Capítulo 40: La visión

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Harry lanzó un suspiro y se incorporó para poder ahuecar la almohada sobre la que su cabeza reposaba, esperando de ese modo hallar una comodidad que lo ayudara a quedarse dormido aún sabiendo que su dificultad para caer rendido en los brazos de Morfeo no tenía nada que ver con eso. Simplemente no era capaz de dejar que su cerebro descansara por darle demasiadas vueltas a la especie de discusión que él y Hermione habían mantenido a causa de Nina VanHoor, aunque en sí la profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras no hubiera hecho nada que los empujase a ese enfrentamiento. No. Harry sabía que si la castaña se había enfadado hasta el punto de decidir que por primera vez en semanas dormirían separados, era porque él había actuado a sus espaldas al pedirle a Nina que lo ayudara a protegerla de Voldemort sin antes consultarle su opinión al respecto.

Pero es que el ojiverde, aún sin habérselo planteado, sabía de antemano que ella se negaría a algo así y por esa razón se sentía incapaz de no enviar reproches murmurados en contra de su profesora. ¿Acaso no debería de haberlo advertido, antes de decir nada frente a Hermione, que también la necesitaría a ella para la pantomima que pudiera haberse planteado llevar a cabo para tratar de engañar a Voldemort? Eso habría hecho que se replanteara muchas cosas, entre ellas el hablar con la castaña para tratar de evitar una situación como la que estaba viviendo en ese instante.

No le gustaba dormir solo. Al menos no desde que había descubierto que el compartir cama con Hermione lo ayudaba a conciliar el sueño como nunca antes lo había hecho en su vida, sin pesadillas, sin verse obligado a rodar por el colchón porque no lograba encontrar una postura que lo hiciera sentir cómodo. Había probado a abrazarse a uno de los cojines, pero pronto lo había lanzado al otro lado del cuarto al darse cuenta de que no importaba en lo más mínimo que éste portara el perfume de su castaña, simplemente no era lo mismo. Necesitaba escuchar su respiración pausaba, sentir el calor que su cuerpo desprendía envolviendo el de él…

Harry gruñó y se acostó boca arriba, suspirando una vez más. ¿Has qué punto lo maldeciría Hermione si entraba en su cuarto cual ladrón y se sentaba en la silla de su escritorio para observarla dormir? Si no se enteraba, lo más probable era que lograra salir impune de su atrevimiento, pero algo dentro de él le decía que de seguro no era el único allí que estaba teniendo problemas para conciliar el sueño. No podía determinar si la inquietud que sentía dentro de sí era solamente suya o si también provenía de la castaña indicándole que estaba en condiciones semejantes a las de él ya fuera porque tampoco soportaba el dormir separados, o porque se sintiera culpable al haberle ocultado la verdad sobre Nina durante tanto tiempo, pero pronto se dio cuenta de que no podía seguir dándole vueltas a toda la información que había recibido o terminaría por volverse loco.

Apartando las mantas de un manotazo al no poder resistir más sus impulsos, se puso en pie y tomó de encima de la mesilla de noche su varita y sus gafas, apresurando sus pasos hacia la puerta de su dormitorio. Cuando salió al pasillo que separaba su cuarto del de la castaña, Harry estuvo seguro de que nunca antes aquella Torre le había parecido tan silenciosa. Podía escuchar su respiración inquieta y los latidos acelerados de su corazón a tal volumen que incluso trataba de no respirar por miedo a que Hermione lo oyera y se despertara, o le dijera desde el interior de su dormitorio que ni se le ocurriese acercarse en caso de que estuviera despierta.

Humedeciéndose los labios, Harry tomó el pomo de la puerta y lo giró despacio, cerrando los ojos durante unos segundos cuando le pareció que el pestillo había hecho un ruido muy superior a lo normal. Aguantó la respiración, volvió a abrir los ojos y empujó la puerta para abrirla, posando al instante su mirada en el bulto que podía ver sobre la cama de la castaña. Se quedó quieto bajo el umbral esperando alguna reacción por parte de la chica y cuando se dio cuenta de que sin duda debería de estar dormida – porque sino ya le habría dicho algo –, dio unos pasos al frente mientras sentía cómo su mirada se iba habituando a la oscuridad del cuarto, la que en sí descubrió no era tanta como en un principio le había parecido puesto que cuanto más se acercaba a Hermione, mejor distinguía sus facciones.

Cuánto le gustaba a Harry que ella, al igual que él, durmiera con las cortinas abiertas.

