Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! No me pertenece, es pertenencia de su respectiva autora, Akira Amano.

Advertencias: Lemon. Final.


Yunmoon Projects

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En medianoche

Capítulo 7 – El fin del comienzo

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Dino se sorprendió cuando vio a Hibari en la recepción, no se había tardado mucho en ir tras de Tsuna, realmente se preguntaba si lo había visto o sólo había fingido ir detrás del castaño. Hibari alzó la mirada y con una señal indico a Kusakabe que se fuera, Romario, que estaba también ahí, decidió irse junto con el chico. Hibari y Dino se quedaron solos en esa habitación, el pelinegro dio un paso hacia el rubio y luego se quedo quieto. Dino sintió la tensión diferente de lo usual, no se sentía temeroso, ni nervioso, era diferente… era…

-Arregla lo que tú mismo has arruinado-.

-¿Eh?-.

Hibari camino hasta colocarse frente al escritorio, colocó ambas manos sobre el escritorio, donde Dino había osado sentarse y lo miró con enojo.

-Tú le explicaras todo a Tsunayoshi. Desde la idea estúpida que cruzo tu mente para tomar la fotografía, hasta lo que estábamos haciendo haya arriba-.

-Ósea que tú… ¿No le dijiste nada?-.

-El problema empezó por tu fotografía, así que arréglalo todo-.

Dino se levantó de su asiento y miró a Hibari con un poco de enojo.

-Pero Tsuna no quiere escuchar eso de mí, sino de ti-.

-Me importa nada. Arréglalo… o te morderé hasta la muerte-.

La atmosfera se volvió fría, con Hibari mirándole con rabia, Dino asintió, no quería peleas con el chico, al menos no quería peleas innecesarias. Se encamino a la salida y Hibari lo detuvo del brazo.

-Hazlo bien…-.

No parecía una amenaza, más bien parecía que se lo estaba pidiendo como un favor, Dino sonrió y le acarició el cabello.

-Déjamelo a mí-.

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Hibari nunca se lo hubiera dejado a él, si hubiera sabido que las cosas iban a terminar de la forma en la que estaban, entonces simplemente no hubiera escuchado a ese rubio estúpido e imbécil. Tsuna, frente a él, se debatía entre hablarle o comenzar a comer el parfait que tenía enfrente. Miró a Hibari y luego sonrió nervioso.

-Dino-san… ¿Va a tardar mucho?-.

-No vendrá-.

Declaro, haciendo estremecer a Tsuna.

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El día había terminado, por fin, Enma se había ido a su casa y Tsuna se había ido a la suya, junto con Byakuran. El albino le dejó en la puerta y luego se despidió del castaño. Su madre no estaba, algo de un viaje a Hawái con Bianchi y los niños, no le dijeron cuanto tardarían mucho… mucho más de tres días, todo eso olía a Reborn por todas partes. Soltó un suspiro y camino a la cocina, tomó el jugo y lo miró, nadie lo regañaría, tomó el bote y se lo colocó en la boca.

-¡Tsuna! ¡Tomar del bote no es correcto!-.

La voz le provoco sorpresa y por ende comenzó a atragantarse con el jugo. El que le había gritado se acercó corriendo y comenzó a palmearle la espalda.

-Lo siento, no quería sorprenderte. ¿Estas bien?-.

Tsuna asintió y elevo la mirada, se sorprendió un poco al ver a Dino, pero luego bajó la mirada, recordando lo que había pasado en la azotea.

-Estoy bien-.

Dijo con simpleza, soltándose de las manos del rubio y tirando el resto del jugo por la tarja, tiro el cartón en los reciclables y se encamino a su habitación. Dino sintió el despreció, pero no dijo nada.

-Ehm… ¿Podemos hablar?-.

Tsuna se detuvo a la mitad de las escaleras y luego siguió subiendo, Dino rápidamente se encamino escaleras arriba, pensó que el pequeño le cerraría la puerta, pero la dejó abierta, un poco dubitativo entró y una vez adentró cerró la puerta, Tsuna se sentó en la cama y Dino se sentó a su lado.

-Sobre lo que viste…-.

-Dino-san… No tienes que explicarme nada. Realmente me sorprendió al principio, pero luego me pareció obvio. Hibari-san te tiene mucha confianza, le has enseñado y seguro lo has escuchado en sus problemas, es obvio que tengan una relación. Lamento haber salido huyendo, pero como te dije, me sorprendió un poco-.

Dino negó con la cabeza.

-Pero…-.

-Realmente, no tienes que decirme nada-.

Casi escucho el 'por favor' al final de la oración. Dino miró un poco frustrado al chico y luego soltó un suspiro, no podía ser posible que Tsuna fuera tan terco como el propio Hibari, tendría que jugar de otra forma.

-Kyouya y yo queremos hablar contigo-.

Dijo y Tsuna alzó una ceja.

-¿Hibari-san y tú? ¿Para qué? Si les preocupa que diga algo, te prometo que yo no diré nada-.

-Bueno… Kyouya dijo que quería hablar, así que por favor. Ve el domingo a las nueve al centro de Namimori, te estaremos esperando-.

