Pues este es el final…un capitulo y un brevísimo epilogo. No puedo exprimirme más la mente. Gracias miles a todos y todas por leer, y especialmente a los que dejáis RW, me ponéis en favoritos o en seguir. Gracias por las sugerencias para los nombres a Dr Patrick O A'Sakura y Xonyaa11. ¡Y ojalá pudiese enviaros una caja de bombones de chocolate!


YA VIENEN DRACO…

La nueva programación y organización escolar, pese a los artículos un tanto críticos de finales de Agosto El Profeta y las vehementes declaraciones de protesta de Shacklebolt o quizás a causa de ellos, atrajo más alumnado. Minerva había estado desbordada contestando solicitudes inesperadas y haciendo test de admisión. Veelas sobre todo y un pequeño grupo de licántropos, y alumnos procedentes de familias bien pro separatismo, bien de índole muy tradicional o ambas. Y contestando a los preocupados padres que sí, que efectivamente Hogwarts iba a celebrar de ahora en adelante Samahin, Imbolc, el 1 de febrero, Walpurgis el 30 de abril y Beltane, el 1 de mayo. La celebración en Hogwarts de las festividades tradicionales había supuesto un faro de esperanza para muchas familias, que veían en este gesto una vuelta a las viejas tradiciones ancestrales. Pequeños nobles bien acomodados pero sin grandes fortunas, a los que la nueva política les daba otra opción, aparte de tener que enviar a sus hijos e hijas a Francia o escolarizarlos en casa.

Para otros padres, muy en la línea abiertamente aperturista e integracionista de Albus, los nuevos cambios fueron causa para plantarse seriamente retirar a sus hijos. Al final, el Expreso de Hogwarts hizo su tradicional viaje del 1 de Septiembre con vagones adicionales y lleno a reventar, pese a algunas bajas entre el alumnado. Graduarse en Hogwarts era un signo de estatus en el mundo mágico, uno que significaba que se poseía poder mágico e intelecto como para culminar sus cursos. Un diploma de Hogwarts significaba poder aspirar a mejores trabajos, e incluso mejores opciones de boda. Si un niño era invitado a asistir, la familia haría lo posible por enviarle. Incluso endeudarse para poder pagar los costes, aunque solo fuese de libros y materiales. En ciertos casos, la Junta de Gobierno podía concederle a un alumno pobre pero brillante una beca para la matrícula, pero sus padres o familiares debían hacerse cargo de sus uniformes, libros y demás. Existían otras pequeñas escuelas privadas en el Reino Unido, pero sin el prestigio de Hogwarts. Una invitación a Hogwarts abría automáticamente la puerta para ir a Beauxbatons, y para los de ascendencia completamente mágica, a Drumstrang también.

Muchos alumnos nuevos incluso los mayores de 11 años, en su mayoría anteriormente escolarizados en casa, aunque había un par de ellos en transferencia desde Beauxbatons e incluso un chico de 12 años que venía de Drumstrang, fueron sorteados en las distintas casas. Los nacidos muggles seleccionados para la escuela habían recibido la visita previa de sus profesores en sus casas a principios de julio y posteriormente, según la nueva política de la escuela, acordada en la Junta extraordinaria convocada por Draco a finales de agosto, todos los padres habían sido obliviados de todo conocimiento o sospecha de la magia, incluyendo episodios de magia accidental, y hechos creer que sus hijos e hijas habían ganado una beca para un internado a tiempo completo en el extranjero, obteniendo de ellos un documento de cesión de custodia a favor de la Escuela. Los niños habían sido asignados a la tutela de familias que deseaban acogerlos, bien porque no tenían hijos propios o por otros motivos, y no regresarían más que en contadas ocasiones al mundo muggle. En unos pocos casos, las familias muggles habían reaccionado mal a la magia de sus hijos o bien ya estaban siendo abusivas o intolerantes. Pero la idea era la misma, los niños mágicos no pertenecían a los muggles. Muy muy rara vez un niño rehusaba la oferta de la escuela, era más bien la familia o la presión y las expectativas de esta las que pesaban en esa decisión. La idea era romper poco a poco sus lazos con este, para integrarlos completamente en el mundo mágico.

Era una pena que el Ministerio no vigilase más de cerca a los nacidos muggles o hijos de matrimonios mestizos y su entorno, ignorando el bienestar de los mismos hasta que aceptaban efectivamente la invitación de la escuela, aduciendo que no todos los nacidos muggles lo hacían y por tanto, no estaban bajo su tutela. ¡Tonterías! Cada pocos años, y cada vez más repetidamente, perdían algún nacido muggle antes de llegar a cumplir los 11 años a manos de su propia familia, vecinos, o simplemente abandonado a su suerte. Y eran más frecuentes los casos de niños que acababan siendo institucionalizados como casos incurables por sus padres o cuidadores o que eran sometidos a terapias agresivas que dejaban su mente en ruinas, negando y temerosa por siempre su propia magia. El registro del Ministerio mostraba todos los niños mágicos nacidos en el Reino Unido, todos, con independencia de niveles de poder, incluso los squib…después de todo, el Libro de Hogwarts solo era una copia, una versión modificada con varios hechizos añadidos para filtrar a los magos con gran poder mágico y por tanto, capaces de atender con éxito a la escuela. Que el 85 % de los nacidos muggles frente al actual 75% de los hijos de magos tuviesen el potencial requerido solo indicaba una cosa: que no podían dejar perder la sangre nueva que aportaban.

El influjo de cartas de felicitaciones e incluso regalos, aunque también recibieron vociferadores, amenazas y demandas–todo el correo anónimo o de procedencia no autorizada- fue automáticamente redirigido por las nuevas barreras implementadas en Malfoy Manor hacia el buzón de la Oficina de Los Aurores. En una carta muy cortes y educada, Narcissa Lucrettia Malfoy-Black informaba al Ministro de la activación de esta medida, ante la imposibilidad de hacer frente por sí misma – la única persona residente en condiciones de usar una varita - a la tarea de revisar el correo y cerciorarse de su seguridad, ya que su atención estaba centrada en atender las necesidades de su yerno.

Los Aurores estaban muy enojados y gruñían ante la necesidad perder el tiempo revisando innumerables cartas y paquetes, para que fuesen seguras y tomando medidas legales contra las que proferían amenazas, estaban hechizadas o eran nocivas. Un par de Aurores acabaron en San Mungo, víctimas de cartas especialmente perniciosas. El Quisquilloso publicó una serie completa de artículos y exclusivas dedicados a la joven pareja, acompañados de una serie de fotos autorizadas, sobre las dificultades de los jóvenes al enfrentarse al que se revelaba como un embarazo de alto riesgo. De común acuerdo y siguiendo el consejo de Janja, la pareja desveló en un lacrimógeno comunicado, que el embarazo era especialmente delicado, y que de los tres fetos inicialmente concebidos, desgraciadamente, uno no había prosperado. El alud de cartas se triplicó, alcanzando proporciones descomunales, y los Aurores se vieron desbordados, saturados con cientos de cartas diarias. El Ministro Kingsley, aunque a regañadientes, tuvo que autorizar dobles turnos para el personal de la Oficina de Detección y Confiscación de Falsificaciones de Hechizos y Objetos Defensivos y asignar a diverso personal de las Oficinas de Seres, Bestias y Espíritus a la tarea de clasificar las cartas ya revisadas.

La cara positiva de la moneda era que Lucius Malfoy se personaba todos los viernes en el Ministerio, acompañado de sus abogados a recoger las cartas seguras, revisar la lista de los remitentes de vociferadores, amenazas, maldiciones y demás correspondencia nociva. Procediendo de inmediato a presentar denuncia formal ante la oficina de los Aurores contra todos y cada uno de los remitentes por atentar contra el honor y/o la salud de su familia. Denuncias que habían de ser registradas, investigadas, documentadas y contestadas, para frustración y creciente enojo de los Aurores, ahogados en papeleo. Ante la creciente avalancha, el Ministerio publicó un bando, recordando que enviar cartas maliciosas, amenazantes o conteniendo hechizos, objetos o sustancias nocivas era delito punible según la gravedad de la ofensa. Y tipificando por vez primera las mismas, y estableciendo la cuantía de las multas-hasta ahora dejadas a criterio del tribunal- en cifras bastante elevadas, e incluso penas de cárcel para las peores, esperando reducir sustancialmente el nº de cartas e incidencias. Y Narcissa, en una "inesperada" visita al Callejón Diagón, se dignó contestar brevemente a los periodistas, mientras que el boticario le envolvía las ampollas de las más comúnmente usadas pociones anti náusea, murmurando con los ojos relucientes de lágrimas contenidas: "Por supuesto que estamos muy preocupados. Lucius y Draco hacen todo lo que pueden para que Sylvain no se entere de lo que está sucediendo con esas horribles cartas, y el muchacho está tan feliz, ordenando y clasificando ropitas, juguetes, entreteniéndose y haciendo canastillas para enviar al hospital y al orfanato. No quiero ni imaginar lo que podría pasar si el pobre llegase a percatarse de lo que alguna gente cruel e insensible ha hecho o escrito. Si me disculpan, estoy muy atareada y he de retornar cuanto antes. Aunque quisiera, Lucius no puede hacer mucho para ayudar en una emergencia."

