Epílogo
Querido diario...
Querida mamá…
Es suficiente escribir esas palabras sobre el papel ya un poco amarillo por el paso del tiempo, para que una avalancha de emociones inflame mi pecho obligándome a posar la pluma.
En este momento, estoy sentada en la terraza de nuestra mansión en Escocia. Y frente a mí puedo ver al río Avon, que fluye libremente bañado por la luz de la tarde primaveral. Una fresca brisa acaricia mis mejillas, logrando que sienta tu presencia. Sé que estás aquí, aunque no pueda verte…
Te extraño mamá… No sabes cuánto…
El tiempo pasó tan rápidamente luego de tu partida... ¿sabes?
Finalmente me casé con Albert, con mi príncipe, y aunque de eso ya pasó varios años, 5 para ser exactos, aún hay momentos en que me cuesta creerlo. Cierro mis ojos y recuerdo aquellos días… Parecen tan lejanos… La hermosa boda en Winds Hollow, y luego nuestra aventurera y exótica luna de miel…
¿Sabías que logramos conocer a toda nuestra familia? Las tías, abuela y papá nos acompañaron hasta Nueva York, y nos presentaron a todos nuestros parientes. No sabía que éramos una familia tan numerosa. Caroline, Ashley y Viviane, organizaron una fiesta ni bien llegamos, donde pudimos conocer a todas las familias. E inmediatamente nos adoptaron como parte de ellas. Y fue así, como en un abrir y cerrar de ojos, nos encontramos rodeados de tíos, abuelos, primos y una innumerable cantidad de sobrinos. También en aquella oportunidad nos reunimos con tu abogado, mamá. Abuela concertó la reunión, informándome que era heredera de una enorme fortuna, que hasta el día de hoy me parece demasiado… Yo no necesitaba todo ese dinero, mamá, sólo te necesitaba a ti…
Y luego de aquellos hermosos días en Nueva York, tomamos el barco, emprendiendo nuestro viaje al viejo continente. Pasamos primero por la hermosa África, donde sin pensarlo me encontré enamorada de aquel lugar al instante. Los atardeceres de la sabana africana, son alucinantes. Con el sol rojo fuego descendiendo por el horizonte, tiñendo todo a su paso, iluminando tenuemente a las llanuras herbáceas onduladas cubiertas de cenizas volcánicas procedentes de varios volcanes cercanos. Y en la distancia, pudimos observar a toda la fauna que habita aquellas tierras. A las cebras con sus vestimentas rayadas, a los impresionantes guepardos y leopardos, inclusive hasta pudimos observar a las hienas comiendo las sobras que dejaban los leones. Albert no me permitió acercarme demasiado a ellos, a pesar de que en más de una oportunidad quise hacerlo para acariciar su brillante pelaje, sobre todo cuando lográbamos observar algún cachorro de león. ¡Es que son tan adorables! También pudimos observar a los grandes elefantes, donde Albert sí me dejó pasear sobre uno de ellos, inclusive hasta me encariñé con un pequeño elefantito, que nos seguía a todas partes. Fue ahí cuando descubrí que estas criaturas son increíblemente cariñosas. Albert no estaba muy de acuerdo en que lo adopte como mascota, porque según él, el elefantito iba a sufrir mucho luego de nuestra partida. Lamentablemente, no sé qué pasó después de que nos fuimos. Pero con Albert estamos pensando en volver en un futuro cercano, tal vez en nuestras próximas vacaciones.
