50. Rojo amanecer

- Arthur, Molly, a la chimenea, debéis ir a Hogwarts – Ordenó Dumbledore

- Hijos, tener mucho cuidado – Molly abrazaba a Ginny y a Ron

- No te preocupes mamá – Dijo Ron al oído a su madre - No dejaré que ni uno más de mis hermanos muera

Vieron como desaparecían en el fuego verde y desearon con todas sus fuerzas volver a verles lo más pronto posible. Dumbledore salió con el resto, dejando en la ruinosa cocina el cuerpo sin vida de Percy, tapado con un mantel gránate, a los cuatro Guardianes y a Merlín.

- Existe un hechizo muy eficaz que no hemos ensayado. La verdad es que ya se ha llevado a cabo en dos ocasiones, la primera en La Ceremonia de La Unión y la segunda cuando yo llegué

- ¿En qué consiste? – Preguntó Harry mientras miraba por la ventana

- Es un hechizo defensivo a la vez que ofensivo. Estando juntos y a una distancia no mayor a dos metros cada uno, con vuestras respectivas varitas apuntando al centro, nombráis el elemento, Tierra, Agua, Aire y Fuego. Éstas se convertirán en los regalos de Los Fundadores y de ahí saldrán los cuatro rayos que pasaran a formar una cúpula. Debajo de ella, ninguna maldición os podrá dañar pero contra más dañinas sean, más os debilitaran, cierto es que si estáis lo suficientemente concentrados, podrán rebotar y devolvérsela a quien os ataque. Podéis utilizarla para proteger, siempre y cuando la persona se encuentre dentro de los cuatro puntos que formáis

Una enorme explosión se sintió, moviendo incluso el suelo. El ataque había comenzado, gritos por todas partes, luces de rayos en ambas direcciones y de telón de fondo, una inoportuna tormenta acompañada de viento, lluvia y rayos.

- Debemos reunirnos con Sirius – Dijo Harry mirando a través de la ventana rota – Está cerca del bosque

- Recordar que os quedaréis sin fuerzas después de utilizar el hechizo, aún sois muy jóvenes y apenas lo habéis practicado

- No te preocupes Merlín – Hermione veía horrorizada el panorama de fuera – No lo utilizaremos si no es necesario

- Venir aquí, os dejaré al lado de Sirius y yo iré con Dumbledore

Merlín pasó su brazo por encima de los chicos y desaparecieron de la cocina de La Madriguera para llegar hasta el comienzo del bosque. Allí estaba el padrino de Harry, con Remus y Arabella, atacando a un grupo de unos veinte mortífagos.

- Menos mal chicos, sois bienvenidos – Saludó Remus – Bella ¡Agáchate!

Nada más hacerlo, un rayo rojo pasó en dirección a Sirius que lo paró con su varita convirtiéndole en humo.

- No sabía que podías hacer eso – Le dijo Harry

- Regalo de Emy, viene con la inmunidad

- ¡Cuánto me alegro! – Harry miró a Ginny – Tú conmigo a su derecha. Ron, Hermione, vosotros juntos a la izquierda

- Ok, Harry – Ron le miró haciéndole saber que debía de proteger a su hermana con la vida si era necesario

- Nunca dejaría que ocurriera – Respondió Harry dando a Ron la respuesta que quería oír

Se dispersaron a ambos lados de los tres profesores. Se encontraban en un enclave más elevado que el resto de los focos del asalto, desde allí pudieron comprobar que no se trataba de ningún ataque, aquella era una batalla en toda regla. Al menos cuatrocientos mortífagos, oscureciendo aún más la noche, contra bastantes menos contrincantes, ellos se hallaban en desventaja pero eso no les iba a echar atrás, lucharían hasta el fin.

Todos los mortífagos llevaban puestas sus túnicas azabache y las máscaras que tapaban sus rostros dejando en incógnita su identidad, peleaban contra espectros negros que no tenían ninguna clase de piedad, viendo el número de rayos verdes que se surcaban el aire.

