13
La transformación de Hugo
Días después, Hugo salió al fin de la Enfermería. Sus padres pasaban más tiempo en Hogwarts para estar con él. Una mañana, su padre lo llevó al Bosque Prohibido.
—¿A dónde vamos? —preguntó Hugo.
—Lo sabrás cuando lleguemos a nuestro destino. Hasta entonces, estáte callado.
Hugo refunfuñó, pero prefirió no decir nada. Llegaron entonces a un claro. Allí, dos hombres encapuchados, de aspecto feroz, los esperaban.
—¿Quiénes son?
—Te presento a Alistair Bones y Fred Fawcett. Son licántropos.
Hugo los saludó, aunque ellos no dijeron nada, simplemente lo miraron. Después contempló el claro.
—¿Por qué estamos aquí?
—Seré sincero, hijo. Eres un licántropo —Hugo no dijo nada, simplemente se mostró serio —. Estamos aquí porque aquí es donde me mordieron. Aquí es donde empezó mi aventura.
—¿Y donde empezará la mía? —preguntó él de manera irónica.
—Es lo que trato de evitar.
Dio señales a los dos hombres, que se metieron entre los árboles. Luego, caminaron juntos.
—Así que... ¿soy un licántropo?
—Me temo que sí, hijo. Pero voy a hacer todo lo posible porque tu vida sea lo más normal. Sin embargo, vivimos tiempos difíciles. Por tanto, he de prepararte para lo peor.
—¿Para lo peor?
—Hay una rebelión. Dos facciones de licántropos se han rebelado y actúan contra mí. Quieren nombrar a un sustituto, pero los licántropos sólo seguirían a alguien... legítimo.
—¿Legítimo?
—Los licántropos están regidos por un líder desde hace milenios. Para que un licántropo sea líder, ha de matar al anterior líder. Yo es lo que hice con el líder que me precedió. Y ahora es lo que las facciones pretenden hacer conmigo.
—¿Quieren que yo te mate? —Ron asintió —. Pero yo jamás haría eso.
—Por suerte contamos con eso. Y las facciones no pueden acercarse a ti. Lo que a partir de ahora haremos será prepararte. En lucha cuerpo a cuerpo y con armas. Además, te prepararé para tu transformación.
—¿No tomaré la poción de matalobos?
—No. Yo no lo hice y tú tampoco lo harás. Es posible que algún día tengas que luchar contra tus enemigos, por lo que es mejor que te habitues a las transformaciones. Bones y Fawcett te ayudarán en tu entrenamiento porque yo, lo lamento, no podré estar siempre. Tengo que lidiar contra los licántropos y evitar que se unan a las facciones. Y tengo que buscar a Lavender Brown. Bien, hemos terminado por hoy. Tu entrenamiento empezará en cuanto haya Luna llena. Ya nos veremos.
Le dio un abrazo y se marchó. Hugo, por su parte, volvió al castillo. Mientras lo hacia, dos personas lo observaban desde la ventana del despacho del director.
—No me puedo creer que esté viviendo todo esto otra vez —dijo Hermione.
—Ahora, por suerte, estamos preparados. Ron tiene que entrenar a Hugo, pero el resultado será totalmente distinto —contestó Neville.
—¿Se sabe algo de esa Jennifer Brown? —preguntó Hermione.
—No, ha desaparecido. Hasta hace poco era una chica normal y corriente de Gryffindor. Nada más.
—No tenía ni idea de que Lavender hubiese tenido una hija. A decir verdad nunca he pensado en Lavender durante todo este tiempo. Y eso que ella había sido mordida por Greyback. Ron tampoco me habló de ella. Al parecer ha estado todos estos años en la sombra, tejiendo su plan. Pero... ¿para qué? ¿Por qué querría hacer eso?
Entonces recordó unas palabras que le dijeron hace años:
Los hombres lobo son personas profundamente psicóticas. Pueden perder la cabeza con suma facilidad... Es probable que considerase atacar al señor Weasley tras lo que le hizo. Quizás lo considerase una afrenta.
Eso fue lo que Amos Diggory le dijo al poco de que a Ron lo mordiesen. ¿Podría ser posible que Ron hubiese afrentado a Lavender de alguna manera? Hermione se despidió de Neville y bajó hasta el vestíbulo para reunirse con Hugo.
—¿Qué tal estás?
—Bien. Eso creo. ¿Se sabe algo de Jennifer?
