Claim: Matt Ishida y Mimi Tachikawa
Tabla:
Sorpresa | Reto: #28 ¿Realmente quieres saber?
Notas de autor: I don't care I ship it. Aparezco con un nuevo Mimato. Este es un pedido especial de Abby salido de la tabla sorpresa de la comunidad de LJ 30vicios. Y, es como la continuación de: "ser sutil" un fic viejísimo mío donde Matt empleaba sus técnicas de conquista para Mimi, todo por consejo de Tai. Ella quería algo con doble sentido y aquí lo tiene, hice mi mejor intento.
Advertencias: Frases doble sentido. Quizás vulgares, pero todo se justifica con humor.
Disclaimer:
Digimon no me pertenece. La idea es totalmente mía. Claro todo se debe a las viejas y nuevas peticiones de abby. So, enjoy it!


Ser sutil

Capítulo II: ¿Realmente quieres saber?


―Huele a obo ―bromeó Tai a la llegada de su rubio mejor amigo y Mimi.

La chica entrecerró los ojos, queriendo encontrarle sentido a esa última palabra, nunca la había escuchado y por el contexto… ¿Sería un nuevo perfume? ¿Alguna nueva comida? Alzó los hombros con curiosidad, igual su léxico crecería.

―¿Qué es-ob… ―Yamato con delicadeza, colocó una mano en su boca para hacerla callar. Ella solo abrió los ojos.

Tai se río descaradamente, al igual que unos chicos que estaban lo suficientemente cerca de ellos como para escuchar la conversación. El rubio, que era más que un amigo y menos que un novio, los fulminó con una mirada y éstos terminaron por irse. Claro, aun burlándose de quién sabe qué.

Para ella no estaba claro. Para Tai y Matt sí.

Mimi era pura inocencia.

―Eres un idiota ―regañó el rubio de mala gana.

―Era para ti, no para ella ―dijo serio. Y tenía razón, Mimi era su amiga, casi hermana y jamás le haría un comentario de tan mal gusto a ella. El ambiente era de puro macho, lugar donde las bromas vulgares reinaban y le ganó, así de simple. Tai no pensó que la castaña fuese a responder.

Mimi sentía la gran tensión y molestia del rubio. ¿Era por su tonta pregunta? Quería pedirle disculpas para que no se enojara con ella, pero no tenía muy claro por qué. Fue una simple pregunta que ni alcanzó a formular. No era para tanto. Quizás Yamato estaba enojado por, como decían sus amigas de clase, "porque ella no lo dejaba ni a sol y ni a sombra". Siempre estaban juntos y eso era malo.

Iba a disculparse, pero Tai le ganó. ―Lo siento Mimi ―¿se disculpó con ella? ―no quise que se burlaran de ti, tendré más cuidado.

―¿Eh? ―según la castaña, ella era la que debía disculparse, no Tai. Cada vez entendía menos.

―La broma era para Yamato, estábamos puros hombres y… ―el moreno siguió hablando e ignorando olímpicamente los signos de interrogación que estaba sobre la castaña ―como últimamente ustedes dos pasan mucho tiempo juntos, no me pude controlar.

Mimi lo vio como un reclamo y una señal. Necesitaba dejar que Matt tuviera tiempo con sus amigos, es decir; sin ella pegada como chicle.

El rubio de inmediato se volteó hacia otro lado para esconder su sonrojo. Lo iba a matar, por Dios que lo iba a matar. En cambio, para Tai solo fue un simple comentario y jura por su madre que esta vez fue sin otras intenciones.


―Yama… ―le llamó cariñosamente, al principio al susodicho parecía incomodarlo pero con el tiempo se acostumbró a ello. De hecho, era a la única persona que le permitía cortar su nombre.

Solo Mimi podía llamarlo Yama o Yamato, para el resto era "Matt".

No hubo respuesta.

―Yamato ―completó esta vez. Seguía hablando dulcemente.

