(N/A): Volví. Después de que la universidad intentara acabar conmigo, volví. Como las oscuras golondrinas. Espero que sepáis perdonarme la tardanza. Volví y lo hago con la primera parte de la que será la etapa de los diez años. Creo que me saldrá más larga de lo que esperaba, o al menos eso creo de momento. Pero no me enrollo más.

Disclaimer: Atsushi Okubo se me apareció en sueños y me dijo que todo lo que tuviera que ver con Soul Eater era mío. Después nos casamos en matrimonio con la bendición de Perlita en un día soleado y relampagueante y fuimos muy felices.

[…]

Volvamos a la normalidad, sólo la trama me pertenece.


VECINOS

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"La amistad es un hilo sutil e indestructible que atraviesa la vida y todos sus cambios" (Federico Moccia)

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10 años (1ª parte)

Maka volvió a sacar los objetos que había metido en su mochila por quinta vez. No se decidía en la cantidad de cosas que debía llevarse a la excursión que habían organizado en el colegio, la cual la mantendría fuera de su casa durante tres días. Y le quedaban quince minutos para salir, si es que tenía intención de llegar a tiempo.

Finalmente, con un suspiro, optó por sacar los libros que había decidido guardar en la mochila y llenar su hueco con más ropa, por si se manchaba. Tenía la firme intención de mantenerse lo más limpia posible pero, según habían contado en clase, la excursión, entre otras actividades, incluía un paseo por un bosquecillo cercano con el propósito de que los niños estuviesen en pleno contacto con la naturaleza, de modo que existía la casi segura probabilidad de que se ensuciase. Y si no lo hacía ella lo haría alguien. Pero tenía claro que no acabaría igual que empezó.

La perspectiva del viaje la ponía ansiosa y feliz a partes iguales; feliz por la perspectiva de pasar tres días con sus amigas en un entorno al que no estaba acostumbrada, ansiosa porque nunca había estado tanto tiempo lejos de casa. Aún recordaba la conversación que había tenido con su padre un par de días atrás.

Spirit, tengo que preguntarte algo…

—'Papá', Makita, llamamé 'papá'.

Papá… ¿Podrías firmarme este permiso para una excursión escolar? —Maka le tendió el papel, componiendo su mejor cara de niña buena.

Spirit lo leyó atentamente. Durante unos minutos todo quedó en silencio, hasta que se oyó un gimoteo, como si alguien estuviera a punto de llorar. No hacía falta ser un genio para ver que a Spirit le había dado otro de sus arranques de padre hiper-protector.

M-mi Makita s-se va con sus amigos…m-mi Makita se hace mayor… —su cara, congestionada entre una mezcla de felicidad y tristeza, era todo un poema. Maka resopló ¡Ni que le hubiera dado a firmar una sentencia a la perpetua! ¡Era sólo un maldito permiso para ir de excursión! No lo soportaba cuando se ponía en ese plan, pero decidió hacer un esfuerzo esa vez.

Spi…papá ¿Estás bien?

Sí, sí, sólo es que… son tres días ¡TRES!—volvió a gimotear— ¿qué haré yo tres días sin mi Makita?

"Pues lo mismo que cuando estoy en casa", pensó Maka, pero prefirió guardar silencio. Al final Spirit pareció reaccionar y, mientras se sonaba la nariz con gesto lastimero, firmó la ansiada autorización.

Y…y…ten cuidado. —dijo mientras se lo entregaba. La niña supuso que eso le acarrearía varios días de vagar por su casa como alma en pena berreando que "su Makita esto", "su Makita lo otro" cuando solamente se trataba de una simple excursión. Se preguntó a sí misma qué es lo que pasaría cuando se hiciese mayor y se marchase de casa. Probablemente insistiría en irse a vivir con ella.

El ruido de un pájaro posado en el árbol del jardín devolvió a Maka a la realidad. Miró el reloj y se alarmó: quedaban diez minutos para la hora de salida. Consiguió meter como pudo las cosas en la mochila, de modo que quedaran más o menos organizadas, y bajó las escaleras prácticamente volando. Tenía que llegar al colegio en menos de cinco minutos.

Afortunadamente no le pillaba lejos de casa, apenas cruzar un par de calles, por lo que, tras lo que ella consideró la carrera de su vida, llegó a la puerta justo en el instante en que sus compañeros comenzaba a subir al autocar. Tsubaki, Liz y Patty la estaban esperando con gesto preocupado. Bueno, esta última no.

—¡Maka! ¡Creíamos que no vendrías! —exclamó la morena.

—L-lo siento —Maka apenas podía hablar, sentía como si el corazón se le fuera a parar de un momento a otro por falta de oxígeno.