Despacio, midiendo cada uno de sus movimientos y los sonidos que producía para evitar llevarse un maleficio en caso de despertarla, se acercó a la silla del escritorio y la volteó para que ésta encarara la cama, quedándose por completo de piedra cuando a su espalda escuchó un gruñido ahogado que hizo que un escalofrío le escalara a lo largo de la columna. En ese momento pensó que si se quedaba quieto, Hermione tal vez no lo vería en caso de que se hubiera despertado. La cama crujió indicando que la castaña estaba cambiando de postura y él, con el aliento contenido, echó un vistazo por encima del hombro para ver que se había colocado boca abajo, abrazando su almohada.

Harry jamás había odiado y envidiado tanto a un cojín lleno de plumas como en ese momento.

Consciente de que Hermione estaba más que dormida, y al mismo tiempo aliviado de que así fuera, tomó asiento en la silla y por fin se permitió relajarse un poco para poder observarla a placer. No podía ver su rostro, pero no le importaba en lo más mínimo. Verla dormir, en paz, a salvo, era para Harry como un regalo caído del cielo, un calmante para todos sus males. Por primera vez en horas su mente dejó de dar tumbos a un tema que sabía no podría resolver por sí sólo y simplemente se centró en pensar en lo muy agradecido que estaba de tener a Hermione a su lado, aún sabiéndola enfadada con él porque sabía que sólo era cuestión de tiempo. ¿Acaso no le había dicho ella misma que le resultaba imposible enfadarse con él por más de dos minutos? Bueno, técnicamente en esa ocasión habían pasado más de dos minutos, pero…

Harry sonrió sólo de pensar en ello, cuando de pronto vio algo por el rabillo del ojo que hizo que su ceño se frunciera y que a los pocos segundos tragara saliva al reconocer a la perfección el vial vacío que había sobre la mesilla de noche que estaba del lado de la cama donde la castaña dormía plácidamente. Su rostro se contorsionó en un gesto de preocupación y sin poder evitarlo miró por encima de su hombro en dirección al escritorio, donde vio la caja de madera en la que habían llegado los viales de Emotio Fissionis enviados por Snape, la misma que después de haberla vaciado, Hermione había decidido usar para guardar varios frascos de la poción que Madame Pomfrey le había elaborado para combatir las secuelas del ataque que había recibido de Bellatrix. Al ver que tan sólo quedaban dos de los diez que sabía habían estado en posesión de la castaña, Harry no puedo hacer otra cosa que sentir un vuelto en su estómago y un encogimiento en su corazón.

¿Acaso el secreto de Nina no era lo único que Hermione le había ocultado a lo largo de esas semanas?

Harry no supo en qué preciso momento el cansancio físico y mental le había ganado la batalla a su preocupación para arrastrarlo al mundo de los sueños, pero sí que fue consciente del instante en el que sintió algo tibio tomarlo con energía del mentón para obligarlo a levantar la cabeza, despertándolo. Agotado como hacía mucho tiempo no se sentía, se enderezó en la silla mientras sentía un sinfín de pinchazos en el cuello que indicaban una mala postura y abrió los ojos para encontrar frente a sí el rostro de una Hermione que pronto rompió la distancia que los separaba para depositar un beso firme sobre sus labios. Sus manos, las mismas que lo habían tomado del mentón para levantarle la cabeza, pronto se deslizaron hasta situarse a ambos lados de su cuello en una caricia que él encontró relajante, su boca comenzando a moverse sobre la de él de un modo que enseguida lo llevó a comprender que la castaña no estaba simplemente dándole un beso de buenos días.

'¿Ya no estás enfadada conmigo?' le preguntó con voz adormilada que de igual modo implicó diversión, una vez que los labios de Hermione liberaron los de él para comenzar a repartir besos por su rostro.

'Como si pudiera' murmuró ella al tiempo que se sentaba sobre los muslos de un Harry que no pudo evitar sonreír al comprobar que no había estado para nada equivocado en sus suposiciones. De verdad que no podía estar demasiado tiempo enfadado con él y eso era algo que agradecía, pero de pronto recordó lo que había visto antes de quedarse dormido y su espalda se enderezó.

'¿Por qué no me dijiste que seguías tomando la poción de Madame Pomfrey?' sabía que sólo con eso entendería a qué se estaba refiriendo y lo comprobó tan pronto como Hermione dejó de besarle el cuello, tensándose en sus brazos.

