Este fanfic es la continuación de otro llamado Early Winter (también del fandom de Thor, y sobre la pareja Loki/Sigyn).

Es recomendable leerlo antes, pero por si acaso alguien quiere engancharse a éste y no quiere tener que leerse los casi 40 capítulos del primero, pongo un resumen. Obviamente si alguien quiere leer ese fanfic, que no se le ocurra leer este resumen, ya que hay spoilers del final:

Tras regresar del abismo (final de la película de Thor), Loki se encuentra de nuevo en Asgard, deshonrado al difundirse sus acciones contra Thor y puesto a prueba por Odín. Para mejorar su imagen, decide formar una familia y escoge como esposa a Sigyn, un tanto caprichosamente. Con ella tiene dos hermosos niños, Narvi y Váli, pero él se resiste a dejarse ablandar por el afecto que ella le muestra, y empieza a mostrarse distante.

La situación empeora cuando él comienza una aventura en Jotunheim con su suma sacerdotisa, Angerboda, con la que tiene otros tres hijos: Fenrir, Jormungand y Hela. Sigyn lo averigua enseguida, pero, aun con el corazón destrozado, decide seguir cumpliendo con su papel de esposa fiel. Angerboda, con poderes premonitorios, advierte a Loki de que él traerá la destrucción a la casa de Odín: el Ragnarök, pero que antes debe llevar a cabo una acción que precipitará todo. Loki averigua que esa acción es la muerte de su primo Balder, y rápidamente orquesta su asesinato con éxito.

Logra cometer el crimen casi perfecto, pero a raíz de una torpeza se revela en público su crimen y es capturado por Karnilla, reina de los Norns, enamorada de Balder. Ella decide darle un castigo ejemplar y ejecuta a Narvi y Váli delante de él y de Sigyn, encadenando a Loki y sometiéndolo a los prolongados efectos de un veneno que cae constantemente sobre él. Sigyn se queda fielmente a su lado, protegiéndolo del veneno hasta que el depósito se acaba y ya no corre peligro.

Tal prueba de amor y lealtad lo hacen darse cuenta de él también la ama, pero ya es demasiado tarde. A pesar de haberlo salvado, ella decide abandonarlo, no pudiendo perdonarle que haya causado la muerte de sus hijos. Ella está decidida a suicidarse, aunque en el último momento cambia de opinión y decide huir a la Tierra, a esconderse entre los mortales. Allí da a luz a una hija llamada Tess, fruto de una última seducción por parte de Loki, y ambas rehacen su vida como mortales, aunque Loki lo ignora y sigue creyendo que Sigyn se suicidó por su culpa.


Darkness Falls

Summary: Han pasado quince años desde que el dios del engaño perdió a sus hijos Narvi y Váli, asesinados por Karnilla; y a su esposa Sigyn, a la que cree muerta por suicidio. Ha dedicado todo ese tiempo a perseguir con afán incansable su meta vital: destruir la Casa de Odín, en especial a su hermano adoptivo y actual enemigo, Thor, el dios del trueno; y apoderarse del trono de Asgard y del resto de los reinos del Yggdrasil, lo que cree que ocurrirá en la mayor de las guerras, un evento denominado Ragnarök. En su lucha, cuenta con la ayuda de sus hijos ilegítimos, fruto de su relación con la giganta Angerboda: Fenrir y Jormungand, dos hermanos gigantes de hielo, cada uno con su propio carácter y ambiciones. Hela, su tercera hija, es ahora la soberana del Helheim, el reino de los muertos, y absorbe su poder de las almas de los fallecidos.

Loki se ha convertido en un hombre aparentemente sin emociones ni sentimientos, capaz de lo peor para conseguir sus propósitos, aunque en el fondo todavía se siente consumido por la culpa y la pérdida de la única familia que siempre quiso. Aún sigue enamorado de Sigyn, y el dolor de haberla perdido lo vuelve aún más insensible y malvado.

