El primer fic de One Piece que me decido a subir!

He de decir que este proyecto nació de un reto que propuso Aoi Fhrey en el único foro de One Piece en español que hay en . En un principio tenía pensado que fuese un One-shot, o que no sobrepasara los 2 capítulos, pero al final el asunto se ha alargado. Aún así, no durará más de 5 capítulos (eso si, capítulos largos :D)

A pesar de que es un ZoSan/SanZo, probablemente no haya contenido yaoi hasta el último capítulo.

Este fic va dedicado a todas las amantes de esta pareja de idotas, ¡que lo disfrutéis tanto como yo he disfrutado escribiéndolo!

Disclaimer: One Piece y todos sus personajes son propiedad de Eiichiro Oda. Yo sólo me dedico a experimentar con ellos sin fines lucrativos.

Parejas: ZoSan / SanZo

Advertencia: Contiene lenguaje adulto. Algunos capítulos pueden contener lemon.

Aviso importante!: Cuidado con los spoilers! No son muchos, ni muy significativos, pero si no estás al día con el manga, leerlás cosas que tal vez no quieras saber!


Capítulo 1.- ¿SANJI?

La navegante del Thousand Sunny había llegado en tercer lugar al archipiélago Sabaody tras los dos años de separación que había establecido su capitán. A medida que pasaban los días, todos los demás tripulantes de la banda de los Mugiwara habían ido llegando, más o menos puntualmente, a la cita.

Ese mismo día, unas horas antes, se habían reunido todos en el Groove 44, donde se encontraba el Thousand Sunny y pudieron ver que los únicos que faltaban eran Sanji y Luffy.

De Luffy cabía esperar que se retrasara pero Sanji… nunca era impuntual. Además Nami dudaba que el cocinero no tuviese ganas de ver a sus dos chicas después de dos largos años. Era extraño que estuviese tardando tanto…

-Seguro que el cejas de sushi se ha perdido mientras venía…- gruño Zoro por lo bajo.

-¡No estás para hablar, idiota!- le gritó Nami con enfado al tiempo que intentaba darle un golpe que el espadachín esquivó fácilmente.

-La tercera no debería gritarle al primero…- añadió él con una sonrisa autosuficiente.

-Tal vez cocinero-san ha tenido algún problema por el camino…- apuntó la arqueóloga -O quizás ha muerto.

- ¿¡¿Por qué eres tan sádica? – le respondió a gritos Franky

- ¿Sanji muerto?- Chopper tenía ya lágrimas en los ojos de imaginarse a su nakama muerto- ¡No quiero que muera! ¡Después de estos dos años tenemos que reunirnos todos! ¡SANJIIIIII!

- ¡Tranquilo Chopper! ¡Usopp-sama le rescatará si tiene algún problema!- exclamó Usopp tranquilizando al pequeño médico.

- Ese imbécil no se dejaría matar tan fácilmente,- les interrumpió el peliverde- tal vez no entendió el mensaje de Luffy.- Al parecer Zoro había olvidado que a él mismo le costó bastante trabajo descubrir el mensaje secreto de la foto.

- Sanji-san tiene que haberlo visto.- apuntó esta vez Brook - ¡Si hasta yo pude verlo! ¡Y eso que no tengo ojos! ¡Yohohoho!

- Si, si, Brook, skull joke… - dijeron todos los demás al unísono ignorando al esqueleto.

- De cualquier manera,- añadió Robin – Hasta que no vengan capitán-san y cocinero-san no podemos irnos así que tendremos que esperarles aquí.

Todos coincidieron con ella. No les quedaba más remedio que esperar a que apareciesen. Pero necesitaban que lo hicieran pronto, no querían tener problemas con la Marina nada más regresar…


No muy lejos de allí, en el Groove 45, se había reunido un considerable grupo de… ¿mujeres? No. A primera vista podían parecer mujeres pero mirándolas detenidamente era indudable que se trataba de okamas.

-¡Cuídate mucho Sanji-chan! – gritaban "algunas" de "ellas" visiblemente "apenadas".

- ¡Vuelve pronto a visitarnos! – agitaban sus pañuelos en señal de despedida.

