Hola! Des al habla nuevamente, se me hace que esta historia será caliente, muy caliente! Son pocos capítulos, menos de 10 me parece, No molesto más, sólo lean, disfruten y dejen review, para que me alegren el día y así poder seguir adaptando, por que voy cap. por cap. no se espanten, estoy tan loca, en serio mi madre lo repite constantemente, que soy capaz de adaptar la historia completa en un día si es que estoy realmente alegre! =)
Como habrán notado los personajes son de SM! diosa, me jodi-alegraste la vida! y la mini historia tan caliente que les traigo es de ... se los digo al final!
Bella Swan tenía solo tres puntos más para terminar con su lista de tareas antes de marcharse de Forks para siempre.
Uno: Empacar.
Dos: Reunirse con las chicas para una última noche de tequila.
Tres: Seducir a Edward Cullen.
Las número uno y dos podían esperar hasta el fin de semana, pero el tercer punto…. Era uno que había estado aplazando durante mucho tiempo.
Quería dormir con Edward desde el mismo momento que entró en su bar hace dos años. Bueno… él no andaba, más bien se pavoneaba. Se pavoneó en el Diamond, enfundado en un par de vaqueros desteñidos que abrazaban sus caderas y su firme trasero, una camiseta negra que se extendía por todo su apretado pecho y una pequeña sonrisa ladeada, que decía "quiero echar un polvo".
Y había obtenido sexo. Sólo que no con ella. Diez minutos después, los jugadores retirados del Fork White Sox* entraron arrogantemente a su establecimiento, una pelirroja se acercó a él, le invitó un trago, y se lo llevó del bar.
!Perra!
Después de eso, Edward convirtió en hábito visitar el Diamond. A veces se iba con una mujer; a veces, solo. De cualquier manera, nunca se iba con ella. Esto crispaba su ego especialmente, ya que ella no poseía las tres B que Edward parecía adorar en una mujer – cabello rubio, ojos azules y las tetas grandes. (Blond hair, Blue eyes and Big tits ).
Sólo tenía aburrido pelo castaño, aburridos ojos color chocolate y tetas grandes, con un tamaño sobre el promedio, no gigantes como a él le gustan.
Aún así el dios griego del sexo no tenía reparos en filtrear hasta más no poder con ella, pero filtrear era lo más lejos que llegaba. Él nunca se le había insinuado, ¡Ni siquiera una vez!
Así que, como ella se iba de la cuidad en tres días, era tiempo de insinuársele.
Inclinándose contra la barra de cromo, Bella escaneó la habitación, débilmente iluminada, con la esperanza de tomar un vislumbre del objeto de su afecto sexual. Sin suerte. Aún. Sabía que Edward aparecería esta noche y, cuando lo hiciera, ella de abalanzaría.
Los cubos de hielo de su vaso se deslizaron unos contra otros cuando levantó su limonada a sus labios y tomó un sorbo largo y refrescante. No sólo estaba sintiéndose sonrojada sino que su corazón palpitaba erráticamente contra su pecho, la anticipación de seducir finalmente a Edward Cullen era tan fuerte que podía probarla en sus labios.
No había dicho nada a sus mejores amigas, Rosalie y Alice, sobre sus planes; en su mayor parte porque sabía que ellas intentarían disuadirla de ello. La reputación de Edward, fuera del béisbol, era tan legendaria que era el único del cual aún hablaban los retransmisores deportivos, y ella no era tan suficientemente ingenua como para pensar que obtendría cualquier otra cosa, que no fuera sexo, de él. Él era un jugador hasta la médula, un casanova consumado, sólo que menos romántico y más travieso.
¡Oh! Había escuchado historias traviesas sobre Edward Cullen… esté bien, muchas de ellas directamente de su sexy boca. Edward y ella se habían vuelto cercanos a través de los años. Platónicamente cercanos, por supuesto. Ella tenía la sensación de que él la veía como un amigote, otro de sus colegas jugadores de béisbol con el que bromear y hablar sobre sus conquistas. Bueno, estaba enferma de vivir en territorio amigote. Después de dos años de fantasear con su amigo, era tiempo de dejar de sentarse en el banquillo y buscar la posición principal, en una de esas sucias historias que a él le gustaba contar.