Pero Sigyn no está muerta. Deshecha por la pérdida de sus hijos y antes de suicidarse, huyó a la Tierra como último intento de volver a empezar alejada del tenebroso camino de Loki. Ella también sigue amándolo, pero es consciente de lo peligroso que es y prefiere llevar una vida anónima y pacífica antes de dejarse arrastrar por la oscuridad de su marido, así que con la ayuda de Heimdall ha dejado que todos en Asgard, y también Loki, crean que está muerta. Se ha creado una falsa identidad como mortal llamada Sibyll Black y ha rehecho su vida, aunque nunca ha dejado de echar de menos a Loki.

Además, también guarda un secreto: Tess, la hija que tuvo al poco de llegar a la Tierra, y cuya existencia Loki desconoce.

Pero será por poco tiempo. Una casualidad le permite a Loki averiguar la verdad, y a partir de ese momento al resto de sus obsesiones se le suma una más: recuperar a su mujer y a su hija. A cualquier precio.

Y entretanto, el Ragnarök se aproxima…

Género: Romance/Drama

Pairings: Loki/Sigyn, y secundariamente Thor/Sif

Warnings: Spoilers de la película, violencia, varias escenas lemon, UA (respecto a la línea argumental de la película de Los Vengadores, y siguientes). Ver notas al final del capítulo.

Rating: M

Disclaimer: Thor y sus personajes pertenecen a sus creadores y productores Stan Lee, Jack Kirby y Marvel Comics (el merchandise) y Kenneth Branagh, Marvel Studios y Disney (la película). Este fic sólo tiene el propósito de entretener, no pretende fines de lucro ni hay violación intencionada del copyright.

Este disclaimer vale para todos los capítulos.


Parte 1: Sueños

–1–

En sus sueños, siempre regresaba a aquella cueva. Y volvía a estar encadenado como entonces.

Con los años, había desarrollado tanto su dominio de la magia que ahora habría sido capaz de neutralizar el poder de la roca de la mina Norn que en ese momento anuló sus poderes, y era capaz de quebrar cadenas mil veces más resistentes que las que le impusieron sólo con su fuerza de voluntad, por muchas barreras místicas que intentaran impedírselo. Pero allí no. Cuando soñaba, las cadenas volvían a aprisionarle sin que él pudiera hacer nada por liberarse, y de nuevo se encontraba paralizado, impotente. Una sensación que detestaba.

La escena de la espantosa muerte de sus hijos se repetía una y otra vez ante sus ojos. Váli, su querido pero más olvidado hijo menor, se convertía en un gigante de hielo y posteriormente en un sanguinario lobo similar a su hermanastro Fenrir. Y entonces se volvía contra Narvi, el favorito de su padre, y lo despedazaba sin misericordia, como el animal salvaje que era. Loki quería desviar la vista, cerrar los ojos, pero no podía. Podía ver cada uno de los cruentos detalles como si los pasaran de forma ralentizada delante de él. Loki gritaba, se desgañitaba suplicando que se detuvieran… mas siempre en vano. La bestia destrozaba el muchacho frente a él, recreándose en la crueldad del acto pero luego desechando el cuerpo sin desear comer, como si sólo lo hiciera para ofrecerle a Loki aquel macabro espectáculo.

Y luego el propio Váli era atravesado por mil lanzas que no eran asidas por ninguna mano. Los guerreros Norn no estaban allí, sólo ellos. Los pequeños Lokison, para morir; y el propio Loki, para contemplarlo.

Y cuando todo acababa –parecía mentira, porque duraba una eternidad–, él oía el familiar gorgoteo sobre su cabeza. No quería mirar hacia arriba, porque sabía bien lo que era. El Eitr. Una vez acabada la tortura moral, empezaba la física. Sabía que de un momento a otro el veneno comenzaría a desgarrar sus sentidos.

Pero el líquido caía sobre él, y no lo quemaba. Aún no. Estaba caliente, pero no ardiente, y su consistencia era mucho más viscosa de lo que recordaba en el veneno. Loki abría los ojos y no se sorprendía mucho al verse cubierto por una película rojiza y húmeda. No era Eitr lo que caía sobre él: era sangre. La sangre de sus víctimas.

