Ninguno de los personajes de Slayers es mío ( ya me gustaría...) sino que
son propiedad de Hajime Kanzaka y Ruy Araizumi ( Se escribe así?) De todas
formas y aunque supongo que el fic que sigue a estas pobres palabras no es
un derroche de humor y originalidad, me encantaría que cualquiera que lo
lea me envíe un review ( que no cuesta tanto!!!) para que pueda elevar mi
maltrecho ego y tal vez escriba los capítulos que siguen antes de que a
alguna alma caritativa se le ocurra publicar las novelas de Slayers en
nuestro idioma ( cosa que muy a mi pesar dudo que ocurra).
Bueno, creo que me he ultrapasado al escribir estos "breves" comentarios, así que mejor me callo y dejo que los lectores lean algo interesante.
Cap1; De cómo Lina Inverse cazó a un pícaro.
Era un día cálido en la próspera ciudad de Sforza. El puerto estaba atestado de barcos mercantes y los nobles elegían mañanas soleadas como aquella para salir a pasear en sus lujosos carruajes.
La ciudad era famosa, además, por sus selectos restaurantes dónde los paladares más finos podían degustar típicos platos de marisco.
En uno de estos restaurantes había una curiosa pareja; un joven y una muchacha fácilmente identificables como extranjeros puesto que parecían ignorar cualquier norma de buenos modales en la mesa.
– Suelta esta langosta, Gourry, ¡te lo advierto! – La muchacha pelirroja puso una de sus negras botas en la cabeza del chico, aparentemente un espadachín, para tener un punto firme de apoyo mientras tiraba desesperadamente del desafortunado crustáceo.
– ¡Eso sí que no! Tu ya te has comido la tuya, ¡pechoplano! – El joven pegó un tremendo tirón y finalmente partió la langosta en dos partes; él mordió felizmente el abdomen carnoso del animal en cuestión mientras la chica, que había salido despedida de sus silla con un gran estruendo, le tiraba las pinzas y la cabeza con expresión furiosa.
Tras muchos gritos y peleas, la extraña pareja salió del restaurante. Lina Inverse, asesina de ladrones, se quitó su pesada capa negra para combatir el insoportable calor y paseó despreocupadamente por las calles abarrotadas de gente con las manos tras la cabeza.
Era día de mercado y a lo largo de la calle principal había un sinfín de paradas improvisadas con maderas o con los mismos carros para transportar la mercancía. Gourry estaba observando golosamente unos dulces expuestos sobre una tela de colores brillantes cuando algo estalló a su izquierda. Buscó a Lina con la mirada suponiendo que ella sería la causa de todo aquél jaleo, pero descubrió sorprendido que la hechicera estaba tranquilamente levitando a unos centímetros del suelo para poder ver lo que pasaba: un grupo bastante numeroso de mercenarios había rodeado a un individuo flaco y algo más bajo que Lina. Era imposible distinguir si era hombre o mujer, puesto que iba completamente cubierto con capa y capucha negras. Solo eran visibles un carcaj con una enorme cantidad de flechas y una espada corta que colgaba de su espalda.
Uno de los hombres se adelantó confiado y agarró al desconocido por el hombro. Éste se movió bruscamente para liberarse y adoptó una pose orgullosa. Con un gesto casi imperceptible desenvainó, pero no sujetaba la espada de la forma habitual, sino que el filo apuntaba al suelo.
– Dejadme marchar o lo lamentaréis, hombres. – Dijo una voz de debajo la capucha. Al instante Lina pudo comprobar que era una voz de mujer, profunda y extrañamente melodiosa.
Sin previo aviso, la mujer pegó un espectacular salto hacia atrás sorprendiendo al guardia que antes había intentado sujetarla. Sin vacilar lo apuñaló por la espalda y huyó escabulliéndose entre la multitud con una agilidad pasmosa.
Lina no sabía muy bien qué hacer; quizá si detenía a la mujer alguien la recompensaría por ello, pero después recapacitó; no tenía ningunas ganas de pelear en plena digestión, así que prefirió quedarse allá donde estaba aún cuando la fugitiva pasó corriendo tan cerca de ella que la rozó suavemente.
Justo entonces Lina se sintió notable mente aligerada. Confundida, la hechicera se llevó la mano a la cintura donde supuestamente guardaba sus queridos ahorros a buen recaudo.
En toda la ciudad se oyó un terrible alarido de furia.
– ¡Gourry, persigue a esa mujer!!!!!
El espadachín miró confundido a su amiga. – Hay muchas mujeres por aquí, Lina.
Ella le agarró la cabeza y la giró en dirección a la mujer encapuchada que rápidamente salía de la ciudad.