'No lo consideré importante y tampoco quería que te preocuparas más de lo necesario' dijo al tiempo que se inclinaba hacia atrás para poder mirarlo a los ojos. Harry la contempló con el ceño fruncido y ella suspiró al tiempo que mordisqueaba su labio inferior 'No solamente es para el dolor. Aunque alguna vez la he usado para eso, en su mayoría lo hice porque me ayuda a conciliar el sueño' él recorrió su rostro con la mirada buscando algún vestigio de que pudiera estar mintiéndole sólo por sacarse las castañas del fuego y, al no encontrar nada, terminó por suspirar.

'¿Por eso la tomaste anoche?' le preguntó '¿No podías dormir?' Hermione movió despacio la cabeza a los lados, negando.

'Te echaba de menos' él enarcó una ceja.

'Si hubieras permitido que durmiera contigo podrías haber prescindido de la poción y además me habrías evitado a mí una posible tortícolis' le dijo con sinceridad, sintiendo al instante cómo las manos de Hermione volvían a masajear su cuello.

'En ningún momento te dije que no quería que durmieras conmigo' susurró al tiempo que de nuevo acercaba su rostro al de él, hasta que sus bocas se rozaron.

'Tan pronto como llegamos te encerraste aquí dando un portazo. Si esa no era una señal de advertencia para que te dejara sola—'

'Y sin embargo me he despertado y aquí te encuentro, dormido en mi silla' lo interrumpió ella antes de depositar un beso firme y rápido en sus labios. Sus frentes se unieron.

'No podía dormir sin ti a mi lado' le confesó 'No dejaba de pensar en todo lo que pasó ayer y—'

'Aún no son ni las seis de la mañana. Podemos acostarnos a dormir hasta al menos las siete y media, y así podrás descansar un poco. Esta silla podrá ser muy cómoda para estudiar, pero—'

'¿Te parece que puedo pensar en dormir cuando te sientas así encima de mí y empiezas a besarme?' le preguntó Harry con diversión, sonriendo tan pronto como la castaña rió a causa de su comentario. La acalló con un beso que la hizo gemir y abrazarse a su espalda con necesidad, llevándolo a percatarse al cabo de unos segundos de que su intento por dominar la situación había sido completamente fulminado por Hermione y su lengua.

Harry no supo en qué momento habían abandonado la silla para dirigirse a la cama, pero de un segundo a otro abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba acostado boca arriba sobre el colchón mientras Hermione se movía sobre él sin dejar de besarlo ni por un segundo. En alguna ocasión intercambiaban palabras de amor y promesas de no volver a discutir, algo que Harry sabía era de lo más improbable que sucediera. Las parejas discutían y se reconciliaban, era ley de vida, y aunque no le gustara sabía que aquel intercambio brusco de palabras no había sido el primero, como tampoco sería el último. Porque si él tenía un carácter fuerte, entonces Hermione…

'¿Hablarás con Nina?' le preguntó ella varios minutos después, llevándolo a pestañear con cansancio. El sueño estaba ganándole la batalla y más al ver que todavía podría dormir una hora.

'Si es lo que tú quieres…' respondió de manera mecánica, los labios y el pelo de Hermione provocándole cosquillas en el pecho.

'Me gustaría poder fiarme de ella' susurró la castaña, ascendiendo con sus besos en dirección a su hombro.

'Sólo quiero que sepas que se lo pedí porque no podría soportar que de nuevo algo malo—'

'Lo sé, Harry'

'Bien' suspiró el moreno, cerrando los ojos 'Porque no quiero que pienses…' le costaba hablar debido al cansancio 'No quiero que pienses que te considero débil' consiguió decir por fin 'Muy al contrario, eres la persona más fuerte que conozco'

'Harry' él abrió los ojos costosamente y buscó su mirada, percatándose entonces de que ella lo contemplaba con diversión 'Duerme' le ordenó entonces y al tiempo que apoyaba la cabeza en su hombro.

'Pensé que nunca me lo dirías'

Y mientras su conciencia batallaba entre ceder o no a ser arrastrada al mundo de los sueños, el moreno pudo escuchar cómo Hermione le susurraba una vez más que lo amaba.

Harry se quedó dormido con una sonrisa en los labios.

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'¿Acaso no me habéis entendido?' el tono de voz con la que habló Voldemort era de enfado, de pura furia. Los dos enmascarados que estaban de pie frente a él se tensaron notoriamente y asintieron sin decir una sola palabra '¡Pues apartaos de mi camino, ineptos!' bramó con tono autoritario, llevando a las dos personas de pie frente a él a brincar cada una a un lado para permitir que se viera a una tercera figura tras ellos, una que a pesar de mantener la cabeza gacha era inconfundible.

