Voy a parecer un poco creída diciendo esto, pero nada más lejos de la realidad. Creo, de verdad, que este fic es de lo peorcito que he escrito. Considero que la idea era buena, la tenía muy clara en mi cabeza. Pero una vez escrita y releída varias veces, pienso que no me quedó como quería y además, no encuentro la solución. Lo subo por el simple hecho de que soy muy cabezona y me costó tanto escribirlo, que no quiero borrarlo y simplemente olvidarme de que lo escribí.
Lo de siempre, que nunca lo pongo: Bones no me pertenece a mí, sino que es de Fox, de Hart, de SN y de Kathy Reichs.
Gracias por leer y prometo que la siguiente saldrá mejor. OJALÁ así sea.
Ambos regresaban a casa desde el Founding Fathers después de una dura semana de casos enlazados. No terminaban de resolver uno cuando ya les estaban avisando para el siguiente. Huesos, huesos y más huesos. Malos, malos y más malos. Y ellos, agotados pero satisfechos de su trabajo. Brennan iba agarrada del brazo del agente y de vez en cuando apoyaba la cabeza en su hombro en señal de cansancio. Booth le había sugerido tomar un taxi a la salida del restaurante, pero ella lo había desechado alegando que necesitaba caminar.
- Quiero enseñarte algo.
Se detuvo en medio de la acera y cogió su mano, que reposaba sobre su brazo, para poder así girarse hacia ella.
- ¿No puedes esperar a llegar a casa? Estoy realmente agotada… -Murmuró sin soltarle por miedo a caerse-
- Es solo un momento, luego podrás dormir toda la noche y el día si lo necesitas.
- Si es que no hay más casos… -Suspiró-
- No los habrá. –Afirmó convencido-
- Booth… ¿Qué has hecho mientras estaba en el baño? –Preguntó frunciendo el ceño y cruzándose de brazos-
- ¿Cuál de las veces? –Brennan le miró suspicaz- Solo he llamado a mi jefe y le he dicho que necesitamos descansar.
- ¿Por qué has hecho eso?
- Porque es la verdad, Bones… Estás embarazada de 7 meses y aunque te moleste que te lo diga, no puedes moverte con tanta facilidad como antes.
- ¿Y tú qué? Porque que yo sepa, tú no estás embarazado… -Booth sonrió-
- No, pero me aprovecho de que tú si lo estás…
- ¿Has dicho que necesito ayuda? –Volvió a preguntar algo contrariada-
- Oh… sí. Mucha ayuda, además. Para atarte los zapatos, para agacharte, para ducharte… -Brennan no pudo evitar sonreír- Para prepararte el desayuno sin atascarte… -Prosiguió él obviando su repentino nerviosismo-
Se quedaron en silencio y Brennan cerró los ojos un instante. Booth decidió volver a la conversación inicial para poder marcharse cuanto antes de allí. Del bolsillo derecho de su chaqueta sacó una pequeña cajita y extendió los brazos hacia ella.
- ¿Bones? –Ella volvió a abrirlos y una expresión de pánico absoluto se tornó en su cara-
Antes de que Booth pudiera seguir hablando, Brennan soltó su mano por primera vez en la noche y las introdujo en los bolsillos. Aguardó expectante.
- Booth… no. –Dijo con tono cansado- Ya sabes lo que pienso de todo esto. No quiero casarme… Yo… entiendo que estés un poco asustado y pienses en los derechos que tendrás sobre el bebé, pero lo arreglaremos para que seas su padre al cien por cien. Tú me prometiste que nunca me traicionarías y ahora yo te lo prometo a ti. Pero no puedo casarme. No.
El agente la escuchó con atención y, aunque esperaba un discurso mucho más largo a pesar del agotamiento, había dicho justo lo que él pensaba que diría. Aún así la miró a los ojos, sonrió levemente y abrió la cajita. Brennan dirigió la vista a sus manos de nuevo, temerosa. Y lo que vio hizo que volviera a respirar con normalidad. Al menos hasta que se percató de lo que ocurría.
- No me dejaste acabar… -Murmuró con una sonrisa-
Ella no dijo nada. Se mordió el labio inferior y agachó la cabeza un instante, intentando que Booth no se percatara. Él estaba pendiente de cada uno de sus movimientos, también del enorme cambio en su rostro al ver el contenido de la caja. Había pasado del miedo al desconcierto en dos segundos. ¿Quizá también a la decepción? Todo estaba saliendo tal y como tenía en mente.