- ¡Jamás! – les contestó una figura rubia que se alejaba de allí a toda velocidad- ¡No pienso volver a ese puto infierno!

- ¡Recuerda que las señoritas deben hablar de forma más elegante, Sanji-chan!

"Malditos cabrones… no tenéis que recordármelo. ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Qué voy a hacer ahora? Nami-san y Robin-chan morirán de tristeza cuando me vean…"

Avanzaba con paso inseguro el camino hacia el barco. Según le habían dicho los malditos okamas, el barco estaba en el Groove 42, así que no tardaría mucho en llegar. Pero no sabía que demonios podía hacer. La situación no podía ser peor. Él, que se enorgullecía de ser un amante de las mujeres, se había convertido en… en… ni siquiera podía pensarlo.

Después de unos minutos que se le antojaron cortos, pudo ver a lo lejos la silueta del barco. Una sonrisa se le dibujó en el rostro sin querer. En los dos últimos años había soñado tantas veces con ese momento, con el reencuentro, que ahora le parecía irreal. Pero la sonrisa se le borró en unos instantes. Se le olvidaba que en su estado actual… las cosas serían un poco distintas a como había imaginado.


El sol de mediodía se elevaba sobre el Sunny. Algunos estómagos empezaban a rugir de hambre pero ninguno de los allí presentes parecía dispuesto a aventurarse en la cocina.

- Maldito cocinero pervertido… - protestaba Zoro – nunca está cuando se le necesita.- ¡Nami! ¡Haz algo para comer!- le gritó a su nakama despreocupadamente.

- ¿Pero qué te has creído idiota? ¡No soy tu sirvienta! ¡Si quieres comer, cocina algo tú mismo!

El espadachín se encogió de hombros y, tras desperezarse, se levantó para ir directo a la cocina. No le hacía mucha gracia tener que cocinar, pero visto que nadie lo iba a hacer por él…

- ¿Zoro? ¿A dónde vas? – le preguntó Chopper

- A comer.

-¡No! ¡E-Espera un momento!- Usopp se lanzó hacia él dispuesto a pararle – ¡No puedes cocinar! – se abrazó a sus rodillas, consiguiendo que el espadachín cayese de bruces.

- ¿Qué coño haces?- la cara furiosa del peliverde casi consigue que al tirador le diese un infarto. Después de dos años se había vuelto aún más terrorífico.

- ¡N-no me mires así! ¡Tu ojo me da miedo!- le respondió Usopp sin dejar de temblar- Pero no puedes entrar a la cocina y ponerte a cocinar sin más.

- ¿Y por qué no?

- Si llega Sanji y te ve en su cocina… ¡intentará matarte!

- Usopp, esos dos idiotas siempre están intentando matarse… - añadió Nami con cara de exasperación.

- Si… pero ¡mira a Zoro! ¡Es espeluznante! Y seguro que Sanji también se ha vuelto más monstruoso todavía…- dijo intentando hacerse una idea mental de la fuerza descomunal que tendría Sanji tras dos años- ¡si se ponen a pelear aquí, destruirán el barco!

- Aunque no entre a la cocina acabarán peleando por cualquier estupidez…- rebatió la pelirroja una vez más poniendo mala cara.

- Si, hay cosas que nunca cambiarán.- dijo la morena con una risita inocente.

-¡Da igual… no v-voy a d-dejarte ir a la cocina! ¡Soy un bravo g-guerrero del mar y n-no me das miedo!- exclamó Usopp con lágrimas en los ojos sin soltar las piernas de su nakama.

Un único y suave golpe en la cabeza con la empuñadura de su katana fue suficiente para dejarle fuera de combate. Zoro se levantó dejando en el suelo a un medio inconsciente Usopp.

- ¡Zoro!- le gritó el médico horrorizado- ¡le has dejado inconsciente! ¡No tenías que ser tan duro con él!- y desapareció corriendo por las escaleras para ir a la enfermería a por material médico para tratar a Usopp.

El aludido sólo ofreció un bostezo como respuesta. Le daba igual el maldito cocinero. No se iba a quedar sin comer sólo porque el pervertido no estuviera allí para hacer su trabajo.

