Lizbeth se preguntó cuál sería la definición que describiese lo que había hecho toda su vida frente a las confrontaciones, pero no la encontró. Escapar no, por que significaba huir de algo y en su condición, nunca confrontó a nadie ni evitó hacerlo por que simplemente no se dio la oportunidad.
Siempre había alguien a su lado. Si no era su hermana mayor, era su madre, o su padre. Cuando se casó, su esposo.
Dejaba a su hermano fuera de la ecuación, estaba segura que de haberse dado la oportunidad él optaría por que ella se hiciese cargo.
Como estaba haciendo.
Llevaba poco mas de una semana sin contestar el teléfono, pero esa mañana, después de despedirse de Stephen, tomó el aparato que sepultó en el fondo de la maleta que trajo consigo y lo encendió.
Inmediatamente al sentir la vibración lo tiró sobre la mesa de la cocina, como si quemara.
Se desprecio a si misma por la cobardía.
La pantalla brilló y terminó de cargarse. La luz superior titilaba y una lluvia torrencial de mensajes comenzó a hacerse sonar con ímpetu. Tardó unos segundos en calmarse y la tibieza de la esperanza palpitó en su interior.
¿Y si David entró en razón y le pedía perdón? ¿qué otra razón habría para que treinta mensajes fuesen de él? ¿Y las cuarenta y cinco llamadas perdidas?
Pero tan pronto como esa cálida sensación se despertó, murió.
La desesperación de David era explícita, pero no por las razones correctas, o eso pensó al tiempo que los ojos se le inyectaban de lagrimas y las piernas le fallaron, obligándola a sentarse.
Uno tras otro, uno tras otro, puros reclamos, sin salirse de la línea, pero reclamos. Como si la culpa fuese de ella, como si estuviese actuando de forma anormal, inmoral e inestable.
¿Qué por que no regresaba? ¿Qué como podía dejar a su madre en semejante ridículo social? Que por su culpa tuvo que ir a dos cenas solo, excusándola ante sus amigos y superiores.
Que volviese, que dejase de esconderse y que se comportara como una mujer adulta.
Él no sabía dónde estaba, siquiera si se encontraba bien ¿y se atrevía a mandarle eso? ¿Acaso no se preocupaba ni un céntimo por ella, siquiera como su mujer, sino como ser humano?
Una persona normal haría por lo menos una denuncia por desaparición. Pero esperaba en vano, su familia jamás se rebajaría a tal cosa, sería una deshonra para su estirpe. Y antes muertos que de la chusma común y corriente.
Pero él ¡¿Cómo es que tenía tal descaro de…?!
La presión sobre la garganta se hizo insoportable, y como pudo se sirvió un vaso con agua para intentar despejarse. Fue en vano. El liquido empeoró las cosas, se atragantó, dando paso a una tos tan fuerte que fue seguida de arcadas.
Vomitó todo lo del desayuno, y lloró. Lloró por que estaba cansada de la inmunda autocompasión que la embargaba cada vez que pensaba al respecto. Se daba asco a sí misma por guardar tantas esperanzas por alguien que evidentemente no valía la pena.
David no se había casado por amor, claramente. Y en su retorcida inocencia ella pensó que a pesar que su familia exilió a su hermano por ser como era, con ella serían distintos por que… era ella.
Que ilusa y engreída hubo sido.
¿Era tan difícil entender que la vida no era un cuento de hadas?
Salir de la burbuja era tan duro como el mismísimo concreto.
.
.
— Amo ésta canción —
Remus despegó la vista de lo que leía y prestó atención a la melodía. Él no entendía de música con sintetizadores, mitad pop, mitad electrónica. Amaba el rock, pero en su tiempo tendía a escuchar algo que calmase sus nervios de todo lo eléctrico del trabajo.
— No escucho radio— fue su excusa.
La mujer se acercó y se dejó caer con gracia en el sillón junto a su cama.
— Hablas como si fuésemos de diferentes planetas—
— Bueno, no exactamente, pero te llevo un par de años—
Tonks, que era intuitiva por naturaleza, así como torpe al caminar, afiló la mirada. Desde hacía días que Remus se comportaba de manera diferente; no era lo suficientemente obvio como para hacérselo notar de forma brusca, pero tampoco pasaba desapercibido. Ese tipo de comentario se sumaba a la lista, corta, pero lista en fin, de indirectas que daban a entender cosas como: que era más grande, que se cansaba muy seguido, y que era muy tranquilo.