- Es hora de que demostremos nuestra compenetración, Gin

- Tú petrificas y yo desarmo

- De acuerdo

- Expelliarmus – Ginny era genial utilizando ese hechizo, lo cual confirmaba una inmensa fuerza

- Maximus Petrificus Totalus – Harry dejó tieso al primero – Catena Perpetuus

Utilizó un hechizo de magia antigua para atar al preso de forma que nadie, excepto alguien que supiera ese tipo de sortilegio, pudiera desatarlo. Mientras, Ginny se ocupaba de romper la varita de quien acababa de desarmar, y así hasta que acabaron con diez de ellos dejando la zona bastante desierta de atacantes. Ron y Hermione habían optado por los mismos hechizos que sus compañeros, derrotando a un número considerable de ellos.

- Ha sido un acierto hacer de niñera esta noche ¿No te parece, Sirius? – Preguntó Remus al derribar al último de la zona

- Sí – Sirius no pudo evitar sonreírse – Y yo que pensé que serían un estorbo

Lo cuatro se les quedaron mirando con cara de pocos amigos. Ron se fijó que sus cuatro hermanos estaban en una posición muy peligrosa.

- Sirius, tengo que ir allí, no puedo permitir que...

- Por supuesto, Ron, ni que decir tiene

Estaban a punto de llegar cuando George cayó al suelo por un Cruciatus, el mortífago no se conformó con ello y le lanzó la maldición imperdonable. Fred lo vio todo y no se paró a pensar, de inmediato se lanzó sobre su hermano, importándole muy poco salvar su propia vida.

- ¡NOOOOO! – Gritó Ginny

- IMPEDIMENTA TEMPUS

- IMPEDIMENTA TEMPUS

Ron y Harry echaron el mismo hechizo sobre los gemelos. Todo se ralentizó en un radio de dos metros a la redonda.

- Sphaera Glacialis

Harry supo enseguida qué debía hacer. De la varita salió una pelota de hielo del tamaño de una qualffle, que cruzó el aire hasta llegar a ellos. Hermione ayudó al hechizo soplando a través de su varita para que atravesara el campo de fuerza más rápido que la maldición, todo gracias a la capacidad de concentración que ella tenía. Cuando ambas se cruzaron, el hielo estalló en millones de partículas y la amenaza desapareció, devolviendo el tiempo a la normalidad.

- Expelliarmus – Gritó enfurecida Ginny al mortífago causante de que a ella casi se le saliera el corazón del pecho

- ¡AH!

El hombre no solo quedó desarmado, sino que fue lanzado por los aires a gran velocidad y distancia, cayendo sobre otros dos mortífagos.

- Ese aún no sabe quien es mi hermana – Dijo George cuando Ron le ayudaba a levantarse

- No sé que será de nosotros cuando sea mayor – Añadió Fred – Seguro que nos asa como pavos para Navidad

- No sé cómo os quedan ganas de seguir con vuestras bromas – Ginny rompió con rabia la varita que acababa de coger – Expelliarmus

- Maximus Petrificus Totalus – Harry petrificó a otro de los atacantes – Será mejor que nos dejemos de charlas y que estemos atentos

Charlie y Bill se entendían a la perfección, les había gustado la idea de Harry de atacar en pareja. Estaban furiosos por cómo había acabado Percy y, sin duda, no se cortaron un pelo en demostrarlo. Patadas, hechizos muy dolorosos y rebotes de maldición imperdonable, hizo que, entre ambos, fuesen cayendo sin que ellos apenas sufrieran ningún daño. Por otra parte estaban Fred y George, que desde el susto no se separaron ni un solo segundo. Cualquiera que hubiese tenido las agallas suficientes de pararse, en medio de aquel caos, a mirarlos, se daría cuenta que estaban saboreando las mieles de la venganza.

Si tenían una virtud los gemelos, era ser sinceros. Nunca se habían llevado bien con Percy, le creían ambicioso, materialista, hipócrita, aparente y muy aburrido. Eso no significaba que no le quisiesen a su manera, aunque tampoco significaba que se asombraran de saber que había caído en el lado oscuro, de todos ellos, él era el más cercano. Ahora luchaban por la rabia que suponía la ruptura de su familia y el dolor de cada uno de sus miembros.