Tsuna se puso nervioso, no muy seguro de querer ir, pero finalmente aceptó, tenía que aceptarlo, no podía huir de eso.

-Esta bien, nos vemos el domingo-.

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Y entonces Dino le había engañado, realmente no era una cita con Hibari y él, sino una cita con Hibari. Decidió tomar la cucharita que reposaba al lado de su parfait y comenzar a comerlo, si iba a estar a solas con Hibari sin hacer nada seguro se pondría más nervioso. Pero ahora se preguntaba. ¿Qué le habría dicho Dino a Hibari para ir? Bueno, no sabía si quería saber lo que le había dicho, después de todo, Dino había hecho muchas cosas, desde tomarles la foto hasta meterse donde no lo llamaban. Ahora se preguntaba… ¿Quién había tomado la segunda foto? Quien lo hubiera hecho… seguro lo había hecho con mala intención.

Hibari tomó el tenedor que se encontraba a un lado de su flan napolitano y comenzó a comerlo, ciertamente no hubiera pedido nada, no le gustaba comer comida que él mismo no hubiera revisado, el tiempo le había hecho extra cuidadoso, después de todo siempre habían inútiles herbívoros que creían que podían matarlo con un poco de veneno.

Sin duda iba a matar a Cavallone después de que esa cita terminara.

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-¡Kyouya!-.

Hibari se levantó abruptamente del sofá cuando escucho ese grito en su oreja, miró con molestia a Dino y se preguntó como había abierto la puerta de su departamento, después de todo lo que había pasado con Tsuna se había encargado de cambiar el cerrojo, tuvieron suerte de que ahora no decidió cambiar de casa, aunque ganas no le faltaban, pero la idea de que Tsuna se entregara a un lugar donde él no estaría para encontrarlo no le agradaba mucho y realmente no sabía exactamente porque.

-Te mor-…-.

-¡Tsuna dijo que quería hablar contigo!-.

Su amenaza siendo cortado no le gusto mucho, pero cuando el rubio menciono a Tsunayoshi y luego hablar con él le intereso, olvidando el hecho de que estaba molesto.

-¿Qué fue exactamente lo que hiciste ahora?-.

Pero no se confiaba en él, era idiota y había iniciado un rumor innecesario, obvio que no podía confiar en él.

-Le dije todo lo que me pediste, y él dijo que quería hablar contigo personalmente y disculparse por lo que paso ese día… además que hay algo que quiere decirte-.

Hibari se puso un poco tensó… ¿Tsuna le quería decir que lo amaba? Eso sería… repentino, pero estaba dispuesto a escucharlo, tal vez si lo escuchaba de frente terminaría por decidirse por el moreno, terminara por aceptar del todo sus sentimientos.

-Bien-.

Declaro y se levantó del sofá, Dino, que se encontraba en cuclillas, se irguió y le sonrió.

-Ve elegante, esto es algo así como una cita-.

Hibari frunció el ceño y lo reventó con una tonfa, Dino cayó de bruces en el suelo y le miró con los ojos ligeramente llorosos.

-Haré lo que me venga en gana. Mi forma de vestir no es de tu incumbencia, herbívoro-.

Dino sonrió ante eso.

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Al final, había algo que había hecho Dino.

Meterlos en una cita.

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Reborn se preguntó, por qué los estaría ayudando, no tenía razones para hacerlo, no se beneficiaba y de hecho no le parecía del todo, el Tsuna modo híper no le caía del todo bien y el Tsuna de siempre le gustaba, realmente no habían razones para estar ayudando a Dino Cavallone, no era caritativo tampoco, mucho menos deseaba que su Dame-estudiante y Hibari iniciaran una relación, no tenía que hacerlo, realmente no tenía porque hacerlo, sin embargo estaba ahí, ayudando a ese chico. Dino, a su lado, sonreía como idiota, mientras le contaba quien sabe que cosas.

-… y entonces le di unos pasajes para un crucero a Hawái, Nana-san estaba tan contenta que se fue inmediatamente por los niños y Bianchi y luego se fueron… ¡Tsuna y Hibari tienen la casa para ellos solos!-.

-¿Y por qué mierda piensas que irán a casa de Tsuna?-.

-Conozco a mi hermanito, llegara un momento en el que decidirá que Kyouya no es adecuado para salir-.

Reborn alzó una ceja, Dino sonrió, de nuevo.

-Veras, hace un tiempo estuve con Kyouya en el centro de Namimori, intimidaba a cualquiera que pasaba a su lado, cuando entrabamos a tiendas las personas huían de ese lugar, no le cobraban nada y al parecer les cobraba a los encargados algo de protección de no se que, la gente le tiene miedo… Pero quien no-.

-En pocas palabras-.

-Tsuna no querrá que la gente tenga miedo de Kyouya-.

Dino sonrió y Reborn frunció el ceño. Ciertamente Tsuna no era su numero uno, pero su orgullo aún le pesaba, le parecía raro no haber logrado nada con él, pero bueno, Tsuna era un chico, un adolescente denso, idiota e inútil… no sería una gran perdida.

