Gracias por el apoyo en mis fics, Una historia más con la esperanza de que les guste...
Los personajes son de Tite Kubo y contiene Lemmon, Violencia, Drama, no apto para menores de -18. Debo advertirlo.
Gracias por leer.
Oscuro placer
Capítulo I
"Esperé por ti mucho tiempo, cada noche, es sentir tu presencia en mis sueños, ¡Lo detesto! Pero aun así esperaría por ti mil años si fuera necesario"
Briseida Macklis
―¡Ah… Ah…!― Los gemidos era cada vez más largos y seguidos
El vaivén de las caderas de la mujer acomodadas en perfecta armonía al cuerpo masculino de bajo de ella, mientras él hombre gustoso de placer masajeaba con una de sus manos, los grandes pechos femeninos inclinándose ocasionalmente para besarle los labios, con la otra mano pasaba acariciando la espalda baja hasta llevarla al trasero para seguir acariciándolo, todo esto pasión desenfrenada.
―Así… ¡ah! así… voy… voy a terminar…― decía ella― estoy por terminar― su amante se llenaba de placer al escucharla hablar, al imaginarse que terminarían al mismo tiempo, de forma igual, saber que se complementaban de esa manera lo llenaba de inmensa satisfacción.
―Kisu…ke― el hombre aumento la velocidad causándole a su mujer que un escalofrío le recorriera el cuerpo, múltiples espasmos y contracciones en su vientre, sus pezones se pusieran más erectos que casi provocaban ardor, mientras él, llenaba su intimidad, dejándolo, así mismo, agotadoramente satisfecho; una sensación de electricidad recorriendo cada minúscula parte de sus cuerpos desnudos.
―Te amo― dijo él al escucharla gemir de placer, conociéndola también como sabia, ella había conocido el clímax de la relación sexual, nuevamente.
―También, te amo― respiró profundo dejándose caer sobre el pecho de su hombre. La mujer continúo en la misma posición, sobre el hombre, con sus piernas aprisionando la cadera del hombre. Se movió un poco para intentar ponerse al lado de él en la cama, pero él la detuvo.
―Espera, ― la detuvo poniendo sus cansadas manos sobre los hombros de la mujer― quédate aquí, así estamos cómodos― sonrió pícaramente
―Claro, aquí me quedaré― ella seguía recuperándose calladamente de su agotadora actividad― Te amo, pervertido―
― ¡¿Cómo que pervertido? ― Se rio el rubio, acariciando la espalda de su mujer―
―Debería darte vergüenza― rio burlona la mujer― a medio día, ahogándome en esta pasión tan salvaje, haciéndolo y haciéndolo―
―Si quieres, no lo volvemos hacer―respondió él al tono de sorna de la mujer, en un rápido movimiento ella posicionó su mano al cuello de su amante, que le acariciaba la espalda,
―No estoy para bromas tan oscuras― presionó el cuello del hombre como si intentara ahorcarlo con una mano, ―No soy de las que comparte, ― lamio la piel bajo de ella― Primero te mato, amorcito― la otra mano la puso sobre uno de los pectorales del hombre, cercó sus labios y lo rozó haciéndolo gemir―
― ¡E…espera! No seas perversa, apenas me estoy recuperando, para la cuarta vez― Ella se rio, movió su cuerpo para alcanzar los labios su amante, rozándole al mismo tiempo sus pechos sobre la piel sudada de su pareja. El gimió y ella perversamente se reía.
― Eres mío, no lo olvides― dijo entre beso y roce de labios.
―Lo sé, pero esto es igualitario, eres mía―
La pasión entre estos era perfecta, era un mar de sensaciones algunas indescriptibles, pero la principal no era sólo que ellos hicieran sexo, era que ellos hacían el amor, cada caricia quemaba ambas pieles, ardía la sangre al recorrer cada milímetro de ellos, hasta provocar el contacto más íntimo entre ambos, que los dejaba satisfechos y con ganas de seguir amándose.
Ella se refugió en el cuello del hombre.
―Amo el contraste de tu piel y la mía― Hablo quedadamente ella. El tiernamente le acaricio el largo cabello oscuro que cubría gran parte del costado derecho de ambos.