Alzaba la vista un poco y allí estaban de nuevo: Narvi y Váli. Ahora estaban de pie, inmóviles y mirándole, fijos sus ojos infantiles en él. Verde esmeralda los del mayor; un granate que casi tendía al rojo los del menor. Ambos le observaban, y aunque en sus rostros no se observaba ninguna expresión de reproche, sólo su aspecto era la mayor de las acusaciones. El rostro de Narvi estaba pálido pero sereno, pero al mirar más abajo, su pecho y su estómago estaban totalmente lacerados, destrozados por las mandíbulas de un animal. Váli, convertido en gigante de hielo por efecto de la poción de Karnilla, tenía la piel azul y la boca y la nariz espantosamente manchadas de rojo, con la sangre de su hermano.

–Hola, padre –Narvi siempre hablaba primero, al igual que cuando estaban vivos–. Sentimos verte tan incómodo.

Loki apenas podía hablar, molesto por la sangre viscosa que caía sobre su cabeza –y eso no era lo peor: lo peor vendría después–, pero se las arreglaba para hacerlo.

–Narvi… Váli –los niños no contestaban, sólo sonreían a su padre, el padre que había causado su horrible muerte–. Perdonadme… fue culpa mía. Si no lo hubiera estropeado todo dejando que Karnilla se enterara de lo de Balder…

–¿Tú crees, padre? –su hijo mayor sonreía con suficiencia– Tal vez no. Tal vez estábamos condenados desde el mismo momento de nuestra concepción, ¿no se te ha ocurrido? Puede que tu destino sea no dejar ningún legado tras de ti.

–Pero están Fenrir, Jormungand y Hela… –la voz de Loki se apagó al ver la expresión de su hijo.

–No. Fenrir y Jormungand morirán en el Ragnarök, lo mismo que tú, y lo sabes. En cuanto a Hela… bueno, ella es la muerte personificada, así que no cuenta –se lo pensó un poco y rectificó–. Bueno, si cuenta, lo tienes aún peor. Tu único legado será la muerte. Muerte y caos. ¿Eso era con lo que soñabas de niño?

El dios del engaño, uno de los villanos más poderosos del universo cuando estaba despierto e indefenso ante sus sueños cuando dormía, bajó la vista, sacudiendo la cabeza.

–Yo… no lo recuerdo. Ya no recuerdo haber sido un niño.

–Pero lo fuiste. Un niño alegre y bromista al que le gustaba jugar con su hermano mayor, justo igual que él –señaló con un gesto de la cabeza a Váli–. Odín se equivocaba, ¿sabes? Cuando averiguaste tus verdaderos orígenes y lo confrontaste en la Cámara protegida. Te dijo que no estabas maldito, pero lo estás. Al igual que nosotros, tú también estás condenado desde que Laufey te engendró, la diferencia es que tú cumples tu condena en vida.

Loki parpadeó. La sangre cayendo sobre él se le metía por los ojos, y escocía.

–No es culpa tuya, padre –continuaba Narvi–, eres lo que eres. El dios del engaño; el dios del mal. Sólo haces lo que estás destinado a hacer. Dítelo una y otra vez, repítetelo siempre, si eso te ayuda a dormir.

Y sí, eso lo ayudaba a dormir. Lo que no lo ayudaba era a evitar las pesadillas, en las que Narvi lo atacaba con aquella sutileza, aquellos rodeos que eran tan típicos de sí mismo. Claro que aquél no era Narvi, sino un pequeño resto de su conciencia que aún se resistía a morir. Pero era tan pequeño que el maldito se escondía en su mente, y sólo surgía, de vez en cuando, en esas ocasiones en las que soñaba, y adoptaba el disfraz de su hijo para atacarle:

–Aunque habría que preguntar qué opinan los demás, ¿no es cierto? –añadió el niño que no era un niño–. Personas como Balder, Nanna, Hoder, Brok, Byleist… y los cientos de mortales que caen como resultado de tus pequeños juegos en la Tierra contra el tío Thor. Sé que a ellos no les consideras personas, pero aun así también tendrían una opinión sobre si eres culpable o inocente.

