Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y la historia es de pattyrose, yo solo la traduzco.
Holaaaa. Ya estoy otra vez aquí con un nuevo fic, esta vez de pattyrose :)
Quería empezar mañana a subirlo pero como hoy es mi cumpleaños y seguramente mañana no pueda, pues os quiero hacer este regalito y subirlo hoy ;) El siguiente será el martes y ya todos los días :)
Espero que me comenteis qué os parece este primer capi y sobretodo que os guste tanto como a mí ;)
Capítulo 1 – Algún tipo de maravilla
EPOV
Hace seis años y medio:
"¿Tú, Granoso Cullen, planeas llevarte a alguna chica afortunada al baile de graduación la próxima semana?", Mike se rió desde el asiento de detrás de mí.
Estábamos en la clase de Biología del Sr. Molina, esperando a que empezara, y mientras que yo tenía la cabeza enterrada en mis notas y estaba repasando para el examen de hoy, Mike y sus compinches, Tyler y Eric se reían y bromeaban detrás de mí.
Mi cuerpo se tensó y apreté los puños bajo la mesa al oír cómo me había apodado Mike, pero mantuve mi cabeza hacia abajo y lo ignoré.
'Sólo dos semanas más, sólo dos semanas más', cantaba en voz baja para mí mismo mientras llevaba mi mano hacia las gafas para levantármelas más.
"Hey Granoso, ¿no me oyes?". Mike continuó. "¿Qué te pasa, toda esa mierda ha obstruido tus oídos?"
Eric y Tyler se echaron a reír.
Me di la vuelta, levantando los puños en la parte superior de mi escritorio.
"Cierra la boca, Newton", gruñí en voz baja.
"¡Guau!". Mike se echó a reír, sacudiéndose de nuevo, mientras que Eric y Tyler hacían ruidos similares en sus asientos al lado de él. "Parece que Granoso está a punto de estallar. Tened cuidado todo el mundo, a menos que queráis recibir por todas partes".
Algunos de los niños que nos rodeaban hicieron ruidos como si estuvieran disgustados. Empecé a levantarme poniendo las manos en puños a mi lado, el hecho de que en un par de semanas nunca volvería a ver a Mike o a sus compinches de nuevo, lo olvidé por completo.
Yo le iba a golpear.
"Mike, deja de ser un idiota", gritó una voz suave desde el escritorio a mi izquierda. "Deja a Edward".
Esa voz.
Esa voz de inmediato rompió mi furia, perforando mi corazón como ninguna otra voz lo hacía.
Bella.
Mike y sus amigos idiotas fueron completamente olvidados, me volví para mirarla. Ella me sonreía suave y amablemente, y mis puños inmediatamente se deshicieron, y yo le devolví la sonrisa, deseando haber tenido las pelotas para invitarla a salir en algún momento a lo largo de mi carrera en la preparatoria.
"No les hagas caso, Edward", dijo ella con su hermosa y melódica voz, con los ojos de un rico chocolate que me miraban con ternura. "Son unos idiotas inmaduros". Ella entrecerró los ojos y se volvió hacia Mike.
Desafortunadamente, Mike Newton, la estrella atleta de la escuela secundaria de Forks, también sentía algo por Bella. Y aunque ella le había rechazado una y otra vez, temía que fuera sólo cuestión de tiempo hasta que ella cediera y le dijera que sí.
Y fue ese miedo que tenía lo que por fin me convenció a mí, Edward Cullen - el friki desgarbado con la cara llena de granos y cuatro ojos- de invitarla a salir finalmente. Me iba a ir la universidad pronto, y era mi última oportunidad. Y además, si decía que no, sólo tendría que soportar la humillación durante una semana corta, en lugar de los dos años de humillación que hubiera tenido que soportar si la hubiera invitado a salir la primera vez que la vi, hacía casi dos años cuando llegó a Forks para su primer año de secundaria, cuando yo era un crío.
Con los ojos color chocolate de Bella alejados de mí y con el conjuro roto, me di la vuelta para hacer frente a Newton.
"Para tu información cara culo, estoy planeando preguntarle a alguien para que venga al baile de graduación".
Mike empezó a reír, pero luego miró a Bella y se detuvo. Él sabía que ella tenía un gran corazón, y sabía que reírse de mí sólo la molestaría más. Sus labios con espasmos se volvieron hacia mí.
"¿En serio? ¡Me alegro por ti, hombre! ¿Puedo preguntar quién es la afortunada?"