¡Su vida había sido un desastre últimamente! No había tenido sexo en meses. Había sido forzada a vender el Diamond, la única pertenecía que tenía que le trajo algún placer, y ahora también había perdido su apartamento. Empezar de nuevo sería bueno para ella. Eso esperaba. Pero no tenía intención de dejar la cuidad con arrepentimientos, y no lanzarse a los brazos de Edward podría ser el más grande arrepentimiento de todos.
Como si un poder más alto hubiera tomado aviso, la puerta del Diamond se abrió y entró pavoneándose el hombre que ella planeaba follar hasta dejar sin sentido esta noche.
Contuvo una sonrisa y observó como él ordenaba una cerveza a una camarera que pasaba, mientras caminaba hacia la mesa de pool. Un minuto más tarde, había engañado a un niño universitario a tirar unas cuantas rondas ¡pobre chico! Aparte de tener un delicioso trasero, Edward era también un jugador de pool de primera categoría. Bella lo había visto hacerse con una docena de chicos desprevenidos.
Se le quedó mirando por un momento, sintiéndose como un halcón escudriñando su presa. Cuando sus ojos se hartaron, esperó fuera del taburete del bar y, finalmente, se paseó hasta la mesa de pool.
Edward echó un vistazo hacia arriba mientras se aproximaba la curvilínea castaña. Se tomó un segundo para recorrer con su mirada su apretada camiseta sin mangas y sus jeans en las caderas, entonces encontró sus ojos.
-Hola, Bella.
-Necesito hablar contigo- dijo ella en lugar de saludar.
Él hizo un gesto hacia el taco de pool en su mano - ¿puede esperar?
-No.
Edward estuvo intrigado instantáneamente. No era cosa habitual que Bella Swan, la insolente y pequeña propietaria del Diamond, le hiciera demandas. Con esa intriga, de cualquier forma, vino un parpadeo de inquietud aunque se entretuvo a pedirle al chico junto a él que tirara. Él había venido aquí esta noche con el único propósito de hablar con ella, y no pudo evitar preguntarse si ya sabía lo que le planeaba decir. Sus ojos chocolate tenían un brillo serio para él, su delicada mandíbula estableció una determinación que hizo que sus palmas se humedecieran. ¡Mierda! Quería que ella lo escuchara a él, pero, obviamente, las noticias ya le habían alcanzado.
Lo que significaba que ahora necesitaba explicar a una mujer que realmente le agradaba, y que respetaba, por qué había comprado el Diamond a sus espaldas y arruinado bruscamente su vida.
Miró a su adversario y dijo – Yo pierdo.
Entonces dejó caer el taco sobre la mesa de fieltro y siguió a Bella a una de las apartadas cabinas de la esquina, en el otro extremo del sector de fumadores. Su mirada fija, instantáneamente, descansó en su tenso trasero, sus dedos cosquilleando con el impulso de apretar la redondeada carne. Intentó sofocar la indeseada sacudida de deseo que chisporroteaba por su columna y se apoderó de sus pelotas. Ella siempre se las arreglaba para hacerle esto, enviarlo a un estado de lujuria ciega, y francamente, no tenía maldita idea de cómo se las había arreglado para mantener sus manos lejos de ella por tanto tiempo.
¡Ella es diferente!
Reprimió un suspiro, sabiendo que la vocecita en su cabeza tenía razón. A pesar de lo que otras personas pudieran pensar, él tenía, de hecho, una conciencia, y dos años atrás esa conciencia le había dicho que hacer travesuras con Bella Swan era demasiado sórdido, incluso para él. La verdad era que ella le gustaba. Le hubiera gustado follarla pero, como la voz dijo, ella era diferente. Desde el mismo momento que la conoció, había sabido que ella no era alguien con quien juguetear. Era demasiado preciosa, demasiado inteligente y demasiado cariñosa para ser tratada como una aventura de una noche. Y eso es todo lo que Bella obtendría de él. No estaba hecho para las relaciones, nunca lo había estado, y una vez que Bella y él intimaron, desarrollaron una amistad platónica que nunca había creído ser capaz de mantener, se había dado cuenta de que follarla estaba oficialmente fuera de cuestión.
Pero no vas a fastidiarlo más o ¿si?