Hermione y Ron seguían juntos, el pelirrojo se había vuelto más efectivo aún, se notaba que tenía cierta prisa en acabar su misión, no le importaba luchar pero le aterraba que alguien más que él estimase cayera en aquella batalla. No sólo desarmaban y petrificaban a los mortífagos que se iban encontrando por el camino, sino que encima, Hermione, había creado una jaula mágica para transportarlos allí y que no estorbaran en medio dela pelea. Enmás de una ocasión Sirius tuvo que cubrir la espalda a Ginny, era demasiado joven para soportar todo aquello y velar todos sus flancos pero se mantenía al lado de Harry, atacando codo a codo en perfecta sintonía.

"Sin duda es lo mejor que hicisteis en toda vuestra vida" Dijo como si hablara con sus rememorados amigos. Canuto se dio cuenta, por primera vez, que Harry y Ginny eran la viva imagen de James y Lily en su juventud, si no fuese por las pecas dela pequeña Weasley, parecerían hermanos ala inversa. Harrycalcado a su padre con los ojos de su madre y Ginny igual que Lily con la mirada de James. Estaban destinados a estar juntos "No debes preocuparte, Emy, le cuidaré como a mis hijos, los que tú y yo nunca pudimos tener". Parecía que los mortífagos nunca desaparecían, cuando acababan con una tanta de ellos, llegaban más y más. En el momento en que por fin pudieron reducir a los que estaban cerca de ellos, Harry y Ron se juntaron.

- ¿No crees que está siendo demasiado fácil? – Preguntó Ron a su mejor amigo

- Sí, no son tan fuertes como yo había imaginado

- Esto no me cuadra, Harry, hay algo que no entiendo

- ¿El qué?

- Se han tomado demasiadas molestias para liquidarnos, excesivas. Primero todos esos dementores y ahora un sin fin de mortífagos ¿De dónde han salido tantos?

- Tienes razón, esto no es un ataque contra nosotros

- ¿Y entonces qué es tan importante como traer a este batallón?

- Es Merlín – Dijo Hermione uniéndose a la conversación

- ¿De qué habláis? – Preguntó Ginny

- No nos cuadra este despliegue contra nosotros, Mione dice que es por Merlín – Explicó Ron

- Puede ser, Voldemort no le podía tocar en Hogwarts pero ahora ya ha salido con nosotros

- No tiene sentido, solo unos pocos sabían que nos acompañaba – Cuestionó Harry

- Wilcox debió averiguarlo, se escapó ayer del colegio después de intentar matarnos a Snape y a mí – Sirius, que oyó toda la conversación, lo tenía muy claro

- ¡Ese cerdo miserable! – Ginny no soportaba oír hablar de él

- Si van a por Merlín, se lo pondremos muy difícil – Aseguró Harry

- ¿Sentís eso? – Preguntó Ron – El suelo está temblando

- Yo no siento nada

- ¡AH! – Harry se llevó la mano a la cicatriz – Voldemort se está acercando

No hizo falta decir más para que el grupo de las once personas que formaban, los hermanos Weasley, los tres profesores, Hermione y Harry, fuesen corriendo hasta el foco donde Dumbledore y Merlín luchaban contra un grupo de mortífagos, mucho más feroces que con los que ellos habían combatido. Los hechizos utilizados por los cuatro Guardianes no servían de mucho allí, así que, a pesar de que sus fuerzas se apagaban, decidieron realizar sus respectivos encantamientos de su elemento, ese era el momento para sacar sus armas más poderosas.

Hermione, por ser el aire, era quien menos fuerza de ataque tenía pero la que mejor podía defender, se limitó a potenciar y dispersar los hechizos que Ron lanzaba, fuesen espinas venenosas del tamaño de plumas de ganso, o cantos de piedra afilados como cuchillas. Harry lanzaba esferas glaciales para que rebotasen las maldiciones imperdonables, e incluso salvó en más de una ocasión, de una muerte segura, a Bella y a Remus. Dejó cualquier clase de escrúpulo para empezar a utilizar uno de sus hechizos más dañinos, "Cultellus Gelu", cuchillos de hielo que salían a millares de su varita para clavarse en el cuerpo de su contrincante. Pero sin duda la más ofensiva era Ginny, sin necesidad de utilizar la varita, era capaz de lanzar bolas de fuego que salían de sus manos y explotaban en el contrario, produciéndole quemaduras desgarradoras que anulaban a cualquier mortífago haciéndoles caer de puro dolor. Ni siquiera Dumbledore o Merlín eran tan efectivos ni dañinos, así que todas las miradas se centraron en aplacar a Ginny, matarla de una vez por todas y que dejara de entorpecer en las órdenes que habían recibido, matar a Merlín y a Dumbledore.