Sus ojos se estrecharon y rápidamente brillaron hacia Bella.
Newton lo sabía. Él sabía lo que sentía por ella. Después de dos años de seguirme para burlarse y humillarme en todo momento, me había pillado mirándola. Había visto cómo mi cara llena de granos sin duda se encendía cuando ella estaba cerca, cómo mis cuatro ojos la seguían por la habitación allá donde ella iba, cómo flaqueaban mis piernas desgarbadas cada vez que estaba en su presencia.
Pero también sabía que Bella era una de las pocas personas en esta escuela de mierda que había sido amable conmigo, que era aún amiga mía. Y él sabía que siendo un imbécil a mí alrededor no le haría ganar puntos con ella. Así que fue un momento raro - como hace tan sólo unos segundos - cuando él mostró sus verdaderos colores alrededor de ella.
"No es tu asunto de mierda", le susurré y me di la vuelta, deslizándome de nuevo en mi asiento. Mis ojos se volvieron hacia Bella. Ella me estaba mirando y cuando nuestras miradas se cruzaron me sonrió de nuevo, asintiendo con la cabeza una vez, como si me felicitara por ser un hombre más valiente. Mi corazón se llenó de alegría cuando me miró con sus hermosos ojos oscuros.
En ese momento, el Sr. Molina entró, y Bella se puso en su sitio rápidamente para mirar al frente.
Fue entonces cuando Mike se inclinó en su asiento, silbando cerca de mi oído. "Sigue soñando con ella Granoso idiota. Nunca va a decirte que sí".
Mi corazón, hinchado de alegría sólo un par de segundos atrás, se hundió en la resignación.
oooooooooo
Las palabras de Newton sonaban en mi cabeza en el camino a casa desde la escuela, por la tarde.
"Nunca va a decirte que sí".
"Nunca va a decirte que sí".
Suspiré y subí el volumen en mi estéreo para ahogar mis penas. Por desgracia, la canción que está sonando sólo me hizo pensar más en Bella.
"... y me gustaría decírtelo antes de marcharme
solo quiero que sepas
que he encontrado una razón para cambiar lo que solía ser
una razón para empezar de nuevo. Y la razón eres tú.
He encontrado una razón para mostrar una parte de mí que no conocías
una razón para todo lo que hago. Y la razón eres tú".
Desde el primer día que había puesto los ojos en Isabella Swan en el comienzo de mi tercer año, me había colgado por ella. Ella llegó una mañana a la clase de inglés de la señora Cope, después de haberse mudado a Forks desde Phoenix, donde había vivido con su madre. Los rumores decían que todos en la pequeña escuela ya se habían fijado en ella en cuando había entrado por la escuela esa mañana.
Su madre había vuelto a casarse, y al tener ganas de viajar por el país con su marido - jugador de las ligas menores de béisbol- había enviado a Bella a vivir con su padre, el jefe de la policía de Forks, Charlie Swan. Yo había escuchado ese rumor en silencio durante toda la mañana, no estaba realmente muy interesado, tenía otras cosas en mi mente. Nunca había sido un chico popular, siempre era tranquilo y estaba centrado en los deberes más que nada. No jugaba a ningún deporte, al menos no en la escuela. A mi padre, a mi hermano mayor, Emmett, y a mí nos gustaba lanzarnos balones de fútbol y pelotas de béisbol en nuestro tiempo libre. Pero los deportistas en la escuela eran imbéciles, y yo había decidido desde el principio que no quería tratar de estar en el equipo con ellos. Así que estaba definitivamente a algunos niveles por debajo de las altas esferas de la élite de la escuela secundaria.
Y si eso no fuera suficiente para marcarme como uno de los ciudadanos menos importante de la población de Forks en aquel entonces, en los últimos meses, en mi cara habían empezado a salir granos. Mi padre, un médico en el pequeño hospital de esta ciudad, me había asegurado que no era gran cosa, que era probablemente algún tipo de estrés hormonal adolescente, y que el problema podría desaparecer en un par de semanas, un par de meses a lo sumo.
Bueno, un par de semanas pasaron, luego unos meses, y el problema sólo empeoró más y más. Lo intenté todo, Clearasil, Oxy. Mi padre me consiguió una receta de algunos medicamentos más fuertes. Nada. Empecé a caminar por ahí con mi cabeza y mis hombros caídos para que nadie viera mi cara. Desafortunadamente, la mayoría de los niños de la escuela secundaria no eran conocidos por su discreción o por su bondad, y así comenzaron los susurros y las risitas.
