Daré las indicaciones de siempre.

Aclaraciones:

Narración.

Diálogo —

"Pensamientos".

(*) Esto es un apartado para alguna palabra o concepto que aclararé al final del capítulo.

Advertencias:

Posible OoC en los personajes.

OC's.

Situaciones sexuales explícita-implícitas.

Lenguaje inapropiado o soez.

Género: Romance | Drama.

Clasificación: T | M.

Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto.

Nota de Autor:

He aquí el capítulo siete de esta historia, como dije, trataré de actualizar cada semana. En el caso de esta historia cada lunes. Ahora con respecto a esta actualización, puede que algunas partes suenen muy estúpidas y bastante OoC con un personajes, sin embargo, decidí conservar un poco de la historia original y no cambiarla por completo. Como es el caso del trato de Neji y Nan, además de los apodos de estos. Admito que me he pasado con el largo del capítulo, no me gusta hacerlos muy extensos, pero bueno... Ni modo, a ver si no se aburren.

Ahora sin más, dejo que lo lean, ya me harán saber sus opiniones en la cajita de comentarios. Nos veremos el próximo lunes, cuídense. Mil gracias por los comentarios, los favoritos y alertas. Un beso grande.


Capítulo VII.

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‹‹Tu cuerpo es ahora el hogar de tu bebé. Ese cuerpo se preparó desde tu propia gestación para este momento››.

Anónimo.

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Séptimo mes:

Molestias, dolores y cambios emocionales.


Siete meses de embarazo.

Se sentía torpe, su sentido del equilibrio parecía haber salido de vacaciones. Se preguntaba, ¿qué sucedería si Kakashi no estuviera cerca cada vez que tenía un "pequeño tropiezo"? Estaba claro que se habría hecho mucho daño… Además, no contenta con su pérdida de estabilidad, ahora le costaba más conciliar el sueño.

¡Nadie le dijo que cuanto más le crecía el vientre menos cómoda se sentiría al echarse a dormir! Actualmente tenía suerte si conseguía una posición confortable para tumbarse. ¡Y por si fuera poco todavía no podía mudarse a su domicilio!

¡Joder! Toda entidad divina habida y por haber estaba en su contra… Era como si expresamente le dijeran: "tú no debes irte porque es aquí donde perteneces". Ella no lo creía así, ¡pero rayos! No encontraba más explicaciones a lo que le pasaba.

El hombre que se suponía reparaba su piso desapareció misteriosamente, y junto con él todo su dinero. ¡Le había pagado con anticipación y se largó sin más! ¡Desapareció como si fuera Harry Houdini!

Ah, pero eso no era lo peor. Lo peor era que huyó sin hacer un solo arreglo a su casa, ¡ni uno solo! ¿Cómo carajos se fugaba un hombre sin dejar rastro? No lo entendía, en serio. Intentó encontrar una explicación a semejante situación… No la encontró, solo terminó con una horrible jaqueca. Producto de la indignación y la rabia.

Respiró profundamente para calmar la cólera. Pero le costaba un mundo cada vez que recordaba el enorme agujero que adornaba la pared de su sala… Dios la ayudara, no deseaba encontrarse a ese hombre por las calles porque sería capaz de ahorcarlo sin importarle nada. El bebé empezó a patearle repetidamente, suspiró, debía serenarse o terminaría por enfermarse. Lo mejor que podía hacer era ya no darle más bolas al asunto, no tenía ni pies ni cabeza, no había caso.

Nan hizo una mueca, se enderezó levemente para tratar de aliviar el reciente dolor de espalda que la aquejaba. Aunque era inútil sino dejaba la tensión que le producía la situación. Derrotada, dejó las agujas de tejido sobre la mesa y se miró los pies. Los tenía un poco inflamados. Cerró los ojos, e instintivamente llevó las palmas de sus manos a la espalda, para masajear la zona adolorida.

