que sin duda le había robado el aliento eran esos hermosos hoyuelos que se formaron en el varonil rostro de Emmett acompañados por ese rizado cabello que le pareció de lo más lindo.
—Ro… Rosalie Hale —respondió el saludo algo inquieta.
—Y yo soy su hermano, Jasper Hale —se presentó Jasper un ligeramente agresivo al notar el ligero sonrojo que comenzaba a invadir a su hermana.
—Mucho gusto —respondió amable Emmett sin romper el contacto visual con Rosalie.
Jasper simplemente torció la boca. Bella y Edward miraban algo extrañados la escena pero igual les pareció graciosa.
—Bueno, ahora que ya se conocen por qué no comemos el postre todos juntos —sugirió Bella esperanzada.
—Eh, no, no te preocupes Emmett y yo podemos ir a dar una vuelta en lo que ustedes terminan su cena… —comenzó Edward apenado —, no sabía que tenías visitas; me hubieras dicho par a no interrumpir —habló Edward sumisamente.
—Pero sino interrumpen en lo absoluto —habló Rosalie medio embobada.
Bella tuvo que aguantarse la risa por el comentario de su amiga por respeto a Jasper que se veía moría de celos por su hermana. Llamó a Jasper para hablar con él en la cocina y contarle un poco más detalladamente la situación con Edward mientras que este se retiraba a su recámara para cambiar a Ander y acostarlo al tiempo que Rosalie y Emmett parecían tener una extraña clase de flechazo a primera vista.
—¿Charlie sabe de esto? —preguntó ligeramente preocupado.
—Si supiera que buscaba a alguien para compartir el departamento se hubiera empeñado en pagarme la renta completa —le debatió—, además… ustedes fueron los de la idea de buscar compañera de piso —se defendió con tono infantil.
—Sí, tú lo has dicho; nosotros te dimos la idea de buscar una compañera… no un chico, ¿sabes a todo lo que te expones? —le preguntó protectoramente —. Es un hombre Bells… no sabes si confiar en él, ¿qué tal si te hace algo un día de estos? —la intentó espantar.
—¿Y crees que no lo pensé? —respondió—, pero sé cuidarme Jazz… además si lo conocieras te darías cuenta de que es un buen chico, además… ¿qué tan malo puede ser hombre que cuida de su hijo, estudia y trabaja? —le preguntó triunfante.
—Nunca se sabe —respondió sin saber qué otra cosa decir.
—Creo que es un buen chico…—insistió —, de cualquier modo sé defenderme —le recordó.
Jasper suspiró derrotado, en realidad no tenía mucho que alegar; Edward parecía un confiable y su mirada lo reflejaba.
—¿Te ayudo con el helado? —le preguntó cambiando de ánimo y de tema.
—Pues sólo a servir dos más —le dijo Bella sonriente.
Y el halado que sirvieron para Emmett y Rosalie fue un desperdició; se derritió totalmente ya que ellos lo ignoraron y se dedicaron a platicar animadamente en una esquina de la sala aparatados del resto. Jasper hizo buenas migas con Edward tan pronto comenzó a cuestionarlo y Bella se reía de vez en vez ante las ocurrentes respuestas que Edward le daba a Jasper. Resultó que ambos congeniaban perfectamente; les gustaba el futbol americano, la música clásica y ambos tocaban un instrumento musical; Edward el piano y Jasper la guitarra.
—Creo que Bells tiene razón; eres un buen chico pero debo de advertirte si algo malo le pasa tendrás que vértelas conmigo y con su padre…—fue con casual comentario que Jasper realizó a media platica desconcertando a Edward quien sólo atinó a asentir en silencio con una sonrisa nerviosa.
—No te preocupes, no soy un asesino —le aclaró tratando de sonar casual.
—Eso espero —comentó él despreocupado —, bueno, creo que ya tenemos que irnos al hotel… —habló tras darse cuenta que el reloj marcaba pasadas las once de la noche.
—¿A qué hora vienen mañana? —preguntó Bella al recordar los planes que sus amigos tenían para ese fin de semana.
—Pues eso depende de la hora que logre despertar a Rose pero supongo que nos vemos a las diez; para llegar temprano a la playa y disfrutarlo al máximo, ¿nos acompañas Edward? —preguntó Jasper amable.
