Disclaimer: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Estoy accidentada, así que de seguro habrá algún dedazo. TT
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Capítulo 17: Confesión de amor
Si acaso estaba soñando en ese momento, más le valía que no abriera nunca los ojos, porque ella no quería despertar. Así, mientras sentía los labios de Gaara sobre los suyos, Matsuri correspondía torpemente, casi como si se tratara de una niña aprendiendo apenas a andar en bicicleta. El chico se separó después de casi dos minutos de estarla besando, ella ni siquiera sabía que un beso podía ser tan largo, estaba sorprendida y todavía más nerviosa que antes, pero se sentía feliz, estaba tan feliz que podía llorar.
—Matsuri… –la llamó el pelirrojo al separarse, casi todavía tan cerca de ella, como para que sus palabras y el tono de su voz la hicieran temblar—. Matsuri, me gustas… –repitió entonces, causando que miles de mariposas revolotearan en el estómago de la más baja, que apenas y era capaz de hilar algún pensamiento coherente.
—¿L-lo dices en serio? –cuestionó. Sentía el rostro arder de vergüenza, el pulso acelerado, su respiración era un desastre, jamás había pensado que algo como esto ocurriría. Cuando ella y Gaara eran niños, nunca pensó que un día, años después, sería él quién le robaría su primer beso, que iba a ser él la persona de quién ella se enamorara por primera vez. Nunca imaginó que Gaara iba a convertirse en aquel que la llevaría a ver el cielo con tan sólo sonreír.
—Sí –Gaara hablaba con seriedad y firmeza, se notaba que no había ni un atisbo de duda en su voz, aunque, por dentro no estaba mejor que Matsuri. Su pulso también estaba acelerado, su respiración agitada ante el deseo de volver a besarla, sus piernas estaban firmes, pero sus manos temblaban, pues no sabía lo que ella iba a responder, o más bien, podía asegurar que Matsuri lo iba a rechazar, ya que a ella sólo le interesaba su amistad. Aun así, quiso comprobarlo por sí mismo y, mientras se alejaba un poco de ella, la miró fijamente—. ¿Y tú, Matsuri? ¿Qué sientes por mí?
La castaña movió boca para hablar, pero apenas un pequeño sonido se escuchó, la voz de una de sus amigas la interrumpió.
—¡Matsuri! –exclamaba Sari, la cual corría hacia ellos alegremente—. Oye, ¿qué haces aquí? ¡Vamos a bailar junto al fuego! –antes de que su amiga pudiera replicar, la chica de larga cabellera la jaló del brazo y se la llevó consigo, no sin antes, dedicarle una enigmática mirada a Gaara, quién sólo frunció el ceño.
En ese momento, él pensó en dos cosas; que debería haberle contado a Matsuri que no confiara en esa traidora que hablaba mal de ella a sus espaldas y, la segunda, que no dejaba de pensar en las palabras de Sari antes del inicio de la obra, ¿qué era lo que ella sabía acerca de su amiga de la infancia?
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Inuzuka Kiba no era un chico extremadamente popular con las mujeres, pero solía tener su cierto "arrastre" cuando iba a fiestas y le echaba el ojo a alguna joven que le pareciera atractiva. Él tenía pinta de salvaje y matón, pero en realidad era muy amable y caballero, se preocupaba por los demás -a su manera- y era empático cuando le era necesario. Pero una cosa que lo estaba volviendo loco en aquel momento era ver como la chica que le gustaba y uno de sus mejores amigos, bailaban, charlaban y reían cual parejita de tórtolos. Él había hecho de todo para que Hinata lo tomara en serio, llevaba muchos meses sintiendo aquella atracción por la Hyûga, solía invitarla a salir seguido, pero siempre era rechazado, hasta que ella por fin salió en una cita con él, pensó que las cosas estaban cambiando, pero Hinata había vuelto a ser distante desde que Naruto se había sumado a la ecuación.
—Tsk… –masculló con enfado y celos, estaba furioso, pero sabía que no podía hacer nada, que esa chica no le pertenecía y no la podía celar.
—Ah, Naruto… –se escuchó una voz femenina casi a un lado de él, seguida de un sentido suspiro. Kiba miró hacia un costado y descubrió a una hermosa chica de larga cabellera rubia y ojos violáceos, hermosos, la cual estaba observando lo mismo que él veía hace un momento.
Él no solía fijarse mucho en la gente de otros salones, pero a Shion la había visto porque solía juntarse con la prima de Naruto y a veces ella y su prima iban a ver los entrenamientos de baloncesto. Kiba no era muy fanático del deporte, él prefería el fútbol, pero igualmente pertenecía a ambos clubes sólo porque así podía hacer más ejercicio.
—Disculpa –la llamó, pegándole un pequeño susto—. Perdona, no pude evitar notar que suspirabas el nombre de Naruto –rio por lo bajo, notando que las mejillas de aquella chica de la clase B se pusieran rojas.
—Oh, no, ¿me oíste? –ella se cubrió la boca con una mano, sorprendida y avergonzada—. B-bueno, no es como si él no supiera cómo me siento… pero esto es un poco vergonzoso.
Kiba abrió ligeramente sus ojos, sorprendido, ¿Naruto sabía que esa chica estaba enamorada de él y aun así se atrevía a estar cerca de Hinata? Ese tipo era un egoísta, sin duda, y un idiota también.
—No te preocupes, no me voy a burlar de tus malos gustos ni nada –dijo el castaño, soltando una ligera carcajada, mientras que Shion sólo se ponía más roja que antes.
Lejos de ellos dos, pero aun estando en su campo de visión, Naruto y Hinata bailaban la coreografiada música que se escuchaba en todo el patio y que varios tarareaban. La ojiperla sonreía, mientras sus mejillas se ponían cada vez más rojas, cosa que para Naruto le hacía verse hermosa.