- ACABAR CON ELLA – Gritó una voz conocida, Lucius Malfoy

De repente el suelo comenzó a temblar cada vez más y más, Ron tenía razón y Harry también, Voldemort llegaba pero venía acompañado de veinte gigantes. El pánico se desató en un momento. Las enormes criaturas entraron en el descampado pisando y arrasando con buenos y malos. Sin mirar, ni distinguir, aplastando a todos aquellos que se pusieron en su camino, matando con sus enormes garrotes con púas que clavaban en la tierra como si quisieran sacarle las entrañas.

Ron podía sentir el daño que hacían tanto a los hombres como a la naturaleza, oía en su mente gritos de dolor y veía horrorizado como los árboles, en donde había jugado de pequeño, eran arrancados de cuajo para utilizarlos como lanzas por los gigantes, destrozando los terrenos y su propia casa, tenía que hacer algo o acabarían con su hogar. La mayoría de mortífagos que quedaban en pie, desaparecieron de allí y algunos aurores del ministerio también pero la totalidad de los miembros de la orden que estaban conscientes, junto con los Weasley y los cuatro muchachos, siguieron allí. También se quedó Voldemort rodeado de diez de sus hombres, viendo con satisfacción como sus criaturas arrasaban con todo. Poco le importaba si eran o no de los suyos a quien aplastaban, lo que tenía en mente era acabar con sus principales enemigos.

- Harry, debo de hacer algo, es el momento de mostrar mi última carta

- ¿De qué hablas Gin?

- Puedo convertirme y atacarlos desde el aire, tú procura cubrirme

- No debemos separarnos

- No lo haría si no fuese necesario, tú confía en mí y cúbreme

Ginny se convirtió en una bola de fuego para asombro de los presentes, segundos más tarde era un enorme fénix dorado que ascendía con gran velocidad hasta un grupo de gigantes que iban directos a por ellos. Al ver el pájaro, Ron quiso probar si Patronum, un enorme dragón, podría atacar a semejantes criaturas. Fue una gran idea por su parte, ya que se desenvolvió de maravilla, haciendo caer al menos a tres de ellos. Ginny también obtuvo sus logros desorientando a otros dos, que terminaron en el suelo por una conjunción de hechizos por parte de Harry y Hermione. Agua y Viento se unieron para crear tal tormenta de rayos, que los dos titanes cayeron inconscientes y chamuscados. No eran los únicos que luchaban, el resto de la orden hizo grupos de cuatro que se organizaron para primero aturdirles y luego dejarles petrificados, por último Hermione se ocupaba de atarles con cuerdas mágicas.

No bastó para que el resto de los gigantes, los más grandes y fuertes, llegaran hasta la posición en la que estaban Merlín y Dumbledore. El director intentó hacerles entrar en razón pero estaban incontrolados, venían con sed de sangre, instigados por Voldemort para matar y acabar con todo, por eso eran la última pieza por salir en el juego, porque no hacían distinción con nadie que no fuese él. Todos estaban luchado contra los monstruos cuando Merlín clavó su vara de roble en el suelo, la agarraba con las dos manos y gritaba algo que los chicos no pudieron entender. Al minuto una luz blanca fue naciendo del bastón para hacerse más y más grande, cuando había alcanzado una dimensión considerable, desclavó la vara y la llevó hacia delante. La enorme esfera de luz blanca salió y se separó en rayos que fueron directos a todos los gigantes, caídos o en pie.