Con pesar recordó que cuando estaba trabajando en el hospital se sentía más útil que en casa, tejiendo prendas para bebé. No la malinterpreten, amaba a su hijo y se había acostumbrado a la idea de ser madre. Sin embargo, cuando estaba en el hospital atendiendo heridos o haciendo operaciones, se sentía en su elemento. Desdichadamente, Tsunade no pensaba lo mismo. Y por eso la envió a casa, con la excusa de que en el último trimestre todo se volvería más pesado y no quería que tuviera un parto prematuro. La verdad era que su humor se mantenía en una escala muy alta, al punto que no contestaba con palabras sino con gruñidos. Por lo tanto, para Tsunade fue fácil deducir que su reciente mal genio solo conseguiría subirle la presión y perjudicarlos. Le agradecía enormemente su preocupación, e igual la encontraba exagerada. ¡Ella era capaz de controlarse!

Lo único bueno que encontró a su reciente holgazanería era desempolvar su caja de tejido. Daba gracias al cielo que su abuela le enseñara el arte de hilar, así cuando menos no se aburría, por lo menos no tanto.

De repente una brisa veraniega jugó con sus cabellos, se los apartó de la cara con su mano derecha y respiró hondo. Le gustaba el céfiro cálido y fresco. Abrió los ojos y sonrió, el clima siempre lograba animarle.

¿Por qué sonríes? — preguntó Kakashi.

Nan se volvió con gesto animado, que aumentó inmediatamente en cuanto sus orbes chocaron con las de él.

El clima me hace sonreír — respondió encogiéndose de hombros.

Intentaba no sentirse molesta con Kakashi, solo estaba cuidándola. A veces exageraba, ¡estaba sentada en la terraza, por el amor de Dios! ¡¿Qué iba pasarle ahí?!

¿Si sabes que nada me va a pasar aquí sentada, verdad?

Lo intentaba, ¡joder, cómo lo intentaba! Pero lo gruñona le salía natural. Kakashi arqueó una ceja mientras pasaba la página de su Icha Icha.

¿Tú crees?

Nan situó un gesto enfurruñado ante el tono condescendiente y burlón del shinobi.

Es mejor prevenir que lamentar.

¡Maldito Ninja Copia y su actitud sobreprotectora!

Resopló irritada, se cruzó de brazos y desvió la mirada. Lo mejor que podía hacer sino quería dejar huérfano a su hijo, aunque estaba tentada a correr ese riesgo…

La actitud de Kakashi llegaba a ser tan exasperante, que consideró darle un sartenazo en la cabeza nada más para verse desligada de su presencia un rato. Encima recordaba que ese hombre era el padre de su hijo y se le pasaba la rabieta, aunque de sus pensamientos homicidas no estaba a salvo. Bien, bien, se estaba pasando un poco… Mejor se distraía.

Paseó su mirada por la amplia terraza y se percató de un pequeño rosal. Frunció el ceño, desconcertada, ¿desde cuándo estaba ese rosal? Recordó que la primera tarde que pasó ahí, fue después de una misión con Sakura que había salido mal.

Recapituló, ese día, se suponía que tenían que localizar a un contacto y luego eliminar la amenaza. Desafortunadamente hubo un daño colateral, un alma inocente que solo se cruzó en el lugar y momento equivocado. Sakura no lo soportó. Sí, Sakura Haruno era una kunoichi dura, que se hizo a sí misma. Sin embargo, en el fondo, había una chica con sentimientos nobles y hermosos. Una chica que no creía necesario matar y torturar para obtener un propósito, aunque por desgracia, como shinobis era lo que hacían.

Entonces le hizo compañía hasta que se quedó dormida, después de tomarse casi entera una botella de tequila. De hecho, solo se tomó tres shots de tequila y quedó fundida. Sakura también heredó la intolerancia al alcohol de su maestra… En fin, entre recuerdo y recuerdo, cayó en la cuenta que ahí no había ningún jardín la primera vez que pisó esa casa. Todo estaba seco. Sin hierbas, ni plantas ¡ni nada vivo! Ese lugar bien pudo ser el escenario de una película del antiguo Oeste que a nadie le sorprendería.

¡Y ahora había flores! ¡¿Desde cuándo había flores?! ¿Quién rayos las plantó?

Sus preguntas eran lógicas, ya que si le ponía un poco más de cerebro; no encontraría al precursor de semejante hazaña. Sasuke era demasiado antipático como para fijarse en algo tan trivial, Naruto echaría todo a perder antes de comenzar, y Sakura tenía menos dotes para la jardinería que para la cocina. Además, no contaba con mucho tiempo; entre el hospital y las misiones, con suerte tenía un lapso para el descanso.

