Titulo: Mansión Embrujada.
Disclaimer: Naruto no me pertenece, sino al gran Masashi Kishimoto.
Rating: K+
Pareja: Minato x Kushina (Canon)
Dedicación: Al concurso "¡Aventuras Sobrenaturales!" del foro "MinaKushi; ¡Irresistiblemente naranja!"
Advertencias: Universo alterno. Aun que lo intente, todavía puede haber algo de Ooc en la personalidad de Kushina u.u
Mansión Embrujada.
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Capitulo 2: ¡Miedo superado! Amaya y Kenji.
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¿Dónde demonios había terminado?
Aquello, definitivamente, no era la vieja mansión embrujada a la que entró con la pelirroja de su novia. Esto, era un viejo barrio, donde pocas casas había y el se encontraba sentado sobre la calle que lo atravesaba.
- Muy buenas noches, jovencito – y Minato miro con sorpresa hacía su lado.
Un rostro envejecido, blanco y transparente lo miraba con una noble sonrisa, con sus brazos tras su espalda.
- ¿Quién es usted? – inquirió el rubio, sin salir de su asombro, y parándose de su lugar.
- Kenji – fue su respuesta, y dio una mirada al barrio. A una casa más especifica, de donde un muchacho castaño, salió, cargando el peor de los rostros. Éste cayó sentado sobre el césped y escondió su cara entre sus manos.
- ¿Qué es esto? – pregunto el Namikaze, refiriéndose a lo que veían - ¿Es usted?
- Acertaste – asintió él – Eso ya fue hace muchos años, cuando era joven, apenas me casaba y en mi cabeza había cabello – rió.
- ¿Y por que tan triste?
- Porque ese día, fue cuando Amaya y yo, perdimos a nuestro primer hijo – comentó como si de un 'que bello día' se tratase.
Y Minato le miró sorprendido, ante la natural manera que tuvo aquel anciano de decirlo. Supuso que ya lo había aceptado después de tantos años. Pero por más de eso, no era una buena excusa para decirlo así.
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Con la rapidez con la que un resorte da su salto., Kushina se sentó en donde estaba, sintiendo el frío recorrerle la piel, haciendo que se llene de escalofríos.
- ¡Al fin despiertas, linda!
Y empalideció notoriamente. Nuevamente aquella voz a sus espaldas que por más dulce que sonara, su dueña era un espíritu maligno del más allá que se encontraba en ese mundo para pura perturbación. O eso le contaron de niña.
- No te vayas a desmayar de nuevo – se apuró a decir la voz nuevamente. Y la Uzumaki miro hacía sus espaldas.
Una mujer, eso era, o por lo menos un fantasma de la misma. De cabello largo, y al parecer negro. Pero su piel tan blanca y transparente lograba que ella se aterrara ¡Era un fantasma de verdad! ¡Un verdadero y maldito espíritu como el que la acechaba desde su armario por las noches cuando era niña!
La pelirroja llevo sus piernas a su pecho y se cubrió sus ojos - ¡No eres real 'ttebane! Pero si hay algo que quieras explicar ¡Dilo de una vez antes que salga huyendo de aquí para poder golpear a Fu-baka!
Y el espíritu rió – No es por ofender tus ideas, cariño. Pero no creo que puedas irte ahora…
Con sigilo y algo de terror, la muchacha quito sus manos de su rostro, para apreciar que no estaba en la vieja mansión… ¡Ni cerca! Estaba en un descampado gris y sombrío, bajo las estrellas y la Luna, mientras el viento soplaba y, literalmente, la congelaba.
- ¡¿Qué lugar es este dattebane? – Exigió saber, parándose al instante y apuntando a la mujer.
Ella rió nuevamente – Fíjate bien – aconsejó, poniéndose a su lado y señalando al centro del lugar.
Una mujer con camisón blanco se encontraba de rodillas rezando a la Luna, con el viento despeinando su cabello castaño y largo que ocupaba gran parte de su espalda.
- E-Es… ¡USTED! – Se alarmó, alejándose instantáneamente de la fantasma - ¿Qué es lo que hace allí con el frío que se siente 'ttebane? – Inquirió, más bien exigió saber nuevamente.
- Solo deseaba tener hijos – se lamentó – Pero ni pedírselo al firmamento ayudo a que mi cuerpo madurara más rápido… - explicó – Tal parece que nunca fui alguien apta para tener hijos sanos – y volvió su sonrisa.
- ¡¿Y sonríe por eso? ¿Quién eres? ¡¿Y donde demonios estamos 'ttebane?
- Amaya – se presento, reverenciando con la cabeza – Y de la misma manera que Kenji con tu amigo, te muestro mis recuerdos a través de un túnel del tiempo – dijo gloriosa de aquello.
