Crimen y castigo.
1. Fieras Salvajes.
Mordió su yugular con ira y desprecio hacia la vida humana. Descuartizó su cuerpo con fiereza pero disfrutando del momento. Al acabar reconstruyó cada parte y simuló que el cadáver estaba sentado en el sofá.
Se chupó los dedos saboreando los restos de sangre; se acicaló el pelo, enganchando los mechones con saliva y salió por la puerta corriendo.
Bella llegó poco después, enfundada en su uniforme, dispuesta a resolver el crimen. Durante aquel mes tenían la centralita saturada de llamadas pidiendo ayuda por ataques de animales. Pero lo que parecían fieras, se había convertido en un asesino en serie y los ataques en descuartizaciones y sentido de culpabilidad.
Bella salió del coche con un retortijón en la barriga. Se fue en busca de su compañero para que le contara lo ocurrido, aunque no hacía falta. Se lo sabía de memoria.
-Jake- le llamó con voz cansada.
-Nada nuevo- contestó él inmediatamente, sabiendo lo que Bella quería preguntarle.
-¿Nada?- insistió ella.
-Bueno si… - dijo Jake apesumbrado. Bella levantó la vista- tenemos una testigo.
-¿Dónde está?- pidió la inspectora.
-Con Paul- contestó él.
Pero Bella no fue a buscarla, primero quería ver el cadáver. Entró en la casa lentamente, analizando cada parte y cada olor. Las paredes del recibidor estaban repletas de salpicaduras de sangre ya marcadas y supuestamente fotografiadas. Fue avanzando hacia el final del pasillo donde había una estancia, de donde emanaba un gran alboroto.
Atravesó el marco de la puerta y vio a la forense examinando el cuerpo casi sin tocarlo y tomando notas. Los demás hacían fotos a la sangre de la pared, pero a nadie le hacía falta preguntar para saber que debían salir de la habitación.
Bella clavó la vista en el cuerpo. Lo miraba con tristeza. Una más. Había perdido la cuenta de los cuerpos que habían aparecido en esa misma posición. Sentados en el sofá con la mirada perdida.
-¿Algo?- preguntó esperanzada.
-Pues sí- dijo Alice con alegría-. Fíjate en el cuello.
-¿Eso es un hematoma?
-Sí. – dijo la forense sonriendo- Aunque el cuerpo no tenga una gota de sangre, la rotura fibrilar se produjo tres días antes. Lo que nos indica que fue retenida y maltratada.
-¡Eso es magnífico!- exclamó Bella. Era la primera vez que sonreía en todo el día.- ¿Crees que podrás sacar alguna huella?
-Es posible.
-¿Signos de agresión sexual?- inquirió la inspectora.
-No.- contestó Alice. Hizo un silencio prolongado y continuó.- Bella, ¿Cuánto hace que no duermes? Mejor dicho, ¿Cuántos días hace que no vas a casa?
-No quiero hablar de eso.- Entonces se giró y fue en busca de la testigo.
- Pero Mike…- intentó decir Alice, Bella ya se había ido.
Continuó andando en silencio. Mike… Mike… No quería pensar en él ahora. Solo el caso. Eso es lo importante ahora.
Encontró a Paul en el porche con la testigo. Una mujer de piel olivácea, cabello negro como el carbón y unos dientes blancos y…afilados. Sonrió maliciosamente al ver a Bella salir por la puerta delantera. No le quitó los ojos de encima.
-¿Qué hay, Paul?- pidió ella sin siquiera mirar a la testigo.
-Que te lo cuente ella.- contestó Paul con su voz grave.
Sin que nadie se lo pidiera, la mujer empezó a hablar:
-Pues bien, estaba en la cocina cuando picaron a la puerta. Incliné ligeramente la cabeza para ver quién era. Minerva ya había abierto la puerta: era un hombre alto, con la piel muy blanca y con los ojos inyectados en sangre. Miraba a la chica con expresión hambrienta como si quisiera comérsela. Entonces, la cogió del cuello y la metió hacia dentro. Solamente me dio tiempo de coger el teléfono y meterme en el sótano.
-Ese hombre… ¿La vio?
-No lo creo.
-¿Qué relación tiene con la victima?- preguntó Bella.
-Soy su hermana.
-Bien. Paul, que el dibujante haga un retrato robot del hombre y mándalo a la comisaria.- ordenó la inspectora.
Bella iba a irse pero de repente se dio la vuelta y preguntó:
-¿Cómo se llama?
-Tanya.- contestó la mujer.
-Gracias por todo, Tanya.
Ella asintió y Bella se fue. Tanya siguió mirando a Bella con mirada maliciosa y hambrienta. Ahora, se dirigió hacia el sótano. Llamó a Sam, que era el encargado de esa parte. No contestó. Volvió a llamar. Pero nada.
Instintivamente sacó la pistola y la linterna. Encendió el segundo objeto y agarró la pistola con fuerza. Poco a poco bajó los peldaños de la escalera de madera.
