Dominando a un Inu-hanyou

Capitulo 23

Los personajes de Inuyasha no son míos, ni nunca lo serán, pertenecen a Rumiko Takahashi

Se podía distinguir entre el verde follaje un manchón rojo movilizarse a toda prisa, de repente detuvo su veloz corrida observando el pequeño campamento que había montado la azabache, todo olía a lagrimas y a tristeza, pesaban enormemente en la conciencia de Inuyasha quien dio media vuelta y se perdió nuevamente entre los árboles, sin siquiera mirar a su compañera.

La vida de la azabache había terminado desde el momento en que la dejó sola en la cueva, se encontraba como una muerta que caminaba sin deseos. Se sentó en una roca acariciando su vientre aún plano y suspiró.

– Perdóname hijo por estar tan triste – musitó la azabache con lágrimas en los ojos – ahora viviré solo para ti, ya veras que mami pronto estará bien – pronunciaba acariciando maternalmente su vientre. – Papi también te ama mucho solo…solo…que – intentó terminar la frase pero no pudo por lo que tomó su rostro en sus manos llorando desgarradoramente, no podía recordarlo, lo extrañaba tanto, era una mentira ella nunca más estaría bien Inuyasha se había llevado su corazón y por más que ella quisiera volver a ser feliz y estar bien por su hijo, no lo conseguía. Sintió unos brazos rodearle desde atrás en un abrazo cálido y unas pequeñas manos acariciarle el cabello.

– No llores más Kagome – pidió una Sango preocupada, no le hará bien al pequeño –murmuró.

– Lo sé Sango pero…pero no puedo dejar de sentirme triste – musitó la azabache – son solo síntomas del embarazo me pondré bien – aseguró brindándole una sonrisa fingida. Ella no contó a nadie que había visto a Inuyasha, temía que todos la tomaran por loca.

– Come – ordenó Sango acercándole una fuente con comida. Kagome no tenía nada de hambre pero debía comer para su hijo por lo que se obligó y comió mecánicamente, medio plato completamente asqueada.

– Gracias – musitó acercándole el recipiente, Sango solo le respondió con una radiante sonrisa antes de tomar el recipiente y alejarse rumbo a la cabaña que ahora compartía con Miroku. – Será mejor que vuelva a mi época – pensó Kagome, no quería hablar con nadie, pero estar sola le hacía pensar tonterías y que mejor compañía que la de sus seres queridos, recogió sus cosas, ya no tenía sentido estar allí, el ya no volvería por ella. Tomó su gran mochila azul y se lo puso en el hombro y caminó a pasos lentos rumbo al poso.

Los días se hacían interminables para Kagome que intentaba ponerse feliz con los avances de su embarazo, se había hecho la primera ecografía y no paró de llorar al ver a su hijito tan pequeño y ella haciéndole tanto daño, de tanta tristeza había tenido dos amenazas de aborto en dos semanas que había estado en su época, sentía que moriría si perdía a su hijo.

Subió las escaleras lentamente, parecía que el hanyou absorbió con su partida todas sus energías, se miró al espejo, se encontraba ojerosa su cabello recogido en una coleta baja y traía puesto el traje negro obsequio de Inuyasha, tenía abultado levemente el vientre, su hijo ya había pasado los tres meses de gestación. Acarició lentamente su vientre y a pesar de todo sonrió.

– Te amo hijo – pronunció mirándose fijamente el vientre.

Se oyeron algunos ruidos raros abajo que llamaron la atención de Kagome quien escucho y se acercó temerosa a la ventana pero no vio a nadie, se volvieron a escuchar esos ruidos, parecían como si se hubiera caído algo al suelo.

– Por Kami que solo sea Buyo – pensó temerosa Kagome antes de abrir la puerta de su habitación y bajar las escaleras para ir a revisar, tomó lo primero que tuvo en mano, que fue una botella de vino de la mesada de la cocina y se dirigió hacia la puerta de atrás, la abrió lentamente sacando su cabeza hacia el exterior y recorrió con la mirada todo, soltó un suspiro de alivio al no ver a nadie pero poco duró el consuelo pues sintió unas manos tomarla de la cintura y cargarla estilo nupcial, soltó un grito de sorpresa al ser levantada, pero quedó muda al ver a ese hanyou que tanto amaba cargándola y observándola con una mirada que irradiaba ternura. Inuyasha ingresó en la pagoda del poso saltando en este y traspasando a la otra época.

