Capítulo 6
El grito de Filia ante semejante aparición fue mayúsculo. Sus efectos en el sueño y en el estado de nervios de los vecinos de la plaza resultaron tan devastadores como lo podrían haber sido los de la risa de Naga. Incluso el propio Xellos quedó impresionado ante la capacidad pulmonar de la dragona.
-Tranquila, Filia, que nunca me he comido a nadie. -dijo el demonio con su eterna sonrisa y su tono cantarín y burlón.
-¿Qué... ? ¿Qué diablos haces tú aquí? -inquirió Filia horrorizada, mientras instintivamente estrechaba contra su cuerpo al pequeño Var.
Otro grito irrumpió en la escena:
-¡¡FIIILIIIAAAAAAAA!!
Xellos giró la cabeza para ver a una mujer alta, morena y con flequillo de perro pastor espada en ristre cubriendo la puerta de la habitación. Justo detrás estaba otra chica morena, más pequeña de estatura y más joven, de ojos azules y tez blanquecina, que le miraba con gesto de sorpresa y el cuerpo crispado. El diablo no tardó en reconocerla.
-¡Huy! Pero si es la pequeña Amelia... casi tan pequeña como siempre. Pero a ti... -se dirigió a Luna- A ti no te conozco. Oye, Filia, ¿quién es esta belleza?
Luna notaba que aquel desconocido que de pronto había irrumpido en casa de Giras emanaba una cantidad enorme de energía negativa, pero había otro aspecto de aquel joven con el pelo cortado a lo paje que le llamaba la atención sobremanera: su asombroso (casi epatante) parecido con su padre (y, por ende, con ella misma).
-¿Quién coño eres?
-Se... señorita Invers... -intervino Amelia- Es... un viejo conocido.
Xellos puso cara de muy ofendidísimo y asaz dolido:
-¿"Conocido"? ¿Tanto tiempo juntos, tantas experiencias compartidas, para que me llames "conocido"? ¡Venga ya, Amelia! ¿Es que ya no somos amigos? ¿Se te ha subido la sangre azul a la cabeza? ¿Por qué no me presentas a esa chica que tienes delante, espada en ristre? Parece buena gente.
Pronto se agolparon tras la puerta Giras, Noel y Naga , quienes, alertados por los gritos, llegaron corriendo de forma atropellada por el angosto y oscuro pasillo, rompiendo un par de piezas de lujosa porcelana a su paso. Se quedaron en una segunda fila (por detrás de las aún inmóviles Amelia y Luna), contemplando el espectáculo con asombro.
-¡Vaya! -dijo Xellos al oír llegar a los nuevos espectadores- Qué bueno que se una más gente a la fiesta. Ya que vamos a tener una reunión, ¿por qué no vamos al salón? Al menos, allí habrá más sitio.
Luna tomó cartas en el asunto y subió la guardia, sosteniendo la espada fuertemente con ambas manos a la altura de sus caderas, con los brazos ligeramente separados del cuerpo. Con voz serena, casi apática, y la cara muy seria, parcialmente velada por su flequillo, advirtió:
-No sé quién eres ni de dónde sales, y maldito lo que me importa. Sólo te ruego que abandones esta casa.
-¡Ten cuidado con él -exclamó Filia-: este bastardo estuvo a punto de exterminar a mi especie él solo!
-E... en eso tiene razón, señorita Invers. -añadió Amelia.
Xellos se mesón el mentón, divertido:
-Así que te llamas Invers. ¿Luna Invers, quizá? Si de veras eres ella, supongo que sabrás quién soy yo.
Sin bajar la guardia, Luna sonrió a media boca:
-Hum... Interesante. Así que tú eres Xellos. ¿Es esta la forma que sueles tomar? No tienes mal gusto. Me recuerdas a alguien que conozco.
Naga lanzó al demonio una mirada de soslayo, con aires de suficiencia:
-La verdad es que no está mal. Si llevara menos ropa...
-Lo mismo digo -contestó Xellos con su sonrisa inalterable-. Nunca había estado con tantas chicas guapas en una misma noche. Y el Caballero de Ceiphied entre ellas. Es todo un honor. Por cierto, Luna... ¿Puedo llamarte Luna? Bueno... Hay algo que deberías saber acerca de tu hermana...
Amelia, señalando con su índice justiciero, se adelantó un poco respecto a Luna y clamó, apretando los dientes de rabia:
-Como le hayas hecho algún daño a Lina, no habrá agujero en este mundo ni en el otro en el que puedas esconderte.
Luna volvió a su rostro serio y a su voz aséptica:
-Alteza, conteneos. Eso es precisamente lo que les fortalece. - luego se dirigió a Xellos- ¿Ahora le haces de correveidile a tu señora, Xellos? ¿Y acostumbras a irrumpir en las casa de la gente y a molestar a los niños?
El demonio se acercó a Luna con aire tranquilo, sin dar muestras de que su espada le inquietase:
-Bueno... Lo de molestar a Vargarv...
-¡¡Es "Var", pedazo de mierda!! -interrumpió Filia con la cara desencajada por el odio, al borde de la histeria- ¡¡"Var"!! ¡¡No vuelvas a pronunciar ese nombre en mi presencia!! ¡¡Y fuera de esta casa!! ¡¡Largo!! ¡¿Me oyes, hijo de puta?! ¡¡Largo!!
Ante tan tensa situación, el pequeño Var rompió a llorar de nuevo. En ese momento, los ojos de Filia, inyectados en sangre, parecía que se iban a salir de las órbitas. Su cola dorada de dragón se puso tan tensa que daba la sensación de que podría apuntalar el techo. El lazo rosa en su punta se agitaba como el banderín de auto de choque.
-Filia, por favor, cálmate -dijo Luna en un tono neutro, para luego dirigirse de igual manera a Xellos-. ¿Qué tienes que decirme de mi hermana? Suéltalo y piérdete. No tengo toda la noche.
-Digamos que podría estar metida en problemas muy gordos dentro de poco.
Luna suspiró:
-Cuéntame: ¿a qué clase de problemas te refieres?
-Ya te lo he dicho: muy gordos. -contestó el Sacerdote de las Bestias casi riéndose.
Naga se adelantó e intervino:
-¡Eh, Luna! ¿Por qué no le rebanas el gaznate y nos largamos a buscar a Lina?
Xellos no pudo por menos que responder, dado que aquella pregunta no iba dirigida a él:
-Porque Luna es una chica lista y sabe que ya me ha dado tiempo a contactar con su hermana. -luego miró a Luna mientras su sonrisa iba siendo más y más amplia- ¿Verdad?
Por un breve instante, Luna apretó los dientes y sintió un ligero escalofrío recorrerle la espalda de arriba a abajo, como una serpiente fría y áspera. Xellos mostró su mirada abriendo sus ojos color amatista. Luna podía ver en ellos que el espíritu se regocijaba en su efímera muestra de debilidad. Por eso mismo, el Caballero de Ceiphied se recompuso para decir:
-Pero tú también eres un chico listo y me vas a decir dónde está.
Xellos rió y respondió:
-Hablas como si no quisiera decírtelo. ¿A qué he venido aquí entonces?
-Estupendo -respondió Luna-. Me dices dónde está y qué es lo que pasa con ella. Luego te largas y todos tan felices.
Xellos hurgó un momento bajo su jubón y sacó un reloj dorado de bolsillo. Abrió la tapa de la esfera, la miró, luego dedicó una de sus sonrisas a la concurrencia y dijo:
-Lina está en algún lugar del reino de Saillun. Y está empezando a tener problemas serios. Se me hace tarde, así que no puedo entrar en detalles. Echad mano de vuestros oráculos, que para algo están. Hasta otra.
-Tú no vas a ninguna parte sin antes contarme un par de cosas. -interrumpió Luna con el tono seco e inexpresivo que llevaba usando con Xellos desde que apareció y con los músculos tensos, como dispuestos a entrar en combate.
El cuerpo de Xellos se fue poco a poco retorciendo como una columna salomónica mientras se iba poco a poco convirtiendo en una formación de denso humo negro como la pez. Noel atribuyó semejante visión a los efectos de la ingente cantidad de sustancias extrañas que recorrían sus venas y que ya casi venían a sustituir a la sangre.
-¿Me lo vas a impedir tú, Luna Invers? -desafió el demonio.
La respuesta de Luna no se hizo esperar y, de forma casi mecánica, como si de un autómata se tratase, avanzó hacia la nube de humo negro, espada en alto, gritando:
-¡¡Filia, apártate!!