—¿Te dije lo linda que estás hoy, Hinata? –habló el rubio, sorprendiéndola, sobre todo, por la intensidad de su mirada—. Todos los días eres linda, pero considero que hoy lo eres más que ayer y, seguramente, mañana serás más linda que hoy.
—N-Naruto-kun… ¿qué dices? –Hinata dejó de bailar, su cara completa estaba roja y comenzaba a sentir que las piernas no la sostenían. Entonces Naruto le tomó ambas manos, mientras la miraba fijamente, esbozando su sonrisa brillante y hermosa.
—Honestamente, no sé lo que piensas de mí, tal vez crees que sólo soy un chico tonto que no sabe hacer nada bien y que es torpe y pésimo en la escuela, lo cual es todo cierto, pero… –su expresión de vergüenza lo delató, se sentía como un tonto al decir todo eso de sí mismo, aunque no se detuvo—. Pero la verdad, Hinata, es que planeo esforzarme y ser mejor cada día, para que tú no me odies y no me evites, p-porque… ¡Porque me gustas y quiero gustarte! –exclamó a viva voz, pero nadie les prestaba atención, todos estaban en lo suyo.
Hinata, sin embargo, había escuchado perfectamente y estaba atónita, no podía creerlo, pensó que tal vez lo había imaginado, así que continuó mirándolo sin pestañear, creyendo que, si lo hacía, iba a despertar en su habitación.
—Naruto-kun, ¿puedes repetirlo?
—Dije que me esforzaré para mejorar –el Uzumaki frunció un poco los labios, decir todo eso no era fácil y ella le pedía repetirlo, ya ni siquiera sé acordaba de todo lo que había comentado—. Ah, ¿qué era lo otro? –murmuró para sí mismo, así que Hinata no pudo evitar reír bajito, se veía tan hermosa, que Naruto se sonrojó.
—Creo que estás confundiendo las cosas, Naruto-kun –ella le miró una vez más, ya no estaba tan avergonzada, aunque sus mejillas continuaban adornadas con aquel dulce todo carmesí—. Yo jamás te pediría que cambies tu forma de ser, mucho menos para que me gustes o complacerme… yo… –sus ojos se desviaron hacia el suelo, era demasiado para ella decir lo siguiente mientras veía su rostro—. A mí siempre me ha gustado Naruto-kun tal cuál es, no debes hacer nada para gustarme, porque ya me gustas, siempre lo has hecho.
A medida que ella le confesaba esos sentimientos que por tanto tiempo había guardado, los ojos de Naruto se iban abriendo más y más, hasta casi sentir como si ardieran. No podía creer lo que acababa de escuchar, ¿sus sentimientos realmente eran correspondidos? ¿El en verdad le gustaba a Hinata de la misma forma que ella le gustaba a él?
—Entonces… ¿no te desagrado? –la Hyûga negó con la cabeza, todavía viendo al suelo—. ¿Y por qué siempre huías de mí? –al recordar todo eso, el corazón de Naruto dolió un poco, la idea de no ser lo suficientemente bueno para Hinata le abrumaba.
Ella se soltó de sus manos y comenzó a jugar con sus dedos, parecía una niña tímida y dulce.
—E-es que… m-me daba mucha vergüenza estar cerca de ti, Naruto-kun, soy muy tímida y sentía que si estábamos cerca te ibas a dar cuenta de todo y… –al sentir que su cara ardía, Hinata se cubrió con las dos manos, sin percatarse de que Naruto sonreía lleno de dicha, su pecho de había inflado de orgullo al darse cuenta de que todas las veces que creyó que Hinata pasaba de él, en realidad tenía sentimientos mucho más hermosos hacia su persona; estaba tan feliz de haberse confesado en ese momento, que ni siquiera le importó Kiba o Shion.
—Hinata, me gustas mucho –repitió, apartando las manos de la chica de su cara, para poder tomar su mentón y hacer que ella lo viera a los ojos—. Me gustas tanto que siento que me podría morir por ese sentimiento, tengo el pecho apretado y estoy muy nervioso –dijo, tratando un poco de saliva. Ella le sonrió, permitiendo que una pequeña lágrima se alegría se le escapara y se deslizara por su mejilla.
—También me gustas mucho, Naruto-kun, desde hace mucho tiempo –esta vez la Hyûga confesó lo que sentía, sin perder el tiempo en dudas que la distrajeran, sólo quería abrazar a Naruto y estar a su lado.
Él, sin embargo, era mucho más osado y después de escuchar sus palabras, no dudó en unir sus labios en un beso, un beso dulce, suave, ligeramente embriagante, pero lleno de inocencia y de puro amor, porque ambos sabían bien que no sólo era atracción lo sé sentían.
—¿Quieres ser mi novia? –susurró contra los labios ajenos, obteniendo sólo un asentimiento de cabeza por parte de la ojiperla, antes de volver a besarla.
A lo lejos, Kiba y Shion observaron la escena, ambos con un sabor amargo en sus bocas, con el corazón roto y, con ira creciendo dentro de ellos.
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—Muy bien, aquí estoy –dijo la chica, con un claro tono de molestia y enojo impregnado en su voz. Estaba tan enojada con él, no entendía las razones de Neji para actuar del modo en que lo hacía, ¿por qué le pedía verse y hablar? Si, a fin de cuentas, él no la quería, nunca la quiso.
Neji estaba apoyado contra la pared trasera del edificio principal de la escuela, a unos metros de donde se estaba llevando a cabo la fogata, ahí apenas y llegaba un poco de luz y ruido desde el lugar de celebración, lo demás estaba prácticamente a oscuras.
—¿Ahora sí vas a decirme por qué terminaste conmigo? Porque no recuerdo haber hecho nada para ofenderte o molestarte, Tenten.