No respondió y ni se giró a verla. Esta vez no funcionaba.

―Matt ―el rubio respingó y esta vez si la volteó a ver.

¿Hace cuánto no lo llamaba Matt?

―¿Estás enojado conmigo?

Él negó moviendo su cabeza de un lado a otro y resopló desganado.

Y ella seguía sin entender nada, por lo visto ese día se había levantado más bruta que nunca. Según ella no había hecho nada y según él no estaba enojado con ella y si eso era cierto, ¿Por qué no le hablaba o siquiera la miraba?

Ladeó sus labios. ―¿Con Tai entonces? No lo entiendo bien… ―hizo una pausa ―se disculpó conmigo y no me hizo nada, solo dijo que olía a…

―¡Ya! ―exclamó Yamato ―olvídalo ―de nuevo Mimi y su inocencia que provocaba malas jugadas, que ella nunca captaba, pero él sí. Y vaya que las sufría ¿Era su culpa por tener la mente sucia? ―¿Quieres tomar algo?

Entendió menos pero terminó aceptando sin decir más y sin saber cuál era el verdadero significado de lo que Tai había dicho u olido.


Apoyó su mejilla en la palma de su mano. Su codo reposaba en una mesa-banco, su profesora explicaba a lo lejos, su voz era tan quedita y enfadosa que le dormía. Los había puesto a trabajar en equipo de cinco, los hizo al azar y estaba junto con dos hombres, a los cuales nunca les había hablado, y una chica muy simpática, con la que casi ni hablaba pero le caía bien.

En cursos anteriores, recordó, que no era tan antisocial. Pero este semestre había sido muy distinto a otros y es que tenía a un rubio que le hacía compañía, o más bien ella le hacía compañía a él, gran parte del tiempo. Bueno casi siempre. Quizás hubiese sido mucho mejor no entrar a clases y estar con Yamato.

Imaginarse eso provocó que suspirara prolongadamente.

―¿El chico rubio es tu novio?

Le cuestionó. Mimi se ruborizó. Quiso responder que sí, pero por desgracia esa no era la verdad.

―No.

Aún. Completó mentalmente.

―Oh, creí que lo eran. Hacen una muy bonita pareja. Pero de que se gustan, se gustan ―afirmó la chica pelinegra de cortos cabellos ―¡Este estúpido ejercicio no me queda bien! ―ladeó su boca, era una mueca de disgusto. Era pésima graficando, había borrado tanto que la hoja estaba manchada, doblada y rota de un lado

―¡Yo te lo hago! ―exclamó Mimi que destacaba por ser una artista, tener buen pulso y tener apuntes bonito.

Y no supo por qué, pero los chicos que estaban en su equipo se rieron de ella.

―Groseros ―atinó a decir Aiko, la nueva amiga de Mimi.

―¿Qué? ―preguntó. No entendió el chiste, pero la chica le pasó la libreta y pidió que los ignorara. La castaña la tomó y antes de ayudarla a graficar comparó su ecuación con la de la maestra ―no me da ―chilló.

Es decir, no le daba la cuenta.

Se escuchó un "eh" por parte de los tres compañeros de equipo y éstos compartieron risas cómplices.


―¡Maaaaatt! ―gritó el moreno ―¡Ven, siéntate en esta! ―le dio una palmaditas a la banca donde estaba sentado―te aparté.

Todos rieron y el rubio sintió arder toda la cara. Ese estúpido de su mejor amigo, aprovechando cualquier momento para humillarlo frente a todos, pero ya encontraría la suya. Porque la venganza es un plato que se sirve frío.

Agachó la cabeza y caminó hasta sentarse en otro asiento, muy lejos de Tai.

―¡Ey! ―reclamó el moreno cuando se vio rechazado por Yamato.