Él no contestaba, no tenía nada que contestar. Aceptaba todo lo que había hecho y no se arrepentía. No se podía crear un imperio sin generar algún tipo de daños colaterales.

Pero su familia… era diferente. Aquellos niños eran carne de su carne. Habrían merecido un mejor destino.

Se obligó a apartar los ojos de Narvi y observó a su hijo menor, Váli. Un niñito de piel azulada, rizos bermejos y mirada tristona. Su propio reflejo, pese a que el parecido físico y mental con Narvi fuera mayor. Pero Váli había heredado su carácter, su dolor, su rabia… y su instinto depredador. Váli, aunque alterado por la pócima, se había atrevido a lograr lo que él no había conseguido aún: asesinar al objeto de su envidia.

Váli aún no se había atrevido a hablar, y permanecía por detrás de su hermano con actitud cabizbaja y algo temerosa, como quien sabe que no ha hecho algo bien y espera un merecido castigo. A Loki le entristeció verlo así. Él no era culpable de nada.

–Váli…

El pequeño alzó la vista hacia él, sorprendido de haber atraído la atención de Loki, pero volvió a bajar la cabeza apesadumbrado.

–Lo siento, padre. No quería hacer daño a nadie, y menos a Narvi. ¿Me perdonas?

–Claro que sí, hijo mío… –se apresuró a asegurar él, deseando que no le quedara ningún género de duda.

La textura del líquido que caía sobre su cabeza cambió, al igual que su color. Seguía caliente, pero fue perdiendo su color rojo y haciéndose cada vez más transparente y menos densa. Ahora, contra sus labios, tenía un sabor salado: el sabor de las lágrimas. Todas las lágrimas que el dios del engaño no derramaba durante el día, regresaban a ahogarle por la noche, en sus sueños.

Aquellas lágrimas eran amargas y estaban cargadas de sal, y si bien le limpiaban la sangre que lo cubría, también le escocían en la piel, aunque por su resistencia de gigante de hielo no hubieran debido hacerlo; y también en el alma.

–Nada fue culpa tuya, Váli –añadió–. Soy yo quien lo lamenta. Yo te quería, ¿sabes? Tienes que creerme. Te quería muchísimo.

El chiquillo pareció sorprendido y confuso. Calló durante unos instantes, como meditando las palabras de su padre.

–Debiste habérmelo dicho. Tal vez entonces nada de esto habría pasado –murmuró, aunque Narvi acogió sus palabras con una sonrisa escéptica.

–Sí… –asintió Loki–. Debí haberlo hecho.

–Y con madre también –añadió Váli–. A ella también debiste habérselo dicho cuando tuviste la oportunidad.

Él apoyó la cabeza contra la roca, el único movimiento que podía hacer. Suspiró y cerró los ojos.

–Tienes toda la razón.

Aquel líquido salado, el mar de lágrimas que sus sentimientos querían dejar salir pero que su voluntad impedía, caía y caía sobre él como una lluvia torrencial, ya que él se negaba a dejarlas escapar de sus ojos cerrados. Él sintió cómo el líquido se calentaba aún más contra su piel, e inspiró hondo para prepararse para lo que venía a continuación. Después de la sangre y de las lágrimas, siempre llegaba el Eitr. Ni siquiera tenía que abrir los ojos para notar cómo el líquido empezaba a tomar un nauseabundo color amarillento y metálico, como de los cardenales cuando empiezan a sanar.

Tras la tortura moral, venía la física. Así era siempre, en todos sus sueños. Al principio, en esas ocasiones, casi lo agradecía: al menos mientras tuviera que resistir el dolor de su piel, no podría concentrarse en pensar. Pensar era lo peor. Pero aquel convencimiento tampoco le duraba mucho. Pronto también el sufrimiento físico era demasiado para él, y volvía a gritar y a desgañitarse como en aquel entonces.