A Yamato y Sai no los echaba a cuenta porque casi nunca estaban por la casa, y cuando lo estaban, generalmente los encontraba dormidos o trazando los planes de su próxima misión. No tenían mucho espacio libre. Aparte, Sai era incapaz de cuidar una planta, a menos que estuviera plasmada en un lienzo. Y con eso estaba diciendo mucho.

Y Kakashi… Bueno, Kakashi era un flojo sin remedio. Con suerte sabía en qué día vivía o la hora que era. Se la pasaba leyendo sus obras pornográficas todo el tiempo, dudaba siquiera que notara esa extensión en la terraza de su casa que podía utilizar como jardín. Podía acabarse el mundo y él ni lo notaría.

Resopló.

¿Desde cuando tienes jardín?

Kakashi despegó perezosamente la vista de las líneas de su libro. Empezaba a preguntarse cuando le haría un comentario acerca de su pequeño edén. La contemplaba desde hace un buen rato, simplemente simulaba leer su libro. Bastaba con que descendiera unos centímetros para que pudiera mirar sus gestos. Había encontrado la excusa perfecta para pasar tiempo con ella sin forzarla, o por lo menos sin que pareciera obligatorio.

Le gustaba verla, lo admitía con descaro. Se deleitaba con sus rabietas, con los pucheros que hacía cada vez que el hilo se enredaba en interminables nudos que luego tenía que deshacer. La escuchó decir un par de maldiciones sin decoro, algo como: ¡maldito hilo del demonio! Casi le hace soltar una carcajada. Últimamente Nanami estaba de un humor de perros, parecía que conforme más avanzaba el embarazo, las hormonas se trastornaban más y la volvían intolerable.

Un completo infortunio para aquel que se le ocurriera hacer un mal comentario, tal fue el caso de Sasuke esa misma mañana… Los cuchillos volaron en la cocina y casi le ponen el cabello en cresta. No lo malinterpreten, en definitiva fue divertido ver palidecer a Sasuke y salir de la habitación hecho una bala junto a Naruto. No obstante, la culpa había sido del soberbio Uchiha a quien minutos antes le advirtió que tuviera cuidado con lo que decía.

No hizo caso, ahí tenía las consecuencias. Ropa desgarrada y corte de cabello nuevo.

Sasuke aún no regresaba a la casa, seguro porque temía que la próxima vez que abriera la boca Nanami le saliera con una catana y le arrancara la cabeza de un tajo. Kakashi sonrió bajo su máscara con ese pensamiento y luego clavó su mirada en la kunoichi, que todavía aguardaba su respuesta.

Siempre ha existido, solo que no me preocupaba por él — comentó encogiéndose de hombros.

No es como que pudiera decirle se desvivía por ese pedazo de tierra. Porque no era la verdad. Él nunca se había preocupado por ese pedazo olvidado de suelo. Si no fuese porque estaba enterado del gusto de ella por las flores, jamás se habría dignado a hacer tarea semejante. Pero todavía no estaba dispuesto a admitirlo, cuando menos no abiertamente.

¿Es un chiste?

La voz femenina sonó escéptica y tal vez un poco incrédula. Estuvo tentado a jugarle una broma, pero quería ver a su hijo nacer, así que mejor se quedó con las ganas y respondió llanamente:

No.

La kunoichi continúo con sus ojos clavados en él, examinando las posibilidades de que todo aquello fuese uno de sus acostumbrados chistes de mal gusto. Kakashi no la culpaba, ¿cómo hacerlo cuando la había hecho blanco de sus burlas en varias ocasiones? En definitiva, su desconfianza tenía razón de ser.

No sabes nada de jardines.

Cierto. No tenía ni puta idea de cómo crear y menos de cómo mantener un jardín. Sino fuese porque su Sharingan había copiado una que otra técnica que involucraba plantas y demás cuestiones, no hubiese levantado un jardín prácticamente muerto.

Aprendí.

Sorprendida, Nan curvó una ceja y entornó el iris.

