LA VERDAD OCULTA DE LA LUNA

Hola, este es mi primer fic, asi que estoy algo nerviosa, espero sea de su gusto.

PRÓLOGO

Época del milenio de plata...

En la antigua época del milenio de plata, mucho tiempo antes del nacimiento de la heredera de la luna, existió una historia la cual transciende todo.

En una noche hermosa iluminada solamente por el resplandor de las miles de estrellas que surcaban en el firmamento, haciendo recorrer por cada rincón del reino, una suave y fría brisa que se perdía entre la obscuridad de la noche, algunos habitantes del reino estaban en sus placenteros y cómodos hogares con sus preciadas familias, después de un arduo día para algunos, porque tenían que trabajar, otros se encontraban aún afuera de sus casas, caminando o simplemente paseando con sus respectivas parejas en los alrededores del reino, todos felices por vivir en una época llena de paz y tranquilidad, reinado por una bella y sabia reina, al lado de su amadísimo esposo, algo que para algunas de las súbditas de los reinos y sobre todo de donde ellos vivían envidiaban, ya que estaba casada con el hombre más guapo que haya visto cualquiera, hasta se atrevían a decir, que era el ser más guapo de todo el universo, ni qué decir de su inmenso poder, y poseedor de un cuerpo y rostro que hasta los mismos dioses envidiarían, ya que a la comparación de su amada esposa ésta se quedaba corta.

Todos sabían que sus soberanos tendrían dentro de poco tiempo a su primer heredero o heredera, futuro soberano de su reino, pero lo que no sabían era la sorpresa que llegaba junto a ella, teniendo en un manojo de nervios a su progenitor y en una ardua labor de parto a su progenitora, pero algo que ninguno de los dos sabía estaba por llegar, se llevarían la sorpresa más grande de sus vidas y al mismo tiempo deberán tomar una decisión drástica, una decisión que cambiaría sus vidas tal y como la conocen, y será algo duro de realizar, siendo testigos solo la partera que ayudará a tener a la bebe, el Rey y por supuesto la Reina.

-¡Puje majestad! - Decía la partera, una anciana de estatura baja y cabellos blancos como la nieve por la edad, que ayudaba a la reina en la labor del parto, animándola

-¡Ahhh! Duele... ¡ahhh! - gritaba la reina pujando y sudando de tanto pujar

El Rey, sostenía la mano de su queridísima y amada esposa, nervioso por lo que pasaba, no le gustaba verla sufrir, pero ésto era demasiado para él.

-Puja querida-

-Eso hago...

-Falta poco majestad - dijo la anciana al ver asomarse la cabecita del bebe

-¡Ahhhh! - gritó lo más fuerte que pudo, hasta que de repente sintió que algo salía dentro de ella y quería suponer que era su bebe, y en efecto escuchó un llanto de bebe, cosa que le confirmó lo que tanto ansiaba

La anciana tomó entre sus brazos a la bebe y la envolvió en una cobija de seda rosa, y se la dió a su padre, en eso estaba cuando vió que la reina se retorcía de dolor y gritaba muy duro, como cuando empezaron la labor de parto, algo muy extraño al menos ¿qué?

-¿Será posible? - dijo la anciana mentalmente

-¡¿Qué está pasando? - preguntó angustiado el Rey viendo seriamente a la anciana al ver retorcerse de dolor a su esposa, cuando debía tener tranquilidad

-¡Ahh! - gritó desesperada la reina

-Puje nuevamente majestad - ordenó la anciana

-¿Qué? - fue lo único que dijo la soberana, algo incrédula por lo que sus oídos escuchaban

-Majestad por favor puje - dijo la anciana con tono más suave, tratando de alentar a su reina, recibiendo un asentamiento de cabeza de parte de ella, para luego continuar, mientras el futuro padre depositaba a su pequeña ya nacida en una cunita cerca de ellos, para ayudar a su amada, transmitiéndole su apoyo y su amor

-Aquí estoy amor - dijo el Rey depositando un beso en la frente de su esposa, mientras ésta comenzaba a gritar por el inmenso dolor

-¡Ahhh! -

-Vamos majestad - decía la anciana viéndola a los ojos

La soberana apretó la mano de su esposo y con la otra mano las sabanas blancas, retorciéndose de dolor, jamás pensó que sentiría nuevamente ese mismo dolor de hace rato, al menos ¿qué...?

-¡Vamos cariño tu puedes! - decía su esposo alentándola a seguir, felíz por lo que ocurría aunque por dentro quería detener toda esta tortura, pero sabía que no podía, así que no le quedaba de otra que apoyar a su amada

-Ya no... puedo... más - dijo la de cabellos lila tratando de respirar para tranquilizarse, cosa que le había aconsejado la anciana cuando sintiera que ya no podía

La bella Reina sabia que debía continuar con la labor, pero sus fuerzas la estaban abandonando para estas alturas, apenas si podía mantener sus ojos abiertos, pero debía seguir y ser valiente para poder terminar con ésto, solo rogaba a los cielos que no sucediera por tercera vez, ya que sería demasiado para ella.

