Hooolaa! bueeno hace poco me termine Kuroshitsuji la verdad esque me encanta y la re flashee con este fic demo demo no sabía si hacerlo one shot o fic oficial asique ustedes opinen que yo les hago caso =D pero por el momento disfruten estas bellas (y muy locas) palabras que salieron de mi cabeza. Pero primero! -w- los personajes de Kuroshitsuji ni por asomo me pertenecen a mi, solo a su creador. Yo solo pense esta bella y loca historia! Ahora si, a leer!
-.-.-.-
Se apoyó contra la pared con la respiración agitada. Con un movimiento rápido de la cabeza, se quitó los rizos dorados del rostro, aunque varios cabellos se le quedaron pegados a causa del sudor que le caía por la frente. El contacto frío del metal de su arma contra el cuello logró despejar su mente un poco.
Hacía días en que deseaba dejar su… ¿Trabajo? Podía llamarlo así. Tenía un fue riesgo de muerte, tenía mucha suerte de seguir viva luego de tantos años, y estaba llevando esa suerte al límite al jugar tanto con su oponente. Pero le encantaba. Siempre terminaba herida y algún día no saldría viva de algún trabajo. Pero tenía un objetivo y estaba determinada a conseguirlo.
Oyó pasos acercándose a la vuelta de la pared. Ladeó la cabeza hacia un lado con una expresión divertida. Gozaba cada minuto más que podía divertirse con su trabajo.
-Cazadora…-Canturreó la voz de al lado en un tono seductor, divertido- Sal de donde quiera que estés…
Ella sonrió con una malicia de la que no era capaz ni de pensar varios años antes. Sacó de entre sus ropajes una pequeña daga que dejó a su lado momentáneamente.
-Pero, señor demonio, si salgo usted me comerá
Pudo ver la sonrisa maliciosa y sedienta de almas del tipo en su mente. Divertida, ella se quitó el antifaz con el que protegía sus ojos y lo dejó junto a la daga para poder secarse el sudor de los papados que le nublaba la vista. Luego, se puso de pie.
-Claro que si querida.-Seguía canturreando la voz- Tienes un alma muy especial. Es deseada por demasiados demonios desde que te diste a conocer.
La joven se acomodó su ropa que estaba exageradamente pegada al cuerpo, pero que era lo suficientemente flexible como para moverse con suma facilidad. Tomó la navaja del suelo junto con ambas pistolas.
-Gracias
Se puso la navaja en la boca y saltó.
Comenzó a dispararle al demonio balas que obviamente no lo mataban o herían como a un ser humano, y que el esquivaba con una rapidez digna de alguien que no era humano. Se acercaba a gran velocidad cuando ella volvía a aterrizar en el suelo. La joven se quitó la navaja de la boca en un movimiento con gracia y se la lanzó, pero él la atajó y se la lanzó de regreso. La cazadora sonrió mientras se agachaba y sacaba una pequeña katana que llevaba colgada a su espalda, y la desenfundaba.
El demonio estaba frente a ella, tomándola de la cintura y atrayéndola hacia él.
-Hola, cazadora
Ella ladeó la cabeza
-Adiós, señor demonio.
Le hundió la hoja en la boca del estómago.
Era satisfactorio ver la expresión de sorpresa y de terror que surgía en el rostro de los demonios que cazaba cada vez que sentían la fría hoja de su arma atravesarlos, y que sintieran como los desgarraba por dentro. Porque, a pesar de que la pequeña arma parecía mortal para los humanos y un juguete para los demonios, estos no sabían que lo que sostenía la joven cazadora era un arma demoníaca.
Él demonio con apariencia de mayordomo se la quedo viendo, pálido y con su sonrisa de satisfacción desvaneciéndosele de a poco de su rostro. Ella le quitó la hoja del cuerpo. Su pobre arma había quedado teñida del color carmesí de la sangre. Él calló al suelo con un ruido sordo, y la joven se arrodilló a su lado.
-Tengo una pregunta para ti- Susurró con malicia
El demonio esbozó una sonrisa débil, mirándola.
-¿Por qué te respondería, si ya estoy muriendo?
-Para que deje de matar a tus camaradas demonios
Él soltó un bufido que le tiñó los labios de escarlata, y ella dejó escapar una carcajada. Como si los demonios se preocuparan unos por otros.
-Puedo hacer esto rápido- Le dijo ella, con la punta de su katana balanceándose sobre el pecho del demonio, donde debería tener el corazón.
Él sonrió y se quitó, con mucha dificultad, el guante ayudándose con su boca. La joven odiaba a los demonios, pero tenía que admitir que no había conocido a alguno que no fuera apuesto en todos esos años.
Él dejó su mano en la mejilla de la joven. Era fría y gélida. Parecía muerta.
-Tienes bellos ojos
Se lo decían seguido.
El demonio se quedó inerte, ya muerto en el suelo. La joven solo se puso de pie, recogió sus armas y se encaminó al callejón oscuro por el que había salido, donde un carruaje la esperaba. Se subió con gracia y miró a su acompañante: Una dulce mujer de cabello marrón.
-¿Era Él, señorita?- Le preguntó con un deje de esperanza en su rostro, que desapareció cuando la más pequeña negó con la cabeza.
-Tenía los ojos rojos, pero solo en eso se parecían. No era Él.
La mujer suspiró, desalentada. La rubia sintió la mirada que siempre le dirigía luego de todos los trabajos fallidos: Cargada de lastima y pena.
-Señorita… Quizás debería…
-No, no me rendiré. No hasta encontrarlo.
El carruaje se puso en movimiento, y la joven miró por la ventana. Acariciaba con ternura el anillo que siempre llevaba en su pulgar desde hacía ya cinco años. Era un objeto precioso, con una piedra azul medianoche inmensa, de un valor inmenso, pero que ella jamás vendería. Era el más valioso y el único recuerdo que le quedaba de aquella persona… su amigo desde siempre, su querido amado.
Que podía estar muerto, o bien se podría haber convertido en aquella cosa… esa cosa que ella cazaba.
Un demonio.
Y si lo encontraba y era eso… ¿Qué debería hacer?
Lo que si haría sería a asesinar a aquella cosa que lo había llevado a aquel destino imperdonable. A aquel mayordomo de ojos rojos, con apariencia de ángel y alma de demonio.
-Lady Elizabeth, ya llegamos
Ella sonrió con amargura. Ya nadie la llamaba así, excepto Paula, quien insistía en tratarla con el respeto que se merecía. Desde hacía cinco años ya, cuando había perdido a su prometido, que se había dejado de ser Lady Elizabeth, para ser solo Elizabeth, la cazadora de demonios.