- ¿Minato? ¡¿Otro fantasma? – Su rostro se volvió tan blanco que Amaya supuso rápido que era lo que pasaría a continuación - ¡MINA-CHAN! ¡SACÁME DE AQUÍ 'TTEBANE! ¡FU-BAKA, JURO QUE TE MATARÉ EN CUANTO PONGA UN PIE FUERA DE AQUÍ! – Berrinchaba la pelirroja, a lo que el espíritu se cubría los oídos sin dejar su sonrisa.
Verdaderamente aquellos chiquillos jamás aprenderían. Nunca quieren escucharlos, todavía cuando ellos solo quieren que sepan el porque siguen allí, antes de estar en el cielo, o donde sea que fueran luego. Nada, simplemente huyen despavoridos en cuanto los ven, como era el caso de esta muchacha que no hacía más que tirar murmullos de los que solo se entendían los singulares 'ttebanes.
Fuera de la Mansión.
- Achú…
- Acabaremos resfriados si seguimos esperando aquí… ¿Por qué no les decimos que salgan de una vez? – dijo Hanna.
- Llevamos hora y media aquí – razonó Hiashi.
- ¡Ya esta helando! Hanna lleva razón ¿Fugaku, con que propósito hiciste esto? – pregunto Mikoto a su novio, quien en ese momento se limpiaba la nariz.
- No importa – fue respuesta del pelinegro.
- ¿Acaso quieres matar a Kushina? – inquirió molesta la Uchiha.
- Hmp.
Dentro nuevamente.
¿Con que necesidad era aquello? ¿De verdad los fantasmas eran tan 'personas' como para necesitar contar su vida a alguien más? Pues parecía que si, porque Kenji le estaba contando su historia con la dedicación de una vida de ensayo.
Cuando joven yo era, una chica conocí, una hermosa castaña que con sus quince y mis veinte nos enamoramos. Pasaron dos años y el matrimonio llego, trayendo con eso las ansias de todos por un primogénito de ambos…
Varios intentos y nada pasó. Y cuando al fin lo logramos la tragedia, en segundos, llegó. Y sin detenerse nunca nos dejo.
Las insistencias llegaban, cada vez más, a la vez que la vejez nos abarcaba… No solo por todos, en especial por nosotros y la familia que deseábamos formar, un hijo era lo que más anhelábamos… Pero si que la tragedia es persistente…
- ¿Por qué lo dice?
Fueron muchos los días así… Que por más alejados que estén de este tiempo, y alejados estén entre ellos, siempre alcanzaban a llegar…
Fue en ese momento, que Minato se dio cuenta que la voz de aquel anciano estaba en su cabeza, pues el espíritu a su lado ya no estaba.
Y prestando más atención, notó también que a su alrededor el paisaje cambiaba con rapidez, mostrando todo lo dicho por aquel hombre en sus vivencias pasadas. Desde que se conocieron, su boda, las perdidas, las insistencias…. Cuando finalmente llegaron a la etapa de la vejez, el espacio se detuvo y el cayo al suelo ante la sacudida que dio el suelo.
- Ahí estamos – comentó Kenji, reapareciendo junto a él.
Sus azules ojos se fijaron adelante. Donde, postrada en una cama se encontraba Amaya, y sosteniendo su mano arrodillado a un lado del lecho, estaba el anciano fantasma, cuando todavía vivía.
- Si sabrás lo difícil que fue eso… Amaya murió primero de los dos… Triste, sin conocer el amor que un hijo puede darte…
- Creo entender… Mis padres murieron cuando era niño – comentó. Recibió una sonrisa serena de parte del hombre - ¿Por qué me cuentas esto?
- ¿Sabes algo? Dicen que uno debe contar sus pesares para sentirse mejor con uno mismo… Confiárselos a alguien – sonó los dedos y Minato sintió que el suelo bajo sus pies desaparecía.
Pronto noto que caía nuevamente al duro suelo, pero esta vez, siendo su caía algo retenida por un par de brazos, que apenas haya tocado el suelo, lo rodearon en un abrazo.
- ¡Mina-chan! ¡Al fin aparecer 'ttebane! – Decía con grandes lagrimones Kushina, abrazando con fuerza al muchacho.
- No logro entender… ¿También te mostró su pasado? – se separó con sutileza de la pelirroja que ya lo miraba con curiosidad.
- Si ¡¿Puedes creer que hayan tenido una vida tan llena de bajas, 'ttebane?
Minato ahora observó a la anciana pareja de fantasmas, que uno junto al otro, mostraban la misma sonrisa imborrable y serena solo de ellos.
- Con Amaya hemos estado aquí por más de setenta años…
- Siempre intentando que un par de chicos como ustedes aparezcan, para poder escucharnos… Aun que no esperaba que ella nos tuviera tanto terror – dijo Amaya.
Su esposo rió – De verdad… Ambos son el uno para el otro… Y no lloraron, ni patalearon de miedo cuando los llevamos a otro mundo a mostrarles nuestro pasado en esta vieja mansión…
- No hables tan rápido Kenji… La niña hizo el peor de los berrinches – cruzo sus brazos la mujer.
