Su llegada al gremio trajo consigo asombro. Todos estaban ansiosos por saber quién era la nueva. Lucy Heartfilia, una joven maga de cabellos rubios y una belleza digna de admirar era la causa de tal alboroto, y no era para menos. Todos le agradecían a Natsu Dragneel, por haberla traído al gremio y ella pasó a ser una de las mujeres más bellas entre otras. Pero eso a Lucy no le interesaba, si bien a veces se valía de su "atractivo sexual" para lograr un objetivo -y cuando no funcionaba Natsu se burlaba cruelmente de ella- su fin no era causar un revuelto en el gremio, ni mucho menos ser el centro de atención, sino que era encontrar una familia en donde no la tuvo o mejor dicho en donde la tuvo pero la perdió, encontrar un apoyo incondicional y una razón para sonreír todos los días. Y por suerte, lo había encontrado.
En ese gremio tan aspirado por ella había encontrado su motivo para vivir con felicidad el día a día. Y ni hablar de los amigos que ella formó, Natsu y su gato Happy, Gray Fullbuster, Erza Scarlet, Wendy Marvell y su gata Charle, Cana Alberona, entre muchos otros. Se sentía finalmente completa, nunca iba a abandonar su tan querido gremio "Fairy Tail".
Y además, gracias a ellos había progresado mucho en su magia como maga estelar. Había conseguido más llaves y adquirido más poder mágico. Todo gracias a ellos.
Pero, sin embargo había un pequeño "desliz" que Lucy no había planeado que sucediera, pero que desgraciadamente ocurrió. Algo que desde un principio ella se había impedido fuertemente para que no la atormentara. Pero ya era demasiado tarde. No lo podía evitar.
"¿Por qué será que siempre que estoy a su lado me estremece?" "¿Por qué siempre qué hacemos misiones juntos siento como si una enorme ola de felicidad me quisiera ahogar?"
"¿Por qué siempre, aún sin pensarlo, estoy pensando en el?"
Eran preguntas que ella se hacía constantemente, y lamentablemente no tenían una respuesta "lógica" como ella le llamaba. Pero Lucy bien sabía que esas preguntas, si tenían una respuesta, por más de que tuviese miedo y que por más de que evitase saberla, nunca iba a cambiar. Ese sentimiento era inalterable.
-Hey, Lucy!- de nuevo, su voz. Oirla la hacía sentir como si estuviese en el paraíso.
-Natsu. - Le saludó ella tratando de evitar que se notaran sus nervios.
-Con Happy hemos decidido hacer una misión como en los viejos tiempo, solo él, tú y yo... ¿Te apuntas?. -Muda. Así se había quedado la Heartfilia después de haber escuchado su invitación; por dentro moría por decirle que sí pero tenía que evitar pasar tiempo con él, debía evitar que sus sentimientos siguiesen creciendo y creciendo hasta que no pudiera hacer marcha atrás, pero si le decía que no quedaría muy sospechosa y no quería dejar a Natsu insatisfecho. -Vamos ¡Di que sí!
-Está bien Natsu, solo porque me insistes.
-¡GENIAL! Hey Happy, ¡Lucy ha decidido hacer la misión con nosotros! - Decía él mientras daba brincos de felicidad hacia donde se encontraba su gato, Happy.
-¡AYE! - Gritó de emoción este último, que posteriormente se unió al festejo con su fiel compañero.
-Estos nunca van a cambiar... - susurró Lucy, mientras miraba a sus amigos festejando.
Había aceptado la misión con Natsu. Iba a estar parcialmente a solas con el ¿Se animaría a confesar sus sentimientos, después de haber sido escondidos durante tanto tiempo? No tenía la certeza de que él le correspondería, y mucho menos sabía si iba a tener el coraje necesario como para confesarse.
Lo único que sabía es que pasara lo que pasara, sus sentimientos nunca iban a cambiar...
Porqué así era su amor, inmutable.
