Konichiwa! =DDD Vaya, ya llevaba bastante tiempo sin actualizar, he tenido ciertos problemas de inspiración y me ha costado demasiado terminar esta primera parte del capítulo D=

Pero bueno, vamos al cap, he aquí la etapa 3 (la primera parte). Heracles tendrá que ir a cenar con los hermanos de la tierna Akemi pero desucbrira que el que lo acepten sera mucho más dificil de lo que imagino.

Advertencias: Mención de hermanos celosos xD


Capítulo 3.

¡Acéptame por favor! Parte 1.

Su pulso se aceleraba y una gota de sudor resbalaba por su moreno rostro; podía sentir tres miradas que le taladraban el alma, como si buscarán dentro de el sus mas oscuros secretos e intenciones –las cuales eran inexistentes–.

Se sentía atrapado entre la espada y la pared, sus perseguidores buscaban la más mínima oportunidad de acabarlo.

Esto era lo más difícil que había hecho en su vida, más que darse cuenta de su amor incondicional hacia Akemi, más que declararse, aun más que soportar a ese maldito vecino turco. Era casi como estar en la segunda guerra mundial, eso era:

Cenar con los hermanos de Akemi.

Si, señoras y señores, Heracles se encontraba cenando con los hermanos de su amada japonesa y se sentía como si en cualquier momento fuera a ser atacado por miles de cuchillas del más peligroso filo.

Las miradas de los otros tres chicos le taladraban el alma, podía casi jurar que eran la los ojos de unos auténticos y sádicos asesinos. Las únicas personas que parecían no querer matarlo era la misma Akemi, que estaba sentada a su lado con una cara nerviosa y la chica taiwanesa sentada del otro lado de la mesa mirando desaprobatoria mente a sus hermanos.

¿Cómo llego a esta incómoda situación?

Bueno, si retrocedemos un poco en el tiempo a la mañana de ése mismo día podremos entender que sucedió.

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Ya habían pasado dos semanas desde que el griego había empezado su relación con la asiática de cabello negro. En ese transcurso de tiempo había logrado algunos avances, entre ellos que la chica le hablara de "tu", que lo llamara "Heracles-kun" en vez de usar el "san", dejar que la tomara de la mano entre otras cosas más.

Su relación iba lenta pero segura, por supuesto él estaba dispuesto a esperar el tiempo necesario para que su novia – no se acostumbraban aun a esa palabra – quisiera tomarle mas confianza en otras cosas, como poder besarla más seguido o mostrar su relación en público. Ésa última iba a ser algo difícil.

La joven le había dicho que lo más difícil sería contarles la relación a sus hermanos. Dudaba un poco de eso, sabía que sus hermanos la sobreprotegían mas no sabía el porque le era tan difícil decirles de lo que tenían juntos, podía comprender que no era algo que se podría decir de golpe pero sentía que ella exageraba un poco las cosas, pero bueno, trataría de comprenderlo.

De repente un escalofrío un escalofrío recorrió su columna vertebral, ultima mente tenía muchos al pensar en sus hermanos aunque no sabía porque.

En lo que él pensaba en los hermanos de su pequeña novia, ésta venia corriendo por el pasillo buscando al griego, se veía muy agitada. Cuando logro divisarlo caminando despreocupadamente por el pasillo con el uniforme desarreglado, apresuro el paso y llego hasta él con la respiración agitada.

- Heracles-kun – Dijo ella llamándolo sin poder hablar bien. – Tengo malas noticias.

- Primero trata de respirar bien – Dijo Heracles algo preocupado, ¿Qué podría ser tan malo como para que la siempre serena Akemi se pusiera de esa forma?

- Sería mejor decírtelo en un lugar un poco más privado – Dijo ella esa vez más calmada.

Heracles observo a su alrededor, algunos estudiantes los miraban como esperando un nuevo chisme que divulgar.

- Vamos a la azotea – Dijo dándose vuela y esperando a que la más joven lo siguiera. Aun era temprano y faltaba un poco de tiempo para empezar las clases. En lo que caminaban a la azotea Heracles pudo notar que Akemi estaba preocupada, mejor darse prisa y averiguar que era tan importante.