-Vamos amor yo estoy contigo, sé que puedes - dijo el soberano con voz suave, cerca del rostro de su amada y acariciándola tiernamente transmitiéndole su amor através de la caricia

-No... puedo más - dijo dificultosamente entreabriendo los ojos por el cansancio

-Escúchame amor, ¡tú puedes! no te rindas corazón - dijo para luego besarla en los labios, cosa que la reanimó un poco al sentir el contacto de los varoniles labios de su esposo

Decidida reunió fuerzas donde no sabía que tenía y empezó nuevamente a pujar con determinación, con el único propósito a que ésto acabe y poder tener entre sus brazos a su segundo bebe, aunque parezca masoquista le era muy placentero saber que sería madre nuevamente y por ello valía la pena

-Hoy... nacerás bebe... cueste... lo que me cueste... ¡ahhh! -

La reina sentía como algo dentro de sí luchaba por salir de ella, sujetó fuertemente de la mano a su esposo y con la otra retorcía las sábanas debajo de ella, gritando lo más fuerte que sus pulmones le permitiesen

-¡Ya veo su cabecita! - dijo felíz la anciana alzando sus manos para recibir lo que su instinto le decía, que sería otro bebe - no pierda esperanza, ya todo habrá acabado majestad -

-¡Ahhh! -

Para sorpresa de todos la tierra comenzó a temblar, haciendo vibrar todo lo que había en la habitación donde se encontraban, de pronto todo se obscureció y el temblor fue cobrando magnitud con forme avanzaba, a lo lejos se escuchaban los gritos de las personas, atemorizados por lo que pasaba

-¿Qué está pasando? - preguntó la reina al ver que el temblor no cesaba

-Eso es lo de menos, ahorita concéntrate en el parto amor - dijo el Rey con evidente preocupación que le fue imposible ocultar

La anciana estaba más que asustada por lo que estaba pasando, por el repentino temblor que está en todo el reino, pero trataba de alentar a su reina a que continuara, vió como su rey se asomaba primero a la bebe ya nacida y luego al ventanal y temió, temió por esa expresión del rostro del rey, era de pánico y terror por lo que veía, tenia curiosidad de saber que era lo que tenía así a su majestad, pero prefirió ayudar a su reina a que terminará con la labor de parto.

El soberano se dirigió a su ya nacida hija y la vió dormida fuera de lo que sucedía, solo trató de ponerla a salvo lejos de cualquier cosa que pudiera lastimarla y se dirigió al ventanal que había en la habitación donde estaba su esposa dando a luz, vió através del ventanal dándole la espalda a su querida esposa y la anciana que estaba con ellos, pero lo que vió lo dejó helado y temió por la vida de su familia, debía pensar bien qué hacer si se trataba de un enemigo, pero la razón no procesaba, solo procesaba lo que sus ojos dorados como el mismo oro veían, el cielo era de un color jamás antes visto, de un color rojo intenso que parecía como si el cielo mismo sangrara, a su vez con unos tremendos y fuertes relámpagos, que resonaban por doquier y que surcaban los cielos de todo el reino, alzó la vista y a lo lejos vió el inmenso lago que tenían enfrente y se veía furioso o temeroso por algo, como si en cualquier momento cobrara vida y los azotará a todos con su gran poder, ya que si eso sucedía no podrían hacer nada contra las aguas del inmenso lago mientras el temblor seguía sin cesar, todos los habitantes corrían por todos lados asustados por los acontecimientos que estaban viviendo, era como si la misma fuerza de la naturaleza los amenazará por algo o ¿sería un aviso? Pero lo que sí sabía era que debía proteger a su familia.

Estaba ido como si lo hubieran hipnotizado, con la vista fuera del ventanal observando todo lo que sucedía, hasta que sus oídos escucharon un llanto, que era evidente que era llanto de un bebe y como un imán se tratase, dirigió su vista hacia su esposa encaminándose con pasos seguros hacia ella y vió que tenía en brazos un bulto, su corazón se aceleró al igual que su pulso, y sus piernas cobraron un temblor al ver el rostro de su esposa, que era signos de temor, asombro, alegría y mucho amor hacia él.