La castaña le miró a los ojos, estaba seriamente sorprendida, ¿de verdad Neji le había pedido verse sólo para preguntarle eso?
—¿Acaso eres idiota? –cuestionó la Ama, provocando que el ceño del chico se frunciera, no soportaba que nadie le tratara de ese modo—. ¿En serio me pides vernos sólo por tu orgullo de macho herido?
—¿De qué carajo hablas? –perdiendo un poco la paciencia, el Hyûga alzó la voz, algo alterado—. ¡Sólo dime de una vez qué pasa! –exclamó cabreado, agarrando a Tenten por la muñeca con fuerza, acción con la que ella no pudo evitar quejarse del dolor.
—Suéltame, Neji, me duele…
—Tenten, ¿estás saliendo con ese tipo del 3-B? ¿Me dejaste por él?
—¿Qué? –preguntó sorprendida, pero no podía pensar en responder debido al fuerte agarre del castaño—. Suéltame ya, Neji, me lastimas.
El chico bajó la mirada y se dio cuenta de que sí, estaba apretándola demasiado fuerte, tanto, que sus dedos dejaron una marca roja en la piel blanca de Tenten; era un completo idiota.
—Perdona…
—En serio no entiendo por qué te importa saber la razón de por qué terminamos, ya que nunca me ponías atención, siempre me dejabas sola, rara vez me llamabas o respondías a mis mensajes… Neji, no fue sólo una cosa, fueron muchas, fue todo… –Tenten bajó la mirada, las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos y realmente no quería llorar frente a él—. Pero… lo que más me dolió fue enterarme de que fui una apuesta.
Los ojos de Neji se abrieron tanto, que sintió que se le secaban, ¿cómo es que Tenten sabía sobre eso?
—Espera… eso no es…. Es un malentendido –intentó explicar, pero ella le interrumpió, negando con la cabeza al mismo tiempo que hablaba.
—Mira, no me interesa, no quiero saber nada, solamente quiero que me dejes en paz –la castaña nuevamente intentó huir de la escena, pero Neji volvió a tomarla por la muñeca, esta vez, procurando no lastimarla, a veces no podía controlar su propia fuerza.
—Te juro que todo puede explicarse, ¿sí? Sólo escúchame…
—No.
Tenten movió bruscamente su brazo para liberarse, corriendo apenas se soltó del agarre, pero Neji no pensaba darse por vencido fácilmente y la siguió, sólo que no contaba con que Kankuro iba a aparecer justo ahí, escondiendo a la castaña detrás de su espalda, mientras lo miraba a él con odio.
—Ya déjala en paz, Hyûga, ella no quiere verte –dijo el muchacho, notando la mirada llena de rabia y frustración del presidente del consejo hacia su persona.
—Apártate o te aparto a golpes –amenazó, pero Kankuro ni siquiera se inmutó.
—Atrévete –dijo, esbozando una media sonrisa de arrogancia, pues, aunque no sabía nada de artes marciales como el ojiperla, al menos era bastante bueno peleando. Por su parte, Neji estaba a punto de darle un puñetazo, pero la voz de Tenten le impidió moverse.
—Si le tocas un pelo, te juro que nunca te lo voy a perdonar, Neji Hyûga –habló con firmeza, dejando a Neji congelado, con la mano empuñada a mitad de camino hacia el rostro del Sabaku No—. Kankuro, vamos –la chica tomó la mano de su amigo y se alejó junto a él, ya no soportaba estar cerca de Neji por más tiempo, le dolía el solo hecho de tener que verlo, agradecía infinitamente la presencia de Kankuro en el lugar y momento indicados.
Por otro lado, Neji sólo se quedó ahí, sin saber qué hacer o a dónde ir, ¿qué debía decirle a Tenten para que ella le perdonara? Todo esto por un tonto malentendido.
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La chica se dejó caer sobre su cama dando un hondo suspiro, ya había llegado a casa desde hace un rato, se había dado un baño y se dispuso a dormir, pero no podía, puesto que no dejaba de pensar en todo lo que había sucedido el día de hoy, desde el hecho de haber tenido que interpretar a Blancanieves, luego que Gaara la haya besado y, finalmente, que confesara que ella le gustaba. Estaba tan sorprendida que no siquiera había sido capaz de darle una respuesta decente. ¡Pero qué tonta!
—Ah, ¿y si se molesta conmigo? –se revolvió el cabello y luego se recostó boca arriba, mirando hacia el techo, mientras los dedos de su mano derecha acariciaban suavemente sus propios labios, dibujando su contorno, como lo habían hecho los labios de Gaara hace un par de horas—. Mi primer beso… –murmuró, poniéndose completamente roja.
Aún no podía creerlo, el hecho de haber recibido su primer beso y, que ese beso haya sido de Gaara, de la persona que ella quería, era como estar en las nubes. Aunque, después de eso, el miedo la invadió sin que ella lo pudiera evitar, ¿qué se suponía que pasaría ahora? ¿Si Gaara algún día recordaba todo y se molestaba por no haberle dicho la verdad desde el inicio? Estaba asustada de sólo pensar en ello, ¿qué debía hacer?
Realmente deseaba estar junto a él, quería decirle que también le gustaba, que se moría por él, pero sentía terror de sólo imaginar que el pelirrojo pudiera odiarla por no hablar antes, ¿debía arriesgarse aun así?
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En su habitación, Gaara estaba recostado sobre su cama. Las luces estaban ya apagadas, era bastante tarde, pero él no lograba conciliar el sueño, puesto que estaba muy inquieto. Había besado a Matsuri, le había dicho lo que sentía por ella, pero ahora estaba muriendo de la incertidumbre, puesto que ella no había contestado, ¿acaso Matsuri de verdad no lo veía como algo más que un amigo? ¿La había cagado en decirle cómo se sentía? Tantas preguntas asaltaban su mente, que sentía como si el tiempo no avanzara, los minutos eran eternos y sus ojos estaban más abiertos que nunca. Incluso si era tonto pensar en ello, estaba asustado de haber echado a perder las cosas con Matsuri al actuar de modo impulsivo.