Bellatrix Lestrange se mantenía con el mentón pegado a su pecho haciendo una
reverencia que se volvió cada vez más notoria según Voldemort fue acercándose hacia ella, despacio. Una mano pálida y huesuda apareció en su campo de visión y tomó los cabellos de la Mortífaga tirando de ellos para obligarla a que lo mirase, haciéndolo con tal brusquedad que la bruja produjo un quejido involuntario que pronto aplacó apretando los labios. Sus ojos nunca antes habían mostrado tanto temor como en ese momento.

'Pudiste haberla matado y preferiste ponerte a jugar con ella' seseó Voldemort con furia contenida 'Tenías a la maldita sangre sucia a tu merced y la dejaste escapar'


'Mi señor—'


'¡NADA DE EXCUSAS!' aquella mano que la sujetaba del cabello la soltó con el único fin de estamparse fuertemente contra su mejilla, cruzándole la cara. El mentón de Bellatrix tembló, pero logró recomponerse enseguida y no mostró apenas un atisbo de dolor mientras volteaba el rostro, ofreciéndole su otra mejilla, la misma que Voldemort acarició con las puntas de sus dedos llevándola a temblar 'Te concederé otra oportunidad' su voz ya no sonaba tan furiosa, sino más bien tranquila. Bellatrix se enderezó y clavó sus ojos en los de él, su mirada recuperando aquel brillo dócil que siempre le dedicaba a su amo.


'Gracias, mi—'


'Cállate y escúchame' Voldemort volvió a tomarla del pelo, zarandeándola con furia 'Nada de juegos la próxima vez, o te juro que seré yo quien te mate con mis propias manos' le dijo, furioso 'Tráeme la cabeza de la sangre sucia y puedes estar seguro de que seré benévolo contigo'


'Gracias, mi señor. Haré lo que me ha ordenado y—'


'Déjate de promesas y ponte manos a la obra. No podemos permitir que ese niñato siga ganando confianza'

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Harry se despertó sobresaltado en la cama y lo primero que hizo fue cerrar los ojos con fuerza y llevarse una mano a la cicatriz mientras sentía todo su cuerpo helado, al igual que cuando se había sumergido en el lago para sacar a Hermione de sus profundidades. Apretó los dientes tratando de aplacar el dolor de cabeza que sentía, el fuerte escozor en su cicatriz, y acto seguido miró a los lados esperando no encontrarse con la mirada preocupada de la castaña posada en él. Para su alivio estaba solo en la cama y por esa razón se permitió suspirar. Ese sueño que acababa de tener no era ni de lejos uno que le gustaría compartir con Hermione.

La intranquilidad lo invadió y sintió que se asfixiaba sólo de recordar el diálogo que Voldemort y Bellatrix habían intercambiado, lo cual fue suficiente para llevarse una mano al pecho y mirar a los lados, suplicando porque sus emociones se calmasen y que Hermione, estuviera donde estuviese, no pudiera sentir su desasosiego. ¿Qué le diría en caso de que lo hiciera? Sabía muy bien que no podría engañarla y por esa razón se levantó de un salto mientras no hacía más que darle vueltas a qué podría hacer al respecto. Contarle lo que había soñado quizá lo ayudaría a convencerla para que permitiera que Nina les echara una mano, pero algo le decía que ni así Hermione cedería. Realmente parecía no fiarse de la profesora desde que había descubierto que se trataba de un vampiro y entonces, el recordar eso, hizo que una idea descabellada atravesara su mente.

Hermione le había dejado una nota sobre la almohada indicándole que había decidido dejarlo dormir para que pudiera descansar, escribiéndole además que había decidido bajar a la Enfermería a visitar a Ron en caso de que despertara antes de que ella subiera a hacerlo para que ambos pudieran ir a desayunar juntos. Harry, al leer aquello, consultó el reloj de la mesilla de noche y al ver que apenas pasaban un par de minutos de las siete y veinte de la mañana, no dudó ni por un segundo en salir disparado en dirección a su dormitorio para vestir el uniforme del colegio.