Edward lo pensó por un momento pero a pesar de estar animado por la idea desistió de sus ganas de divertirse porque tenía que ir a trabajar. Jasper se despidió de ambos y tardó media hora más en convencer a Rosalie de hacerlo propio con Emmett antes de retirarse del departamento para irse a descansar.
Emmett aun seguía embobado con el recuerdo de Rosalie cuando escucho cómo su amigo le ayudaba a la castaña a recoger los platos sucios que se habían quedado regados.
—Oye Bella, quería preguntarte si Emmett se puede quedar a dormir —habló tímidamente mientras terminaba de recoger unos vasos.
—Pues no hay donde pe…
—No se preocupen por mí; Rosalie me dijo en hotel el nombre del hotel donde están hospedando ellos; no está muy lejos de aquí así que me voy para allá a pasar la noche —interrumpió a Bella y antes de que ellos pudieran siquiera responder algo Emmett ya se había retirado.
—Eso fue raro —susurró Bella al ver salir a Emmett.
—Él es raro —comentó Edward apenado.
Ambos rieron sutilmente por la acción que Emmett había tenido, siguieron recogiendo hasta que el llanto de Ander reclamó atención.
—No te preocupes, si quieres yo voy a ver que necesita mientras tú le preparas su leche —sugirió Bella amablemente sin darle oportunidad a Edward de negarse aunque en realidad sólo había un ligero problema; Edward no había comprado leche esa semana.
Vio a Bella enseguida retirarse y enseguida buscó con su mirada uno de los biberones; lo tomó y lo llenó de agua pero justo cuando iba a cerrarlo Bella regresó con un pequeño en brazos que se aferraba a ella cariñosamente; ya tenía tiempo que no lo cargaba.
—Edward… se te olvida ponerle la leche —le regañó suavemente.
—No, no se me olvida pero yo no…—intentaba decirle a Bella la verdad pero a él mismo le costaba aceptarla.
—¡Oh, sí! —concordó ella —, se me pasó decirte que el bote lo metí a la alacena cuando esta acomodando las cosas —le indicó en una sutil orden.
—¿En la alacena? ¿Qué no ya estaba vacía la lata? —preguntó esperanzado de que no fuera así.
—¡Dios mío Edward! —resopló ella —, eres más distraído que una morsa.
—¿Una morsa? —se quejó él.
—Si bueno…. Fue lo primero que se me vino a la mente —debatió ella desinteresada—, a ver, ten —le dijo metiéndose en la pequeña cocina y pasándole a Ander para que lo cargara.
Ya que Bella tuvo las manos libres se dispuso a sacar el bote medio lleno de fórmula además de un gerber. Se dispuso a preparar la leche y cuando estuvo lista sonrió triunfal al igual que Ander por ver su comida preparada. El pequeño se retorció entre los brazos de su padre estirándose por querer estar con Bella o quizá sólo quería tomar su biberón.
—Creo que le agradas—habló tratando de contener a su pequeño en sus brazos evitando que callera.
—Somos buenos amigos —admitió Bella dejando el biberón en la barra y destapando el gerber —. ¿Ya come papillas? —le preguntó alistando una diminuta cuchara que el otro día había comprado cuando pasó por fuera de una tienda para bebés.
—Sí… supongo —contestó nervioso Edward.
"Ya debería, pero como no tengo para comprarle pues no sé si le gusten" pensó Edward.
—¿Tú le compraste geber? —preguntó entre interesado y cohibido.
—No, sí… la verdad es que yo amo los geber y el otro día que compré unos para mí y me acordé de Ander —contestó medio apenada tener que revelar su infantil hábito.
—Gracias por acordarte —le susurró.
—No es nada —rodó sus ojos antes de comenzar a darle de comer el gerber de manzana a Ander mientras Edward lo cargaba.
—Parece que le gusta —comentó Edward al notar que el pequeño frasco ya iba a la mitad de su contenido.
—Sí, estas cosas son adictivas —comentó divertida Bella —, ¿quieres probarlo? —le preguntó en automático dirigiendo su achocolatada mirada a él.
—No sé si me agrade… es comida para bebés —se justifico un tanto inquieto por la mirada de Bella.