La dragona se hizo a un lado con Var en brazos y corrió como pudo, procurando no tropezarse con nada, donde estaba Amelia, que prefirió también despejarle el terreno a Luna y ver discretamente los toros desde la barrera (o desde la puerta de la habitación) para evitar males mayores. Naga se quedó porque seguía buscando una ocasión para meterse en una buena pelea esa noche, y Noel, porque seguía tan fascinado con la visión de Xellos en su forma real que no podía ni moverse. A lo mejor al joven aquella imagen le evocaba el denso humo de los canutos, o puede que Xellos de pronto le pareciera un inmenso "chino" de heroína. Sea como fuere, oportunidades así no se desperdician, así que decidió quedarse.
Entre maldiciones que hubieran hecho ruborizarse a un camionero, Giras acompañó a la puerta de la habitación a la princesa de Saillun y a su jefa. No se fue más lejos para vigilar que no destrozasen demasiado su casa. Estaba dispuesto a echar mano de sus bien cebadas pistolas, si fuera necesario.
Luna asestó un violento golpe en vertical de arriba a abajo a la nube, la cual, para evitar daños, se dividió en dos ella sola una fracción de segundo antes de que la espada del Caballero de Ceiphied lo hiciera. Las dos mitades de Xellos rodearon a Luna por ambos flancos para confluir y fundirse de nuevo justo a su espalda, en el mismo punto donde se encontraba Noel. El joven, que se vio de pronto atrapado en un remolino de materia negra, se puso a hacer movimientos espasmódicos con los brazos en cruz, las piernas separadas y el cuerpo ligeramente echado hacia atrás, mientras ponía los ojos en blanco y babeaba como un perro rabioso. Ningún síndrome de abstinencia y casi ningún mal "trip" le habían acarreado una reacción sistémica tan virulenta. El pobre hombre debía de estar sufriendo de verdad. Amelia, al ver la injusticia que se estaba cometiendo ante sus ojos, entró de nuevo en la habitación, para señalar de nuevo con el dedo y exclamar:
-¡Suéltalo, Xellos! ¡Ese pobre muchacho no te ha hecho nada!
-¿Y qué vas a hacer, Amelia? ¿Cantarme algo? -contestó el demonio, burlón.
La princesa de Saillun apretó los dientes mientras adelantaba el pie izquierdo y extendía su brazo derecho hacia atrás, como un lanzador de jabalina. Pero la forma esferoidal que crecía en su mano derecha no era una lanza sino...
-"Fuente de todos los espíritus que vagan por toda la eternidad;
llama azul que nunca se apaga..."
-Ese hechizo... ¡La-Tilt! -susurró Naga, que observaba con el rabillo del ojo a su hermana pequeña mientras con el otro no perdía de vista a Noel, quien estaba justo delante de ella, encarando a Luna.
Luna, que veía justo delante de ella a Noel, aún convulsionándose, envainó la espada y tomó ejemplo de la joven princesa, a la que vio aparecer justo detrás de Noel y Xellos. Mientras, sin necesidad de recitar el mantra, el La-Tilt crecía también en su mano derecha, Luna giró sus ojos a su derecha para encontrarse con los de Naga y dijo:
-A buen seguro vos también domináis este hechizo, ¿no, princesa Gracia?
-"Apelo al poder que duerme dentro de mi alma..." -la aludida hizo un inciso, muy seria:- Por esta vez dejaré que me llames así.
Xellos se vio de pronto en una situación bastante comprometida. Lo de jugar al ratón y al gato con Luna Invers a lo mejor no había sido tan buena idea. También reparó en que con lo de tomar a Noel como rehén no se había cubierto de gloria, precisamente. Un fuego cruzado de La-Tilt podría reducirlo a la nada en un instante, sin apenas daños significativos en el cuerpo o el espíritu de su rehén, que, a fin de cuentas, era humano, o algo parecido, al menos. El caso es que era el que le pillaba más a mano en ese momento, y que tenía mucha prisa por largarse de allí y dejar que los acontecimientos siguieran su curso sin que él tuviera que intervenir en ellos más de lo estrictamente necesario. Y ahora que tenía a Amelia a la espalda (por así decirlo), a Naga por el flanco izquierdo y a Luna en frente, todas ellas cargando un La-Tilt, sí que se podía decir que, en efecto, tenía mucha prisa por abandonar esa habitación. Aunque fuera por una indigna ventana. Como esa que tenía justo a su derecha, entreabierta. A la ocasión la pintan calva, dicen. Así que, ni corto ni perezoso, Xellos, aún hecho un cono de densa bruma negra, estiró su etéreo ser hacia la derecha (la suya y la de Noel) en forma de arco, y fue filtrándose por la rendija de la ventana mientras iba desenroscándose del cuerpo tembloroso de Noel, que cayó al suelo como un peso muerto en cuanto el espíritu maligno hubo abandonado la sala. Amelia se arrodilló ante él y le tocó la frente, helada y sudorosa, con cara de preocupación.
-¿Estará bien?
Luna también se acercó a él y le apretó ligeramente le cuello, justo por debajo de la mandíbula inferior. Esperó así unos segundos y dijo:
-Está vivo, que no es poco. Es más: parece que su corazón late a un ritmo normal.
Naga rió de forma estrepitosa, como sólo ella era capaz de hacerlo:
-¡¡HAAAAA, HA, HA, HA, HAAAA!! Menos mal. Ya pensaba yo que Don Sonrisas me había echado a perder la tesis doctoral.
Amelia señaló con el dedo a su hermana mayor:
-¡Gra... Naga! ¡¿Cómo puedes ser tan...?!
-¿... irresistiblemente bella? -interrumpió la hechicera negra, con sorna, mientras echaba hacia atrás su larga melena negra con un golpe de mano.
-Dejad de gritar. Bastante asustado está ya Var.
Las tres se giraron hacia Filia, que acababa de entrar de nuevo en la habitación. De su mano estaba el pequeño Var, que se frotaba con el dorso de su mano libre uno de sus grandes ojos, en un síntoma evidente de sueño y con una adorable cara de fastidio infantil. Aquella visión hizo que Naga reaccionase de una forma poco normal en ella. La enorme bruja se puso en cuclillas delante del niño-dragón y le acarició la cabeza, diciendo con voz suave:
-Te hemos despertado antes con tanto jaleo, ¿verdad? -luego cogió al niño en brazos y pensó- (¿Cuánto estaría dispuesto a pagar alguien por un niño con alas? Es muy mono.
De pronto, Naga vio cómo el semblante de Var cambiaba. Tenía en su rostro una expresión de evidente enfado.
-Te aconsejo que no te tomes tantas confianzas con él -advirtió Filia en un tono de desagrado.
-¿Por qué? -le preguntó Naga, para luego dirigirse a Var, con una sonrisa melosa- ¿Es que no te gusta la bellísima y maravillosa tía Naga, pequeñajo?
El mortal hacia atrás que hizo el pequeño dragón para liberarse de los brazos de aquella inquietante desconocida dejó a los presentes absolutamente anonadados, pero no menos efectista fue el ver a Naga salir despedida en dirección opuesta, como si algo hubiese estallado de pronto en sus manos, y estrellarse contra la pared, haciendo vibrar toda la habitación con el impacto.
-Es evidente que no le caes bien. -respondió Filia, con una sonrisa sarcástica.
La Serpiente Blanca cayó sentada al suelo, jadeando y con la cara desencajada por el dolor.
-Maldito renacuajo... ¿cómo es posible?
Luna intervino para dar una explicación:
-Var no es un niño normal. Es un dragón antiguo. Particularmente fuerte, además. Prueba de ello es lo que te acaba de hacer. También el hecho de que le sea tan fácil mantener una apariencia humana a pesar de ser tan joven.
Naga, aún perpleja, se levantó del suelo tambaleándose y maldiciendo:
-¡Jo... joder! ¿Y por qué puñetas no se mantiene con su forma de dragón?
La enorme hechicera se percató de que Var la miraba con el ceño fruncido, la nariza arrugada y la boca torcida. Amelia se tapó la boca para que su hermana no viera que estaba conteniendo la risa a duras penas. Esta vez fue Filia la que contestó:
-Imitación, supongo. La mayor parte del tiempo que estoy con él lo paso bajo esta falsa forma con que me ves ahora, así que él hace lo mismo. Todos usamos a nuestros padres como modelo de conducta cuando somos pequeños.
-Excelente clase de psicología, chica con cola. -dicho esto, Naga miró a Filia con una sonrisa cínica- No sabía que aún quedaran dragones antiguos por ahí. Creía que esos genocidas de los dragones dorados se los habían pasado por la piedra a todos. ¿A cuántos te cargaste tú, madre amantísima? ¿O crees que no me he fijado en tu bonita cola?