Deseó seriamente que su conciencia enterrara su cabeza en la arena u dejara de recordarle sus turbias acciones. Sí, había jodido a Bella por la espalda, pidiéndole a su director financiero – quién casualmente era amigo de él- que no extendiera su préstamo. Llámenme idiota, pensó, pero había querido el Diamond. Desde que había sido obligado a retirarse, había estado buscando una forma de pasar el tiempo. Cuando se había enterado de las dificultades financieras de Bella, no había sido capaz de dejar pasar la oportunidad de abalanzarse sobre el Diamond, y ni siquiera su afición por la actual propietaria pudo detenerlo de comprar el complejo.
Armándose de valor para una pelea, se deslizó en un asiento enfrente de ella y arqueó una de sus cobrizas cejas –Entonces, ¿qué tienes en mente?- preguntó.
-¡Sexo!
¿Huh?
Parpadeó un par de veces. Preguntándose si le había oído bien o si el deseo que sentía por esta mujer lo estaba haciendo alucinar.
-¡Sexo! Repitió él, aunque era difícil hablar cuando su boca se había convertido en el desierto del Sahara.
-¡Síí!
Ok. ¿Ella quería hablarle de sobre sexo? Él estaba listo para una confrontación pero no estaba preparado, de ninguna manera, para hablar sobre el tema de sexo con la única mujer que siempre había querido en su cama.
Tragó, trayendo la tan necesitada humedad a su árida garganta. No obstante, su boca se secó en el segundo en que Bella se inclinó hacia delante y descansó sus codos en la mesa. Su mirada se desvió a sus tetas. Sus muy alegres tetas, y sin sujetador ¡Señor! ¿Por qué no estaba usando sujetador? La visión de sus pezones asomando por el delgado material de su camiseta sin mangas negras casi causó que sus ojos salieran de su cabeza. Siempre le habían gustado sus pechos, preguntándose como se sentirían debajo de sus palmas, como sabrían sus pezones cuando los chupara entre sus labios.
-¿Edward?
Su cabeza hizo un movimiento brusco hacia arriba y cuando encontró su mirada pudo jurar que vio un brillo de satisfacción parpadeando en sus ojos, ¿qué estaba tramando exactamente?
Aclaró su garganta – Lo siento ¿decías?
-Lo que estaba diciendo… - dijo con una sonrisa atrevida- es que quiero hablar de sexo. En realidad, borra eso. No quiero hablar sobre sexo, ¡quiero hacerlo!
Se pene rápidamente se levanto contra su bragueta.
-¿Tienes a alguien en mente?- Se las arregló para decir eso.
-¡Tú!
Esa única palabrita chupó el oxigeno de sus pulmones y causó que toda su sangre se reuniera en la región sur de su cuerpo. Su pene creció aún más, como un incomodo bloque de mármol que se tensaba contra sus jeans. Estaba tan duro que apenas podía moverse, menos hablar.
-¿Es esta una broma?- Pudo preguntar finalmente.
- No es broma- respondió con otra sonrisa, está más traviesa que la primera, y añadió a continuación – He pensado acerca de esto durante dos años.
Sus manos temblaron un poco cuando las pasó por su cabello.
¿Has estado pensando en tener sexo conmigo en estos dos años?
Ella simplemente asintió. No había necesidad de palabras, la mirada ardiente de sus ojos chocolate lo dijeron todo. También lo hizo la forma en que se mordió el labio inferior.
-¿Cómo es que, uh, antes nunca lo mensionaste?
- No parecías interesado. –Ella ladeó su cabeza. - ¿Estás interesado?
¡Demonios sí! Gritó su polla
¡Ni siquiera lo pienses! Ordenó su conciencia.
¡Mierda!
Así que en lugar de responder su pregunta, él preguntó una de las suyas.
-Nunca pensé que fueras del tipo casual. ¿Qué te hizo decidir repentinamente que querría rodar con un vividor como yo?
-Entonces admites que eres un vividor.
-¡Seguro!
-Prefiero puto.
Su boca se elevó en una débil sonrisa ladeada – Tengo treinta años, soltero y rico. Tengo permitido ser un puto. Tú, por otro lado eres demasiado buena para mí. Mis asperezas rascarían es infierno fuera de ti.