Finalmente llegaron, el griego se puso enfrente de la chica y le preguntó:

- ¿Qué pasa? –

- Mis hermanos – Dijo ella viéndolo.

- ¿Qué pasa con ellos? – Pregunto sin comprender.

- Ellos lo saben – Respondió viéndolo muy preocupado.

El griego abrió los ojos sorprendido, ¿Acaso sus hermanos sabían de los suyo?

- ¿Seguro? –

- Si –

- Bueno, no puede ser tan malo el que se enteren – Dijo sin comprender la gran preocupación de la joven. – ¿Cómo se enteraron?

- La verdad es que no lo sé, y se que el que se enteren no suena tan preocupante, pero… – Ella no completo la frase lo cual solo intrigo más al griego.

- ¿Pero…? –

- Nada, olvido por favor, pero hay algo que mi hermano me dijo que te dijera – Ella lo miró.

- ¿Qué cosa? – Preguntó el castaño pues eso le pareció algo extraño.

- Yao-nisan quiere que vengas a cenar con nosotros - Dijo finalmente la ojicafe.

- ¿Solo eso? –

- Si, bueno, el dijo que quería conocerte mejor – Explico la japonesa un poco inquieta.

- A mi me parece bien – Al griego le parecía buena idea, es decir, sus hermanos querían conocerlo ¿Eso era algo bueno no?

- ¿Seguro? Por que si no quieres venir no hay problema, es más, yo podría decirles que tienes algo que hacer – Hablo más como insistiendo en que no fuera.

Heracles la miró levantando las cejas en un gesto incrédulo. – ¿No quieres que vaya? – Preguntó con expresión triste.

- ¡No es eso! – Se apresuro a contestar Akemi arrepintiéndose de lo que dijo, a ella si le gustaría que su novio fuera a cenar con ellos, pero le preocupaba que le podría pasar, conocía de sobra a sus hermanos y sabía que el que invitaran al griego a cenar sin nada más – léase una amenaza o algo parecido – seguramente significaba otra cosa, pero parece ser que éste no lo notaba. Soltó un suspiro y lo miro, dirigiendo su mirada hacia arriba ya que él era mucho más alto que ella. – Bueno, ¿Entonces vendrás? – En su interior quisiera que le dijera que no pero ya sabía cual era la respuesta.

- Claro –

- Entonces puedes venir conmigo después de clases – Dijo esta vez tratando de verse más calmada con la situación, no quería asustar al griego.

- De acuerdo – Agregó el chico, pudo oír la campana que anunciaba que era la hora de empezar las clases. Como noto que su pareja estaba algo preocupada –aunque no supiera el por que–, la miró y dirigió su mano hacia su negro cabello acariciándolo con dulzura, acto que sorprendió a la más pequeña y de paso la hizo sonrojar.

- ¿Qué? – Preguntó viendo de nuevo hacia arriba, cuestionándole el por qué de ese acto.

- Porque te veías preocupada – Dijo mostrándole una linda y reconfortante sonrisa la cual ella después de un momento correspondió con otra igual. – Vamos a clase –

- Si – Y los dos se encaminaron juntos a clase felices con aparente desinterés.

Durante clases Akemi trato de no mostrarse preocupada, no solo por Heracles sino también porque sabía que su hermano la observaba. La ojicafe era como un libro para Yao, sabía cada detalle de su hermana y podía interpretar cada acción o gesto de ella. No había nada que le pudiera ocultar.

Mientras tanto, el griego pensaba en otras cosas mucho menos importantes: en gatos, si, justamente pensaba en gatos. Quizás debería pensar más sobre la cena con la familia de su novia –pero no creía que era algo de que preocuparse, era solo un cena con sus hermanos, nada del otro mundo–.

El griego seguía en su mundo y pensando despreocupadamente en sus queridos gatos hasta que de la nada, una bola de papel cayo en su cabeza terminando en su cuaderno, afortunadamente el maestro no

pareció darse cuenta. Tomó la bola de papel y la extendió sorprendiéndose con el contenido. Decía: "Te espero en la cena-aru", era indiscutiblemente del chino, pero por alguna razón sintió escalofríos recorrerle el cuerpo, ni siquiera se animó en voltear a ver al asiático cabello largo y castaño.