Filia volvió a echar mano de su lucero del alba, con la cola erizada.
-¡Se acabó! ¡Te voy a hacer pedazos!
Amelia se interpuso, con los brazos en cruz y mirando a la dragona:
-¡Filia, por favor! ¡No le hagas caso! ¡Sólo quiere provocarte! -luego se giró rápidamente hacia su hermana- ¡Y tú no tienes derecho a hablar así! ¡Tú no conoces a Filia!
-¡HAAAAAA, HA, HA, HAAAAA! Conozco la historia, y para mí eso es más que suficiente.
El pequeño Var anduvo lentamente hacia su madre y se abrazó a ella. Luego alzó la vista, buscando los ojos de su madre, a los que encontró enrojecidos. El joven dragón sonrió. "Qué sabrá ella, ¿verdad?", venía a decir aquella sonrisa. Filia relajó su gesto mientras acariciaba la cabeza de su hijo adoptivo. Luego volvió a guardar la maza bajo su camisón y se dirigió a Naga, en un tono pausado, con un aire de tristeza:
-Debes de vivir muy feliz, en un mundo donde es tan fácil ubicar a los buenos y a los malos y donde todo es tan fácil de entender.
Y probablemente aquellas palabras tuvieron en Naga el efecto deseado, ya que se le borró la sonrisa de golpe. Aún así, la orgullosa bruja no se privó de decir la última palabra. O más bien de fingir que podía decir una última palabra que, para qué engañarnos, ya estaba dicha:
-Piensa lo que quieras de mí, lagartija. Pero no pretendas darme lecciones de nada. No me caen bien los fanáticos, ni los salvavidas, ni los salvapatrias que se creen que tienen a la Verdad sentadita en su hombro.
Luna se agachó ante Noel y, como si nada estuviera ocurriendo, volvió a centrar el interés de sus accidentales compañeras de vigilia en el tema que les había reunido en casa del zorro:
-Bueno... Ayudadme a llevar a este hombre al salón e intentemos localizar a Lina con nuestros oráculos.
-Espero que no importe que me falte uno de mis amuletos Chalzen. -dijo Amelia mientras ayudaba a levantar a Noel y pasaba uno de sus brazos por encima del hombro.
Todos abandonaron la habitación excepto Filia, que se quedó para acostar a Var. Una vez en el salón, Luna y Amelia se encargaron de acostar a Noel en el sofá, mientras los demás tomaban asiento en sillas que ellos mismos dispusieron alrededor de la mesa camilla, constituyendo un "petit comitée" al que el Caballero de Ceiphied se unió en cuanto comprobó que Noel estaba recuperando el color en la cara y que había dejado de sudar. Giras abrió la sesión maldiciendo en voz baja la hora en que dejó entrar en su casa "a estos impresentables". Luna intervino:
-Mi oráculo sí está completo. Es la espada misma. Lo que no sé es si será suficiente para rastrear a Lina yo sola. Tendréis que ayudarme Filia y vos, Alteza.
Filia intervino según tomaba un taburete y lo plantaba junto a Giras para sentarse en él a la mesa:
-Yo no sé cómo. Mi gema de sacerdotisa del Dios Dragón de Fuego se la entregué al Gran Anciano cuando presenté mi dimisión. Y el de Amelia...
-Es verdad, Alteza, -a Luna le picaba la curiosidad - ¿qué fue del otro amuleto Chalzen?
Amelia dio un respingo, con un intenso rubor en sus mejillas, y llevándose ambas manos ante la boca, nerviosa, balbuceó:
-¡Ah! Esto... Bueno... Yo...
-Está bien. -interrumpió Luna- Supongo que si todas arrimamos el hombro no nos será demasiado difícil dar con Lina.
-Lo que no sé es hasta qué punto será verdad lo que decía aquel demonio. -dijo Naga, extrañamente reflexiva.
-De ese detritus infecto te puedes esperar cualquier cosa menos una verdad. -espetó Filia con los brazos cruzados, la boca torcida y la nariz arrugada.
-Y, conociendo a los demonios, el hecho de que dijera la verdad -intervino Luna- no sería demasiado halagüeño.
-Es verdad. ¿Y si Xellos está preparando alguna especie de trampa? -preguntó Amelia preocupada.
-¿"Alguna especie de"? ¡¡HAAAAAA, HA-UNGF!!
Naga se vio de nuevo con la maza de Filia en la boca.
-¿Qué te he dicho yo acerca de despertar a Var?
Naga se la sacó como pudo y, sin perder la sonrisa, continuó:
-Amelia, por favor: si lo que Luna dice sobre lo de que los demonios podrían ir detrás de su hermana es verdad, está claro que ese tío lo que quiere es hacernos una cama de cuatro por cuatro, con banderilleros y picadores.
-En cualquier caso es igual -dijo Luna-: tenemos que ir a buscar a Lina y tenerla bien vigilada. Lo demás no importa.
Noel comenzó a cantar en voz baja:
-I know the roads down which your life will driiiive /
I find the key that lets you slip insiiiide...
-Entonces... es posible que vayamos de cabeza a la boca del lobo. -volvió a reflexionar Naga.
-Sí. -confirmó Luna- Pero no tenemos más opción. Es eso o esperar a que pase lo que tenga que pasar, y puede que para entonces sea tarde para arreglarlo.
-Yo no estoy segura de querer comprobar qué es "lo que tenga que pasar" -Amelia se dirigió a Luna, mientras se levantaba bruscamente de la silla y ponía un pie sobre la mesa y los brazos en jarra-. Además, ya le he dicho que, si es por Lina, no me importa exponerme a lo que sea.
-Esto... Amelia, tesoro... ¿hace falta que me manches el tapete? -repuso Filia, visiblemente molesta.
La joven princesa volvió a sentarse tan bruscamente como se había levantado y se rascó nerviosamente la nuca.
-¡Je, je...! Lo siento, Filia. Es un tic de mis años mozos.
De pronto, una voz temblorosa interrumpió la reunión:
-He... Her... gest Ridge.
Todos miraron hacia el lugar desde donde se suponía había sido regurgitada aquella voz, para comprobar que Noel estaba allí, sentado y con una mirada que parecía fija en el grupo de alrededor de la mesa, pero que en realidad estaba perdida en un punto indeterminado del salón.
-¿Cómo has dicho, Noel? -preguntó Naga, extrañada.
-Hergest Ridge. -respondió Noel, con el tono de quien dice una verdad de Perogrullo.
Luna se levantó y se sentó en el sofá junto a él. Mentalmente, el caballero de Ceiphied le colocó una lámpara enfocándole directamente a la cara y prosiguió el interrogatorio:
-Y dime, chico, ¿qué demonios es eso de Hergest Ridge?
Tras una pausa que denotaba el titánico esfuerzo que debió hacer el muchacho para coordinar las acciones de rascarse la nuca y pensar, respondió:
-Es un disco de Mike Oldfield. Pero el tío del bastón me dijo que una tía llamada Lina estaba allí. A lo mejor colaboró en el disco, la tal Lina.
Luna agarró fuertemente la cara de Noel por la mandíbula inferior con una mano y replicó:
-¿De qué coño estás hablando? ¿Me estás tomando el pelo? Te advierto que he tenido una noche muy movidita, y que mi paciencia está empezando a agotarse.
Los argumentos que esgrimió Noel en su defensa no dieron a nadie ninguna duda...
-¿Eeeeh?
... de su profunda oligofrenia.
Filia fue también a sentarse junto a Noel en el sofá. Le cogió del hombro y le dijo en un tono de voz que daba apariencia de complicidad:
-Mira, chico: yo que tú no le haría enfadar. Ya has visto lo agresiva que se pone Luna cuando se enfada. Y más, cuando tiene esa espada a mano. Así que sé bueno y dinos qué es eso de Hergest Ridge.
-Es una aldea que hay en el reino de Saillun, a unas dos jornadas a caballo de la Capital. Sé bien cómo llegar.
La respuesta no vino de Noel, evidentemente, sino de Amelia.
-¿Estáis segura, Alteza? –preguntó Luna.
-Sí. Conozco bien mi país. Es mi trabajo. Sólo tenéis que darme tiempo para que avise a mi séquito de que tengo que volver a Saillun. Lo que no sé es qué me inventaré para suspender la visita oficial.
-Pero va a ser un viaje muy largo desde aquí. -añadió Naga- Y más aún, si vamos a pie. Vamos a necesitar... Todos sabéis montar a caballo, ¿verdad?