- Si nadie tiene nada más que decir…- puso ambas manos tras su cabeza- … me voy a comer.

Nadie le dirigió ni una mirada. Es más, le estaban ignorando. Al parecer a ninguno de ellos (excepto a Usopp) le importaba que Sanji y Zoro intentasen matarse, una vez más.

-Bien…- dio los primeros pasos hacia las escaleras pero…

- ¡Espera un momento, gilipollas!

Zoro se giró hacia sus nakamas para contestar al que le había hablado pero vio sorpresa en la cara de todos ellos. Ahora que se daba cuenta… aquella voz no era ninguna que conociera. O eso creía.

Los seis se movieron de un lado a otro buscando el origen de la voz, incluso Usopp, que ya había recuperado el conocimiento (más o menos) examinaba la cubierta para encontrar a quien había gritado.

- ¡Ahhhhh!- chilló el francotirador señalando la barandilla de babor - ¿Quién eres tú?

Todos se giraron hacia donde señalaba el dedo de Usopp. Frente a ellos había aparecido una persona desconocida. Llevaba una larga capa azul marino para ocultarse que desempeñaba muy bien su función; todo lo que podían ver a través de la capa eran unas botas negras y la mano derecha, que sostenía con fuerza un cigarro.

- ¿Ah?- fue lo único que Zoro pudo decir al verlo. Ni él ni ninguno de los tripulantes sabían qué decir. El espadachín le observaba con los ojos entrecerrados y su mano derecha reposaba sobre le empuñadura de Sandai Kitetsu. A pesar de haber hecho una entrada tan hostil, aquel desconocido no parecía demasiado peligroso.

- ¡Te he preguntado qué quién eres!- vociferaba Usopp, que ya estaba preparado para atacar.

Zoro, por su parte, decidió pasar por alto las palabras del desconocido y siguió su camino despreocupadamente hasta la cocina. Los demás podrían encargarse de todo si surgía algún problema.

- ¿Dónde te crees que vas, estúpido?- el recién llegado se dirigía al espadachín de nuevo y, aunque ellos no podían verlo, una vena empezaba a palpitar en su frente a causa de la ira.

-¡No me ignores!- chilló el francotirador de nuevo.

Esta vez Zoro si puso toda su atención en la figura desconocida. No sabía por qué pero le resultaba familiar aunque no pudiera verle bien. Tal vez fuese algo en su manera de hablar…

- ¿Qué es lo que quieres?- le preguntó sin esconder la arrogancia de su voz. A pesar de que tenía la sensación de haber oído esas palabras en algún sitio, alguien que se presenta así no puede tener muy buenas intenciones. – Si buscas problemas has venido al lugar perfecto. – sonrió con sorna.

- ¿¡¿Que qué quiero? ¡Eso debería preguntar yo! ¿Qué demonios se supone que haces?

- ¡No eres el más indicado para preguntar eso!- aquello ya le empezaba a cabrear.

- Además… ¿problemas? ¿De qué coño hablas? ¡Tú eres mi maldito problema!

- ¿Yo? ¡Ni siquiera te conozco! Si eres un poco inteligente, márchate antes de que te corte por la mitad.- la actitud de Zoro había pasado de tranquila a furiosa en apenas unos segundos.

"Sólo conozco a una persona capaz de causar ese efecto en espadachín-san…"- pensaba Robin mientras observaba el desarrollo de la situación. Todos estaban en tensión, esperando a conocer por fin la identidad del misterioso visitante.

- ¡Cállate marimo de mierda!

"¿…marimo?"

Zoro se quedó paralizado por un momento. ¿Marimo? Sólo había una persona en el mundo que le llamaba marimo con tanto ímpetu y desprecio al mismo tiempo. Pero no podía ser… ¿o sí?

"No… no puede ser. Esa no su voz; ni siquiera se le parece. Además esa persona parece más pequeña que él. Definitivamente no puede ser él…"

Todos habían llegado a la misma conclusión que el espadachín. Era imposible. Pero… ¿qué probabilidad había de que un desconocido se presentara en el barco y llamase a Zoro marimo…?