En ese momento, el líquido, ya empezando a ser Eitr puro, dejaba de caer sobre él. Casi simultáneamente, la dulce sensación de unos dedos suaves y fríos rozando su frente le hacía estremecerse. Sorprendido, Loki abría los ojos y los alzaba sobre él; entonces el corazón se le paraba durante un instante ante la visión. No tendría que pillarle de sorpresa, ya que en todos sus sueños ocurría lo mismo… pero aun así, verla siempre provocaba ese efecto en él.

–Cómo estás, amor mío –lo saludaba ella con una sonrisa, como si hubieran acabado de verse el día anterior. En su mano, por supuesto, sostenía un gran cáliz de plata que había interpuesto en la trayectoria del Eitr que caía, y que ahora se llenaba inexorablemente.

En sueños, como no podía ser de otra manera, la idealizaba. Su aspecto era muy diferente a la mujer agotada y cubierta de sangre y suciedad que lo había acompañado durante una eternidad en aquella cueva. La Sigyn de sus sueños vestía de celeste inmaculado, desprendía un halo de luz y le parecía la mujer más bella que hubiera visto jamás, y eso que él había conocido mujeres realmente bellas. Su edad era indeterminada: a veces parecía la graciosa adolescente que se ruborizaba cuando él le hablaba y acababa todas sus respuestas con la respetuosa coletilla de "mi señor", otras la joven que lo abrazaba y le decía que le quería pese a la aversión de él por la efusividad en la manifestación de las emociones; otras una dama algo más madura pero llena de atractivo y dignidad. Y él las amaba a las tres.

–Son unos niños muy traviesos… –comentaba ella, sin dejar de acariciar su frente con sus dedos, tan helados que hasta él podía percibir el frío en ellos. Dedos muertos, pensó–. No dejes que te atormenten.

Él miró hacia delante, al sitio que antes estaban ocupando Narvi y Váli. Habían desaparecido.

–Pero merezco este tormento –objetó, volviendo sus ojos hacia los de ella.

–Oh, indudablemente –repuso ella juguetona, acariciando ahora suavemente sus párpados, que él tenía cerrados para percibir más intensamente la sensación; y bajando por su mejilla–. Pero eso no quiere decir que me guste verte sufrir.

Él no replicó. Aquello era un sueño, pero aquel tacto, el dulce tacto de su piel, era tan real… de seguro su mente, acostumbrada a manipular las voluntades y los sentidos de otros, debía estar jugando consigo mismo también. Porque el roce era perceptible al detalle, deslizándose por su rostro, y aquellos dedos parecían calentarse ante su contacto, como si…

como si estuviera viva.

No lo estaba, por supuesto. Sigyn ya llevaba años muerta. Incapaz de soportar la pérdida de sus hijos, se había suicidado, pero no sin antes haberle salvado a él la vida por partida doble: primero impidiendo que el Eitr lo consumiera lenta y dolorosamente recogiéndolo con una copa de plata idéntica a la que portaba ahora; y después contactando con sus hijos supervivientes para que lo sacaran de su prisión. Fue entonces cuando Loki, después de haber estado años tratando de negárselo a sí mismo, se dio cuenta de que efectivamente la amaba, pero ya era demasiado tarde: sin deseos de vivir, Sigyn se lanzó a la muerte sin que él, aún encadenado, pudiera hacer nada para evitarlo. Algo que jamás dejaría de atormentarle.

Váli –o su conciencia con la forma de éste– tenía razón: debería haberle dicho antes lo que sentía. Aunque, ¿cómo podría habérselo dicho, si ni él mismo lo sabía? Temeroso de ablandarse o distraerse de sus planes para obtener el poder y la gloria, Loki había ignorado obstinada y sistemáticamente cualquier signo que indicara que sus emociones por su esposa iban más allá de lo conveniente.

Pero la Sigyn de su sueño no parecía enfadada con él por eso. Con su mano derecha seguía sosteniendo el cáliz, un cáliz que nunca dejaría de sujetar; y con la izquierda continuaba acariciándole a él dulcemente: el cabello oscuro, la frente y las pálidas mejillas. Y le sonreía con ternura maternal.