-¿Quién ha hablado aquí de caballos, rica? –intervino Filia- Yo misma puedo llevaros allí en unas horas. Si salimos ahora mismo, a primera hora de la mañana ya estaremos.
-¿Seguro que podrás, jefa? –preguntó Giras preocupado- No has dormido casi nada esta noche. Estarás cansada...
-No te preocupes, Giras. Será como un paseo para mí. Además, hace ya mucho que estoy desvelada.
-¿Otro viaje en Filia? ¡Ji, ji, ji...!Esto va a ser divertido. –dijo Amelia con una amplia sonrisa.
La dragona se giró hacia la princesa con la cola erguida y tensa.
-Te lo advierto, Amelia: no pienso tolerar ni una bromita cuando estemos en vuelo, ¿de acuerdo? Bastante me cabrea ya el hecho de saber que no voy a dormir hasta mañana, por lo menos.
-¿Seguro que suspenderéis la visita oficial? –inquirió Luna para calmar la situación.
-Si es por Lina, sí. –la princesa cruzó los brazos y dibujó en su cara una sonrisa que casi podría calificarse como malévola- Además, era sólo para unas conversaciones acerca de algunos puntos poco claros del acuerdo comercial entre Saillun y Zefielia. Mucha pompa y boato, pero nada que comprometa nuestras relaciones diplomáticas. Mandaré mi séquito a la Capital con un mensaje para nuestro Ministro de Hacienda, invitándole amablemente a que venga él aquí por mí el mes que viene. Va siendo hora de que ese pazguato se gane el sueldo.
-¿Y cuánto tiempo necesitaríais para eso, Alteza?
-Teniendo en cuenta que hay prisa, calculo que en una hora o poco más lo tendré todo atado y bien atado.
-(Qué mal ha sonado esa frase) –pensó Giras.
-¿De verdad piensas cancelar por las buenas una visita oficial, por banal que sea? ¿No te preocupa la imagen de tu reino? –regañó Naga a su hermana pequeña.
-Sólo la postergaré un mes. Creo que lo que tenemos entre manos es mucho más importante que ese acuerdo comercial. –replicó Amelia, visiblemente molesta.
-Pero hace años que ese acuerdo pasa por un mal momento, debido a las prácticas monopolísticas de los vinateros del Zefielia, y no es que me importe tu reino ni los vinateros de los cojones, pero tú sí, y tu deber...
-Sé cuál es mi deber, Gra... Naga: ser una buena reina en el futuro. Y una buena reina no deja que lo urgente le haga olvidar lo importante. –el tono de voz de Amelia se agriaba por momentos
-¡Pero si eso es precisamente lo que estás haciendo! –clamó Naga- ¿Qué es lo que va a pensar de esto pad... el príncipe Filionel? ¿Qué clase de representación diplomática es la que estás llevando a cabo?
Noel, Filia, Giras y Luna, que llevaban ya un rato pendientes de la discusión con los ojos como platos, sin nariz y con una enorme gota de sudor a un lado de la cabeza, mientras cuervos y pulpos revoloteaban a su alrededor, vieron que los grandes ojos azules de Amelia estaban empezando a enrojecerse y a humedecerse, mientras le hacía un reproche a su hermana mayor:
-Pues si tanto te preocupan de pronto las labores de representación diplomática, ¿por qué no dejas de huir como un conejo y vas a la Capital a sustituirme como heredera al trono?
Naga dio un respingo, respiró hondo y luego miró al suelo y negó con la cabeza:
-Vete a tomar por el culo. –susurró.
Y la enorme hechicera negra, con la vista aún en el suelo para evitar que nadie, y menos su hermana, le viese la cara, abandonó el salón y tomó la puerta del portal, quién sabe si para salir a la calle. La joven princesa agachó la cabeza, visiblemente arrepentida de la dureza de sus palabras.
-Está bien, Alteza, no os sintáis culpable. Yo también le hubiera dicho lo mismo en vuestro lugar. –intervino Luna.
Filia también acudió a ella, le acarició el pelo e intentó reconfortarla:
-No le hagas caso a esa idiota, cariño. Es sólo una bocazas.
Luna volvió a intentar hacer que los demás se centraran:
-Volviendo al tema, Filia, ¿cuándo estarías dispuesta para partir?
-Cuando lo estéis los demás. –la dragona miró a Giras- Cuida de Var mientras yo no esté, ¿de acuerdo? No tardaré más de lo estrictamente necesario.
-Ya... Ya sabes que no me importa lo más mínimo cuidar del amo Var, jefa.
-Eres un cielo, Giras. –dijo Filia con voz dulce y con una amplia sonrisa que hicieron que el hombre-zorro no supiera dónde mirar.
Luna entonces concluyó:
-Muy bien, que los que quieran venir, que pasen por casa para recoger todo cuanto necesiten para un viaje o para avisar a quien sea de que mañana no comerán en casa. En una hora, todos aquí otra vez. ¿Alteza, os importaría ir a decírselo a Naga? Yo me quedaré aquí. Yo tengo que echarle un ojo a Noel, para asegurarme de que la posesión de Xellos no le ha afectado demasiado. Además, quizá queráis hablar con ella.
-Bueno... yo... De acuerdo. Bajaré a decírselo. –contestó la princesa de Saillun, para luego encaminarse hacia la puerta.
-Filia, Giras, dejadnos un momento a solas, para que esté más... relajado. –dijo el Caballero de Ceiphied.
-De acuerdo, señorita Invers –contestó el hombre-zorro-, pero no desenvainéis de nuevo la espada, por favor.
Filia miró a Luna de reojo, enarcando una ceja y dijo:
-¿Que te deje sola con ese? Vale, vale, tú sabrás lo que haces. Y ya me explicarás quién diantre se supone que es esa tal Naga. Si es que no es quien yo creo que es, claro.
Una vez todos los posibles testigos salieron de escena, Luna invitó a Noel a sentarse. Ella se quedó de pie y, tras desoír el ruego de giras, comenzó a hablar con el atolondrado joven en un tono mesurado:
-Oye, Noel... eso que nos has dicho sobre Hergest Ridge... ¿estás seguro de que Xellos te lo dijo mientras te poseía?
-Er... bueno... Eso oí cuando estaba rodeado de humo.
-No pretenderás llevarnos a sabiendas a una trampa, ¿verdad?
-¿Eeeeh?
Luna tomó la espada con ambas manos, una en la empuñadura y otra repasando la hoja suavemente con los dedos, con aire distraído. Sin dejar de mirar su arma, continuó:
-Tú no tienes nada que ver con Xellos ni con todo esto de mi hermana, ¿no?
-E... Eh... No, n... no.
Luna siguió mirando la espada y hablando como si hablara sola, con un tono pausado, amable, que dulcificaba su voz hasta hacerla casi hipnótica:
-¿Sabes, Noel? Esta espada es especial. No está forjada con un acero corriente, ni por manos corrientes. Puede cortar la carne y los huesos, pero no es esa la función para la que fue creada. Esta espada puede cortar también en el plano astral, no sólo en el material, por lo que puede herir a un demonio, cosa que no puedes hacer con una espada normal. En realidad, podría hacer pedazos al mismísimo Ojo de Rubí Sabranigudú como si fuera un pelele.
-E... eh, eh... uh...
Luna colocó el su espada contra el cuello de Noel. Lentamente, lo fue pasando por la piel del muchacho. Éste oía horrorizado cómo los pelos de su barba mal afeitada crepitaban como si los estuvieran rasurando con una maquinilla. Pero aún así, el Caballero de Ceiphied siguió hablando con el muchacho "bien e tan mesurada", como Myo Cid de Vivar Campeador en su Cantar:
-Espero que digas la verdad. Espero por tu bien que no tengas nada que ver con todo esto y seas sólo el alfeñique que aparentas ser. Porque como me entere de que no es así, lo que quede de ti cuando acabe contigo ni siquiera podrá llamarse cadáver.
Noel comenzó a sudar y a respirar de forma entrecortada.
-Yo... yo no... Te lo juro, tía, yo no... no sé... yo...
Luna, sin siquiera hacer ademán de estar escuchando la respuesta de su interlocutor, se ciño la vaina de su espada a la espalda, como si de un carcaj se tratase, y la envainó. Luego, con una amplia sonrisa, le dijo al politoxicómano chaval:
-¡Ah! Y me gustaría que vinieras con nosotros, por supuesto. Me encantará despedazarte si mi hermana no está en Hergest Ridge. No es nada personal, pero tengo una reputación que mantener. E intentar tomarle el pelo al Caballero de Ceiphied no puede salir gratis.