El tercer destino de nuestra luna de miel fue Londres. Oh, Londres… Tantos recuerdos me golpearon ni bien puse los pies en aquellas tierras. Recuerdos tristes y sepultados en lo más hondo de mi ser. Que ni siquiera Nueva York logró despertar en mí. Tal vez porque mi familia logró distraerme la mayor parte del tiempo… No lo sé…
Terry…
Nunca te hablé de él, mamá, porque cuando te conocí aún no podía pronunciar su nombre… Pero no porque aún sentía cosas por él, sino por el inmenso dolor que me causó nuestra separación. Sí, Terry fue un hombre que llegó a mi vida como un torbellino, desordenándola por completo. Y así como llegó se fue, dejándome completamente desecha. Pero no me arrepiento de haber aceptado acompañar a Albert hasta allí. Porque en una tarde de domingo, mientras tomábamos un café sentados los dos en la inmensa cama matrimonial de nuestro hotel, rodeados de finas sábanas de seda, desordenadas por nuestro último encuentro pasional, es que pudimos hablar libremente de aquellos tiempos, sin impedimento. Fue algo sumamente tranquilizador, liberador, tanto para él como para mí, porque por fin pudimos reafirmar que aquello había quedado completamente en el pasado, sin ningún vestigio de sentimiento. Fue algo que permitió que inclusive ahora podamos hablar libremente de alguna que otra obra de teatro que se publica en el periódico donde aparece Terry como protagonista. Él continúa siendo un importante actor de Broadway, y ni siquiera la muerte de su esposa Susana, pudo detenerlo. Es un hombre muy fuerte, y me llena de alegría que esté bien, y que haya podido seguir con su vida.
Y fue así, como llegamos a nuestro último destino: Escocia… La tierra de mi príncipe de la colina… Tierra de leyendas, de verde perenne, de castillos y de paisajes sobrecogedores. Y me enamoré por segunda vez en nuestra luna de miel. Y jamás me quise ir… No fue difícil la decisión de querer quedarnos. Aunque sí un poco teñido de nostalgia, sobre todo al recibir las cartas de mis seres queridos que están del otro lado del océano. Pero no pude decirle que no a los ancestros de mi marido. Todavía recuerdo, cuando paseábamos cabalgando por la belleza salvaje de las Tierras Altas... Yo no podía dejar de sonreír, me encontraba sumamente encantada con todo lo que veía, entonces en un momento, escuché que Albert me preguntaba: "¿Quieres vivir aquí?" Yo un poco sorprendida, lo miré incrédula. "¿En serio?" le pregunté, pero su radiante y sincera sonrisa me dijo que no estaba bromeando. Dije sí, sin dudarlo, y no me arrepiento de ello. Aquí somos muy felices, los cuatro…
Sí… Los cuatro... Porque aquí me convertí en mamá, de dos adorables y terribles criaturas: Shaira, cuyo nombre tiene origen africano, y Logan, nombre de origen escocés. Mis dos lugares preferidos en el mundo, además del hogar de Pony, y la mansión de Lakewood.
Lakewood.. Mi mansión preferida, pero que lamentablemente ya no nos pertenece... Luego de tu partida, fue muy doloroso volver allí, para todos nosotros. Insólitamente, aquellas tierras siempre fueron golpeadas por la desgracia de la muerte. Es por eso que Albert decidió venderla, hace ya mucho tiempo... Y todavía lo extraño, sí... extraño pasear por sus hermosos rosedales, o visitar la mansión del bosque... Pero no me arrepiento de la decisión que tomamos, nos era imposible volver a pisar aquellas tierras... Era demasiado doloroso...
Logan fue el primero en nacer, hace ya cuatro años. Fue el primer día más feliz de nuestras vidas. Parecía tan pequeñito, tan indefenso… Pero hoy que lo veo trepar árboles, como yo lo hacía de pequeña, es que veo que en un futuro será igual a su padre, un hombre muy fuerte y noble, amante de la naturaleza. Es rubio y de ojos celestes. La copia idéntica de Albert.
Y Shaira, es la princesa de la casa. Toda una dama, aunque con sus escasos dos años de edad, ya quiere seguir los pasos de su hermano, en lo que trepar árboles se refiere, o jugar con los animales. Tiene el pelo de un color cobrizo claro, que por momentos hasta parece naranja, dependiendo de cómo los rayos del sol caen sobre ella, y unos ojos verdes esmeraldas, iguales a los nuestros, mamá…
Estoy segura que si estuvieras con nosotros, no podrías dejar de jugar con ellos. A veces, hasta Albert se olvida de ir a trabajar, con tal de quedarse jugando un rato más. Son increíblemente adorables, y compradores al extremo. Hacen de nosotros lo que quieren.