¿Cuándo?

¿Es que acaso esa mujer no podía quedarse con una respuesta? ¿Tenía que saberlo todo? Kakashi llegó a la conclusión que no sería ella sino le hiciera todas esas preguntas.

Libros de jardinería — mintió.

La kunoichi soltó una carcajada cargada de ironía y él la miró fingiendo indignación.

¡Tú leyendo otra cosa que no sea pornografía! — se burló.

De acuerdo, Kakashi pasó de aparentar a sentirse realmente ofendido. ¿Será que a él también le estaban afectando las hormonas del embarazo?

¡Oye! Soy muy capaz de leer algo más que mis libros… — dejó la frase silbando en el aire, no se atrevía a mencionarlo en voz alta. Por eso del pudor y el remilgo —. Pero dejaré pasar esto, solo porque no me conoces bien.

El comentario arrancó una sonrisa divertida en Nan que le aceleró el corazón.

Te conozco lo suficiente para saber que eres un flojo al que no le gusta leer más que perversiones de un libro — picó, recostando la espalda en el sillón de mimbre.

En pocas palabras esa mujer no lo tenía en muy alta estima… No es como que estuviera diciendo una mentira, pero eso no quería decir que su único interés fuese el sexo. Y, aunque estaba dispuesto a rebatir ese punto que lo encajaba como un hombre superficial; decidió mejor quedarse callado. No fuera la de malas y le terminara clavando las agujas de tejer en una parte de su cuerpo que quería que siguiera funcionando…

Prefería no arriesgarse. Embarazada o no, esa mujer seguía siendo una de las más letales en ANBU. Le asombraba como todavía con siete meses era capaz de tomar un cuchillo y lanzarlo con una destreza impresionante. Para muestra estaba Sasuke, con la ropa hecha jirones y su nuevo y sofisticado corte de cabello. Kakashi se preguntó cómo iba a solucionar tremendo desastre en su cabeza.

De repente sonó el timbre de la residencia, sacando a Kakashi de sus divertidos pensamientos. Se extrañó, no era propio recibir visitas a menos que estas fueran invitadas y ya habían tenido una mala experiencia... Así que se giró hacia la kunoichi.

¿Esperas a alguien? — ella negó con un movimiento de cabeza.

El timbre sonó por segunda vez y él decidió levantarse para ver de quien se trataba. Nan lo observó atravesar la habitación con un andar seductor, y a ella se le hizo la boca agua. No fue descarado, como si se tratase de un fanfarrón. Simplemente tenía una carga predadora y sexual innata. En esos momentos recordaba las razones que le llevaron a ceder aquella noche.

Lo contempló hasta que se perdió de su rango de visión. A veces lo odiaba por su desconsideración, pero otras le invocaba porque cedió a la tentación.

Suspiró derrotada, se sentía confundida y hastiada. Además de irritada.

Se enderezó de nuevo en su asiento y tomó las agujas de tejer, junto a la pequeña prenda que confeccionaba. Las metió en una caja de metal cuadrada para guardarlas. Ya no quería seguir con el tejido, estaba cansada. Mejor se iba a la habitación a recostarse un rato, no había dormido mucho la noche anterior después de todo.

Entonces, cuando se encontraba a punto de salir de la habitación Sakura e Ino hicieron acto de presencia, seguidas de cerca por Kakashi.

¡Nan! — su diminutivo dicho con tanto entusiasmo le dio mala espina.

Trató de no entornar la mirada cuando pasó a evaluar a la acompañante de Sakura, pero se vio frustrada en el intento. Algo iba mal ahí.

Hola, Nanami — saludó sonriente la rubia.

Hola — respondió con un tinte desconfiado — ¿Qué las trae por aquí?

No es que quisiera ser descortés, pero sabía que nada bueno salía de ver a Sakura e Ino juntas y sonrientes. Más bien parecía que planeaban sacrificar un gato y servirlo de entremés. Anuló una mueca de asco.

Tú siempre tan delicada… — murmuró Kakashi al pasar por su lado.

Ella entrecerró sus ojos y lo miró acusadora.

Vivir tanto tiempo contigo y con Sasuke debe influir, ¿no te parece?

