Hola! Me recuerdan? Supongo que no xD hace ya más de un año que publiqué Secretos Familiares. Pero si recuerdan el fic, y les gustó, por favor, pasen por aquí para leer la secuela que les traigo =D si no lo han leído, pasen por allá, es sólo un three-shot: http : / www . fanfiction . net /s/ 6258193/1/ Secretos_Familiares (sin espacios). También pueden leer este individualmente, pero los detalles más jugosos de la trama están allá xD Aviso: Twincest. Este capítulo contiene sólo un lime, pero prepárense para un lemmon más fuerte en el futuro.

Esta es la introducción a una serie de one-shots que recapitularán las vidas de nuestros gemelos Kagamine. Los iré subiendo cuando tenga tiempo, la universidad es muy exigente.

Disclaimer: Vocaloid y sus personajes no me pertenecen. Son de Yamaha, Sega y Crypton. Si fueran míos, no necesitaría escribir fics de ellos.


A casa.

Rin Kagamine se estaba mirando en el espejo del baño, un viernes en la mañana. El agua de la ducha corría mientras la temperatura se ajustaba, y ella permanecía desnuda frente al espejo al tiempo que esperaba a que el agua estuviera tibia. Había adquirido la costumbre de mirarse el cuerpo cuando se desvestía para bañarse, y cada vez que lo hacía evaluaba minuciosamente todas las áreas de su anatomía en un estricto juicio. Siempre encontraba la manera de verse algún defecto. No era como si detestara su cuerpo, de hecho, lo consideraba bastante decente, pero no lograba considerarse completamente atractiva. Su autoestima solía concentrarse en otras áreas de su persona, pero aún así, le gustaba verse a sí misma. Quería saber qué era lo que el muchacho que se encontraba acostado en una cama al otro lado de la pared que separaba el baño de su habitación encontraba fascinante.

La chica fijó su vista en sus propios ojos azules y su corto cabello rubio, antes de decidir dejar esos pensamientos para después. Debía estar lista pronto, tenía clase en un par de horas y quería estar arreglada antes que el chico en su cama se despertara. Entró en la ducha tras comprobar que el agua tenía una temperatura adecuada, y desde entonces se concentró en quitar toda la suciedad de su cuerpo. En eso estaba, cuando la cortina de la ducha se abrió repentinamente y un brazo se enroscó en su cintura, sobresaltándola y arrancándole un chillido ahogado.

-¿Desde cuándo te hago gritar como protagonista de película de terror? – preguntó una voz masculina detrás de ella, cuyo dueño parecía estar intentando contener una carcajada. – Debo decir que me gusta más cuando gritas como una actriz porno.

Rin se había abrazado a sí misma por reflejo, tratando de cubrirse un poco, pero cuando reconoció al dueño de esa voz su corazón se aceleró y sus músculos se relajaron. Sonrojada, tanto por su situación como por el comentario del muchacho, se dio la vuelta lentamente para encarar la sonrisa divertida y los ojos azules de Len Kagamine.

-Esas palabras no son muy agradables que se diga. – reclamó la chica, observando el cabello rubio del muchacho. Juraría que estaba incluso un par de centímetros más largo que el de ella. – Y simplemente me sobresaltaste, ni siquiera escuché abrirse la puerta.

-La dejaste abierta, es tu culpa que no hiciera ruido. – dijo el chico, riéndose, mientras entraba en la ducha y apretaba con más fuerza a la chica contra su cuerpo. Fue entonces que ella se dio cuenta de que él estaba completamente desnudo. – Además, nunca he tenido la oportunidad de compartir la ducha contigo, excepto cuando éramos bebés.

-Hm, debes tener en cuenta que sólo nos vamos a bañar. – dijo la chica, mirándolo con el seño fruncido, mientras intentaba desenroscarse de su abrazo para continuar enjabonando su cuerpo. – Tengo clase temprano, no voy a llegar tarde por tu culpa otra vez.

-¿Acaso no crees que puedo tenerte desnuda en mis brazos sin tener otras intenciones? – preguntó Len, fingiendo estar ofendido.

-Tengo toda la seguridad de que no puedes, Len. – respondió ella sin un ápice de piedad, antes agacharse a recoger el jabón que se había resbalado de sus manos y había caído al suelo, sin darse cuenta de que estaba dándole al muchacho una vista completa de su derrière. Al incorporarse y percatarse de que la mirada del rubio no se movía de ese lugar, se sonrojó aún más, enojada con él y consigo misma.

-Eso no fue intencional. – dijo, en su defensa, mientras daba un paso adelante para alejarse del chico. – Deberías mirar hacia otra parte. Y ni si te ocurra ponerme una mano encima, ya sabes que si vuelvo a llegar tarde el profesor me va a reprobar.

El chico se quedó en silencio, y Rin supuso que había captado el mensaje. No le gustaba ser antipática con él, pero si no establecía sus límites, se encontraría constantemente atrapada en su propia cama. O en la de él. No podría ir a clase nunca.