El grito de Filia ante semejante aparición fue mayúsculo. Sus efectos en el sueño y en el estado de nervios de los vecinos de la plaza resultaron tan devastadores como lo podrían haber sido los de la risa de Naga. Incluso el propio Xellos quedó impresionado ante la capacidad pulmonar de la dragona.
-Tranquila, Filia, que nunca me he comido a nadie. -dijo el demonio con su eterna sonrisa y su tono cantarín y burlón.
-¿Qué... ? ¿Qué diablos haces tú aquí? -inquirió Filia horrorizada, mientras instintivamente estrechaba contra su cuerpo al pequeño Var.
Otro grito irrumpió en la escena:
-¡¡FIIILIIIAAAAAAAA!!
Xellos giró la cabeza para ver a una mujer alta, morena y con flequillo de perro pastor espada en ristre cubriendo la puerta de la habitación. Justo detrás estaba otra chica morena, más pequeña de estatura y más joven, de ojos azules y tez blanquecina, que le miraba con gesto de sorpresa y el cuerpo crispado. El diablo no tardó en reconocerla.
-¡Huy! Pero si es la pequeña Amelia... casi tan pequeña como siempre. Pero a ti... -se dirigió a Luna- A ti no te conozco. Oye, Filia, ¿quién es esta belleza?
Luna notaba que aquel desconocido que de pronto había irrumpido en casa de Giras emanaba una cantidad enorme de energía negativa, pero había otro aspecto de aquel joven con el pelo cortado a lo paje que le llamaba la atención sobremanera: su asombroso (casi epatante) parecido con su padre (y, por ende, con ella misma).
-¿Quién coño eres?
-Se... señorita Invers... -intervino Amelia- Es... un viejo conocido.
Xellos puso cara de muy ofendidísimo y asaz dolido:
-¿"Conocido"? ¿Tanto tiempo juntos, tantas experiencias compartidas, para que me llames "conocido"? ¡Venga ya, Amelia! ¿Es que ya no somos amigos? ¿Se te ha subido la sangre azul a la cabeza? ¿Por qué no me presentas a esa chica que tienes delante, espada en ristre? Parece buena gente.
Pronto se agolparon tras la puerta Giras, Noel y Naga , quienes, alertados por los gritos, llegaron corriendo de forma atropellada por el angosto y oscuro pasillo, rompiendo un par de piezas de lujosa porcelana a su paso. Se quedaron en una segunda fila (por detrás de las aún inmóviles Amelia y Luna), contemplando el espectáculo con asombro.
-¡Vaya! -dijo Xellos al oír llegar a los nuevos espectadores- Qué bueno que se una más gente a la fiesta. Ya que vamos a tener una reunión, ¿por qué no vamos al salón? Al menos, allí habrá más sitio.
Luna tomó cartas en el asunto y subió la guardia, sosteniendo la espada fuertemente con ambas manos a la altura de sus caderas, con los brazos ligeramente separados del cuerpo. Con voz serena, casi apática, y la cara muy seria, parcialmente velada por su flequillo, advirtió:
-No sé quién eres ni de dónde sales, y maldito lo que me importa. Sólo te ruego que abandones esta casa.
-¡Ten cuidado con él -exclamó Filia-: este bastardo estuvo a punto de exterminar a mi especie él solo!
-E... en eso tiene razón, señorita Invers. -añadió Amelia.
Xellos se mesón el mentón, divertido:
-Así que te llamas Invers. ¿Luna Invers, quizá? Si de veras eres ella, supongo que sabrás quién soy yo.
Sin bajar la guardia, Luna sonrió a media boca:
-Hum... Interesante. Así que tú eres Xellos. ¿Es esta la forma que sueles tomar? No tienes mal gusto. Me recuerdas a alguien que conozco.
Naga lanzó al demonio una mirada de soslayo, con aires de suficiencia:
-La verdad es que no está mal. Si llevara menos ropa...
-Lo mismo digo -contestó Xellos con su sonrisa inalterable-. Nunca había estado con tantas chicas guapas en una misma noche. Y el Caballero de Ceiphied entre ellas. Es todo un honor. Por cierto, Luna... ¿Puedo llamarte Luna? Bueno... Hay algo que deberías saber acerca de tu hermana...
Amelia, señalando con su índice justiciero, se adelantó un poco respecto a Luna y clamó, apretando los dientes de rabia:
-Como le hayas hecho algún daño a Lina, no habrá agujero en este mundo ni en el otro en el que puedas esconderte.
Luna volvió a su rostro serio y a su voz aséptica:
-Alteza, conteneos. Eso es precisamente lo que les fortalece. - luego se dirigió a Xellos- ¿Ahora le haces de correveidile a tu señora, Xellos? ¿Y acostumbras a irrumpir en las casa de la gente y a molestar a los niños?
El demonio se acercó a Luna con aire tranquilo, sin dar muestras de que su espada le inquietase:
-Bueno... Lo de molestar a Vargarv...
-¡¡Es "Var", pedazo de mierda!! -interrumpió Filia con la cara desencajada por el odio, al borde de la histeria- ¡¡"Var"!! ¡¡No vuelvas a pronunciar ese nombre en mi presencia!! ¡¡Y fuera de esta casa!! ¡¡Largo!! ¡¿Me oyes, hijo de puta?! ¡¡Largo!!
Ante tan tensa situación, el pequeño Var rompió a llorar de nuevo. En ese momento, los ojos de Filia, inyectados en sangre, parecía que se iban a salir de las órbitas. Su cola dorada de dragón se puso tan tensa que daba la sensación de que podría apuntalar el techo. El lazo rosa en su punta se agitaba como el banderín de auto de choque.
-Filia, por favor, cálmate -dijo Luna en un tono neutro, para luego dirigirse de igual manera a Xellos-. ¿Qué tienes que decirme de mi hermana? Suéltalo y piérdete. No tengo toda la noche.
-Digamos que podría estar metida en problemas muy gordos dentro de poco.
Luna suspiró:
-Cuéntame: ¿a qué clase de problemas te refieres?
-Ya te lo he dicho: muy gordos. -contestó el Sacerdote de las Bestias casi riéndose.
Naga se adelantó e intervino:
-¡Eh, Luna! ¿Por qué no le rebanas el gaznate y nos largamos a buscar a Lina?
Xellos no pudo por menos que responder, dado que aquella pregunta no iba dirigida a él:
-Porque Luna es una chica lista y sabe que ya me ha dado tiempo a contactar con su hermana. -luego miró a Luna mientras su sonrisa iba siendo más y más amplia- ¿Verdad?
Por un breve instante, Luna apretó los dientes y sintió un ligero escalofrío recorrerle la espalda de arriba a abajo, como una serpiente fría y áspera. Xellos mostró su mirada abriendo sus ojos color amatista. Luna podía ver en ellos que el espíritu se regocijaba en su efímera muestra de debilidad. Por eso mismo, el Caballero de Ceiphied se recompuso para decir:
-Pero tú también eres un chico listo y me vas a decir dónde está.
Xellos rió y respondió:
-Hablas como si no quisiera decírtelo. ¿A qué he venido aquí entonces?
-Estupendo -respondió Luna-. Me dices dónde está y qué es lo que pasa con ella. Luego te largas y todos tan felices.
Xellos hurgó un momento bajo su jubón y sacó un reloj dorado de bolsillo. Abrió la tapa de la esfera, la miró, luego dedicó una de sus sonrisas a la concurrencia y dijo:
-Lina está en algún lugar del reino de Saillun. Y está empezando a tener problemas serios. Se me hace tarde, así que no puedo entrar en detalles. Echad mano de vuestros oráculos, que para algo están. Hasta otra.
-Tú no vas a ninguna parte sin antes contarme un par de cosas. -interrumpió Luna con el tono seco e inexpresivo que llevaba usando con Xellos desde que apareció y con los músculos tensos, como dispuestos a entrar en combate.
El cuerpo de Xellos se fue poco a poco retorciendo como una columna salomónica mientras se iba poco a poco convirtiendo en una formación de denso humo negro como la pez. Noel atribuyó semejante visión a los efectos de la ingente cantidad de sustancias extrañas que recorrían sus venas y que ya casi venían a sustituir a la sangre.
-¿Me lo vas a impedir tú, Luna Invers? -desafió el demonio.
La respuesta de Luna no se hizo esperar y, de forma casi mecánica, como si de un autómata se tratase, avanzó hacia la nube de humo negro, espada en alto, gritando:
-¡¡Filia, apártate!!
