¡Hola a todos!

He aquí el epílogo.

Gracias y mil gracias a todos por haberla seguido.

¡Espero no decepcionarlos!

¡LOS REVIEWS SON GRATIS, ASÍ QUE PUEDEN DEJARME UNO!

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Mi Amante Griego

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Capítulo 10: Epílogo

Sasuke veía de un lado a otro la pequeña rubia que caminaba agitada en su frente.

- ¿Puedes parar un momento? - dijo algo obstinado.

- No hasta que...- ajustó la enorme grabadora en sus manos. - ¡Esta listo! -

Sonrió extasiada y sastisfecha mientras enfocaba al enorme hombre sentado en el sofá.

- ¡Hola soy Naruko Namikaze y él, es mi tío Sasuke! - saludó a la cámara con fastidio. - Mis padres son Naruto Namikaze y Hinata Namikaze, tengo cinco años y me gusta el pastel, la gaseosa, los chocolates. La abuela dice que no debo comer dulces porque algún día puedo terminar como la tía Sakura. - rió entre dientes mirando a Sasuke.

- Deja de meterte con mi esposa, no estaba gorda. - suspiró. - Cuando tu madre estaba embarazada de ti, también aumentó mucho de peso. -

- Mamá es hermosa - dijo altiva. - Papi se lo dice siempre cuando cree que no los escucho. - sonrió feliz. - Odio a la gente chismosa que nos persigue en la calle, cuando papi y yo vamos a esquiar no paran de sacarnos fotos. Muchos van por mis mejillas ¡y no me gusta! -

- Tu padre es famoso, no esperes menos. -

- Gracias por ayudar tío Sasuke. - entrecerró la mirada con molestia. - Amo cuando mamá me hace mi comida favorita y me lleva a comer pizza. A veces papi no nos puede acompañar por el trabajo, pero siempre nos llama y nos dice que nos ama. La abuela Kushina se enfada cuando el abuelo Minato me consiente, dice que no llegaré al modelaje como papi. - bajó la mirada. - No quiero ser modelo, ¡quiero ser doctora! - alzó la cámara.

- Bravo. - Sasuke rodó los ojos.

- Tú, pedazo de excremento. - se lo había escuchado decir a Kushina en una de sus riñas contra Sakura, y que solo decía cuando Hinata no estaba cerca. - Ése que llevas en los brazos. ¡Es un pañal lleno de caca! Y a Naruko no le agrada. - se cruzó de brazos.

- Ahí vamos de nuevo. - volvió a rodar los ojos. - Ya lo hemos hablado. -

- ¿Qué te parece si hablamos de lo que ¡no! me gusta? - se sentó a su lado viendo más de cerca el pequeño bulto que llevaba Sasuke en los brazos. - Es feo, arrugado, ¡no tiene pelo! No juega conmigo. - frunció los labios. - Estoy segura que Takeshi quiere que lo dejes ¡en...el...piso! -

Sasuke se echó a reír, su hijo apenas contaba con siete meses de nacido. Le alborotó el largo cabello rubio a Naruko mientras se reía más fuerte, había salido igual que su padre, hiperactiva, fuerte, le gustaba no solo llamar la atención sino tener a todos los hombres de la casa tras ella. Pero Takeshi aún estaba muy pequeñito para correr y jugar. Le dio un beso en su cabecita llena de pelusa y luego besó la frente de Naruko.

Era el baby shower de Hanabi que iba por su tercer hijo, todos habían acordado hacerlo en la mansión Namikaze, los sillones rojos de terciopelo se acomodaban elegantemente en la sala y los candelabros dorados, adornaban a la perfección el techo, era grande y muy espaciosa, a lo lejos se veía el gran televisor de plasma y una foto enorme arriba, la familia Namikaze en un día de campo. 'Día de desastre'. Naruto corría sin pantalones detrás de Naruko donde ésta perseguía a un perro, y el pequeño Minato de dos años lloraba a todo pulmón mientras Hinata lo consolaba.

Sasuke se rió entre dientes al recordar el nacimiento de Minato. Todos, excepto Naruto, estaban ansiosos y en medio de los Grammy, Hinata le dijo que había rompido fuente. El hospital estaba lleno de artistas, modelos, hippies, raperos, músicos, dramaturgos. Pudo jurar haber visto a Spilberg entre la multitud. Naruko se sintió celosa de tanta atención por su pequeño hermano que desde ese momento le declaró la guerra, dice que no lo quiere, pero lo cierto es que a veces se le escucha llorar porque Minato no le abraza.

- Ahí viene de nuevo el cabeza de zanahoria. - un pequeño conejito apareció entre las paredes cogiendo con fuerza un osito de peluche.