Sí, mamá… Aquí somos muy felices… La vida nos llenó de bendiciones… Y estoy eternamente agradecida por ello, por más que a veces aparecen días malos, pero sabemos que si estamos juntos, podremos enfrentar cualquier cosa, y mucho más…
Te extraño tanto, mamá… Pero sé que desde donde estés, velas por nosotros… Y estoy muy segura que desde lo alto, sonríes al vernos… Porque pude lograr lo que te prometí hace ya mucho tiempo... Sí, soy muy feliz…
Con un hondo suspiro, Candy cerró el diario de su madre. Luego de escribir la última frase, se dio cuenta que se había quedado sin palabras. Su mente se encontraba en silencio, meditando... Acarició con un dejo de nostalgia aquella tapa de cuero marrón, que conocía tan bien. Hacía mucho tiempo que no leía aquel viejo cuaderno.
Levantó la vista, y vio sorprendida que ya se había puesto el sol. No se había dado cuenta, que las últimas palabras las había escrito prácticamente a oscuras. El crepúsculo azulado se filtraba hacia la terraza e iluminaba las puntas blancas de sus dedos. Gradualmente puso sus recuerdos de vuelta en el viejo diario de su madre.
Mucho tiempo había pasado…
Y poco a poco, dejó que todo aquello llenase sus pulmones. Lo perdido, y lo ganado... Lo aprendido, y en cómo sobrellevar el destino...
Luz y sombra.
El destino no solo proyecta una sombra sino que algunas veces arroja un rayo de luz cegadora. Y recordó sonriendo lo que la señorita Pony le había dicho una vez…
"No sabemos lo que nos espera detrás de una esquina.
Aún si corres detrás de algo que te desgarre el corazón, no tengas miedo de conducirte hacia adelante, ahí de seguro habrá encuentros maravillosos que te abrazarán, esperando por ti detrás de cada esquina."
-Lo creo tanto… -susurró Candy- Porque fue ahí, donde te encontré, mamá…
Esperó sentada en la silla hasta que los recuerdos respiren un suspiro de confort y se enfríen en el diario que reposaba entre sus manos. Y ella también dejó salir un débil suspiro en la oscuridad.
Y entonces, una luz proveniente de la habitación a sus espaldas se encendió de repente.
-Estabas en la oscuridad. ¿Qué te pasa Candy?
Esa dulce voz que siempre la emocionaba. Se giró sin dudarlo, y allí los vio. A Albert, con sus dos pequeños, uno a cada lado, agarrados de su mano. Shaira vestía un hermoso vestidito rosa, y su largo cabello ondulado y cobrizo caía desordenado por su espalda. Y Logan, portaba un mini trajecito negro, el mismo que su padre usaba en ese momento. El traje fue regalo de Albert, luego de que el pequeño insistiera en que quería ser vestido igual que él.
Los tres la miraron con una sonrisa llena de amor. La misma sonrisa, como cortados con la misma tijera… Cómo pudo no haber escuchado al coche regresar...
-¡Bienvenidos a casa, mis amores! –exclamó corriendo a sus brazos.
-¡Mamá! –gritaron los pequeños, abalanzándose sobre ella.
Candy los abrazó, y los llenó de besos y de mimos por doquier. Su corazón desbordaba de alegría. Aún no podía creer lo feliz que era. Eran una familia. Una hermosa familia que se amaban con locura.
Luego de un momento, levantó la vista, y admiró por varios segundos a su marido. Albert se había puesto más apuesto con el paso de los años. Se lo veía como todo un padre de familia, con su barba incipiente cubriendo sus mejillas, algunas arrugas al costado de sus hermosos ojos celestes, más fornido que antes, y completamente vestido con su traje de negocios. Dios, era tan apuesto, que hasta se le hacía agua la boca, cada vez que lo miraba. Y era suyo, completamente suyo, en alma y corazón.
Albert la tomó de la cintura y besó sus labios con tanto fervor, que a Candy le temblaron las rodillas.
-No me mires así, pequeña… -le susurró al oído –O tendremos que conseguir una niñera para el resto de la noche… -comentó risueño.