La dragona se hizo a un lado con Var en brazos y corrió como pudo, procurando no tropezarse con nada, donde estaba Amelia, que prefirió también despejarle el terreno a Luna y ver discretamente los toros desde la barrera (o desde la puerta de la habitación) para evitar males mayores. Naga se quedó porque seguía buscando una ocasión para meterse en una buena pelea esa noche, y Noel, porque seguía tan fascinado con la visión de Xellos en su forma real que no podía ni moverse. A lo mejor al joven aquella imagen le evocaba el denso humo de los canutos, o puede que Xellos de pronto le pareciera un inmenso "chino" de heroína. Sea como fuere, oportunidades así no se desperdician, así que decidió quedarse.
Entre maldiciones que hubieran hecho ruborizarse a un camionero, Giras acompañó a la puerta de la habitación a la princesa de Saillun y a su jefa. No se fue más lejos para vigilar que no destrozasen demasiado su casa. Estaba dispuesto a echar mano de sus bien cebadas pistolas, si fuera necesario.
Luna asestó un violento golpe en vertical de arriba a abajo a la nube, la cual, para evitar daños, se dividió en dos ella sola una fracción de segundo antes de que la espada del Caballero de Ceiphied lo hiciera. Las dos mitades de Xellos rodearon a Luna por ambos flancos para confluir y fundirse de nuevo justo a su espalda, en el mismo punto donde se encontraba Noel. El joven, que se vio de pronto atrapado en un remolino de materia negra, se puso a hacer movimientos espasmódicos con los brazos en cruz, las piernas separadas y el cuerpo ligeramente echado hacia atrás, mientras ponía los ojos en blanco y babeaba como un perro rabioso. Ningún síndrome de abstinencia y casi ningún mal "trip" le habían acarreado una reacción sistémica tan virulenta. El pobre hombre debía de estar sufriendo de verdad. Amelia, al ver la injusticia que se estaba cometiendo ante sus ojos, entró de nuevo en la habitación, para señalar de nuevo con el dedo y exclamar:
-¡Suéltalo, Xellos! ¡Ese pobre muchacho no te ha hecho nada!
-¿Y qué vas a hacer, Amelia? ¿Cantarme algo? -contestó el demonio, burlón.
La princesa de Saillun apretó los dientes mientras adelantaba el pie izquierdo y extendía su brazo derecho hacia atrás, como un lanzador de jabalina. Pero la forma esferoidal que crecía en su mano derecha no era una lanza sino...
-"Fuente de todos los espíritus que vagan por toda la eternidad;
llama azul que nunca se apaga..."
-Ese hechizo... ¡La-Tilt! -susurró Naga, que observaba con el rabillo del ojo a su hermana pequeña mientras con el otro no perdía de vista a Noel, quien estaba justo delante de ella, encarando a Luna.
Luna, que veía justo delante de ella a Noel, aún convulsionándose, envainó la espada y tomó ejemplo de la joven princesa, a la que vio aparecer justo detrás de Noel y Xellos. Mientras, sin necesidad de recitar el mantra, el La-Tilt crecía también en su mano derecha, Luna giró sus ojos a su derecha para encontrarse con los de Naga y dijo:
-A buen seguro vos también domináis este hechizo, ¿no, princesa Gracia?
-"Apelo al poder que duerme dentro de mi alma..." -la aludida hizo un inciso, muy seria:- Por esta vez dejaré que me llames así.
Xellos se vio de pronto en una situación bastante comprometida. Lo de jugar al ratón y al gato con Luna Invers a lo mejor no había sido tan buena idea. También reparó en que con lo de tomar a Noel como rehén no se había cubierto de gloria, precisamente. Un fuego cruzado de La-Tilt podría reducirlo a la nada en un instante, sin apenas daños significativos en el cuerpo o el espíritu de su rehén, que, a fin de cuentas, era humano, o algo parecido, al menos. El caso es que era el que le pillaba más a mano en ese momento, y que tenía mucha prisa por largarse de allí y dejar que los acontecimientos siguieran su curso sin que él tuviera que intervenir en ellos más de lo estrictamente necesario. Y ahora que tenía a Amelia a la espalda (por así decirlo), a Naga por el flanco izquierdo y a Luna en frente, todas ellas cargando un La-Tilt, sí que se podía decir que, en efecto, tenía mucha prisa por abandonar esa habitación. Aunque fuera por una indigna ventana. Como esa que tenía justo a su derecha, entreabierta. A la ocasión la pintan calva, dicen. Así que, ni corto ni perezoso, Xellos, aún hecho un cono de densa bruma negra, estiró su etéreo ser hacia la derecha (la suya y la de Noel) en forma de arco, y fue filtrándose por la rendija de la ventana mientras iba desenroscándose del cuerpo tembloroso de Noel, que cayó al suelo como un peso muerto en cuanto el espíritu maligno hubo abandonado la sala. Amelia se arrodilló ante él y le tocó la frente, helada y sudorosa, con cara de preocupación.
-¿Estará bien?
Luna también se acercó a él y le apretó ligeramente le cuello, justo por debajo de la mandíbula inferior. Esperó así unos segundos y dijo:
-Está vivo, que no es poco. Es más: parece que su corazón late a un ritmo normal.
Naga rió de forma estrepitosa, como sólo ella era capaz de hacerlo:
-¡¡HAAAAA, HA, HA, HA, HAAAA!! Menos mal. Ya pensaba yo que Don Sonrisas me había echado a perder la tesis doctoral.
Amelia señaló con el dedo a su hermana mayor:
-¡Gra... Naga! ¡¿Cómo puedes ser tan...?!
-¿... irresistiblemente bella? -interrumpió la hechicera negra, con sorna, mientras echaba hacia atrás su larga melena negra con un golpe de mano.
-Dejad de gritar. Bastante asustado está ya Var.
Las tres se giraron hacia Filia, que acababa de entrar de nuevo en la habitación. De su mano estaba el pequeño Var, que se frotaba con el dorso de su mano libre uno de sus grandes ojos, en un síntoma evidente de sueño y con una adorable cara de fastidio infantil. Aquella visión hizo que Naga reaccionase de una forma poco normal en ella. La enorme bruja se puso en cuclillas delante del niño-dragón y le acarició la cabeza, diciendo con voz suave:
-Te hemos despertado antes con tanto jaleo, ¿verdad? -luego cogió al niño en brazos y pensó- (¿Cuánto estaría dispuesto a pagar alguien por un niño con alas? Es muy mono.
De pronto, Naga vio cómo el semblante de Var cambiaba. Tenía en su rostro una expresión de evidente enfado.
-Te aconsejo que no te tomes tantas confianzas con él -advirtió Filia en un tono de desagrado.
-¿Por qué? -le preguntó Naga, para luego dirigirse a Var, con una sonrisa melosa- ¿Es que no te gusta la bellísima y maravillosa tía Naga, pequeñajo?
El mortal hacia atrás que hizo el pequeño dragón para liberarse de los brazos de aquella inquietante desconocida dejó a los presentes absolutamente anonadados, pero no menos efectista fue el ver a Naga salir despedida en dirección opuesta, como si algo hubiese estallado de pronto en sus manos, y estrellarse contra la pared, haciendo vibrar toda la habitación con el impacto.
-Es evidente que no le caes bien. -respondió Filia, con una sonrisa sarcástica.
La Serpiente Blanca cayó sentada al suelo, jadeando y con la cara desencajada por el dolor.
-Maldito renacuajo... ¿cómo es posible?
Luna intervino para dar una explicación:
-Var no es un niño normal. Es un dragón antiguo. Particularmente fuerte, además. Prueba de ello es lo que te acaba de hacer. También el hecho de que le sea tan fácil mantener una apariencia humana a pesar de ser tan joven.
Naga, aún perpleja, se levantó del suelo tambaleándose y maldiciendo:
-¡Jo... joder! ¿Y por qué puñetas no se mantiene con su forma de dragón?
La enorme hechicera se percató de que Var la miraba con el ceño fruncido, la nariza arrugada y la boca torcida. Amelia se tapó la boca para que su hermana no viera que estaba conteniendo la risa a duras penas. Esta vez fue Filia la que contestó:
-Imitación, supongo. La mayor parte del tiempo que estoy con él lo paso bajo esta falsa forma con que me ves ahora, así que él hace lo mismo. Todos usamos a nuestros padres como modelo de conducta cuando somos pequeños.
-Excelente clase de psicología, chica con cola. -dicho esto, Naga miró a Filia con una sonrisa cínica- No sabía que aún quedaran dragones antiguos por ahí. Creía que esos genocidas de los dragones dorados se los habían pasado por la piedra a todos. ¿A cuántos te cargaste tú, madre amantísima? ¿O crees que no me he fijado en tu bonita cola?
