–¡Gouenji!

Kidou pasó el balón hacia delante, el cual llegó perfectamente hasta el Delantero de Fuego.

–¡Toramaru, Hiroto, preparaos!

Endou, quien estaba situado frente a la portería a la que Gouenji se dirigía, no movió un solo músculo.

–¿Qué pasa, Endou? ¿Demasiado asustado para reaccionar? –dijo Gouenji burlón.

–…Me temo que no voy a tener a qué reaccionar –el capitán del Inazuma Japan señaló a Hiroto. Estaba en la defensa del campo contrario.

–Hiroto-kun~… –Kazemaru estaba besuqueándose cariñosamente con el antiguo alienígena. Ninguno de los dos estaba prestando ni la más mínima atención al entrenamiento.

Ésta no era la primera vez que pasaba esto. Hiroto, quien había discutido con su novia, Yagami, había encontrado en Kazemaru un compañero de arrumacos que nunca le dejaba de lado. Ni siquiera en los momentos más inapropiados.

–¡Eh, Hiroto, céntrate! –gritó Gouenji. Sin embargo, esa distracción momentánea fue aprovechada por Midorikawa para robarle el balón a Gouenji, a pesar de que ambos jugaban en el mismo equipo. Pero, al contrario que su compañero, Midorikawa no tenía intención de chutar a puerta.

–¡Astro… Gate! –exclamó el antes conocido como Reize. Su disparo, fuerte y lleno de desdén, se dirigió directamente hacia la pareja del campo, quienes tuvieron que separarse de un salto para evitar el balón, que pasó entre ellos.

–¿¡Se puede saber qué demonios te pasa, Midorikawa! ? –gruñó Hiroto–. ¡En mala hora tuvo que lesionarse Hijakata…!

Así era. El entrenador Kudou, viendo que no podría contar con Hijikata por un tiempo, volvió a llamar a Midorikawa a la selección nacional. Mala idea.

–¡Sois unos imbéciles! –respondió Midorikawa–. ¡Estamos en medio de un entrenamiento, centraos de una vez!

No era ésa la razón del enfado del joven. Llevaba ya tiempo pensándolo y, justo cuando estaba a punto de confesarle a Hiroto que le gustaba, éste empezó su relación con Kazemaru.

Hiroto se limitó a apartar la mirada y resoplar. Tanto él como Kazemaru se fueron a los vestuarios, donde siguieron con su actividad anterior en la intimidad.

–¡Capitán, ¿es que no vas a hacer nada? ¡No creo que dejen de hacer el idiota en los entrenamientos por ellos mismos! –aulló Midorikawa. Estaba que echaba chispas.

Endou suspiró. Lo sabía perfectamente. Un equipo cuyos miembros actuasen por su cuenta y estuvieran enfadados no iba a rendir ni a la mitad de su potencial, y por desgracia, como capitán, era su deber hacer lo posible por ayudar. Y no iba a ser fácil.


–Eh, Kaze-kaze... –Endou pensó que tal vez con un mote conseguiría suavizar un poco la situación. Una medida desesperada como cualquier otra–. ¿Podemos hablar?

Kazemaru titubeó, pero confiaba en su capitán. Hacía ya mucho tiempo que eran amigos, lo eran ya antes de unirse éste al club de fútbol.

–Sí... Sí, claro. Siéntate, capitán –el chico dió unas palmaditas al banco donde estaba sentado, haciéndole señas a Endou para que se situase ahí. Endou vaciló, pero lo hizo.

–E-esto, quería comentarte lo del entrenamiento de hoy... –dijo Endou casi tartamudeando mientras pensaba «Y el de ayer, y el de antes de ayer, y el de la semana pasada...».

–¿Está mal que tenga novio, Endou? –sollozó Kazemaru.

–C-claro que no, ¡me alegro mucho por vosotros...! Pero entiéndelo, molestáis a los demás cuando os ponéis a besuquearos en medio del campo sin atender al entrenamiento...

Endou debió enfatizar de alguna manera extraña o hiriente las palabras "besuquear" y "molestar", porque la expresión de Kazemaru se tornó un tanto más violenta.

–¿Os molesta nuestra relación o qué? –Kazemaru cruzó los brazos y levantó una ceja, mosqueado.

–No es eso, pero si se supone que estamos entrenando y vosotros estáis a otras cosas... ¡Y más siendo del mismo equipo, que desequilibra el partido...!

–Así que vas a ponernos en equipos diferentes en los entrenamientos. Separarnos, en definitiva.

–¿Estás intentando decir algo...?

–Sí. Que no lo apruebas.

¿Qué...?

Endou no podía creérselo. Su amigo estaba tratándolo como... a saber qué. Pero nada bueno, desde luego.

–¿Cómo que no lo apruebo? Sé que te gusta, y me parece bien, pero debéis dejar esa actitud a un lado en los entrenamientos y en los partidos, es todo... –replicó el joven capitán.

–¡No puedo dejar de quererle pulsando un botón, ¿sabes? !

–No tienes que dejar de quererle, sólo... ¡Contente un poco, por favor…!

–¿¡Que me contenga! ? ¿Pero de qué demonios estás hablando? ¡Son sólo besos! ¡No hacemos nada más!

–¡Exacto...! Si os besáis, no jugáis; ése el problema.

–¿Me estás amenazando, Endou?

–¿¡Q-qué! ? –Endou se quedó mirando fijamente a su camarada, sin poder creer lo que oía–. ¿Qué te hace pensar eso?

–Tú no decides quién juega los partidos y quién no –dijo Kazemaru frunciendo violentamente el ceño.

–¡N-no quería decir eso...! –dijo el capitán sacudiendo las manos.

Tarde. Kazemaru se levantó y le lanzó una mirada de desprecio a Endou antes de alegar:

–¡Tú no me entiendes!

Kazemaru salió del vestuario dando un portazo y dejó a Endou plantado. No era realmente culpa del capitán, sino del espinoso tema y de la reacción de Midorikawa a sus besos. El joven Ichirouta pronto se arrepintió de haberle gritado a su amigo. Pero no volvió para pedir disculpas.

El confuso capitán se quedó allí sentado un rato, reflexionando acerca de todo esto. Tendría que tratar de hablar también con Hiroto, y puede que también con Yagami. Y debía darse prisa, o la situación empeoraría aún más...


¡Recapitulemos! Hiroto, tras discutir con Yagami, su novia, comienza a salir con Kazemaru, pero esta relación se interpone con los entrenamientos... y con los sentimientos de Midorikawa. Endou trata de hablar y convencer al joven Ichirouta de que no desate su pasión mientras jueguen, pero sólo empeora la situación.

¿Conseguirá Endou solucionar esta situación? ¿Qué piensa realmente Hiroto de todo esto? ¿Y Ryuuji? ¿Cuánto puede luchar una persona por sus ideales? ¡Todo esto y muchas cosas más (espero) en los próximos capítulos de "¡Tú no me entiendes!"!