¡Buenas, aquí llego (por fin) con un nuevo capítulo! Siento la tardanza, pero es un curso complicado y ha sido un año difícil y estuve bastante tiempo sin escribir, por lo que seguramente, mi forma de escribir se haya oxidado un poco, pero bueno, espero que lo disfrutéis.


Capítulo 10: If you want to, I can show you.

"—What do we say about coincidences?

— The universe is rarely so lazy."

El nudo que se había formado en su garganta era cada vez mayor y durante unos instantes mantuvo los ojos fijos en Raven, queriendo evitar a toda costa que la tormenta que arrasaba su interior se trasladara a su expresión. No era miedo, desde luego, pues llevaba trabajando con el Doctor Shaw ya varios años, era algo más parecido al rencor y al odio. Ambos tenían unos métodos muy diferentes.

La joven pelirroja ni siquiera le cuestionó, no preguntó dónde había estado ni por qué aquel paciente acababa de bajarse de su coche. Después de tanto tiempo, la enfermera sabía que podía confiar en aquel hombre, y a decir verdad, el señor Xavier no parecía peligroso.

Erik se limitó a asentir, y cuando ella se propuso a acompañarle, el doctor levantó una mano, indicándole que se detuviera.

— No te preocupes, sé llegar. Hazme un favor, Raven, acompaña luego al señor Xavier a su habitación y ordénale que no salga hasta que yo vaya a verle, ¿de acuerdo?

— Claro. –Murmuró. Y aunque sintiera una gran curiosidad por lo que estaba pasando, por saber por qué aquel paciente era tan especial, decidió, una vez más, que era mejor no preguntar.


Charles observó todo lo que le rodeaba, inspirando con fuerza, frotándose los brazos debido al frío. Vio a lo lejos a Sean, pero no quiso acercarse. Si el día anterior se había sentido como si estuviese en una nube, acababa de estrellarse contra el suelo. Estaba rodeado de gente… Y sin embargo, se encontraba tan solo… Inspiró y expiró. Solo quería encerrarse en su habitación y olvidarse de todo, de todo lo que había pasado, de todo lo que aún le quedaba por pasar.

Como si hubiera escuchado sus pensamientos, la enfermera pelirroja, aquella que simpatizaba tanto con el Doctor Lehnsherr, se acercó a él, apoyando una mano en su hombro. Raven creía que se llamaba.

— Señor Xavier, es hora de volver a su habitación.

Por toda respuesta, inclinó la cabeza, dirigiendo sus pasos hacia la entrada.

Una vez en la habitación se sentó sobre la cama, con aquel colchón tan incómodo. Pensaba que la enfermera se marcharía, pero no fue así, Raven le observaba desde la puerta, dubitativa. Finalmente dio un paso hacia el interior y cerró la puerta tras ella. Charles dudaba que eso estuviera permitido.

— Sé que no estuvo en su habitación anoche.

Sus ojos azules se agrandaron con sorpresa, y por su mente solo pasaban los diferentes castigos que se le podrían ocurrir a aquella mujer. La puerta estaba cerrada, y estaba seguro de que los demás enfermeros estarían ocupados, ¿y Erik? ¿dónde estaba Erik? O peor aún, ¿qué le ocurriría a Erik? Era todo por su culpa.

Seguidamente cerró los ojos, encogiéndose y esperando lo peor, algo que no llegó. Al volver la vista a la enfermera, la expresión de esta se había convertido en una de preocupación.

— No sé por qué tiene ese trato especial, ni por qué hizo lo que hizo, pero tenga en cuenta que el Doctor Lehnsherr ha arriesgado mucho… Puede que con nefastas consecuencias.

— ¿Y? –La verdad es que su intención estaba lejos de sonar borde o agresivo, pero así sonaron sus palabras. Aunque no se arrepintió, la culpa siempre era suya. Y aunque debería haberse sentido aliviado porque las consecuencias serían para el bueno del doctor, no fue así. Su preocupación solo incrementó.

— Lo que quiero decir es que al menos podría ser un poco más considerado y facilitarle su trabajo.

Los labios del británico se convirtieron en una fina línea recta, notando cómo la rabia y la impotencia crecían en su interior, deseaba gritar, golpear las paredes, cualquier cosa. ¿Qué podía saber ella? Seguro que su vida había sido fácil y acomodada, qué poco costaba hablar de los demás sin ser capaces de ponerse en su situación.