El rubio dejó de escucharlo, con los años había desarrollado el poder de poner en mute a su amigo y a decir verdad, de todos los de su clase, Tai era el único que se atrevía a hacerle esa clase de bromas y comentarios.

Notó que de repente su amigo componía la postura. Dejando atrás la imagen el bruto corriente que segundos antes era. Sin voltear atrás, él supo a qué se debía. Frente a los amigos era Tai, "El rey del doble sentido" y frente a su novia era un respetuoso caballero.

―Hola amor ―lo confirmó con el impresionante cambio en la personalidad de Tai. De bufón a príncipe.

Vio como la pelirroja depositaba un beso en la mejilla del moreno, y después de eso, lo saludaba en un idioma cursi que solo ellos conocían, abrumado suspiró y se dispuso a marcharse para dejarlos solos.

―Hola ―la dulce y tierna presencia de Mimi inundó el lugar y el rubio quiso quedarse.

De lo más normal alzó el rostro, era su saludo, y la chica se sentó a su lado.

Tai al ver la escena alzó las cejas con diversión e hizo memoria, ¿cuánto tiempo había pasado desde que compartió con su rubio amigo las mejores técnicas de conquista? ¿Dos o tres meses? ¡Daba igual, tenía que terminar lo que empezó!

Retomó: "Ser sutil… decir frases de doble sentido". Tenía eso y el tiempo que los dos habían estado juntos, era obvio; no se separaban ni por un segundo, buscaban siempre la forma de sentarse juntos o de irse juntos. Sí, en definitiva eran más cercanos… Que Sora lo perdonara, pero esto tenía justificación.

―¿Para cuándo?

―¿Qué?

―Que para cuándo.

―¿Para cuándo qué?

Rodó los ojos fastidiado. ¿Era o se hacía? Si parece, es. Y su amigo parece idiota. Suspiró. ―Ustedes ―los señaló ―picarones.

Con la palma de su mano golpeó su frente y la fue arrastrando por todo su rostro, estaba totalmente sonrojado.

Mimi se quedó sin habla y pegó un respingo hacia atrás.

Tai relamió sus labios, disfrutó del momento. ―Es normal que se te pare el corazón cuando estás con la chica que te gusta, Matt ―aclaró. El sonrojo en el rostro de Mimi se intensificó, se sentía en una ensoñación. El rubio golpeó con fuerza la mesa, atrayendo la atención de los tres y después se alejó de ellos, como alma que lleva el diablo.

―Eso fue muy grosero, Tai ―susurró Sora, el moreno volteó a verla y para su sorpresa la chica no lo miraba a él, sino que tenía la mirada bien puesta en la castaña.

El labio inferior de Mimi tembló, estaba cabizbaja.

―¿Estás bien? ―preguntó Sora.

La cuestionada levantó el rostro y ahogó las lágrimas. ―Sí.

No lloraría frente a ellos.


Era su error. Su insistente presencia a un lado de Yamato, terminó por hastiarlo. Se enfadó de ella. Ya no la quiere, está harto de que verla en todas partes, de que ella lo busque y no lo deje ni por un segundo.

Es su culpa por ser tan dependiente de él. Había sido fuerte, soportó estar todo el descanso con Tai y Sora, simulando que todo estaba bien, no quería preocuparlos. Cuando éste terminó ella corrió a su salón de clases, tomó sus cosas y se fue a su casa porque no aguantaba más, quería llorar. No le importó tener faltas en la mitad de las clases de ese día, solo quería alejarse para soltar el llanto.

Había sido tonta. No lo negaba y tampoco le encontraba justificación. Solo se ilusionó con eso del techo de la habitación del rubio…

Después dijo que el techo de su habitación era interesante ―relató. La castaña había buscado a Tai para contarle lo sospecho que se estaba comportando el rubio ―y, no lo entiendo.

Ladeó sus labios.