—Ah, Matsuri… –cerró los ojos se dio algunos golpes suaves con la mano cerrada sobre la frente, como si buscara que las ideas brotaran a través de esa acción. En ese momento, una notificación de su celular le hizo abrirlos nuevamente, tomando el aparato tan veloz como un rayo; era un mensaje de Matsuri.
"Gaara-kun, perdón por no haber podido hablar contigo hoy, hablemos mañana, ¿sí? Que duermas bien, te quiero mucho."
Frunció el ceño al terminar de leer, aunque el mensaje estaba escrito como habitualmente los escribía la castaña, no podía evitar sentir cierta frialdad en la intención del mismo, ¿en serio ella no planeaba ni tocar el tema?
"Buenas noches."
Después de enviarle la respuesta, se reprochó mentalmente, quizás no debería haber contestado, ahora ella sabría que él no podía dormir, era un tonto. Se dio un golpe en la cabeza y se acostó, lo mejor era que tratara de dormirse, ansiaba que llegara un nuevo día y poder hablar con Matsuri de manera decente.
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Eran aproximadamente las dos de la madrugada cuando ella abrió sus ojos, sentía como si hubiese dormido una eternidad y todo le daba vueltas, no podía siquiera reconocer el lugar en donde estaba, sólo sabía que era un cuarto blanco y que ella estaba en una cama.
Después de un momento de pensar, Ino se acordó de que estaba a punto de salir a actuar, cuando había comenzado a sentirse mal, ¿acaso estaba en un hospital? Su cuerpo se sentía pesado, intentó moverse, pero estaba adormilada, e incluso así, podía notar el dolor en el costado derecho de su abdomen.
—¿Qué pasó…? –se preguntó confundida, apenas y podía hablar debido a que continuaba bajo los efectos de la anestesia.
—Ah, por fin despiertas –escuchó una voz masculina. Sus ojos azules se guiaron hacia el sonido de esa voz y, sorprendida, se dio cuenta de que Sai estaba de pie junto a su cama. Él se sentó en una silla luego, sin dejar de mirarla—. Es de madrugada, deberías dormir un poco más, necesitas mucho descanso, Ino-chan.
Ella, todavía asombrada de verlo ahí, decidió preguntar qué había sucedido.
—¿Qué me pasó? ¿Por qué estás aquí? –demandó saber, ya que no le parecía nada normal el hecho de despertar en un hospital junto a ese chico con el cual no se llevaba nada bien. Miró nuevamente a Sai, observándolo más detenidamente, él parecía muy cansado, estaba un poco ojeroso, como si no hubiera dormido por estarla cuidando, ¿acaso era así?
—Tenías apendicitis, se agravó y tuvieron que operarte, el doctor lo decidió ya que tu padre no estaba presente –le comentó el pelinegro, bostezando, pues obviamente tenía mucho sueño—. Me dijo Matsuri que él llegará mañana, de todos modos, no quise que te quedaras sola.
La rubia, casi atontada, no pudo evitar sentir como su corazón se agitaba debido a las últimas palabras, ¿realmente Sai había estado ahí sólo para no dejarla sola? No sabía qué pensar, estaba agradecida, conmovida y un poco avergonzada, después de lo mal que siempre lo había tratado, todavía él estaba a su lado, acompañándola.
—Apendicitis… –murmuró, ahora entendía los dolores por los que había estado pasando, debería haberles prestado atención mucho antes, pudo haber muerto por su desentendimiento con su propia salud—. Sai… –lo llamó, captando su atención—. Gracias por cuidar de mí.
Sai le sonrió, no parecía que esta vez estuviera fingiendo como siempre hacía, lo cual provocó que los latidos de Ino se agitaran aún más.
—Me alegra que estés bien, estaba preocupado –confesó el mayor, ensanchando un poco más la sonrisa. Ella, sin dudarlo, también le sonrió, al menos lo poco que pudo en su estado.
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Era bastante temprano por la mañana cuando Matsuri se levantó, se dio un baño y desayunó junto a sus padres. Les había comentado la noche anterior sobre lo sucedido con su prima Ino, así que los tres habían quedado de ir a verla, pues sabían que Inoichi, el padre de la chica, estaba fuera de la ciudad por negocios.
Después de terminar de desayunar, la chica se fue a lavar los dientes, mientras esperaba a que sus padres acabaran de arreglarse para salir, en eso, su celular comenzó a sonar. Escupió el agua con la que se estaba enjuagando y miró la pantalla, era un mensaje, cuyo remitente le hizo ponerse nerviosa, ya que había recordado lo que pasó la noche anterior.
—Gaara-kun ya está despierto… –murmuró, pensando cómo iba a contestar aquel "hoy hay que hablar". Había estado pensando toda la noche al respecto y aún no sabía qué hacer, todo esto le daba mucho miedo, tan solo esperaba no echar a perder las cosas con Gaara. Le envió un simple "claro" y se guardó el celular en el bolsillo del pantalón.
Después de que sus padres estuvieran listos, salieron para montarse en el auto de Ryu. Éste estaba poniéndose el cinturón de seguridad, mientras su hija se acomodaba en el asiento de atrás, en eso, la madre de Gaara, quién estaba regando las plantas en su patio delantero, llamó a la madre de Matsuri y le dijo algo. Momentos después, Ayako también se montó en el auto.
—¿Qué te dijo la vecina, cariño? –preguntó el hombre, encendiendo el motor del auto, para luego partir.
—Oh, nos invitó a cenar esta noche con ellos –contestó alegremente la mujer, a lo que Matsuri abrió sus ojos con gran sorpresa.