Esa frase en versión Nanami quería decir: cállate y no tientes a tu suerte.

A Kakashi lo recorrió un escalofrío, presagio de que si no se callaba el lugar a donde lo visitaría su hijo sería al hospital o al panteón. Por el contrario, Sakura e Ino no disimularon sus risas. El peli-gris empezaba a temer por el destino de esas dos pobres almas desafortunadas… Con que no fuese el epicentro del enojo de Nanami se conformaba.

Nan, Ino y yo venimos para llevarte con nosotras.

Ella iba a replicar, pero Ino se le adelantó.

Nos encantaría mucho que nos acompañaras — añadió sonriente la rubia.

Inconscientemente volteó hacia Kakashi, quería que fuera su tabla de salvación. Él la miró larga e intensamente, provocándole esas horribles mariposas en el estómago. Encaró de nuevo a las chicas, quería negarse porque no tenía ánimos de salir, pero la voz no emergía de sus cuerdas vocales.

Kakashi se movió pausadamente, la tomó por la cintura atrayéndola hacia sí, de modo que su cuerpo grande y duro envolvió literalmente el de ella. Su organismo reaccionó confortablemente ante la suavidad de su agarre, como si estuviese hecha a medida para ese cuerpo fuerte. La ternura de ese gesto conmovió su corazón.

Anda, ve — le susurró al oído, incitándole un escalofrío. Nan lo miró fijamente, ignorando las sensaciones que la cercanía de Kakashi provocaba en su cuerpo —. Sé que estás aburrida, estarán bien con las chicas.

Ella sonrió graciosa, con frecuencia imaginaba que cada vez que Kakashi le clavaba los ojos era capaz de leerle el pensamiento. Miro nuevamente a las chicas, luego suspiró. Era de mala educación rechazar una invitación, sobre todo tomando en cuenta el tiempo que les tomó llegar hasta ahí.

De acuerdo — respondió, ignorando las pupilas brillantes de Sakura e Ino ante la pequeña muestra de afecto de Kakashi.

¡Se la cuidaremos bien, Kakashi-sensei! — Ino le guiñó un ojo antes de despedirse.

El shinobi suspiró aliviado, ¡por fin se habían ido! Era hora de comenzar su labor.

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Nan giró la cabeza en todas direcciones, enseguida frunció el ceño. ¿Dónde estaban los murmullos y las miradas de desdén? ¿Qué había pasado? Hasta hace algunos días las habladurías de la gente no paraban, y ahora, como si nada hubiese pasado. Podía decirse que se había acostumbrado a que las personas hablaran descaradamente a su paso.

Imaginó que después de estar recluida dos semanas en casa, lo primero que harían los aldeanos sería reiniciar sus chismes. Pero nada, solo silencio. Vio un par de sonrisas por ahí, ¿o acaso fue un espejismo? Asustada regresó la mirada al frente, lo mejor que podía hacer era dejar de cuestionarse la racionalidad del cambio de la gente. Terminaría por enloquecer si seguía por ese camino.

A su mente regresó el asunto de su departamento y por ende, al hombre que contrató para que reparara las averías. Se sentía estafada e idiota. Le había dado poco más de la mitad de sus ahorros… ¡Dios no se lo pusiera enfrente porque lo mataba! ¡Estaba segura! Respiró hondo, sacudió superficialmente la cabeza para deshacerse de las ideas homicidas y continuar serenamente con el trayecto. El único inconveniente es que no sabía hacia donde rayos iban.

¿A dónde vamos?

Al Café Liam — contestó alegre Sakura.

Nan articuló un: ah, sin emitir sonido alguno. Interiormente agradecía que no fuese un recorrido muy largo, sus pies y su espalda no lo soportarían.

Hinata y Tenten ya deben estar esperándonos — añadió Ino.

Bien, debió imaginar que no solo serían ellas tres. Aunque secretamente lo esperaba así. Nanami no era mucho de reuniones sociales, ni siquiera con kunoichis. Normalmente se la pasaba tanto tiempo en el hospital que sus mejores amigos eran un fardo de algodón y gasas. Más allá de eso no tenía trato con nadie más que el personal médico, muy de vez en cuando con Ino y con Sakura. Con ésta última poseía un trato más profundo gracias a la convivencia entre misiones y la casa. La única mujer a la que catalogaba como amiga.