Cosas que ella por demás sabía, y justamente por eso lo quería. Aunque claro, el tema de la edad era irrelevante, estaba segura que sin importar que edad tuviesen, se sentiría igualmente atraída hacía él.
Levantaba una muralla a su alrededor, cosa que nunca pasó. Remus siempre había sido muy sincero y abierto con sus opiniones, además de modesto y sensible.
Dios, podía seguir una eternidad con la cantidad de perfecciones de ese hombre, pero tenía que preguntar.
— ¿Sirius abrió la boca? — había concentrado nuevamente su atención en el libro, pero al escucharla el mismo por poco y se le resbala de las manos.
— ¿Qué? — Tonks y su amigo siempre hubieron sido cómplices. Era cierta pillería que los rodeaba a ambos. Por tanto no era extraño que Tonks se refiriera a él con tanta familiaridad, además, Sirius le quitaba lo formal a todo, siempre.
— Entonces si— se respondió a si misma, para luego morderse el labio inferior—, bien, supongo que eso hace las cosas un poco más fáciles.
— Disculpa, no te estoy siguiendo la línea de pensamiento— medio mintió Remus. De forma consciente no lo sabía, pero el río por debajo estaba embravecido. Justamente por eso optó por dejar el libro de lado.
— Me gustas— soltó sin miedo—, no, espera, no es solo eso. Te amo.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
— Tonks, yo…me siento halagado pero…— ¿estaría bien decirle que estaba casado con su trabajo? ¿Qué no la veía de esa forma? ¿Qué podía encontrar a alguien más joven que pudiese aportar emoción a su vida? Él era monótono por dónde se lo viese y ella era tan joven y enérgica.
— No espero que sientas lo mismo…aún— expresó tranquila, hasta sonriente.
— Yo lo…¿qué? — la miró, extrañado.
— Bueno, es obvio que eres bastante chapado a la antigua así que siempre supe que debo primero derribar unos cuantos peros que hay en el camino— se encogió de hombros— pero lo lograré.
Por un momento, Remus pensó en dos opciones viables: que esto fuese una broma de mal gusto de Sirius o que Tonks estuviese tan confundida que delirase.
— No te preocupes, voy a esforzarme.
¿Cómo podía responder a eso?
En su vida una mujer se le había declarado. Siempre había sido él y en contadas ocasiones, y bueno, no eran exactamente declaraciones. Siempre había dado mucha importancia su desarrollo académico y a pesar de tener dos amigos juerguistas, jamás se había sentido atraído al desenfreno de la juventud.
Obviamente no quería lastimarla, estimaba mucho a Tonks y la consideraba una profesional de primera.
Para su suerte, la puerta se abrió bruscamente.
— ¿Interrumpo? — extrañamente, Sirius miraba hacia atrás al entrar. Su cara mostraba una mezcla de fastidio mal disimulado y ganas de molestar.
Remus a pesar de estar descolocado por la confesión, lo notó y supuso que era por lo mismo de siempre: su enfermero y Sirius no se llevaban, y seguro, se habían cruzado de nuevo.
¿El por que de tal situación? Aun no lo sabía.
— Para nada, ya me iba— respondió fresca, Tonks.
— Por que sino puedo…podemos irnos—
— El señor Lupin necesita sus medicinas ahora— Stephen era un profesional dedicado y tranquilo, pero siempre era mejor no ponerse en su camino cuando trabajaba.
— Hombre, pero no tienes nada de tacto— dijo Sirius con cara de asco.
Stephen no le llevó el apunte. Saludó a Tonks amablemente y se acercó a Remus con la bandeja de la merienda.
De la nada su habitación era un caos de gente, Sirius hablaba enérgicamente con Tonks, ésta que le respondía algo que no llegó a escuchar, y Stephen que le ayudaba a sentarse para comer.
Y así como llegaron, se fueron. Tonks vaya a saber dónde y Stephen salió de la habitación.
— Despídelo—
— Sirius, no comiences— hizo una pausa—. Tengo una duda y quiero que seas sincero.
— Me cae mal, esa es la razón— se apresuró a presuponer el aludido.
— No, eres un chiquillo— retó. Suponiendo que continuaría con el berrinche, cortó por lo sano, preguntando— ¿Qué tanto has impulsado a Tonks?
Los ojos grises se clavaron en él.
— ¿Ah?