―Amo tus labios y tus manos, a ti en todo tu esplendor― dijo él.
―Mmm ¿Qué tratas de conseguir? ― hablo tranquilamente
― ¿Qué? ¡Ahora, no puedo decirle a mi esposa que amo su cuerpo excitado!
― Esta bien…―
Sin embargo esa relación de vio empañada por un sonido que parecía una orquesta de ranas
― Tienes una llamada telefónica, amor― ella se tumbó al lado de él, mientras este se movía para levantarse, dejando caer la sabana sobre la cama, su hermoso cuerpo desnudo se dirigía hacia el celular.
―Y es de tu fastidioso hermano― se rio, acomodándose en la almohada.
― Hola― respondió
―Amado hermano, ¿Cómo estás? Espero no estar interrumpiendo tu agitada vida.
―Isshin, todo bien, pasando un momento excelente, interrumpir, sí, lo hiciste, pero ya conteste― respondió burlón
―Lo sabía, Nii-chan eres un sexoso― rieron ambos hermanos, luego se escuchó que hablaba con alguien― Ya le digo amada hija mía. Hermano, tengo una plaza para viajar a Estados Unidos, la próxima semana―
―Felicidades, Nii-san, pero anda dime que puedo hacer por ti―
―Necesito un gran favor, ―
―Dime, te ayudaré―
―Es sobre mi hijo mayor―
― ¿Qué sucede? ― Se preocupó― ¿Algo le sucedió a Ichigo? ― Amaba a su hermano y a su familia. ―¿embarazó a una chica? Seré tío, ¡Sugoi! ― gritó eufórico
―No, nada de eso, qué más quisiera yo― se escuchó la desilusión del hombre―Nada de qué preocuparse, se ha calmado mucho desde la muerte de su madre hace dos años, ha dejado las riñas ahora mismo está retomando sus estudios―
―Sé que te has esforzado mucho, Isshin. Sabes que cuentas conmigo, hermano―
―Necesito que cuides a mi hijo, él fue aceptado en la universidad de Tokio y te pido que lo recibas en tu casa―
―Faltaba más, tú y tu familia son bienvenidos en mi casa hay mucho espacio, ya lo sabes.
―Gracias, sabía que podía contar contigo, pero mantenlo fuera de problemas, su carácter es el mismo
―Lo que necesita, es una mujer, aquí le presentaré mujeres hermosas― lo dijo con malicia pero al otro le encantaba su divertido hermano menor.
―Cuento contigo hermanito, Nii-chan― respondió con un tono melódico ―Te abrazaría de estar aquí―
―Sí, lo espero―
―Para el domingo estará partiendo para allá― ambos colgaron.
Volvió a su lugar en la cama, cubrió a su esposa, encendió el clima para que refrescara, el calor, estaba empezando a sentirse.
― Ichigo, vendrá a vivir con nosotros― dijo pasando un brazo por debajo de la nuca y colocando el otro sobre la cadera de ella.
―Excelente, ese chiquillo cascarrabias― se apegó más a su hombre. ― no lo vemos desde que hace dos años, ¿no es así?
―Sí desde navidad, Ichigo es así desde lo de Masaki―
― ¿Crees que la muerte de su madre fue planeada? ― Preguntó quisquillosa la morena
―Sí, eso es lo que creo, sigo con la investigación―
―Algo así escuche de Shinji―
―Sí, todos ellos siguen tratando de averiguar, pero ha sido un poco difícil seguirle la pista a esa basura de Aizen―
―Lo sé, siempre lo pensado, pobre Masaki, ella no lo merecía, Ichigo estaba con ella cuando pasó―
―Así es, el hecho de que la esposa de ese engendro narcotraficante murió en Hospital Kurosaki, culpó a Isshin.
―Según Hachi, él es muy rencoroso―
―Ese estúpido, no tengo pruebas, además salió del país, pero en cuanto las tenga yo mismo iré a borrarlo del mapa―
―Mi amor, sé que amas a tu familia, pero en esta ocasión, iré contigo lo haremos pagar, Masaki era mi mejor amiga ―
―Lo haremos mi amor, lo haremos―
Estuvieron acostados hasta que se metió el sol. Serian alrededor de las siete de la tarde, Kisuke, se había levantado del lado de su hermosa esposa para tomar un baño y bajar al primer piso.