La vio dubitativo. ―¿Es en serio? ―no lo creía. Ella asintió ―demonios, eres más inocente de lo que pensé. Mira ―tomó aire ―está loco por ti, ¿sí? Pero es algo bruto y el trato no se le da con las damas.

Mimi se sonrojó. ¿Matt enamorado de ella?

¿Y-o l-e gus-usto?

Sí. No deja de mirarte y ha tratado de acercarse a ti, pero fracasó.

Y Mimi cayó en cuenta en todos los acercamientos que había tenido con el rubio; se ofrecía a ayudarle con su tarea, bromeaba con ella, salía con ella a tomar un helado, era otro en definitiva.

Oh por Dios.

No es tan malo ―Tai achicó los ojos ―es un bruto pero es buena persona y en verdad le gustas, deberías darte la oportunidad de conocerlo a fondo.

Oh por Dios.

Alzó una ceja.

Oh por Dios. ¡Cómo no me di cuenta antes!

Es una buena pregunta ―analizó Tai ―debe ser por tu inocencia o Matt en verdad es un idiota, que no tiene gracia para conquistar a las mujeres, por eso yo le daba consejos y créeme que conmigo nunca fallan. Debe ser él, el defectuoso…

Oh por Dios ―siguió Mimi. Una vena saltó de la frente de Tai, ¿No lo estaba escuchando? ―¿Qué es lo del techo?

Nada. Solo intentaba sonar coqueto.

"Coqueto"… ¡Ya lo tenía!

O eso había pensado.

Matt le había coqueteado, se había acercado a ella y ella como premio le coqueteó de inmediato para darle la oportunidad de conocerlo, le gustó y se lo había demostrado de mil formas y ahora parecía que el chico estaba arrepentido, lo había empalagado tanto con su presencia.


Asomó su cabeza por el salón de clases pero no la vio. Era raro porque tres horas atrás habían estado juntos, llevaba rato esperando y no la vio salir, por eso se asomaba.

―Disculpa, ¿Eres Ishida Yamato?

Asintió de mala gana. Yamato.

La chica sonrió. ―Mimi no entró a las clases después del descanso ―eso lo preocupó ―tomó sus cosas y se fue, no dijo nada.

―Gracias.

Se dio media vuelta para ir a buscar a la chica. Era raro que se fuera tan de repente y sin avisarle a él o alguien, en especial a él, porque habían tomado la manía de irse juntos. A veces ella lo esperaba y en otras él. Pero ahora… sin duda era preocupante. Pudo salir una emergencia, sí. Y eso lo dejaba hasta más preocupado.

―Cuídala ―oyó a sus espaldas ―es buena chica.

No se lo tenían que decir.

―Matt ―Tai lo llamó. El moreno lo había interceptado a la salida de la escuela pero el rubio sin decirle nada le sacó la vuelta ―me sorprende tu falta de educación ―lo siguió, ya sumaba dos desplantes en ese día.

Edúcame esta.

Pensó y siguió caminando.

―Ya hombre. Ya me disculpé, solo quería ayudar en términos no muy correctos y ni refinados. Tú en definitiva eres el Ferrari de este estacionamiento ―halagó con sarcasmo.

Taichi sabía que burlarse de los buenos modales de Yamato no lo iban a llevar a ningún lado pero le era inevitable. Cuando no decía cosas con doble sentido, se burlaba del rubio por su respetable conducta.

Matt se detuvo. ―Mimi no regresó a clases después del descanso.

―Cuando te fuiste se quedó con nosotros, dijo que estaba bien. No le creí ―respondió ―porque no te viste muy bien huyendo.

El rostro se desencajó y se giró hacia el moreno. ¿Lo estaba culpado? ¡TODO ERA SU CULPA! Taichi era el monotemático, no él. Taichi era el que malpensaba todo, no él. Taichi era el vulgar que no respetaba y decía frases con doble sentido, no él. Taichi era el único culpable, no él.

―Yo solo traté de ayudar. No tienes por qué enojarte conmigo, ella no entiende para fortuna nuestra.