—No, me temo que no. Pero cariño, esa chica te engañó. No creo que debas preocuparte por ella —Hugo masculló algo, pero su madre no lo entendió —. Tengo que irme, te veré la semana que viene, cuando vaya a ser tu transformación. Hasta la semana que viene.
—Adiós, mamá.
Y se marchó.
Mientras tanto, la vida en Hogwarts procuró siendo lo más normal posible. Nadie supo del ataque a Hugo, pero si que a mucha gente le extrañó la desaparición de Jennifer, por lo que el director Longbottom lo camufló alegando que Jennifer tuvo que marcharse por motivos familiares.
Finalmente, el día de la transformación llegó. Los padres de Hugo llegaron a Hogwarts. Para aquella ocasión, decidieron ir a la Casa de los Gritos, donde Ron se encerró con Hugo.
—¿Vas a quedarte? ¿No sería peligroso?
—¿Por qué? Soy un licántropo mucho más experimentado que tú.
—¿Y si me matas?
—Los licántropos no matan entre ellos a menos que sea el deseo del humano antes de transformarse. En todo caso, uno de los dos, y ese seré yo, hará valer su autoridad por encima del otro.
—Está bien.
Aunque era de noche, la Luna aún no había salido. Entonces, a través de una rendija, una franja de luz lunar cayó sobre Hugo.
—Ya ha empezado —dijo su padre.
Entonces, los dos, padre e hijo, comenzaron a transformarse. Se desgarraron las vestiduras y empezó a crecerles pelo por todo el cuerpo. En menos de dos minutos, ya eran dos licántropos, uno más grande que el otro. El pequeño se lanzó contra el grande y comenzó a atacarlo, pero el grande, más calmado, lo rechazaba. Entonces, el pequeño rompió una ventana y salió fuera. El grande lo siguió.
Mientras tanto, en el castillo, Hermione y Neville se encontraban en el despacho del director. Rolf Scamander estaba con ellos.
—¿Creéis que estará bien? Siempre estaba nerviosa con las primeras transformaciones de Ron. No pensé que volvería a tener esta sensación.
—Estará bien, Hermione. Tiene a Ron para ayudarlo —le tranquilizó Neville.
—Director Longbottom —por la puerta apareció uno de los profesores.
—¿Qué ocurre, Albert? —preguntó Neville.
—Los dos licántropos se han escapado.
Hermione, Neville y Rolf se miraron. Entonces salieron del despacho con dirección a los terrenos. Una vez fuera, Hermione podía escuchar los aullidos, los cuales provenían del Bosque Prohibido. Sin pensárselo dos veces, los tres entraron. Inmediatamente, se hizo el silencio.
—Sabía que no era buena idea que se quedasen en la Casa de los Gritos —dijo Hermione —. Deberían haber tomado la poción de matalobos, pero Ron insistió tanto.
—No podíamos hacer nada, Hermione. Quería que Hugo experimentase su primera transformación. Y pensó que la Casa de los Gritos sería ideal al haber estado Remus transformándose allí durante años.
—Pero Ron es un licántropo distinto, no sé cómo ha podido pensar que todo saldría bien. Ya ocurrió con su primera transformación hace años.
Entonces, un licántropo apareció entre dos árboles y derribó a Neville, pero no le hizo nada. Hermione vio que era Ron. Otro apareció entre unos arbustos, más pequeño. Se trataba de Hugo. Se acercó a Rolf, dispuesto a morderle.
—¡Desmaius!
Hugo esquivó a tiempo el hechizo mientras Ron saltaba a su lado y le arrancaba la varita de la mano, mordiéndola hasta hacerla astillas. Cuando parecía que Hugo estaba a punto de lanzarse sobre él, se oyó un aullido que llamó su atención. Tras eso, ambos se marcharon.
—¿Estáis bien? ¿Te ha mordido? —preguntó Hermione a Neville y Rolf.
—No, no me ha mordido.
—Sí, estoy bien, pero ha roto mi varita.
—Al menos estamos todos bien, eso es lo que importa —dijo Hermione.
—Diría que Ron sabía lo que hacía. ¿Nunca te dijo nada?
—¿De si era capaz de controlar su transformación? Bueno, Greyback podía, así que no veo por qué él no.
—Sea como sea, hay que ver a dónde han ido. Aquel aullido era de un licántropo, estoy seguro. Debemos averigüarlo —dijo Rolf.
Entonces, continuaron su camino a través de los árboles, en la misma dirección a la que habían ido Hugo y Ron.