Y entonces un día, sentado en medio de una clase de matemáticas, Mike escribió mi apodo. Granoso Cullen.
Pero no. Los dioses no me habían castigado por todos los pecados que al parecer había cometido en mi vida pasada. Cerca de seis meses después de que mis problemas faciales empezaran, en el examen de la vista para mi carnet de conducir apareció que tenía la visión de un murciélago de mierda. El oftalmólogo le dijo a mi padre que no tenía ni idea de cómo había llegado tan lejos sin gafas. Amenacé a mis padres diciéndoles que nunca las usaría, mientras ellos me llevaban a Port Angeles para recoger un par. Joder, eso era todo lo que necesitaba para completar mi transformación a un friki. Pero ellos lucharon contra las amenazas.
Sin gafas, no conducía.
Por último, para colmo de males extremos, tuve una racha de crecimiento durante el verano antes del último año. En dos meses había pasado de metro setenta a metro ochenta. Por desgracia, mi destreza no cambió con mi crecimiento y mi altura se convirtió en el último ingrediente para la receta que hacía a Edward Cullen, el extraordinario empollón.
Pero volvamos al primer día que Bella entró en la clase.
Para entonces, yo tenía dos de los tres ingredientes principales que componían el ECEE (Edward Cullen Extraordinario Empollón, ¿recuerdas?). El acné y la inteligencia.
Yo estaba sentado con la cabeza hacia abajo, como se había convertido en mi costumbre, cuando sentí un cosquilleo extraño en la boca del estómago. El hormigueo se hizo más fuerte mientras las mariposas volaban alrededor, pero no sólo en el estómago sino en todo mi interior, hasta que sentí como si mi corazón estuviera a punto de estallar fuera de mi pecho por la intensidad de la sensación. Y entonces miré hacia arriba.
¿Conoces esas películas adolescentes de los años 80?
A mi hermano Emmett le gustaba verlas cuando llegaba a casa los fines de semana de la Universidad. En esas películas, cuando la chica caliente entraba, todo se movía a cámara lenta. El pelo de la chica se movía hacia atrás mientras ella sacudía su cabeza de lado a lado. Una amplia y conocida sonrisa aparecía en su cara. Y sabías que iba a pisotear el corazón de un pobre bastardo antes de que la película estuviera por la mitad.
Bueno, fue algo así.
Excepto que Bella entró con la cabeza hacia abajo, y luego se tropezó con un objeto invisible en su camino, mientras caminaba por el pasillo estrecho hasta su mesa, sosteniéndose a sí misma con una mano en uno de los escritorios. Su largo cabello castaño estaba en una cola de caballo, y el pelo se movía sólo cuando ella intentaba apartarse de la cara un mechón perdido antes de morderse el labio con tanta furia que estaba seguro de que sangraría cuando ella se sentara.
¿Pero la cosa de la cámara lenta? Sí, eso seguro como el infierno que pasó. A mis ojos, por lo menos.
¿Y el corazón pisoteado? Bueno, no estaba tan pisoteado, pero estaba seguro de que me lo había robado antes de que ella se sentara.
Me di la vuelta en mi asiento, hipnotizado por mirarla, ya sin conciencia o preocupación por si alguien me estaba mirando. Y de repente ella levantó la vista y nuestros ojos se encontraron, y yo supe que nunca había visto esos ojos tan bellos y expresivos en mis dieciséis años en este planeta. Sus hombros tensos parecieron relajarse de forma visible, y ella me sonrió. Una sonrisa tímida.
Fue entonces cuando supe con certeza que Isabella Swan - la misteriosa chica de Arizona - siempre sería la dueña de mi corazón.
La verdad era que Bella probablemente no hubiera sido elegida como la belleza exótica en una de esas películas de adolescentes. Probablemente hubiera sido la mejor amiga de la belleza exótica, la que se sentaba a su alrededor y le daba unas palmaditas en el hombro cuando el chico caliente y malo dañaba a la chica caliente. Esa que ofrecía un buen consejo a la chica caliente para que finalmente se diera cuenta de que el chico caliente y malo no era bueno para ella, y que lo era su menos guapo mejor amigo.
Ella era esa chica de cabello oscuro, ojos oscuros, de metro sesenta y cinto (por lo menos eso es lo que yo había supuesto mirándola en el último par de años), figura linda sin tetas enormes y un culo que muchos chicos querrían tocar. Pero era su personalidad la que la dejaba por encima de cualquier otra chica en esta escuela. De cualquier otra chica en esta ciudad. De cualquier otra chica en este universo, por lo que a lo que a mí respectaba.