—Eres un imbécil —sin siquiera voltearlo a ver, salió corriendo de ahí. Su única misión era encontrar a Mimi y explicarle las cosas.

Tai negó y lo dejó ir… imaginándose hacia donde se dirigía su amigo.


—Hija~ te buscan…

—Di que no estoy.

Puso una almohada sobre su rostro, no iba a dar la cara en un buen tiempo… se sentía triste y avergonzada de haberse ilusionado —de haber sido la mugre de las uñas de Matt—. Era el deshonor de su familia, y si tuviera una vaca también estaría deshonrada por su imprudente y nada digna conducta.

Le había coqueteado, se había lanzado con casi todo… ¡Qué pensará de ella! ¡Con justa razón se había hartado!

—Pero ya lo invité a pasar…

—¡Mamá! —la chica chilló —¡Te dije que si alguien me buscaba, dijeras que no estoy!

—Lo siento, no pude mentirle —los ojos de la mujer se aguaron ante la idea de haberle fallado a su hija.

—Di que estoy enferma, que me duele la cabeza y que estoy dormida.

—Pero ya te escucharon allá afuera —su madre se sonrojó.

—¡No voy a salir! —gritó.

—Pero Yama, te está esperando.

Mimi se paró de su cama de inmediato… —¿Yamato? ¿Dijiste Yamato?

Asintió. —Ve, yo no te eduqué así.

Rodó los ojos y se preguntó que era peor: hacer llorar a su mamá porque la ha hecho reflexionar acerca de lo mal educada que está, misma que ignora los buenoas modales que le enseñó cuando niña o darle la cara al chico que le coqueteó y que no le corresponde.

Sí.

Era mejor ver a Yamato.

—Está bien —puso los ojos en blanco y se resignó a salir.

El rubio estaba de pie en medio de la sala, mostraba desespero y algo de incertidumbre acerca de lo que debía decir.

—Matt.

Escucharla llamarlo así, dolió.

—Quiero disculpa… —calló al ver que Satoe seguía ahí, presenciando la escena.

La mujer tenía una mano en el pecho y contenía las lágrimas.

—Mamá —Mimi llamó al ver que la mujer seguía ahí.

—Ah… —comenzó a arreglar su cabello —yo… este yo… ¡Tengo que comprar algo en el supermercado! ¡vuelvo! —se apresuró a salir corriendo de su casa… no sin antes voltearse y desearle suerte a su hija.

Mimi se sonrojó y sintió más pena.

—Lo siento.

—¿Eh? —negó. Eran dos cosas en muy poco tiempo: su mamá y Yamato —¿Qué?

—Que siento haber salido corriendo de esa forma hoy en la mañana… —desvió la mirada —con Tai… —pausó.

—La que debe disculparse soy yo.

El rubio achicó los ojos y la observó, trataba de descifrarla. ¿Por qué? Ella no había dicho nada malo, que él sepa… si era la más pura de ahí: no agarraba ningún comentario con doble sentido nivel jardín de niños.

—¿Tú por qué? —cuestionó receloso.

—Por hartarte —confesó arrepentida y agachando la cabeza. Sentía la cara arder —tú estás molesto porque yo solo hago que los demás se burlen de ti y eso es porque yo no te dejo ni a sol y ni a sombra. Por eso tú te sientes incómodo y fastidiado de… de mí.

El rubio negó. —No es nada de eso —a él no le importaba que los vieran con ella —no me molesta que estés a mi lado —confesó y un furioso color rojo apareció en sus mejillas.

La chica alzó la mirada para encontrarse con los intensos ojos de Yamato. Él soltó un pesado suspiró.

—¿Entonces?

La chica arqueó una ceja.

—¿Realmente quieres saber? —la castaña asintió. Para ella la razón de haber hastiado al rubio era suficiente y justificable, pero quizás había algo más en ella que él no soportaba —El idiota de Tai y sus estúpidas técnicas.

