Título: Sinestesia
Claim: Ushiromiya Battler/Yasu.
Notas: Universo Alterno. Spoilers hasta el EP7.
Rating: T y posiblemente M después.
Género: Romance/Angst
Tabla de retos: Simbólica
Tema: 22. Cobre
Battler dejó que el calor de verano lo pusiera de mal humor; los rayos del sol incidían sobre el asfalto reflejándose sobre sus ojos como si fueran llamaradas, lastimando su vista a cada paso que daba, en camino hacia la biblioteca, junto con su primo George. George era varios años mayor que él, por lo cual Battler, a sus escasos doce años, no congeniaba del todo con el joven de lentes y mirada inteligente, que de vez en cuando, también decía cosas muy retóricas. Sin embargo, aunque no congeniaban y no eran los mejores amigos del mundo debido a su diferencia de edad, Battler había sido obligado a acompañarlo a la biblioteca por su padre, que necesitaba hablar de negocios urgentes con la tía Eva y no quería que los niños como lo seguía llamando, escucharan.
Así pues, Battler caminaba con rapidez, que casi se hacía pasar por entusiasmo, sobre la carpeta asfáltica, siguiendo a George hacia un lugar que, aunque no le aburría, no le despertaba interés en esos momentos, en donde el sol estaba en lo alto y lo único que quería era darse un buen clavado en alguna piscina y disfrutar del calor.
—Terminaré en un segundo —le aseguró George a su primo, cuando se encontraron en el fresco vestíbulo de la biblioteca, donde todo estaba tan tranquilo que contagió al ruidoso Battler, obligándolo a suspirar con resignación—. Si quieres puedes ir a dar una vuelta, sólo busco algunos usos del cobre en la industria y estoy listo, ¿de acuerdo?
El traje de color verde que solía usar George se perdió entre los estantes de madera que protegían el lugar, casi parecido a un santuario, antes de que el menor de los Ushiromiya pudiera dar una respuesta. A Battler no le apetecía leer en esos momentos, pero sabiendo que tendría problemas si no obedecía y salía a perderse por el vecindario, optó por seguir el consejo de su primo. Vagó algún tiempo entre los estantes, cuidando sus pasos como una sombra sigilosa, sintiendo el peso del silencio sobre sus hombros. A él no le gustaba demasiado el silencio, aunque sí leer, eran cosas diferentes. Se sentía ajeno y aburrido al ver a las personas sumidas en otros mundos, sentadas sobre los cómodos sillones del establecimiento, ignorando todas las ventajas que ofrecía ese día brillante de verano.
—Supongo que me pondré a leer —musitó en voz baja, sonriendo para sí mismo, pues no planeaba dejarse amilanar por el hecho de estar encerrado ese magnífico día, sino más bien disfrutarlo, ¿y qué mejor que buscar un buen libro de misterio para empezar a disfrutar?—. Ahora, ¿dónde estará la sección de Agatha Christie? —lo último lo dijo en voz alta, que reverberó entre algunos estantes, causando que muchas personas lo mandaran a callar. Sólo una de esas voces, que parecía joven y frágil, le dijo otra cosa en un murmullo cuando el silencio regresó.
—La sección de misterio está por allá —su voz apenas fue un soplo de viento pequeño y temeroso, que aminoró el impacto en el rostro de Battler cuando desvió la vista para mirar a su interlocutora, una niña de su edad ¿quizás?, que andaba en silla de ruedas y parecía menuda, ahí, acurrucada en la silla, con el cuerpo casi inmóvil y los ojos castaños opacos, desluciendo su corto cabello rubio—. Allí.
La mano de la niña señaló hacia un rincón alejado, detrás de unas mesas que ocupaban varios estudiantes, entre ellos George, sumido entre volúmenes de Ingeniería que de tan sólo verlos le daban dolor de cabeza al pelirrojo.
—Gracias, me llamo Battler, ¿y tú? —era muy extraño encontrar a otro niño de su edad en un lugar como ése, al cual había aprendido a ir cuando su padre no lo necesitaba en casa, por eso, el encontrarse con ella le dio la idea de que su día no estaba del todo perdido y que podría divertirse a su lado—. Ushiromiya Battler.
—Yasu —la mano de Battler, vigorosa, como sus ojos azules, se cerró alrededor de la de Yasu, que era blanca, pequeña y suave, antes de agitarla enérgicamente para sellar el pacto de haberse conocido—. Ushiromiya-san, la sección que buscas está por allá —casi parecía que la niña rubia tenía miedo de no haber sido escuchada, como si eso fuera algo frecuente en su vida, por lo cual volvió a señalar el lugar que Battler buscaba con ahínco.
—¡Vamos, llámame sólo Battler! —él le dirigió una sonrisa radiante, que no muchas personas eran capaces de brindarle, dada su condición, que sólo le acarreaba miradas lastimeras. Éste sólo hecho hizo que Yasu le devolviera la sonrisa, sintiéndose de pronto aliviada de saber que había personas que podían pasar por alto la silla de ruedas en la cual se deslizaba y toda clase de síntomas derivados de su enfermedad—. Como se nota que eres una lectora conocedora de la materia, Yasu, ¿te importaría enseñarme la sección de misterio? ¡Estoy seguro que conoces muchos libros muy buenos!
Los ojos azules de él translucían emoción y fue como si de pronto, tras mirarse por un momento a los ojos, ésta misma emoción se transmitiera al cuerpo de ella, revitalizándolo y dándole una chispa de febril emoción, que la hizo ponerse a hablar rapidísimo sobre sus autores favoritos.
—¡Agatha Christie es muy buena...! ¡Me encanta su libro de...! ¡Y el culpable en...! —la silla de ruedas se deslizó con rapidez sobre el pulido suelo de mosaicos blancos, como casi todo en aquél lugar, dejando tras de sí un rastro de murmullos rápidos y casi imcomprensibles. Battler iba detrás de ella, por supuesto, siguiéndola a toda la velocidad que era posible sin dejar de sonreír.
Aquél día pintaba para ser mejor de lo esperado, al haber encontrado a tan inesperada compañera de hobbies y todo gracias a George-aniki y su dichoso cobre.