Draco y Sylvain entregaron una nueva declaración exclusiva al Quisquilloso, agradeciendo formalmente las amables cartas recibidas, y anunciando públicamente su intención de donar muchos de los regalos duplicados recibidos al nuevo Orfanato de la Quebrada de Godric o al ala de Maternidad de San Mungo. Añadieron una lista los obsequios recibidos, sus remitentes y su destino. Por supuesto, los regalos se multiplicaron…Todo el mundo quería ver su nombre en esa lista…Y muchas mujeres comenzaron a machacar los oídos de sus esposos con una nueva cantinela. Si al joven o a sus bebés -¡Morgana les proteja!- les ocurría algo porque Lucius no disponía de una varita para ayudarle, las repercusiones iban a ser más que sonadas. Era una injusticia la que se estaba cometiendo con Sylvain…todas las féminas que estaban, planeaban estar o alguna vez habían estado embarazadas se sintieron personalmente involucradas. El embarazo ya era una etapa especialmente vulnerable como para encima sentirse virtualmente indefensas…

Draco estaba muy atareado, siempre de un lado para otro, saltando de la Mansión a la Escuela, frenético y ajetreado. Pero pese a todo, radiantemente feliz, y siempre dispuesto a desviarse de lo que estaba haciendo para enviar un patronus o una notita cariñosa con un elfo a Sylvain. Luna y Neville se interesaban especialmente por el progreso del "embarazo", al igual que Charley, Minerva o Bill. Las clases iban estupendamente y el clima en la escuela no podía ser mejor. Severus se daba de vez en cuando una vuelta por los retratos adyacentes a su clase, e intercambiaba un saludo, apenas unas frases con él. De toda la plantilla, indudablemente, la mayor rareza era él. Cuatro cuadros – simples lienzos representando rincones casi vacios, ya que de ninguna manera iba a arriesgarse a que su verdadero retrato sufriese daños por los continuos vapores – protegidos por un cristal y que le permitían vigilar la clase desde todos los ángulos. En los primeras semanas de sus clases supervisadas, y aunque en teoría solo tenía que ocuparse de los de 6º y 7º, Severus adoptó la costumbre de darse "una vueltecita", vigilando con ojo de halcón a los nuevos estudiantes, y haciendo todo lo posible para instilarles un sano y respetable miedo hacia su persona. O su pintura. Pero aun sí, eso no era lo más extraño. Lo realmente sorprendente era el suceso acaecido en una memorable clase mixta de 4º curso. Los alumnos estaban parloteando y haciendo de las suyas, a la espera de la llegada del Profesor Armand Bleau, cuando un Hufflepuff empujó sin querer a su compañero, este chocó con el pupitre… y del vial de bilis de arpía que tenía entre las manos saltó una salpicadura hacia el caldero con la poción base que estaba esperando a ser repartido. En medio de la confusión reinante, solo los atentos ojos de Severus se percataron del hecho y gritando a toda voz "¡A cubierto! ¡Explosión!", el hombre se precipitó hacia adelante, sus instintos entrenados durante años haciéndole reaccionar sin pensarlo. Sin duda, el más sorprendido de todos cuando el hechizo de su cúpula de contención se activó, fue el propio Severus, que de repente se encontraba en el aula, rodeado de unos estupefactos alumnos cuyos ojos no daban crédito a lo que veían, mientras detrás de él un geiser de vapores y espuma brotaba como un cañonazo del caldero, rebotando espectacularmente en la traslucida barrera. Una chica se cayó redonda al suelo. Frunciendo el ceño, Severus gruñó:

Vamos, todos fuera, y Ud., corra a avisar a la enfermera y la Directora!

Ni que decir tiene que la clase se vació en tiempo record, y que Minerva apareció corriendo por el pasillo- las túnicas de tartán recogidas en las manos, el moño descolocado y las gafas ladeadas- para contemplar como toda la clase estaba atónita, contemplando en absoluto silencio la figura corpórea, aunque traslucida, del anterior Director de la escuela y su más afamado Profesor de Pociones desde el mismísimo Salazar. Con ojos desencajados, la mujer le tocó brevemente la mejilla, y comenzó a llorar, abrazada a un visiblemente incómodo Severus. El fenómeno duró aproximadamente algo más de dos horas, en las cuales se cercioraron de que Severus había desaparecido de su retrato, no era realmente un ser humano pero tampoco un fantasma, sino una manifestación sólida, como una especie de poltergeist. Era capaz de realizar magia con su varita, y al pasar el tiempo perdía densidad, Severus haciéndose cada vez más y más transparente, hasta desvanecerse, como si se desapareciera para reaparecer en su cuadro. Agotado, pero indemne. Semanas más tarde, Severus logró repetir conscientemente la hazaña, y abrazó con fuerza a Draco, murmurando que estaba muy orgulloso de él y de Sylvain. Con voz casi inaudible, los negros ojos llenos de honda sabiduría, la manifestación paranormal de Severus susurró:

-Hace muchos años que Albus demandó una curiosa poción de mí, una cuyo posible uso y destino me mantuvo despierto cavilando muchas noches…

Draco se tensó, receloso y alerta. El hombre miró hacia el infinito, su ceño contrayéndose levemente y murmuró, los ojos de obsidiana relucientes:

-Cuando vi por vez primera a Sylvain…supe a ciencia cierta en que la empleó. No sé si es una suerte o una lástima que Albus ya esté muerto…porque en ese momento, deseé fervorosamente matarle de nuevo.

Los ojos negros del hombre se velaron levemente perdidos en el ensueño del recuerdo: una oscura cámara de Gringotts con un pequeño cuadro de Hogwarts al que se había visto atraído, y un joven empuñando una varita, una varita muy muy familiar. Un sorprendente hechizo, y un anillo igualmente singular se convirtieron en un lienzo de sí mismo. Con notable terquedad y una extraordinaria dosis de poder puro, la varita fue empujada contra la tela y lentamente se fundió y apareció en el mismo cuadro. Con voz ronca, el joven le había suplicado que tomara ambos objetos, y que los mantuviera a salvo de caer en manos de nadie, ya que había sido incapaz de encontrar una forma de destruirlos. Severus había entrado en el cuadro y tomado la varita y el anillo, y regresado de inmediato al paisaje, y contemplado como el Fuego Maldito reducía a cenizas la mágica pintura, mientras el joven lloraba silenciosamente... y el poder de la Varita del Destino, ahora atrapada entre sus dedos, envolvía su cuerpo de una cálida aunque amarga sensación. Severus suspiró casi imperceptiblemente y añadió con gesto más cordial, regresando toda su atención al presente y a su ahijado:

-No te preocupes Draco, vuestro secreto está a salvo conmigo…el que ya no esté técnicamente vivo no quiere decir que deje de honrar la memoria de la promesa que le hice a tu madre…o a la suya. Me haría muy feliz que dispusieras de un pequeño retrato mío en vuestra casa, nada excesivo…solo para poder visitaros más confortablemente.

Más relajado y dedicando a su padrino una suave sonrisa, Draco asintió suavemente, y murmuró su aquiescencia con su requerimiento.

-Sin duda eso le agradaría mucho a Sylvain, padrino.

Y poco después, un nuevo cuadro fue instalado en el despacho de Draco, un retrato de un paisaje de Hogwarts con un anónimo chico de Slytherin y una igualmente sin nombre chica Griffindor de cabello rojo flameante sentados con una cesta de picnic bajo un sauce cerca del lago, de espaldas al observador; y en la galería de honor de Malfoy Manor se colocó un retrato formal de Severus, vestido en una negra túnica de gala y mirando expresivamente al observador, de pie delante de una de las repletas librerías de Malfoy Manor. El retrato se situó justo al lado de un extraño tríptico, a un lado un paisaje, mostrando un claro del bosque bajo la luna llena con tres animales correteando por él, y al otro el mismo lugar bajo la luz del día, Tonks y Remus paseando cogidos de las manos. En el centro, con un precioso paisaje al fondo, un retrato de Remus, Sirius, James y Lily, vestidos en sus mejores galas el día de su boda.

Sylvain por su parte pasaba dormitando en un letargo engañoso –y ahorrando energías- la mayor parte del tiempo bajo la forma de Emerald. Respirar fuego cada pocas horas quemaba una enormidad de calorías con rapidez, y no necesitaba moverse mucho, solo comprobar los huevos, rodarlos suavemente y volverse a acomodar. Su nido era seguro, estaba a salvo en él, y aunque la ausencia de Draco pesaba mucho en su ánimo, todo iba bien. Con ciertas restricciones en cuanto a la distancia y tiempo que resultaban tolerablemente confortables para Emerald, Narcisa e incluso Lucius pasaban también mucho tiempo con ella. El rústico cruce de arcón y chaiselong creado sobre el abrevadero y sencillamente cubierto de pieles fue suplementado con un foutón para hacerlo mucho más confortable. Bajo su tapa se guardaban ahora algunos libros además de un par de sencillas túnicas. Y Narcissa instaló una agradable mecedora y una pequeña mesilla auxiliar. La dama se esforzaba por hacer la situación lo más cómoda posible para todos los implicados y charlaba habitualmente por los dos, tratando de llenar el tiempo y ahogar el silencio. Sin embargo, Emerald apreciaba aun más la calmada serenidad que Lucius le transmitía. El hombre sabía sentarse en silencio, simplemente haciéndole compañía y dejándola estar, pacientemente, y también le leía lo que le placiese sin queja alguna, cuando Emerald estaba de humor para ello. ¡Incluso literatura muggle! Viridis estaba más que contenta de hacerle compañía y asistir cuando Emerald necesitaba salir a comer o hacer sus necesidades, e incluso Turquesa, su madre, echaba una mano…o una garra. Jade cazaba fuera de la mansión, para desmayo de los desmemorizadores del Ministerio, que andaban de cabeza obliviando aterrorizados muggles a trote y moche.

Se sumaron más dragones a la melé – jóvenes dragones solteros que venían a "ver y dejarse ver" por Viridis, mientras saludaban a su "princesa", maduras parejas que acudían a presentar sus respetos, e incluso, una joven hembra mestiza azul claro irisado de Hocico Corto sueco y Opaleye, con las alas rotas e inservibles, que había convencido a los duendes que cuidaban de ella de trasladarles a ella y a su pequeño sin padre para ser bendecido por sus llamas. La pobre criatura procedía de un criadero clandestino de Rusia para obtención de pieles, y había sido atiborrada de pociones, encadenada y forzada a aparearse con un jovencísimo Ironbelly, que luego había sido sacrificado por su piel y otras partes útiles. Por supuesto, Sylvain escucho su historia y accedió a "bendecir" al adorable y precioso dragón -huérfano de padre- de color azulón llamado Prusian. Un mocito que era ya más grande que la propia Emerald. Y puso a su mamá en manos de Janja y Efeu, para ver si se podía hacer algo más por sus deformadas alas.