¡Suena pervertido!
Su pene se movió, una advertencia de que esta conversación estaba pisando u terreno peligroso. Ella estaba, obviamente, mortalmente seria sobre esto y sí él quería dejar el bar con sus honorables intenciones intactas, realmente necesitaba cortarlo de raíz. Ahora. Antes de que hiciera algo estúpido.
¡Como follársela!
-No finjas que no quieres- dijo ella, leyendo su mente.- Lo puedo ver e tus ojos Edward… ¡estás interesado!
Y ella no sabía ni la mitad acerca de eso. Pero, aparte de eso, lo que no sabía era que se lo estaba proponiendo al mismo hombre que estaba a punto de sacar provecho de sus problemas económicos. Él había estado ahí la noche en que ella informó al personal que estaba vendiendo el bar. Había visto el enojo y la desesperación en sus ojos. Él sabía qu el Diamond era toda su vida, que lo había heredado desde que sus padres habían muerto, en un accidente de tráfico hace cinco años. Había manejado este lugar sin ayuda por años y ahora él se sentía como un total imbécil por quitárselo.
Pero tampoco podía ignorar la realidad de la situación. Bella estaba arruinada, el bar estaba en apuros, e incluso si él no conseguía comprarlo, ella perdería de todos modos.
La realidad, sin embargo no calmaba su culpa. Sabía que debería haber hablado don ella antes de hacer la oferta por el Diamond, intentar explicarle por qué lo estaba haciendo y conseguir su aprobación antes de hacerlo. Todavía no quería disgustarlas… No… ¡No quería perderla! La amistad de Bella era una de las cosas destacadas en su vacía existencia y pronta jubilación, y egoístamente quería aferrarse a ella. Y no estaba seguro de que eso fuera posible si le decía la verdad sobre la compra del Diamond.
Había luchado para no dormir con ella por la misma razón pero, aparentemente, ella no estaba preocupada de que el sexo pudiera arruinar su amistad.
-¡Bella…!- Reunió un poco de su fuerza de voluntad y continuó- está no es una buena idea.
- ¡Pienso que es una idea fantástica!- Algo crudo y ardiente destelló en su mirada. – No irás a rechazarme, Edward.
Él tragó saliva- ¿No?
-No.
Ella se deslizó fuera de la cabina y se puso de pie. El dulce aroma femenino inundó su nariz y por poco se estremeció por la excitación. Cielo, no ahora. Él había luchado contra su atracción por ella durante dos años ¿Cómo era posible que solamente tomara dos maditos minutos disolver toda la restricción?
M e estoy hospedando en el apartamento de arriba- Le dijo con un sensual arqueo de cejas.
Él inhaló profundamente, preguntándose si había alguna forma desilusionarla suavemente pero, al mismo tiempo, buscaba algún modo de seguirla arriba y rasgarle la ropa.
Ella sintió su indecisión y frunció el ceño - ¡No me hagas rogarte!
Y ahí estaba. Tan sólo hizo falta un diminuto puchero y la palabra "rogar" y, oficialmente, alcanzó su punto de ruptura. La restricción en su interior se rompió como una cuerda de bungee. Cada gota de sangre restante de su cuerpo se disparó al sur, estancándose en su ingle hasta que estaba duro y ardiente como nunca.
¿Cómo podía negar a esta mujer algo que él deseaba demasiado? Casi podía saborearla en sus labios. Su sexy esencia lo hizo marearse con lujuria, sus pechos sin brassier se burlaban de él por debajo de su camiseta de algodón. Nunca había querido tanto a una mujer como a esta. Esta ferocidad y necesidad apretaron sus bolas y vació el oxigeno fuera de sus pulmones.
Él tropezó con sus pies. ¡Al diablo! ¡No iba a luchar más! Mañana le diría que le había comprado el Diamond.
Esta noche él viviría la fantasía que se había negado por demasiado tiempo.
*Forks White Sox= El nombre original es de otra ciudad, pero amo Forks, así que cambié el nombre! =)
Como siempre Edward haciéndose el que no quiere, y nuestra Bella, como siempre bastante convincente. Nos vemos en el próximo capitulo, dónde habrá, señoras y señores, Lemmon! pero si no dejan review haré que el pene de Edward sea pequeño! já