Porque esta vida no es

-como probaros espero-,
Mas que un difuso tablero
de complicados ajedrez.
Los cuadros blancos: los días
los cuadros negros: las noches...
Y ante el tablero, el destino
acciona allí con los hombres,
como con piezas que muevena su capricho sin orden...

Omar Khayyám


Capítulo 6: Nueva partida

Nuestro romance comenzó de una manera más "normal" aproximadamente hace un año, cuando comenzamos a trabajar por la reconstrucción de Neo Ishbal, más o menos cuando la boda de Acero. Durante esa celebración en el tranquilo pueblo de Rizembool nos alejamos de todos y al fin pudimos darnos un anhelado beso. Comenzamos a salir, a permitirnos romper las leyes.

Grumman, bastardo. Por su culpa creí que la perdería para siempre y el destino me trae la sorpresa de, no sólo seguir teniéndola a mi lado, sino que ahora es mi esposa y en un momento mi mujer.

Abro la puerta de la habitación. Estoy seguro de que hay algo que debo hacer en este momento. Hay algo... una tradición que cumplir pero no logro recordar qué. ¡Grumman, bastardo! No me dejó pensar en lo que sería el día de mi boda como un acontecimiento feliz, sino en una condena.

Riza entra a la oscura y silenciosa habitación. La decoración es linda. Nada cursi, por el contrario, es elegante y cómoda. Prendo una lámpara que ilumina tenuemente el cuarto y me permite apreciar el agradable decorado pero eso pasa de inmediato a un segundo plano dado que hasta ahora Riza no me dice nada. Esta pensativa. Algo un poco raro si me lo preguntan, puesto que después de la sorpresa en el altar, este debería ser el día más feliz de nuestras vidas. La luna de miel.

¡NO! De hecho, este momento es en la noche de bodas. Esta noche no era algo en lo que me apeteciera pensar mucho. No, tomando en cuenta que mi esposa no tenía más nombre que "la nieta de Grumman" y su rostro no era más que extraño e indiferente para mí. Ya el solo apellido Grumman aunado a una mujer me resulta aterrador, imagino que así le pasó a Havoc en su cita a ciegas con la hermanita de Armstrong. Así que ahora caigo en cuenta que... ¡Tendré sexo con Riza!

¡BASTARDO, GRUMMAN!

Me negó el derecho de pensar en cómo seducirla en un momento tan importante para ambos, por su culpa no pude disfrutar de cada momento de este día, ni de apreciarla en todo su esplendor durante la boda. Así que tomo asiento en la cama y me dedico a observarle detenidamente. Recorre el lugar con la mirada. ¿Así lo había imaginado? ¿Fue ella quien escogió y decoró el lugar para mí, cierto? ¿Quién en su sano juicio sería capaz de arreglar el lecho que el hombre que amas compartiría con una desconocida? ¿O es que acaso ella lo sabía todo? No, ella ha dicho que lo supo hasta instantes antes a la boda y si hay alguien en quien confió ciegamente es esta preciosa rubia.

—¿Qué?! ¿Qué pasa? —Me dice con timidez. Creo ver un leve sonrojo en sus mejillas. ¡Es adorable! ¿Será que acaso no puedo esconderle nada a esta mujer? Porque es muy probable que haya notado mi rostro de idiota mientras admiro su belleza.

—Sólo admiro lo hermosa que te ves vestida de novia.

Se sonroja aún más. Es un gesto extraño en ella pero este es un momento muy importante para los dos. Supongo que también debe estar nerviosa pues hoy pasara lo que tanto anhelamos y lo hasta hace unas horas estaba prohibido. Quizás está cansada al planear todo en tan poco tiempo, y yo debería contenerme por hoy, tal vez ella quiera dormir pero yo no estoy seguro de poder hacerlo. No ahora que puedo hacer aquello que tanto había anhelado.

—¿De verdad?

Me dice un tanto sorprendida. ¿Acaso no se ha visto en un espejo?

—Yo debo confesar que... no escogí el atuendo más lindo porque estaba celosa de que otra mujer usara el vestido que yo me pondría si... fuera yo la que se casaba contigo.

Me confirma lo que dijo en el coche. Ella no tenía idea de nada. Aun me siento incrédulo de esto. ¿Cómo es posible que ese viejo miserable y una mujer como Riza puedan estar emparentados?

MALDITO, GRUMMAN!

—¿En qué momento te enteraste?