—Seguramente la comiste de pequeño, así que no será la primera vez que lo hagas, solo es cuestión de recordar el sabor —respondió tomando un poco de la papilla con la pequeña cuchara para ahora ofrecérsela a él —, vamos, pruébala —lo animó acercando el cubierto a él desilusionando a Ander que esperaba ansioso su ultimo bocado.
Él la miró nervioso y Bella lo notó tan pronto como se dio el ligero temblor en las esmeraldas de Edward y aun así no le tomó importancia así que resopló en parte cansada por la hora que era; las doce y media de la noche.
—Vamos Edward… ¿o quieres que también utilice lo del avioncito contigo? —le preguntó divertida logrando que el nombrado esbozara un ligera sonrisa que por un medio segundo la cautivó sin que ella se diera cuenta.
—De acuerdo… —susurró Edward abriendo la boca lentamente para aceptar la papilla que Bella le daba.
Y ahí íbamos; Bella de dio a probar la papilla a Edward y tras retirarla de su boca espero una respuesta por parte de él.
—¿Te gustó? —le preguntó esperanzada.
—Mmm… bueno, la manzana no es fruta preferida pero no está tan mal —respondió alegre saboreándose sus labios.
Bella le pasó una servilleta para que se limpiara mientras ella limpiaba a Ander.
—¿Todavía quieres tu leche pequeñito? —le preguntó jugando con su dorado cabello.
Ander simplemente soltó una pueril carcajada afirmando el hecho al tiempo que estiraba sus bracitos implorando ser cargado por ella.
—¿Puedo? —preguntó Bella a Edward.
—Él es el que manda —le dijo divertido —, pero no tienes que hacerlo si no quieres; ya es tarde y debes de estar cansada.
Bella tomó eso como un sí y se dispuso a cargar a Ander, le dio su biberón y caminó con el en brazos mientras en pequeño se quedaba dormido. Edward simplemente estaba algo pasmado por la actitud de Bella.
—No sabía que te gustaban los niños —comentó tratando de sonar casual.
—Y no lo hacen en realidad, bueno, no tanto —respondió en automático —, pero Ander me inspira mucha ternura —contestó sin dudarlo —. Tal es porque es muy tranquilo… ¿ya lo enseñaste a gatear? —le preguntó cambiando de tema.
—¿Eh? —la pregunta tomo desprevenido a Edward.
—Parece que no — respondió riéndose —, deberías de hacerlo ya tiene edad y para cuando cumple el año ya debería estar intentando caminar —le indicó.
—Es que no he tenido mucho tiempo y en el trabajo se la pasa en su silla… ¿cómo sabes eso? —respondió para preguntar inmediatamente.
—Bueno, soy fisioterapeuta o por lo menos estudié para ello pero eso también te lo enseñan a ti, ¿no? —le preguntó con tono más bajo al notar que unos pequeños ojos se iban cerrando suavemente.
—No sabía que eras habías estudiado para fisioterapeuta —fue lo único que respondió.
—Parece que no hemos platicado mucho sobre nosotros en realidad a pesar de vivir en el mismo lugar —respondió con una sonrisa.
—No, creo que no… —susurró Edward pensativo —, ¿crees que estar en la silla para bebés todo el tiempo le afecte? —preguntó ahora un poco preocupado pero en realidad no se había puesto a pensar en ello antes.
—¿Afecta a su desarrollo? —cuestionó ella —, bueno no tanto así pero lo retrasará psicomotrizmente… ya sabes; coordinación y aspectos como la autoconfianza están implicados en su desarrollo psicomotriz por eso es importante incitar a los bebés a gatear y caminar lo más pronto posible al igual que cuando alguien sufre un accidente y pierde alguna función hay que ponerlo a hacer ejer... creo que ya me emocioné —se autointerrumpió Bella.
—No, no te preocupes por ello… el conocimiento fluye —le dijo sonriente.
—Lo que sí es que no deberías de tenerlo sentado todo el día, ¿por qué no lo metes a una guardería? —le sugirió.
Edward iba a contestarle pero la única respuesta que tenía para esa pregunta le apenaba en realidad; no tenía el dinero suficiente como para hacerlo.
—¿Mañana lo llevarás al trabajo contigo? —preguntó al notar el silencio de Edward.
—Sí, no puedo dejarlo sólo en casa —respondió con un tono algo sarcástico.