Para la sociedad, el hermoso rubio de ojos aceitunado y piel color melón, de largas piernas y hermoso cuerpo gracias a las idas al gimnasio, Urahara Kisuke era el dueño de una modesta tienda de abarrotes.
Pero lo que para la mayoría de la sociedad, lo que ignoraban era que este junto a su adorable, sexy y peligrosa esposa Urahara Yoruichi, la hermosa mujer de bien formadas curvas, pechos y trasero firmes, piernas largas, vestidas de una hermosa tez oscura y unos ojos felinos color amarillo que la hacían parecer una diosa latina, manejaban un grupo de "limpiadores" asesinos a sueldo, bien entrenado para eliminar la escoria del Japón.
El lugar era muy grande, el aeropuerto internacional de Narita, Tokio. La gente alrededor de él corría de prisa algunas para alcanzar el vuelo, no había estado en Tokio desde que tenía 3 años, y de eso ya eran 19 años.
Camino por el amplio pasillo sin ganas, algunas personas se encontraban en los comercios comprando souvenires de la cultura japonesa, siguió caminando hasta llegar a la escalera automática, tomo la que iba de bajada, al llegar al piso firme siguió de frente hasta llegar al lugar donde recogería su maleta.
Después de esperar unos minutos al fin pudo verla, la cogió y acomodo en su hombro, para salir del aeropuerto, su "viejo" como él lo llamaba le había escrito la dirección de su tío Kisuke Urahara, pues no le gustaba depender de la gente. Caminó tranquilamente, pasando por alguno que otra tienda que exponían chocolates pero no los compraba, eso le recordaba su mayor tristeza, seguía tranquilamente al fin y al cabo él llegaría a su nuevo hogar. Pero al girar para salir de la sala de espera del aeropuerto lo primero que se topó fue a un hombre rubio vestido con una yukata de color verde, un sombrero a rayas y un abanico que gritaba,
― ¡Adorado Sobrino! ¡Por aquí! ¡Por aquí! ― gritaba llamando la atención de la gente, que miraba al hombre joven, ya si de por sí su brillante cabello naranja, agitaba las miradas de esa gente de la capital, no necesitaba un tío tan escandaloso, pero lo que a Ichigo le molestó más fue esa desvergonzada esposa del Tío Urahara, Yoruichi
―¡Naranjito por aquí! ¡Ichigo Naranjito! ― saltaba de un lado a otro
― ¿Naranjito? ¡Me está llamando naranjito! ―Pensó ―esa mujer está loca como todos en esta familia― la mujer saco detrás de ella un cartel con unos dibujos a los que el llamo horrorosos, un niño de primaria los haría muchísimo mejor, el dibujo era un intento de hombrecillo con cabello naranja
Eso mató al naranjita, que lo hizo casi correr hasta ellos, arrebatarle el cartel de las manos a la tía, ganándose un golpe de ella por arruinar su "obra de arte".
―Bienvenido― dijo el tío separando a la agresiva e infantil mujer que tenía por esposa― Ichigo― le extendió la mano
―Has crecido mucho, Ichigo-kun― dijo la mujer revolviéndole el cabello, Ichigo sólo la vio irritando, esa mujer lo sacaba de sus casillas― Eres más guapo y sexy ahora
―Gracias― dijo Ichigo volteando a todos lados― ¡EN VERDAD! No tenían por qué molestarse.
― Pero si no es ninguna molestia― dijo Urahara― Además eres mi único sobrino― reía maliciosamente detrás del abanico que traía entre sus manos.
―Claro que no, pero sólo eso has traído― refiriéndose a la maleta del chico
― La verdad es que sí, pero traigo dinero para ir de compras después―
― ¡compras! ¡Sí, yo te llevó!― dijo eufórica la mujer de cabellos largos y piel morena
―No habrá tomado sake, es demasiado temprano, Urahara― dijo Ichigo a su tío
―Eso es mejor a tenerla enojada, ¿no lo crees? ― Pero su sobrino lo ignoraba, pues su mujer lo estaba acosando, él sólo reía
―No, no gracias iré solo, me indican donde―
Esta nueva familia, se ponía de acuerdo si Yoruichi llevaba o no de compras a Ichigo.