Antes Len se controlaba más. Ambos eran estudiantes de primer año en la Universidad de Tokio, pero habían comenzado su relación un año atrás, cerca del final de su último año de secundaria. Ahora que eran "adultos" mayores de edad, y estaban lejos de su familia, las situaciones donde la tensión sexual se podía cortar con un cuchillo eran mucho más numerosas. Cada quien alquiló una habitación en una residencia estudiantil, pero luego se dieron cuenta de que se habrían ahorrado mucho dinero si se hubiesen mudado juntos de una vez. Siempre dormían juntos en la misma habitación, particularmente la de Rin.

Repentinamente, la chica sintió la cálida respiración de Len rozar su piel. Un cosquilleo recorrió su espina dorsal cuando se percató de lo que sucedía. Los labios del muchacho habían comenzado a recorrer sus hombros y su cuello, dejando besos breves y un rastro de calor por donde pasaban. Luego se ensañaban con un lugar específico, el pedacito de piel donde se unían el hombro y la clavícula.

-Len… ¿Qué...? – comenzó a preguntar la muchacha, pero su voz se deshizo en un murmullo apagado cuando sintió la boca del chico succionando con delicadeza, trabajando en una marca de amor que seguramente tomaría un tono rojizo y se quedaría allí varias horas.

-Hace un momento, sólo dijiste que no te pusiera las manos encima. – le susurró el muchacho junto al oído, con un tono de voz ronco y cargado de deseo que envió una descarga eléctrica a lo largo del cuerpo de ella. Ya casi podía sentir ese calor debajo de su vientre característico de cuando su líquido interno comenzaba a acumularse en la entrada de su cuerpo. – No mencionaste nada sobre el resto de mí.

Las rodillas de Rin comenzaban a amenazar con rendirse, pero ella quería resistirse. Debía aprender a resistir los trucos sucios de su novio. Pero estar en esa posición con él, con el agua tibia recorriendo su piel al mismo tiempo que los labios del rubio, mientras sus cuerpos temblaban de deseo… Era casi imposible incluso concentrarse en analizar la situación y buscar una salida, porque ella simplemente no quería salir de ella. Quería apoyar su espalda en el firme pecho masculino detrás de ella, y volver a permitirle rodearla con sus brazos. Como producto de sus pensamientos nublados, Rin alzó una mano casi inconscientemente para acariciar la cabeza del chico, presionando levemente como instándolo a que continuara.

-¿Cambiaste de opinión tan rápido, hermanita? – preguntó el muchacho, con la diversión que experimentaba haciéndose presente en su voz.

-Cállate, Len. - respondió ella, dándose la vuelta para enroscar sus brazos en el cuello de su hermano y atrapar sus labios con los propios.

Efectivamente, ambos eran hermanos. Gemelos, de hecho. Por situaciones que sólo podían ser explicadas como el capricho de quien fuese que controlara los rumbos de sus destinos, o tal vez como una desviación sexual y sentimental producto de una figura fraternal difusa y caracterizada por roces indebidos que tuvieron consecuencias más grandes de lo esperadas; ellos ahora se encontraban en un predicamento que desafiaba las leyes de la naturaleza y la sociedad.

Los interminables días de escuela, las noches solitarias, los experimentos, los planes, la sorpresiva complicidad: todo había jugado un rol clave para hacerlos llegar al punto donde se encontraban. Ellos eran los únicos que conocían ese secreto, a excepción quizá del antiguo profesor de música de Rin, de quien no habían vuelto a saber nada hasta el momento.

La vida en la escuela nunca volvió a ser la misma desde que confesaron sus sentimientos. Len dejó de ser el playboy más famoso, el típico Casanova sin escrúpulos. De la noche a la mañana, comenzó a ignorar las insinuaciones de las otras chicas, con la excusa de tener que concentrarse en sus estudios para entrar a la universidad, cosa que no era totalmente mentira. Rin, por su parte, se alejó del grupo de amigas que tenía y se dedicó a pasar los recesos en la biblioteca con su hermano. Ellos se ayudaban mutuamente a estudiar, por eso pudieron entrar juntos en la prestigiosa Universidad de Tokio. No despertaban ninguna sospecha, eran simplemente un par de gemelos que decidieron tomar en serio su futuro e hicieron equipo para cumplir sus metas. No por eso Len dejó de tener fans, sus días de playboy aún estaban muy recientes en la memoria colectiva como para que las chicas dejaran de suspirar por él.

Fue así que los gemelos superaron las adversidades de su entorno, o al menos en parte.

-¡Maldición, Len! – exclamó Rin, saliendo apresuradamente de la ducha al percatarse de que llevaban tanto tiempo allí que el agua caliente se había acabado. Era como un balde de agua fría, literalmente. La chica se envolvió en una toalla y se apresuró a revisar el reloj de pared de su habitación. Era un cuarto sencillo, con el suelo alfombrado en negro y las paredes blancas, cuyos muebles eran: una cama doble, un armario, un librero, un escritorio con su silla, un televisor viejo, una mini nevera, un microondas, lámparas de ventilador en el techo y un sofá con una mesita de café. Alarmándose al ver que sólo le quedaba una hora antes de la clase, la chica se vistió con lo primero que encontró en el armario y secó su cabello rápidamente, agradeciendo tener el cabello corto. Luego recogió sus cosas casi sin verlas, y las lanzó dentro de un bolso que seguidamente se colgó al hombro, antes de correr hacia la puerta. Si había mucho tráfico (como siempre), llegaría tarde.