—Definitivamente no… si quisieras, digo, se me ocurre que quizá puedas dejarlo conmigo mientras tu trabajas —habló sin pensar en realidad.
—No, como crees… mañana ustedes van a ir a la playa y seguro que les… estorbaría —respondió negándose a la idea.
—Bueno, Edward… tanto así como estorbar no. Quizá nos robe algo de atención, algo así como lo hizo tu amigo con Rosalie —le recordó —, y hablando de ella, a ella le encantan los bebés seguro que estará encantada de cuidarlo.
—Bella, en verdad agradezco tu apoyo pero no creo que sea necesario… —insistió—, mañana ustedes ya tiene planes para divertirse y todo.
—Nada que no se pueda cambiar un poco, además, no será todo el día… creo que mañana trabajas hasta las tres, ¿no? —le preguntó a lo que Edward asintió —, pues si haces la cuenta sólo serán seis horas y ya después tu nos puedes alcanzar en la playa —le sugirió optimistamente.
—¿Pero seguro que no te afecta? —preguntó de nuevo apenado.
—Si me afectara no me ofrecería Edward —le contestó—, ahora, ten a Ander que ya es tarde y también debes de querer dormir… nos vemos mañana —le dijo entregándole a su hijo—, que descases —le dijo justo antes de entrar a su habitación y dejarlo sólo en la sala con un extraño sentimiento clavado en su pecho.
Al día siguiente fue aun más surrealista para Edward. Cuando despertó se topo
con el departamento inundado del aroma del desayuno que Bella se encontraba preparando; como lo hacía cada fin de semana pero este en especial parecía tener algo extra.
Miró el reloj que marcaba las ocho y media de la mañana; algo temprano como para despertar a Ander así que decidió dejarlo en medio de la cama mientras él se disponía a arreglarse.
Revisó su closet y para desilusión suya no tenía más ropa limpia; tendría que ponerse el mismo pantalón de ayer y quizá otra camisa que no estuviera tan sucia. Tomó su ropa y después de darle los buenos días a Bella a distancia se encerró en el baño para darse una ducha. Cuando salió con un ya despertado pequeño que lo esperaba pacientemente.
—¿Cómo amaneciste pequeño? —le preguntó sentándose sobre la cama a un lado de él para poder darle el beso de los buenos días —, pareces contento, dormiste bien, ¿verdad? —le dijo como si Ander lo comprendiera—. Hoy no vas a ir conmigo a trabajar peque… y creo que voy a extrañar cargarte durante el camino a la cafetería —le habló algo acongojado a lo que la suave sonrisa del pequeño se desvaneció un poco —, pero no te preocupes que hoy te quedarás con Bella y creo que ella te agrada, ¿cierto? —le recordó y dio por afirmada su oración tan pronto notó que a su hijo le regresaba la sonrisa; tal parecía que sí le entendía después de todo.
En el rostro de Edward se dibujó una suave sonrisa por la reacción de su hijo; comenzaba a sospechar que Bella en verdad le gustaba a su pequeño porque ya había notado que mejoraba de humor tan pronto oía su voz los fines de semana o por las noches cuando llegaba de trabajar.
—Ella es una buena persona y muy atenta contigo… así que hoy pasarás la mañana con ella y sus amigos —le explicó cargándolo —, irán a la playa. Cuando salga de trabajar iré con ustedes y pasaremos un tiempo a solas Ander —le propuso antes de comenzar a limpiarlo y cambiarlo para dejarlo listo con Bella.
Le limpió su carita, le cambió el pañal y peinó su infantil pero rebelde cabello antes de cambiarlo de ropa. La realidad era de que ni él ni el bebé tenían un extenso guardarropa pero buscó lo mejor que su hijo tenía para vestirlo y tras comparar por un par de minutos varias prendas llegó a la conclusión de que ponerle una camiseta en azul marino rayada horizontalmente con un azul más claro y overol de mezclilla.
—Bueno, ahora luces más guapo —lo alagó —, creo que es hora de ir a la cocina antes de que el desayuno se enfríe—le dijo cargándolo para salir de su habitación.
Cuando llegó a la pequeña barra donde acostumbran desayunar saludó nuevamente a Bella.
—Gracias por preparar el desayuno —repitió Edward como ya era costumbre.