Desde el primer día ella había sido buena conmigo. A la hora del almuerzo del primer día ya caminaba con Jessica Stanley a su lado, quien le hablaba a Bella al oído a una gran velocidad. Y aunque creí detectar una expresión ligeramente frustrada en su rostro, Bella escuchaba atentamente a Jessica, sonriendo y asintiendo o negando con la cabeza en cada momento. A los pocos minutos, Mike, Tyler y Eric se unieron a Bella y a Jessica en su mesa. Inmediatamente lo vi desde donde yo estaba sentado sólo en mi propia mesa, Mike había puesto sus ojos en ella. La forma en la que la miraba, la forma en la que demostraba su condición de deportista de la escuela, haciendo gala de su mierdosa chaqueta marrón y amarilla de Letterman como si fuera oro puro o alguna mierda. Yo lo observaba todo con la mirada baja, sonriendo y deseando tener las pelotas para ir hacia ella y presentarme. Para hablar con ella. Para conocer sus pensamientos, sus secretos, sus más grandes sueños y deseos.
Y luego, a mitad del almuerzo, ella de repente miró hacia arriba y directamente miró hacia mí, como si hubiera oído su nombre. Como si mi pensamiento constante sobre ella lo hubiera dicho en voz alta. Recuerdo que me sorprendí y mi primer instinto fue mirar hacia abajo, avergonzado de haber sido sorprendido mirándola. Pero una vez más, ella me sonrió dulcemente. Jessica siguió su línea de visión y la vio mirándome. Dio una sonrisa fría y cruel y se inclinó para susurrarle algo al oído a Bella. Algo que la hizo fruncir el ceño y los labios, y entonces, de repente, vino caminando hacia mí, haciendo caso omiso de Jessica, de Mike y del resto que la miraba a ella en shock, llamándola para que retrocediera.
Me congelé en mi asiento, incapaz de apartar la mirada, incapaz de masticar el trozo de pizza que tenía en la boca. En cinco segundos estaba de pie delante de mí.
"Hola". Con esa palabra simple, era como si los coros de los cielos se hubieran abierto y comenzaran a cantarme.
Me había obligado a bajar la pizza sin masticar hasta la garganta.
"Hola", le respondí simplemente, con la voz ronca y baja. Tragué fuerte mientras la miraba, fascinado por sus ojos.
"Soy Isabella Swan. Bueno, Bella. Todo el mundo me llama Bella". Asentí, incapaz de decir nada más.
"¿Tú eres Edward?", preguntó después de darse cuenta de que no iba a decir nada.
Una vez más, sólo asentí con la cabeza.
"Es un placer conocerte", continuó, levantando su mano. La miré durante unos segundos antes de darme cuenta de que me estaba esperando para que le diera la mía.
Me aclaré la garganta y me obligué a llegar hasta su mano.
Miles de chispas explotaron dentro de mí cuando mi mano entró en contacto con la de ella. Un calor abrasador viajó por mi brazo y por cada extremidad de mi cuerpo.
Mis ojos se abrieron como platos, pero me obligué a hablar a través de mi asombro. "Encantado de conocerte".
Los ojos de Bella se ensancharon también, y por un instante pensé que tal vez ella también había sentido las extrañas chispas.
"Estás en un par de mis clases", dijo ella con voz tímida. Me sorprendió saber que ella se había dado cuenta de eso.
Volví a asentir, pero entonces me di cuenta de que todavía me aferraba a su mano como un bicho raro de mierda, la solté rápidamente. Ella frunció el ceño ligeramente. Seguro que se asustaría al darse cuenta de que era un caso perdido, perdería el interés y se iría, y yo me obligaría a mi mismo a hablar sólo de nuevo.
"Inglés y Matemáticas. Eres inteligente, supongo". Me estremecí visiblemente mientras terminaba. Bien hecho Cullen, esos son los comportamientos que vuelven locas a las chicas. Emmett se sentiría orgulloso.
Pero Bella era sólo una estudiante de primer año. El hecho de que ella estuviera en mis clases de Inglés y Matemáticas significaba que estaba dando clases avanzadas para su grado.
Sin embargo, tan estúpido como mis palabras salieron, provocaron la reacción más hermosa en ella. Se sonrojó, desde el cuello hasta la parte superior de la frente, de un maravilloso y fascinante color rosa.
