Capítulo 1

"La pregunta"

¿Voy a vivir para siempre no es así?

Ella sentía su voz como si se encontrara debajo de agua. De pronto se da cuenta que está recostada en una vieja alfombra, en un extraño lugar que no parece reconocer. Las paredes están cubiertas de roca y hay muy poca luz. Se siente cómoda con su rostro apoyada en el hombro de Omer, inundada de su aroma y sintiendo la firmeza de su brazo rodeándole el cuello. Ella no recuerda si alguna vez si sintió tan enamorada de su mejor amigo en el poco tiempo que llevaban juntos, aunque con lo cercanos que eran si sintiera como una eternidad. El olor de Omer era intoxicante.

- No lo sé. ¿Te lo molestaría si tuvieras que pasar el resto de la eternidad conmigo?

La voz de Leo sacó a Ella de su embriaguez.

La cara de Omer ya no se encontraba allí sino la de Leo, el vampiro de 600 años destinado a ser su guardián.

- No, es que no sé si quiero vivir para siempre. No sé si quiero pasar por el dolor de perder a todos los que conozca.

- Los perderás de todas formas Ella. Tú ya no perteneces a este mundo… y mientras más pronto lo entiendas menos dolor habrá en tu vida de aquí en adelante.

- No sé cómo comenzar.

- Yo puedo ser tu puerta.

Y los labios de Leo se sintieron tan cálidos como nada de lo que la joven había experimentado jamás.

Ella despertó lentamente con el sabor de Leo desvaneciéndose de su boca. Aún podía sentir ese calor y era lo que más le incomodaba. ¿Por qué Leo había tenido que ocupar el lugar de Omer en su sueño? ¿Por qué se había sentido tan bien?

Serle infiel a Omer con Leo aunque fuera en sueños se sentía como la peor de las traiciones. No ayudaba en lo absoluto percibir una hendidura a los pies de su cama que no correspondía a ella. Leo de seguro había estado allí, cuidándola. "Si me besó mientras dormía voy a matarlo" pensó. Probablemente por eso había soñado con que lo besaba, sí, de seguro era por eso.

La presencia de Leo o cualquier cosa que pudiera tener que ver con él u Omer no explicaban la extraña pregunta que Ella hacía en su sueño, y ese pensamiento no la dejaba en paz incluso cuando ya faltaban pocos metros para entrar a la escuela. "¿Voy a vivir para siempre?" Dios… qué es eso de ser medio vampira y nunca haberlo pensado; soy una verdadera idiota. ¿Qué acaso sin la presencia de mi guardián no puedo recordar que soy la profeta?

El sonido en su teléfono celular la sacó del trance.

"No puedo ir a la escuela hoy, mamá está enferma y tuve que cuidarla. Cuando papá llegue podré ir a verte a tu casa. Que tengas un buen día."

Era un mensaje de Omer. Por un momento Ella sintió alivio de mostrarle su cara de vergüenza esta mañana.

Probablemente Omer se daría cuenta de lo que soñé. Puede literalmente ver a través de mí. Soy tan transparente.

Mientras cerraba y guardaba su móvil, mientras escuchaba el discurso de Amnón en la formación, incluso tras las bromas de Guy… Ella podía sentir la mirada de Leo acompañándola en cada uno de sus pasos. A veces podía ser tan maleducado, ni siquiera se tomaba la molestia de ir a saludarla.

- ¿Qué acaso no amanecí bien hoy? ¿Me veo tan mal que no quieres ir a saludarme? – Ella hablaba a un costado del hombro de Leo mientras éste esperaba a que se llenara el salón.

- Lo siento ¿He causado una herida en tu corazón? – Leo no parecía preocupado.

- No, no te preocupes. Sólo me llamó la atención de un vampiro tan correcto y fiel olvidar su misión aquí en la escuela Green. Aunque haya paz entre humanos y vampiros nuevamente.

-Yo no olvido mi misión. ¿Estoy aquí no? Aún sigo cuidándote como niñera siendo que ya sabes que tu lugar está en la residencia. Aún en tiempos de paz es más seguro que estés allí.

- No es necesario Leo, de verdad. Estoy bien acá. – La mirada de Ella se tornó compasiva y dulce-. Mi familia me cuida, mis amigos me cuidan… y sé que tú me cuidas.

Para ser una muchacha de dieciséis años, Ella a veces actuaba con la sabiduría y la confianza de alguien de seiscientos; aunque con la experiencia de… bueno… alguien de dieciséis.

- Espero que no llegue el día en que te arrepientas de ésa decisión. Por más que te quiera en la residencia ruego porque no llegue ese día.

Ésa mirada de confianza que Ella ponía sobre los ojos de Leo le recordaba con amargura el día en que derrotaron a Amnón y lograron un acuerdo de paz entre humanos y vampiros. El día en que Ella eligió el amor de Omer por sobre el de él, pero confiando en la entereza moral de Leo: "Sé que lo entenderás, y aunque no esté contigo sé que me protegerás. Eres mi guardián y te necesito". Fueron las última palabras de la conciencia de Ella a su mente antes de tomar la mano de Omer y marchar en la dirección contraria.

Desde aquel día Leo ha procurado mantener distancia y cuida a Ella desde lejos. Y, de todos modos, si Jamon está en lo cierto, no pasaría mucho tiempo antes de que la profeta finalmente vuelve a su lugar de origen. Ella finalmente será parte del mundo de los vampiros y no del de los humanos. ¿Qué daño podrían hacer Omer y éstos niños un par de meses? El lado cálido e inocente de la Ella humana también lo merecía. Por eso Leo habían intercedido frente a él pidiendo más tiempo para la heredera.

Tras largos minutos de haber comenzado la clase Ella finalmente se atreve a preguntar.

- ¿Estuviste en mi cuarto anoche no es así? –tenía miedo de preguntar, temía alguna provocadora respuesta de parte de Leo que le recordara al sueño de anoche. Temía que Leo pudiera leer tras sus mejillas sonrojadas.

- ¿Y eso te sorprende por qué? – Leo no apartó la vista del pizarrón ni dejó de transcribir la materia.

- No me gusta, ya te lo he dicho. No es necesario ya.

- Es necesario Ella. Yo estoy aquí para cuidarte, para nada más. Y para serte sincero un par de horas al día no me parece suficiente, pero lo hago porque tú lo pediste.

- ¿Pero tiene que ser de noche?

- ¿Prefieres que lo haga cuando estés con Omer?

El tono de Leo a veces la asustaba. ¡No podría amarlo! ¿Por qué a veces parece que lo olvida? Es cruel y mezquino, y no le interesan mis sentimientos. Sólo hace lo que quiere.

- Gracias por ser tan considerado.

Incluso para un vampiro con tan poco interés en la conducta humana, el sarcasmo de Ella fue muy evidente.

La incomodidad es algo para aquellas personas que temen o se preocupan por lo que piensen los demás. Entre éstos dos una clase entera en completo silencio ya no podía alterarlos. Una profunda llaga abrió un abismo entre ellos.

Aún así había algo que Ella no podía dejar escapar y para eso como siempre necesitaba a Leo. Aún estaba la pregunta:

- Leo ¿Voy a vivir para siempre?