– ¡ÉSA! ¡La que nos ha robado el dinero, cerebro de medusa! – Dicho esto Lina echó a volar a toda velocidad seguida del rubio guerrero.
Mientras tanto la pequeña ladrona sonrió para sus adentros; aquél día había hecho un buen botín. Siguió corriendo un rato más hasta alejarse cerca de un kilómetro de la ciudad. Entonces se sentó a la sombra de un gran roble y con un paño limpió su espada. – Es una lástima por el humano, pero él se lo buscó.
Aún con el rostro cubierto la mujer bostezó sonoramente y cerró los ojos. Escuchó unos momentos el sonido de los insectos y el de los pájaros. Oyó a uno especialmente grande o eso le pareció a juzgar del ruido que hacía.
De pronto, una sombra se cernió sobre ella y notó un súbito dolor en las orejas cuando una fuerza brutal la levantó por dichos apéndices hasta unos centímetros por encima del suelo.
– ¡Aaargh! ¡Joder! ¡Mis orejas! – La ladrona pataleó inútilmente mientras su atacante reía descontroladamente.
– ¡Ahajajajajajajajajajaj! ¡Así aprenderás a robarle sus ahorros a una hechicera tan bella y poderosa como yo!
– ¡¡Pero... qué coño...??!! ¡Suéltame las orejas, maldita maníaca! –La agredida intentó ver la cara de su atacante, pero ante la imposibilidad de girar la cabeza (seguramente por la simple razón de que estaba colgando de las orejas) solamente pudo observar que por el camino se acercaba un joven rubio a toda velocidad. Unos segundos después este se detuvo jadeando y con las manos en las rodillas.
– Oye, Lina, ¿porqué has echado a volar de esa forma? Yo creía que íbamos a quedarnos en la ciudad a cenar. – El chico miró unos momentos a u compañera con expresión pensativa. – Lina, ¿porqué le tiras de las orejas a esta chica?
El rostro de la hechicera se puso tremendamente rojo.
– Por la simple razón que me ha robado MI dinero, ¡pedazo de estúpido! – Gourry decidió mantenerse callado hasta que la muchacha se explicara mejor. Lina volvió a fijarse en la mujer junto a tiempo de ver como esta presionaba algún tipo de dispositivo oculto en sus guantes y al instante una afilada daga aparecía en su mano. – ¡Ostias! – Dijo, el puñal trazó un amplio arco en el aire y soltó a su presa que cayó al suelo estrepitosamente mientras Lina profería otra carcajada. – Así aprenderás a tomar sin permiso lo que pertenece a Lina Inverse...
La mujer dio un respingo. – ¿I... Inverse?¿ Lina Inverse, la asesina de ladrones? Menudo día llevo hoy... – Pateó furiosamente el suelo. – Entonces supongo que ahora toca que me frías a bolas de fuego, ¿verdad? – Su voz aterciopelada era desafiante. Lina se posó suavemente en el suelo.
– Devuélveme mi tesoro y me lo pensaré...
– ¿Tesoro? ¿Te refieres a esa birria de bolsita con un puñado de monedas de oro? Toma.
Con un gesto despreocupado tiró el saquito de cuero hacia Lina y esta lo cazó en el aire anonadada; hacía varios meses que ella y Gourry ahorraban para conseguir todo aquél dinero y ahora aquella mujer opinaba que su tesoro era una birria, y eso era algo que no iba a permitir.
Lina se desentumeció las manos mientras que su adversaria, consciente de que tenía que combatir, desenvainó su espada, lentamente acercó la mano a la capucha, con un gesto altivo se descubrió el rostro y antes de que cualquiera de las dos pudiera reaccionar, Gourry soltó un alarido y se plantó delante la mujer que había dejado al descubierto sus singulares facciones; tenía el pelo de un color azul medianoche atado en una larga trenza, los ojos grandes y grises, profundos, y un rostro juvenil extremadamente bello y armonioso. Lo más curioso se encontraba sin duda alguna a ambos lados de la cabeza, dónde se extendían un par de orejas desproporcionalmente grandes, alargadas y puntiagudas que lucían terriblemente enrojecidas.
Gourry volvió a tirar de las maltrechas orejas con curiosidad. – ¡Oye!¡Tú eres como la abuela Mellyroon!
– ¡Psssssch!¡Sin tocar! – Apartó al guerrero de un manotazo pero este se limitó a sonreír inocentemente.
– A la abuela tampoco le gustaba que le tocaran las orejas... Has visto, Lina, ¡esta chica es una elfa!