Pero de verdad que le pesaba en el orgullo.

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Tsuna termino el parfait al mismo tiempo que Hibari termino su segundo postre, un pastel de tres chocolates, realmente nunca se hubiera imaginado que a Hibari le gustaran los dulces, probablemente podría darle algunos dulces que su mamá hicieran, eran cien por ciento higiénicos y eran deliciosos. Fue entonces que notó algo.

Recordaba que al entrar a la tienda estaba se encontraba casi llena, pero ahora habían sólo pocas personas y todas estaban totalmente lejos de su mesa, la que se encontraba sirviendo a su mesa temblaba y lloraba, oh no, tragó saliva y miró a Hibari.

-Ahm… Hibari-san… Podríamos hablar… ¿en un lugar más… privado? Mi casa… por ejemplo-.

Hibari lo miró detenidamente, como unos treinta segundos y luego asintió, se levantó de la mesa y saco algo de su cartera, coloco el dinero en la mesa y se fue, Tsuna miró, probablemente ahí habrían al menos quince mil yenes, el parfait y los postres que habían comido no costaban tanto, pero no dijo nada, simplemente se fue, siguiendo a Hibari.

Fue un poco bochornoso verse a si mismo ir caminando al lado de Hibari, se sentía extraño, casi parecía una cita. Aunque ciertamente… si estaba en una cita, una cita que nunca se hubiera esperado tener. ¿Tendría que hacer algo? Eso no estaría del todo bien, después de todo Hibari salía con Dino, no quería jugar sucio, la relación que tuvieran esos dos debía de ser grande, no creía que Hibari fuera del tipo que se iba por ahí engañando a su pareja, seguramente para él esta cita no era nada. Pensar eso le hacía sentir mal, ¿por qué incluso internamente tenía que lastimarse? En fin.

Más rápido de lo pensado llegaron a su casa, Tsuna saco la llave de su bolsillo derecho y la insertó en la cerradura y la abrió, dejo pasar primero a Hibari y luego entró el.

-¡Estoy en casa!-.

Pero nadie respondió, se dirigió a la cocina mientras que Hibari se quedaba en la sala, no había nadie ahí, pero una pequeña nota junto con un plato con cinco onigiris fue lo que llamó su atención, tomó la nota y comenzó a leerla.

-¡HIIII!-.

Hibari se levantó del sofá en el que se había sentado y con una velocidad media se dirigió a la cocina, encontró a Tsuna con un papel en la mano mientras que temblaba, el castaño volteo a mirarlo y pudo ver casi la indignación salir de cada poro de su cuerpo.

-Ya no es sólo mi padre… ¡También mamá!-.

-¿Qué sucede?-.

No pudo controlar el impulso de preguntar, Tsuna soltó un suspiro mientras dejaba la nota en la mesa.

-Mamá se fue con Bianchi y los niños a un crucero a Hawái, dice que volverá dentro de dos o tres días-.

Hibari no dijo nada ante eso, ¿qué podía decir? Nada, no se sentía con la capacidad de decir algo, ni siquiera sabía que interpretar de todo lo que sucedía. Pero algo le olía a caballo, caballo idiota y rubio. Sin embargo no dijo nada, al parecer Tsuna no se imaginaba en lo más mínimo que el caballo idiota había tenido que ver en todo el asunto.

-Me las pagaras… Cavallone-.

-Uhm… Yo no sabia de esto… pero… ¿Todavía quieres hablar, Hibari-san?-.

Hibari asintió levemente y ambos se sentaron en las sillas, frente a frente, Tsuna se sintió extraño, estar a solas con Hibari… era un poco incomodo. Fue un largo tiempo en el que ambos permanecieron en silencio, Tsuna se estaba poniendo más nervioso de lo que ya estaba.

-Hibari-san es de Dino-san, Hibari-san es de Dino-san, Hibari-san es de Din-…-.

-Lo que viste ese día en…-.

-¡Está bien! Dino-san dijo que…-.

-No salimos, no tenemos nada…-.

Ni siquiera sabía porque lo aclaraba, pero lo estaba haciendo, algo dentro de Tsuna comenzó a calentarse, algo… cálido y fantástico brillo en su interior.

-…Aunque realmente no es de tu incumbencia-.

Tsuna frunció el ceño, ¿entonces para que quería hablar? Bueno, aunque el que le hubiera dicho eso… casi lo hacía sentir pleno.

-Sobre todo lo que ha estado pasando… Fue algo repentino, yo no sabía que hacer, todos los rumores… Mis despertares en tu casa… yo no… Reborn ni siquiera quiso contármelo-.

Hibari entrecerró los ojos y soltó un suspiro inaudible.

-¿Hay algo que quieras decirme?-.

-¿Eh?-.

-Probablemente si me lo dices yo pueda aclarar tus dudas-.

Tsuna tragó saliva, ¿decirle algo? No sabía que era exactamente lo que quería oír, pero si se trataba de sus sentimientos, no se sentía listo, no podía decirlo así como así.