¿Cenar en casa de Gaara, con toda su familia presente? ¡Se iba a morir de la pena!
No tardaron mucho en llegar al hospital y, después de conseguir estacionamiento, se dirigieron a ver a Ino. Ella ya se encontraba en compañía de su padre, el cual había llegado hace un rato, permitiendo que Sai se retirara. Inoichi Yamanaka era un hombre alto, de cabello rubio y largo, tenía un gran parecido con su hija, o más bien, ella era idéntica a él. Después de saludar a Ino y comprobar que ella estaba bien, los padres de Matsuri y el padre de la paciente salieron un rato, dejando a solas a las dos jóvenes.
—¿Cómo te sientes, Ino-chan? –le preguntó la castaña, sentándose a su lado. Ino podía estar convaleciente, pero, aun así, seguía viéndose hermosa y llena de estilo, Matsuri no podía negarlo.
—Estoy bien –le respondió Ino. Estaba recostada en la cama de hospital, pero ésta estaba un poco alzada para permitirle ver la televisión y no pasar mirando al techo—. Escuché que tuviste que cubrirme en la obra.
Matsuri se sonrojó al recordar aquello, no era algo que le llenara de orgullo, tomando en cuenta que todos la habían visto.
—Ah, s-sí, era eso o se cancelaba todo.
Ino frunció ligeramente los labios.
—No es justo –se quejó, cruzándose de brazos—. Yo quería besar a Gaara, no se vale que al final lo hayas hecho tú.
—Y-yo no lo besé –Matsuri aclaró rápidamente el tema, moviendo sus manos nerviosamente en todas direcciones, puesto que había recordado nuevamente lo que pasó después de que la obra acabara y ambos se habían quedado a solas—. Y-yo no… Ino-chan…
La pequeña carcajada que Ino dejó escapar llamó la atención de Matsuri, quién tenía las mejillas rojas y no lograba hablar de modo coherente.
—Escucha… –la rubia dejó de reír y miró fijamente a su prima, había pasado por una experiencia demasiado fuerte para ella, algo le decía que debía dejar de lado ciertas actitudes que le hacían daño a las demás personas, sobre todo a Matsuri, quién siempre se preocupaba por ella—. Matsuri, yo sé que Gaara te gusta.
Matsuri no respondió nada, solamente bajó la mirada, agarrándose con fuerza de la tela de su falda. Se mordió el labio inferior, no tenía ninguna intención de hablar de un tema como este con Ino, pero era obvio que pasaría.
—No tienes que negármelo, se nota con solo verte –continuó hablando la Yamanaka—. También es bastante obvio que tú le gustas a él, Gaara se muere por ti, eres la única chica a la cual le hace caso.
—¿Qué dices, Ino-chan?
—Digo que me rendiré con él –aunque Ino portaba una mirada orgullosa, por dentro sí que se sentía derrotada, pero había entendido algo muy importante, que no estaba bien que forzara a alguien a gustar de ella, cuando claramente él no la volteaba a ver—. Dejaré de molestarlo, Gaara realmente te quiere y creo que sólo pierdo mi tiempo interfiriendo entre ustedes.
—¿Por qué harías eso? –preguntó una confusa y sorprendida Matsuri, conocía bien a Ino y sabía que ésta jamás se rendía cuando quería algo, era demasiado caprichosa como para conformarse—. Ino-chan, tú no eres así.
—Tsk –la chica chasqueó la lengua, frunciendo el ceño—. Sólo acéptalo y ya, no preguntes tanto.
Una pequeña sonrisa se formó en los labios de la ojinegra, la cual asintió con la cabeza, alegre. Le daba gusto que Ino finalmente decidiera dejar en paz a Gaara, siempre le habían dado celos y ahora podía sentirse más tranquila, aunque sabía que no tenía motivos, que Gaara no le haría caso, él le había dicho claramente lo que sentía.
—¿Puedo contarte algo? E-es que no se lo he dicho a nadie y estoy muy confundida –sus mejillas nuevamente estaban rojas, mientras jugaba con sus dedos, al más puro estilo de su amiga Hinata, al tiempo que miraba hacia el piso. Cuando ella e Ino eran más pequeñas, solían ser mucho más cercanas y se contaban todo, pero su prima había cambiado a medida que creció, yendo a colegios caros, pasando más tiempo con los empleados que con su familia, era normal que se hubiesen alejado.
—A ver, dime –respondió la chica, cruzándose de brazos. Estaba segura de que su prima le contaría algo sobre Gaara y, aunque quería sentirse molesta, la verdad era que no lo estaba, solamente hacía el ridículo obligándose a sí misma a estar detrás de Gaara, habiendo otro chico que no dejaba de hacer latir su corazón.
—Gaara-kun me besó anoche y luego se me confesó y yo… y-yo no sé… –reveló, bajando el volumen de su voz, ya que se sentía muy abrumada, ni siquiera sabía si era correcto contarle esto precisamente a Ino, pero no había nadie más, incluso le daba vergüenza comunicarse con Sakura o Hinata para decirles lo que había pasado.
—Ah, Gaara lo hizo por fin –Ino miró al techo de la habitación durante un par de segundos, luego volvió a ver a Matsuri—. ¿Y tú qué le dijiste? Imagino que lo mismo, ¿no?
—No le dije nada, sólo me fui.
—¡¿Qué?! –exclamó la rubia, en un grito estridente que casi dejó sorda a su tímida acompañante—. ¿Acaso estás loca? A ti te gusta él, ¿no es así? ¿Por qué no le dijiste?
—Es que estaba nerviosa –Matsuri hizo un gracioso puchero, no quería decirle a Ino sobre su pasado con Gaara, aunque no estaba mintiendo al decir que su nerviosismo la había hecho dudar—. Ino-chan, nunca me habían besado, mucho menos se me habían confesado, luego que fuera precisamente él… y-yo no sabía qué hacer…
El ceño de Ino se frunció aún más.