- Hermana, tengo zueño -

- Ve a dormir, entonces. - Naruko se acomodó su pelo.

El pequeño Minato había heredado, misteriosamente, el pelo rojizo de Kushina. A Hiashi le incomodó tanto que prometió teñírselo de negro, o castaño, cuando fuese un poco más grande, pero poco a poco el rojo pasión fue cambiando a uno más profundo, empezando a ser envidiado por muchos peluqueros. Era el tono de color perfecto que contrastaba su piel y sus ojos grises, en su juventud sería una dinamita varonil, con su actitud tranquila y su voz apaciguada llena de cariño.

- No puedo. - el pequeño se frotó sus ojos. - Zabes que la ozcuridad me aterra. - bajó la cabeza mordiendose los labios.

- Esta bien - Naruko suspiró. - Pero no le digas a mamá que dormí contigo. ¿Ok? -

Minato sonrió tranquilamente sosteniendole la mano.

- Naru-chan. - la miró desde abajo. - ¿Me quiedez? -

Naruko miró a los lados tragando saliva. Ella era más una Uzumaki, fría, fuerte y retadora, se suponía que odiaba a su hermano por tanta atención y elogios que recibía a diario. Pero no. Sonrió.

- Quizá te quiera un poquito. - alzó la mano mostrando el índice y el pulgar muy cerca.

Hinata miró todo con lágrimas en los ojos mientras sus pequeños entraban cogidos de la mano a la habitación, y Naruko cerrando la puerta, besaba la mejilla de Minato. Sus hijos se habían convertido en su bendición y su felicidad, los amaba y sabía que mientras crecieran se la iban a llevar mejor; a Naruko le falta la tranquilidad de Minato, y a él, le divierte la hiperactividad que Naruko posee.

- Hinata. - escuchó la voz autoritaria de Sasuke provocándole un salto.

- No sabía que estuvieses ahí. - a paso calmado fue donde él.

- No importa. Dime ¿qué has pensado? - le brindo asiento a su lado mientras llevaba al pequeño a su hombro.

- ¿Cómo está? - miró el bulto tratando de desviar la conversación.

- No es de él, de quien estamos hablando. - Sasuke podría llegar a ser tan cortante como una navaja bailando en el trasero.

- Olvidalo Sasuke. - quiso pararse pero la cogió por las muñecas deteniéndola.

- Sabes que no puedo. Eres perfecta Hinata, nada más mírate. Tienes dos hijos y un marido, eres exitosa en tu trabajo, una familia, dinero, ¿qué más puedes tener? - suspiró - Yo lo sé, un puesto en esa hermosa y amplia galeria de arte donde serás el tema principal. -

- No lo sé, Sasuke - bajó la cabeza. - Naruto se enfadará. -

De pronto una alborotada cabellera rubia apareció entre las paredes, mientras que en paso de chico hot, besó a Hinata seductoramente.

- ¿Para qué soy bueno? - sonrió apartando la mano de Sasuke de la muñeca de su esposa.

- Espero que lo seas. - habló tajante y serio. - Lo que tengo que decirte puede ser bueno como...-

Pero en el instante que terminaba, el timbre de la puerta sonó. Naruto abrió mirando con fastidio al joven del frente.

- No digas nada, solo pasaré. - y sin invitación entró. - ¡Amigo! - fue a abrazarlo pero Naruto se lo quitó de encima.

- ¿Qué quieres Sai? -

- Mostrarte algo que te encantará, y estoy seguro que querrás tener en tu baño o habitación principal todas las noches. -

En la enorme mesa sostuvo un gran cuadro envuelto en una sábana blanca, Sai era el artista de la línea de modelos, tenía como pastiempo la pintura y no perdía tiempo en exhibir sus 'obras' de arte. Hinata se mordió el pulgar, Sasuke trató de detener a Sai pero con Takeshi en brazos no podía hacer más, Naruto miraba con espectación el enorme cuadro hasta que la tela cayó en el piso mostrando una magnífica perfección.

- ¿Ésa soy yo? - Hinata tragó saliva.

- Quedó mejor de lo que pensé, Sai. Buen trabajo. - Sasuke le palmeó el hombro.

La puerta se abrió de golpe siendo seguido por el impacto de unas pesadas maletas.

- ¡Naruto, explícame esto! - Hiashi gritaba insultos al aire acercándose cada vez más con ganas de matarlo.

- ¡Espere! - saliendo de su shock lo detuvo. - ¡Esta vez el culpable es él! - apuntó a Saí mientras Hiashi se tronaba los dedos.

