Los personajes no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi, esto lo hago sin fines de lucro.
Sociego.
Doy un paso y me encuentro al borde del precipicio, mis talones en tierra firme mientras que el resto de mis pies están suspendidos sobre una falsa ilusión de libertad, es la misma sensación de aquella vez. Esa estúpida discusión por algo que hacía rato había olvidado, esa seguridad de que dar un paso atrás significaría volver a la normalidad y olvidar lo sucedido, y esa horrible certeza de que mi idiotez siempre me hará caminar hacia adelante...
-¡Ojalá te mueras!
-¡También tú!
Nunca sabré quien dijo qué, sólo que después de eso el mundo se volvió borroso, mis sentidos se nublaron, y una extraña calma se apoderó de mi, así como ahora mientras caigo por este precipicio, sin esperanza de salvación, sin desearla siquiera, sólo dejándome llevar.
Huí de la casa, corrí lejos de allí, pero increíblemente no me sentía dolida, sólo me dejaba llevar por mi cuerpo que parecía tener propia voluntad. Desde aquel momento perdí la noción del paso del tiempo, al regresar él se había marchado, no me importó... nada me importó después de eso.
Pudieron pasar días, meses, años... una vida entera, yo sólo existía ajena al resto del mundo. Gente hablándome, sacudiéndome por los hombros, incluso alguna bofetada, gritos, llanto, hasta que se dieron por vencidos y todo volvió a la "normalidad", recuerdo todo eso como un confuso sueño. Y como el murmullo del viento que ahora siento en mis oídos, cada palabra, cada intento de mi familia, mis amigos o algún extraño con pintas de médico por hacerme reaccionar, era ignorado.
Por algún motivo que no comprendo, Nabiki me insistió durante un tiempo con algo, sólo recuerdo que habló de un hechizo, también lo mencionó a él, supongo que por eso recuerdo ese hecho en particular, su nombre era lo único que me sacaba de mi sosiego, sólo un poco, tan imperceptible que jamás nadie se percató de ello.
Fue bueno que después de eso me dejaran en paz, tal vez comprendieron que al igual que ahora, cuando la gravedad me arrastra en línea recta hacia mi final, sólo buscaba el camino más corto, despertar de una vez de ese sueño que nada interesante tenía para mi.
Finalmente esa paciente espera terminó, y como a quien se le cumple un deseo que no planificó bien, el sentimiento regresó, sólo para hacerme sentir horrorizada, desolada, desesperada, el deseo también regresó, y sólo deseé regresar a aquel sueño letárgico y ya nunca despertar.
Lo sentí, ese desgarrante dolor del que tanto hablan, ese que de pronto te arranca de un estado alterado de conciencia para transportarte a otro, el dolor previo a la muerte. Mis huesos volviéndose polvo al chocar contra las duras piedras que en unos instantes más se habrán convertido en mi lecho de muerte, me provocan una agonía tal que sólo puede ser comparada con la que sentí hace unas horas... cuando desperté finalmente.
Pasé por la sala, no sé a donde iba ni de donde venía, la familia estaba en silencio, un velo de profunda tristeza del que apenas me percaté, cubría sus rostros. Continué mi camino sin preguntarme a que se debían esos gritos que comenzaron a escucharse de pronto, entonces el grueso torso de "Su padre", me impidió continuar. Estaba gritándome algo, demasiado cerca, parecía furioso, no me importó, no hasta que puso frente a mis ojos una esquela de periódico.
Su foto...
Y esta vez mi conciencia reapareció el tiempo suficiente para dejarme leer unas palabras, y después de eso...
-¿Muerto?- pregunté sin aliento mientras todos esos recuerdos, sensaciones, sentimientos, todo me golpeaba con fuerza en ese instante.
No... este dolor no se compara a ese... nada se compara con aquello.
Huí como la primera vez, pero en esta ocasión el dolor no mermó, al contrario, se intensificó, creció tan aterradoramente que me trajo al lugar donde comenzó este relato, este último suspiro de un alma que volvió a nacer dentro de un cuerpo casi muerto.
Porque de pronto comprendí que yo te amaba...
Te amo...
Y te amaré...
Y estas lágrimas no dejarán de salir hasta mientras pueda sentir...
Entonces, mientras siento ese frío manto de oscuridad apoderarse de mi, tomo la última determinación de mi vida... te buscaré, en aquel desconocido sitio donde estás y hacia donde voy. Porque a mi alma sólo le queda una voluntad... pedirte perdón.
Perdón por cada insulto...
Perdón por cada golpe...
Perdón por haberme enamorado de ti...
Y sobre todo...
Perdón por no haberte amado toda la vida...
Fin.
Hola a todos, esta es una viñeta que hice para un concurso que organizamos en nuestro grupo de Facebook "El arte de escribir, consejos, soluciones, tutorías y mucho más." Pueden buscarlo y unirse si lo desean.
Aunque en teoría está finalizada planeo escribir otro capítulo porque considero necesario aclarar que sucedió realmente, pero como a esta altura de mi vida no sé si lo terminaré algún día por el momento queda como un único capítulo.
Saludos y gracias a los que después de tantos años me siguen dando la oportunidad de mostrarles mis locuras.