—Bueno, ahora que estamos todas subamos ya —apremió Liz—, o nos tocará sentarnos detrás del insoportable de Ox y no podré aguantarlo mucho tiempo.

Entregaron sus permisos a la tutora y subieron. Como era de esperar, casi todos los sitios estaban ocupados, a excepción de cuatro asientos —dos delante y dos detrás—casi al final del vehículo. Pero desearon poder bajarse e ir andando a su destino aunque estuviera a cientos de kilómetros nada más ver a los chicos que estaban sentados en la última fila, y que, por tanto, serían sus compañeros de atrás durante todo el viaje: Soul Evans, Death the Kid y Black Star.

Tenían fama de escandalosos, especialmente el tal Black Star, por lo que podían irse olvidando de tener un viaje tranquilo y sosegado, y de dormir ni hablar. Liz y Patty se adelantaron hasta coger los asientos "más alejados" del trío maravilla. Si al fin y al cabo no existía modo alguno de evitar sus molestas carcajadas al menos tendrían el mísero consuelo de saber que Maka y Tsubaki lo tenían peor.

—Malditas —susurró Maka entre dientes mientras se sentaba en los asientos de atrás en compañía de Tsubaki. Los chicos las recibieron con una maligna sonrisa. Maka suspiró.

Aquel prometía ser un viaje muy largo.


Maka abrió los ojos sobresaltada y miró los brillantes números rojos del reloj que había dentro del autobús. Éstos indicaban que solamente había pasado una hora desde que se habían montado, y si calculaba que el viaje era de tres horas, quería decir que aún iban por la carretera asfaltada y, por tanto, aún no habían llegado a una zona pedregosa que pudiera hacer traquetear al vehículo y, en consecuencia, despertarla tan bruscamente.

Observó a su compañera, la cual dormía profundamente ajena a todo. Se incorporó y miró al resto de sus compañeros y comprobó que todos parecían dormir igualmente. Incluidos los de atrás, cosa extraña, desde luego, pues la sonrisa con la que la habían recibido no auguraba precisamente un trayecto de calma y sosiego. De modo que dedujo que se habría despertado de manera fortuita y, por tanto, decidió volver a dormirse. Pero, justo cuando sus párpados comenzaban a cerrarse, se topó con la atenta mirada de Liz.

— ¿Qué ha sido eso? —preguntó la chica Thompson.

— ¿Qué ha sido el qué? —inquirió a su vez Maka, pues estaba segura que no había emitido ningún quejido extraño en su brusco despertar.

—Eso que me ha golpeado.

—Golpeado —susurró Maka, más para ella misma que para la chica. La verdad es que su primera impresión también había sido que la habían golpeado con algo, pero al no encontrar pruebas de ello había dado por sentado que había sido cosa de su imaginación.

Mientras tanto Liz observaba con ojo analítico al resto de sus compañeros, sin saber que eso mismo había hecho su amiga instantes antes con escasos resultados. Suspiró dando por finalizada su infructuosa investigación.

—En fin, supongo que habrá sido cosa de mi imaginación.

—Tal vez —concedió Maka. Tampoco tenía muchas ganas de rebatir esa idea con ella, puesto que el sueño comenzaba a hacer acto de presencia y los párpados le pesaban cada vez más debido al monótono traqueteo del autobús.

—Bueno, a ver si podemos volvernos a dormir —sugirió Liz mientras se acomodaba en su asiento.

Las dos cerraron los ojos en un intento de volver a conciliar el sueño.

¡PLIC! ¡PLIC! Algo golpeó a Maka en la cara y a Liz en la cabeza. Ambas se volvieron furibundas porque ya sabían de dónde provenían los proyectiles que por fin explicaban sus repentinos despertares.

Kid se había puesto totalmente rojo puesto que no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas y encima le habían pillado con todo el equipo; Soul, el instigador, a su lado, ofrecía la amplia sonrisa de aquel que no teme la ira de un par de chicas enfadadas por haber sido despertadas repentinamente.

—¿Se puede saber que estáis haciendo? —masculló Maka, haciendo acopio de todo su autocontrol para no elevar la voz y provocar un escándalo en mitad del autobús.

Black Star, ocupando los dos asientos detrás de los chicos, roncó sonoramente.

—¿Nosotros? Nada…—el tono de voz del albino, que pretendía aparentar inocencia, sonó a 'Culpable' escrito en la frente con letras de neón.

—¡Pero si te estoy viendo! —exclamó Liz en una voz demasiado alta para su gusto señalando el montón de bolitas de papel que se encontraban entre los asientos de ambos chicos. Aquel grito provocó que muchos de sus compañeros se despertaran, incluidas Tsubaki y Patty, y se volvieran para ver qué estaba pasando.