Minutos más tarde y sin aliento, el ojiverde se encontraba corriendo a todo lo que le daban las piernas en dirección al despacho de la profesora McGonagall, esperando poder encontrarla tanto a ella como a Dumbledore allí. Quizá lo que se le había ocurrido para poder evitar que Hermione se percatara de que algo sin duda no iba bien no saldría como lo había planteado en su mente, pero diablos que estaba dispuesto a intentarlo.

Alcanzó la gárgola en tiempo récord y subió los escalones que aparecieron tras haberle dado la contraseña a trompicones, sudando del esfuerzo que estaba llevando a cabo para ser lo suficientemente rápido como para reunirse con Hermione y Ron en la Enfermería antes de que la castaña subiera a despertar a un Harry que ya no estaba en la cama, siendo tal su prisa que no se molestó en lo más mínimo en llamar a la puerta del despacho de la directora. Su entrada fue tan brusca que algunos de los antiguos directores de Hogwarts que dormitaban en sus retratos brincaron sobresaltados, pero las atenciones de Harry no estaban puestas en ninguno de ellos, sino en un Albus Dumbledore que se enderezó en la silla que ocupaba con tanta rapidez que sus gafas de media luna se torcieron.

'¿Qué—? Oh, Harry' Dumbledore carraspeó para aclararse la voz al tiempo que el ojiverde se acercaba a toda prisa hacia la mesa que lo separaba del retrato del director.

'Necesito usar su Pensadero' le dijo el chico a toda velocidad, percatándose de que el director le enviaba una mirada extraña al tiempo que se colocaba las gafas.

'Mi—' los ojos azules del ex director volaron en dirección al objeto en cuestión que Harry había nombrado antes de posarse de nuevo en el muchacho '¿Hay algo en él que—?'

'Necesito vaciar en él un recuerdo. Y necesito también hablar con la profesora VanHoor' el anciano en ese momento pestañeó, su mirada tomando ese brillo perspicaz que Harry tantas veces le había visto y que hizo que supiera que por fin el hombre se había dado cuenta de que algo importante sucedía.

'Phineas…' llamó Dumbledore mientras sus atenciones se dirigían hacia un retrato concreto que había en la pared, a la derecha del ojiverde.

'Dime Albus' respondió el hombre, aparentemente emocionado.

'Localiza a Nina y dile que venga enseguida' le pidió entonces, antes de que sus ojos volvieran a posarse en un Harry que mantenía la mano a la altura de su pecho, suplicando porque sus emociones se calmaran de una buena vez. En lugar de ello, tenía la sensación de que a cada segundo que pasaba peor era, así que no le quedaba de otra que rogar porque la distancia que había desde allí a la Enfermería fuera suficiente para que Hermione no pudiera sentir sus nervios, su desesperación 'Ahora, Harry, ¿crees que podrías explicarme—?'

'Primero dígame si puedo usar su Pensadero y, si es así, permítame que deposite en él el recuerdo cuanto antes. No hay tiempo'

'Por supuesto, pero me gustaría que al menos me dijeras—'

'Nina llegará enseguida' anunció Phineas, regresando a su retrato.

'Gracias' le dijo Dumbledore sin tan siquiera molestarse en mirarlo 'Harry, si mal no recuerdo estabas a punto de comentarme a qué viene tanta—'

'He entrado en la mente de Voldemort mientras dormía y ahora necesito deshacerme de ese recuerdo para evitar que Hermione se dé cuenta de que algo ha pasado' el ex director abrió considerablemente los ojos y acto seguido le indicó que se acercara al Pensadero con un gesto de sus manos. Él así lo hizo y pronto se encontró con la mirada fija en el líquido espumoso y grisáceo que flotaba en el interior del singular caldero, sus nervios disparándose todavía más.

¿Y si no era capaz de sustraer el recuerdo de su mente? ¿Podría hacerlo alguien por él? ¿Nina?

'Hacía mucho tiempo que no te pasaba eso, ¿no es así?' Harry asintió y se llevó una mano a la frente como un acto reflejo. La cicatriz todavía le seguía doliendo 'Bien. Después me explicas qué es lo que viste que te ha llevado a actuar de un modo tan extraño y lo cual espero de veras que no sea de demasiada gravedad, pero por ahora… ¿Dónde tienes tu varita?' Harry la sustrajo del interior del bolsillo de su túnica y se la mostró 'Coloca la punta sobre una de tus sienes y concéntrate con todas tus fuerzas en el recuerdo que quieres sustraer' el moreno obedeció, sintiéndose de pronto mareado cuando los acontecimientos que minutos atrás lo habían despertado se apelotonaron en su mente 'Necesitas visualizarlo todo de manera ordenada, Harry. Concéntrate. Puedes hacerlo' el chico asintió una vez más y cerró los ojos con fuerza mientras podía sentir al igual que si la punta de su varita se hubiera congelado, llevándolo a apretar los dientes '¡Ya lo tienes, Harry! Ahora introduce la punta de la varita en el caldero…' él abrió los ojos y bajó la mirada mientras obedecía, vislumbrando cómo una luz amarillenta se desprendía de su varita para diluirse con el líquido espumoso y grisáceo del interior del Pensadero.