Fin del cap.1
Qué tal? Un poco corto para mi gusto, pero cuando acabé este capítulo me sentí muy satisfecha, de hecho siempre que escribo un nuevo capítulo de algo me siento muy satisfecha puesto que en cada uno de ellos dedico muchas horas (espero que este derroche de tiempo se note en el resultado final)
Bueno, no estoy dispuesta a escribir un rollo como el del principio del fic, así que me limito a pedir que alguien me envíe algún review.
Muchas gracias por gastar vuestro tiempo conmigo.
Bueno, creo que me he ultrapasado al escribir estos "breves" comentarios, así que mejor me callo y dejo que los lectores lean algo interesante.
Cap1; De cómo Lina Inverse cazó a un pícaro.
Era un día cálido en la próspera ciudad de Sforza. El puerto estaba atestado de barcos mercantes y los nobles elegían mañanas soleadas como aquella para salir a pasear en sus lujosos carruajes.
La ciudad era famosa, además, por sus selectos restaurantes dónde los paladares más finos podían degustar típicos platos de marisco.
En uno de estos restaurantes había una curiosa pareja; un joven y una muchacha fácilmente identificables como extranjeros puesto que parecían ignorar cualquier norma de buenos modales en la mesa.
– Suelta esta langosta, Gourry, ¡te lo advierto! – La muchacha pelirroja puso una de sus negras botas en la cabeza del chico, aparentemente un espadachín, para tener un punto firme de apoyo mientras tiraba desesperadamente del desafortunado crustáceo.
– ¡Eso sí que no! Tu ya te has comido la tuya, ¡pechoplano! – El joven pegó un tremendo tirón y finalmente partió la langosta en dos partes; él mordió felizmente el abdomen carnoso del animal en cuestión mientras la chica, que había salido despedida de sus silla con un gran estruendo, le tiraba las pinzas y la cabeza con expresión furiosa.
Tras muchos gritos y peleas, la extraña pareja salió del restaurante. Lina Inverse, asesina de ladrones, se quitó su pesada capa negra para combatir el insoportable calor y paseó despreocupadamente por las calles abarrotadas de gente con las manos tras la cabeza.
Era día de mercado y a lo largo de la calle principal había un sinfín de paradas improvisadas con maderas o con los mismos carros para transportar la mercancía. Gourry estaba observando golosamente unos dulces expuestos sobre una tela de colores brillantes cuando algo estalló a su izquierda. Buscó a Lina con la mirada suponiendo que ella sería la causa de todo aquél jaleo, pero descubrió sorprendido que la hechicera estaba tranquilamente levitando a unos centímetros del suelo para poder ver lo que pasaba: un grupo bastante numeroso de mercenarios había rodeado a un individuo flaco y algo más bajo que Lina. Era imposible distinguir si era hombre o mujer, puesto que iba completamente cubierto con capa y capucha negras. Solo eran visibles un carcaj con una enorme cantidad de flechas y una espada corta que colgaba de su espalda.
Uno de los hombres se adelantó confiado y agarró al desconocido por el hombro. Éste se movió bruscamente para liberarse y adoptó una pose orgullosa. Con un gesto casi imperceptible desenvainó, pero no sujetaba la espada de la forma habitual, sino que el filo apuntaba al suelo.
– Dejadme marchar o lo lamentaréis, hombres. – Dijo una voz de debajo la capucha. Al instante Lina pudo comprobar que era una voz de mujer, profunda y extrañamente melodiosa.
Sin previo aviso, la mujer pegó un espectacular salto hacia atrás sorprendiendo al guardia que antes había intentado sujetarla. Sin vacilar lo apuñaló por la espalda y huyó escabulliéndose entre la multitud con una agilidad pasmosa.
Lina no sabía muy bien qué hacer; quizá si detenía a la mujer alguien la recompensaría por ello, pero después recapacitó; no tenía ningunas ganas de pelear en plena digestión, así que prefirió quedarse allá donde estaba aún cuando la fugitiva pasó corriendo tan cerca de ella que la rozó suavemente.
Justo entonces Lina se sintió notable mente aligerada. Confundida, la hechicera se llevó la mano a la cintura donde supuestamente guardaba sus queridos ahorros a buen recaudo.
En toda la ciudad se oyó un terrible alarido de furia.
– ¡Gourry, persigue a esa mujer!!!!!
El espadachín miró confundido a su amiga. – Hay muchas mujeres por aquí, Lina.
Ella le agarró la cabeza y la giró en dirección a la mujer encapuchada que rápidamente salía de la ciudad.
– ¡ÉSA! ¡La que nos ha robado el dinero, cerebro de medusa! – Dicho esto Lina echó a volar a toda velocidad seguida del rubio guerrero.
Mientras tanto la pequeña ladrona sonrió para sus adentros; aquél día había hecho un buen botín. Siguió corriendo un rato más hasta alejarse cerca de un kilómetro de la ciudad. Entonces se sentó a la sombra de un gran roble y con un paño limpió su espada. – Es una lástima por el humano, pero él se lo buscó.