—No es nada, ten cuidado que lo acabo de sacar del microondas porque ya se había enfriado —le advirtió —, y aquí está la mamila de Ander —dijo con un tono más animado logrando sacarle un risa emocionada al pequeño.
—No debes de molestarte —le dijo apenado y es que Bella resultaba tan atenta y buena con ellos pero sobre todo con el niño que le parecía imposible que hubiera alguien tan bueno como ella en este mundo.
—Edward, cada fin de semana me dices eso y cada fin de semana te repito lo mismo; no es molestia, me gusta hacerlo —le recordó—. Además ya tenemos como tres meses viviendo bajo el mismo techo… no podemos sólo compartir eso, quiero decir, nos llevamos bien así que pasemos de ser compañero de piso a amigos, ¿va? —le sugirió ella; como siempre tomando la iniciativa.
—Yo lo que no quiero es que tomes responsabilidades que no te corresponden y por lo que dijo tu amigo anoche, Jasper, técnicamente no sabes quién soy yo… digo, sabes que tengo un hijo, el nombre de mis padres y conoces a mi hermana y madre, también sabes que estudio medicina y trabajo en una cafetería de lunes a viernes pero nada más —explicó él sin llegar a un punto en concreto.
—Bueno Edward tienes razón; sé eso de ti pero también sé otras cosas —habló ella calmadamente—, en realidad no nos conocemos a fondo porque tú a penas y tienes tiempo de respirar entre semana, sobre todo cuando entras a clases lo cual será este lunes y lo sé no porque te espíe sino porque Ángela, la chica con la que trabaja en una librería universitaria, me lo dijo.
Edward se quedó mirándola un momento, observó a su hijo tomar tranquilamente su leche y alzó de nuevo sus esmeraldas para ver a Bella.
—¿Y qué otras cosas sabes de mí? —no pudo reprimir su curiosidad.
Bella sonrió triunfalmente y tras darle un sorbo a su café se dispuso a contestarle:
—Tienes poca ropa —fue lo primero que se le ocurrió logrando sonrojar a Edward—, no te lo tomes a mal… es sólo que lo he notado, te gusta el silencio y pensar, a veces creo que estás enojado con alguien o algo porque cuando estás en silencio haces muecas de enojo, te gusta los huevos con jamón que preparo los fines de semana al igual que el jugo de mandarina, ¿voy bien? —le preguntó.
—Sí…
—Bueno, no te gusta mucho el café pero tienes que tomarlo porque es lo único que te mantiene despierto cuando estudias en la noche, te gusta cargar a Ander aunque a veces no hablas mucho con él, creo que tienes algún problema con tu padre y hermana porque casi nunca hablas con ellos a diferencia de con tu madre y, no te ofendas, pero creo que el dinero en verdad es un problema para ti… sobre todo porque tienes que mantener a este pequeño glotón —le dijo con un ligero tono serio.
Edward la miró fijamente sin poder ni objetar nada, la miraba como si quisiera encontrar en esos ojos café profundo la respuesta a una pregunta inexistente, queriendo comprender como esa chica frente a él podía saber tanto de él con sólo convivir juntos. Quería saber o quizá comprender como es que ella sabía tanto de él y él no sabía casi nada de ella; suponía que tenía unos veintitrés años, le gustaba cocinar, que trabajaba en una librería porque se lo acababa de decir y que estudió fisioterapia por la misma razón y sólo eso. Nada de gustos o pasatiempos como parecía ella lo hacía respecto a él.
—¿En verdad eres fisioterapeuta? —le preguntó al recordarlo.
—Sí… ¿por qué? —cuestionó ella algo extrañada.
—No por nada, pero es que tienes complexión delgada y no te ofendas, pero no pareces muy fuerte —explicó casual.
Y es que a la vista de Edward, Bella se le antojaba delicada. Según su criterio media uno sesenta, cuidaba de su peso y figura porque nunca la veía comiendo chatarra aunque ignoraba si ella realizaba algún tipo de ejercicio o deporte, tenía un rostro suavemente delineado en una sutil forma de corazón, nariz proporcional a su rostro y recta, labios pequeños pero rosados y unos hermosos ojos color café oscuro que le recordaban al chocolate además de mencionar que Bella poseía un hermoso cabello castaño en versión lacia que le caía hasta un poco arriba de la mitad de su espalda; era una mujer hermosa.