La tormenta se agitó tanto que la lluvia apenas les dejaba ver, el viento soplaba en todas direcciones cada vez más fuerte. El fénix volvió a tierra para convertirse en Ginny, estaba exhausta y empapada. Los allí presentes veían entrar los rayos de luz en los ojos de los gigantes y cómo poco a poco se iban haciendo cada vez más transparentes, pareciendo fantasmas enormes sin rumbo ni sentido. Dumbledore tuvo que agarrar a su viejo amigo para que no cayera al suelo mientras sujetaba su vara y mantenía el hechizo. Verles a ambos era como ver a David luchar contra Goliat, dos ancianos cansados rivalizando contra sus propias fuerzas. Pero fue efectivo, la luz cada vez era más intensa y uno a uno los gigantes fueron desapareciendo.

Un grito de furia sonó más fuerte que el viento, Voldemort estaba colérico. Se acercó, custodiado por sus leales espectros, a los dos ancianos y comenzó un ataque sin tregua. De inmediato, Sirius, Remus, Arabella y Snape se enfrentaron a cinco de ellos, por otro lado los cuatro Guardianes fueron con los hermanos Weasley y con Krum a por otros cinco, dejando a los dos ancianos enfrentarse a Voldemort.

- Estoy harto de vosotros, moriréis esta noche de una maldita vez – Voldemort alzó su varita – ADAVA KEDAVRA

Ambos se separaron y el rayo chocó contra un árbol partiéndose en dos. Tanto Dumbledore como Merlín llevaban toda la noche luchando, demasiado tiempo para su edad, sus reflejos fueron buenos para esquivar el rayo pero no para ver como cada mitad de árbol caía encima de ellos. Voldemort fue directo hacia Dumbledore.

- Pobre profesor ¿Dónde está ahora tu grandeza? – Le apuntó directo al corazón – Será un placer que dejes de existir, Avada... ¡AH!

- No te acerques a él – Ginny le había lanzado dos bolas de fuego por la espalda – FUEGO

- TIERRA

- AIRE

- AGUA

Los cuatro Guardianes habían rodeado a Dumbledore dejando en una esquina a Voldemort, apuntaron con sus varitas al cielo y lanzaron el hechizo. De inmediato se levantó una pared, de un cristal que parecía líquido, entorno a los cinco. Estaba claro que el Señor Oscuro no se esperaba aquel alarde de poder, miró al resto de sus mortífagos, viendo que solo cuatro permanecían en pie y no por mucho tiempo. Consideró que era hora de su retirada, aquella batalla la habían perdido pero la guerra aún continuaba, no se marcharía sin antes cumplir un objetivo. Retrocedió con paso lento sin perder de vista la mirada de su mayor enemigo, Potter, realmente estaba sorprendido por su aprendizaje, ahora él le daría una lección más.

Merlín intentaba recuperarse del golpe recibido, su vara estaba a un metro de él, justo cuando iba a cogerla, Voldemort la pisó.

- Nunca debiste volver

- He acabado con tus fuerzas, Tom, este es el principio de tu fin, él terminará contigo

- Estúpido viejo, el fin es el tuyo, Avada Kedavra

- ¡NOOO!

El grito de los cuatro al ver como un nuevo rayo verde impactaba contra el pecho del mago más poderoso de la historia, fue la escena más inconcebible de todala noche. Voldemortdisfrutó al ver sus caras de incredulidad y con esa visión, hizo un gesto a los mortífagos que quedaban en pie, y desapareció junto a ellos. La pared protectora cedió y los cuatro chicos cayeron exhaustos al suelo. Ninguno se quedó quieto, apenas podían sostenerse pero los cuatro se arrastraron para ver el estado del mago. Merlín sonreía tranquilo, sus ojos mostraban tanta paz, tenía la boca entreabierta y el brazo en el pecho. De inmediato Ginny posó sus manos sobre él pero su llama curativa no quiso atravesarle.

- ¿Merlín? – La joven titubeaba su nombre, notaba como aún respiraba, como su cuerpo todavía permanecía caliente - ¿Merlín?