"Sí, supongo", murmuró, mirando hacia abajo. "Parece que tú también eres muy inteligente, por cómo respondiste a esas preguntas en la clase de álgebra".
¿Había oído mis respuestas?
Me encogí de hombros. "No tengo nada más que hacer aparte de estudiar". Le sonreí con ironía.
Ella me devolvió la sonrisa, sus brillantes ojos eran oscuros. "Bueno, ya sabes, a lo mejor" - tragó - "tal vez uno de estos días, uhm" – balbuceó- "si tienes tiempo, ¿me podrías ayudar a ponerme al día en álgebra? Estábamos trabajando en algunas cosas diferentes en Phoenix y no estoy segura de si entiendo lo que estamos haciendo ahora".
Aah.
Así que de eso se trataba todo esto. Era obvio que Bella era una chica inteligente, y no había tardado mucho tiempo en averiguar que sus nuevos compañeros no serían de ninguna ayuda en el tema escolar. Así que ella se obligó a hablar con el friki de los estudiantes.
Pero a la mierda. Yo no iba a mirar la boca de un caballo regalado.
"Sí, claro", estuve de acuerdo rápidamente. "Cuando lo necesites, sólo házmelo saber".
El sonido de una silla arrastrándose a través del linóleo me hizo mirar detrás de Bella, donde encontré a sus nuevos amigos mirándonos con curiosidad. Mike había sacado una silla y estaba sentado a horcajadas, y cuando vio la mirada que yo le estaba dando puso rápidamente las manos en su cara y fingió que estaba reventándose un grano con dos dedos. Desde mi periferia pude ver al resto del grupo estallando en carcajadas. Me puse tenso y ajusté mi mandíbula.
Bella vio mi expresión y se volvió lentamente, lo que les dio a Mike y al resto de sus amigos gilipollas tiempo suficiente para volverse el uno hacia el otro, como si acabaran de reírse de una broma inocente y privada.
El rubor que había sentido por su inesperada visita se murió rápidamente, y cuando ella se volvió hacia mí, salieron las primeras palabras de mi boca.
"Creo que deberías volver con tus nuevos amigos".
Ella arqueó las cejas como si se hubiera sorprendido por mis palabras. "Bueno, Edward", dijo en voz baja. "Supongo que nos veremos".
"Sí, nos vemos", dije antes de apartar la mirada de ella, volviendo a mi almuerzo frío y a mi libro abierto.
Fuera de mi periferia, la vi allí de pie durante unos segundos, como si quisiera decir algo más, pero luego, abruptamente, se dio la vuelta y se fue.
Durante los próximos meses, Bella y yo nos hicimos amigos poco a poco. Casi todos los días en la hora de almuerzo se acercaba a mí por unos minutos, y aunque al principio las conversaciones fueron difíciles y yo estaba siempre demasiado asustado como para pedirle que se sentara, no la detuve. Nos gustaba hablar de las clases unos minutos antes de entrar, y al principio yo le ayudaba con el Álgebra, a pesar de que no estaba seguro de por qué necesitaba mi ayuda. Lo había pillado todo tan rápidamente que pensaba que ya lo sabía desde que el profesor lo explicó en su momento. Y después de un tiempo, cuando se sintió lo suficientemente cómoda con Álgebra, hablábamos de cosas mundanas, de nuestras bandas favoritas, de nuestras familias. De mi música. De su arte.
Como veis, Bella era una artista.
Bueno, ella no se consideraba una artista, pero lo era. Me dijo una vez durante una de nuestras primeras conversaciones que le gustaba dibujar, y yo le dije que me gustaría ver a sus garabatos algún día. Ella se sonrojó (tenía la costumbre de hacerlo, cosa que me encantaba) y dijo que no me mostraría sus garabatos, que estaba demasiado avergonzada. Fue entonces cuando le confesé que me gustaba escribir música, que componía letras en mi cabeza y luego las probaba con mi guitarra. Y eso no era algo que por lo general le decía a nadie, y mucho menos se lo mostraba a nadie. Sólo mi familia lo sabía, y aunque no era muy a menudo, a veces les tocaba algo.
Pero, sin embargo, al día siguiente me senté a su lado, saqué una hoja de papel y con manos temblorosas se la entregué a Bella.
