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Incomplete
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By The Terrorist
Translated by Sasuke-glamour
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Capítulo Uno
¿Feliz Cumpleaños?
El cielo todavía seguía pintado de un morado oscuro, pero las estrellas ya habían desaparecido desde hacía un rato. Pequeñas líneas de rojo fuego y naranja se podían ver a la distancia, signos de que el sol estaba a punto de salir. En el suelo, no habían movimientos, cualquier ser probablemente durmiendo todavía. El viento soplaba levemente de tiempo a tiempo, haciendo que las hojas de los árboles y ramas se movieran ligeramente.
Todavía era temprano en la mañana.
Una hermosa pelirrosa de ojos jade estaba cómodamente sentada en el balcón de su ventana, observando silenciosamente el exterior. Sus pies estaban debajo de ella, su espalda apoyándose contra la pared; pequeñas almohadas la rodeaban, una verde oscuro sobre su regazo. Extraño, pero a ella siempre le gustó levantarse temprano. Todo estaba muy silencioso, tan tranquilo… totalmente lo opuesto a lo que ella estaba viviendo.
Uchiha Sakura, como ahora era llamada, definitivamente podía decir que su vida era un completo desastre. La única cosa que ella siempre había querido… era ser amada. Pero parecía que eso no era para ella, que ese deseo estaba demasiado lejos para que ella lo pudiera alcanzar. Nunca entendió por qué—no le parecía que estuviera pidiendo mucho.
Sus padres nunca la amaron y, si lo hicieron, ciertamente no se molestaron en demostrarlo. Siempre eran tan fríos, tan indiferentes… nunca tuvo oportunidad de hablar con ellos, de decirles qué era lo que estaba ocurriendo en su vida… nunca estuvieron ahí cuando ella estaba feliz, o cuando estaba triste, nunca la consolaron cuando tenía una pesadilla, o cuando simplemente tenía miedo de cosas tan simples, como cualquier otro niño; nunca se tomaron el tiempo de leerle cuentos, o arroparla en la noche… en otras palabras: ellos nunca estuvieron ahí.
Su padre siempre estaba ocupado en el trabajo y, cuando no lo estaba, no se molestaba desperdiciarlo con ella; su madre, aunque no trabajara, siempre estaba muy ocupada con sus amigas, o con sus actividades rutinarias—principalmente, de compras y así—y nunca tenía tiempo para ella. Ella nunca quiso pasar el tiempo con ella, de todos modos.
Casi siempre se preguntaba si la odiaban, pero entonces recordaba que ella no había hecho nada malo… al menos nada de lo que se acordara.
Sólo hubo una persona que en verdad la había amado. Pero hacía mucho tiempo que se había ido, dejándola completamente sola. Bueno, quizás no sola… tenía a su esposo, pero… pero su relación era parecida a la que tenía con sus padres. A él no le importaba y, sinceramente hablando, ¿por qué lo haría? ¿quién lo podría culpar? Después de todo, la razón por la que se casaron no fue por amor.
Cuando su padre le dijo por primera vez que se iba a casar con un hombre que no conocía para nada, sólo porque eso era lo mejor para su familia, supo que no podía decir no, así como de la misma manera supo que no sería feliz. Sólo que nunca se imaginó que sería tan malo.
Como ya había mencionado antes, nadie lo podía culpar por no querer nada con ella. Ella tampoco quería nada con él. O quizás… quizás sí quería… bueno, sí quería. Había pensado que… que quizás, sólo quizás, podría encontrar en él el amor y consuelo que siempre había necesitado. Cuando lo conoció por primera vez, se dio cuenta que era alguien frío, incluso más frío que su padre, y que siempre parecía ser indiferente a cualquier cosa que pasara alrededor de él.
Sabía que él tampoco estuvo contento con el matrimonio, ya que ni siquiera había cruzado una palabra con ella. Pero incluso así, ella se mantuvo esperanzada. Esperando a que él cambiara de opinión, a que él… no sé… comenzara al menos a… ¿Gustarle? Sin embargo, eso no pasó; al principio, lo culpó, porque sabía que había hecho su mejor esfuerzo para hacer funcionar ese matrimonio. Arreglado o no, ella de verdad había querido que… que estuviera bien, en el final. Pero muy pronto se dio cuenta que todo era su culpa. Su culpa por ilusionarse, su culpar por siquiera pensar que él la quería cerca de él.