- Mis chicos... sois, sin duda, los cuatro magos más grandes... de estos tiempos – Hablaba despacio como si cada palabra tuviese que descifrarse en un enigma – Ya he cumplido con mi misión... hemos acabado con la mayor parte de sus fuerzas... es hora de descansar

- Merlín, no puedes morir – Harry le cogió para incorporarle – Si tú te marchas, nada habrá valido la pena

- Harry... es hora de que escriba las líneas de las que te hablé... el destino funciona... "quid procuo"... tributo por tributo

- No te vayas, eres lo último que me queda de su espíritu

- No, Harry, su espíritu está en ti y en él – Merlín cerró los ojos y bajó su mano, que por fin tocó el cayado

El cuerpo del anciano mago se hizo cada vez más y más ligero hasta que solo fue un soplo de viento. El silencio lo cubrió todo, nadie se atrevía a hablar, lágrimas mudas cayeron por los rostros de algunos, sobre todo de Ginny y Hermione. Harry se miraba las manos, hacía un instante allí estaba su maestro, el espíritu de su tía, el mago que tantas horas había compartido sus vivencias y el amigo que había luchado para ser aceptado. Ahora ya no había nada, volvían a estar solos, volvían a ser solo recuerdos, personas que pertenecieron a un pasado, de nuevo volvía a dejar a alguien atrás.

La luz del día arañaba la oscuridad de la noche, un duelo mano a mano como cada mañana. Esta vez el amanecer se teñía de rojo en señal de duelo por las decenas de muertos y caídos en la batalla de La Madriguera, asíla llamarían. Deahí en adelante, lo que un día fue el hogar de una familia buena y unida se convertiría en el lugar de la primera batalla de la segunda guerra.

Horas más tarde Molly y Arthur llegaban a su casa, regresaban para recoger todas las cosas que podían servirles. Detalles que habían decorado sus vidas, objetos que significaban momentos de felicidad, regalos de Navidad o de cumpleaños entregados con todo el cariño del mundo, dibujos y trabajos que sus hijos habían hecho cuando eran pequeños, madejas y retales de tela que servían para vestirlos, vasijas, cacharros y cuberterías que tantas comidas habían servido y, por supuesto, todos aquellos inventos y artilugios que el señor Weasley guardaba para investigar, ahora eran embalados en cajas para ser trasladados a no se sabe dónde.

- Harry – Dumbledore se aproximó al muchacho, que permanecía cayado desde hacía horas y que ahora empaquetaba libros en una caja – Tengo que hablar contigo

- Usted dirá, profesor

- Molly y Arthur me han dicho que no podrían reconstruir de nuevo su casa aquí... demasiado dolor

- Lo entiendo

- Ellos aún no saben dónde van a ir. Yo, por supuesto, les he ofrecido quedarse en Hogwarts pero ellos se han negado, quieren estar cerca de sus hijos

- Lo entiendo

- He pensado, si no te parece mal, que como los gemelos, Charlie y Bill viven en un apartamento el Londres, cerca de callejón Diagon, quizás tú puedas alquilar la casa de tus abuelos a los Weasley, así ellos permanecerían juntos

Harry se quedó callado, no entendía porque le pedía permiso a él.

- ¿Te parece mal?

- No es eso, es que no sé por qué me lo pregunta a mí

- Tú eres su dueño

- ¿Qué? ¿De qué habla? Yo no soy... – Harry se paró en seco, ahora lo veía claro, toda su familia estaba muerta, con lo que sus bienes pasaban a ser suyos – Entiendo

- Díselo tú, convence a Molly que es lo mejor que puede hacer

- La casa estaba vigilada

- No desde que ella se fue, de todas formas sería protegida con Fidelius

- Está bien, yo me encargo

Harry llevó a parte a los señores Weasley y les ofrecióla casa. Ellosen principio se negaron en rotundo pero al final aceptaron que era lo mejor para todos. Con el sí por respuesta, Dumbledore se puso manos a la obra y se marchó a Londres con el profesor Flitwick, ambos se encargarían de encantar la casa y poner un traslador para entrar directos sin ser vistos, lo enlazarían con varios situados en diferentes lugares de Londres y conectarían la chimenea con Hogwarts.