O.o
―Abarai-kun la señorita Rukia, no ha querido comer de nuevo, ni siquiera me abre la puerta― Una chica de cabellos rizados largos y rubio dorado, de gran cuerpo, pecho grande. Ojos grises.
―Orihime, gracias por avisar, dame las llaves de su habitación― El hombre estaba recostado en su sofá favorito, traía una cerveza en la mano. El hombre el alto de cabello rojo, múltiples tatuajes adornaban su cuerpo, ese estilo de sexy matón, indiferente a todos menos a una chica. Unos jeans, botas cortas, chaqueta roja y camisa negra eran el conjunto favorito de la chica del servicio.
―Sí, señor― La chica sumisa, le entregó las llaves, dirigiéndole una tierna mirada pero a la vez con dolor.
―Orihime, si no tienes nada pendiente en la casa―
―sí…― ilusionada por las palabras del su jefe, quizás le llamaría a su habitación para pasar un rato divertido
―No olvídalo, voy con Rukia― El hombre se levantó del sofá, salió del sala, subió las escaleras, caminó hacia el lado derecho del pasillo hasta la última de las habitaciones.
Orihime se quedó viendo como este chico de rojos cabellos, se preocupaba por esa chica tan diferente. Era complicado hablar con ella, si eso se podía llamar hablar. Con esa chica todo era un silencio. Incluso su mismo cuerpo llamaba la atención.
―Deseo que dejes de preocuparte por ella― susurró la rubia
Llamó a la puerta.
―Rukia, ¿estás ahí? Rukia ábreme la puerta o voy a entrar sin tu permiso― El chico se desesperó por el silencio, no hubo repuestas. Metió la llave por la rejilla y giro la manija.
Orihime como si de inercia se tratará siguió al chico, para estar con él después del rechazo de la chica silenciosa.
La oscuridad era la habitante de esa habitación, incluso sin encender el clima ese lugar era helado, Renji conociendo como estaba organizada la habitación, dio unos pasos y encendió la lámpara conjunta a la cama de la chica.
Ahí, a la mitad de la cama, se encontraba la chica, en su típica bata de seda blanca, en posición fetal, con esa cabellera negra, un mechón de cabello rebelde en la frente de la mujer y su blanca piel, fácil podía confundirse con la bata que vestía.
Renji se sentó a un lado de la chica, trato de quitar el mechón de cabello de su cara, pero este volvía a su lugar. Le acaricio la piel del cachete, en ese momento la respiración de la chica cambio de ritmo, sus ojos cansados se abrieron lentamente, fue recibida con una sonrisa de parte de Renji.
―Hola― dijo él, pero ella no respondió, parpadeo pesadamente 3 veces,
―Rukia, Orihime estuvo aquí para traerte la merienda, ¿Qué pasa contigo?
―Debes comer, debes salir de esta habitación―
La chica de nombre Rukia se giró para darle la espalda a Renji, este se acostó de frente a la espalda de Rukia, acaricio el hombro desnudo y le dijo
―Rukia, me preocupas, vas a comer ahora
―No…― respondió ella, estiró las piernas
―Rukia, no seas infantil, tienes que comer son las 5 de la tarde―
―Renji, no quiero comer― dijo al fin, ― alguien me trajo el almuerzo antes―
―Rukia, no mientas,
―Renji vete y déjame en paz― decía muy tranquilamente
―Rukia no lo voy hacer, ―la cogió de la muñeca y la jaló hacia él, encontrándose con la mirada indiferente de Rukia―
―Rukia, esa actitud es pésima― paso su mano por la cara de ella, acariciándola como si fuera la cosa más tierna que existiera, con la otra seguía cogiéndola de la muñeca, más fuerte cada vez, ella lo miraba directamente como si no tuviera ninguna emoción en ella. Estaba triste.