De un salto salió al exterior y Kagome quedó maravillada, había un pasillo iluminado completamente por antorchas que indicaban un camino lo miró a los ojos intrigada y detalló su ropa, estaba vestido con una traje negro con detalles en rojo se encontraba hermoso, el la miraba tímidamente y ella no entendía el porque, hasta que comenzó a caminar por el pasillo iluminado por el color del fuego, ella despertó de su ensoñación y lo siguió también a pasos lentos. Todo estaba hermoso.

– ¿Dónde me llevas? – preguntó la azabache intrigada pero a la vez muy entusiasta como hace mucho tiempo no lo estaba.

– Ya lo sabrás pequeña – murmuró Inuyasha. Kagome soltó un suspiro al escuchar ese apodo que tanto amaba.

Llegaron hasta el árbol sagrado y Kagome se puso a llorar al ver una hermosa cabaña a un lado de este, en la misma posición donde se encuentra su casa en la época actual. Se encontraba iluminado por las antorchas y frente al árbol sagrado había una mesa preparada con maderas, se encontraba repleta de comida. Ella miró a Inuyasha y este la tomó por el rostro.

– ¿Qué significa esto? – preguntó Kagome temiendo estar equivocada.

– Te marqué Kagome sin saber que debía demostrarte mi amor con cosas materiales, – musitó el peliplateado, la cabaña te resguardará de la lluvia y del frio y es allí donde cuidaremos de nuestros cachorros, el segundo obsequio debe ser algo de valor para mí, lo único de valor que poseo y te lo ofrezco es mi amor y mi devoción para ti, el traje te protegerá cuando no este en capacidad de hacerlo, haré que cada día de tu vida sea uno intenso, te cuidaré y solo tendré ojos y mente para ti, tu vida será tan longeva como la mía, pues nuestras vidas y almas serán uno solo, acepta por favor ser de nuevo mi compañera, te amo Kagome musitó Inuyasha. Kagome lo miró con lagrimas en los ojos no podía creer que fuera real

Seguramente estoy soñando nuevamente– pensó la azabache.

Inuyasha desesperó al no escuchar respuesta a su petición.

– ¿Qué pasa compañera, ya no me amas? – preguntó triste.

– Asagi – susurró la azabache e Inuyasha sonrió.

– No podría tener otra compañera, solo a ti te amo y siempre lo haré Kagome – aseguró el ojidorado.

– Pero…pero… ¿que hiciste todos estos días, por que no volviste por mí, como fue que no la tomaste? – preguntó apresuradamente Kagome él la miró y sonrió.

– El día de la cascada te dejé por que no podía contener los deseos que sentía de poseerte, no entendía el por que pero eras perfecta – explicó – fui a la aldea y cuando tenía que tomarla como mi compañera recordé a la única hembra que deseaba, me decía. – Te amo Inuyasha y pude ver sus hermosos ojos chocolates que me observaban con una devoción que nunca entendí, como si fuera yo algo importante – agregó y Kagome lo miraba de esa misma forma que el no comprendía.

– Vos y el hijo que tendremos son toda mi vida, no me importa como te vea el resto de los humanos, para mi tu eres perfecto, eres el mejor ser humano que he conocido y no puedo dejar de amarte – susurró Kagome.

– Entonces dime que aceptas ser mi compañera – pidió suplicante, ella era su compañera pero al aceptar la promesa de compañeros se completaba la marca y las almas se unían, y uno sería del otro por siempre.

– Sí – murmuró Kagome e Inuyasha sonrió de lado antes de aprisionarla entre sus fuertes brazos y tomar sus labios en un beso profundo.

– Te extrañé tanto mi pequeña – musitó Inuyasha entre besos y levantando apresuradamente la parte superior del traje.

– No – musitó la azabache avergonzada, bajando nuevamente la prenda y alejándose un paso hacia atrás, ya se notaba su vientre un poco abultado y sentía vergüenza que el hanyou la vea así.

– Kagome – susurró Inuyasha – no me niegues tenerte y tocarte – musitó antes de besar su cuello lentamente.

– Sí – consintió Kagome levantando los brazos para facilitar el trabajo de retirarlo, Inuyasha lo retiró lentamente y se alejó un paso mirándola pasó sus garras por el vientre de su hembra y ella soltó una pequeña risa.

– Mi hermosa perra – musitó Inuyasha antes de arrodillarse ante ella y besar su vientre, ella cerró los ojos aguantando las lágrimas que por primera vez en casi tres meses eran de pura dicha. Sintió las manos de Inuyasha en su caderas y como bajaba lentamente el pantalón con su ropa intima – entremos a nuestra casa musitó Inuyasha y Kagome asintió.