—Yo no las he hecho, ha sido cosa de Kid…—respondió Soul, cada vez más divertido con la situación.

—¡Me da igual! —gritó Liz, la cual, como toda respuesta por parte de Soul, recibió un par de bolitas más, arrojadas directamente a su cara.

Aquello fue la gota que colmó el vaso.

Prácticamente saltó por encima del asiento de Maka para intentar estrangular a ese estúpido, pero, en el proceso, pisó a la pobre niña, provocando que soltara un aullido de dolor.

—¡Liz, para! ¡Me estás pisando! —Maka olvidó controlar el volumen de su voz, lo que provocó que otro buen montón de gente se despertara y comenzara a gritar: ¡pelea!, ¡pelea!,¡pelea!

—¡Liz, tranquila, déjalos! —se oyó decir a Tsubaki, en vano. Patty mientras tanto se reía y aplaudía sin parar.

—Chicos, basta —Marie, la profesora, se acercaba por el pasillo intentando poner orden.

—¡Pelea!, ¡pelea!

—Te vas a enterar, idiota…

—Chicos, chicos, ¡tranquilizaos!

—¡Pelea!, ¡pelea!

—Oh, sí, mira el miedo que te tengo…

— ¡PELEA!, ¡PELEA!

—¡BASTA YA! —la voz de la profesora Marie hizo que todos se los cánticos, las amenazas, e incluida la propia Liz, se detuvieran en seco.

—Profesora, yo, yo…—la niña, que había adquirido un tono similar al de los tomates, no sabía dónde meterse de la pura vergüenza que sentía. Miró a su alrededor y vio que todo el mundo la miraba atentamente, como si fuera un programa de televisión particularmente entretenido, lo cual hizo que enrojeciese aún más, si es que eso era posible. Definitivamente, se le había ido de las manos.

—Antes de oír sus explicaciones, señorita Thompson, me gustaría pedirle que dejara de pisar a la señorita Albarn —jamás nadie había oído hablar en ese tono de voz a la profesora Marie, acostumbrados como estaban a su simpatía, buen humor y continua sonrisa.

—Sí, profesora, lo siento, yo…—Se sentó como pudo entre Maka y Tsubaki realmente avergonzada. La profesora, en tono serio, la había llamado por su apellido y la había tratado de 'usted', algo que no había hecho nunca que ella supiese; debía estar realmente enfadada por el escándalo que habían formado.

—Ahora, señorita Thompson, me va a explicar por qué pretendía atacar al señor Evans.

Liz calló por completo, notando como las lágrimas estaban a punto de escaparse de sus ojos, dejándola aún más en evidencia. Maka la observó con pena y decidió intervenir.

—Disculpe, profesora Marie, pero yo puedo contar lo que ha pasado.

—Adelante.

—Verá, profesora, Liz y yo estábamos durmiendo cuando Soul y Kid nos han despertado tirándonos bolitas de papel. Liz les ha dicho que pararan pero Soul ha seguido lanzándoselas y por eso se ha enfadado y ha intentado pegarle…

—¿Es eso cierto? —inquirió Marie, mirando a los chicos. Ninguno de los dos dijo nada pero la cara de Kid adquirió un tono rojo culpable que no dejaba mucho lugar a dudas. Además, pudo constatar con horror que, aunque habían intentado deshacerse de las pruebas del crimen antes de que la profesora llegara hasta ellos, aún quedaban un par de bolitas acusatorias en su pantalón y otras tantas en el de Soul.

Para su desgracia, Marie también se había dado cuenta de ello.

—A pesar de que han sido ustedes mismos los que se han descubierto no veo motivo para no castigarlos a los dos sin asistir a las excursiones programadas durante los próximos días.

Kid se encontraba al borde del colapso, así que Soul, el cual se había puesto pálido al oír la palabra 'castigo' de boca de la profesora, fue el que suplicó con apenas un hilo de voz.

—Profesora, no, por favor, no nos castigue, no lo volveremos a hacer, de verdad,…

—Me consta que no es la primera vez que recibe un castigo señor Evans, aunque no puedo decir lo mismo de el señor Death the Kid…—Marie observó de reojo al chico, que apenas podía articular palabra y parecía desear que el asiento lo tragase en ese preciso instante.

—Profesora —intervino Maka— creo que no debería castigarlos, tampoco ha sido para tanto, ¿verdad, Liz? —miró a su amiga, que asintió con la cabeza. Aunque Maka también había estado a punto de echarse encima de los dos, consideró que realmente sí se habían excedido en su reacción y que los chicos tampoco merecían tal castigo.