Ante su silencio, la joven pareció impacientarse y decidió marcharse, no sin antes murmurar un: "no te muevas de aquí hasta que llegue el Doctor"

En cuanto se fue, Charles se levantó, tirando la almohada al suelo, el libro de la mesa y golpeando con el puño la pared de su habitación, con todas sus fuerzas, para después deslizar la espalda por esta y acabar sentado en el suelo. Enterró la cabeza entre las rodillas, notando cómo su cuerpo temblaba. Maldita sea, él no tendría que estar allí. No debería.


Erik golpeó con firmeza la puerta del director de aquella clínica, deseando con todas sus fuerzas que no estuviera. Por desgracia, no fue así. Respiró tres veces hondo antes de entrar.

— Buenos días, Doctor Shaw.

Era un despacho grande, de hecho, duplicaba el suyo. Tenía un gran escritorio donde podía colocar el ordenador, y un gran ventanal a sus espaldas. Ni siquiera necesitaba encender la luz a lo largo de la mañana. Apenas quedaba espacio entre las estanterías para apreciar la pared, y junto a estas había una puerta, la cual conducía a otra habitación, una en la que (deducía) que el doctor trataba a sus pacientes.

El Doctor Shaw alzó la cabeza, era un rostro más envejecido, que no carecía de firmeza. Era un error de novatos dejarse engañar por la sonrisa amable que mostraba.

— ¡Doctor Lehnsherr! ¡Qué alegría verle! Siéntese, por favor. –Señaló la silla frente a su mesa.

Erik obedeció, esperando que no fuera una conversación excesivamente larga.

— ¿Sabe? Ha estado usted bastante desaparecido estos últimos días. Sobre todo ayer, de hecho creo recordar que no recibió a ningún paciente durante la tarde.

El polaco titubeó, parpadeando varias veces algo desconcertado por sus palabras, aunque no le costó mucho recuperar la compostura, pues debía hacerlo por él. Por Charles. Cualquier error podía ser fatal.

— Sí, bueno, el nuevo paciente me da algunos problemas.

— ¿De verdad? Porque estuve intentando contactar con usted y fue absolutamente imposible.

— Estábamos absortos en nuestra conversación.

Shaw asintió, aunque en el fondo, Erik sabía que Shaw se había enterado de su pequeña salida con el paciente, de no ser así, no estarían teniendo esa conversación. Aquel hombre no solía citar al resto de doctores a no ser que hubieran cometido algún error. Y Erik había cometido el peor de todos. La pregunta era, ¿quién se lo había contado a Shaw?

— Bueno, no importa. Le he traído aquí porque he recibido buenos comentarios sobre usted de Europa. Me gustaría que partiera mañana para reunirse con el director de una clínica en Alemania, podría beneficiarnos mucho.

— ¿Mañana? Pero… ¿Y Char… El señor Xavier?

Un brillo cruzó los ojos del más mayor, asemejándose a los de un depredador.

— Yo me encargaré de él durante su ausencia.

El corazón le dio un vuelco, pues el Doctor Lehnsherr sabía lo que eso significaba y no le gustaba nada.

— Pero, usted estará bastante ocupado, ¿no prefiere que se encargue, por ejemplo, Emma?

La respuesta, como era de esperar, fue negativa. Al parecer, aquel hombre sentía curiosidad por Charles, al parecer el británico había llamado la atención de toda la clínica, pero, en el fondo Erik sabía que no era así.

Sí, que Charles resultaba caso extraño no era desconocido a los médicos del psiquiátrico, pero si Shaw sabía que ambos no habían estado ayer en la clínica, no dudaría en hacer justicia, y teniendo en cuenta que Erik era de los mejores, pensaba castigar a Charles.

Debería sentirse orgulloso por su viaje a Europa, pero no podía parar de pensar en lo que podría ocurrirle a Charles durante su ausencia. Aquellos asustados ojos azules que contempló el día que llegó no paraban de aparecer una y otra vez en su mente.


Y hasta aquí. Como compensación por haber tardado tanto, mandadme por mensaje la idea para alguna escena que os gustaría que tuviera lugar en el siguiente capítulo y, la que más me guste, la publicaré en el siguiente capítulo, las demás las usaré para otros capítulos. ¡Muchas gracias y espero que dejéis reviews y me enviéis los mensajes! Si esta historia sigue, es por todas esas personas que la leéis. Gracias.