- ¿Quién demonios eres?- el peliverde ya no estaba furioso. Había alejado las manos de sus katanas y mantenía los brazos cruzados. Todos los demás observaban en silencio. La tensión y la intriga se podían respirar fácilmente. ¿Quién era esa persona?

Toda la confianza y autosuficiencia que había mostrado el extraño desconocido parecían haberse evaporado de un momento a otro. La actitud desafiante que tenía unos instantes atrás ya no estaba. Ahora parecía… ¿avergonzado? ¿temeroso? No podían saberlo bien sin verle la cara.

- Muéstrate.- la voz de Franky rompió por fin el hielo.

-¡N-no!

Todos tuvieron la sensación de que el desconocido se había sonrojado pero, claro, no podían verlo.

-¡Dos Fleur!- Robin decidió tomar la iniciativa para desenmascarar al desconocido; tenía que comprobar si sus sospechas eran acertadas…

Dos manos brotaron de la barandilla sobre la que estaba el visitante y tras agarrar los extremos de la túnica, tiraron de ella con fuerza. La tripulación vio como la capa azul marino iba cayendo con una lentitud pasmosa. Parecía que el tiempo se había detenido allí mientras todos, expectantes, esperaban a ver por fin la cara del misterioso desconocido.

Aunque en este caso, sería más acertado decir, desconocida.

- ¿¡Una mujer?- las voces de toda la tripulación se confundían en el grito.

En efecto, el insolente enmascarado era una mujer. Una chica joven, rubia y esbelta. Había escondido la cara entre las manos, presa de la vergüenza de verse expuesta tan repentinamente, por lo que no pudieron ver su rostro. Llevaba el pelo recogido en una larga trenza que le llegaba a la cintura pero, curiosamente, parecía que el flequillo le tapaba el lazo derecho de la cara. Su piel era pálida casi en exceso y tenía unas largas y estilizadas piernas que parecían no tener fin.

Su atuendo no tenía tampoco desperdicio. Llevaba unos pantalones muy cortos de color azul oscuro y medias negras hasta la rodilla, por lo que se podía ver a la perfección la tersa piel de sus muslos. Tenía puesta una camisa azul surcada por finas rayas negras que llevaba arremangada hasta el codo y a través de los botones se podía adivinar un generoso escote. Cerraba el conjunto un ceñido chaleco negro que resaltaba más aún el tamaño de sus pechos.

La reacción general de la tripulación fue… más bien ninguna porque todos se habían quedado paralizados. En concreto Nami y Robin observaban a la chica más sorprendidas aún que el resto. Cruzaron miradas por unos segundos como si quisieran confirmar en silencio lo que ambas estaban pensando.

- Oye tú eres… - Zoro la miraba con el ceño fruncido. Todos los demás esperaban expectantes a que dijera algo - ¿Quién demonios eres?

- ¿Aún no te has dado cuenta, imbécil?- esta vez no pudo escapar del puño de Nami.

- Nami-san… - susurró la chica rubia- Robin-chan… - a través de sus manos se podía ver que sus mejillas se habían vuelto de un color rojizo y tenía lágrimas en los ojos.

Ambas mujeres le respondieron con una amplia sonrisa. Al momento siguiente, todo lo que sabían es que se había abalanzado sobre ellas y las abrazaba con fuerza mientras lloraba a lágrima viva.

- ¡Nami-swan! ¡Robin-chwan! ¡Que alegría que estéis bien!- su voz sonaba temblorosa- Os he echado tanto de menos…

Las tres mujeres siguieron abrazándose bajo la mirada estupefacta de los hombres. Usopp, Franky y Brook se sonrojaron violentamente ante semejante escena y Zoro observaba la situación sin llegar a comprender muy bien lo que estaba ocurriendo.

"Marimo… Nami-swan… Robin-chwan… y esas lágrimas de felicidad… no puede ser."

Sin previo aviso, el espadachín se levantó y con un movimiento rápido arrancó a la joven rubia de los brazos de las otras dos. La sujetó con fuerza de la pechera de la camisa y escudriñó su rostro.

Entonces se dio cuenta. La chica le observaba con expresión sorprendida. Sus enormes ojos azules brillaban bajo las tupidas pestañas y le temblaban los labios imperceptiblemente. Y lo peor de todo… su ceja izquierda, la que llevaba al descubierto estaba… estaba…

Estaba enrollada como una maldita espiral.