Renji se acercaba a la cara y ponía la frente en la de ella. Pero Rukia no reaccionaba al contacto, para Rukia todo era un contacto frio mientras que para Renji sólo tocar la piel de la chica de cabellos negros era encenderlo a la locura.
―Rukia te amo, lo sabes, puedes esforzarte, quiero hacerte mía― Renji fue directo
―Desde que te salve aquella vez, no pienso otra cosa que no seas tú, todo lo que tengo es para ti, acéptame―
Rukia no emitía sonido más que su respiración, en ese momento los labios de Renji se acercaron a los de Rukia, separados por 2 cm, el cerro los ojos y ella volteo la cara el besó el cachete.
―No sé de qué hablas pero es hora de que me sueltes, Renji―
―Rukia…― Los ojos del chico se abrieron
―Nunca te pedí que intervinieras, ni que me trajeras a tu casa, si no te gusta como soy entonces me iré― hablo firme sin mostrar emoción, parecía que la frialdad de sus palabras era sin importarle los sentimientos
―¡JAMAS! ― Renji alzó la voz en una inesperada inseguridad, desde el pasillo Orihime se acercó más a la habitación de Rukia― JAMAS DEJARE QUE TE VAYAS―
―No eres mi dueño, ni mi amante, ni mi novio, ni mi esposo, mucho menos mi padre, no tienes ninguna relación conmigo
―Rukia te salve, aquellos infelices te iban a…―
Tan sólo recordarla en la calle oscura, rodeada de aquellos tipos que deseaban hacerla pedazos, que deseaban golpearla y disfrutar de aquel delgado cuerpo, esa mirada perdida , sin hablar, era una chica hermosa expuesta a unos asquerosos hombres pensando en sexo. Lo ponía loco y eufórico.
Entonces la sujetó con más fuerza cuando eso recuerdos se apoderaban en la mente de Renji, Rukia sintió la presión en sus brazos pero no dijo nada, él intento besarla, pero la tranquila Rukia no respondió, ni un musculo se inmutó. Sólo estaba ahí, inmóvil como una estatua.
Renji lo entendió, en 8 meses que ella llevaba en su mansión, no había logrado ni una mejora con Rukia, ella parecía no sentir. Si acaso había salido unas 10 veces.
Cada vez que salía a su trabajo, regresaba llenándola de regalos, que nunca abría y se iban acumulando en el armario, miles de cenas románticas en el balcón a las que nunca bajaba.
Odiaba ser rechazado, ignorado, se estaba cansando. El problema, no podía dejarla ir. Tenerla ahí era placentero, era masoquismo puro.
―Rukia, perdóname― pasó su pierna por las de ella, para subirse arriba de la morena, ―Pero quiero más de ti―repitió,
―Quiero más de ti― lo volvió a decir, besó el cuello, toco el pecho sobre el batón, en un movimiento rápido ella, lo empujó, a pesar de ser delgada era fuerte, pero eso Renji no lo sabía, sólo sabía su nombre Rukia.
Rukia lo empujó de la cama, este cayó al suelo, ella se sentó y le dijo
―No esperes lo que no puedo darte― las palabras de Rukia parecían golpearlo con un mazo
―Lo sabes bien―
― No te preocupes esos sentimientos son innecesarios, no siento nada, por nadie― terminó Rukia,
Renji se levantó del suelo, salió dando un portazo, no podía amenazarla, no quería obligarla, él la amaba. Al salir, Orihime la bella chica que se encargaba de atenderlo se encontraba esperando por él.
―Señor, ¿Qué sucedió? ― Renji no contestó, Orihime lo siguió pero abrió la puerta de la entrada, donde Orihime se detuvo y se subió a su carro deportivo negro, salió de la vista de la ojo gris―
El pelirrojo se había enamorado de una mujer que parecía inalcanzable, siempre fría, con esa expresión de no tener nada dentro.
Continuará...
N/A: Sí este primer capítulo les gusta amadas lectoras, entonces colgaré la historia completa. Saludos y por fis, sus comentarios y críticas constructivas, el fic ya esta escrito, sólo espera su aceptación.