Pasaron las horas necesarias para que llegara el momento de la salida. Akemi notó que su hermano se acercaba a ella, instantáneamente se tensó, el de pelo largo lo notó y pudo evitar sonreír un poco burlón.

- Dile a tu "amigo" que lo espero en la cena – Dijo Yao, pero su sonrisa cambio de ser burlona a ser más siniestra. La más pequeña empezó a temer no por ella misma sino por su novio.

- S-si – Trato de decir con algo de nerviosismo.

El chino se que dejando solo a Akemi con Heracles que estaba en el otro extremo del salón.

- "Solo espero que no le pongan nada extraño a la comida" – Pensó terminando de guardar sus cosas.

- ¿Nos vamos ya? – Pregunto el más alto.

- Si – Entonces Akemi recordó algo. – Ahora que lo pienso, ¿Tus padres no se preocuparían si no llagas a casa temprano hoy? –

- Ah, lo había olvidado – Dijo simplemente, la verdad es que lo había olvidado por completo.

- Si quieres puedes llamar a tus padres, puedo esperar unos minutos – Amablemente ofreció la chica.

- De acuerdo, espera aquí un momento – Salió del salón para llamar a sus padres.

Mientras Akemi esperaba pacientemente al griego recordó un poco su preocupación ¿Qué pasaría si sus hermanos intentaban hacerle algo a Heracles y este por miedo le dejará? Eso la tenía aterrada, si Heracles la dejará se devastaría. Se asusto al pensar eso, y una pequeña y casi imperceptible lágrima se formaba y amenazaba con salir de uno de sus bellos ojos de color chocolate.

Trato de olvidar ese triste pensamiento, no podía hacerse suposiciones tan rápidamente, quizás si llegaba a pasar algo –que ojala no sucediera– el griego no la dejaría. El chico siempre le decía lo mucho que la quería, siempre era amable con ella y la trataba con mucho cariño y cuidado, la protegía casi tan celosamente como sus hermanos. Heracles la quería demasiado y en una ocasión le dijo que no importaría que tipo de cosas pasaran, nunca la dejaría por nada del mundo.

Con esa pequeña esperanza sonrío dulcemente a la vez que cerraba un tanto más aliviada sus ojos, y gracias a aquella acción la lágrima cayó traicioneramente por su blanca mejilla.

Esta fue casi inmediatamente limpiada para su sorpresa por la morena mano de Heracles, él la veía un tanto preocupado, como analizando el por que de aquella muestra de tristeza.

- ¿Qué sucede? ¿Te duela algo? ¿Estás triste? – Preguntó viéndola levemente preocupado.

Akemi lo miro también, con los ojos abiertos de par en par, pero luego le dedico una mirada cálida y amorosa, acompañada de una tierna y reconfortante sonrisa. Tomó su mano dulcemente y la apoyo en su mejilla de porcelana. El griego la acomodó de forma que su palma hiciera contacto directo con su suave piel. Los dos disfrutaron de ese momento unos cuantos minutos, Heracles amaba sentir la piel suave y tibia de su novia y Akemi atesoraba cada pequeño gesto que el griego le dedicaba, justo como aquel. Para su desgracia tuvieron que separarse ya que no podían quedarse así el resto del día.

La pareja salió de la escuela directo a la casa de la menor. El camino fue silencioso, pero sin embargo no incómodo. En el trayecto Heracles se permitió el atrevimiento de acercarse lentamente a la más bajita y tomar discretamente su mano, aquello causó un pequeño sonrojo en ambos. El cielo oscurecía y las estrellas empezaban a mostrar su brillo, y ellos dos disfrutaban del cálido e inocente sentimiento del amor que crecía en momentos como esos. Sus cuerpos quedaron no tan cerca como para invadir el espacio personal de cada uno, pero si lo suficiente como para poder sentir ligeramente al calor corporal de otro. Se veían como una tierna pareja escolar regresando juntos del colegio acompañados por el cielo casi oscurecido y con unas cuantas estrellas brillando sobre ellos, una hermosa escena como para fotografiar.

Ellos quisieran que ese pequeño viaje durara un poco más, pero para su desgracia y preocupación –más que nada para la oriental–. Entre calles, casas y caminatas llegaron al hogar de la chica. Heracles se sorprendió al ver la vivienda, era mucho más grande de lo que esperaba.