Bella no estaba segura de lo que iba encontrar. Ni siquiera sabía por qué había sacado la pistola pero tenía un presentimiento. O miedo, quizá.
Siguió descendiendo lentamente, asegurando cada pie. Cuando llegó abajo se dio cuenta de algo crujía bajo sus zapatos. Cristal. Había montones de trocitos, como si algo frágil se hubiera roto.
Apagó la linterna. Un haz de luz se filtraba por una rendija con barrotes de metal. Recorrió la estancia con la mirada y vio una silueta agachada. Llevaba puesto el chaleco que lo identificaba como inspector. Era Sam.
Bella bajó la pistola y tocó la espalda de Sam mientras la guardaba. Él sobresaltado se dio la vuelta y, aun jadeando, se quitó un casco de la oreja.
-¡Me has asustado!- le recriminó Sam.
-Te he llamado- replicó Bella-. Pero no contestabas.
-Es que llevaba los cascos puestos- explicó él.
-¿Qué has encontrado?
-Bueno, un montón de cristales en un suelo lleno de mierda. Pero, esos cristales se rompieron con demasiada fuerza, así que no sé qué pensar.
-¿Qué quieres decir?
-Pues que no fueron lanzados por una persona. Sino por algo con más fuerza…con una fuerza sobrehumana.
Los dos se quedaron en silencio. Bella pensando y Sam mirándola. Nadie hablaba. Sobrehumana…
-¿Sabes? – Dijo Sam- Hay algo que no me cuadra- Bella se quedó observando atenta.- La testigo dice que son hermanas. Sin embargo, la víctima es rubia y la otra morena.
Entonces a la inspectora se le ocurrió algo. ¿Y si la testigo, Tanya, no fuera hermana de la víctima y fuera compañera del asesino?
Bella salió corriendo escaleras arriba, hacia el porche. Pero allí ya no había nadie, excepto Paul con una sonrisa en la boca.
-¿Dónde está la testigo?- preguntó Bella alterada por el esfuerzo.
-Se ha ido.
-¿Cómo que se ha ido?- inquirió Bella cogiendo a Paul por la camiseta.
-Pues acabó de retratar al asesino y dijo que iba al baño, pero no ha vuelto. Creo que se ha escapado.
-¿Lo has mandado a la comisaria, el retrato?
-Si- contestó Paul avergonzado.
-Escuchadme los dos. Sam quiero que interceptes ese retrato, no nos sirve como prueba pero guárdalo por si acaso. Después quiero que despliegues un dispositivo de búsqueda. Te dejo a ti al mando. Tú, Paul, llama al dibujante y que vuelva a venir. Descríbeselo todo, incluso la ropa si es necesario.- Bella hizo una pausa para coger aire. Jake en ese momento salió del jardín cuando Paul y Sam se iban.- Jake, ven un momento.
-Dime.
-Se nos ha escapado la testigo. Es compañera del asesino, pero no me preguntes como ha acabado en el sótano por qué no lo sé. Solo sé que cuando el dibujante acabe con Paul quiero que emitas una orden de búsqueda y captura en los estados que nos rodean. Quiero su cara en todas la comisarias, es importante. Debemos capturarla…
-Vale, vale Bella. Lo he pillado. Es una fugitiva.- Jake miro a Bella a la cara. Tenía cara de cansada y ojeras que rodeaban sus ojos castaños.
Jake hacía años que estaba enamorado de Bella. Incluso antes de que se casara. Siempre había sido su compañero. Se dedicaban a resolver casos juntos. Se divertían. Pero hace unos meses las cosas cambiaron. Bella empezó a ponerse maquillaje, y a estar más cansada de lo normal. Poco a poco fue alejándose de él, hasta que llegó un punto en que solo se hablaban por trabajo. Jake empezó a sospechar cuando Bella olvido taparse el moratón de la muñeca.
-Oye… ¿Por qué no te vas a casa a descansar?- preguntó el compañero preocupado.
-No…- Bella no tenía fuerzas para negarse- Está bien. Pero haz el trabajo.
-¿Quieres que te lleve?
-No hace falta. Puedo sola.
Se montó en el coche. Arrancó y se fue hacia su casa. Mientras conducía, pensaba en el caso. En la victima y en que ella no quería acabar totalmente fragmentada. Sin una gota de sangre y sentada en el sofá.
Aparcó en la calzada, enfrente de su casa. Se bajó despacio. Se dirigió al porche casi sin levantar los pies cuando andaba. Abrió la puerta que crujió un poco. Mala señal. Ya sabía que estaba en casa.
-Ya sabes lo que tienes que hacer. Tengo hambre- pidió él.
Bella después de dejar la pistola y la placa en la mesilla de la habitación, bajó a la cocina. Ya la esperaba allí.
-¿Cómo te atreves a no aparecer en tres días?
-Yo…
Intentó excusarse pero Mike ya había levantado la mano.