—Me siento apenado, en verdad —confesó rompiendo el silencio que se había formado —, tú pareces ser muy observado y yo por mi tarde todo un despistado y desatento contigo —explicó.
—Edward, lo que dije no lo hice para hacerte sentir mal sino que lo dije para dejar más en claro mi punto de que podríamos ser amigos; vamos a convivir y vivir juntos durante no sé cuánto tiempo y creo que sería bueno que interactuáramos más —justificó.
—Entonces… ¿amigos? —le preguntó él emocionado.
—Amigos Edward —confirmó ella —, y disculpa todo mi discurso… normalmente no soy así —le dijo entre risas.
—No te preocupes, creo que en realidad yo tampoco soy el que te he dejado ver todo este tiempo —le dijo sonriente con un alegre brillo en sus ojos que hacía tiempo no se veía.
OoOoO
Jasper y Rosalie habían llegado cerca de las once a su departamento para partir a la playa. Para Jasper fue sorpresa y para Rosalie también el hecho de que un pequeño de ocho meses los fuera acompañar aunque después de la imprevista unión de Emmett a su salida a Jasper ya no lo sorprendía nada.
—¿Puedo cargarlo? —fue lo primero que dijo Rosalie antes de saludar a Bella.
—¿Te lo dejó? —preguntó Jasper con algo parecido a la molestia.
—No lo creo… Edward es muy aprensivo —contestó Emmett —, debe de tenerte mucha confianza Bella donde te dejó a su hijo.
—Yo le pedí que lo dejara conmigo Jazz, cuando Edward salga de trabajar se nos unirá en la playa —aclaró.
—Bueno, nosotros ya llevamos todo así que… ¡vámonos! —anunció Jasper feliz.
Y es que Jasper podría parecer un tanto receloso con Bella y tal vez se ponía un poco a la defensiva con las personas desconocidas, en especial las que se acercaban a su hermana o a Bella, pero ya que se le conocía Jasper era la persona más calmada del mundo; tanto que lograba transmitir su sentimiento de pasividad a las personas que estuvieran a su alrededor.
El camino fue un poco largo; cerca de una hora y todo por que el GPS se descompuso y se perdieron cuando sólo les faltaban diez minutos para llegar a su destino. Jasper iba manejando con Bella y Ander de copilotos en tanto que Rosalie y Emmett seguían ligando en la parte trasera del automóvil. Tuvieron que detenerse un par de veces en preguntar cómo llegar y tras seguir los sabios consejos de una viejita de exagerados ochenta años llegaron a la semivacía playa.
—Bueno, es hora de instalarnos —anunció Emmett emocionado cual niño pequeño.
Tardaron exactamente 14 minutos en poner la sombrilla, las toallas y sacar la hielera del coche para disponerse a divertirse.
Bella y Rosalie se quedaron bajo el refugio de la sombrilla mientras jugaban y cuidaban de Ander; el pequeño se había ganado rápidamente el aprecio de la rubia al igual que el de Bella mientras que por su lado Jasper y Emmett jugaban con un balón de futbol americano.
Un rato después decidieron meterse al agua, aunque por su parte Bella sólo se quedó en la orilla con Ander permitiendo que sólo el agua mojara los pies de ambos. Rosalie se encontraba jugando con Emmett de una forma demasiado cariñosa para el gusto de Jasper pero él no se lo tomaba en realidad muy a pecho. Se separó de ellos sin que Bella lo notara ya que la gente dentro del agua había incrementado un poco, fue al coche para sacar el pastel que le había comprado a su amiga por su futuro cumpleaños.
Se reunieron a comer cerca de las dos y media dejando un por triste a Ander ya que no pudo terminar el castillo de arena que estaba haciendo con la ayuda de Bella. Su comida consistía en dos pollos rostizados, refresco, un par de cervezas, papas fritas y helado además de un gerber para el pequeño, Rosalie insistió en que fuera ella lo alimentara para que Bella pudiera convivir más con Jasper y Emmett el cual, estaba más que claro en la azul mirada de la rubia, que le gustaba.
—Oigan… Edward me pregunta que qué camión puede tomar para llegar —los interrumpió cuando leyó el mensaje que le llegó.