Finalmente arribaron en el local, como bien dijo Ino, Tenten y Hinata las esperaban tranquilamente sentadas en una mesa al fondo. Ambas la recibieron con sonrisas animadas, sin embargo, ella se sintió un poco incómoda. No estaba acostumbrada a ese tipo de reuniones, menos con tanta gente. Parecía ridículo, considerando que en casa de Kakashi tenía que lidiar con Naruto, Sasuke, Yamato y Sai.

¡Hola, chicas! — saludaron Sakura e Ino a coro.

Hola — respondieron las otras dos.

Hinata giró la cabeza hacia Nanami y con un pequeño sonrojo condujo un saludo diferente.

Bue-Buenas tardes, Nanami-senpai — inclinó tímida y respetuosamente hacia la kunoichi.

La mujer de cabellos caoba sonrió afectuosamente a la heredera, y con un movimiento de mano le hizo saber que no era necesaria tanta deferencia.

No tienes por qué ser tan formal, Hinata — dijo dulcemente.

La Hyūga levantó sus pupilas nacaradas y le sonrió agradecida. Las otras tres estaban estupefactas por la repentina rectitud de Hinata.

Está bien, ¿a qué viene esto, Hinata? — exclamó Ino, desconcertada.

Mientras se acomodaban en sus sillas, la rubia observó a Hinata. Ésta mantenía la mirada baja, apreciando las formas y costuras del mantel blanco que adornaba la mesa. Imaginando que a lo mejor acababa de cometer una imprudencia.

Ah, bue-bueno… Verás… — tartamudeó sin saber por dónde empezar.

De pronto una carcajada despreocupada la hizo elevar la mirada, sus orbes chocaron con las pardas de Nanami. Esta le sonrió e hizo un movimiento de cabeza.

No te preocupes, Hinata, no has cometido ninguna imprudencia — la chica de cabellos azules respiró aliviada —. Ella y yo nos conocemos desde hace años, incluso antes que a ti, Sakura — miró a la peli-rosa, quien la miró interrogante —. Su primo y yo hemos sido compañeros de misión en incontables ocasiones, además, también entrenamos juntos durante un tiempo. Nos encontrábamos con regularidad en los jardines de su casa — explicó brevemente.

¡Espera, espera! ¿Eres ANBU? — indagó asombrada Tenten.

Nan asintió lentamente con una discreta sonrisa.

Un momento, ¿eres ANBU y yo no lo sabía? — reclamó Sakura indignada.

La mujer rió divertida por su reacción.

Pero tú sí que eres tonta, frentona. ¿De qué otra manera conocería a Kakashi-sensei?

Sakura tuvo que admitir que Ino tenía razón, y todas coincidieron en que era la única forma en la que Kakashi y Nanami pudieron conocerse.

No fue así como conocí a Kakashi — interrumpió ella —. Fue por las misiones que me asignaron con el equipo siete.

En el instante que salieron esas palabras, se dio cuenta que debió mantener la boca cerrada. El brillo en los ojos de las cuatro chicas le indicó que debía huir inmediatamente. No obstante, se quedó anclada a la silla.

Entonces cuéntanos. ¿Cómo se conocieron? ¿Qué fue lo que él te dijo? ¿Es tan bueno en la cama como dicen?

¡Cielo santo! Solo Ino Yamanaka era capaz de hacer ese tipo de preguntas. Ella luchó por no enrojecer ante ese último cuestionamiento, pero resultaba imposible. Ya que comprobó de primera mano que lo que decían de él no eran solo habladurías…

¡Maldito Ninja Copia y su fama de buen amante!

¿Cómo rayos se zafaba de esa? Se sentía como si la hubiese acorralado en un callejón sin salida.

Hinata-sama — llamó imprevistamente una sosegada voz masculina.

Nan sintió una bocanada de aire fresco atravesar sus pulmones al reconocer el tono impasible. Sin miramientos volteó hacia su "salvador", se encontraba apostado a su lado con la mayor naturalidad del mundo. Inminentemente las pupilas de ambos chocaron, el semblante alabastro de Neji se suavizó. Su mirada perla se desplazó a lo largo del cuerpo de la mujer y luego subió hasta su rostro, clavándose en su iris pardo.