Pero…

-Cada vez que te despertabas en la noche ibas a mi, pocas veces ti vi despierto, cuando te encontraba ya estabas dormido. En una ocasión, dijiste algo-.

Tsuna trato de recordar, pero no lo lograba, fue entonces cuando recordó lo que sucedió en casa de Hibari, desde el ser encerrado entre el cuerpo del pelinegro y la pared y sus palabras.

-Tú… dijiste que yo te había pedido algo… ¿qué fue exactamente?-.

-Lucha por mí… eso fue lo que dijiste-.

Un enorme sonrojo se apodero de las mejillas del moreno, eso no lo había dicho, realmente no era el. Hibari alzó una ceja, un poco interesado en las reacciones del moreno. Fue entonces que Tsuna se levantó, aún con el sonrojo en el rostro, y salió corriendo escaleras arriba. No, esta vez no se lo iba a permitir, Hibari se levantó de su lugar y comenzó a correr para alcanzar al moreno, le dio alcance a mitad de las escaleras, le tomó del tobillo y lo dejó caer entre el noveno y decimo escalón. Tsuna se pegó en la barbilla y la espinilla, soltó un grito de dolor, pero más dolor lo que sentía era pena, podía sentir el cuerpo de Hibari sobre el suyo.

-Deja de huir, estúpido herbívoro-.

Tsuna no quería mirar arriba, estaba bien como estaba. Pero el pensamiento no concluyo cuando Hibari lo hizo girar, su espalda quedo contra la escalera y los ojos de Hibari le miraron sin parpadear. Fue tan vergonzoso que volvió a sonrojarse.

-Huyes siempre que se trata de algo serio… Después de lo que sucedió en mi casa, simplemente te fuiste con ese Byakuran, pese a todo, preferiste confiar en él que pensar en lo que querías-.

-N-no… no fue así… y-yo… yo… yo…-.

-¿Tú que? Simplemente dilo, es cansad-…-.

-MegustaHibarisan-.

Lo dijo tan rápido y de forma atropellada que Hibari apenas lo entendió, pero finalmente lo entendió, Tsuna tenía los ojos entrecerrados y parecía que quería llorar.

-Me gustas… pero… pero…-.

Y comenzó a llorar, Hibari soltó un suspiro y se levantó de encima del chico, Tsuna se sentó en el escalón, pequeños respiros fuertes fue lo que lo delato, lloraba, probablemente de vergüenza. Hibari le tomó de la mano, poniéndolo en pie y Tsuna se abrazó a él, mientras seguía llorando.

-Eres un herbívoro, un tonto herbívoro-.

-¡Ya lo sé!-.

Tsuna se separo y pareció ligeramente enfado, no, sería más bien avergonzado.

-Ya lo sé… Ya sé que Hibari-san no… no me…-.

-Sólo cierra la boca-.

Y, sin esperar más, Hibari lo besó.

Un beso de Hibari.

Un beso de ese ser inalcanzable.

De su nube.

Ciertamente ese beso había sido tal y como se lo imagino, era brusco, era fogoso, era demandante y cálido. Su torpeza pareció irse, porque en ese momento Tsuna había estirado las manos hasta enredarlas en el cabello negro de Hibari, mientras que las manos del pelinegro se mantenían ahora en su espalda baja, muy cerca de su trasero.

Fue un movimiento repentino, Tsuna se movió un poco y Hibari estaba tan centrado en el beso que resbalo, con Tsuna sobre él. Quedo sentado en el suelo del segundo piso, el golpe no le había dolido, pero el moreno parecía estar apunto de hincarse para disculparse, para evitarle el bochorno, Hibari sujeto a Tsuna del rostro y lo acercó al suyo.

-Uhm… yo, yo lo si-…-.

-Eres un herbívoro demasiado persistente… deja de disculparte, me irritas-.

Mientras que la mano de Hibari se deslizaba en su cabello Tsuna bajo la mirada, avergonzado, lentamente la elevo y miró a los ojos a Hibari, ojos grises azulosos, tan resplandecientes que… casi lo absorbían.

Un segundo contacto surgió, Tsuna cerró los ojos cuando sintió los labios de Hibari sobre los suyos, su boca entreabierta invito al pelinegro a continuar con el beso y a profundizarlo. Las manos de Tsuna quedaron sobre los hombros de Hibari y el prefecto tomó a Tsuna por debajo del trasero y lo sentó sobre él, compartiendo una intima posición, reflejando la tensión sexual que sentía. Pero el castaño no se alarmo, el contacto era tan nuevo y placentero que simplemente lo dejo pasar.

En algún momento, durante el beso o besos, ya no sabía cuantos se habían dado. Tsuna sintió como la piel de Hibari rozaba la piel de su estomago y lentamente elevaba su camisa, sintió el contacto de la piel del prefecto en sus pezones y se alarmo, Hibari lo miró a los ojos por escasos segundos y luego llevo su boca a su pecho, lamiendo el pezón derecho. Eso fue totalmente nuevo para Tsuna, tan nuevo que no supo si llorar o pedir por más.

-Uh~…-.