Kushina desvió su vista con un leve rubor en las mejillas, a lo que su novio sonrió con ternura.
- Ya se los dijimos todo… Repito que ambos están para el otro siempre. No había forma que no se conocieran. Procuren nunca separarse – sonrió. Pero su mujer se puso seria.
- Y no vuelvan a pisar esta casa si no quieren meterse en problemas. Aunque si gustas devolverle la broma a ese arrogante Uchiha… - propuso con algo de resignación. Y la Uzumaki sonrió de forma maliciosa, a Fu-baka le llegaría una grande.
- ¿Gustan tomar algo de té? – fue propuesta de Kenji.
Desde afuera, podía notarse como cuatro chicos esperaban, luego de más de dos horas, entre discusiones, que sus amigos encerrados dentro de aquella casa que con cada hora se volvía más espeluznante. De verdad parecía una mansión embrujada.
Entonces el sonido de vidrio romperse, acompañado de un seco sonido contra el suelo, logró que todos miraran a un lado, para encontrarse al par que esperaban, tendidos en el jardín quejándose. En especial el rubio, por el hecho de que su novia le tomo del brazo y le hizo saltar por la ventana, la cual estaba aun con vidrio y entablonada.
Y con indignación la pelirroja camino hasta la reja, la cual tomo y arrojo lejos como si de un pedazo de poli estireno se tratara. A paso pesado y enojado le paso por al lado a sus amigos que la miraban con intriga. Entonces se volvió sobre sus pasos y miro a Fugaku.
- ¡DOS HORAS ALLÍ ADENTRO 'TTEBANE! ¡Te toca a ti a la próxima Fu-baka! ¡No puedes decir nada! – y le golpeo en la cabeza con furia ante sus amigos que tomaron aquello como lo más normal del mundo, como era la costumbre.
Y siguió su camino del mismo modo que antes, siendo seguida por Minato resignado, negando, la cabeza, divertido.
- Ya vámonos, Hiashi – pidió Hanna, tomando del brazo a su novio y comenzando a caminar. Mikoto miro al suyo que todavía seguía en el suelo.
- ¿Vamos, Fugaku? – el pelinegro se puso de pie y sacudió su ropa, la muchacha rió - ¿Por qué hiciste eso cuando ya sabías que así terminaría?
- Hmp.
Se fue caminando, y ella lo siguió, del mismo modo que lo hizo el rubio novio de su amiga.
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- No tienes que enojarte… Fíjate que al menos superaste tu miedo – intento calmar los humos de su novia, de quien se lograba ver el vapor saliendo por sus orejas.
- Voy a matarle, voy a matarte ¡A él por hacer esto y a ti por bocazas 'ttebane!
- Si.
Fue lo único que dijo, metiendo sus manos a los bolsillos y dirigiendo una mirada al cielo. La muchacha se cruzo de brazos y desvió su vista a un lado. Frenando su caminata y sacando sus llaves para poder abrir la puerta de su casa. Minato solamente le sonreía, a cada rato se le venía a la cabeza los momentos que pasaron dentro de la mansión.
- Borra tu sonrisa, Mina-chan – dijo en un intento de ser fría. Abrió la puerta, que al parecer estaba empeñada en no dejarse y volteó para mirarlo. Seguía sonriendo, pero ahora se encontraba de brazos cruzados y mirándola fijamente a los ojos.
Por supuesto, a la vez que la fuerza de Kushina desaparecía, la leve sonrisa del muchacho se acrecentaba de a poco.
Al final, Minato deshizo su cruce de brazos. Y una perdedora, pero muy orgullosa Uzumaki se le acerco, tomándolo del rostro, para fundirse en un intenso y apasionado beso por su parte, que por supuesto, fue correspondido por el rubio que, por primera vez respondió un beso del que había salido victorioso. Por que si, ella siempre ganaba, excepto esa vez.
Quizá la idea de la mansión, por parte de Fugaku, no había sido tan mala idea.
Puesto que ella había superado su miedo.
Y ahora la aferraba a su cuerpo tomándola de la cintura, sacando aire para continuar el contacto entre sus labios de donde no tenía.
Muy buena idea… Debería agradecerle luego al arrogante de su orgulloso amigo. Del mismo modo que ella lo haría por haberle quitado su miedo, el único que tenía entre muchos otros que ni siquiera el rubio, que continuaba besando, sabía.
Definitivamente ¡Miedo superado! Gracias a Amaya y Kenji. Que ahora mismo miraban desde su mansión embrujada a la feliz pareja.
Fin.
XD
Bueno, vale aclarar que este capitulo no me convenció mucho… Pero ¡Espero que les haya gustado! ^^
De verdad, quedo medio pobre con respecto al tema en principal… ¡Pero bien! Ahora mismo estoy esperando con ansias tocar mi almohada por que mañana tengo clase y no creo que a la profesora le guste que me duerma en la mesa xD
¡Nos leeremos!
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