— Si es una broma, te juro que te lo haré pagar— amenazó Remus seriamente.
— No tengo ni la menor idea de lo que hablas—
— De Tonks—
— Si, bueno, esa parte si la entendí— bromeó—, lo que no me queda claro es el resto.
Remus suspiró y tomó algo de té antes de continuar.
— Se acaba de declarar—
Sirius pareció saltar de la silla, desprendiendo euforia por cada uno de sus poros. Pero se controló rápidamente.
— ¿Si?— ante todo, resguardar el porte, era un Black.
— Juro solemnemente que como sea una broma, te mataré.
Su amigo puso los ojos en blanco.
— ¿En serio me crees capaz? ¿Y por que las amenazas aumentan de intensidad tan rápidamente?
— Estoy hablando en serio— hizo una pausa, midiendo sus palabras—, si eres quien esta atrás de todo esto…
— Detente ahí. No hice nada— se defendió el acusado— pero si me declaro culpable de comunicarle que estás soltero.
— Eso es obvio— espetó el castaño.
— Bueno, si es así, entonces no hice nada.
— ¿Acaso no entiendes?— el moreno negó, encogiéndose de hombros— Ella es joven, recién sale al mundo.
— Disculpa, pero la conoces hace más de seis años y no es una nena, tal vez si era una jovencita cuando cayó bajo tu mando, pero se ha ganado un puesto respetable en el hospital gracias a su esfuerzo, además ha madurado.
— Sigue siendo menor—
— Por favor, ni que le llevaras diez años y en tal caso tampoco habría problema—
— No, pero…—
— ¿A qué le tienes miedo, Remus?— preguntó Sirius, decidido— Ella es bonita, y divertida. Una mujer que entiende tu trabajo, te conoce y soporta hace tanto, acaba de declararse ¿y lo ves como algo malo?
— ¡No es el punto! — casi levantó la voz—, tiene tanto por delante…
— ¿Y? Al parecer quiere compartirlo contigo , a riesgo de sonar repetitivo ¿Eso es malo?
Tocaron a la puerta, dando paso a James. Tenía cara de cansado.
— Remus, múdate a una casa sin tantas escaleras ¿cada vez hay más o me parece?
— Te estas haciendo viejo— bromeó Sirius, contento de la llegada de su amigo. A ver si entre los dos lograban algo. Remus era una de las personas mas tercas que conocía.
— Admitir eso es un suicido, mejor haré como que no dijiste nada y le compraré una casa a Remus, sin escaleras— sentencio desabrochándose dos botones de la camisa del impecable traje que llevaba puesto.
— Por el amor de Dios, dejen a mi casa tranquila—
Pasar tiempo de calidad con sus amigos era una costumbre, a pesar de contar con agendas muy limitadas. Y ahora con él en casa todo el día su habitación era el punto de reunión hasta que pudiese trasladarse de nuevo.
— No le hagas caso James, Remus anda gruñón.
— ¿Ahora que hiciste?
Sirius se mostró teatralmente ofendido.
— ¿Por qué siempre que alguien se enoja presuponen que es mi culpa?
— Por que lo es. Eres especial Sirius, convive con ello— contesto James, metiendo la mano en ambos bolsillos— ¿Entonces?
— Bueno, para que veas: l aquí presente se le ha declarado Tonks.
Las cejas de James se elevaron.
— ¿Si? Ya era hora.
No era ni de lejos lo que Remus suponía que diría.
— Creo que me he perdido ¿desde cuando saben que…?
— Tres años— respondió James.
— Desde siempre— fue el turno de Sirius, mirando desinteresadamente sus uñas— , tengo un don y en cuanto la conocí supe que era para ti. Llámalo sexto sentido.
— ¿Y no pensaban decírmelo? Tal vez si hubiese agarrado a tiempo, tal vez aún estoy…
— Olvídalo, es tarde— expresó James—, créeme, la forma en que te mira va más allá de un simple nivel de atracción.
— Me extraña que siendo tan bueno con la vida sentimental de los demás seas tan desastroso con la tuya— apuntó Sirius sin maldad alguna.
— ¿Lo dices por que todavía no hablé con Lily?— James quiso sonar desinteresado, pero conociéndole como lo hacían, no le salió— Cenaré con ella hoy.
— ¿Y ya sabes que le dirás? — preguntó Remus.