Decidió finalmente no decir nada, simplemente apoyó las rodillas en el suelo, cada una en cada costado del cuerpo de Hibari y abrazar al pelinegro, una de sus manos rodeo la cabeza de Hibari hasta posarse en su cabello negro y la otra permaneció en su hombro, buscando algo en que sostenerse, era un placer extraño que lo hacía temblar, que lo derretía por dentro y por fuera. Sus mejillas se encendieron más de lo que ya estaba. Si en algún momento pensó que no podría experimentar más placer… pues estaba equivocado. Hibari trabajaba rápido, en un movimiento seco abrió el pantalón de Tsuna y lo tocó sobre la ropa interior, el contacto provoco un temblor en el moreno y un gemido.

-Ngh…-.

Un suave y exquisito gemido. Tsuna cerró los ojos, si fuera por él se habría separado de Hibari, pero para ese momento ya no podía moverse, sólo sentir.

-Uh… Ah…-.

Hibari lo miró a los ojos, deseaba ver su expresión mientras se derretía en sus caricias, deseaba verlo suspirar y pedir por más. Lo deseaba demasiado, más de lo que habría pensado. Tsuna abrió ligeramente los ojos, pero al ver la mirada fija de Hibari volvió a cerrarlos, mientras que sentía más placer. Con lentitud el pelinegro metió la mano dentro de la ropa del moreno, el primer contacto marco la dirección a la que probablemente irían.

-Uhn… Ngh… ¡Ah!-.

Ligeros gemidos provenientes de la boca de Tsuna, mientras que el moreno hacía lo imposible por reducir el sonido Hibari lo observaba, era tan bueno verlo así, era malo para la salud, bueno para el deseo que comenzaba a despertar de él. Comenzó con una estimulación ligera, algo que a cualquier hombre podría gustarle, pero Tsuna se veía tan sensible, en sólo un par más de vaivenes se corrió en la mano de Hibari, el pelinegro simplemente se levantó del suelo, cargando a Tsuna al estilo nupcial, y lo llevó al cuarto que sabía pertenecía al chico.

Para cuando Tsuna ya estaba en la cama se encontraba sin pantalones, que divertida situación, pensó con sarcasmo Tsuna, para ese momento no sabía que iba a suceder, si culminarían o sólo se irían por un par de caricias.

Que lindo era la negación.

Tsuna no era un experto en lo que se refería al sexo, de hecho, nunca había tenido algún acercamiento con alguna chica, había leído un par de libros para adultos, como cualquier adolescente, e incluso en una ocasión se había topado con una imagen de dos chicos en… en eso. Así que ya sabía más o menos por donde iba a la cosa. El asunto era que no sabía nada más que eso, estaba demasiado excitado y asustado como para preguntar o como para desear que todo terminara. Al ver que no había más movimiento por parte de Hibari alzó el rostro, jamás en su vida pensó ver lo siguiente, el rostro de Hibari se veía tan encendido, pero no estaba sonrojado… como decirlo…

Oh… se veía lleno de deseo, incluso se veía un tanto perverso. Tsuna casi no podía creerlo, pero con esa mirada ya estaba seguro que no iban a detenerse, no cuando él mismo estaba llegando al final de sus sentimientos. En un movimiento, el pelinegro se presiono contra su pelvis y lo que recibió fue algo… algo duro, tan duro que Tsuna se avergonzó más. No lo creía posible, pero lo estaba sintiendo, Hibari estaba igual o más excitado que él. Desvió la mirada, evitando llenarse de la mirada deseosa del prefecto, era demasiado vergonzoso como para decirlo o enfrentarlo. Aunque ciertamente eso le hacía feliz, no quería ser el único sintiendo placer en ese situación.

-E-ese día… cuando Hibari-san me dijo que no haría nada por mí, que no lucharía por mi, yo… Yo pensé que era decepcionante… pero cuando besaste mi frente, yo… yo… Creo que ya me gustabas desde ese momento-.

Hibari soltó un suspiro y se sentó en Tsuna, sin realmente dejar caer todo su peso, se veía tan pequeño y delicado, como si pudiera romperse, aunque muy en el fondo sabía que eso no era probable, el moreno era mucho más fuerte de lo que parecía, cosa que le molestaba un poco.

-No pienses más en ello, realmente ya no tiene importancia, Tsunayoshi-.

-Pero… Hibari-san ni siquiera ha dicho si yo… si yo te gusto o no-.

Oh, ¿qué era estúpido o que rayos? Un tic en su ojo izquierdo y una vena hinchada fue lo que obtuvo Hibari, sabía, porque era alguien que le gustaba investigar acercar se personas que parecían valer la pena, que Tsuna era idiota, inútil y denso, pero no hasta ese extremo. Lo había besado, lo había acariciado e incluso lamido… ¿y le venía con esa pregunta? Si fuera una chica, lo creería, pero era un chico, ¿por qué razón se acostaría con un chico si Hibari era heterosexual? No habría forma que lo hiciera, pero se trataba de Tsuna, por eso lo estaba haciendo. Sería mejor decírselo directamente.

-Estoy perdiendo la paciencia… Me gustas. Ahora no te lo dejare tan fácil, ya me he cansado-.