Fue por culpa de ella que tuvo un corazón roto.
Vivían en la misma casa, pero rara vez se veían el uno al otro. Él siempre estaba en el trabajo… ¿Quién sabe? Quizás pasaba el tiempo con alguien más. La pelirrosa no era estúpida, sabía que él tenía alguien más ahí afuera, otra mujer. Después de todo, era un hombre, y ella nunca lo dejaba tocarla. No era como que él hubiera mostrado algún signo de interés, y tampoco era como que ella fuera a dormir con él. En otras palabras, era igual a como si no estuvieran casados. No. Eso sonaba demasiado bien. Porque, la forma en que los demás lo veían, ellos estaban casados por amor, viviendo muy felices. Después de todo, eso era de lo que su matrimonio se trataba: Imágenes. Básicamente, ellos no necesitaban amarse el uno al otro, pero tampoco podían vivir sus vidas.
No pudo ir a la universidad como siempre quiso (¿Por qué? Porque su padre lenta y cuidadosamente explicó que las personas no lo vería como algo bueno; pensarían que estar con su marido no era suficiente para ella y que no la trataba bien. En otras palabras, no podía ir a la universidad y tener un trabajo normal, porque arruinaría su reputación), nunca podría tener verdaderos amigos (¿Por qué? Porque habría tenido que mentir sobre su relación con su marido; y todos sabemos que los amigos de verdad no se tienen secretos), no podría viajar como siempre quiso (¿Por qué? Porque no sería bueno que las personas la vieran viajar sin su esposo; y su esposo… bueno, de ninguna forma podrían estar tanto tiempo juntos), no se podía enamorar de nadie más (¿Por qué? ¿De verdad necesitamos hablar de esto?).
La vida de él no era mucho mejor, aunque él sí fuera y se cogiera a todas las mujeres que quisiera, e incluso tuviera algún tipo de relación secreta con ellas. Pero ella no podía hacer eso; aparte de nunca tener ocasiones para conocer a otros hombres, también era porque… bueno, ella no era un zorra. Sabía que nunca podría dormir con otro hombre y volver a ser capaz de ver a su esposo. Ni siquiera quería intentar. Ella sólo… no podía.
Lentamente, apartó la vista de la ventana, sólo para mirar sus manos. Hoy… hoy era Marzo 28… su cumpleaños. Para muchas personas, no era un día especial. Para ella… tampoco era un día tan especial. Le dolía, sí, pero ya estaba acostumbrada. Cuando todavía vivía con sus padres, ellos todavía se tomaban la molestia para desearle un feliz cumpleaños y, aunque esas palabras siempre fueran dichas en un frío e indiferente tono, había aprendido a apreciarlo. Luego ellos le darían algo de dinero para que ella se comprara un regalo y… bueno, eso era todo.
Ahora, sin embargo, ni siquiera se molestaban con una llamada. Su esposo nunca estuvo interesado en su cumpleaños—incluso si ya casi cumplían dos años de casados, en verdad dudaba que él supiera cuándo había nacido.
Suspirando levemente, se paró del cómodo lugar y se dirigió al baño para darse una ducha. Se tomó su tiempo en lavarse el cabello y el cuerpo, sabiendo que lo más probable era que estuviera sola en la casa. Salió del baño media hora después, una pequeña toalla blanca envuelta alrededor de su cuerpo. Cruzó la habitación y entró al gran closet; sacó un juego de ropa interior, un par de jeans oscuros entubados, un blusa morada de manga larga y un par de tacones altos, y se los puso antes de lentamente dirigirse a la planta baja.
Como fue previsto, todo estaba silencioso. Pero eso no la molestó antes, ¿entonces por qué se sentía así ahora? 'Debería animarme… es mi cumpleaños, después de todo,' se dijo así misma y trató de sonreír, pero muy pronto se dio cuenta que era incapaz. No lloró, pero dolía… dolía mucho. Y, honestamente, no sabía cuánto más sería capaz de soportarlo.