S&D S&D

El jefe de la Oficina de Desinformación, presentó una queja formal contra el jefe de Desmemorizadores, ya que las falsas memorias cada vez más absurdas estaban creando un clima de tensión entre los muggles la zona. Y el Ministro requirió un encuentro formal con los duendes, para tratar de averiguar el porqué de la inusual concentración de avistamientos de dragones en torno a Malfoy Manor. Dighorn, sentado en su confortable mesa del banco, en un despacho adornado con cuadros poblados por toda clase de rugientes dragones, miró por encima de su larga nariz al visiblemente incómodo Ministro de Magia y gruñó irritadamente:

-No creo que sea en absoluto de su incumbencia, pero como mis representados no han manifestado objeción alguna a su solicitud de información, le comunico que actualmente hay una pareja de Longhorn rumanos adultos residiendo en la zona, visitando a su hija, la jovencísima dragona que ha tomado un aprecio singular a Lord Draco Lucien Malfoy Black. Como comprenderá, semejante asociación hace a Lord Draco y su familia…muy atractivos para todos los demás dragones. Y el venturoso estado de buena esperanza de su esposo hace que otros muchos estén…ansiosos por presentar sus respetos. Después de todo, van a ser los primeros nacimientos bajo el signo de la Nueva Alianza. Esos niños encontraran tarde o temprano un dragón con el que se encuentren especialmente unidos…

Kingsley se encogió ante las demoledoras noticias. La familia Malfoy estaba ascendiendo rápidamente en popularidad, y ya tenía en su mesa una solicitud formal, presentada y respaldada por un gran número de respetables miembros del Wizengamot, para restituirle a Lucius Malfoy el uso de su varita dentro de los límites de su residencia. ¡Y ahora esto! ¿Era Draco Malfoy el desconocido embajador de los dragones? ¿O acaso estaban buscando estos disponer de un representante en el Reino Unido? Tragando saliva y con voz apenas audible el Ministro susurró:

-Pero los dragones no están solo en Malfoy Manor… y los muggles… ¿Qué vamos a hacer con ellos?

Dighorn ensanchó la abertura de los labios, enseñando los dientes con ojos llenos de chispitas maliciosas y murmuró, recostándose en su asiento:

-La familia Malfoy está dispuesta a comprar las fincas limítrofes para ampliar su propiedad y disminuir el impacto entre los muggles. Además, imprevisiblemente, la hermana mayor de la joven dragona ha…anidado dentro del recinto de la propiedad, y como comprenderán, la familia no está dispuesta a moverse de lugar en absoluto. Pero la Oficina de Desinformación va a tener que adoptar algún tipo de medida, una explicación más… global, qué de solución a todos los posibles casos, más que dejar que los desmemorizadores traten cada caso individualmente. En otros asentamientos este tipo de medida más radical funciona extraordinariamente bien…

Kingsley palideció ante la sugerencia, que aunque descabellada, efectivamente, solucionaba la mayoría de problemas, y garantizaba que los muggles se mantuviesen alejados naturalmente de la zona. Expropiar los terrenos podía parecer un poco extremo…pero al menos los Malfoy estaban ofreciendo una compensación económica aceptable… El Primer Ministro británico no iba a estar nada contento…y era una inmensidad de papeleo y trabajo.

Y poco tiempo después, los noticiarios muggles se hacían eco de la insólita aparición de un campo de geiseres activos en Wiltshire, con explosiones de vapor, expulsión de gases tóxicos, y pequeñas erupciones de agua y barro caliente. Incluso bolas de fuego procedentes de la explosión de bolsas de gases combustibles. La zona comprendía los parques naturales de Avebury y Sotonehenge, zonas a las afueras de Salisburg, la catedral y parte de las inmediaciones de esta, además de otras extensas áreas rurales de las ciudades de Westbury,Trowbridge y la ciudad de Marlborough completa. Y del decreto del gobierno, decretando la inmediata evacuación por completo de la zona, para evitar lesiones personales. El único personal autorizado a entrar eran los escasos geólogos y técnicos autorizados por el gobierno para el control del fenómeno, aparentemente conectado al repunte de actividad volcánica que se estaba extendiendo por todo el planeta… Algunas semanas más tarde, y al mismo tiempo que se declaraba permanentemente prohibido el acceso a la zona, el gobierno anunció que todos los propietarios afectados iban a recibir una compensación económica y facilidades para encontrar nuevas viviendas, y que debían acudir a firmar cuanto antes la cesión de sus propiedades…

Sylvain & Draco

El Consejo de Hogwarts también había estado muy muy ocupado. Tenían dos pequeñuelos residiendo casi permanentemente entre sus muros – Victoire y Teddy- y más en camino en un futuro inmediato. Y sus sutiles y tentativos chequeos de los primeros niños nacidos muggles de edades inferiores a los 11 años revelaron datos que eran preocupantes. Visitando un par de chiquillos cada fin de semana, un par de profesores encargándose por turnos de hacer una visita encubierta, entre los de 9 a 10 años habían descubierto ya varios casos de negligencia…y dos casos de abusos o maltrato, sin contar con los tres que simplemente estaban tratando de "curar" la extraña condición de sus retoños. ¡Como si la magia fuese una enfermedad! Tres de los niños estaban en San Mungo para tratamiento médico y desgraciadamente, uno de ellos era poco probable que se recuperase nunca. Todo lo que podían hacer por él era procurarle los mejores cuidados en el Ala de Daños Permanentes. Otros cinco, estaban alojados temporalmente en el Orfanato de la Quebrada de Godric, mientras se resolvía el papeleo. Porque varios de ellos iban a ser adoptados. Poppy, viuda y sin hijos, estaba pensando en adoptar a una chiquitina que le recordaba mucho a su difunto esposo. Minerva se había prendado de una pareja de mellizos y actuaba cual leona defendiendo a sus cachorrillos, batallando con el papeleo y la burocracia para lograr tener con ella cuanto antes a sus pequeños. Incluso Filius Flitwic estaba esperando impacientemente a que su pequeña princesa estuviese mejor de salud.

Con tantos niños en edad escolar en el castillo…necesitaban profesores adecuados. Pronto tuvieron a varios candidatos y candidatas, dispuestos a impartir las enseñanzas primarias habituales – lectura, escritura, matemáticas, bases de física, química, biología – y las usualmente demandadas por los magos –latín, griego, historia, etiqueta, equitación, esgrima, introducción a las runas, pociones, astrología, herbologia, criaturas mágicas, encantamientos y hechizos -, candidatos que a su vez, también tenían familia…Estaba claro en qué dirección apuntaba todo ello…Hogwarts necesitaba cambiar una vez más.

DM&HP

Pero el tiempo pasaba, quizás no tan deprisa como todos quisieran, pero ya estaban a 30 de noviembre. Después de su última clase podía marcharse a casa…y ver a Sylvain y a sus pequeñuelos. Draco estaba meditando bastante satisfecho, sobre su hasta ahora incompleta elección de regalos de Navidad para su familia, mientras sus alumnos de la segunda clase de la mañana del miércoles – Ravenclaw y Hufflepuff de 4º- practicaban sus hechizos. La suave sonrisa de satisfacción que adornaba sus labios rosados se desvaneció cuando una figura plateada y vaporosa, pero iluminada interiormente, con la forma de un majestuoso cisne voló atravesando la pared, enfilando hacia él. Se levantó de inmediato, y el patronus exclamó con la voz de su madre: "¡Ya vienen, Draco!", y se deshizo como humo, cumplida su misión.

Por un segundo, se hizo un silencio sepulcral en el aula y avanzando a toda prisa hacia la puerta, Draco agitó la varita y un enorme rotulo apareció en la pizarra. "Clases suspendidas".

-Todos a la biblioteca en cinco minutos, todas mis clases de hoy quedan canceladas. Si alguien se queda remoloneando, 5 puntos menos y detención con Flinch.

El joven semiveela desapareció por el corredor a la carrera, su túnica ondeando detrás de él, y subió de dos en dos las escaleras detrás de la gárgola, demasiado impaciente como para esperar que estar terminasen su periplo. En el despacho, Minerva, sonrojada y con el moño descolocado, ofrecía a su nerviosa tía un té. Andrómeda se secaba unas lagrimitas y susurró entrecortadamente que le seguiría en cuanto Teddy llegase de su clase. Dedicándole una sonrisa de aliento y murmurando que no se preocupara de nada, la directora le indicó el pote de los polvos Flu y Draco, con las manos sudorosas, entró en la rugiente llamarada verde.

Malfoy Manor estaba convertida en un avispero, los elfos bullían de actividad y había dragones revoloteando por todas partes en torno a la mansión. Los elfos le llevaron al viejo lagar. Alberich estaba asomado al ventanal, -el aparentemente siempre calmado elfo tenía el don de la oportunidad- pero su madre estaba sentada con Janja, las dos cuchicheando y escuchando atentamente los sonidos que brotaban de un monitor mágico para bebés. La sanadora veela chequeaba regularmente el estado de los pequeños y de Sylvain, con lo cual no era extraña su presencia. Una serie intermitente de chasquidos, seguida de unos pocos y débiles silbidos, de los cuales Draco tan solo sacó en claro algo como "má" y "pá". -¿Habían nacido ya sus preciosidades y estaban llamando a sus padres? - Confuso, el joven se aproximó a Alberich y este le indicó al grupo de dragones acurrucado en torno a entrada del nido en la hondonada, rodeando por completo a un nerviosísimo Lucius que estaba excavando un surco en el suelo con su incesante devenir:

-Comenzaron a chascar muy débilmente e intermitentemente en algún momento de la madrugada y hace un ratito que empezaron a llamar. Sylvain y su madre están seguros de que el nacimiento ya está en marcha. Todo depende de cuánto tarden en romper el cascarón…

Sin perder de vista a su padre, ni dejar de prestar atención a los casi inaudibles sonidos, Draco murmuró:

-¿Sylvain me dejará entrar?