–Has recorrido mucho camino desde que te dejé… –decía desenvuelta–. Has ganado en influencia, en poder y majestad. Y también has perdido la poca alma que te quedaba.

Él continuaba en silencio, oyéndola hablar. Su voz, su dulce voz, que llevaba tanto tiempo sin oír realmente, sólo en sueños… Una voz que una vez le había hablado con suavidad, amante; pero al final ya casi siempre con tono doliente, rabioso, acusador, por todo el mal que él le había hecho.

–Eres uno de los individuos más temibles de los Nueve Reinos, como querías. El azote de los mundos del Yggdrasil, especialmente de la Tierra. Has convertido a Midgard en tu campo de juegos particular, sólo por mortificar a tu hermano. ¿Estás satisfecho ya? ¿Eres feliz?

Ante la pregunta directa, Loki no pudo más que devolverle su mirada interesada y responder:

–No.

–No. Lo suponía. Aún tienes que seguir destruyendo, ¿verdad? Midgard sólo es un entrenamiento. Tu verdadero botín es Asgard, como lo ha sido siempre. No pararás hasta destruir la Casa de Odín y sentarte en el trono.

Él asintió.

–Así es.

–El Ragnarök.

–Exacto.

–Salvo que en el Ragnarök no habrá vencedores ni vencidos, sólo caos y destrucción. Lo sabes, ¿no? Tus enemigos morirán, pero tú también. ¿De verdad te merece la pena?

Loki observó el inolvidable rostro de su esposa durante unos segundos antes de contestar:

–Así podré reunirme con vosotros.

Sigyn dejó escapar una carcajada. Algo cínica, pero sobre todo divertida.

–Tu habilidad para mentir continúa siendo soberbia. Casi parecería que de verdad nos echas de menos.

Su desconfianza, incluso en sueños, le dolió.

–Claro que os echo de menos. Te echo de menos. Sigyn, te quería tanto…

La sonrisa de ella desapareció, pero no su expresión irónica.

–Lo descubriste un poco tarde, ¿no te parece? Podrías haberte dado cuenta cuando nacieron los niños, cuando yo deseaba tantísimo hacerte feliz. O antes de caer en los brazos de Angerboda. O también cuando me tuviste arrodillada ante ti, llorando y suplicándote que me quisieras.

–Lo sé –él apretó los párpados, atormentado.

–O incluso cuando te pedí el divorcio, después de que asesinaras a Balder. Si en lugar de responder tan brutalmente sólo me hubieras pedido que me quedara con alguna palabra amable, yo lo habría hecho y te habría ayudado a encubrir tu crimen. Por los niños, pero sobre todo por mí. Aun entonces todavía te amaba, por mucho que quisiera odiarte.

–Soy consciente de todo eso –suspiró él–. Y no pasa un día sin que me arrepienta de todo el daño que te hice, y de haberte empujado a…

–¿Matarme? –Sigyn sonrió enigmáticamente–. La respuesta a eso está en tu corazón, Loki. El poco que te queda. ¿Por qué sigues soñando conmigo?

El dios del engaño se encogió de hombros, y las cadenas que lo aprisionaban tintinearon débilmente.

–Remordimiento, supongo. Y añoranza. Ojalá estuvieras conmigo.

Sus ojos aguamarina dejaron escapar un destello disimulado.

–Hace tiempo que superaste el concepto del remordimiento. Lo que causa estos sueños es otra cosa. ¿Recuerdas cuando empezamos a dormir en habitaciones separadas y te despertabas inquieto cuando no me veías allí en tu lecho, pese a que habías sido tú el que insistió en ello? Tu cuerpo intentaba advertirte de que me echabas de menos, aunque te empeñaras en no admitirlo.

Loki asintió; recordaba aquella época, cuando Angerboda empezaba a apoderarse de su vida. En teoría debería estar asombrado de que Sigyn supiera aquello, pero no podía olvidar que aquélla no era realmente Sigyn. Era la imagen que él tenía de Sigyn, con la mentalidad que él le confería, y los propios recuerdos de él.

–Estos sueños son sólo una manera que tiene tu subconsciente de avisarte de algo que deberías saber –le informó ella.