— No tengo ni la menor idea—
Y en términos generales no mentía, tal vez estaba omitiendo detalles como que lo había pensado tanto al punto de desdibujar todo y volverlo a reconstruirlo. Esperaba tener la suerte de al estar frente a frente, sino estaba jodido, terrible y profundamente jodido.
.
.
Intentar explicar una situación que no puede ser definida era como tratar de empujar un vagón de tren con los dientes. Tal vez se debía a que en realidad, no podía ser etiquetada, cosa que los seres humanos tienden a hacer, etiquetar. Y esa oportunidad había nacido sin una.
Se disparaba por sentimientos, confusos y totalmente fuera de control, de su parte, de la de Lily.
La pelirroja estaba del otro lado de la mesa, terminando de ordenar.
Y tardaba. La pobre no entendía francés y él había tenido la desafortunada suerte de llevarla a uno en el cual el menú fue tan complicado para ella como leer japonés debajo del agua.
— Siento el mal atine— se disculpó cuando el camarero se retiro.
Lily se encogió de hombros.
— Supongo que lo valdrá, el plato que pedí jamás lo probé en la vida—
Lo bueno de la salida es que a pesar de sentirse incomodo todo el trayecto hasta la casa de ella, el encuentro no había sido tan desastroso como intuía. Es más, al abrirle la puerta se encontró con una mujer fresca y tranquila. Serena.
Y el trato fue igual en el viaje.
Como si nada hubiese pasado.
¿Lily tenía esas intenciones? ¿Hacer como si nada de lo ocurrido…? Mejor aún (o peor, no estaba seguro) ¿era mala tal actitud?
— ¿Has sabido algo más de Jols? — lo tomó por sorpresa.
— Black se encarga, pero hasta dónde sé, continua sin abogado. Pidió una prorroga.
Lily apretó los labios y asintió, con la mirada perdida en un punto equis cualquiera, tras él.
No vamos a decir que ella había hecho borrón y cuenta nueva, pero la situación que los reunía era lo suficientemente incomoda como para que agregara malestar al ambiente con reclamos. Y eso que tenía…aunque no estaba segura porqué.
— Pero supongo que se solucionará rápido. La negativa de Blanca a la prueba de ADN únicamente le dará tiempo hasta el nacimiento.
Lo cual era solo retrasar lo inevitable.
— Hablas como si estuvieses seguro que el bebé no es tuyo.
— Al principio…— hizo una pausa remojándose los labios— tuve mis dudas. Pero con el paso de las audiencias, sus denuncias falsas, las mentiras. Ese bebé tiene tantas posibilidades de ser mío como de cualquiera en una fiesta de sociedad.
— ¿Estas juzgándola? — preguntó al notar cierto tono al referirse a la promiscuidad de Blanca.
— ¿La defiendes?— inquirió.
— No, claro que no— lo miró—, pero más allá de su estilo de vida…
— Mira, no la juzgo. Como hombre hice lo mismo que ella muchos años, e incluso he tenido en los últimos años mis aventuras, pero supongo que la tengo más fácil, no puedo quedar embarazado.
— Tampoco quiero que sientas que reclamo al respecto—
— Lo sé—
Bien, la conversación era sobre un tema importante pero se sentía como amigos cercanos debatiendo.
Lily suspiró.
— Cuando Harry nació ¿tuviste dudas?
— Si.
Silencio.
— Pero no por que creyera nada malo, solo…— bien, con que facilidad todo podía irse al diablo— no nos vimos en meses y me encontraba en una relación muy importante, tal vez la mas importante con una mujer que tuve en la vida. En ese momento Florence era mi todo. Significaba lo que soñaba y mucho más.
¿Cómo es que estaban hablando de eso teniendo pendientes entre ellos? Pensó James un tanto aterrado.
— Comprendo— Lily, pensativa, desvió la mirada unos segundos antes de volver nuevamente su atención a él— Y no quiero que pienses que me hieres siendo sincero. También tuve dudas al respecto. Es decir, solo…solo fue una noche, y ambos estábamos tan estresados. Con Jols también fue una sola oportunidad.
— Pero no es lo mismo. Blanca es manipuladora, mentirosa, las dudas que tengo con ella no se acercan ni por asomo a las que tuve contigo.
Hubo un incomodo silencio.
— ¿Porqué?
Él pareció no entender.