'Albus, mandaste que—' Harry se volteó a toda velocidad y clavó sus ojos en una recién llegada Nina, quien se encontraba bajo el umbral de la puerta de entrada al despacho con todas sus atenciones puestas en él '¿Estás seguro de que no te estás precipitando?' le preguntó de pronto la mujer vampiro, acercándose a él con esa elegancia que la caracterizaba.

Harry no pudo hacer más que menear la cabeza a los lados mientras tomaba una gran bocanada de aire, consciente de que había accedido a sus recuerdos. Nina escrutó su mirada a toda velocidad y él no estuvo seguro de si estaba poniendo en orden sus pensamientos para tomar una decisión, o si por la contra estaba leyéndole una vez más la mente sin que él se diera cuenta siquiera. De un modo u otro, él no impuso ninguna resistencia a que pudiera ver qué era lo que había sucedido, qué era lo que estaba pensando en ese momento.

'No me gusta hacer cosas sin el consentimiento de las personas, Harry, por eso ayer solicité que Hermione—'

'Hermione debe creer que ya no va a ayudarnos… Y yo también' le dijo el moreno, interrumpiéndola. Nina suspiró 'No me importa los métodos que use, profesora, sólo…' tragó saliva 'Sólo ayúdeme a mantenerla a salvo'

'¿Albus?' preguntó la mujer vampiro, sonando insegura por primera vez desde que Harry la había conocido.

'Haz lo que te pide' respondió el anciano 'Pero asegúrate de depositar el recuerdo de este instante en el Pensadero en caso de que necesitemos recurrir a él' Nina asintió.

'¿Estás seguro de que quieres que te ayude a engañar a Voldemort sin que tú ni Hermione sepáis que lo hago?' preguntó entonces, todavía mostrándose insegura.

'Sí'

'¿Y también de que quieres olvidar la visión que has tenido esta mañana?'

'Sí. Y también quiero que se asegure de que Hermione no sospecha nada. Es posible que a causa de la poción pudiera sentir que algo no está bien'

La profesora asintió una vez más y acto seguido, tras lanzar un suspiro, clavó sus ojos en los de un Harry que de pronto se sintió incapaz de apartarle la mirada debido a la sensación de calma que los orbes del color del pistacho le transmitían. Su mente se quedó en blanco y de pronto se sintió al igual que si su cuerpo se encontrara flotando en una piscina de agua tibia, en absoluto estado de tranquilidad que quería poder sentir por siempre.

'No recordarás absolutamente nada de la conversación que acabamos de tener, como tampoco del haber tenido una visión en la que Voldemort le ordenaba a Bellatrix que matase a Hermione, hasta que yo te indique lo contrario…' dijo la profesora, manteniendo sus ojos verdes fijos en los de él en todo momento 'Ahora, regresa cuanto antes a tu sala común y vuelve a meterte en la cama. Te despertarás sin sentir dolor alguno y como si nada de esto hubiera sucedido' añadió entonces, con firmeza.

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'Harry'

El moreno sonrió mientras sentía la brisa fresca golpeándole el rostro. ¿Qué podía haber mejor que sobrevolar en su escoba el lago Negro en un hermoso día soleado mientras Hermione lo acompañaba? Porque él estaba seguro de que—

'Harry, despierta' una mano se posó en su hombro. Estaba tan fría que el chico abrió los ojos de par en par, regresando por fin del mundo de los sueños para ver que Hermione se encontraba sentada a su lado en la cama, ya con el uniforme puesto y portando una mueca divertida en su rostro '¿Qué estabas soñando?'

'Contigo' le dijo al tiempo que se incorporaba para poder besarla. La castaña sonrió contra sus labios.

'Entonces me alegro de no haberte despertado para ir a ver a Ron' comentó ella al romper el beso para acto seguido ponerse en pie.