La reina estaba felíz de tener un segundo bebé, pero algo le había dicho que andaba mal desde que sintió ese repentino temblor que aún no cesaba pero no crecía pero tampoco se quitaba pero era fuerte, los adornos, muebles se mecían como si de un rato para otro se irían al suelo haciéndose añicos, pero solo porque estaban bien puestos era porque no han terminado al suelo, vió acercarse a su esposo son signos de emoción y temor y vió que ambos sentían lo mismo, lo tomó de la mano una vez que lo tuvo cerca y le pidió con la mirada que se acercara mas a ella para poder ver a su bebé.

El rey entendió bien lo que su esposa le dijo con la mirada y se acercó a ella, mientras ella iba quitando la cobija que cubría a su bebe, la anciana se había retirado con temor a su casa, ya que tenía su familia que la esperaban, y que debían estar asustados por lo que pasaba y se fue en cuanto pudo, mientras la reina estaba enseñándole su bebe a su esposo de repente toda la habitación se iluminó con una intenza luz dorada, mientras la bebe reía, era otra nena... eso era más que evidente, ambos soberanos tardaron un rato en acostumbrarse a la intensa luz, hasta que por fin pudieron ver a través de ella.

Ambos se quedaron viendo fijamente uno al otro, tratando de descifrar lo que el otro pensaba y como lo supusieron, se entendieron aún en silencio.

La princesita los veía con una hermosa sonrisa, como queriéndolos saludar con eso, algo que los enterneció a ambos y con sus piernitas las movía de un lado para otro jugando con ellos al igual que sus manitas, era notable que estaba feliz, los padres de la bebé, notaron que era muy diferente a su hermana gemela, ya que la bebé era sumamente hermosa, a pesar de tener minutos de nacida, su ojos eran como los del papá, dorados como el mismo oro, con un fino borde alrededor de ellos, del mismo color pero obscuro, haciendo un hermosísimo contraste de ambos dorados con una mirada profunda pero tierna a la vez, su tez era blanca y tersa que tenía un tenue brillo por lo sedosa que debía ser, cosa que le constaba a la Reina ya que la tenía aun en brazos, a pesar de ser recién nacida tenía un considerable cabello que eran color dorado como el mismo oro, haciendo juego con sus hermosos ojos, pero con unos pequeños mechones rojos como el mismo fuego alrededor de su cabecita, haciendo resaltar el color de su hermosa piel, y en su frente tenía el símbolo de su padre y al lado izquiero del corazón tenía el símbolo de su madre, que representaba ambos reinos, sin descontar el intenso poder que tenía a pocos minutos de nacida, que era probable que ella era la causante de todo lo que pasaba, ya que el brillo de su frente no cesaba al igual lo que pasaba en el reino.

Su belleza era tan inmensa e infinita al igual que su padre, y era lógico ya que él es el único ser con esa inmensa belleza, que ningún otro ser lo superaba hasta ahora..., ésto tenía felíz al Rey al ver que heredó su belleza y poder, la Reina se acomodó en la cama y le dijo a su esposo.

-Trae a la otra bebe -

-Si -

El feliz padre tomó entre sus brazos a su hija, la que nació de primero convirtiéndola en la primogénita, y se acercó a su esposa sentándose a la par de ella, poniendo juntas a ambas bebes y allí se dieron cuenta de algo que jamás desearon darse cuenta.

Ambas princesas a pesar de haber nacido el mismo día haciéndolas así hermanas gemelas, ¡no lo eran!, se supone que las gemelas deben ser como dos gotas de agua ¿no? Pues... no es el caso de las princesitas, la que nació de segundo es inmensamente hermosa, con una hermosura que solo su padre le igualaba, con un hermoso rostro fino y delicado, ni que decir de su gran poder, la otra bebé la primogénita, era bella pero su belleza era simple a la comparación de su hermana, con el mismo color de piel aunque menos fina y delicada, se parecía más a su madre, bella pero con una belleza simple a comparación de su esposo, sus ojos y cabellos hacían un contraste muy bello, pero diferente al de su hermana y los de sus padres, solo tenía en su frente el símbolo de su madre, pero por más que buscaron el del padre no había señales y no poseía poder alguno, por el momento..., así que eso les dió más certeza de lo que pasaba y atemorizados decidieron romper el silencio que los había embargado

-¿Qué es esto? - preguntó angustiada la Reina a su esposo viéndolo con temor ya que su instinto jamás fallaba

Sin ser previstos el resplandor de su segunda hija ceso, al igual que los temblores y todo lo que los amenazaba, como si tuviesen conexión alguna con la princesita de cabellos dorados con mechones rojos como el fuego.