~•~
El día había pasado bastante rápido, la esperanza de que alguien pensara sobre su existencia nunca desapareció de la mente y corazón de Sakura. Ya era de tarde cuando llegó a la casa con unas cuantas bolsas en sus manos y una pequeña sonrisa presente en su rostro. Ir de compras la había mejorado, justo como siempre lo hacía.
—Shiro —llamó mientras entraba a la estancia, poniendo las bolsas en el sillón.
Shiro era un hombre de aproximadamente unos cincuenta años, uno de los sirvientes—de hecho, él y su sobrina, Yuki, trabajaban ahí. Realmente no estaba segura qué era supuestamente lo que él tenía que hacer, pero simplemente podía pensar que era bastante servicial. Después de todo, su esposo no era de los que tuviera personas inútiles alrededor. No era como que ella se estuviera quejando, la realidad es que le caía bien ese hombre, no sólo porque él siempre estaba en la casa, haciéndola sentir un poco menos sola, sino también porque él sabía qué decir para que ella se calmara en esos extraños momentos cuando simplemente… se rompía.
El estar siempre cerca, era obvio que él sabía de la situación en la que ella y su esposo se encontraban, y sabía que él había intentado lo mejor que pudo por entenderlo, sin involucrarse demasiado. Y se sentía bien, hasta cierto punto. Se sentía bien saber que alguien en realidad trataba de comprender qué era lo que estaba pasando en su vida. No importaba que él no pudiera comprenderlo completamente—eso era imposible, de todos modos; lo que importaba es que intentaba.
—Sí, señorita —dijo mientras entraba a la sala.
—¿Acaso alguien llamó? —preguntó esperanzada, sus ojos jade brillando un poco.
—No, señorita. Nadie llamó —respondió, negando con la cabeza.
La pequeña sonrisa que estaba en su rostro desapareció tan pronto como escuchó esas palabras; y frunció el entrecejo levemente. —¿Ni siquiera mis padres? —preguntó, sus voz suave y desanimada.
—No, señorita.
Suspiró mientras pasaba una mano por sus hebras rosadas. ¿Por qué esperó que la llamaran? Ellos no habían llamado durante los últimos dos años. ¿Por qué ahora sí? Interiormente negando la cabeza, forzó una sonrisa en sus labios antes de hablar, —Está bien, gracias. Puedes irte a casa; mañana es sábado —dijo y lo vio asentir y abandonar la habitación. Otro suspiro se escapó de sus labios cuando tomó sus bolsas y se dirigía lentamente hacia las escaleras.
~•~
Más tarde esa noche, Sakura entró a la cocina, ya vestida con su pijama. Tenía un par de shorts negros cortos y una camiseta fucsia; su cabello estaba agarrado en una desordenada coleta, con sólo una mechones rebeldes cayendo en su rostro. Cruzó la habitación para llegar al refrigerador, abriéndola tan pronto como llegó. Sacó una botella de vino y se sirvió un vaso antes de moverse hacia la mesa y sentarse en una de las sillas. La mesa era larga, lo suficientemente larga para un cupo de al menos doce personas.
'Qué irónico,' pensó, negando con la cabeza ligeramente. '¿Por qué hay tantas sillas, cuando nunca hay nadie en casa, de todos modos?'
El sonido de la puerta principal cerrándose la sacó bruscamente de sus pensamientos mientras fruncía el entrecejo, sin entender, al principio, quién podría ser. Pero, tan pronto cómo se acordó lo tarde que en realidad era, se dio cuenta que sólo podía ser una persona. Estuvo en lo correcto cuando lo vio entrar a la habitación minutos después.
La camisa blanca de botones que él traía puesta tenía los primeros tres botones desabrochados, revelando una pequeña parte de su cincelado pecho. Las mangas estaban dobladas hasta sus codos, revelando sus fuertes brazos; la corbata negra alrededor de su cuello estaba algo suelta y su camisa no estaba fajada dentro de sus oscuros pantalones del traje. Su puntiagudo cabello ébano estaba mas desordenado de lo usual y su expresión era perpleja, como siempre, aunque sus oscuros ojos mostraban lo cansado que estaba. Él alzó una ceja ante la vista de la copa en su mano.