Frente a el había una gran casa al estilo oriental y un gran y bello jardín –que seguramente se vería mucho más hermoso de día– que lo rodeaba. Casi podía jurar que eso no era una casa, ¡Era una mansión!

Akemi notó la mirada sorprendida de su pareja al ver su hogar. Es cierto que la casa era un poco más grande que las demás pero no creía que fuera para tanto.

Miró la gran puerta perfectamente tallada y con unos hermosos diseños que sinceramente no sabía bien que eran –solamente sabía que eran hermosos ya que Yao se lo decía–, apretó más su agarre sobre la mano del castaño, ella estaba más nerviosa que su pareja aunque fuera algo tonto; vivía ahí, no había nada de que preocuparse.

Abrió la puerta y entró cautelosamente, al momento de adentrarse deshizo su agarre con la mano del chico.

- ¡Estoy devuelta! – Anuncio su llegada.

El muchacho se preguntaba que hacer, ¿Debería saludar como ella? No, no lo creía, recién él se empezaba a sentir algo nervioso.

Para alivio de Akemi –y un poco de Heracles– la primera persona en recibirlos fue la única hermana de Akemi, la taiwanés Meimei.

- Hola Akemi – Saludo la chica con una gran sonrisa, observo al griego curiosa y decidió hablarle. – ¿Supongo que eres el invitado especial no? – Sonrió pícaramente mirando esta vez a su hermana.

- S-si, Mei-chan él es Karpusi Heracles, mi… – Le daba algo de pena decirlo frente a su hermana, pero lo haría solamente por Heracles, además se trataba de Meimei, ella siempre la apoyo en todo en todo momento y sabía que nunca la juzgaría de mala manera por tener novio. – Él es mi novio – Dijo algo apenada viendo a la taiwanesas pero sin arrepentirse por decir aquello.

Heracles se sorprendió un poco, no esperaba que la joven de cabello negro se atreviera a decirle a aquella chica que eran pareja. Él la miró y ella, como leyéndole el pensamiento le devolvió la mirada queriendo transmitirle con sus ojos que todo estaría bien, y se podría decir que Heracles al parecer lo entendió ya que en seguida le mostró un pequeña pero sutil sonrisa. Todo eso siendo observado por Meimei.

- ¡Kya! ¡Ustedes dos son tan lindos! – Grito emocionada la castaña. – Un gusto conocerte, soy Xiao Meimei, espero que nos llevemos bien – Se presentó ella ofreciéndole la cual el griego acepto gustoso.

- Un gusto – Hablo por primera vez el griego, esa chica le agradaba, no parecía mala persona y era muy alegre.

- Bueno pasa, no pienso tenerlos toda la noche en la entrada – Meimei los hizo pasar, conduciéndolos por un pasillo color rojo. – Los dejaré un momento en la sala, la cena aun no esta lista. Además creo que ahí están Yong Soo y Wang Long – Termino de decir sin borrar aun su sonrisa del rostro.

Akemi se tensó instantáneamente, ahora tenía que presentarlo a sus otros dos hermanos, con Meimei fue fácil por que sabe como es ella y definitivamente no tenía la misma mentalidad que sus hermanos. Conocía perfectamente la personalidad explosiva e indiscreta de Yong Soo y la actitud fría y calculadora de Wang Long, temía por la seguridad integra de su novio.

-"No pasa nada, ellos no le harán nada" – Trato de calmarse así misma en vano.

Llegaron a una gran sala con diversas decoraciones orientales, y en un sillón negro se encontraban dos jóvenes conversando entre ellos. Uno de ellos era un coreano de cabello negro un poco más alto que Meimei y un extraño rizo en la cabeza que podría jurar tenía un rostro –o quizás fueran alucinaciones suyas–, el otro era un chico de Hong Kong de cabello marrón al igual que sus ojos solo que éstos eran un poco más oscuros. Ambos al notar la presencia de los recién llegados dejaron de de hablar y voltearon hacia la entrada de la sala, inmediatamente posaron su vista en el griego. Este se tenso un poco y Akemi al notarlo decidió hablar de algo para que los tres chicos no sostuvieran un batalla de miradas asesinas.