—Esta mañana. Cuando la novia no llegaba. Parece que… Grumman era el padre de mi madre.

Me confiesa y no puedo más que sentir repudio por ese maldito anciano. Así que fuimos peones de Grumman hasta el final. El viejo fue muy cruel con los 2. Incluso con su propia nieta. Sin embargo, hay una parte mucho más interesante dentro de todo esto y que no puedo pasar por alto. Una que me complace oír y que estoy dispuesto a conocer en toda su extensión.

—¿Habrías elegido un vestido más bonito para mí? —Mi vanidad se mueve sola. No puedo evitar sonreír de manera en que mis pensamientos no parezcan pervertidos pero en contraparte, ella me sonríe dulcemente. Si fue capaz de arreglar todo para mí y no disfrutar su propia boda por creerla ajena, entonces yo debería…

—Ven aquí.

La atraigo hacia a mí y la abrazo. Debió ser doloroso, rotundamente doloroso al punto que yo no pueda imaginarlo. Ella siempre ha sido todo lo contrario de lo que aparenta, así que me levanto y la encamino a la silla frente al tocador. Le pido que tome asiento, ella se niega pero logro convencerla con un beso mientras, a tientas, busco los botones del vestido. No es que este urgido, aunque debo admitir que algo hay de eso, pero esto es algo que tengo...no, que estoy obligado a hacer. Desde este ángulo, tengo una agradable vista al pequeño escote al frente del vestido. Mis dedos comienzan su labor con los botones que para mí desgracia, son demasiados. Ella trata de protestar y se rehúsa de nuevo mientras un rubor encantador se enciende en sus mejillas. Le ruego que me deje continuar y, a regañadientes, opone menos resistencia a mi labor. Mientras desabotono la interminable hilera de botoncitos perlados, puedo sentir sus nervios, está temblando. Cuando termino con ellos, intento sacarle el vestido, pero protesta con un poco más de fiereza, siento un poco de pesar en el timbre de su voz cuando me pide que la suelte. No lo entiendo, no es la primera vez que veo su cuerpo. Amo su cuerpo y lo que más deseo es hacerlo completamente mío. No entiendo que es lo que necesita ocultar.

—Por favor...

—¿Por qué?

Es lo único que puedo preguntar. No hay nada en esa piel que yo no conozca ya. Que yo no desee descontroladamente volver a tocar.

—No me enorgullece lo que hay ahí…

Tardo un momento en reaccionar. No logro entender la importancia de eso hasta que comprendo lo que siempre le ha apenado y recuerdo mi parte en esa historia. Misma que ella debería conocer a la perfección. Así que después de todo, no soy la única persona vanidosa en la habitación. Sin embargo esa vanidad es inversa a la mía, no enorgullece, duele.

—Sabes… He tocado espaldas muy suaves, blancas, morenas. Anchas, estrechas… pero para nada interesantes. Cada que beso aquí, que toco acá… —Toco cada una de las marcas que yo le deje. Y con los dedos voy trazando cada línea del tatuaje. — Descubro algo nuevo y me recuerda que esta piel es solo mía. La más hermosa que alguien pueda tener.

Espero y entienda que con culpas o sin ellas, pretendo amarla. Así que comienzo de nuevo mi tarea de quitarle el vestido. Pretende protestar de nuevo, pero ella nunca ha desobedecido mis órdenes a menos que estas no sean racionales. Y…

—Esta es nuestra noche de bodas. No querrás negarle este deleite a tu marido.

No contesta. Mala señal. No planeo rendirme, por lo cual, descubro sus hombros y lo beso con delicadeza.

—No hay espacio tuyo que no me parezca hermoso, Riza.

Le digo entre besos desesperados a su piel, que poco a poco va quedando a merced de mis labios. La abrazo de espaldas. Su cuerpo es como si hubiese sido esculpido para alguna deidad, perfecto en toda la extensión de la palabra. No lo merezco, pero lo haré mío. Resbalo el vestido por su cuerpo, mientras una de mis manos acaricia su vientre y recargado en su espalda comienzo a besar su cuello. Voy recorriendo de su cuello a su hombro y de su hombro a su brazo con mis labios mientras resbalo el vestido y me pierdo en su aroma. Es un aroma fresco y cálido, el sabor de su piel es dulce y salado. Es imposible encasillar a Riza en alguna definición pues ella es cambiante. Mengua y se renueva como la luna; a veces llena, a veces nueva, pero siempre junto a mí, moviéndose conmigo. Ella se estremece ante mi tacto y yo disfruto cada reacción.