"¿Qué es esto...?", me preguntó con una sonrisa perpleja y cogiéndome el papel, entonces sus ojos se abrieron cuando ella se dio cuenta de que era la letra de una canción. Ella estudiaba cuidadosamente el papel, sus labios se movían diciendo las palabras en silencio. Estábamos fuera en la hora del almuerzo, sentados en una de las pocas mesas a lo largo del jardín. Aquí, en Forks, no pasábamos el rato al aire libre muy a menudo. Pero el día de hoy, las nubes se habían tomado un descanso, y el fresco sol de Washington brillaba sobre nosotros.
Yo la miré con asombro por unos segundos, hipnotizado ante la visión de su boca en movimiento por mis letras, hasta que la vergüenza me apareció y miré hacia otro lado, dejando que acabara y pateándome a mí mismo por habérselo mostrado a ella en primera su lugar. Probablemente lo odiaba.
"Edward, ¿tú has escrito esto?". Me pareció oír pura admiración en su voz, y cuando puse la cabeza hacia delante, ella me estaba mirando a través de sus deslumbrados ojos marrones.
"Sí", le murmuré, sintiéndome estúpido de repente.
Bella se mordió el labio y luego volvió la mirada hacia el trozo de papel que sujetaba con fuerza en su mano. "Me gustaría oírla algún día", me susurró finalmente.
Tragué fuerte, con el deseo de tener las pelotas para decirle que había escrito las palabras para ella, que así era cómo ella me hacía sentir, que ella había inspirado la música que iba con esas palabras. En su lugar, sólo le dije:
"Claro. Uno de estos días", sabiendo que nunca tendría el coraje de hacerlo realmente. Bella asintió con la cabeza. En ese momento, Jessica la llamó a unos metros de distancia.
Los amigos de Bella habían llegado poco a poco a la conclusión de que por alguna extraña razón, Bella también quería ser mi amiga. Por lo que le daban unos minutos conmigo, y luego, cuando empezaban a impacientarse, la llamaban para que volviera con ella. Sin embargo, nunca estaban a más de unos pocos metros de nosotros.
"Ahora voy, Jess", Bella le respondió rodando sus ojos. Luego me miró disculpándose. "Tengo que irme, Jessica me está esperando".
"Lo sé", asentí con la cabeza. Yo ya había aceptado el hecho de que el tiempo con Bella era tiempo prestado.
Ella se puso su mochila pesada sobre su hombro, y deseé por enésima vez poder llevarla por ella. Antes de irse ella me devolvió mi hoja y me miró fijamente a los cuatro ojos. Sus pupilas chocolate brillaban.
"Gracias por mostrarme esto, Edward". Su voz llena de emoción traspasó mi corazón.
Asentí con la cabeza, incapaz de responder. Y entonces ella empezó a alejarse, y yo bajé los ojos al suelo.
De repente, unas zapatillas Converse azules estaban paradas frente a mí. Miré hacia arriba para encontrar a Bella de nuevo ante mí. Se encontró con mi mirada y luego comenzó a rebuscar en su mochila, un suspiro de alivio escapó de sus labios cuando encontró lo que buscaba.
"¡Bellaaa!", Jessica se quejó a unos metros de distancia. "¡Vamos!".
"¡Ya voy!", Bella le contestó distraída, sacando lo que ella había estado buscando en su mochila y entregándomelo rápidamente.
"No le enseñes esto a nadie, ¿de acuerdo?". Sus ojos marrones estaban abiertos y llenos de confianza, y yo inmediatamente asentí con la cabeza mientras mi mano sostenía con fuerza lo que ella me estaba dando.
Rápidamente dejó el papel y se alejó. La miré hasta que desapareció por el jardín con Jessica, Mike y el resto de su grupo que la esperaba.
Entonces miré el papel y abrí la boca.
Era uno de esos papeles más pesados, como el que la profesora de arte nos había dado para hacer nuestros proyectos. En el papel, Bella había creado el diseño más bello. Era un remolino armónico de todos los diferentes tonos de verde, trazado con unas pocas líneas de negro y marrón, y entremezclado con algunos tonos azules, incluso había algunos remolinos de amarillo aquí y allá. Tan hermosa como artista. Y aunque yo sabía que nunca había visto nada igual y que no tenía la menor idea de lo que se suponía que representaba, había algo familiar, algo reconocible, algo que ponía mi alma en paz.
No. Bella definitivamente no garabateaba.
Bella Swan había nacido para ser una artista.
Espero que os haya gustado y me sigais durante la historia ;) Ahh, quería deciros que todo el fic está contado desde el PVO de Edward :) ¡Nos vemos el martes! ;)