Jasper y Bella intercambiaron miradas sin saber la respuesta.
—Mejor pregúntale dónde está y voy por él —se ofreció Jasper.
Emmett hizo lo indicado y un minuto después ya tenía la respuesta; se encontraba cerca del centro comercial de la ciudad.
—No está tan lejos, el otro día fui con Rose y debe de quedar como a quince minutos —explicó Jasper retrasando su comida.
—Yo puedo ir por él en un taxi —insistió Emmett no queriendo molestar al hermano de Rosalie.
—No te preocupes, no tardo… —dijo despreocupado antes de retirarse.
Minutos más o minutos menos pero Jasper no había hecho mal la cuenta; medio hora después se encontraba de regreso con un Edward medio regañado e intimidado gracias a la plática que Jasper le había regalado.
—Aquí estás campeón —saludó a su hijo después de haberlo hecho con los demás —, espero que no te haya causado problemas —le dijo a Rosalie.
—Para nada, es un niño muy lindo y risueño —comentó Rosalie —, tiene tus mismos ojos.
—¿Los mismos? Pero sí los tenemos de diferente color… los de él son como los de su madre—explicó no muy animado.
—Sí tienes razón; son de diferente color pero a lo que me refiero es más bien como a la mirada… tienen la misma mirada —corrigió.
—¡Chicos luego hablan de miradas, es hora de comer! —gritó Emmett a pesar de estar a tres metros de ellos.
Edward cargó a Ander y ayudó a levantarse a Rosalie, se acercaron a donde se encontraba el ahora frío pollo y se dispusieron a comer. El rato se pasó más entre bromas y comentarios divertidos que comiendo, los cinco chicos habían congeniado demasiado bien entre ellos a pesar de recién conocerse.
—Bueno, es hora del paste —anunció emocionada Rosalie cuando Jasper sacó el delicioso pan de tres leches cubierto con muse de chocolate adornado con nuez —, ¡FELICIDADES BELLS! —le dijo efusivamente abrazandola.
—Gracias Rose… no tenían que hacerlo —les dijo con modestia —, todavía ni es mi cumple…
—Bueno, no quisimos esperar hasta el miércoles porque además no de poder felicitarte como te mereces no podríamos venir a pasarlo contigo —argumentó Jasper.
Tanto Edward como Emmett se sintieron un tanto desconectados al principio del asunto pero no les tomó mucho tiempo asimilarlo y felicitar con la misma efusividad a Bella; sobre todo Emmett quien tras felicitarla con un abrazo no la soltó y además le comenzó a dar vueltas hasta que Bella gritara suplicando porque parara.
—¡Emmett, debes de controlarte! —le reprendió Edward esperando que Jasper no se encelara por la acción de su amigo.
—Lo siento hombre, pero es que Bella es una persona molestable además de que me agrada mucho —debatió justificando su acción.
Hasta Ander la felicitó después de Emmett.
—Agagabagavaagugaa —balbuceó el pequeño cuando se sintió en los brazos de Bella.
—Creo que quiso decir felicidades —comentó Edward frente a ella para que luego reírse tímidamente.
Todos rieron ante su comentario, después de ello casi obligaron a Bella a que mordiera el pastel y tras dejar su rostro embarrado de crema pastelera comieron un poco de él.
Y para cuando el sol se puso ellos ya habían guardado todas las cosas en el auto para poder disfrutar el crepúsculo de ese día a la orilla de la playa; Emmett y Rosalie se encontraban sentados juntos y ligeramente separados del resto, Jasper al lado de Edward con Ander dormido en brazos y por último Bella. Dejaron que el sol descansara sobre el mar y cuando por fin decidió esconderse por completo ellos decidieron retirarse.
Camino de regreso Jasper y Emmett se fueron enfrente en tanto que Rosalie, Bella, Edward y Ander iban en la parte trasera. Edward iba en un extremo cargando a su aun dormido hijo mientras que Bella se encontraba entre él y Rosalie, él se dedicaba a mirar por la ventana mientras escuchaba como las dos mujeres a su diestra hablaban en tu tono moderadamente bajo.
—Y… ¿qué tal vas con lo de Jacob? —preguntó Rosalie esperando que nadie le escuchara pero para su mala suerte Edward poseía un excelso oído.