Continúo con mi labor de deshacerme del vestido. Cuando este llega a la altura de su cintura puedo ver un bonito conjunto debajo. No puedo evitar sonreír con deleite, si sus celos la hicieron reservarse lo que hubiera elegido para mí, no quiero pensar en lo que se hubiera puesto para este día si todo hubiese sido diferente.

Sin embargo, no quiero ver su ropa, quiero verla a ella, así que este vestido tendrá que irse ya. Llego a su mano donde espero que este estorboso vestido caiga en su totalidad pero al llegar a la altura de sus muslos, este se atora en una de sus piernas. Me inclino para deshacerme por completo de este trapo que no es del gusto de mi Riza, pero al retirarla, me encuentro con algo curioso en una de sus ligas.

—¿Y esto? —Se sonroja un poco por mi reacción ante tan poco usual objeto en una novia.

—Es un regalo de Rebecca... En pleno altar, frente a la vista de todo el mundo, el futuro Führer podría ser víctima de un atentado. Es mi deber proteger al general Mustang, así que debía estar preparada para todo.

Me dice, me divierte y comprendo que la cima es aún un objetivo primordial de alcanzar, sin embargo...

—No la necesitaremos esta noche.

Sonrío. Retiro de su resguardo a la pequeña afortunada de cachas blancas y un ligero grabado en relieve de un par de palomas sosteniendo un anillo con el pico, que descansaba plácida y tibiamente en la pierna de mi querida subordinada... ¡No! De mí amada...

—Además es el deber de una Esposa velar por la seguridad de su hombre.

Agrega inesperadamente interrumpiendo mis pensamientos y no puedo evitar reír satisfecho. Es una risa de extrema felicidad. Ha dicho lo que por tanto tiempo he esperado. Ella es mía, y yo soy suyo.

Ya que el vestido se encuentra a la altura de sus tobillos...

—¿Mejor? —Le pregunto— Yo no necesito de un vestido, Riza. Me gustas mas así, y definitivamente el vestido me gusta más ahí en el suelo.

Sonríe. Es entonces cuando ya no puedo posponer todo esto que siento. La ayudo a salir de lo último que queda de la prenda. Un pie, el otro y mi Riza únicamente trae puesto el conjunto interior. Corsé y panty satinados, y medias de encaje. Es un detalle sexy y dulce a la vez. Me excita. Es un capricho, lo sé, pero al igual que yo, ella siempre ha tenido una debilidad por los encajes. La recuerdo en aquellas blusitas de niña, llenas de holanes y detalles femeninos que el maestro Hawkeye jamás aprobaría de haberlos notado; pero más la recuerdo aquella tarde de otoño frente a la tumba de su padre, y después en su habitación, cuando frente a mis ojos se retiró la pequeña blusita con detalles blancos en el escote. No recuerdo más candor en un escenario tan desolado.

Antes de ese día, no había creído que yo pudiese tener la menor oportunidad con este maravilloso ser. Ahí fue cuando supe que, con la aprobación del maestro o sin ella, conseguiría que ella me mirara. Ella jamás se habría descubierto ante mí, sin antes meditar si se podía confiar en un hombre como yo. Así que en memoria de esa oportunidad desperdiciada de hacerle el amor y reclamarla mía, la tomo de la cintura y atrapo sus labios con los míos. Ella me responde con dulzura y sin romper el beso, la levanto en brazos. Ahora recuerdo que eso fue lo que me falto al entrar en la habitación. Pero Riza y yo somos muy poco convencionales y este es el verdadero lugar donde realmente la quiero llevar. Después de haber atravesado el infierno, con este amor sólo queda llegar al paraíso.

La acomodo, la beso. Hago una pausa para deshacerme el saco. Riza se incorpora me detiene. Parece que aún tiene mucho que decir.

—Perdóname.

Me dice al oído tomándome por sorpresa. ¿Perdonarla? ¿De qué?

—¿Por qué? —Pregunto con extraña y aparente calma pero lo cierto es que cada segundo que pasa sin que consumemos nuestra relación, me tiene al borde de la locura

—Por haberte pedido que te casaras con la nieta del führer en lugar de haber aceptado tu proposición e irme contigo y porque yo… estuve a punto de dejarte plantado frente al altar.

—¿Ibas a plantarme en el altar? —Le pregunto horrorizado, ella asiente.