–¿Avisarme? ¿De qué?

Ella sacudió la cabeza.

–Tendrás que descubrirlo por ti mismo, mi amor. Yo no puedo hacer más. Pero puedo prometerte que volveremos a vernos.

–Sí… –murmuró él desalentado–. Cuando yo muera en el Ragnarök.

Sigyn bajó la vista, clavándola en sus cadenas.

–Tal vez sea antes.

–¿Antes? ¿Qué quieres decir?

Sigyn estuvo a punto de contestar, pero echó otro vistazo a la copa, con la misma expresión analítica que allí en la cueva, tantos años atrás; y torció el gesto.

–Esto se está llenando… lo siento, eso marca el final de la conversación –comentó, apartando el cáliz de la trayectoria del líquido. El Eitr, ya puro, cayó de nuevo sobre la cabeza y el rostro de Loki, pero no en un tímido chorrito como fue en la realidad, sino un verdadero torrente que lo bañó por completo, abrasándole. Incluso en sueños, el recuerdo del dolor era tan vivo que destrozaba sus nervios y quebrantaba su voluntad, haciéndole gritar. Un grito silencioso y a la vez atronador, que le destrozó la garganta. Y aun así, seguía siendo consciente de todo a su alrededor. La consistencia lógica de la pesadilla no era demasiado firme, pero sí lo bastante eficaz como para impresionarle lo más posible.

Sigyn volvía a contemplarle con una cierta lástima en los ojos. No había hecho gesto de vaciar la copa.

–¿Sabes? Tal vez lo consigas –le dijo–. Puede que no mueras en el Ragnarök y que mates a Thor, a Odín y a todos tus enemigos. Es posible que conquistes la corona, no sólo de Asgard, sino de todos los reinos del Yggdrasil. Te convertirás en el ser más poderoso del universo, como soñabas. Pero cuando lo hagas, quiero que pienses en una cosa. Se está muy solo en la cima, Loki; aunque tú seguramente ya no necesites a nadie. Pero aun así, cuando te sientes en el trono, piensa en si te ha valido la pena el precio que has tenido que pagar por todo eso –calló un momento, como reflexionando; y se corrigió con una sonrisa–. Aunque, para ser más exactos, fuimos nosotrosquienes lo pagamos.

Loki tragó saliva, no podía hacer nada más. Cada una de aquellas palabras se le clavaba en el corazón, quemándole mil veces más que el Eitr.

–Sigyn…

Ella levantó la copa con un gesto juguetón, como ofreciéndole un brindis.

–Salud, querido.

–¡Sigyn, no! –gritó él, pero era demasiado tarde: ella ya había llevado el cáliz a sus labios y lo había apurado hasta el fondo.

Ya había visto esa escena en sus sueños cientos de veces, y en ese preciso momento era cuando se despertaba. Nunca conseguía detenerla.

Y verlo tantas veces no lo había hecho acostumbrarse. Al contrario, cada vez se despertaba más alterado.

Más horrorizado.

¡Hola de nuevo! A las lectoras de Early Winter, quería mandaros un cariñoso saludo y de nuevo agradeceros vuestro apoyo y vuestra paciencia al seguir fielmente un fic tan largo. Vosotras me habéis animado a empezar esta secuela, lo cual es un desafío porque la historia que tengo en la cabeza es tan compleja que va a constituir una verdadera novela. Espero seguir captando vuestro interés y no cansaros. Sea como sea, este fic va a dedicado a todas vosotras, las que me habéis estado motivando con vuestros comentarios, ya sea de forma anónima (aunque no os pueda responder, os quiero chicas, y me emociona mucho ver vuestros reviews) como logueada (a vosotras ya no hace falta que os diga nada porque ya os lo decía todo en mis respuestas).