La declaración mando un poco de miedo al moreno, sin esperarlo, Tsuna se sonrojó cuando Hibari sonrió de lado, de forma perversa, luego él pelinegro se acercó a sus labios y volvió a besarlo. Tsuna se sorprendió por el contacto seco y brusco, pero enseguida cerró los ojos cuando sintió la primera caricia húmeda de la lengua del mayor. Después de separar sus bocas, el moreno sintió el movimiento de Hibari sobre él, sus miembros tocándose, fue algo tan placentero, ya ni sabía como pensar correctamente. Hibari sintió como el propio moreno se restregaba contra él, y como todo un amateur, Tsuna se corrió, pudo apreciar como el líquido blanquecino mancho el estomago del chico, pero en vez de pensar que era sucio, le pareció un tanto excitante. Y ahora se daba cuenta que era un pervertido. Debía de aclarar, que la razón por la que no se había corrido no era porque fuera un experto en el sexo, simplemente que se consideraba con más autocontrol que el propio que el chico que tenía debajo de él.

Tsuna dejó que su cuerpo reposara en la cama, fue como perder gran parte de su energía… después de todo ya se había corrido dos veces. Probablemente lo dejarían ahí, porque realmente se sentía cansado.

-T-tan… can-…-.

Detuvo su murmuro cuando sintió algo frió escurrir por su entrepierna y bajar hasta su entrada, el orificio que seguramente Hibari utilizaría… no podía, era demasiado… Ni siquiera tuvo tiempo de resistirse, simplemente sintió un dedo entrar y un poco de dolor, no era realmente molesto, pero era incomodo y nada placentero. Fue el segundo que entró que le provoco una contracción de dolor, arqueo un poco la espalda y de manera aleatoria comenzó a buscar algo con lo que sostenerse, fue la mano de Hibari quien lo sostuvo y Tsuna lo agradeció. Esos dos dedos en su interior se abrieron paso por todo el lugar, abriendo y cerrándose mientras el pelinegro los empujaba más y más, hasta que llegó al lugar indicado.

-¡Uhm!-.

Tsuna soltó el agarre, pero Hibari no lo soltó, lo miró directamente, viendo como el niño comenzaba a babear y a seguir el ritmo de sus dedos, había tocado el punto más sensible dentro de él.

-Nh… Hi-Hibari-san…-.

Eso sorprendió a Hibari, tanto que detuvo momentáneamente su acción, dándose cuenta que estaba en lo correcto, efectivamente Tsuna estaba siguiendo los movimientos de sus dedos. Sin pensarlo volvió a su tarea de dilatar ese pequeño orificio.

-Hibari-san… Hibari-san… Hi-…-.

Eso era todo lo que podía resistir. Hibari saco sus dedos y lo sustituyo con su miembro, la entrada en el interior de Tsuna fue más placentera de lo que se hubiese pensado, pero para Tsuna fue puro dolor, nada de placer. Sintió como algo entraba de manera brusca, le dolió tanto que comenzó a derramar lágrimas.

-¿Estas bien?-.

Preguntó con sutiliza Hibari, sin moverse, pese al dolor Tsuna asintió, que estuviera quieto era mucho más doloroso a que se moviera. Fueron lentos vaivenes, primero fue dolor, luego fue dolor y placer y por último…

-¡Uhn! ¡Aahn! ¡Hibari-san! Hibari-san… Hib-uhn…-.

Ya ni siquiera era consciente de lo que pasaba a su alrededor, placer o dolor, calor o frió, cansado o enérgico, ya no sabía nada. Su mundo se había cubierto por destellos, luces de colores y sensaciones extrañas. Detrás de sus parpados podía ver esos destellos, dentro de su cuerpo sentía ligeras ondas de calor y algo más, algo más haya del placer, y cuando abría los ojos y veía a Hibari mirarlo con deseo y perversión algo fuerte retumbaba en sus oídos.

El sonido de sus cuerpos, húmedos, pegajosos y sucios retumbaba en las paredes, sus piernas, enredadas en la cadera del pelinegro, se apretaban más y más, en busca de más cercanía, de que el otro llegara más fondo.

El final fue una fuerte onda de placer, de estremecimientos y de calor. El primero en terminar en esta ocasión fue Hibari, quien sin poder evitarlo termino haciéndolo dentro de Tsuna, luego fue el moreno, la sensación caliente en su estomago le hizo sentir extraño y sin poderlo evitar termino corriéndose. El final, fue, probablemente, lo que provoco que Tsuna pensara en la situación en la que estaba.

El auto-odio comenzó a fluir en su interior, sin reconocerse a si mismo llegó a la conclusión de que se había acostado con Hibari… y sólo Dios sabe lo bien que se sintió pero lo arrepentido que estaba. Pero una sola mirada de Hibari basto para ignorar ese sentimiento. De una u otra forma, lo habían hecho, se gustaban y…

¿Y había algo más?

No, probablemente no.