Ojo blanco — saludó con familiaridad Nan.

Los labios de Neji se estiraron en una fina sonrisa ladeada, consiguiendo un rubor en las chicas. Probablemente, en la mayoría de féminas que estaban en el local.

Belleza mortal — correspondió.

Nanami todavía no comprendía de donde habían salido esos apodos, pero si tenía claro que era para fastidiarse el uno al otro. Una especie de juego entre ellos. Los apodos eran absurdos, pero igual se divertían.

Fuera de eso, las cuatro chicas se encontraban sorprendidas, más que todo Tenten. Evidentemente Neji rara vez se mostraba sociable, si es que a las miradas frías y escases de palabras se lo podía llamar socializar. Así que verlo en una faceta diferente a la de chico serio, resultaba agradable. Por lo tanto, ninguna hizo mención acerca de los sobrenombres, comprendieron que era una broma personal.

Ne-Neji-niisan, ¿qué sucede?

Él regresó su atención hacia su prima, adquiriendo nuevamente su estoicismo.

Hokage-sama solicita su presencia — informó sucinto.

Hinata asintió comprendiendo y se levantó rápidamente para acompañar a su primo.

L-Lo lamento chicas, será en otra o-ocasión — se disculpó apenada.

Las demás lo entendieron y se lo hicieron saber antes de que se retiraran. Neji también se dirigió a Nanami con una simple frase: "nos vemos luego". Eso en su lenguaje significaba: "tú y yo tenemos una plática pendiente".

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Al llegar a casa Nan se sentía bastante bien anímicamente, a pesar de la ausencia de Hinata, la tarde no fue tan mala. Hablaron, se conocieron y las chicas le preguntaron cosas acerca del bebé. Pese a que todo había sido muy ameno, físicamente se sentía agotada. Nada más deseaba recostarse, la espalda la estaba matando…

Al abrir la puerta se encontró a Kakashi finamente echado sobre la cama leyendo su tonto libro naranja.

¡Maldito libro! ¡Maldito Ninja Copia y su obsesión por las cosas pervertidas!

Suspiró sonoramente para hacerle partícipe de su presencia.

¿Huh? ¿Ya estás aquí? — él bajó ligeramente el tomo de su novela para otearla. Cosa que solo logró irritarla aún más (de ser posible).

No que va, estamos en un viaje astral que me permitió venirte a fastidiar — contestó con hiriente sarcasmo.

Kakashi rió entre dientes, pensando en la mejor manera de entablar conversación sin que ella quisiera matarlo. Había leído que las mujeres embarazadas frecuentemente presentaban mal humor, pero empezaba a creer que Nanami se extralimitaba.

A lo que me refiero es que pensé que tardarían más tiempo en regresar.

Ella se desplazó pesadamente por la habitación hasta la cama y se sentó en el borde, lucía bastante fatigada.

Hinata fue solicitada por la Hokage, así que la salida se acortó un poco — explicó doblándose un poco al sentir un calambre en el vientre.

Kakashi se alarmó, tiró su libro y se acercó preocupado.

¿Qué sucede? — se colocó detrás de ella y tocó suavemente su vientre.

Nan no pudo evitar dejarse llevar y recostarse sobre el robusto pecho del shinobi, soltó un mitigado suspiro y cerró los ojos, relajada. Kakashi la apretó delicadamente contra él, disfrutando un poco de la intimidad que le otorgaba ese contacto.

Es una contracción — murmuró ella —, pero tranquilo, es normal en esta etapa de embarazo — añadió rápidamente al sentir que se tensaba.

¿Estás segura? — ella asintió corroborando sus palabras.

De todas maneras, si algo anduviera mal ya se lo hubiera dicho.

Creo que lo mejor es que descanses, has hecho mucho ejercicio por hoy — comentó en voz baja cerca de su oído.

Nan quiso reír, o reñirle en su defecto, pero estaba muy agotada para siquiera replicar. Se contentó con gruñir y asentir, este día le daría una tregua.