Filia volvió a echar mano de su lucero del alba, con la cola erizada.
-¡Se acabó! ¡Te voy a hacer pedazos!
Amelia se interpuso, con los brazos en cruz y mirando a la dragona:
-¡Filia, por favor! ¡No le hagas caso! ¡Sólo quiere provocarte! -luego se giró rápidamente hacia su hermana- ¡Y tú no tienes derecho a hablar así! ¡Tú no conoces a Filia!
-¡HAAAAAA, HA, HA, HAAAAA! Conozco la historia, y para mí eso es más que suficiente.
El pequeño Var anduvo lentamente hacia su madre y se abrazó a ella. Luego alzó la vista, buscando los ojos de su madre, a los que encontró enrojecidos. El joven dragón sonrió. "Qué sabrá ella, ¿verdad?", venía a decir aquella sonrisa. Filia relajó su gesto mientras acariciaba la cabeza de su hijo adoptivo. Luego volvió a guardar la maza bajo su camisón y se dirigió a Naga, en un tono pausado, con un aire de tristeza:
-Debes de vivir muy feliz, en un mundo donde es tan fácil ubicar a los buenos y a los malos y donde todo es tan fácil de entender.
Y probablemente aquellas palabras tuvieron en Naga el efecto deseado, ya que se le borró la sonrisa de golpe. Aún así, la orgullosa bruja no se privó de decir la última palabra. O más bien de fingir que podía decir una última palabra que, para qué engañarnos, ya estaba dicha:
-Piensa lo que quieras de mí, lagartija. Pero no pretendas darme lecciones de nada. No me caen bien los fanáticos, ni los salvavidas, ni los salvapatrias que se creen que tienen a la Verdad sentadita en su hombro.
Luna se agachó ante Noel y, como si nada estuviera ocurriendo, volvió a centrar el interés de sus accidentales compañeras de vigilia en el tema que les había reunido en casa del zorro:
-Bueno... Ayudadme a llevar a este hombre al salón e intentemos localizar a Lina con nuestros oráculos.
-Espero que no importe que me falte uno de mis amuletos Chalzen. -dijo Amelia mientras ayudaba a levantar a Noel y pasaba uno de sus brazos por encima del hombro.
Todos abandonaron la habitación excepto Filia, que se quedó para acostar a Var. Una vez en el salón, Luna y Amelia se encargaron de acostar a Noel en el sofá, mientras los demás tomaban asiento en sillas que ellos mismos dispusieron alrededor de la mesa camilla, constituyendo un "petit comitée" al que el Caballero de Ceiphied se unió en cuanto comprobó que Noel estaba recuperando el color en la cara y que había dejado de sudar. Giras abrió la sesión maldiciendo en voz baja la hora en que dejó entrar en su casa "a estos impresentables". Luna intervino:
-Mi oráculo sí está completo. Es la espada misma. Lo que no sé es si será suficiente para rastrear a Lina yo sola. Tendréis que ayudarme Filia y vos, Alteza.
Filia intervino según tomaba un taburete y lo plantaba junto a Giras para sentarse en él a la mesa:
-Yo no sé cómo. Mi gema de sacerdotisa del Dios Dragón de Fuego se la entregué al Gran Anciano cuando presenté mi dimisión. Y el de Amelia...
-Es verdad, Alteza, -a Luna le picaba la curiosidad - ¿qué fue del otro amuleto Chalzen?
Amelia dio un respingo, con un intenso rubor en sus mejillas, y llevándose ambas manos ante la boca, nerviosa, balbuceó:
-¡Ah! Esto... Bueno... Yo...
-Está bien. -interrumpió Luna- Supongo que si todas arrimamos el hombro no nos será demasiado difícil dar con Lina.
-Lo que no sé es hasta qué punto será verdad lo que decía aquel demonio. -dijo Naga, extrañamente reflexiva.
-De ese detritus infecto te puedes esperar cualquier cosa menos una verdad. -espetó Filia con los brazos cruzados, la boca torcida y la nariz arrugada.
-Y, conociendo a los demonios, el hecho de que dijera la verdad -intervino Luna- no sería demasiado halagüeño.
-Es verdad. ¿Y si Xellos está preparando alguna especie de trampa? -preguntó Amelia preocupada.
-¿"Alguna especie de"? ¡¡HAAAAAA, HA-UNGF!!
Naga se vio de nuevo con la maza de Filia en la boca.
-¿Qué te he dicho yo acerca de despertar a Var?
Naga se la sacó como pudo y, sin perder la sonrisa, continuó:
-Amelia, por favor: si lo que Luna dice sobre lo de que los demonios podrían ir detrás de su hermana es verdad, está claro que ese tío lo que quiere es hacernos una cama de cuatro por cuatro, con banderilleros y picadores.
-En cualquier caso es igual -dijo Luna-: tenemos que ir a buscar a Lina y tenerla bien vigilada. Lo demás no importa.
Noel comenzó a cantar en voz baja:
-I know the roads down which your life will driiiive /
I find the key that lets you slip insiiiide...
-Entonces... es posible que vayamos de cabeza a la boca del lobo. -volvió a reflexionar Naga.
-Sí. -confirmó Luna- Pero no tenemos más opción. Es eso o esperar a que pase lo que tenga que pasar, y puede que para entonces sea tarde para arreglarlo.
-Yo no estoy segura de querer comprobar qué es "lo que tenga que pasar" -Amelia se dirigió a Luna, mientras se levantaba bruscamente de la silla y ponía un pie sobre la mesa y los brazos en jarra-. Además, ya le he dicho que, si es por Lina, no me importa exponerme a lo que sea.
-Esto... Amelia, tesoro... ¿hace falta que me manches el tapete? -repuso Filia, visiblemente molesta.
La joven princesa volvió a sentarse tan bruscamente como se había levantado y se rascó nerviosamente la nuca.
-¡Je, je...! Lo siento, Filia. Es un tic de mis años mozos.
De pronto, una voz temblorosa interrumpió la reunión:
-He... Her... gest Ridge.
Todos miraron hacia el lugar desde donde se suponía había sido regurgitada aquella voz, para comprobar que Noel estaba allí, sentado y con una mirada que parecía fija en el grupo de alrededor de la mesa, pero que en realidad estaba perdida en un punto indeterminado del salón.
-¿Cómo has dicho, Noel? -preguntó Naga, extrañada.
-Hergest Ridge. -respondió Noel, con el tono de quien dice una verdad de Perogrullo.
Luna se levantó y se sentó en el sofá junto a él. Mentalmente, el caballero de Ceiphied le colocó una lámpara enfocándole directamente a la cara y prosiguió el interrogatorio:
-Y dime, chico, ¿qué demonios es eso de Hergest Ridge?
Tras una pausa que denotaba el titánico esfuerzo que debió hacer el muchacho para coordinar las acciones de rascarse la nuca y pensar, respondió:
-Es un disco de Mike Oldfield. Pero el tío del bastón me dijo que una tía llamada Lina estaba allí. A lo mejor colaboró en el disco, la tal Lina.
Luna agarró fuertemente la cara de Noel por la mandíbula inferior con una mano y replicó:
-¿De qué coño estás hablando? ¿Me estás tomando el pelo? Te advierto que he tenido una noche muy movidita, y que mi paciencia está empezando a agotarse.
Los argumentos que esgrimió Noel en su defensa no dieron a nadie ninguna duda...
-¿Eeeeh?
... de su profunda oligofrenia.
Filia fue también a sentarse junto a Noel en el sofá. Le cogió del hombro y le dijo en un tono de voz que daba apariencia de complicidad:
-Mira, chico: yo que tú no le haría enfadar. Ya has visto lo agresiva que se pone Luna cuando se enfada. Y más, cuando tiene esa espada a mano. Así que sé bueno y dinos qué es eso de Hergest Ridge.
-Es una aldea que hay en el reino de Saillun, a unas dos jornadas a caballo de la Capital. Sé bien cómo llegar.
La respuesta no vino de Noel, evidentemente, sino de Amelia.
-¿Estáis segura, Alteza? –preguntó Luna.
-Sí. Conozco bien mi país. Es mi trabajo. Sólo tenéis que darme tiempo para que avise a mi séquito de que tengo que volver a Saillun. Lo que no sé es qué me inventaré para suspender la visita oficial.
-Pero va a ser un viaje muy largo desde aquí. -añadió Naga- Y más aún, si vamos a pie. Vamos a necesitar... Todos sabéis montar a caballo, ¿verdad?