Un baño ligero, con Hibari paseando las manos por su cuerpo y él mismo permitiéndoselo, un par de besos fugaces, que le hicieron sentir como una pareja boba, pero finalmente volvieron a su alcoba, Hibari se encargo de cambiar las sabanas y luego ambos se acostaron, por la cabeza del moreno pasaba la idea de que Reborn llegara y lo viera en esa posición con el pelinegro, pero algo le decía que Reborn no iba a llegar. Tsuna estaba exhausto, así que inmediatamente, después de vagar por sus pensamientos, se quedo dormido, el pelinegro por su parte se quedo despierto bastante rato, hasta que su cuerpo le cobro la factura y se quedo dormido.

Poco antes de medianoche sintió un movimiento a su lado, rápidamente abrió los ojos y recordó que se encontraba en el cuarto de Tsuna, con él a su lado. El moreno se levantó de la cama y se acercó a la ventana, Hibari no hizo nada para detenerlo, un poco sorprendido notó como una llama se posaba en la frente de Tsuna, el menor volteo a verlo y le sonrió.

-Te amo-.

Hibari entrecerró los ojos y se sentó en la cama.

-¿Tú fuiste quien empu-…?-.

-No, yo ya te amaba desde hace mucho tiempo, sólo que… mi yo consciente empujo todos esos sentimientos hacia mi, pero de alguna forma estuvo llamándome, él quería recuperar sus sentimientos, pero a la vez no tenía valor-.

-Es sólo un herbívoro tonto-.

Tsuna sonrió.

-Dentro de un par de años nosotros nos volveremos uno, yo, después de todo, soy una parte de Tsuna que no quiere mostrar por miedo… pero sigo siendo parte de él-.

-No sé si alguna vez quiero que ese herbívoro sea tan desvergonzado como tú-.

Tsuna soltó una risita mientras se sonrojaba ligeramente.

-No soy un desvergonzado, prefiero que me digas que soy más directo… Pero finalmente… te darás cuenta que Tsuna tiene cosas de mí, como yo de él, somos uno, sólo que fue necesario que esta parte de él saliera, pa-…-.

-Eres lindo-.

El Tsuna modo híper se sonrojó demasiado, más de lo que Hibari se habría esperado y finalmente el pelinegro soltó una risita.

-Tienes razón, eres Tsunayoshi-.

-Eso… ¡Eso fue jugar sucio Hibari-san!-.

-Claro, ahora, vuelve a dormir, mañana hay escuela-.

El chico frunció el ceño y luego se acercó a la cama, pero finalmente sonrió.

-Gracias por amarme, Hibari-san-.

Y luego cayó en un profundo sueño.

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Gokudera soltó el cigarrillo de su boca, jodidamente molesto. Yamamoto no sabía si calmarlo a él o calmarse a si mismo… probablemente lo mejor sería calmar a Gokudera primero.

-Ma, ma. Tranquilo Gokudera, Tsuna… es… ¿feliz?-.

Más que afirmarlo fue una pregunta, Tsuna se sonrojó un poco más y asintió levemente.

-Hibari-san me gusta-.

El pelinegro no dijo nada ante eso, simplemente continuo con su trabajo… con Tsuna sentado en sus piernas y no era porque Tsuna se lo hubiera pedido, el propio Hibari le había obligado a hacerlo, lo que no había esperado era que Gokudera llegara, junto con Yamamoto, de Enma no le pareció extraño, después de todo le había contado toda la situación poco después de salir por el almuerzo.

Enma estaba… estaba bien con toda la situación, realmente prefería que Tsuna saliera con ese a que lo hiciera con Byakuran, Byakuran no le gustaba nada, y seguiría diciéndolo hasta el final. Como si fuera poco, por la puerta de recepción entró Reborn junto con Dino, el primero frunció el ceño y bajo levemente la fedora, no iba a decir que le había pegado al orgullo que Hibari se hubiera quedado con Tsuna, pero no por ello no iba a demostrarlo. Dino sonrió, sus mejillas se tintaron de rosa, casi se sentía como un Cupido, había unido a su hermanito y a Hibari y se veían tan bien juntos, casi estaba celoso.

-¡Ustedes dos se ven tan lindos!-.

Tsuna se sonrojó, Hibari lo hubiera golpeado, pero le gustaba sentir la calidez de Tsuna sobre su cuerpo, así que se sentía incapaz de dejarlo ir. Gokudera sin embargo mostro su enfado.

-¡Cierra la boca, estúpido! ¡Por tu maldita foto fue que ocurrió esto!-.

Dino se rasco la nuca, si, era cierto, todo había empezado por su culpa, pero ahora que el final era este… pues sinceramente no estaba arrepentido, ni un poco. Para ponerle la cereza al pastel, por la puerta entro cierto albino come bombones… acompañado de un pelirrojo que se resistía a entrar… por la ventana.

-¡Byakuran-san bájeme!-.

Grito Irie, pero se sonrojó violentamente cuando sintió todas las miradas sobre él y Byakuran, después de haber entrado ambos por la ventana.

-Será rápido, Shou-chan-.