Si este prólogo ha despertado vuestro interés, hayáis leído el fanfic que le precede o no, y tenéis intención de seguir la historia, me gustaría hacer algunasadvertencias:

- La más importante y que quiero que no olvidéis: la caracterización de los personajes va a sufrir un fuerte cambio. Quiero hacer un experimento con este fic. En EW Loki era dominador, insensible (al menos aparentemente), un tirano; y Sigyn un poco la víctima. Ahora quiero que se inviertan los papeles. Los sucesos que ocurrieron en la primera historia los han marcado muy profundamente, provocando grandes cambios en los caracteres de ambos.

Como ya se apuntó en el final de EW, Loki, tras estar tanto tiempo negando su vulnerabilidad emocional, al menos en el aspecto romántico, acaba aceptándola; y todos estos años en soledad lo han vuelto un poco más sensible, dentro de, como no podía ser menos, su carácter de supervillano. Si en EW exploté su lado más sádico y malvado, aquí quiero explorar su lado más humano, romántico y familiar, y las posibilidades de redención a las que aludía Tom Hiddleston en una entrevista.

En cuanto a Sigyn, ya se vio en EW que ella iba volviéndose paulatinamente más oscura y tramposa con el objetivo de sobrevivir, y esta tendencia se agudiza en DF.

En resumen, en esta historia Loki irá siendo un poco más suave, como Sigyn lo era en el primer fic (lo cual os parecerá un contraste muy marcado con respecto a su carácter en EW); y Sigyn al contrario acabará siendo más como Loki. Intentaré hacerlo matizado y paulatino, para que el contraste de estas caracterizaciones con respecto a las que tenían en EW se vea medianamente justificado, pero quería avisaros de todas formas. A cierta gente podría parecerle OoC y disgustarle. Yo lo llamo exploración de facetas, y supongo que a otras lectoras sí les interesará ver un Loki más humano, después de verlo tan malvado en EW (y repito: va a seguir siendo malvado, pero cambiará bastante). Pero si pensáis que esto os va a molestar, aún estáis a tiempo de dejar el fic.

- Como os podéis imaginar, la relación de la pareja también se verá afectada por lo que os comento. No faltaron comentarios de lectoras de EW que se sentían un poco afectadas por la relación de dominación, tal vez algo demasiado fuerte, que había entre los protagonistas y sobre todo de Loki hacia Sigyn, rozando la violencia de pareja. Eso era algo que yo jamás pretendí, aunque entiendo que se pudiera interpretar así. Yo no quería crear una historia de violencia, sino de desamor. Y aunque había un par de escenas de violencia física dentro de la pareja, siempre intenté detenerlas antes de que fueran demasiado lejos, y os pido disculpas si aun así herí la sensibilidad de alguien.

Yendo a DF, he intentado solucionar este error. Ya no habrá nada de violencia física entre los protagonistas (si acaso, algo de Sigyn hacia Loki :P), y la poca violencia psicológica que haya entre ambos estará bastante más equilibrada.

- Sobre el argumento en sí, me tomo (aún) más licencias poéticas que en EW. Sí, salen un montón de personajes del cómic y de las películas, e intento utilizar cosas de los mitos, pero de forma muy, muy libre. A veces parece que sigo el mito más fielmente; y a veces le doy toda la vuelta. Hay bastantes paranoias mías en esta historia, quedáis advertidas XD

Y aunque salen los Vengadores en plan cameo, la historia no tiene nada que ver con el argumento de la película que va a salir en 2012. Consideradlo un universo alterno.

- Como ya habéis visto en los warnings, habrá algunas escenas lemon, a un nivel descriptivo un tanto más gráfico que en EW. Pero nada muy escandaloso, o eso espero. Intentaré darle a todo un tono romántico que suavice las acciones, espero que ahora no me quede demasiado fluff. Es la primera vez que intento lemon (hasta el momento sólo me había atrevido con lime).

- Sobre el título… esta vez no está basado en ninguna canción, hace referencia a la oscuridad que va cayendo paulatinamente sobre los protagonistas, tanto externamente (el Ragnarök) como dentro de ellos mismos. Sin embargo, también he tenido influencias de canciones al escribir. En mi perfil, en el espacio donde hablo de esta historia, tenéis una lista de reproducción con varias de las canciones que me han inspirado en este fic.