—Eres asquerosamente tierna –dijo, volviendo a reírse después de unos segundos, aunque no podía esforzarse demasiado, ya que su operación le dolía—. ¿Realmente ese fue tu primer beso? En serio necesitas salir más, aunque ya es tarde para eso, debes decirle a Gaara lo que sientes o se sentirá ofendido y rechazado.
—Sí fue mi primer beso –contestó la joven, todavía con aquel puchero infantil—. Yo sólo sé que se sintió increíble que él me besara… y –tragó saliva—. Ahora me da un poco de pena verlo, no sé qué decirle…
—"Gaara-kun, también me gustas, besémonos y tengamos mucho sexo" –habló la Yamanaka, haciendo una pobre imitación del modo de hablar de Matsuri, quién sintió que le salía humo de las orejas por las palabras tan osadas de su prima.
—¡Ino-chan! –exclamó ofuscada.
—Sólo era broma –Ino evitó volver a reírse, sabía que eso sería doloroso, aunque era difícil si Matsuri se comportaba de ese modo—. Solamente dile que lo quieres, no seas tonta, siempre hay una primera vez para todo, pero no puedes dejar que eso te gane.
La castaña asintió con la cabeza, jamás pensó que estaría recibiendo consejos de Ino sobre cómo proceder con Gaara, en otras circunstancias, habría pensado que ella no era sincera, pero ahora no, sabía que su prima le estaba ayudando de buena manera y eso le hacía muy feliz.
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Desde el día del festival, cuando Sasuke había regresado del baño, había estado actuando de modo muy extraño. Sakura estaba en su casa, había llamado a su novio varias veces por teléfono y le había enviado unos cuántos mensajes, pero éste no le contestaba, sólo había respondido en la mañana para decir que estaba algo ocupado. Sakura estaba muy asustada, ese comportamiento le parecía sospechoso, él no solía ser así, a menos que le estuviera ocultando algo importante.
—Ah, ya, Sakura, no pienses en eso –se regañó, revolviéndose la rosada cabellera como solía hacer cada que se sentía frustrada. Su celular comenzó a sonar, por un momento se ilusionó al pensar en que se trataba de Sasuke, pero enseguida se dio contra el suelo, pues era sólo Hinata—. ¿Bueno? Hinata, hola, ¿cómo estás? –saludó a su amiga, la cual enseguida le comentó el motivo de su llamada—. Ah, ¿ir a ver a Ino al hospital? Claro, veámonos afuera, ¿Matsuri está allá? ¡Perfecto!
Se levantó de la cama después de colgar la llamada con Hinata, yendo a buscar rápido algo lindo que vestir, no estaba dispuesta a escuchar de Ino lo mal que se veía, la rubia solía criticar su estilo de vestir aún si se estaba muriendo.
Encontró una blusa sencilla de color rosa, una falda roja, leggins negros y zapatos cómodos. Se pasó un lazo rojo por el cabello y se miró al espejo, tomó su celular y se sacó algunas fotos para subirlas a Instagram, acompañadas de algún hashtag llamativo, a ver si luego Sasuke las veía y le dejaba, aunque sea, un corazón.
Tras subir sus fotos, notó que su novio Sasuke había posteado algo hace sólo un par de minutos, estaba él en una fotografía, parecía que estaba solo, pero en una esquina de la foto se podía ver un mechón de cabello rojo, el cual Sakura no dejó de observar con los ojos muy abiertos, incluso haciendo zoom a la imagen, ¿ese cabello no pertenecía acaso a la chica del 2-B? Karin… Karin Uzumaki.
—No, no, seguro sólo lo estoy alucinando –se mordió el labio inferior y le puso un corazón a la foto de Sasuke, quizá él no había leído sus mensajes aún, así que lo dejaría solo por el momento. Le dejó un comentario sobre lo guapo que se veía y luego guardó el celular en su pequeño bolso colgante, poniendo también un poco de dinero dentro, por si se le ofrecía algo.
Continuaba estando inquieta, pero quería pensar que todas esas preocupaciones sólo eran producto de su imaginación y que, de ninguna manera, Sasuke la estaría ignorando, ni mucho menos estaría a solas con Karin Uzumaki.
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Durante los fines de semana, Itachi solía salir a trotar temprano, aunque este día se le había hecho un poco tarde por estar revisando trabajos y asignaciones de sus estudiantes, había decidido salir de todas maneras. Estaba haciendo un poco de estiramiento de piernas, para él era importante mantener su forma física lo más saludable posible, le gustaba llevar una vida sana.
Sacó una botella de agua del pequeño estuche que traía amarrado a la cintura y bebió para apaciguar la sed, fue entonces que, al volver a guardarla, vio a lo lejos a cierta persona, a quién pudo reconocer enseguida. Últimamente no había hablado mucho con Izumi, desde ese día en que llevó a Temari a la cafetería, parecía como si la castaña lo evitara, aunque él no entendía por qué, según él, siempre habían sido buenos amigos.
Decidió acercarse a la chica y saludarla, quizás sólo estaba imaginando el hecho de que ella le ignorara.
—Hey –exclamó, haciendo un ademán con su mano derecha.
Izumi, quién estaba sentada en una banca, se sorprendió de verlo y estuvo a punto de perder el equilibrio sólo por la impresión que se llevó.
—I-Itachi –dijo la chica, mostrando una sonrisa nerviosa—. Hola, ¿qué te trae por aquí? –preguntó con torpeza, notando que el azabache se sentaba a su lado. Ella no pudo evitar darse cuenta de lo apuesto que lucía Itachi con aquella ropa deportiva, se veía incluso mejor que cuando usaba traje y corbata, ¿podía ser posible que ese hombre no fuese humano? Es que su atractivo era casi irreal.