'¿Has ido a ver a Ron?' le preguntó él, sorprendido. Sintiéndose curioso buscó el reloj, terminando por abrir los ojos de par en par al ver que eran más de las ocho y diez de la mañana '¡No llegamos al desayuno!'

'Si eres rápido dándote una ducha y vistiéndote, estoy segura de que sí' el moreno saltó de la cama escuchándola reír al tiempo que se dirigía a toda velocidad hacia el baño '¿Qué clase de sueño estaba teniendo conmigo, señor Potter?' le preguntó a lo lejos y al tiempo que él abría los grifos de la ducha, metiéndose bajo el chorro de agua sin percatarse siquiera de que todavía llevaba sus gafas puestas.

'¡Volábamos en escoba!' exclamó, buscando el jabón a tientas.

'¿Haciendo qué?' la voz divertida de Hermione sonaba tan cerca que supo que había entrado en el baño.

'Pues… Volar' respondió, confuso '¿Por qué? ¿Qué pasa?'

'Por el modo en el que has sudado cualquiera diría que estábamos… ya sabes…'

'¿Eh?'

'Estabas empapado en sudor. Como si hubieras corrido una maratón mientras dormías o… como si… Harry, ¿no te has quitado las gafas?' Hermione estalló en carcajadas y él, que de veras no se había dado cuenta de que esa era la razón por la que veía mucho más borroso de lo normal a causa de tener los cristales de las gafas llenos de gotas de agua, se llevó una mano al rostro y se las quitó extendiendo su brazo fuera de la ducha para que la castaña pudiera hacerse cargo de ellas.

'¿Me pasas una toalla?' le pidió al tiempo que cerraba por fin los grifos de la ducha.

'Será un placer' tan pronto como Harry salió de la ducha fue envuelto por los brazos de una Hermione que lo envolvió con una toalla al igual que si fuera un niño pequeño. La castaña depositó un beso en la punta de su nariz y acto seguido se separó de él 'Date prisa y podremos al menos robar un par de magdalenas del Gran Comedor para comer de camino a Transformaciones'

Y eso había sido lo único que tanto Harry como Hermione habían podido desayunar, aparte de dos sorbos rápidos a sus respectivos cafés con leche. Después de haber guardado un par de magdalenas por cabeza en sus mochilas, se habían visto obligados a salir disparados en dirección al aula de Transformaciones donde una más seria de lo normal Minerva McGonagall no hizo otra cosa que enviarles a ambos miradas que el moreno debía admitir lo habían puesto nervioso y, por lo que sabía gracias a Emotio Fissionis, no había sido el único en sentirse así. Hermione, sentada unos pupitres más adelante que él al lado de Hannah Abbott, no había dejado de removerse incómoda en su asiento ni un solo segundo.

¿Quizá se habían metido en algún lío? ¿Era posible que la directora y jefa de la Casa Gryffindor hubiera descubierto su relación clandestina y no le agradara en lo más mínimo que precisamente fueran ellos, los Premios Anuales, los que menos ejemplo daban en cuanto al cumplimiento de las normas del colegio? A Harry le parecía complicado, pero no imposible que se tratara precisamente de eso.

'Creí que cuando sonara el timbre nos pediría que nos quedásemos para hablar con ella' le comentó Hermione cuando abandonaban el aula, dos horas después '¿Por qué crees que nos miraba así?'

'No lo sé, pero de algún modo parecía inquieta' le contestó Harry, ceñudo.

'¡Hola, chicos!' la voz de Laurie saludándolos tan efusivamente fue lo que hizo que ambos olvidaran, al menos por el momento, la incómoda lección que acababan de tener 'No os he visto durante el desayuno' les comentó la francesa, deteniéndose frente a ellos con las manos en el interior de los bolsillos de su túnica oscura.

'Fui a visitar a Ron y se me hizo tarde'

'Y yo me quedé dormido'

Tanto Harry como Hermione se sonrojaron sin poder evitarlo ante la mirada perspicaz que les envió Laurie, seguida de una media sonrisa.

'Estoy segura de que sí' comentó entonces la chica rubia, divertida 'Bueno, nos vemos a la hora del almuerzo. Debo seguir con la ronda'

'Y nosotros con las clases' respondió la castaña, todavía sonrojada. Ambos observaron en silencio a Laurie alejándose a lo largo del pasillo y acto seguido, cuando por fin volvieron en sí, se despidieron debido a que ambos tenían clases por separado.