Sesshomaru observó toda la escena, no la amaba, solo sabía que estaba feliz de que la humana ya no llorara, al menos no de tristeza y por sobre todo que finalmente Inuyasha tenía una familia. Por lo que se alejó lentamente.

Entraron y les inundo el olor a madera, a tierra era un olor muy agradable en el medio de la habitación había un futón y el fuego estaba prendido.

– Es… es hermoso – musitó Kagome.

– Lo hice para ti y para nuestros cachorros – aclaró orgulloso de poder dar algo de valor a su hembra.

– Quería que estuviera cerca del árbol sagrado, así cada vez que lo vea recordaré cuanto amo a la joven que me liberó del hechizo y cuando no vea el árbol, miraré esos hermosos ojos chocolates que amo. Musitó Inuyasha y Kagome lo miró extrañado, nunca antes se había comportado tan romántico, y era algo que le gustaba.

Kagome se acercó y desprendió con una rapidez increíble la parte superior del traje que llevaba, y luego el pantalón, es cierto fue un poco apresurada pero lo necesitaba. Besó sus hombros y el mordió levemente su cuelo por lo que ambos gimieron.

– Nunca me vuelvas a dejar compañero – suplicó Kagome.

– No lo haré, y si me vuelve a fallar la memoria ya sabes la forma de dominarme, déjame poseerte que nunca olvidaré lo que se siente estar en tu interior mi hermosa perra, tu cuerpo es mi hogar, tus caricias y tus cuidados son lo único que necesito – aclaró antes de acostarla sobre el futón lentamente y meterse entre sus piernas. Frotó su miembro caliente contra el centro de su hembra y luego entró dentro de ella, en su propio paraíso, fue lentamente, ya abría mucho tiempo para hacerlo salvajemente, ahora solo deseaba sentirse lleno, fundirse con su alma, la besó lentamente mientras la embestía, juntó cada parte de su cuerpo con el de Kagome.

– Te amo – musitó mirándola a los ojos. Kagome tan solo se dejó llevar, ella sabía que lo amaría hasta el final de los días kami había sido piadoso y le había devuelto el único hombre que podría amar.

Kagome enganchó sus piernas en la cadera de Inuyasha y puso sus manos en su cuello, por lo que él sonrió y la penetro más rápido, pero aún así delicadamente, no quería lastimar a su cachorro.

– Mmm…te extrañé compañero extrañé tenerte dentro mío musitó en un gemido Kagome. Por lo que Inuyasha aumentó el ritmo y ella se contoneo contra él, ambos gemían descontrolados, se necesitaba. – Sigue…mmmm… musitaba ella arqueando la espalda el la tomó por la espalda y la sentó sobre el futón antes de derramar su semen dentro de su hembra y morder la marca, al perforar los colmillos la marca Kagome gritó de placer.

– Inuyashaaaaaaaaaaaa…. Y se retorció al llegar a un orgasmo único, él no soltó la mordida y continuó penetrándola con más fuerzas ella cerraba los ojos sumisa, amaba sentirlo, amaba ser suya. Cuando Inuyasha sacó sus colmillos y lamió la herida se formó una estrella pequeña azul en el centro de la luna morada, y otra idéntica en el cuello de Inuyasha que indicaba que él había hecho la promesa de amor eterno a una sola hembra y esa siempre sería Kagome.

FIN.

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Holaaaa! Es el final Charan jaja Espero que el capi les haya gustado. Les diré que este fic fue el primero que escribí y siempre será mi favorito, por más que quizás tuve muchos errores, me alegraba el día escribir cada capi y más compartirlo que todos ustedes que me mostraron con cada review que importaba lo que pasara con esta pareja jajaja. Fue un fic que llevé con altibajos y lo sé, muchas gracias por el apoyo de siempre, inicie este fic pensando que tendrá un review, por ello verdaderamente aprecie cada comentario, y pues…me duele haberlo terminado pero todo un principio tiene un fin Buaaahhhh jejeje en realidad me quedo triste pero ya no veía una continuación para este fic.

Ok. Y para quien no le haya gustado esta bien les entiendo, es un poco feo lo desagradable del review pero de igual forma se aceptan sus palabras y las tengo en cuenta, y gracias por tomarse la molestia de escribirme eso quiere decir que al menos fue lo bastante malo para que dejaran un mensaje.

Las quiere. (cursi, cursi)

Mizune – Mei

N.A: Yo tuve un hermoso hijo y no tuve ningún síntoma de los tradicionales, cada mujer es diferente y pobre Kag. Ya ha sufrido mucho como para que le ponga vómitos cada mañana.