—De acuerdo, chicos —la voz de Marie se suavizó un poco, pues en el fondo sentía debilidad por ese tipo de gestos, viniendo además de niños de apenas diez años como los que tenía delante — no serán castigados esta vez. Pero espero que no se vuelva a repetir. Denme la munición y así evitaremos futuras e indeseadas tentaciones.

Dicho esto, tomando en su mano las sorprendentemente simétricas bolas de papel se marchó de nuevo a su asiento, dejando a los niños con mal disimuladas expresiones de alivio.

—Gracias —murmuró Kid lo suficientemente bajo para que tanto Maka como Liz lo oyeran pero nadie más.

—Eso —corroboró Soul, no sin cierta punzada de fastidio por haber sido descubierto de una forma tan tonta.

Maka asintió con la cabeza, y también Liz. Ambas se acomodaron en sus asientos y comprobaron que aún les quedaba una hora y media para intentar dormir de nuevo. Algo que la mayor parte de sus compañeros ya había hecho al comprobar que no iban a ocurrir más cosas emocionantes.

—Has hecho bien, Maka —fue lo que oyó por parte de Tsubaki, antes de volver a cerrar los ojos.

Black Star, que no se había enterado de nada, roncó sonoramente.


Una hora después, que a Maka le supo a cinco minutos, la voz de la profesora Marie se escuchó en el autobús.

—Niños, ya estamos llegando. Ahora me pasaré por los asientos a asignar a cada pareja sus habitaciones dentro del albergue donde nos alojaremos estos tres días. Espero que os comportéis como es debido. Esto va por todos.

Las cuatro chicas se pegaron al cristal para ver mejor el paisaje, pero tampoco había mucho que ver. Los árboles que bordeaban la carretera estaban cada vez más juntos, y apenas podían divisar otra cosa que no fueran troncos y más troncos a ambos lados; Maka sabía, porque había estado informándose acerca del lugar donde iban a ir, que había un lago cercano al albergue, pero no lo podía divisar debido a lo tupido de los árboles. No obstante, no pudo intentar de nuevo ver algo pues la voz de la profesora Marie al ponerse a su altura la hizo despegarse del cristal.

—Bueno, chicas, he conseguido que os asignen la única habitación de todo el albergue que tiene dos literas para que podáis dormir las cuatro juntas. ¿Qué os parece?

—¡Estupendo! —exclamaron las niñas al unísono.

—Vuestra habitación será la 9, os apunto en la lista —y dicho esto se dirigió al asiento de atrás. Tsubaki, Liz y Patty se pusieron a charlar animadamente pero Maka siguió mirando por la ventana distraídamente sin apenas percatarse de que estaba escuchando a Marie hablar con los chicos sobres su habitación.

—Como veo que es imposible separaros, os he escogido la otra habitación grande que existe en el albergue. Hay una litera y han colocado una cama supletoria para que podáis estar los tres sobradamente anchos. Tendréis la número 10, en el primer piso. Os apunto en la lista—y, tomando nota de lo dicho, se alejó de ellos.

El número rechinó en los oídos de Maka. 10. La habitación número 10. La habitación contigua a la suya.

La niña deseó en esos momentos poder abrir la ventana del autobús y arrojarse por ella. Una cosa es que la pelea de hacía unas horas no hubiera pasado a mayores y hubiera conseguido que no los castigara, pero otra muy distinta era tener que aguantar que esos tres alborotadores habitasen justo al lado durante los tres días que duraba la excursión.

Los escuchó murmurar, probablemente alguna maldad, porque en realidad nunca paraban de planear alguna travesura, pero tampoco tenía muchos ánimos para quejarse a Marie y decirle que prefería dormir en el cuarto de las escobas antes que cerca de aquellos mini-monstruitos.

Suspiró y se acomodó de nuevo en su asiento, resolviendo disfrutar de lo que quedaba de trayecto antes de llegar a su destino. Si pensaban ponerse pesados, tenía claro que ellas les pagarían con la misma moneda, travesura a travesura, gamberrada a gamberrada, poniendo, claro está, mucho cuidado en que no las pillaran. Era evidente que ellos tenían las de perder. Eran cuatro contra tres.

Se van a enterar, pensó la niña, mientras continuaba la sucesión de árboles tras el cristal de la ventana.

Y es que, a los diez años, uno tiene muchas batallas que librar.


(N/A): Eso es todo por el momento. Perdonadme si me demoro mucho en la próxima actualización, pero los estudios son crueles conmigo.

Para ánimos, amenazas de muerte y lo que se os ocurra, el botoncito de 'Review' está a vuestra disposición.