Fue así que Len, parado en el umbral de la puerta del baño con una toalla envuelta en la cintura, vio a Rin salir de la habitación y correr hacia el ascensor en el pasillo de la residencia, que se encontraba vacío. Aprovechando eso, Len caminó hasta la puerta de la habitación, fijándose en la figura de su hermana esperar ansiosamente a que el elevador llegara al piso donde se encontraban. Se había puesto una minifalda de jugar tenis verde manzana, una camisa de mangas largas de rayas verticales blancas y rojas que le quedaba grande (y que casi podía jurar que le pertenecía a él) y una bufanda morada de puntos negros para ocultar la marca que le había dejado. Tenía zapatos deportivos, pero había olvidado ponerse calcetines. ¿Habría recordado ponerse la ropa interior? Si no, el muchacho estaría feliz de molestarla por eso cuando regresara a casa.

A casa. Esas dos palabras no podían sonar más adecuadas. Porque aunque estuvieran viviendo en dos habitaciones contiguas con casi los mismos muebles, teniendo que ordenar comida china, pizza o sushi para cenar; obligados a lidiar con el estudio interminable y el pesado tráfico de la ciudad, teniendo que limpiar con una escoba el suelo alfombrado, teniendo que pagar por alquiler y servicios con trabajos de medio tiempo que consiguieron en la universidad, ellos estaban en su hogar. Allí eran libres de todo aquello que los oprimía y los obligaba a ocultar su relación en la casa de sus padres. Esas habitaciones eran su nido de amor, y la universidad era su vida.

El ascensor llegó, anunciando su presencia con la típica campanita de siempre. Rin puso un pie adentro, ya alargando el brazo para presionar de botón de la planta baja, cuando la voz de su hermano la detuvo.

-¡Rin! – la llamó el muchacho desde la puerta, haciendo que ella se diera la vuelta para mirarlo con impaciencia, sin retirar su pie del ascensor.

-¿Qué quieres? – preguntó, sin poder evitar sonar ruda y antipática, aunque no era su intención. Sencillamente, no quería reprobar en su primer año.

- Nada. – respondió el chico, sonriendo, mirándola con ternura. – Sólo iba a decirte que te amo.

La chica suavizó su semblante, mientras sus ojos se abrían con sorpresa. Ya llevaba un par de semanas que no lo escuchaba decir eso, y una sonrisa se abrió paso hasta sus labios casi sin percatarse. Repentinamente, se arrepentía de no haberle dicho lo mismo a él en ese par de semanas, olvidándolo por completo al sentirse absorbida y consumida por las responsabilidades de la universidad.

-Len… - dijo ella, con un suspiro involuntario que transmitía algo parecido al alivio y al remordimiento. – Yo también te amo. Discúlpame por todo esto.

El muchacho negó con la cabeza, conservando su sonrisa.

-Discúlpame tú a mí. Creo que he sido un poco desconsiderado. – respondió, sonrojándose casi imperceptiblemente.

Ambos se quedaron mirándose a los ojos con ternura, con el pecho inflamado de amor, hasta que repentinamente Rin recordó la hora que era.

-¡Demonios, Len! – exclamó la chica antes de reanudar su carrera contra reloj hasta la universidad, arrancándole una risa divertida al muchacho.

El chico se quedó perdido en sus pensamientos, recordando tiempos pasados, de pie en la puerta de la habitación. Salió de su ensimismamiento cuando escuchó abrirse la puerta de al lado, junto con un grito ahogado. Volviendo a la realidad, se dio cuenta de que era la primera vez que veía a su vecina, quien resultó ser su profesora de matemáticas, una señora de cuarenta años con algunas canas en la cabeza. No entendía por qué lo miraba casi con horror, hasta que recordó que seguía cubierto únicamente por una toalla. Una toalla corta, a decir verdad, apenas le tapaba la mitad de los muslos, pero no había encontrado otra.

-Buenos días, profesora. – saludó, totalmente sonrojado de la vergüenza, antes de apresurarse a entrar a la habitación y cerrar la puerta con llave. Eso definitivamente no se lo contaría a Rin.


¿Qué tal? =3 ¿Les gustó? Aún falta más por venir. Los one-shots no estarán ordenados cronológicamente, así que habrá desde momentos de su pasado hasta el presente y el futuro. Involucraré nuevos personajes, y también traeré a un par viejos x3

Por favor, dejen un review con su opinión ^^ críticas constructivas son bien recibidas. Los reviews son el alimento para la inspiración de esta escritora.

Matta-ne!