—¿Celebrando? —preguntó, un casi tono de burla adherido a su voz. ¿Recuerdan lo que les dije anteriormente? ¿De cómo ellos rara vez se veían? Bueno, cuando lo hacían, ciertamente no era lo mejor que les pudiera pasar en ese día. Ella no sabía porqué, pero él siempre era así; siempre se burlaba de ella y escupía cosas que, sin que él lo supiera, la lastimaban. Y no sabía porqué, porque, al igual que él, ella nunca quiso este matrimonio.
Una vez se le ocurrió que tal vez la odiaba porque ella no se había negaba al deseo de su familia, pero luego se dio cuenta que él no tendría ningún derecho de pensar así. Después de todo, él había estado en todo su derecho de negarse, al igual que ella. Ella había intentado muchas veces descubrir el porqué de su comportamiento, había pasado un sinfín de noches llorando y pensando sobre todas estas posibles razones. Pero entonces… entonces llegó a la conclusión de que él no necesitaba una razón. No necesitaba una razón para odiarla. Simplemente lo hacía. Y tal vez, con el tiempo, ella sería capaz de sentir lo mismo.
—Sip —dijo, asintiendo antes de tomar otro sorbo de su vino.
—¿Enserio? —preguntó, alzando un ceja con diversión. —¿Celebrando qué?
Ella negó con la cabeza ligeramente, antes de voltearse para encararlo con una dulce, aún así falsa, sonrisa. —¡Es mi cumpleaños! —exclamó con una animada voz y viendo cuando algo parecido a la sorpresa cruzó por sus ojos por un segundo, antes de desaparecer bajo ese rostro sin emoción. —¿No me vas a desear un feliz cumpleaños? —preguntó, tratando de sonar desanimada. Él se mantuvo quieto y ella lo usó para su ventaja. —Está bien —dijo mientras tomaba lo que quedaba del contenido en su copa, antes de pararse y dar unos pasos hacia él. —Unas cuantas horas más y este día habrá terminado de todos modos… —se detuvo, haciendo un ademán hacia el reloj que colgaba en la pared. Ya eran las diez pm.
—No te sientas culpable de no saber, o por no acordarte… después de todo, si ni siquiera mis padres saben que existo, entonces tú estás disculpado de todo… no tengo amigos, o hermanos… entonces el que mi propio esposo se haya olvidado de esto no debería afectarme tanto —Sakura sintió sus ojos cristalizarse con cada palabra que decía, pero continuó, negándose a dejar las lágrimas caer. —En caso de que tú… en que caso de que no te hayas dado cuenta todavía, yo tampoco quise este matrimonio, Sasuke —dijo y observó cómo el fruncía el entrecejo, probablemente no comprendiendo qué tenía que ver su matrimonio con su cumpleaños.
—Sólo te estoy diciendo esto ahora, porque rara vez tengo la oportunidad de hablar contigo y porque quiero que sepas esto —explicó y puso su copa en la mesa. —Buenas noches —dijo mientras pasaba a un lado de él, queriendo irse a dormir. Sin embargo, apenas había tomado dos pasos, cuando sintió algo que hizo que su corazón se parara muerto en su camino.
—Por cierto —habló, su voz temblando ligeramente. —Lindo perfume.
Recomiendo altamente que lean esta historia. Es super bonita en inglées. Solo vean la cantidad de RR que tiene el fic. Fiuff.
La traducí para que ustedes también puedan gozar del intenso romance sasusaku en esta historia! (:
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¿Tomatazos? ¿Agradecimientos? ¿Amenazas de muerte? ¿Galletas?
No sean tímidas, ¡Pregunten! ^^
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¿Alguien quiere una galleta y a un Sasuke-kun calientes? Haha.
¡Exijan su regalo! Yo se los daré para dejarlas contentas XD
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Sasuke-glamour off! (8