-¿Quién ha hablado aquí de caballos, rica? –intervino Filia- Yo misma puedo llevaros allí en unas horas. Si salimos ahora mismo, a primera hora de la mañana ya estaremos.
-¿Seguro que podrás, jefa? –preguntó Giras preocupado- No has dormido casi nada esta noche. Estarás cansada...
-No te preocupes, Giras. Será como un paseo para mí. Además, hace ya mucho que estoy desvelada.
-¿Otro viaje en Filia? ¡Ji, ji, ji...!Esto va a ser divertido. –dijo Amelia con una amplia sonrisa.
La dragona se giró hacia la princesa con la cola erguida y tensa.
-Te lo advierto, Amelia: no pienso tolerar ni una bromita cuando estemos en vuelo, ¿de acuerdo? Bastante me cabrea ya el hecho de saber que no voy a dormir hasta mañana, por lo menos.
-¿Seguro que suspenderéis la visita oficial? –inquirió Luna para calmar la situación.
-Si es por Lina, sí. –la princesa cruzó los brazos y dibujó en su cara una sonrisa que casi podría calificarse como malévola- Además, era sólo para unas conversaciones acerca de algunos puntos poco claros del acuerdo comercial entre Saillun y Zefielia. Mucha pompa y boato, pero nada que comprometa nuestras relaciones diplomáticas. Mandaré mi séquito a la Capital con un mensaje para nuestro Ministro de Hacienda, invitándole amablemente a que venga él aquí por mí el mes que viene. Va siendo hora de que ese pazguato se gane el sueldo.
-¿Y cuánto tiempo necesitaríais para eso, Alteza?
-Teniendo en cuenta que hay prisa, calculo que en una hora o poco más lo tendré todo atado y bien atado.
-(Qué mal ha sonado esa frase) –pensó Giras.
-¿De verdad piensas cancelar por las buenas una visita oficial, por banal que sea? ¿No te preocupa la imagen de tu reino? –regañó Naga a su hermana pequeña.
-Sólo la postergaré un mes. Creo que lo que tenemos entre manos es mucho más importante que ese acuerdo comercial. –replicó Amelia, visiblemente molesta.
-Pero hace años que ese acuerdo pasa por un mal momento, debido a las prácticas monopolísticas de los vinateros del Zefielia, y no es que me importe tu reino ni los vinateros de los cojones, pero tú sí, y tu deber...
-Sé cuál es mi deber, Gra... Naga: ser una buena reina en el futuro. Y una buena reina no deja que lo urgente le haga olvidar lo importante. –el tono de voz de Amelia se agriaba por momentos
-¡Pero si eso es precisamente lo que estás haciendo! –clamó Naga- ¿Qué es lo que va a pensar de esto pad... el príncipe Filionel? ¿Qué clase de representación diplomática es la que estás llevando a cabo?
Noel, Filia, Giras y Luna, que llevaban ya un rato pendientes de la discusión con los ojos como platos, sin nariz y con una enorme gota de sudor a un lado de la cabeza, mientras cuervos y pulpos revoloteaban a su alrededor, vieron que los grandes ojos azules de Amelia estaban empezando a enrojecerse y a humedecerse, mientras le hacía un reproche a su hermana mayor:
-Pues si tanto te preocupan de pronto las labores de representación diplomática, ¿por qué no dejas de huir como un conejo y vas a la Capital a sustituirme como heredera al trono?
Naga dio un respingo, respiró hondo y luego miró al suelo y negó con la cabeza:
-Vete a tomar por el culo. –susurró.
Y la enorme hechicera negra, con la vista aún en el suelo para evitar que nadie, y menos su hermana, le viese la cara, abandonó el salón y tomó la puerta del portal, quién sabe si para salir a la calle. La joven princesa agachó la cabeza, visiblemente arrepentida de la dureza de sus palabras.
-Está bien, Alteza, no os sintáis culpable. Yo también le hubiera dicho lo mismo en vuestro lugar. –intervino Luna.
Filia también acudió a ella, le acarició el pelo e intentó reconfortarla:
-No le hagas caso a esa idiota, cariño. Es sólo una bocazas.
Luna volvió a intentar hacer que los demás se centraran:
-Volviendo al tema, Filia, ¿cuándo estarías dispuesta para partir?
-Cuando lo estéis los demás. –la dragona miró a Giras- Cuida de Var mientras yo no esté, ¿de acuerdo? No tardaré más de lo estrictamente necesario.
-Ya... Ya sabes que no me importa lo más mínimo cuidar del amo Var, jefa.
-Eres un cielo, Giras. –dijo Filia con voz dulce y con una amplia sonrisa que hicieron que el hombre-zorro no supiera dónde mirar.
Luna entonces concluyó:
-Muy bien, que los que quieran venir, que pasen por casa para recoger todo cuanto necesiten para un viaje o para avisar a quien sea de que mañana no comerán en casa. En una hora, todos aquí otra vez. ¿Alteza, os importaría ir a decírselo a Naga? Yo me quedaré aquí. Yo tengo que echarle un ojo a Noel, para asegurarme de que la posesión de Xellos no le ha afectado demasiado. Además, quizá queráis hablar con ella.
-Bueno... yo... De acuerdo. Bajaré a decírselo. –contestó la princesa de Saillun, para luego encaminarse hacia la puerta.
-Filia, Giras, dejadnos un momento a solas, para que esté más... relajado. –dijo el Caballero de Ceiphied.
-De acuerdo, señorita Invers –contestó el hombre-zorro-, pero no desenvainéis de nuevo la espada, por favor.
Filia miró a Luna de reojo, enarcando una ceja y dijo:
-¿Que te deje sola con ese? Vale, vale, tú sabrás lo que haces. Y ya me explicarás quién diantre se supone que es esa tal Naga. Si es que no es quien yo creo que es, claro.
Una vez todos los posibles testigos salieron de escena, Luna invitó a Noel a sentarse. Ella se quedó de pie y, tras desoír el ruego de giras, comenzó a hablar con el atolondrado joven en un tono mesurado:
-Oye, Noel... eso que nos has dicho sobre Hergest Ridge... ¿estás seguro de que Xellos te lo dijo mientras te poseía?
-Er... bueno... Eso oí cuando estaba rodeado de humo.
-No pretenderás llevarnos a sabiendas a una trampa, ¿verdad?
-¿Eeeeh?
Luna tomó la espada con ambas manos, una en la empuñadura y otra repasando la hoja suavemente con los dedos, con aire distraído. Sin dejar de mirar su arma, continuó:
-Tú no tienes nada que ver con Xellos ni con todo esto de mi hermana, ¿no?
-E... Eh... No, n... no.
Luna siguió mirando la espada y hablando como si hablara sola, con un tono pausado, amable, que dulcificaba su voz hasta hacerla casi hipnótica:
-¿Sabes, Noel? Esta espada es especial. No está forjada con un acero corriente, ni por manos corrientes. Puede cortar la carne y los huesos, pero no es esa la función para la que fue creada. Esta espada puede cortar también en el plano astral, no sólo en el material, por lo que puede herir a un demonio, cosa que no puedes hacer con una espada normal. En realidad, podría hacer pedazos al mismísimo Ojo de Rubí Sabranigudú como si fuera un pelele.
-E... eh, eh... uh...
Luna colocó el su espada contra el cuello de Noel. Lentamente, lo fue pasando por la piel del muchacho. Éste oía horrorizado cómo los pelos de su barba mal afeitada crepitaban como si los estuvieran rasurando con una maquinilla. Pero aún así, el Caballero de Ceiphied siguió hablando con el muchacho "bien e tan mesurada", como Myo Cid de Vivar Campeador en su Cantar:
-Espero que digas la verdad. Espero por tu bien que no tengas nada que ver con todo esto y seas sólo el alfeñique que aparentas ser. Porque como me entere de que no es así, lo que quede de ti cuando acabe contigo ni siquiera podrá llamarse cadáver.
Noel comenzó a sudar y a respirar de forma entrecortada.
-Yo... yo no... Te lo juro, tía, yo no... no sé... yo...
Luna, sin siquiera hacer ademán de estar escuchando la respuesta de su interlocutor, se ciño la vaina de su espada a la espalda, como si de un carcaj se tratase, y la envainó. Luego, con una amplia sonrisa, le dijo al politoxicómano chaval:
-¡Ah! Y me gustaría que vinieras con nosotros, por supuesto. Me encantará despedazarte si mi hermana no está en Hergest Ridge. No es nada personal, pero tengo una reputación que mantener. E intentar tomarle el pelo al Caballero de Ceiphied no puede salir gratis.