Para cuando Harry llegó al Gran Comedor dispuesto a devorar cada uno de los platos que los elfos sirvieran como almuerzo, comprendió por fin, al ver que Ginny y Hermione se habían sentado la una al lado de la otra, el por qué desde que había entrado en la estancia su estómago no había dejado de dar tumbos de un lado a otro. No fue hasta que se estaba acercando a la mesa que se dio cuenta de que ambas parecían estar… no discutiendo, pero quizá sí intercambiando opiniones contradictorias puesto que aparte de hablar a un volumen tan bajo que él no fue capaz de captar absolutamente nada, lo hacían con expresiones tan serias que él enseguida supo que fuera lo que fuese aquello de lo que conversaban, a Hermione no le hacía ni la más mínima gracia. Tan pronto como Ginny pareció captar su presencia le estampó un codazo poco disimulado – aunque sí leve – a una castaña que enseguida cerró el pico, tornándose lívida.

'¿Todo bien, chicas?' preguntó sin poder evitarlo, sus ojos volando de la una a la otra.

'Sí. Tan sólo estaba comentándole a Hermione que acabo de ir a ver a Ron y me he enterado de que esta tarde saldrá de la Enfermería' él no creyó en lo más mínimo que aquello que la pelirroja acababa de decirle fuera verdad y por eso volvió a posar su mirada en su mejor amiga, contemplándola con preocupación al ver que ella simplemente asentía de manera despistada.

A Harry no se le ocurrió otra cosa que pensar que quizá Ginny le había reclamado el que volviera a llevar puesta la cadena con los colgantes que él le había regalado por navidad y por ese motivo suspiró.

'Así que por fin Madame Pomfrey le da el alta a Ron… Me alegro' comentó, quizá con mayor desgana de la que le habría gustado.

Por supuesto que se alegraba de que su mejor amigo estuviera ya completamente recuperado de la Gripe Mágica, pero el hecho de que se lo dijeran justo cuando podía ver y sentir que Hermione parecía estar sumida en una auténtica batalla interna provocó que la noticia no lo emocionase tanto como lo haría bajo otras circunstancias.

'El pobre llevaba casi una semana ingresado. De seguir allí un día más, estoy segura de que terminaría por volverse completamente loco' Harry asintió, preguntándose si acaso Ginny se mostraba más inquieta de lo normal o si quizá era producto de su imaginación. De nuevo miró a Hermione y al ver que ésta no hacía más que mantener su mirada clavada en la mesa, su ceño se frunció.

'¿Estás bien?' le preguntó de manera directa, observándola sin perder detalle alguno cuando ella alzó sus ojos marrones y los clavó en los de él. Su estómago dio entonces un vuelco y tragó saliva.

'Ha sido una mañana larga, estoy cansada y me muero de hambre, nada más' le aseguró la castaña al tiempo que le sonreía de medio lado.

Harry decidió no presionarla más en la materia, pero durante la comida no le quitó los ojos de encima. Para haber dicho que estaba hambrienta, Hermione no había probado bocado y no sólo eso, sino que además no había hecho más que sentir un hastío que no le pertenecía y que lo confundía, cada vez que Ginny le comentaba algo a la castaña buscando que le ofreciera una respuesta. ¿Qué diablos podía haber pasado, como para que de la noche a la mañana – y nunca mejor dicho – Hermione hubiera dejado de parecer culpable por la traición que creía cometer contra su mejor amiga, para pasar a mostrarse molesta con ella? ¿De verdad Ginny se habría atrevido a reprocharle que llevara puesto el regalo de Harry, provocando que la paciencia de la castaña culminara? Porque si había sido así y por esa regla de tres, entonces la pelirroja también tendría que pedirle explicaciones a Luna por llevar el collar de sacacorchos que él le había comprado por navidad rodeando su cuello todos los días.

El moreno se dio cuenta entonces, mientras comía el postre, de que había olvidado un factor muy importante en aquella ecuación: desde hacía meses Ginny sospechaba que él sentía algo más que simple amistad por su mejor amiga y tal vez, sólo tal vez, había empezado a notar un comportamiento extraño en la castaña… ¿Pero cómo explicaba entonces el que Hermione se mostrara tan emocionalmente hostil – porque en apariencia sólo parecía estar desanimada – hacia la pelirroja?

Harry sólo estaba seguro de una cosa y era que para obtener las respuestas a todos esos interrogantes y dudas que asaltaban su cabeza, no le quedaba de más remedio que preguntarle a Hermione y esperar que ella le dijera la verdad una vez se encontraran a solas.

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Continuará...

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