Abrió la boca.

Técnicas…

Todo vino a ella.

Técnicas de conquista…

—Él dice cosas en otro sentido y tú te ves envuelta en ellos… eso es lo que me molesta. No tú.

—Sigo sin entender… —confesó sintiéndose tonta —me veo en vuelta en ellos porque siempre estoy contigo.

—Eso no importa —regañó el rubio —no es problema para mí que estés conmigo, esa es la verdad.

Un ligero rubor apareció en las mejillas de ambos por la confesión. —Es solo que… —pausó. Tenía que decirlo… ¿cómo? ¿con sutileza? A la mierda la sutileza —Tai hace ver las cosas sugerentes…

—¿Sugerentes?

¡La castaña no estaba ayudando! ¡Matt sintió perder la cordura!

—¡Comentarios sexuales! —exclamó desesperado.

Ambos se sonrojaron a morir. ¡Mimi se tapó la cara, completamente avergonzada!

—¡Yo no le hago nada! —chilló —¿Por qué me hace eso? —se espantó ante la idea de ser un amigo más en la lista del moreno.

—No es a ti… es a mí.

Comenzó a reflexionar. —Cuando Tai dijo sobre tu corazón que se para cuándo...

—¡Doble sentido! —interrumpió.

—Cuando olía…

—¡Doble sentido! —repitió.

¡Mimi ya no quería saber!

—¡Lo siento!

—No es tu culpa —se sintió incómodo una vez destapada la verdad… luego de un largo periodo en silencio se atrevió a ver a la chica —¿Mimi?

—Según Tai sus técnicas no fallan, el que falla eres tú…

—¡Yo no soy un pervertido como él!

Mimi río un poco y después negó. —No era eso… pero sus técnicas son repugnantes ¡No me gustan!

Se sintió un poco aliviado.

—Entonces… el techo de tu habitación…

El aire no llegó a sus pulmones.

—¡No! —gritó horrorizado —¡Olvida eso! ¡Por favor!

Quiso reír por la reacción de Yamato, ahora era quien cubría su rostro por la vergüenza.

—No lo entiendo.

—¡Eso no quieres saberlo!

—¿Fue doble sentido?

Pasó de rojo a rojo carmín. Casi le salía vapor por los oídos, casi siente lástima por él.

—Estúpido Tai, lo mataré.

—Bueno, quizás si hay algo interesante aquí después de todo —intentó bromear para hacerlo sentir cómodo. Captó su atención, porque la volteó a ver —tú eres más interesante que el techo de tu habitación…

Y sin más se acercó al chico para darle un tierno beso en la mejilla. —Tai había explicado algo de que yo te interesaba y por eso la frase, no de doble sentido —a Mimi le pareció adorable la pena del rubio y su poco talento para coquetear, tal como Ross Geller… —por eso yo me acerqué a ti.

Había tomado por sorpresa al rubio, quien paulatinamente se fue relajando. Ella le sonrió, provocando que Yamato tomara otra iniciativa: unir sus labios a los de ella.

Basta de doble sentidos e insinuaciones, había que hacerlo oficial. ¿No? La castaña le correspondió y mientras se besaban pensó en lo mucho que se habían tardado, y más que nunca se arrepintió de no haber preguntado antes, porque definitivamente fue algo que realmente quiso saber.


¿Sorpresa?

Bueno, hace mucho tenía casi todo el capítulo, salvo la última escena. Se pudría en el baúl de los recuerdos y decidí sacarlo y darle un segundo capítulo a esta historia después de 4 años xDDDD

Mi yo esperaba cumplirlo.

Disculpen si salió medio corriente. Pero bueh, por cierto... creo que perdí mi toque cómico y la última parte lo confirma.

Gracias por sus favs y sus comentarios. xD

Espero que les haya gustado esta sorpresa.