—He venido a hacer ejercicio, vengo aquí siempre –fue la respuesta del azabache, quién también observó detenidamente a la chica que estaba sentada a su lado. Siempre le había parecido que Izumi era bonita, aunque nunca le había llamado la atención especialmente, pero debía admitir que ahora era mucho más linda que antes—. No sabía que también vinieras aquí, jamás te había visto.
—Ah, no… –la chica se sonrojó ligeramente, estaba un poco avergonzada—. Es la primera vez que vengo, no soy buena haciendo ejercicio, así que pensé que podría cambiar un poco mi rutina.
Itachi dibujó una media sonrisa al verla actuar así, sinceramente, le parecía un comportamiento lindo; sin embargo, al darse cuenta de sus propios pensamientos, desvió la mirada en otra dirección, pues él tenía novia, debía respetarla y no ver de ese modo a otra mujer.
—Ya veo, en ese caso, espero que lo vuelvas un hábito, podría ayudarte con rutinas si es que lo deseas –dijo de modo casual, intentando disipar los pensamientos que hace rato habían ocupado su mente.
—¡Me encantaría! –la castaña se puso de pie, parecía bastante emocionada. Era cierto que, durante los pasados días, había estado evitando a Itachi Uchiha, pero había pensando que eso era algo tonto, ya que eran amigos y él no tenía la culpa de sus tontos sentimientos, así que tenía que hacer un esfuerzo por hacer eso de lado; además, a ella le gustaba muchísimo pasar tiempo junto al azabache, incluso si sólo era como amigos.
—Entonces hagámoslo –dijo Itachi, volviendo a sonreír de modo sereno, sin notar que, dentro de su pantalón, su celular estaba vibrando por una llanada de su novia.
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Gaara se sentía muy frustrado, se suponía que hablaría hoy con Matsuri, pero ella había ido al hospital a ver a Ino, según lo que le contó su madre y él estaba desesperado, necesitaba verla como si no la hubiese visto en meses, no podía olvidarse del beso de anoche, se estaba volviendo loco en estos momentos.
—Rayos, ¿por qué no llega? –se preguntó, luego de ver por la ventana de su habitación, a ver si la castaña se asomaba o si se podía ver el auto de sus padres estacionar, pero no era así. Ella le había mandado un mensaje hace un rato, luego nada, parecía como si lo ignorara, ¿acaso estaba pensando en cómo rechazarlo?
—Gaara, ven a desayunar –escuchó la voz de su hermana mayor, seguida de dos golpes a su puerta, que estaba abierta. El pelirrojo la miró y la notó un poco desanimada, pero antes de poder preguntarle algo, ella se le adelantó al notar que su hermano tampoco estaba de mejor ánimo—. ¿Qué tienes, Gaara? –cuestionó al ver su expresión de desesperación, sentándose sobre la cama del menor, quién sólo soltó un suspiro.
—Le confesé lo que siento a Matsuri y la besé –soltó él sin más, dejando a Temari con la boca abierta, no esperaba un movimiento tan directo por parte de su hermano, siempre creyó que algo así se daría primero de Matsuri y no de él.
—¿Y qué pasó? –preguntó, bastante curiosa al respecto, pues no podía negar las ansias que sentía de ver a ese par juntos de una vez, eran una parejita adorable.
Gaara frunció el ceño, parecía disgustado.
—Ella no me dijo nada, aunque correspondió a mi beso, su amiga se la llevó y desde entonces no nos hemos visto, sólo intercambiamos un par de mensajes y ya.
La rubia hizo una ligera mueca, parecía que la castaña estaba un poco asustada por todo aquel tema de la pérdida de memoria de Gaara, pero ella sabía que la chica se moría de amor por su hermano.
—¿Crees que ella te dirá que no siente lo mismo? –vio a Gaara asentir con la cabeza, consternado, así que ella se rio, pues sabía que eso no iba a suceder—. No seas bobo, Gaara –dijo en tono de regaño—. Matsuri es una chica un poco inocente, es normal que se sienta nerviosa si alguien se le confiesa, ella nunca ha tenido novio y de seguro que el beso que le diste fue el primero para ella.
—Ah, sí… –murmuró el pelirrojo—. Su amiga Sakura me lo había dicho, pero no sé…
—Escuché que ella estará toda la tarde en el hospital acompañando a su prima que está enferma, sus padres llegarán pronto, eso le dijo la señora Ayako a mamá.
—¿Y eso qué? –el chico la miró sin comprender, por lo cual, Temari se dio un ligero golpe en la cara; a veces el inteligente de Gaara era un poco (muy) lento para captar algunas cosas.
—Ve a buscarla y habla con ella, sólo dile cómo realmente te sientes, que la quieres, pero que vas a tenerle paciencia y que deseas hacerla sentir segura, ella te escuchará, te lo aseguro.
Gaara guardó silencio durante un par de segundos, no sabía si las cosas que Temari le estaba diciendo iban a dar resultado o no, pero, a decir verdad, no tenía nada que perder si le hacía caso, ¿no? Jamás había sido una persona insegura, no entendía por qué en estos momentos se sentía así, era como si lo hubiesen cambiado por un idiota, aunque eso no le enfadaba, en serio le gustaba Matsuri y quería intentarlo todo para poder estar a su lado.
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Después de charlar un rato con Ino, Sakura, Hinata y Matsuri estaban juntas en la cafetería del hospital, mientras los padres de la castaña se despedían de la paciente, dejándola un rato con su padre, a quién veía en contadas ocasiones. Las tres amigas comían un par de bizcochos que Hinata había traído de su mansión y bebían un poco de café, al mismo tiempo que dos de ellas no le quitaban la vista de encima a la tercera.
—Entonces, Hinata, confiesa –dijo Sakura, apuntando a su amiga mientras sostenía un bizcocho a medio comer en la mano—. ¿Qué pasó con Naruto anoche? Escuché rumores de que los vieron besarse, ¿es cierto?