-¡Ahhhh!- la chica le apartó de un fuerte empujón y le miraba pasmada. – Marimo….

- Tú…- fue todo lo que pudo decir. Las palabras se atascaban en su garganta. ¿Qué estaba sucediendo? ¡Era físicamente imposible!

- ¡Marimo! ¡Te falta un puto ojo!

- ¿¡¿Pero qué me estás contando, cocinero pervertido? ¡Tú eres una mujer!

-¿Quéeeeeeeeee? ¿SANJI?- Usopp, Franky y Brook sentían que los ojos se les iban a salir de las órbitas. Acababan de darse cuenta de que esa chica era en realidad el pirata de los 77 millones, su cocinero, Sanji pierna negra.

Después del impacto inicial Sanji olvidó la vergüenza y se puso a repasar, uno por uno, el aspecto de sus nakamas. Era increíble como habían cambiado todos. ¡Hasta Usopp parecía fuerte! Y sus chicas… ¡sus chicas estaban más hermosas que nunca!

- ¡Sanji! – exclamaba Usopp aguantándose la risa- ¡Tu ceja izquierda está invertida!

Cuando se dieron cuenta de ello, todos estallaron en carcajadas. Pero gracias a aquel desafortunado comentario el francotirador se llevó una potente patada en el estómago que le cortó la risa instantáneamente.

Sanji sabía que ahora vendría la avalancha de preguntas así que prefirió sentarse y encenderse un cigarro más para calmar sus nervios. Aquello iba a ser muy difícil.

Todos reían a su alrededor. A pesar de que ahora fuese una mujer seguía siendo su nakama y se alegraban de verle. Ya le preguntarían más tarde por qué demonios era una mujer. Primero la celebración, después las preguntas.

Brook se separó del grupo y se dirigió hacia Sanji con paso dudoso. Al verlo, la rubia se estaba temiendo sus intenciones y contuvo la respiración esperando no oír lo que el esqueleto iba a decirle.

Sanji-san…- le dijo muy educadamente- ¿serías tan amable de enseñarme tus bra…?

-¿Tú eres gilipollas?- el golpe que le dio en plena cabeza le mandó hasta la otra punta de la cubierta, donde aún estaba tirado Usopp.

En medio de todo aquel jaleo llegó el pequeño reno para atender a Usopp. Iba corriendo tan apresuradamente que apenas reparó en lo que estaba ocurriendo.

-¡Zoro! ¿Qué le has hecho a Usopp? ¡Antes no estaba tan mal!

- Oye, oye, que yo no le he hecho nada…

- ¡No intentes negarlo! ¡Y también a Brook…! ¡Eres un bestia!

Las risas aumentaron aún más si cabe. Incluso a Sanji se le escapó alguna carcajada a pesar de lo tenso que estaba. Aquello no había hecho más que comenzar. Si quería volver a ser él mismo tendría que trazar un plan…

- Oye cocinero…- Zoro se sentó a su lado con cara de pocos amigos y una botella de sake que no se sabía de dónde había sacado- ¿qué demonios te ha pasado?

- Es una larga historia…- suspiró la rubia dejando escapar el humo de sus labios- Una larga e increíble historia.

- Tampoco hace falta que te pongas sentimental cejas de sushi…- le dijo burlonamente- no quiero oír los lloriqueos de una mujer.

- ¿¡Quién esta lloriqueando? ¿Eh? ¡Espadachín sin cerebro!

- ¿Qué has dicho, pervertido?

Una de sus interminables peleas estaba a punto de empezar pero antes de que pudieran tomar contacto algo les interrumpió.

Aunque ellos no se habían dado cuenta, un grito se oyó a lo lejos segundos antes, haciendo que todos los demás levantaran la cabeza y sonrieran abiertamente.

-¡… Rocketto!

El inconfundible grito de su capitán fue reconocido por todos excepto por la rubia y el peliverde que no dejaban de gritarse mutuamente. Fue por eso que ellos dos también fueron los únicos que no pudieron esquivar lo que se les venía encima.