Con una sonrisa extrañamente cálida para el impasible, el elfo asintió:

-Si no, no hubiese mandado a tu madre que te localizara…

Draco descendió las estrechas escaleras, el corazón a mil por hora, y entró en el nido en penumbras. Los suaves siseos de Emerald, animando y alentando a los pequeños dentro de sus huevos flotaban por la caverna, y Draco se detuvo en el borde mismo del túnel de entrada, contemplando como el grácil cuello de la dragona sentada sobre sus cuartos traseros se inclinaba hacia el espacio situado entre sus zarpas delanteras, la punta bifurcada de su lengua tanteando delicadamente la superficie de los huevos. Uno de ellos emitió un par de chirridos, y su hermano hizo lo mismo instantes después. Con un bajo siseo, la dragona calmó a sus pequeños, informándoles de la llegada de su padre y ronroneando un par de veces. Cuando los excitados siseos de "pá, pá" se acallaron, Emerald alzó por fin la vista y avanzó hacia su pareja.

Draco se deshizo de sus ropas, mandándolas de cualquier manera a un rincón, para quedarse descalzo y tan solo vestido con una sencilla túnica sacada del arcón a gesto de varita, y dejó que Emerald le "limpiase" concienzudamente con su tibio despliegue de llamaradas. Cambiando de forma, Sylvain, por completo desnudo con la excepción de un taparrabos y descalzo, le besó y abrazó fuertemente, enterrando seguidamente la nariz en su cuello, en busca de un muy necesitado confort…y un traguito regenerador de sangre, enroscando su cola enérgicamente en la pierna de Draco mientras tomaba su aperitivo. Los dos padres se sentaron junto a los preciados tesoros, y Draco acarició su superficie con reverencia, mientras Sylvain animaba a sus hijos a saludar a su padre. La más tenue pero al tiempo firme hebra de magia conectando a Draco con los niños envió cosquilleos a través de las yemas de sus dedos y Draco sonrió, mirando con ojos embobados a Sylvain, a punto de llorar. Durante un rato, los dos padres contemplaron casi hipnotizados las nacaradas cascaras, y de repente, una de ellas vibró infinitesimalmente, y de ella brotó una larga serie de chirridos y chasquidos.

Las exploraciones de Janja habían dejado claro que los niños estaban en sus verdaderas formas, es decir, bebés con diminutas colitas y alitas, y la piel posiblemente recubierta parcialmente de las más delicadas escamas. Se había especulado largo y tendido con el momento de la eclosión, preguntándose como dos bebés iban a romper la dura, durísima cascara de un huevo de dragón, hasta que Sylvain demostró que sus uñas, en su verdadera forma, eran más que capaces de cortar el vidrio. Aunque sus dos bellezas no tuviesen un diente de huevo como los legítimos dragones, era indudable que podían romper con facilidad la membrana interior, y comenzar a atacar la cáscara exterior. De momento, sus pequeños estaban ajustando poco a poco su posición, activando sus músculos, colocándose en la postura más cómoda, y reclamando la individida atención de su mamá, en preparación al momento de su eclosión. La presencia de su padre debía de darles una tranquilidad añadida, aunque solo fuesen dos y era muy improbable que escogiesen exactamente el mismo momento para salir del huevo, siempre tendrían alguien para ocuparse de ellos.

Mientras los padres continuaban enviando oleadas de suave magia calmante hacia sus hijos, Lucius paseaba impaciente en la boca del túnel, sus nervios a flor de piel. El nacimiento de un heredero –dos en este caso- era un tema muy delicado, y un momento especialmente vulnerable para los padres y toda la familia. Desde tiempo inmemorial, sus ancestros siempre habían dado a luz en el confort y seguridad de la mansión, entre rostros familiares, a salvo y protegidos por las defensas de la propiedad…y lejos de las vulnerabilidades que el hospital público de San Mungo representaba. Grabada a fuego en su memoria estaba la trágica historia de Laetitia Ducroix, cuya hija fue raptada de entre los brazos de su madre por una enfermera… Tan pronto como las barreras le informaron de la llegada de Teddy y Andrómeda, Lucius cerró lentamente los ojos y sacó su varita – corazón de dragón y ébano, 30 cm, delgada y flexible y muy poderosa, retornada para uso exclusivo dentro de los límites de su propiedad y sometida a control ministerial- y conectó con las antiguas protecciones, llamándolas a la vida e invocando un cierre completo de la mansión, un bloqueo total de seguridad, cortando toda comunicación procedente del exterior, confinando a los habitantes de la mansión dentro de las fronteras de esta, como si estuviesen sufriendo un asedio. Las barreras gruñeron, envolviendo en su poderosa manta a los habitantes de Malfoy Manor, cerrando por completo la red Flu, denegando el acceso a toda carta, bloqueando el uso de trasladores o aparición, repeliendo todo intento de aproximación físico o mágico. Y cualquier salida no autorizada. Solo los mensajes vía patronus serían admisibles…y aun así, no podrían alcanzar directamente a Draco o a Sylvain, tendrían que reportar forzosamente ante él. Por si no fuese suficiente, Lucius continuó murmurando suavemente, danzando con su varita fluyendo entre los dedos, delineando un nuevo y más especifico círculo protector en torno al nido. Nadie iba a intentar secuestrar a sus nietos…

Draco y Sylvain tomaron turnos para comer algo apresuradamente y usar el baño en el viejo lagar, ignorando o contestando lacónicamente en la mayor parte las ansiosas preguntas de Narcissa, las más comedidas y profesionales inquisiciones de Janja, la exuberancia de Teddy o las lagrimitas nerviosas de Andrómeda. Lucius, varita en mano, ahora hacía rondas cabalgando en uno de sus mejores sementales de Granian, revisando obsesivamente el más reducido perímetro interior de protección trazado, atento a las señales que percibía de las barreras exteriores…las cartas estaban siendo redirigidas en masa y más de una lechuza tenía las plumas chamuscadas por la fuerza del rechazo…la red Flu estaba temporalmente desconectada y los periodistas y curiosos que pretendieran acercarse a los muros de la mansión, iban a encontrarse transportados repentinamente en medio de las arenas movedizas de la bahía de Morecambe…y la marea sube espectacularmente rápido en ella. Nadie estaba dispuesto a alejarse de la joven pareja, y los elfos les surtían de rato en rato con nuevas teteras, platos con dulces y pastas, sándwiches, pasteles de carne y empanadas y humeantes tazones de sopa. Un agotado Teddy fue finalmente acostado tras una pequeña dosis de poción calmante en una pequeña y confortable camita, y las damas se acomodaron a pasar la noche en amplias butacas, cediendo al sueño reparador con el ejemplo de Janja. Cansado, pero incapaz de abandonar lo que percibía como su deber, Lucius tiró primero de café, y solo la insistencia de Alberich le convencieron de reposar al menos un rato tumbado, la seguridad de que el elfo y los dragones permanecerían de guardia dándole un respiro a su inquieta vigilancia.

Los nerviosos e impacientes padres acabaron dormitando a ratos el uno en brazos del otro, envueltos en confortables pieles con los huevos rozando en todo momento sus cuerpos, notando las diminutas vibraciones y movimientos. Los rasguños y chasquidos comenzaron a ser más y más frecuentes, y las oscilaciones de los huevos, también. En cierto momento, Sylvain olfateó profundamente y murmuró suavemente a Draco que las membranas internas ya estaban rotas. Los bebés parecieron tomarse un largo, larguísimo respiro, y pasó un largo rato antes de que los tentativos chirridos de las uñas contra la cascara comenzaran, en creciente intensidad, seguidos de mas sacudidas y golpeteos, para ansiedad de los padres primerizos. Aunque intentaba disimularlo, Sylvain era por dentro un manojito de nervios, pese a haber ayudado a nacer a una nidada de dragoncitos…eran sus niños y había demasiadas incógnitas. Draco no lo llevaba mucho mejor tampoco, y estaba despeinado, ojeroso y francamente asustado. La idea de que algo saliese mal a estas alturas era devastadora… Sylvain susurraba suaves palabras de ánimo, saltando del ingles al parsel sin darse cuenta, y Draco hacía lo mismo en francés. No podían hacer mucho hasta que rompiesen cáscara, al menos un poquito…Con un chasquido, la tornasolada cubierta del primero de los huevos se resquebrajó y dos ansiosos padres se miraron el uno al otro. El otro huevo crujió y una infinitesimal grieta comenzó a extenderse por él. Tras un largo rato de intermitentes sordos golpes, estremecimientos y rechinamientos, el primer pedacito de cascarón saltó haciendo un ruido similar a porcelana quebrada. Silencio. Sylvain siseó suavemente "Babe" y una levísima aspiración pudo oírse. Rápidos y frenéticos arañazos, sonando como rechinar de uñas en una pizarra y otra astillita saltó. Cogiendo aliento, Sylvain enganchó dos uñas en la pequeña abertura y tiró muy suavemente, hasta que el huevo crujió de nuevo. El pequeño comenzó a patalear y agitarse vigorosamente, a juzgar por las sacudidas del huevo y su hermano decidió continuar con su propio número de escapismo. Después de varios episodios similares, con Sylvain ayudando ligeramente a sus bebés, las cascaras se rompieron finalmente, y dos exhaustos pequeñuelos emergieron uno a uno, pateando con fuerza grandes trozos de cascarón ya agrietado.

El nacido primero tenía una pelusa sedosa, fina y negra cubriendo su cabecita, con dos diminutos y delicados rudimentos de cuernecitos de color plateado. Su piel sonrosada estaba salpicada de casi transparentes escamas color blanco con reflejos azul nacarado. Resoplando y husmeando, el pequeño se inclinó y medio cayó medio se deslizó fuera de su huevo y se dejó caer sobre su barriguita, las alitas replegadas a su espalda, húmedas y completamente plegadas. La pequeña colita se agitó y el nene reptó cual gusano, retorciéndose y aferrándose a los suaves pelos de la piel de foca leopardo sobre la que su padre los había colocado. Con un huf de disconfort y frustración, el pequeño logró controlar sus díscolos miembros y acabó más o menos semisentado sobre sus piernas dobladas, las manos delante de él como si fuese a comenzar a gatear. Con una vocecita susurrante y tentativa, el pequeñín balbuceó, alzando la cabeza, parpadeando y abriendo los ojos color azul hielo con reflejos plateados:

-¿mami?