-¡Albert! -Candy enrojeció hasta las orejas.
-¡Jaja! Adoro cómo te sonrojas, increíble que aún lo hagas después de tantos años de casados ¡Jaja!
Candy le dio un pequeño golpe en el brazo, pero tampoco podía dejar de sonreír. Estaba feliz. Era feliz.
-¿Qué es sonrojas? –preguntó Shaira desde su pequeña estatura.
Entonces, Albert se puso en cuclillas.
-¿Ves el rostro de mamá?
-Sí.
-¿Ves que está roja como un tomate?
La pequeña niña sonrió.
-Sí.
-Bueno, eso es sonrojar. Mamá se sonroja.
-Mamá, es un tomate –agregó su hermano, sacando la lengua.
-¡Jajaja! Sí, mamá en este momento es un tomate.
-¡Albert! No le enseñes esas cosas a los niños –lo reprendió Candy, cada vez más ruborizada. Logrando que estallaran los tres en carcajadas.
-Pero eres mi adorable tomate pecoso –agregó su marido, mientras volvía besarla con ternura en los labios.
-¡Papaaaaaá! –rezongó Logan, estirando su pantalón–¡Muéstrale a mamá las cartas que nos acaba de dar el cartero!
-¿Cartas? –preguntó Candy, interrumpiendo el beso.
-¡Ah, sí!
Entonces Albert, tomó dos sobres que reposaban sobre una pequeña mesa ubicada en el extremo de la habitación, y le dio una Candy, mientras el otro se lo quedaba él.
–Son cartas de América. La que te di es de tu padre. Y ésta –dijo señalando la que tenía en su mano –es de la tía Elroy.
-¡Wouw! vaya…
Lentamente, caminando, y mientras los niños daban saltitos y reían, se dirigieron los cuatro a la sala de estar de la mansión, sentándose en un amplio sofá que estaba ubicado frente a una hermosa chimenea encendida. Y mientras los pequeñuelos se disponían a jugar en el suelo con sus juguetes, ambos emprendieron la nostálgica tarea de saber qué noticias llegaron desde el otro lado del océano.
Luego de varios minutos de silencio, Albert exclamó con sopresa.
-¡Uf! Increíble... –Pero luego, insólitamente estalló en unas fuertes carcajadas.
-¿Qué pasó, Albert?
Pero Albert no podía detenerse. Le había agarrado algo parecido a un ataque de risa, que contagió inevitablemente a los pequeños. Y al cabo de un momento, los cuatro ya se estaban riendo, a todo pulmón.
-Vamos Albert, cuéntame, ¿qué pasó? –continuaba preguntando Candy, entre risas.
-Es que… ¡Jajajaja! Neal… ¡jajajajajaja!
-Neal ¿qué? ¡Albert! –Candy ya estaba exasperada.
-¡Neal se fugó con Josephine!
-Nooooooooooooooooooooo.
-Síiiiiiiiiiiiiiiii ¡jajajajajaja!
-¿Y por qué te ríes tanto?
-Es que la tía Elroy está horrorizada. Quiere… Quiere… ¡Jajajajaja!
-¿Qué quiere, Albert?
-Quiere que yo vaya, lo busque hasta encontrarlo, y lo traiga acá con nosotros a trabajar a Escocia.
-¿QUEEEEEEÉEEEEE?
-¡Lo que oíste! ¡Jajajajajaja! Dice que se casó con Josephine en un pequeño pueblucho de México. Y que desde entonces no sabe nada de él. Pero que la señora Peterson fue a Florida únicamente para amenazarle con hacerle una demanda. Que su preciosa hija no puede casarse con alguien como Neal Leagan. Entonces, quiere que yo interceda.
Esta vez fue Candy la que estalló en risas.
-¿Y tú qué puedes hacer? Ya son grandes Albert. Y si son felices ¿cuál es el problema?
-Lo mismo pienso yo –concluyó él, doblando finalmente la carta, para guardarlo dentro del sobre.
-La tía Elroy tiene cada idea...