Hinata, quién hasta ese momento había estado tranquila, se puso totalmente roja, como un tomate maduro, cosa que le pareció muy sospechosa a sus amigas, así que no le apartaban la vista de encima.
—E-es verdad… –admitió al fin la Hyûga, comenzando a jugar con sus dedos como hacía cada vez que se ponía nerviosa—. N-Naruto-kun y yo nos b-besamos…
—¡Cuéntalo todo! –exclamaron tanto Sakura como Matsuri, ambas sorprendidas y emocionadas por la confesión de su tímida amiga, la cual se veía demasiado feliz, aunque se mantuviera relativamente poco expresiva.
—E-es que él me dijo que yo le gusto y luego me besó… –con cada palabra que Hinata decía, sólo se iba poniendo más y más roja, ya hasta parecía que echaba humo de las orejas—. Después me pidió que sea su novia y yo acepté, a-así que… somos novios –se cubrió el rostro con ambas manos, intentando disimular su emoción, puesto que ni ella misma se lo podía creer aún.
—¿Son novios? –exclamó Matsuri, mientras Sakura solamente sonreía y abrazaba a Hinata, felicitándola por aquel paso tan importante que acababa de dar. Por su parte, la castaña se sentía un poco consternada, sabía que debía decirles a las chicas lo sucedido con Gaara, así que aclaró un poco la garganta y habló—. Yo también debo contarles algo.
Ambas chicas, que seguían abrazadas, la miraron con curiosidad.
—G-Gaara-kun me besó… y me dijo que yo le gusto y… y yo no le dije que él a mí también –escondió su rostro en la mesa, se sentía demasiado avergonzada para ver a sus amigas. Mientras tanto, al mismo tiempo que Matsuri sentía que el corazón se le aceleraba al punto de parecer una bomba de tiempo, Hinata y Sakura abrieron sus ojos por la sorpresa, pero no por lo que había dicho su amiga, sino por la persona que estaba de pie ahí, justo detrás de la castaña.
—¿Entonces sí te gusto?
El cuerpo entero de Matsuri se tensó al escuchar la voz de Gaara justo detrás de ella, levantando la cabeza de golpe, se volteó para encontrarse con el chico, quién lucía un poco agitado, parecía como si hubiese estado corriendo. Se veía tan atractivo ese día, que la castaña creyó que se le iba a salir el corazón y también un pulmón por la boca.
—¡Gaara-kun! –exclamó, poniéndose de pie como un resorte. Él la miraba fijamente, sus ojos verdes no se apartaban de ella, esos ojos tan hermosos que a ella siempre le habían fascinado. Matsuri sentía que su cara estaba ardiendo, sus manos sudaban y sus piernas amenazaban con dejarla caer; jamás se había sentido tan avergonzada en toda su vida.
—Vamos –el pelirrojo no dijo nada más, simplemente la tomó por la muñeca y la jaló lejos de ahí, mientras las dos amigas de la castaña solamente observaban aquella escena como si se tratara de una película de comedia romántica.
Mientras Gaara la jalaba hacia quién sabe dónde, Matsuri solamente estaba callada, escuchando a su corazón latir con fuerza. No podía dejar de mirarlo, desde su cabello alborotado, la línea de su mandíbula, la pequeña gota de sudor que rodó desde su sien hasta perderse bajo su cuello. Él se detuvo en algún lugar donde no había gente, seguían estando en el hospital, pero Matsuri no tenía idea de qué parte era esa. Gaara la volteó a ver entonces, su expresión era tranquila, pero repentinamente una leve sonrisa se formó en sus labios, al mismo tiempo que él se le acercaba de manera peligrosa.
—Dilo de nuevo –exigió el chico, intentando controlar sus impulsos todo lo que podía, no quería asustarla, no quería que Matsuri saliera corriendo o algo parecido.
—¿Qué cosa? –ella, a pesar de saber a qué se refería su amigo, se hizo la desentendida, mirando hacia el suelo, pero tal como anoche, él le obligó a ver su rostro—. Gaara-kun… –murmuró, intentando permanecer de pie y no caerse del nerviosismo.
—Di que te gusto –dijo Gaara, clavando su mirada en ella de tal modo, que parecía como si la hubiese hipnotizado, pues, incluso si Matsuri quería apartarle los ojos de encima, ya ni siquiera podía hacerlo, no podía dejar de verlo—. Di que te gusto, Matsuri… como tú a mí… –susurró esta vez, casi rozando su boca contra la contraria.
Los labios rosados de la castaña temblaban con la cercanía del chico al que adoraba, era como estar en un sueño, un letargo que ni siquiera parecía real, así que, llevada por todos esos sentimientos que parecían estar desbordando su pecho, finalmente se atrevió a responder.
—Me gustas, Gaara-kun –confesó, rodeando el cuello del más alto con sus dos manos—. Me gustas mucho, muchísimo.
Gaara no contestó nada, pero estaba tan feliz, que pensó que no podía existir un mejor día en su vida, que nada ni nadie sería capaz de superar lo maravilloso que se sentía el ser correspondido la primera vez que se enamoraba de alguien; era como estar entre nubes.
—Y tú a mí –respondió por fin, antes de volver a rozar sus labios contra los de Matsuri, de modo tan lento, tan suave, que ella lo percibió como una caricia. Ambos cerraron sus ojos, mientras se dejaban llevar por todo lo que sentían el uno por el otro, dejándolo salir en la forma más simple y pura del amor romántico; un beso.
Ahora ya no había nada que pudiera crear malos entendidos entre ambos, los dos habían confesado sus sentimientos y, mientras se besaban, pensaron que estarían siempre juntos a partir de ahora, era lo que más deseaban, aunque no conocieran el futuro que les esperaba.
Continuará…