Sylvain contuvo un sollozo de alegría y murmuró, cogiéndole cuidadosamente en brazos:

-Aquí estoy cielo mío. Y este es tu papá, Draco.

Con su hermanito a salvo entre los brazos de su "madre", el segundo infante hizo sus primeros pinitos en el mundo. El trozo de cascarón roto era significativamente más pequeño, y tras varios infructuosos esfuerzos por salir de él, acabó volcando de lado el huevo. Refunfuñando y removiéndose, hasta acabar colocándoselo casi a modo de concha de caracol, el bebé se arrastró parcialmente fuera de él, el borde de la cáscara enredándose en sus delicadas alitas y haciéndole chillar de frustración solo manitas y pies visibles, además de una rizada pelusilla alborotada pero casi invisible cubriendo su cabeza y dejando ver dos romos piquitos de cuernos dorados. Draco iba a retirar el ofensivo cascarón, cuando con un gruñido, el susodicho impedimento comenzó a flotar tentativamente y el segundo bebé se alejó triunfante, medio gateando torpemente, medio serpenteando, la colita ondeando por libre al final de sus nalguitas. Tenía la piel levemente más oscura, y escamas color humo con cálidos reflejos de verde tornasolado. Y cuando alzó la cabeza mirándoles con ojos imposiblemente abiertos, les dejó ver los ojos verdes con destellos dorados más hermosos que nunca hubieran visto.

Sylvain contempló a su primogénito mientras Draco cogía en brazos a su segundo hijo -que acababa de tener su primer episodio de magia accidental- y el pequeñín de cabello casi blanco susurró:

- Ma…mami…

Algunas horas después, a primera hora de la mañana, los orgullosos padres ascendieron la pendiente de la rampa con dos bultos apretadamente envueltos apretados entre los brazos. El patronus de Sylvain había anunciado su inminente llegada y todos, humanos y dragones estaban congregados frente al túnel. La mañana era fría, muy fría, y la nieve cubría gran parte del suelo de la hondonada, aunque Jade y Turquesa habían mantenido despejada a llamaradas la zona que ocupaban en esos momentos. Lucius estaba reluciente, y Narcissa después de recibir un entusiasmado beso de su esposo capaz de derretir la Antártida, lucía francamente encantada, además de saludablemente sonrojada con la mano de este enlazada en su cintura en la invernal mañana del 1 de diciembre. Janja y Alberich guardaban algo la compostura, y Teddy rebotaba de impaciencia cogido de la mano de su abuela, haciendo ondear su capa. Turquesa, Jade y Viridis olfateaban el helado aire, exhalando nubecillas de vapor por las narinas. Los dos jóvenes emergieron y la impaciente y abigarrada multitud contempló sus sonrientes rostros un segundo antes de desviar los ojos a los bultos contra sus pechos, enrollados en mantillas y suaves pieles de cordero.

Apelotonándose unos contra otros, contemplaron los angelicales rostros dormidos de los dos pequeñines, uno de rizos imposiblemente rubios, el otro de negro pero finísimo pelo, la piel de ambos salpicados de delicadas escamas. Narcissa rió y lloró, abrazándose de medio lado a su hermana, empapando su pañuelo y sostenida parcialmente por un igualmente emocionado Lucius, y Teddy se quedó muy quietecito, recordando los consejos de su abuela y de su padrino, contemplando a los diminutos bebés. Usando su alzada como ventaja para poder mirar por encima de las cabezas de los humanos, Turquesa olfateó cuidadosamente, mientras notaba crecer el nerviosismo y la impaciencia de Viridis en los cada vez mas rápidos latigazos de su cola, y el deleite, aun mezclado a cierta incredulidad de su compañero. Los chiquitines olían saludablemente, y sus diminutos cuernitos era…adorables. Eran muy pequeños, más que ningún bebé humano que hubiese visto, apenas dos kilos todo lo más, pero aparte de eso, parecían perfectos. Con un profundo ronroneo, Jade susurró:

-¿Tienen todos sus dientes verdad? ¿Los has alimentado ya? Las crías no suelen dormirse con un estomago vacío…

Sylvain sonrió, el sonrojo subiendo a sus mejillas y murmuró, sabiendo que los demás eran capaces de entenderles gracias a los amuletos:

-Si, claro que sí…después de bañarles, aunque me ha costado… un poquito…

Draco rezongó, una comisura de sus labios alzándose irónicamente en una risa mal contenida y Sylvain le miró con una ceja alzada, como desafiándole. Sonriendo ampliamente y recolocando su tesoro entre sus brazos más confortablemente, el rubio semiveela suspiró y añadió jactancioso:

-Yaaa…ese diablillo le miraba apretando los labios como diciendo "¿En serio quieres que me tome eso?". Nunca creí que un bebé recién nacido pudiera fulminar a alguien con la mirada, te lo juro padre. Hasta que se hartó de que Sylvain le molestara con la dichosa tetina del biberón…y lo mandó mágicamente contra la nariz de su mamaíta.

Rezongando y con aire mortificado Sylvain murmuró dando unas palmaditas al acolchado trasero de su hijo:

-¿Y cómo rayos iba yo a saber que no era eso lo que quería?

Con un suspiro y un sonrojo aun más acentuado Sylvain añadió:

-Mientras me tenía distraído, me mordió un pezón…y empezó a chupar. Sangre. Y Draco me enchufó rápidamente a la otra pequeña sanguijuela… Son unos glotones…Al final no le quedó más remedio que dejarles alimentarse de él también…me estaba mareando…

Turquesa asintió y Jade susurró:

-Al principio la sangre de la familia es lo mejor para ellos, en un par de días puedes ir intercalando sangre de presas atontadas pero vivas, y después dándoles bocados selectos, hasta que aprendan a cortar y masticar por si mismos…

Lucius ignoró el tema de la alimentación –si tenía que desangrar a su ganado o incluso a un par de muggles o magos para nutrirlos, eso no le iba a quitar ni un minuto de sueño- y susurró, aun incrédulo, los ojos fijos en el chiquitín:

-¿Magia? ¿Uno de ellos ya ha hecho magia incontrolada?

Sylvain pareció relucir de orgullo y Draco denegó suavemente con la cabeza, ladeándola hacia la criatura en sus brazos:

-Los dos padre. En realidad este pillastre que tengo aquí fue el primero. Levitó su propio cascarón para salir gateando de debajo de él. Impaciente y demandante, la verdad. No me dio tiempo ni para intentar ayudarle.

Sylvain murmuró:

-Me temo que nos van a mantener en vilo, estos dos. Su control sobre su cuerpo es mucho mayor que el de un recién nacido humano típico, los dos han de alguna manera gateado, más bien reptado nada más romper el huevo, entienden perfectamente el parsel, aunque eso era de esperar…además de palabras y frases sencillas en ingles y francés. También han dicho sus primeras palabras en parsel: mama, papa, hambre, más… No creo que el control de su magia sea diferente al precoz desarrollo intelectual y motriz…van a requerir ojos bien abiertos para vigilarlos.

Con un vahído y pataleando un poco entre los brazos de su padre, el bebé de cabello negro bostezó y rezongó, estirándose y parpadeando lentamente, los ojos entrecerrados para habituarse a la nueva luz, girando la carita hacia el pecho de su padre. Con un último bostezo y chascando la lengua, los ojos color hielo se giraron hacia su progenitor y susurró:

-¿Papá? ¿Y mami?

Varios jadeos brotaron de los adultos, y el pequeñín se giró hacia el sonido. Las damas se derritieron al ver sus ojos, deseando horrores comérselo a besos y achucharlo. Teddy boqueó impresionado y Turquesa se rió suavemente. El grave sonido hizo que el pequeño alzara aun más la vista y con cara de deleite exclamó tendiendo los brazos:

-¡Yaya!

Turquesa inclinó el cuello, aun riendo y su aliento bañó al chiquitín, que al instante siguiente…era una diminuta cría de dragón color nácar con reflejos azules y cuernos plateados, enredada entre mantillas. Parpadeando como sorprendido, pero recuperándose de la extrañeza, el dragoncito ronroneo y topó suavemente su frente con el masivo morro de su Yaya dragona. Jade se unió de inmediato, presentándose, y el pequeñín se inclinó hacia él, repitiendo el saludo. Viridis le dio un lengüetazo tras el saludo y el dragoncito se rió escandalosamente. Su hermanito despertó, refunfuñando, bostezando y tras una mirada inquisitiva a su mamá, ¡Puf! Un dragoncito color humo tornasolado con verde y mínimos cuernos dorados estaba entre sus brazos. Turquesa dejó que el pequeño la saludara, y lo cogió con extrema delicadeza entre sus mandíbulas, para depositarlo en las mantas y pieles tendidas en el suelo frente a ella, junto a su hermano. Los dos dragoncitos se inspeccionaron mutuamente, y comenzaron a investigar con vigor las nuevas posibilidades de movilidad, y tras un par de torpes y tentativos primero pasos, aceleraron correteando hasta Viridis, trotando entre sus patas; para luego correr hasta las piernas de un completamente hipnotizado Teddy. Mirando a los dos dragoncitos aferrados a las perneras de sus rodillas, inseguro de que hacer, el niño miró a su abuela en busca de indicaciones. Y entonces una vocecita susurró:

-¿Juegas?

Teddy asintió y cambió a su forma de lobezno, dejando que los dragoncitos se escabulleran entre sus patas y trotó tras ellos hasta meterse bajo la panza de Viridis, mientras los dos diablillos trepaban por la cola de su tía hasta acomodarse en su lomo. Resignada al papel de involuntario parque de atracciones, Viridis se recostó, haciendo aferrarse con sus garritas a los pequeñuelos, las diminutas alitas agitándose con furor en un esfuerzo por mantener el equilibrio, entre las miradas divertidas de dos dragones adultos y las preocupadas de todos los demás, excepto sus padres. Aunque pequeñas, las crías de dragón son extremadamente fuertes, vivaces y resistentes. Desde su draconil atalaya, los dragoncitos gruñeron y sisearon furiosamente a Teddy-lobezno, en un fingido rol de malvado asaltante y valientes asediados, mientras este respondía con fieros aullidos y amagos de mordiscos.