-¡Jajaja! Sí... Ni Florida puede detenerla.
-Ahora, Neal y Josephine… ¿quién lo hubiera imaginado?
Ambos se miraron unos segundos, estallando nuevamente en carcajadas. Luego, cuando por fin pudieron hablar, Albert observó la carta que aún reposaba en las manos de su esposa.
-Ahora dime… ¿Qué cuenta tu padre? –preguntó, rodeándola con sus brazos.
-Sí, mami, ¿qué cuenta el abelo? –preguntó la pequeña.
Candy sonrió, al ver como sus retoños se sentaban sobre sus regazos. Logan fue directo a los brazos de su padre, mientras Shaira se sentó sobre ella, y comenzó a jugar con su cabello. Eran tan hermosos... Y estaba tan enamorada de ellos, de su familia...
-Bueno, el abuelo cuenta que comenzó a trabajar. Dice que el haber vuelto a Nueva York le ha sentado muy bien, porque finalmente pudo hacer las paces con sus padres, y que como su papá ya está un poquito cansado, entonces le pidió que él vuelva a hacerse cargo de las empresas.
-Oh, vaya… -susurró Albert.
-Sí, y que está muy feliz de haber vuelto. Porque el trabajo sirvió como una medicina para él. Dice que nuevamente comenzó a sonreír... -Candy hizo una pequeña pausa.
-¿Y? -preguntó Albert, impaciente.
-Y... No me quiero adelantar, pero me habla mucho de una secretaria suya... -finalizó pensativa, con una leve sonrisa apareciendo en las comisuras de sus labios.
-¿Y tú crees que...?
-No lo sé, puede ser...
-¿Y te parece bien? -Albert preguntó esto dubitativamente.
Candy dio un profundo suspiro.
-Creo que la vida lo golpeó mucho en el pasado, y se merece ser feliz...
Él asintió.
Los cuatro se quedaron en silencio, haciéndose mimos, mientras miraban hipnotizados las llamas del fuego que bailaban en la chimenea.
-Annie está embarazada de nuevo… -comentó Candy, rompiendo el silencio –ayer me llegó una carta de ella…
-Sí, me enteré. También me llegó una carta de Archie. Están muy felices e impacientes por su segundo hijo.
-Annie dice que la pequeña Maríe también está muy feliz. Y claro, tiene la edad de Logan, ya quiere un hermanito con quien jugar.
-Y nosotros queremos unos primos con quien jugar… -agregó Logan, con el rostro escondido en el cuello de su padre.
-¡Pero Logan! -exclamó su madre. -Acá también tienes con quién jugar, está tu hermana y tienes muchos amigos.
-Pero yo quiero primos -concluyó éste haciendo pucherito.
-¡Y yo también! -dijo su hermana mientras continuaba jugando distraída con el cabello de su madre.
Albert miró detenidamente a Candy, y un pequeño brillo iluminó el rostro de ambos.
-Y sí..
-¿Tú dices?
-Sí, ¿por qué no?
-Pero…
-Vamos Candy… Sé que extrañas al igual que yo…
-Pero…
-¿Qué, qué? –preguntaron sus pequeños al mismo tiempo.
Albert se acomodó en el sillón, y sin quitarle la vista a su mujer, preguntó.
-¿Qué les parece si vamos a pasar unas semanas a América?
-¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, yuuuuuuuuuuuuuuuupiiiiiiiiiii! –exclamaron al únisono Shaira y Logan, al mismo tiempo que saltaban del regazo de sus padres.
-¡Auch! -se quejaron ambos.
-¡Cuidado! -los reprendió Albert.
Candy sonrió. No cabía duda, su marido la leía como la palma de su mano. Era cierto, desde el nacimiento de Shaira no veía a su familia ni a sus amigos más queridos. Extrañaba con locura a la señorita Pony y a la hermana María. A Annie, a Archie, y a la hermosa Marie. Extrañaba a sus tías, a su padre, a su abuela, y a toda su familia... Dios, cómo extrañaba todo, y a todos… Escocia era su hogar, pero parte de su corazón siempre estaría en América, eso era innegable. Y es por eso que cada tanto, necesitaba una dosis del amor fraternal de sus seres queridos. Y Albert lo sabía, siempre lo sabía... Lo intuía, sabía siempre de antemano cada sentimiento o pensamiento que la atravesaba...