Siento un pequeño sobresalto, sin embargo, ella está conmigo y es lo único que importa. ¿Verdad? —Si la nieta del führer me hubiera plantado, te hubiera obligado a ti a casarte conmigo. A mí nadie me dejaría plantado siendo el hazme reír del mundo.

Trato de imprimir un poco de humor para camuflar mi nerviosismo. ¿Entonces ella no quería estar conmigo? Ese amargo sentimiento se apodera de cada célula de mí ser y me aparto de ella. Quiero y necesito una explicación, no sé si es por vanidad o por el terror de saber que quizás no quería casarse conmigo.

—No me mal entienda. Todo ha pasado en un pestañeo. Aun no puedo asimilar que la mujer que me atormento no exista y que Grumman sea padre de mi madre.

Ya más calmado por sus palabras, la veo temblar y quiero acercarme pero necesita expresar todo eso que siente.

—Yo amaba a mi madre… Cuando ella murió quede completamente sola. Ahora, el hombre que le hizo sufrir dice quererme y me obliga a casarme sin pedir mi consentimiento. No puedo evitar sentir que la historia de mi madre pudo repetirse y que yo no tuve el coraje de defender mi amor como ella. Sentí que no debía someterme a su juego. Pensé que si no me presentaba a la boda, le haría ver a Grumman que no puede manipular la vida de las personas. Pero Becky me ayudo a recapacitar.

Hay lágrimas en sus ojos y una sonrisa de alivio en mi rostro. Me acerco a ella, beso sus labios. Todo está bien. Todo va a estar bien. Lo sé porque pese a sus nervios, responde, está decidida a ser mía. Tímidamente me ayuda a quitarme el estorboso saco. Yo no puedo controlarme y le lanzo hacia ella ya libre de la atadura del vestido. Beso, muerdo, succiono. La piel de ella es como una droga para mí que no la volveré a dejar jamás. Quizás es lo único que le agradeceré al bastardo anciano de Grumman al darnos ese empujón y premeditar eso que creí, sólo podría llegar una vez que nuestras culpas estuvieran pagadas. Aun no lo están, pero seguiremos trabajando en ello. Por mientras, nos desquitaremos de toda esta pasión reprimida.

Hoy la fría soledad se ha acabado. Sus manos tibias me recorren, me abrazan, me acarician. Sus labios responden con pasión a los míos como si nuestras bocas se fundieran.

—Quería morir esta mañana.

Su boca se escapa de la mía.

—También yo. —Le digo mientras mis labios saltan a atacar su cuello, provocando que su voz se reduzca a suspiros y exhalaciones de goce. Así, vamos haciendo realidad el deseo que nuestras mentes y cuerpos mantuvieron mientras nos separaron.

—No soportaba la idea de que todo esto lo recibiría otra mujer. —Controla sus propios impulsos para continuar confesándose. Me gusta lo que escucho.

—Yo quería asesinar a Grumman, ya me deshice de un führer por menos que esto, así que sería cosa fácil.

Ella ríe, no sé si es por lo que dije, por mi respiración en su cuello o porque le hago cosquillas mientras me peleo con los broches de la lencería. Con más habilidad que yo ella me desviste y sé que será una noche inolvidable. Hoy dormiremos calientitos uno con el otro. Mañana...

Mañana asesinare a Grumman.

Fin.


Niñas, aquí les traje el final de este fic. Me llevó años y aunque el final estaba escrito incluso antes que el capitulo 4, y el 5 me lo saqué de la manga, hasta apenas me atrevì a hacer correcciones y aunque no quedé del todo convencida, me arriesgué a publicarlo. Mas que nada porque ya estaba hecho y porque es el último capitulo. Además que es el primero de los fics que planeo retomar. Les prometo que una de las cosas que pensé al verme casi sin una de mis manos, fue el pensar que no podría terminar mis fics inconclusos y entré en una gran depresión por ello. Aun sigo medio deprimida, pero justo por eso me he puesto de nuevo a escribir. Para no pensar en lo que pudo haber sido y centrarme en hacerlo.

Espero que les haya gustado y lo disfrutaran así como yo disfruté con la idea planteada, el escribirlo y el hacer otras perspectivas de ella. Gracias por acompañarme con este fic y con los pasados. Aunque por el momento, siento que entraré en depresión de nuevo porque ya finalizó esta historia y tengo un serio problema con los finales, siempre me dejan deseando mas, no sé si a ustedes les pase.

Cuídense y si pueden, échenle un vistazo a la portada de este fic. XD

Las quiero, chicas.