Los magos estaban…perplejos. Unas criaturas de apenas horas no debían ser capaces de moverse ni comportarse así… ¿Ojos bien abiertos había dicho Sylvain? ¡Ni con cien pares! ¡Eran dos terremotos! Alberich contemplaba absorto la "cruenta lucha", mientras Janja catalogaba analíticamente su comportamiento, haciendo anotaciones a velocidad vertiginosa. Los dos dragoncitos se habían catapultado sobre un inocente lobezno, y mientras uno se afanaba en morderle "ferozmente" en el cuello, el otro apuntó hacia su cola, dando un mordisco demasiado fuerte y haciendo chillar –muy poco masculinamente- a Teddy.

-¡Hey! ¡Eso no se hace!

Los brazos cruzados sobre el pecho, el pie tamborileando sobre el suelo impaciente, mientras Teddy se escurría a lamerse literalmente el orgullo herido, Sylvain miraba con el ceño fruncido desde su altura a dos pasmados dragoncitos, que se habían arrebujado juntos, con aire contrito.

-¿Qué os he dicho de morder?

-No morder la cola de papá…

Suspirando, y reconociendo que tal vez pedirles semejantes extrapolaciones a dos recién nacidos era demasiado, Sylvain añadió con tono severo, decidió a tomar el control de sus pequeñines de inmediato:

-Cariños míos…El abuelo Jade, la abuela Turquesa, y la tía Viridis tienen escamas muy duras, y no les haréis daño ni con los dientes ni las garras, pero a los demás no podéis arañarles jugando ni morderles tan fuerte…en ningún sitio.

Lloriqueando ante la regañina de su adorada mamaíta, los dos abatidos dragoncitos se encogieron y susurraron a dúo, meneando vigorosamente las cabecitas:

-¡No lo sabíamos Mami!

-Está bien…que sea la última vez. Venid aquí y pedidle perdón a Teddy…

Susurró Sylvain hincando una rodilla en tierra y abriendo los brazos a sus chiquitines. Tan pronto los arrepentidos y contritos pequeñuelos llegaron a sus brazos, frotaron sus morritos en sus mejillas y tras susurrar muy suavemente "lo sentimos primo" se acurrucaron contra el confortable pecho de su papi, bostezando y enrollándose como ovillos.

Narcissa osó acercarse con ojos implorantes y con una sonrisa, Sylvain accedió. La dama tomó entre sus manos a un adormilado dragoncito blanco y con un olfateo y un parpadeó de confusión, la criatura pasó a ser un bebé…humano y desnudo. Bueno, eso resolvía uno de los muchos problemas…sus pequeños reaccionaban muy instintivamente adoptando la forma más adecuada según quien estaba con ellos. Bostezando y acurrucándose contra el seno de la dama, el crio cerró los ojos. Reconocía de sobra la presencia mágica de los miembros de su familia y la presencia de sus padres era suficiente para hacerle confiar. Su hermano pasó a los brazos de un nerviosísimo Lucius, y se quedó rápidamente igualmente dormido, para ir a parar a los expectantes brazos de Andrómeda, y mientras las hermanas se afanaban en murmuradas ideas sobre cómo vestir a los querubines, Lucius y Jade se enzarzaban en una soterrada aunque férrea discusión sobre los nombres adecuados para las formas de dragón de sus nietos.

Aunque Lucius y Jade aun no habían llegado a un acuerdo aceptable – Lucius se negaba en rotundo a que ningún Malfoy llevase en modo alguno un nombre tan ridículo como Negrito o Palomita de Maíz-, todos decidieron que ciertamente, eso podía esperar. Draco y Sylvain aun no les habían dicho como habían decidido llamar a los niños, y eso era necesario para incluirles tanto en las protecciones familiares, como para resolver todo el papeleo legal necesario. Así que tras retirarse al viejo lagar y tras un par de hechizos para permitir oír a los dragones, se acomodaron en torno a un abundante y tardío desayuno. Los niños protestaron entre sueños cuando los acomodaron para dormir una siesta en una cuna, haciendo saber que estaban hambrientos y sin dudarlo, Sylvain se descubrió el pecho y los aplicó contra sus pezones. Dos hambrientas boquitas mordieron y comenzaron a succionar, ante la mirada entre revuelta y fascinada de Teddy. Mientras, Draco llenó dos biberones con una pequeña cantidad de su propia sangre, tendió uno de ellos a su madre y cogiendo a uno de sus hijos, prosiguió alimentándolo, tras una pequeña protesta, una vez que el adormilado pequeñuelo descubrió que del extraño tubo de goma brotaba la sangre fresca y familiar de su padre. Narcissa tomó al otro chiquitín, y con algo de insistencia y paciencia, logró que aceptase el biberón, dando a Sylvain la oportunidad de aplicarse esencia de dítanni en las diminutas punciones en torno a sus muy irritadas areolas.

Draco sonrió, una mano en la de su amado, la otra soportando el trasero de su hijo, completamente espatarrado sobre su pecho, durmiendo el sueño de los justos acunado por los latidos de su corazón; recostado junto a su amado Sylvain que tenia acurrucado a su otro nene de similar forma, sintiéndose el hombre más feliz de la tierra y sabiendo que Sylvain sentía más o menos lo mismo. Rodeado de su familia ¿Qué más podía desear? Mirando a su compañero, viendo relucir en sus verdes ojos la misma plena satisfacción y su leve asentimiento, murmuró:

-Hemos decidido que ninguno de nuestros hijos va llevar nuestro nombre…al menos no claramente. Así que ahí va…nuestro moreno primogénito y heredero del título de los Malfoy se llama Antares Etamin Sever Malfoy Fremont.

Sylvain añadió sonriente:

-Y su rubio hermano, nuestro segundo hijo y heredero del título de Peverell es Satevis Izar Eirian Malfoy Fremont.

Lucius jadeó y los ojos de Narcissa y Andrómeda relucieron llenos de sospechosa humedad. Todas las referencias a estrellas honraban al legado de los Black de una forma inequívoca, la elección de una estrella de la constelación de Draco aludía elegantemente a ambos padres, por el nombre de Draco y porque en muchos antiguos idiomas, un dragón es una gran serpiente. No le pasó desapercibida la clara alusión a su viejo amigo y padrino y tragó saliva con dificultad. Severus le había mantenido vivo y había sido mejor padre que él para su Draconis… Alberich carraspeó y murmuró:

-Además de nombres de estrellas, nombres fuertes y llenos de significado: Eirian…reluciente…Sever…fortaleza salvaje…

Sylvain murmuró, mirando franca y directamente a los ojos de su suegro:

-Espero que no le hayamos ofendido, Lucius, pero deseábamos honrarles a ambos…y aunque inicialmente pensábamos darle ese nombre al primogénito…no nos pareció adecuado llamar "reluciente" a un niño de cabello moreno.

Lucius alzó la vista, mirando alternativamente a su yerno y a su hijo y murmuró:

-Eirian… ¿Es…se lo pusisteis por mí?

Draco asintió y Lucius esbozó una sonrisa, dejando ir la congoja que le había puesto un nudo en la garganta. Y cuando Jade rezongó con un gruñido que sonó a truenos lejanos desde fuera del lagar que aun tenían que darles nombre a los dos dragoncitos, Lucius inclinó la cabeza y mirando a sus dormidos nietos murmuró calladamente una sugerencia.

Y Jade, Turquesa e incluso los padres de las criaturitas convinieron con Lucius en que ciertamente, Nácar era un excelente nombre para un dragoncito blanco irisado y que Antracita era igualmente apropiado para uno gris negruzco tornasolado. Con una suave sonrisa, Andrómeda murmuró:

-Tienes toda la razón Lucius…Nácar y Antracita son perfectos…

Esa misma tarde, tras rellenar interminable papeleo para el banco, el Ministerio y los registros del Consejo de las Veelas, Lucius, con un fleje de papeles bajo el brazo, entró buscando a su yerno en la habitación infantil adyacente a su propio dormitorio –ignifuga y a prueba de fuego- donde Sylvain acababa de acostar a Satevis y Antares para una merecida siesta tras alimentarles con un biberón de sangre de Jade mezclada a la de Narcissa. Draco sonrió al ver a su padre y con un gesto alentó a Sylvain a dejarle a atender a los niños y el moreno siguió a Lucius hasta su despacho. Sentándose en su mesa, y dejando ante él el enorme fleje de pergaminos oficiales – certificados de nacimiento, nuevas disposiciones testamentarias, nuevas cámaras del banco etc.- miró con ojos curiosos a Sylvain, que empezaba a estar un poco incómodo.

-Veras Sylvain, para garantizar la mejor protección de los niños, debo incluirte en las protecciones de sangre de la mansión.

El joven asintió y murmuró que por supuesto estaba dispuesto. Lucius se inclinó y sacó de un cajón un enorme tomo encuadernado en piel y sujeto por cintas plateadas y celestes, lo abrió parsimoniosamente por una de las últimas páginas y tomó una Pluma de Sangre de su escribanía. Mirándole a los ojos murmuró suavemente:

-Esté es el Libro Genealógico original de la Familia Malfoy, escrito con la sangre de sus integrantes, protegido por hechizos que hacen imposible que nadie fuera de la familia pueda tocarlo, abrirlo, copiarlo o leerlo siquiera. Ya he añadido unas gotas de sangre de Antares y Satevis, y de momento, la magia del libro ha aceptado y creado los correspondientes lugares para los niños, hasta que ellos puedan hacerlo por sí mismos. Debes escribir tu nombre junto al de Draco, Sylvain.

Sylvain tendió la mano, solicitando la pluma, pero Lucius no hizo gesto alguno para de entregársela, sino que continuó observándole, dando vueltas delicadamente a la afilada pluma negra entre sus dedos, mirándole pensativamente.