—Eh… bien, supongo —contestó con desanimado tono; su humor definitivamente había cambiado.
—¿Has hablado sobre ello? —insistió esperando que su amiga estuviera bien.
—No, en realidad no… y tampoco quiero hacerlo —dijo triste—, creo que es mejor tratar de olvidarlo —suspiró con algo parecido a lagrimas en sus ojos.
—Sabes que nunca me agradó el chico y yo sé que tú lo quisiste mucho por lo que entiendo que lo que pasó en verdad te dolió —le recordó con su singular estilo —, somos amigas y si necesitas hablar de ello siempre me puedes llamar; no importa la hora que sea —repitió.
Bella asintió en silencio y así se quedaron durante el resto del camino y Edward pudo notarlo.
Los dejaron en su departamento poco tiempo después, a Emmett se lo llevarían ya que estaba hospedado en el mismo hotel que ellos.
—¿Qué tal te la pasaste Bella? —le preguntó Edward esperando lograr animar a Bella.
—Bien, me la pasé bien… —dijo sin mucho ánimo antes de tomar un poco de agua.
—Oh… —suspiró Edward —, ¿te sientes mal? —insistió.
—No, ¿por qué la pregunta?
—Es que bueno… te veo triste —se atrevió—, espérame, voy a acostar a Ander —pidió escabulléndose rápidamente hasta su habitación.
En no más de cinco minutos Edward se encontraba de regreso topándose con la sorpresa de encontrar a Bella exactamente en el mismo lugar donde la había dejado.
—Ahora sí… ¿te pasa algo? —volvió a preguntar esperando que Bella confiara en él.
—No te preocupes, no estoy enferma —le aclaró en un intento vano de sonar más alegre.
—Entonces… —comenzó Edward —, ¿te pusiste así por lo que te preguntó Rosalie? —cuestionó esperando que Bella no se tomara a mal tanto interés.
—¿Lo escuchaste? —fue su respuesta.
—Sí, bueno… yo no quería pero no pude evitarlo —se excusó caminando hasta su lado en la cocina —, ¿Jacob es tu novio? —volvió atreverse a preguntar con un interés sobrenatural en él.
Bella sopesó un momento las palabras de Edward para luego responder:
—Era… —suspiró más acongojada.
—Sabes… no creo ser el mejor consejero para las cosas del corazón; la madre de mi hijo me dejó pero si quieres hablar sobre algo soy todo oídos —la animó sin recibir respuesta de Bella durante varios segundos —, ¿terminaron?
Bella asintió en silencio con un nudo en la garganta.
—Yo… lo amaba desesperadamente; fue… fue mi primer amor —confesó con voz cortada y con un par de lagrimas tratando de salir de sus chocolatosos ojos.
—¿Y… que pasó? —preguntó algo angustiado —, ¿te engañó? —se atrevió a preguntar suponiendo que eso había pasado por la forma en que Bella decía las cosas.
Bella tardó otro poco en poder encontrar el valor para hablar, y es que hacía tanto tiempo que no hablaba de ello, tanto tiempo tratando de pensar que nunca pasó y tanto tiempo ignorando esos recuerdos que ahora le resultaba realmente complicado hablar con alguien sobre ello.
—Nos íbamos a casar… pero hace diez meses… —decía no queriendo hacerlo pero con la necesidad de hacerlo.
Edward no se atrevió a decir algo más; veía que Bella estaba al borde del llanto y esperaba que su curiosidad agravara más el ánimo de Bella.
—Si no quieres hablar no tienes que… —le dijo suavemente poniendo su mano en el hombro de Bella tratando de infundirle confianza.
—Es que… murió —confesó en un gemido antes de soltarse a llorar.
Edward se quedó petrificado; nunca lo hubiera imaginado. Automáticamente acortó la distancia que había entre ellos para darle consuelo con un abrazo que, Edward sabía, poco podía hacer en una situación así.
Bueno... ¿qué les pareció? ¿No se lo esperaban o sí? Digo, lo de Jacob...
Quisiera recibir sus RR pero sobre todo leer sus comentarios sobre el fic, ¿les está gustando? ¿les sigue gustando? ¿cómo creen que va la relacion entre Ed, Bella y Ander? ¿Les gusta como se va desarrollando? ¿Merezco recibir aplausos o jutomatazos?
Angie.