Entonces, mientras observaba embelesada a sus niños que habían vuelto al piso, conversar y planear todo lo que harían cuando llegaran a América, que trepar al padre árbol, que jugar con el tío Archie y con Marie, que visitar a la señorita Pony y a la hermana María, que jugar con todos los niños del hogar... mientras los observaba hablar de todo eso, es que se dio cuenta que no podía contener todo el amor que la embargaba. Se giró y vio que su marido estaba igual de embelesado que ella observando el constante parloteo de sus hijos. Entonces, despacio y en silencio, se fue acercando más a él. Albert la sintió, y también la miró. Y cerrando los ojos se dejó acariciar el rostro por las suaves manos de su esposa.
En un momento, él volvió a abrir los ojos y se encontró con la brillante mirada enamorada de Candy. Oh, cielos, cuánto la amaba... Y sin mediar palabra, se besaron tiernamente, con el eco de las voces de sus niños de fondo y el crepitar de la chimenea.
Sí, por fin el mundo giraba correctamente, y todo estaba en su lugar. Por fin eran una familia feliz y enamorada de la vida... Cumpliendo el sueño que una vez, hace mucho tiempo, nació tras un mágico recuento de estrellas... Y que de ahora en más, todo iría bien, más que bien...
Porque a veces, el amor es así, llega para quedarse y no irse jamás...
Y así, entre besos y suspiros, se miraron una vez más intensamente a los ojos, como tantas otras veces, declarándose con ternura...
-Te amo Albert…
-Y yo a ti, pequeña...
FIN.
Aclaración: Ciertas frases de este capítulo, fueron sacadas de CCFS ;)
Y por fin llegó el tan esperado FIN! Síiiiiiiiiiiiiiiii! :) :) :)
MUCHAS GRACIAS A TODAS/OS POR ACOMPAÑARME EN ESTOS 5 LARGOS AÑOS!
Gracias de verdad. Estoy segura que sin sus palabras de aliento en cada comentario, esta historia no hubiera llegado a su final. Por todo esto y por mucho más, gracias, muchas gracias.
Y quiero agradecer especialmente a:
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Y todos aquellos anónimos, y los que me dejaron comentarios en los grupos de yahoo y Facebook… Los que favoritearon mi historias, los que le hicieron follow, a todas y a todos... Espero no haberme olvidado de nadie... Y si lo hice, déjenme en los comentarios y les agrego ;)
A TODOS, GRACIAS!
Esta historia nació gracias a candymundo y sus hermosos fics, que me impulsaron a también escribir uno… y fue creciendo con el paso del tiempo, mutando, tomando forma hasta llegar a ser lo que es hoy.
La historia de la mamá de Candy fue basada en una profesora mía que cuando comencé a escribirla se encontraba en plena lucha contra un cáncer de pulmón, el más maligno, el de las células pequeñas, y que mágicamente sobrevivió dos largos años, hasta que la enfermedad se la llevó. Los médicos sólo le daban seis meses de vida, y aún así logró sobrevivir 2 años… Inicialmente la madre de Candy vivía, con la esperanza de que lo haga también mi profesora, pero luego me encontré con el día en que me enteraba de su muerte, entonces me di cuenta que a veces la vida no es todo color de rosa, y la muerte a veces te despierta de la peor manera…
Pero así como Candy sobrevivió a todas las desgracias de su vida, creo que nosotros también podemos hacerle frente, y sonreír buscando la felicidad en todas partes.
Porque dentro de todo, la vida es bella, y son nuestros seres queridos lo que lo hacen así… ¿no lo creen?
Muchas gracias nuevamente, por estar allí, y acompañarme hasta el final.
Espero que les haya gustado el epílogo también :)
Nos vemos en la continuación de LA ESPOSA, que será dentro de muy poquito…
Hasta la próxima y sean muy felices!
Besooooooooootes!