Irie no dijo nada, ni siquiera se atrevió a mirar a Tsuna, ni a saludarlo, aunque en este momento era difícil saber quien estaba más sonrojado, si Irie o Tsuna. Ambos se encontraban en una situación demasiado vergonzosa. El castaño sentado en las piernas de Hibari y el pelirrojo siendo cargado como princesa por Byakuran.

-Como Shou-chan esta de regreso, ya no podre ayudarte, Tsunayoshi-kun. Fue un placer estar a tu lado. ¡Ciao!-.

Sin más unas pequeñas alas surgieron de su espalda y salió de la oficina de Recepción. Hibari soltó un bufido y volteo a mirar a Tsuna, el castaño sintió un aura negra detrás de Hibari, eso le asusto un poco.

-Tienes prohibido acercarte a él, Tsunayoshi-.

-¡Hey! ¿Con qué derecho le prohíbes algo al Decimo?-.

Grito Gokudera, eufórico, Yamamoto sonrió nervioso.

-Tranquilo Gokudera, ¿no es eso lo mejor?-.

El peliplata frunció el ceño, ciertamente era lo mejor, pero no lo iba a admitir. Fue entonces que algo llego a la mente de Dino y miro a todos, como si hubiera algo súper importante que tuviera que decir.

-Lo había olvidado pero… Tenemos que descubrir quien tomó la segunda foto de Tsuna, porque debo aclarar que no lo hice yo-.

Yamamoto sonrió nervioso y alzó la mano.

-Ah, sobre eso… creo que fue culpa mía-.

Gokudera lo miró con el ceño fruncido.

-¡Cómo te at-…!-.

-Veras. Yo vi como Hibari y Byakuran peleaban y todo eso, entonces tome una foto para mostrártela-.

Gokudera asintió.

-Pero yo no sabía como mandar imágenes por el móvil-.

Una gotita cayó por la cien de todos, Yamamoto era único.

-Entonces unas chicas se acercaron durante el entrenamiento y me di cuenta que utilizaban demasiado bien un celular y les pedí ayuda-.

-¡Eres un idiota, friki del beisbol!-.

Gritó Gokudera y ciertamente esta vez no podía ser más cierto, todos estuvieron de acuerdo que no fue una idea muy brillante pedirles ayuda a unas chicas para mandar esa clase de imágenes.

-Creo que ellas se mandaron la imagen y luego comenzaron a distribuirla… Jajajaja-.

-¡Eso no es gracioso!-.

Yamamoto se disculpo con Tsuna y Hibari, por parte del castaño le perdono, Hibari no dijo nada, le daba igual los rumores, después de todo. Después de un rato se fueron, ya que había dado inicio las clases, Hibari se quedo en la Recepción con Dino y Reborn.

-Ahora que lo tienes… ¿Qué harás, Hibari?-.

Fue la pregunta de Reborn, el pelinegro lo miró y sonrió de lado.

-Quien sabe-.

Reborn soltó un suspiro y se fue, no sin antes murmurar algo que tenía que ver con los niños y lo lentos que eran. Dinos se quedó solo con Hibari y le sonrió.

-Lamento todo lo que paso, Kyouya-.

El pelinegro lo miró con el ceño fruncido, a él si que le iba a cobrar todo, pero la puerta de la recepción se abrió de nuevo, mostrando a un Tsuna, que se veía nervioso y dubitativo. Hibari, que se había acercado a Dino para golpearlo con sus tonfas miro a Tsuna, el rubio hizo lo mismo. Tsuna los miro y luego bajo la cabeza al suelo.

-Yo… yo he descubierto algo-.

Soltó, Dino y Hibari giraron, ya que se encontraban mirándose mutuamente, para mirar a Tsuna de forma correcta, el moreno elevo de nuevo la cabeza y esta vez centro la mirada sólo en Dino.

-Dino-san… me da muchos celos tu relación con Hibari-san… Yo… ¡Lo siento mucho!-.

Y salió corriendo, Dino tenía una cara de completa estupefacción, mientras que Hibari sonreía de lado.

-Eso fue…-.

-Un herbívoro celoso-.

Declaró Hibari, con aire divertido.

Ciertamente era divertido ver a ese herbívoro celoso, no es que fuera malo, bueno, si lo era, pero le parecía divertido poner celoso debes en cuando a Tsuna.

-Pobre de mi hermanito… mira que salir contigo… ¡Más te vale no pasarte de la raya! Y no pueden tener relaciones sexuales, son muy jóvenes para ello-.

Hibari lo ignoro, obviamente, y por dentro sonrió.

Si supiera que realmente ya lo habían hecho.

Esto era el comienzo de una relación, demasiado buena, debía de admitir. Cuando Tsuna se volviera uno con ese otro Tsuna le agradecería de forma correcta. Sino hubiera sido por las llamas de medianoche… Mejor no pensar más. Simplemente lo iba a disfrutar.


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~Fin~

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Y con este capítulo doy por concluido esto. Shimizu Maria espero que esta historia te haya gustado hasta el último capitulo, fue una de mis favoritas y la que menos trabajo me costo escribir. Espero que todos hayan disfrutado de cada capitulo.

Shao~ shao~