- Estoy de vuelta – Le dijo a sus hermanos, estos voltearon a verla y en menos de un segundo Yong Soo estaba casi encima de ella apresándola en un muy fuerte abrazo.

- ¡Hola Akemi! – Dijo sonriente el chico sin dejar de abrazarla mientras ella sonreía nerviosa, el aire se le estaba saliendo de los pulmones.

- Suéltala que la dejaras sin aire – Hablo la voz seria del otro chico asiático, notando que a su hermana le estaba faltando el aire y se le estaba dificultando el respirar.

- Bueno – Con aparente fastidio el joven ojinegro.

- Jeje – Rió nerviosa la menor de todos, mientras que Heracles se aliviaba, en el fondo le puso un poco celoso el abrazo del hermano de Akemi para con ella, que no daría el por poder abrazarla de esa manera. – Am… Yong-nisan, Long-nisan, el es Karpusi Heracles – Les presento Akemi a Heracles. Con ellos no se atrevía a usar la palabra novio aunque estuvieran al tanto de su relación, sabían TODO perfectamente.

- Un gusto – Dijo Heracles aun un poco incómodo, los asiáticos lo miraron fijamente, como analizándolo, Meimei enseguida supo lo que pesaban aquellos dos, la desaprobación.

- "Pobre chico" – Pensó compadecida la castaña. – "Creo que le echaré una mano, no parece mal chico" - Y es que no dejaría que sus celosos hermanos arruinaran la relación de Akemi con aquel alto y apuesto griego.– Oigan, Yao dijo que vayan a ayudarlo en la cocina –

- Ya vamos – Dijo Wang Long, él y el coreano le dirigieron una última mirada al griego, la cual él trato de soportar. – Vamos – Le dijo Wang Long a Yong Soo, y ellos dos se fueron por el pasillo.

Inmediatamente después de la salida de ellos, el ambiente pareció cambiar y hacerse más fresco. La sonrisa de Meimei que había desaparecido solo por un momento volvió a tomar lugar en su rostro y le hablo a Akemi.

- Oye, ¿Por qué no vas a cambiarte? –

- Si – Se dirijo principalmente al griego – Vuelo en un momento – Al igual que los otros dos se fue por el pasillo.

- Oye, no te preocupes yo los ayudare – Hablo Meimei una vez que la japonesa se fue.

- ¿Eh? – Musito Heracles viéndola confundido.

- Que yo los ayudaré, se que los dos están algo nerviosos, supongo que más que nada Akemi – Explico ella. – Escucha, te lo diré sin rodeos, no creo que mis hermanos te acepten al momento de conocerlos – Soltó sin más, y el griego abrió sus ojos sorprendido. – Ellos protegen de más a Akemi, todos la adoramos y queremos lo mejor para ella, y debo decir que se ve feliz contigo y no creo que estés jugando con ella ni nada por el estilo, aunque te acabo de conocer puedo estar casi segura de eso. La verdad es que me agradas – Finalizo con una gran sonrisa.

- Gracias – Apenas y pudo decir el griego.

- Se podría decir que tienes mi aprobación – Dijo ella. – Pero eso no significa casi nada, tienes que conseguir la aprobación de esos dos celosos y de Yao, aunque puedo ayudarte con esos dos, Yao es un poco difícil, pero si le demuestras que no tienes malas intenciones con Akemi y que eres lo suficientemente bueno para ella posiblemente lo logres – Informó mirando al chico y sus ojos mostraron un poco más de seriedad al decir lo siguiente. – Pero ten mucho cuidado, ellos buscarán la manera de arruinarte –

- ¿Arruinarme? –

- Si, ellos hacían todo tipo de cosas para alejar a cualquier chico interesado en Akemi –

- ¿Habían más chicos interesados en ella? – Pregunto alerta y celoso, aunque no le debería sorprender mucho, Akemi era una chica tierna y amigable, y aun sin conocerla irradiaba un aura de querer acercarse a ella, sin mencionar todo las cualidades que tenía y que era muy linda, no por nada se había enamorado de ella. Tenía cierta popularidad en la escuela, debía que ser precavido y estar alerta sobre que chicos se acercaban a su novia.