- ¿Es…? –Hizo amago de preguntar mientras alargaba la mano para coger la pulserita-
- Un regalo para la niña. –Respondió obviando todo lo que había ocurrido- Como aún no le hemos puesto nombre no he grabado nada. Se puede hacer más adelante…
- Es preciosa… -Murmuró con ella entre las manos, mirándola con ternura-
Booth guardó silencio. Quería reírse y pedirle que se fueran de allí. Decirle que todo era una broma. Pero su objetivo era claro.
- Booth yo… -Le entregó la pulsera y él la guardó en la chaqueta mientras esperaba su disculpa- Pensé que ibas a… Bueno, lo siento.
- No te preocupes, supongo que pudo dar esa sensación… Pero yo no voy a pedirte que te cases conmigo.
Brennan quiso preguntarlo inmediatamente, pero cerró la boca justo después de abrirla. ¿De verdad iba a preguntarle eso? ¿Por qué fue lo primero que le vino a la mente? Ella nunca mentía y por supuesto, jamás se callaba nada. Pero esa vez estuvo verdaderamente tentada de hacerlo.
- ¿Qué? –Inquirió Booth al observar que llevaba bastante tiempo en silencio-
Y entonces no lo pudo evitar. Le miró con sus profundos ojos azules y se lo preguntó.
- ¿Nunca? Quiero decir… no es que yo esté esperando a que me lo pidas. Solo es una duda. Puedo tener dudas, ¿no? –Balbuceó con nerviosismo-
- Puedes tener dudas y siempre puedes preguntármelas, ya lo sabes. –Brennan sonrió levemente- La respuesta es sí. Nunca te lo voy a pedir.
Ella no supo cómo reaccionar. Frunció el ceño y apartó la mirada de él, intentando así entender lo que estaba sucediendo. Booth, que siempre había querido casarse y formar una familia, le estaba diciendo que nunca le iba a pedir que ella fuera su esposa. ¿Cómo debía hacer frente a eso? Aún si de verdad era lo que ella quería, ¿por qué a Hannah sí se lo pidió? Ella era una periodista de guerra, un culo inquieto, como la solía llamar Ángela. Tampoco era de las que se casaban y ni si quiera estaba embarazada de su hijo. ¿Por qué a ella sí?
Comenzó a andar despacio y Booth la siguió a una distancia prudencial. Seguía pensando si podría preguntar lo que tenía en mente o debía dejarlo pasar. Al fin y al cabo su primera respuesta no era lo que ella esperaba oír. ¿Y si la segunda era peor?
- Bones, ¿qué ocurre? –Preguntó a pesar de estar plenamente convencido de saberlo-
- ¿Por qué?
- ¿Por qué, qué? –Brennan se giró hacia él con una expresión de rabia que a él no le pasó desapercibida-
- ¿Por qué me dices que nunca me lo pedirías?
- Porque tú nunca has querido casarte y yo no te voy a obligar.
- También te rechacé una vez y no te diste por vencido.
Golpe bajo. Había dolido. Sabía que podría salirle por ahí, pero el plan era perfecto. La conocía demasiado bien.
- ¿De verdad quieres saber por qué no te lo voy a pedir nunca? –Ella asintió levemente, no muy convencida- Porque lo harás tú. –Afirmó antes de echarse a caminar delante de ella-
- ¿Yo? –Preguntó aligerando el paso- ¿Cómo que yo? –Repitió agarrándole del brazo para detenerle-
- Porque he apostado conmigo mismo que algún día querrás casarte.
- No digas tonterías, no puedes apostar contigo mismo porque si pierdes también habrás ganado. –Booth se echó a reír. Ni en momentos así era capaz de no dar explicaciones-
- Me he imaginado mi cara de satisfacción cuando vengas a mí y me lo propongas, y es que no se me ocurre nada mejor.
- ¿Ni siquiera ver a tu hija por primera vez?
- Uf, está difícil Bones, es una sensación muy placentera. –Bromeó-
- Yo no voy a pedirte que te cases conmigo. Espero que lo tengas claro.
- Pues si tú no lo vas a hacer y yo tampoco, todos contentos, ¿no?
- Sí. –Afirmó con certeza-
- Pues eso. Vámonos a casa.
Sonrió y alargó el brazo hacia ella, que dudó un segundo antes de volver a sujetarse. Caminaron juntos y en silencio, la conversación había sido demasiado intensa. Booth alzó la vista y suspiró. Convencido de que su plan había dado resultado, llevó la mano que tenía libre al bolsillo trasero de su pantalón y lo palmeó varias veces, asegurándose de que seguía allí. Luego rodeó su espalda con el brazo, obligándola a pegarse más a él. Brennan se acomodó en su cuello.
Alguien iba a tener que romper su palabra.