- Ven aquí, maldita sabandija. -

Hinata se acercó al cuadro mientras escuchaba los golpes y quejidos de Sai siendo golpeado por su padre, y su marido, sonrió al tener el cuadro en sus manos y detallarlo. ¿Ésa era ella? No podía ser, se veía tan perfecta y magnífica, si alguien le hubiese dicho que ésta mujer era afrodita, se lo habría creído. Una fina tela transparente marcaba su cuerpo desnudo hasta los tobillos, tenía los brazos alrededor de sus pechos mientras con una mano acariciaba su mejilla, el largo cabello negro parecía cascada por su espalda y el atardecer contorneaba sus gluteos y piernas, estaba parada en un puente de piedras que atravesaba un pequeño lago rosa. Era una fantasía, y esos ojos viendo al horizonte decían más que un sentimiento.

Felicidad.

- Te ves hermosa en esa pintura. - una hermosa mujer alrededor de los cincuenta le habló a su lado.

- Gracias, pero ¿quién eres? -

- Hitomi Matsumoto, la novia de tu padre. - le sonrió elegante y distinguida.

La pelea paró bruscamente mientras todos veían anonadados a Hiashi.

- ¡Qué buena vieja te has conseguido, suegrito! - Naruto le palmeó el hombro. - ¡Así no te quedas solo y viejo! - tanto Sai como él, estallaron en carcajadas.

Pero la cara de Hiashi se iba desfigurando más y más y...

- ¡Corre papi! - Naruko apareció de frente alentando a su padre. - ¡No dejes que el abuelo feo te alcance! -

Hitomi frunció los labios.

- ¿Por qué lo odia? -

- No le trajo la barbie que pidió para navidad. - Hinata se rió un poco y Hitomi la imitó. - Ven aquí cariño. - cogió en brazos al pequeño Minato y le besó sus mejillas.

- Hermoso. - Hitomi estaba extasiada, esa familia no solo era una sorpresa. Sino muy divertida y atractiva.

- ¡Naruto, fuera de la cocina! - Hinata caminó donde ellos. - ¡Papá, aleja tus manos de Naruko y tú niña ve a tu habitación! - cogió con más fuerza a Minato. - Sai por favor, deja el cuadro. Buscaré donde ponerlo me ha encantado. Muchas gracias. - besó su mejilla.

Hitomi miró con detenimiento como todos le hacían caso a Hinata, el rubio que creía su esposo la besó con ansias para luego coger al pequeño pelirrojo en brazos, Hiashi le regañó a lo lejos para abrazar a su hija, el famoso artista fue a una habitación donde se suponía que debía estar la reunión. Solo le faltaba conocer a Hanabi y esperaba que fuese tan amable y cariñosa como Hinata.

- Linda familia. - dijo entrando en la habitación.

Hinata escuchó el comentario de Hitomi y sonriendo miró por la ventana a su marido, Naruko como siempre no le hizo caso y se fue a jugar con su padre, Minato veía emocionado a su hermana mayor. La amaba y admiraba tanto que se le estrujó el corazón, ella sabía que Naruko también lo amaba solo que le sería difícil mostrarse un poco más amable con él, solo esperaba que nunca le llegara a romper el corazón a su pequeño. Pero lo cierto es que estaba ¡feliz! Tenía todo lo que una vez soñó en su niñez.

Un padre que la amaba, una hermana que la cuidaba y respetaba, amigos excepcionales, una nueva madre, un marido sensacional, unos hijos formidables, una casa, solo le faltaba una cosa. Que llegara la noche. Y para eso faltaban pocas horas. La mansión estaría vacía, los niños dormidos, ella se desnudaría dejando solo sus zapatos de tacón alto rojo pasión, iría donde Naruto y lo besaría fervientemente.

- ¿En qué tanto piensas, cariño? - sintió el aire caliente recorrerle la oreja y encenderle el cuerpo.

Quizá no podría esperar a la noche, de seguro ni se darían cuenta de su ausencia.

- Vayamos a la habitación. - ronrroneó sobre sus labios.

- Te veías hermosa en ese cuadro. - con pequeños besos la condujo dentro de la habitación que ambos compartían.

- Gracias cariño, hoy especialmente me siento perfecta. -

- Siéntete así todos los días. -

Besandola con fulgor le quitó la ropa, le besó el cuerpo y Hinata le acariciaba el pelo enviandole fuertes sacudidas, le apartó las piernas y profundamente entró en ella. Tal como le gustaba.

- Te amo, Hinata. -

Ella sonrió sintiendo explotar por dentro y moviéndose mucho más adentro.

- Y yo te amo a ti. - le besó delicadamente mientras gemía más y más de excitación. - Mi amante griego. -

Naruto no estuvo más de acuerdo en que era, completamente, feliz a su lado.