Empaquetar y guardar las cosas que habían quedado servibles, no les llevó mucho tiempo, antes de la comida ya estaba todo hecho. El Ministerio les proporcionó un traslador que estaba conectado al hospedaje del Caldero Chorreante. Allí comieron y pasaron el día llevando, sin que nadie les viese, las cajas al número 22 de Craven Hill Gardens. Volver allí no fue fácil para Harry, aunque tampoco lo fue para Sirius. Ambos procuraron no pensar demasiado, ni fijarse en las fotos colgadas en las paredes. En la sala de estar se fueron dejando los paquetes que ordenarían una vez distribuidas las habitaciones. Las mujeres se metieron a limpiar la cocina y los baños mientras que los hombres destapaban los fantasmales muebles cubiertos con sábanas que un día fueron blancas.

Decidieron quedarse en el Caldero Chorreante hasta que hubiesen pasado dos días desde el funeral de Percy. Harry nunca había asistido a un entierro y deseo no volver a hacerlo nunca más. El día seis de julio llegó para habitar de nuevo la casa de los Evans, aunque ahora casi todos los objetos personales, que un día tuvo esa familia, descansaban en el desván, en la habitación de Sirius, antigua habitación de Emy, y enla que Harrycompartía con Ron.

Sirius oyó el sonido apagado del teléfono proveniente de la casa que una vez fue dela señora Marsy. Ahoraestaba en venta, ella había muerto en extrañas circunstancias, pero él sabía que la habían asesinado. Dumbledore le contó que sus hijos no querían saber nada de aquella vivienda y aquella mañana, Sirius vio como varios camiones de mudanzas la vaciaban para ponerla en venta. De nuevo el sonido del teléfono le sacó de sus pensamientos, esta vez habían colgado antes o alguien lo había cogido, seguramente un operario de la empresa de transportes.

- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?La señora Marsy, por favor

- ¿Quién es? – Contestó un hombre

- ¿Habla mi idioma?

- Sí, hablo español, dígame señora ¿Qué desea?

- Me gustaría hablar conla señora Marsy

- Siento decirla que ha fallecido

- ¡OH, NO!

- ¿Era usted amiga suya?

- No, no, es que tenía este número de teléfono para ponerme en contacto con otra persona

- Quizás yo le pueda ayudar – La cara del hombre se iluminó, seguro que la suerte le estaba sonriendo – Soy su hijo

- ¡Ah! En ese caso... igual usted puede... en realidad es un tema delicado

- No se preocupe. Dígame con quién quiere ponerse en contacto

- Con el señor Sirius Black – Un silencio hizo que la señora pensase que se había cortado - ¿Está usted ahí?

- Sí, sí, perdone ¿Ha dicho el señor Black, Sirius Black? – Una enorme sonrisa apareció en los labios del hombre

- Sí, eso he dicho, necesito hablar con él para avisarle del estado de su mujer

- Yo conozco al señor Black, de hecho le veré en breve ¿Puede ampliarme el recado?

- Verá, su mujer está en el hospital y creo que él no lo sabe. Yo soy amiga de ambos y quería avisarle pero solo tengo este número de teléfono

- ¿En que hospital dice que está?

- Está ingresada en el hospital de Liencres, en el departamento de traumatología, estuvo varios días en coma pero ya está consciente, aunque... bueno ¿Puede usted decirle que venga?

- Claro, se lo diré ¿él sabe en que población está...?

- Por supuesto

- Ya pero...

- Dígale que llamó Lola, ha sido usted muy amable, gracias por todo

- No hay de que – El hombre colgó el teléfono

- ¿Encontró la llave de su casa, señor? – Preguntó un chico joven que cargaba un paquete grande – Es que tenemos orden de cerrar la casa y bueno...

- No, no la he encontrado, ya hablaré con los hijos para ver si ellos la tienen

- En ese caso, vamos a cerrar ahora

- No se preocupe, ya me marcho

- Sirius ¿Puedes venir un momento? – Molly le llamó desde la cocina

- Ya voy – Sirius se apartó de la ventana del salón

- Estoy preocupada por Harry, lleva muchos días apenas sin hablar

- No te preocupes, Molly, es esta casa, necesita un tiempo hasta que se acostumbre

Sirius no pudo ver que el chico joven salía de la casa cargando la última caja y acompañando a Mark Wilcox.

FIN