— No me conocías realmente. No como ahora. Con Harry de por medio tuvimos la oportunidad y el valor de conocernos en grados que al comienzo no. Y no tiene que ver solo con su educación. Entre nosotros, tu y yo…
Bien, ahora entendía y la idea comenzó a picar en medio del pecho. Si. Ellos no solo eran los padres de Harry, eran Lily y James, amigos.
— No sé por qué pasó lo que pasó— soltó intentando sacarse esa pesadez.
Se miraron.
— Tampoco sé cómo me siento al respecto— agregó pasados unos segundos.
— Ni yo— contestó ella suavemente. Repentinamente rió—; me gustaría exigirte una respuesta comprensible pero no puedo hacerlo, por que esa mañana fuimos dos, y fue a los dos que se nos fue de las manos.
James sonrió.
— Enfurecerme, levantarme y no hablarte por días— continuó Lily medio en broma.
— Si quieres puedes irte simulando enojo— propuso.
— No serviría de nada, vinimos en tu auto.
Ambos rieron.
A esa altura de la vida, y con todo lo acontecido a su alrededor, era amigos. De ese tipo de amistad que te lleva de la nariz a hacer cualquier cosa por ese ser querido, a brindar el tipo de lealtad que ameritan las situaciones difíciles.
La cena continuó , una nueva tranquilidad parecía instaurada entre ambos, tanto, que al finalizar la noche, bastante más tarde lo que pensaban, salieron del salón casi últimos.
— ¿En serio preguntó eso?
— No, no hubo pregunta, fue una observación.
— ¿Y Remus que le dijo?
— ¿Qué puede responder ante eso? Por más que esté acostumbrado a las locuras de Sirius, hay veces que ni siquiera es necesario responder.
— Siempre me he preguntado como es que Remus se ha juntado con ustedes.
— ¡Ey! ¡Eso dolió!
Habían aparcado no muy lejos, y la noche se presentaba fresca. Para Lily era mejor, había tomado demasiado vino, aunque también lo había compensado comiendo como si no hubiese mañana.
El retumbar de sus tacones, la llaves de él en mano.
— Por favor, también te lo has preguntado.
— Todo el tiempo— rió él.
Se adelantó para abrir el lado del acompañante.
— Pero la verdad es que estaría perdido sin nosotros. Somos como la salsa en un buen plato de pastas.
— ¿Tan sensuales? — preguntó ella llegando a su altura.
— Bueno, tal vez soy más como un queso.
— Creo que Sirius tiene más pinta de ser parmesano.
Esa noche no había sido como planeó, por que ni en sus mejores sueños pensó que terminaría saliendo del restaurant tan alegre, ni que ella estuviese en el mismo estado. Habían hablado por horas y tenía la sensación de haber afianzado los lazos que compartían.
Estaba confiado.
Y fue justamente por eso que todo dio una vuelta de ciento ochenta grados en un abrir y cerrar de ojos.
Si, todo estaba bien, comiendo a distancia, con la risa de ella a distancia, y con su perfume perdiéndose en la inmensidad del salón.
Pero ya no estaban en el restaurant, las luces no empequeñecían el brillo de sus ojos, y ni la calidez que emanaba de su menudo cuerpo.
Y al parecer ella pasaba por el mismo trance por que cuando la pegó contra el automóvil, besándola, no se quejó en lo mas mínimo, es más, lo acercó abrazándole por el cuello.
Joder. Que bien se sentía.
¡Hola!
Antes que nada, lamento lo ocurrido. No esperaba que las cosas se dieran así, pero por cuestiones personales (mi padre tiene destruido el meñisco de una de sus rodillas) tuve que hacerme cargo de un montón de cosas que no estaban previstas. Hace dos semanas que ando con esto, por tanto, pospuse la actualización y la realización del video con las respuestas. Por el momento el video sigue en construcción. En cuanto lo suba avisaré, posiblemente, en una actualización. Así que disculpen la desprolijidad, pero realmente las cosas se dieron fuera de mi control.
Por suerte mi viejo está mejor, pero sigo corta de tiempo por tener que ayudarle.
Les dejo este nuevo capitulo, que espero, hayan disfrutado.
Nuevamente, ¡lamento la demora!
¡Besotes!
Grisel
Mención especial a: CintyVeint , Milacaceres11039, NeNa26 , ARJ - VG, JacKyuLand , Afrodita Malfoy Black , MerodeadoraBlack, Marlee, Frany Fanny Tsuki .
Me veo incapaz de expresar con precisión lo que sus palabras significan para mi ¡Mil gracias!