Aún con el rostro cubierto la mujer bostezó sonoramente y cerró los ojos. Escuchó unos momentos el sonido de los insectos y el de los pájaros. Oyó a uno especialmente grande o eso le pareció a juzgar del ruido que hacía.
De pronto, una sombra se cernió sobre ella y notó un súbito dolor en las orejas cuando una fuerza brutal la levantó por dichos apéndices hasta unos centímetros por encima del suelo.
– ¡Aaargh! ¡Joder! ¡Mis orejas! – La ladrona pataleó inútilmente mientras su atacante reía descontroladamente.
– ¡Ahajajajajajajajajajaj! ¡Así aprenderás a robarle sus ahorros a una hechicera tan bella y poderosa como yo!
– ¡¡Pero... qué coño...??!! ¡Suéltame las orejas, maldita maníaca! –La agredida intentó ver la cara de su atacante, pero ante la imposibilidad de girar la cabeza (seguramente por la simple razón de que estaba colgando de las orejas) solamente pudo observar que por el camino se acercaba un joven rubio a toda velocidad. Unos segundos después este se detuvo jadeando y con las manos en las rodillas.
– Oye, Lina, ¿porqué has echado a volar de esa forma? Yo creía que íbamos a quedarnos en la ciudad a cenar. – El chico miró unos momentos a u compañera con expresión pensativa. – Lina, ¿porqué le tiras de las orejas a esta chica?
El rostro de la hechicera se puso tremendamente rojo.
– Por la simple razón que me ha robado MI dinero, ¡pedazo de estúpido! – Gourry decidió mantenerse callado hasta que la muchacha se explicara mejor. Lina volvió a fijarse en la mujer junto a tiempo de ver como esta presionaba algún tipo de dispositivo oculto en sus guantes y al instante una afilada daga aparecía en su mano. – ¡Ostias! – Dijo, el puñal trazó un amplio arco en el aire y soltó a su presa que cayó al suelo estrepitosamente mientras Lina profería otra carcajada. – Así aprenderás a tomar sin permiso lo que pertenece a Lina Inverse...
La mujer dio un respingo. – ¿I... Inverse?¿ Lina Inverse, la asesina de ladrones? Menudo día llevo hoy... – Pateó furiosamente el suelo. – Entonces supongo que ahora toca que me frías a bolas de fuego, ¿verdad? – Su voz aterciopelada era desafiante. Lina se posó suavemente en el suelo.
– Devuélveme mi tesoro y me lo pensaré...
– ¿Tesoro? ¿Te refieres a esa birria de bolsita con un puñado de monedas de oro? Toma.
Con un gesto despreocupado tiró el saquito de cuero hacia Lina y esta lo cazó en el aire anonadada; hacía varios meses que ella y Gourry ahorraban para conseguir todo aquél dinero y ahora aquella mujer opinaba que su tesoro era una birria, y eso era algo que no iba a permitir.
Lina se desentumeció las manos mientras que su adversaria, consciente de que tenía que combatir, desenvainó su espada, lentamente acercó la mano a la capucha, con un gesto altivo se descubrió el rostro y antes de que cualquiera de las dos pudiera reaccionar, Gourry soltó un alarido y se plantó delante la mujer que había dejado al descubierto sus singulares facciones; tenía el pelo de un color azul medianoche atado en una larga trenza, los ojos grandes y grises, profundos, y un rostro juvenil extremadamente bello y armonioso. Lo más curioso se encontraba sin duda alguna a ambos lados de la cabeza, dónde se extendían un par de orejas desproporcionalmente grandes, alargadas y puntiagudas que lucían terriblemente enrojecidas.
Gourry volvió a tirar de las maltrechas orejas con curiosidad. – ¡Oye!¡Tú eres como la abuela Mellyroon!
– ¡Psssssch!¡Sin tocar! – Apartó al guerrero de un manotazo pero este se limitó a sonreír inocentemente.
– A la abuela tampoco le gustaba que le tocaran las orejas... Has visto, Lina, ¡esta chica es una elfa!
Fin del cap.1
Qué tal? Un poco corto para mi gusto, pero cuando acabé este capítulo me sentí muy satisfecha, de hecho siempre que escribo un nuevo capítulo de algo me siento muy satisfecha puesto que en cada uno de ellos dedico muchas horas (espero que este derroche de tiempo se note en el resultado final)
Bueno, no estoy dispuesta a escribir un rollo como el del principio del fic, así que me limito a pedir que alguien me envíe algún review.
Muchas gracias por gastar vuestro tiempo conmigo.