- Si –

- ¿Y como qué tipo de cosas hacían para alejarlos de ella? –

- Bueno, a veces les hacían "bromas". Aunque creo que a ti seguramente te atacarán con preguntas y

según tu respuesta verán si tienen la oportunidad de hacerte quedar mal. Creo que puedo ayudarte con eso – Respondió y advirtió la taiwanesa.

- De acuerdo, gracias – Ahora sabía más o menos que tipo de personas eran los hermanos de su amada y que no la iba a tener tan fácil como pensaba y que esa cena no era solo una invitación para conocer a su familia. Era similar a una batalla para lograr que lo aceptaran, si era lo suficientemente ingenioso y precavido podría demostrarles que podía pasar la prueba y que no era solo un tonto enamorado.

- Voy a hacerte una pregunta – Saco de sus pensamientos la chica a Heracles – ¿Qué tanto quieres a Akemi? – Pregunto la ahora aliada de Heracles, sabía que ese chico de ojos verdes no era una amenaza para su hermanita, pero sentía curiosidad de saber que respondería ante una pregunta como esa.

Heracles recordó el día en que la conoció, cuando la vio por primera vez en la azotea del instituto y su belleza lo dejo sin palabras. – Estoy seguro que cuando la conocí me quede sin palabras, me pareció la chica más hermosa que haya visto en toda mi vida, y aun lo sigo pensando, adoro sus ojos y su voz. Pienso que la persona más tierna del mundo. Adoro también cuando me sonríe tiernamente y siempre siento deseos de abrazarla; y hago un gran esfuerzo para no besarla de repente y no asustarla. Se que esto es difícil para ella, y por eso estoy tratando de ser más comprensible. Me siento el ser más feliz que nunca a su lado, y sin duda ella también cree lo mismo aunque sueno ambiguo de mi parte. Pero, estoy seguro de que los dos somos felices juntos, y haré todo lo posible para que tus hermanos me acepten – Finalizo con una pequeña pero muy sincera sonrisa Heracles, él era sin dudarlo una persona de muy pocas palabras, pero cuando se trataba de Akemi, su corazón hablaba por él –por más cursi que sonara– ella era la persona a la que más había querido en toda su joven vida.

Meimei lo miró sorprendida, definitivamente su querida hermanita había conseguido un buen novio. Soltó una pequeña risilla al pensar en la palabra "novio".

Akemi no podía encontrar más feliz, había escuchado casi toda la conversación, más o menos desde que Meimei le había dicho que sus hermanos lo presionarían con preguntas. Le alegro que el griego no se mostrara asustado sino que se decidiera a hacer que sus hermanos lo aceptarán. Aunque también era para alivio suyo que ellos solo lo atacarían con preguntas, por que sabía que podrían hacer cosas peores y el que haya muchas armas tipo orientales no era de mucha ayuda –aclárese: cuchillas, espadas, chacos tec… –

Pero sin duda lo que más le alegró y reconfortó fue la respuesta a la ultima pregunta hecha, ¿Cuán enamorado estaba de ella? Su respuesta la cautivo hasta el más fondo de su ser. Y tenía razón, se sentía la persona más feliz del mundo junto a él.

Decidió que era la hora de salir de su gran escondite –detrás de la pared– y entró tratando de aparentar que apenas había bajado.

- Hola – Dijo anunciando su llegada a la sala con una linda sonrisa en su rostro.

- "Definitivamente no perderé" – Pensó decidido Heracles. Y le acaricio la cabeza por tercera vez en el día, ella simplemente volvió a disfrutarlo.

Meimei los miro enternecida, tenía ganas de sacarles una foto pero sabía que era invadir la vida social y privada de los demás.

- La cena esta lista – Por la sala se oyó la voz seria de Wang Long asomando una parte de su cuerpo por la entrada.

La cena estaba por empezar y con eso, la lucha de Heracles también.


¡CHAN! ¿Qué les pareció? ¿Creen que me quedo bien, mal, terrible, del asco?

Recuerden que lo que ustedes opinen es algo muy importante para mi. Recen para que la inspiración no tarde tanto en llegar y poder demorarme menos en hacer la segunda parte.

Cada vez que dejas un review, se aunmenta la posibilidad de que Yao y sus hermanos acepten a Heracles =D

BYE!