-Quiero que estés seguro de lo que haces. Del nombre que escribas… Sé que no siempre has llevado este nombre…perdonarás a un viejo zorro como yo, pero aunque creíble para la inmensa mayoría, tu nueva identidad no es por completo perfecta…

Sylvain palideció como un fantasma, sus ojos llenándose de pánico, los nudillos apretados. Toda clase de espantosas perspectivas pasaron en segundos por su mente. "¡No puede ser! ¡Mis pequeños! ¡Qué va a ser de mis niños!" Lucius sonrió levemente, y susurró, viendo casi hiperventilar al joven moreno, aunque su mano, si sus reflejos no le engañaban, se había cerrado en torno a una de sus varitas:

-Ssh…calma hijo, calma…no tienes nada que temer…Solo quiero que sepas que el nombre que escribas será el único real a partir de ese momento Sylvain…irrefutablemente.

Aun alterado, pero dejando ir el aire retenido en los pulmones inconscientemente, Sylvain clavó sus verdes ojos llenos de miles de preguntas en los de su suegro y este murmuró calmadamente:

-Solo un Black podía haber retirado el anillo de la mano de Régulus, Sylvain…te recuerdo que estoy casado con una…

Incrédulo, aun receloso y lleno de dudas, el joven moreno murmuró en un apenas audible susurro, con la voz llena de dolor:

-¿Y por qué no han dicho nada? Podían haberse opuesto al matrimonio si no lo aprobaban…

Los impresionados ojos relucieron temerosos, y mil emociones se reflejaron en ellos, como si su dueño esperase un inmediato rechazo, demandas o reproches. Lucius, se inclinó hacia una mesita auxiliar, y le tendió un vaso de agua y murmuró alzando una ceja con curiosidad:

-¿Y quien dice que tengamos nada en contra?

Sylvain dejó que la incredulidad y la duda se reflejasen en su rostro, mientras tomaba apenas un sorbo de su vaso de agua, aun asimilando la noción de que su antigua identidad estaba al descubierto. Suspirando apenas perceptiblemente, y acunando entre sus manos su propia bebida, Lucius continuó su relato:

-Al salir del banco, esa primera vez…supe que nos ocultabas tu verdadero nombre, pero que eras un Black. Uno del que ni Narcissa ni yo mismo teníamos conocimiento. Tal vez un hijo bastardo. Todos tenemos nuestros secretos…y tú podías tener los tuyos…siempre que no afectasen a Draco, por supuesto. Viéndoos juntos, era claro que eso no era un problema, así que tu "verdadera" identidad no me importaba mucho.

Lucius tomó un sorbo de su propio vaso de sidra caliente y especiada dando tiempo para que Sylvain se calmase, y animándole con un leve gesto a beber un poco de agua. Cuando el joven recobró algo de color, le tendió un nuevo vaso, esta vez de ponche de sidra, y continuó hablando.

-Sin embargo, en Samahin…al veros encender las velas…despertaron nuevas sospechas. Observe con sorpresa que Draco desechaba por completo una de sus velas habituales… y también pude ver las tuyas…estuve casi seguro entonces. Durante 6 años Draco creó y encendió cada Samahin una vela por Harry Potter. ¿Sabes que su madre y yo llegamos a temer que Draco se suicidase en el 99? La actitud de Teddy y Andy reforzaron mis convicciones…Supongo que algo te llevó a confiarles tu secreto… aunque no fuese totalmente voluntario de tu parte. Y cuando aparecieron esos retratos…tenías que tener acceso a algo de carácter personal para poder animarlos…Tu patronus de esta mañana simplemente lo ha confirmado sin lugar a duda alguna hijo mío.

Aun cauteloso, Sylvain susurró:

-¿Y Narcissa? ¿Draco sabe que lo saben?

Con una sonrisa, el hombre murmuró:

-Narcissa está encantada de que la herencia veela de Draco le haya reunido con su primer y verdadero amor. Nunca hemos hablado abiertamente de esto, las cláusulas de confidencialidad que invocaste son muy inteligentes y acertadas; pero créeme, no nos ha hecho falta… Y no creímos necesario insinuarlo y perturbarte a ti o a Draco en momentos tan delicados. Era una cuestión irrelevante ante tu bienestar y el de mis nietos. Los Slytherin son muy buenos guardando secretos…y aun mejores cuando les interesa. No tienes nada que temer de mí o de Narcissa…Firma, Sylvain…firma junto al nombre de tu esposo…y las propias protecciones de sangre sancionaran y ratificaran tu elección.

Mirando una vez más a su suegro, al abuelo de sus hijos, suspirando y asintiendo finalmente. Nada le inducía a pensar que Lucius estaba engañándole o que pensaba traicionarle. El afecto que desde hacía ya tiempo percibía del hombre era evidentemente genuino, y estaba siendo sincero. No podía detectar engaño o falsedad alguna en su aroma. Tomando la pluma, Sylvain escribió lentamente su largo, larguísimo nombre -Ritter Von Sylvain Egmont Henry Fremont – Malfoy- y contempló como unas pocas hebras de la rojiza escritura formaban bajo el renglón los nombres de sus dos hijos, sus fechas y horas de nacimiento, mientras sus títulos y ancestros hasta quinta generación se detallaban en letra minúscula a un lado y por encima de su propio nombre, en una pequeño y resumido árbol genealógico. Contemplando la fina línea que le conectaba a James y Lily, y el trazo que le unía a Sirius, como su heredero y actual patriarca y cabeza de la familia Black, Sylvain murmuró con tono esperanzado:

-¿Ya está?

Lucius denegó murmurando:

-Ahora vamos a añadir tu sangre a la de todos nuestros ancestros, a ofrecerla a la magia que nos protege y rodea, Draco tiene las toallas de haber limpiado la sangre y mucosidades a los niños, y un fragmento de los huevos, eso servirá para anclarlos a ellos en sustitución de las placentas.

Tras un breve silencio y mientras esperaban, Sylvain hizo calladamente una acertada pregunta, y con una media sonrisa, Lucius le contestó que estaría encantado, haciendo relucir los verdes ojos.

Draco se quedó muy callado cuando se reunió con los dos y su padre le mostró la página del antiguo tomo. Explicándole como debía hacerse, para que a su vez llegado el momento, Draco pudiera explicárselo a su heredero, mientras las páginas escritas en sangre mostraban el secreto que tan celosamente Sylvain había ocultado. Sin palabras, abrazó con fuerza sus hombros, simplemente abrazado a su padre, murmurando una y otra vez que le perdonara por no habérselo contado, porque no era decisión suya hacerlo. Su padre susurró que jamás se volvería a mencionar el tema a menos que ellos lo hicieran, que para él, Sylvain Fremont era el mejor yerno que un hombre pudiera soñar y Draco murmuró con voz un tanto afectada las gracias.

Más tarde, cuando los niños estuvieron despiertos de nuevo, la familia al completo bajó a las mazmorras. Lucius señalando el camino a las entrañas de la tierra, seguido de los dos jóvenes padres hombro con hombro cogidos de las manos y con sus hijos en brazos, las dos hermanas las ultimas, juntas y con Teddy de la mano de su abuela. Llegaron a una cámara de piedra, cerrada por una pesada puerta de hierro e innumerables protecciones. Lucius abrió la puerta ofreciéndole su sangre, y esta rechinó y se giró sobre sus goznes. Dentro, y tras iluminar la estancia con las antorchas de tea que llevaban, se detuvo en el centro, ante el burdo altar, una sencilla losa de piedra desgastada por los años. Los padres depositaron en la superficie de la renegrida losa con las toallas de haber limpiado a sus hijos y un par de trozos de fragmentos pulverizados de cascara. Tras pincharles en el talón con alfileres de plata, para obtener entre lloros unas pocas gotas de sangre fresca, derramaron también su propia sangre y escribieron sus nombres en torno a las ofrendas y rociándolo todo de aceite, le prendieron fuego mientras Lucius, como patriarca y responsable de las barreras derramaba su sangre sobre el fuego ritual, invocando la protección familiar para los nuevos miembros.

Y tras dejar extinguirse las llamas, y dispersando las cenizas, cortándose ritualmente de nuevo la mano, Sylvain derramó sobre la piedra caliente un gran chorro de su sangre, susurrando que llamaba así las protecciones sangre de los Black y los Potter. Cuando el ara relució, la magia invocada respondiendo al heredero de las dos viejas familias, hizo un gesto y su ahijado y su abuela se acercaron. Con un pequeño corte, la sangre de Teddy y de Andrómeda, se unió a la suya sobre la vieja ara, mientras invocaba reclamando protección para Teddy como su ahijado y para Andrómeda como su abuela. Draco y Narcissa ofrecieron también su sangre como miembros de la familia Black, y Lucius hizo lo propio, como patriarca y cabeza de la familia Malfoy, aceptando la inclusión de las nuevas protecciones, fusionando las defensas como ya estaban las familias. Ofrecieron más aceite a la piedra levemente cóncava y lo dejaron arder, sellando la alianza.

Y esa noche, cuando se reunieron para cenar, si Lucius estaba especialmente sonriente, o el abrazo de Sylvain a Narcissa fue un poco demasiado efusivo o la actitud de Draco fue especialmente solicita para con sus padres, o Teddy se removía un poco revoltoso, nadie dijo nada. Y fuera, mucho más allá de los jardines, en los bosques que rodeaban la propiedad, los periodistas y curiosos que intentaban acercarse para obtener una entrevista o simplemente fisgonear, después de que el primero de ellos desapareciese repentinamente, miraban con pasmo el resultado del encantamiento revelador de un auror: un enorme dragón revoloteaba perezosamente, lanzando miradas intimidatorias a los osados, atravesando sin inmutarse en su ondeante vuelo tres relucientes cúpulas de poderosa magia, íntimamente entrelazadas entre si, como mantas que envolvían cuidadosamente el hogar. Porque Malfoy Manor no era un simple edificio y unos terrenos, para los que vivían en el, ese el lugar donde vivía su familia, era su hogar.

EPILOGO:

Si alguien se hubiese molestado en comprobarlo, hubiese notado que ninguno de los retratos de Albus Dumbledore mostraba nunca al aparentemente venerable anciano de larga barba blanca y gafas de media luna. Ni siquiera los de las colecciones de viejos cromos de las ranas de chocolate. No podían, porque Albus estaba inmovilizado y confinado en su retrato principal, atado por invisibles cadenas a su silla, y silenciado. En su momento, Minerva había accedido a efectuar un encantamiento para inmovilizar al mago dentro de los limites de ese único cuadro, impidiéndole abandonarlo y Severus conjuró las mágicas retenciones dentro de la pintura. Los otros retratos de directores aprovechaban cada instante libre para recriminarle incansablemente.