-No puede ser verdad - dijo desconcertado el Rey al ver que la teoría que en sus mentes maquinaban eran ciertas y temieron por su hija

-Entonces... es verdad - dijo la Reina tomando de la mano a su esposo después de haber depositado a las princesitas en sus cunitas

-No te preocupes todo saldrá bien -

-¿Pero cómo? Si ella es, es... la profecía... ella... - dijo la reina con los ojos cristalizados sin terminar de articular lo que iba a decir

El Rey sabiendo lo que iba a decir ya que no era necesario le dijo

-Hay que protegerla cueste lo que cueste - aseguró con voz firme y decidida

-Las fuerzas malignas deben estar ya en camino y la profecía muy pronto en cumplirse - dijo la de cabellos lila temiendo lo peor - porque lo que acaba de pasar lo sintió todo el universo

El rey asistió con un movimiento de cabeza mientras le deposita un beso en la mano y luego en la frente

-¿Qué haremos? - preguntó con sumo interés la reina tomando con fuerza las manos fuertes y varoniles de su esposo

-La llevaré a mi reino y estará allí hasta que el peligro pase para ella - respondió viendo hacia abajo, ya que significaba una cosa

-¿Qué? - fue lo único que dijo la soberana exaltada

-Es neces... - dijo él sin terminar de hablar antes de ser interrumpido abruptamente por su querida esposa.

-¿Cómo que necesario? - dijo elevando la voz lo que provocó los movimientos de ambas bebes y tuvo que moderar su voz - No me separaré de mi hijita -

-Yo tampoco quiero eso, pero... es necesario - dijo el soberano tomando con ambas manos el rostro de su esposa cariñosamente - es por la seguridad de ella

-¿Y qué les diremos a todos? - dijo la de cabellos lila tristemente - ya que si decimos que fueron dos, nos harán preguntas, preguntas que no podemos responder, además de que vendrán las fuerzas malignas en busca de ella

-Nada, solo que ya nació su heredera - dijo el rey apretando los puños, frustrado de tener que esconder a su pequeña, para luego quedarse ambos en el silencio, hasta que decidieron romperlo y fue la reina quien lo hizo

-¿Cómo?

-Llevaremos a nuestra hija a mi reino allí estará protegida - dijo con voz ronca el rey - ya que mi reino cuenta con un poder natural de no permitir dejar entrar a nadie más, que no sea permitido por los soberanos, ó si es descendiente y es el único reino que despide su propio poder

-¡Que buena idea! - dijo la reina con una sonrisa pero triste a la vez - así no sabrán que se trata de la bebe y creerán que es del reino - el rey solo asistía con la cabeza

-Así es querida -

-Pero yo no puedo abandonar a mi reino y lo sabes - dijo con evidente tristeza, al revelar lo que acaba de ser mencionado por ella

-Ella tendrá quienes la cuiden y un par de consejeros - respondió el soberano tratando de calmar a su querida esposa - Además de guardianas que la cuidarán así, no estará sola

-Y nosotros cuidaremos de su hermana - afirmo la reina mientras le sonreía

-Entonces me llevaré a nuestra hija a mi reino y pediré que la cuiden - dijo el rey antes de ser besado por la reina - y regresaré a cuidarte, ya que no te veo bien querida - dijo a pesar de las protestas de su esposa, ya que eso significaba una cosa, "ambos abandonarían a su segunda hija"

-Está bien querido, solo pídele quien se haga cargo de ella que la cuide mucho ¿sí? -

-Eso no es necesario recordármelo amor -

-Tienes razón querido - dijo cabizbaja - Aunque la iremos a ver

Lo único que los consolaba a ambos padres era que su amada hija tendría a sus consejos, que serían dos y muy pronto a las ocho guardianas del sistema solar, así que su pequeña hija jamás estaría sola y ellos se encargarían de eso y de cuidar a su primogénita, pero decidieron que cuatro de ellas por un tiempo determinado fueran guardianas de la primogénita, pero las mas poderosas de las guardianas estarán con la segunda princesa a la que llevaran al reino del Rey para protegerla del mal, pero las ocho guardianas le pertenecerán, y las ocho guardianas se reunirán con la segunda princesa, hasta que ella las necesite a su lado, hasta ese entonces será conocida la primogénita como la única princesa y heredera, pero nadie sabrá lo que esconde ambos reinos, solamente ellos y la anciana que los ayudo en la labor del parto y que juró silencio, al igual que el reino del rey, ya que él los puso al tanto a cada uno de sus súbditos de las últimas nuevas noticias y todos aceptaron gustosos de proteger a su princesa futura soberana.

NOTA DE AUTOR:

¿Cuál será esa profecía a la que tanto temen los soberanos del sistema solar?

¿Quiénes serán las dos princesas y de que reino serán?

¿Quién será realmente la segunda hija, (la más hermosa y poderosa)? - ¿Será enemiga o aliada?

¿Porqué la princesa menor tendrá ambos símbolos de sus progenitores y la primogénita no?

¿De qué reino será el rey y cuál será su nombre?

Ésta y muchas preguntas serán contestadas conforme avance la historia.