Acabaron los tres enredados en el césped de cubierta en una posición bastante extraña y comprometedora.

Zoro estaba debajo, tendido de espaldas y Sanji había aterrizado encima de él, con tanta puntería que podía sentir la hombría del espadachín en su propio trasero. Por otra parte, Luffy había terminado encima de los dos y, más concretamente, su mano estaba agarrada al pecho de Sanji.

-¿Eh? ¿Qué es esto?- preguntó el moreno al sentir que tocaba algo blando.

-¡¿Qué coño haces?- Sanji se lo quitó de encima con un golpe y se levantó a toda prisa. Su cara se había puesto tan roja que parecía que iba a arder.

El rostro de Zoro también mostraba un tinte carmesí, pero se dio prisa en intentar ocultarlo.

-¡LUFFY!- gritaron todos a la vez mientras se abalanzaban sobre él. Era el único que faltaba. Ahora la tripulación volvía a estar completa después de dos largos años.

-¡Shishishishi!- reía el capitán despreocupadamente. Por fin en casa. Todos habían cambiado mucho; mucho más de lo que se imaginaba. ¡Franky era lo más genial que había visto en su vida! ¡Y Zoro daba más miedo que de costumbre! ¡Y Sanji….!

- ¿Eh? Donde está Sanji?- preguntó mirando a su alredor. Se imaginó que igual estaba en la cocina- ¿Y quien eres tú?- dijo fijando su vista en la chica rubia desconocida

- Luffy… ella es…- comenzó a decir Nami.

- ¡Da igual quien seas! ¡Pareces buena gente! ¿Quieres ser mi nakama?

Todos suspiraron derrotados. En eso el capitán no había cambiado y dudaban que fuera a cambiar algún día.

-¡Imbécil! ¡Ya somos nakama!- le gritó la rubia con las mejillas aún sonrojadas y cubriéndose el pecho con pudor- ¡Y mira a ver donde pones la mano!

- ¿Eh?- Luffy se rascaba la cabeza esforzándose por recordar cuando había conseguido una nueva nakama. Pero por más que lo intentaba no era capaz de acordarse.

- ¿Tú eres… alguien de Impel Down? ¿Te pedí allí que fueras mi nakama?

-¡Soy Sanji, gilipollas!- respondió exasperada.

Un tenso silencio volvió a hacer aparición. Luffy la miraba como si aún no le hubiera contestado. Su cerebro estaba analizando la información.

- ¿QUÉEEE? ¿Tú eres Sanji?- Chopper tampoco se había dado cuenta hasta ese momento.

- ¿Ahora te enteras?- le gritaron todos.

- ¡Ah! ¡Eres Sanji!- dijo Luffy golpeando la mano con el puño, como si hubiera descubierto algo importante- Entonces no estabas en Impel Down.

-…

- … espera un momento…- el moreno se rascó la cabeza. Casi se podía ver como los engranajes se movían lentamente en su mente- ¿Por qué eres una chica?

- ¿Tú también te das cuenta ahora?- todos se sorprendieron de que su capitán siguiera siendo tan lento como siempre.

Al igual que antes, después de un rato, la situación se calmó todo lo que cabía esperar y los nueve tripulantes del Thousand Sunny disfrutaban de haberse reunido de nuevo.

En mitad de toda aquella algarabía, Sanji no podía evitar sentirse un poco taciturno. Después de dos años… dos años enteros con sus días y sus noches en aquel infierno okama, lo único que deseaba era volver a su vida normal como pirata. Pero ahora que lo había conseguido sentía que sólo iba a ser una carga. Le estaba profundamente agradecido a Iva-san por todo lo que le había enseñado pero… ¿por qué tuvo que ponerle a prueba de esa manera?

-¡Sanjiiii! ¡Quiero una tonelada de carneeeeeeeeeeeee!

-¡Je!- no pudo reprimir una sonrisa. Aunque fuese en cierto modo una carga, esos idiota se morirían de hambre sin él - ¡A la orden, capitán!


¡Fin del capítulo 1! ¡Cualquier tipo de comentario es agradecido!

Gracias por leer, nos vemos en el siguiente capítulo!

Próximamente: capítulo 2.- La traición de las hormonas

Aiko.