Pero a nadie le importaba mucho, la historia contaba que Albus no era más que un mago con ciertos logros en alquimia, vencedor de Grindewald, aunque sus motivos eran más que dudosos puesto que ambos tuvieron las mismas ambiciones de jóvenes. Que cambiando de rumbo radicalmente en sus ideales, se convirtió en desastroso gestor económico y Director de Hogwarts, llevándola a una etapa aperturista promuggle radical. Dirigente de la Orden del Fénix, y causante indirecto de la ascensión y rebelión de Thomas Marvolo Riddle, también conocido como Lord Voldemort, líder de los Caballeros de Walpurgis, mas tarde radicalizados y conocidos como Mortífagos. Riddle era el ejemplo de porqué los muggles no debían ser responsables de la educación y crianza de un niño mágico. La negativa prestar ayuda por parte de Armand Dipett, aconsejado por Albus, inició una espantosa cadena de sucesos, que culminó con una cruenta guerra fraticida. Una foto de un jovencísimo Thomas Riddle, una de las pocas que se conocía, se colgó en la sala de trofeos de la nueva y reformada Hogwarts, con una placa conmemorativa.

Minerva se había retirado hacia unos años de su cargo como Profesora y Directora General del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, pasando a ocupar la Dirección de la Sección de Educación Primaria del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería y a disfrutar de sus hijos adoptivos. De eso hacía ya unos años y ahora…estaban preparándose para su fiesta de despedida…Minerva se jubilaba a la edad de 95 años.

Severus giró la cabeza hacia su ahijado, y esbozó una sonrisa, contemplando la larga melena plateada que ondeaba en su espalda en la brisa de principios de verano. Aunque en muy buena forma y bien conservado, Lucius necesitaba apoyarse cada vez más en su bastón cuando caminaba, aunque su presencia seguía siendo igual de elegante e imponente. Por otro lado, si bien estaba a punto de cumplir los 50 años, Draco no aparentaba más de 28 años…mas o menos igual que Sylvain, que caminaba sonriente pero nervioso junto a Narcissa, llevando de la mano a dos niños de unos siete u ocho años, uno rubio y otro moreno.

Sylvain se adelantó, dejando momentáneamente a sus hijos con Teddy y los nietos Minerva, y se detuvo los ojos llorosos, y abrazó a una canosa Minerva, murmurando que iba a echarla mucho de menos. Con un gesto de disculpa, y mientras su esposo abandonaba rápidamente el lugar, apoyándose en la mano de Andrómeda, Draco murmuró:

-Creo que Sylvain está… entrando otra vez en calor…supongo que a final de verano estará…embarazado…

Alzando una ceja, Severus murmuró inquisitivo:

-¿Estáis tratando de establecer algún nuevo record, Draco? Si son mellizos de nuevo vais a ganar un premio a la natalidad…y yo que pensaba que Arthur era un irresponsable por tener tantos críos!

Draco rió y murmuró:

-No podemos hacer nada, padrino…ninguno de los métodos anticonceptivos funciona con él, y cuando entra en celo, tampoco conmigo. Está claro que Sylvain tiene un ciclo fértil de entr años aproximadamente. Si me disculpas…

Severus rezongó, sabiendo que le tocaría asumir más tareas delegadas en cuanto a la Dirección, y vio alejarse a Draco, recogiendo de las manos de Teddy -muy enzarzado en alguna clase de profundísima conversación con Victoire- a Rigel y Arrakis, los más pequeños. Castor y Pólux –aun hormonales y adolescentes- estaban charlando y riendo con algunos de sus compañeros de clase junto a las fuentes de ponche. Draco continuó avanzando, mientras sus ojos recorrían la abigarrada multitud, en busca de su errante esposo…dejando a Antares y Satevis, sus hijos mayores y recién graduados en estudios superiores, a cargo de sus hermanos más pequeños. Los negros ojos del que era ahora el espíritu o fantasma más famoso del castillo de Hogwarts vieron desaparecer entre los árboles del bosque a su ahijado. Director de la Sección de Estudios Avanzados de Hogwarts y profesor de Magia Ofensiva y Defensiva y duelo. Sin duda, en persecución del jovencísimo Director General de Hogwarts, e igualmente profesor, su pareja…

Un bramido lejano, contestado por un rugido de desafío resonó entre la espesura, y un grifo de manto casi blanco aceleró el vuelo, esquivando los troncos grácilmente. En la familiar hondonada, una dragona de innumerables matices de verde aguardaba, las alas desplegadas y el cuello alzado al cielo, dejando brotar de sus fauces una delicada llamada de reclamo, las narinas humeantes. Emerald curvó grácilmente el cuello, y olfateó con delicadeza a Ópalo, lamiendo delicadamente su hocico y dando suaves toques a su barbilla y mejillas, rozándolas con su morro en salutación, los ojos brillantes. Con un resoplido, la dragona alzó y curvó la larga cola a uno y otro lado, y se alejó unos pasos insinuantes, mirando siempre por encima de sus alas entreabiertas al grifo real de imponente melena. Con un gruñido de apreciación, Ópalo saltó hacia adelante, mientras Emerald le esquivaba y susurró:

-¿Con que esas tenemos, no?¡Vas a ver!

Emerald alzó el vuelo y Ópalo la siguió, rugiendo, en su eterna caza. Y cuando mucho mas tarde, yacían tumbados en un recluido claro del bosque, abrazados el uno al otro, sobre un lecho de musgos, hojas y helechos, Draco murmuró suavemente, recostado sobre su pecho y olfateando la densa cabellera negra de su quimera, la cola de este enrollada en torno a su muslo:

-Estaría bien una niña para variar…

Sylvain sonrió, reacomodando sus alas en torno a ambos y susurró somnoliento:

-Mmh…te prometo intentarlo… una niña para la próxima vez.

The end…


( NA: He usado las sugerencias recibidas. Significados de los nombres:

Satevis: Guardián del Cielo, nombre persa de la estrella Antares, la más brillante de la constelación Escorpio. Recuerda el nombre de Sylvain por su inicial (Y el de Sirius) Fonética próxima a Severus. En otras culturas es Dharind, «la que agarra», o Kharthian, «el corazón».

Izar: velo, Estrella de la constelación del Boyero, también llamada Pulcherrima, "La más hermosa". Los nombres de estrellas honran el legado Black. Y detrás de un velo yace Sirius, la persona más amada por Sylvain.

Eirian brillante, reluciente en celta, también significa plata. Puede relacionarse con el significado del nombre de Lucius: nacido en la luz

Antares: el opuesto a Ares, el rival de Ares (Ares: dios de la guerra; en un sentido muy muy figurado se puede entender que Antares favorece la paz y se opone a la guerra); estrella la más brillante de la constelación Escorpio. Otro nombre de Satevis. En otras culturas es Dharind, «la que agarra», o Kharthian, «el corazón».

Etamin: serpiente, estrella más brillante de la constelación Draco; estrella del Zenit (la que está en lo más alto del cielo, por su posición) (Zenit Star) Los nombres de estrellas honran el legado Black. Este alude al de Draco. Y también puede aludir a la naturaleza de Sylvain.

Sever: Fortaleza Salvaje. Norte en checo. Muy similar al nombre de Severus. Sylvain: del bosque, el significado de ambos nombres está relacionado, un ser del bosque es un ser salvaje. Y Recuerda el nombre de Sylvain por su inicial

Rigel, estrella de la constelación de Orión. Por Sirius. Arrakis: el danzante, de la constelación de Draco. Castor y Pólux, estrellas de la constelación Géminis y nombres de famosos gemelos de la mitología griega, los Dioscuros hijos de Zeus con la reina Leda y hermanos de Helena de Troya y Clitemnestra.)

Y mis agradecimientos a todos los lectores y lectoras, y especialmente a:

HiCKoRi

htzld

I know it was something

iadualc92

Ireva

irveva

itsumiminamino1

JenRmzA

Jime-chan

jinjuriki del Jubi

jobalmar

Jose-Black

Kamuifuma1

kasandra potter

KatePB

keilastar

KhrisTB

Kinari

Kirikaze-chan

Kokiitta

KShieru

kumadanger95

Kuran Ayame

Kuran Ayame

Kuroneko1490

L. Mirage

la kariin

Lady StarFireLight

Laufy-Foy

Lawren

Lektra

leticia79

Lianaly

lilith-sui

lisicarmela

Liss-arcangela

LizDe-Chan

Lolito

LostrisBlack

loup sombre

LoveDamonSalvatore

Luana Rosette

lucas1177

Luna

Luna1986

Luzy Snape

Maeliza Malfoy

MAGM

maicolpotter861027

Mani

Mariluzlina0908

marirroma

Maru-Potter-Cullen-18

Meru-Nyan

Mia Caelus

Mielcita

MinervaPotter

miredraco

Miriel Malfoy Li

Miriel Malfoy Li

miripunky

Miru Yumi

-chan

Monn22

msvteppa

Murtilla

Naho Potter Black8

Namida

Naora-chan

natyob

Neko Okabe

NekoHK

Neliiel

nonaloka

Nozomi Black

Olimka

palo 2912

pitiizz cullen de Black

Polgara Dream

Pretoriana

Princesa Blanca

Princesa Vampirica

Profe McGonagallrenew 19

Proserpinah

Remaria

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Ross Rice

Ross Snape

Rossy-Oriana-Black

RossyOrianaMalfoyBlack

Ru.Q

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Sakura Malfoy Potter

Sarisslovess

Sayuri Hiro

Sekhmet Malfoy

Sephy Black

Serpent Noir

Setsuna GW

setsuna-GW

Sevkrissrem

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ShirayGaunt

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Soul Malfoy

suffle

. 3

Supernova300

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Syaotsu

TamAnTam

The darkness princess

Tia-Harribel-sama

Tlacuilo1

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Tracy Cullen Malfoy

Traduccion Lagrimas del Fenix

Trance20666

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