SÉPTIMA PARTE

EL REY DE LOS MÍSTICOS

Capítulo V – La corte oscura

3

El diminuto Imp morado no lloró, ni gritó. Sus ojos estaban muy abiertos por la impresión, su dolor y desesperación estaban muy por encima del de cualquiera. Estaba en shock. Los cadáveres de una pareja de Imps más grandes que él mismo estaban a sus pies tomados de la mano con signos de haber sido masacrados brutalmente hasta la muerte.

—¡Aquí hay otro!

Sus padres le habían ordenado no salir bajo ninguna circunstancia hasta que ellos fueran por él. Primero irían a detectar que el camino fuera seguro antes de intentar huir por el mismo todos juntos. Las horas habían pasado y el pequeño entró en desesperación. Cuando llegó a donde siguió sus rastros, los encontró a ambos de aquella atroz manera. En otras circunstancias sentiría miedo por estar frente a dos humanos, pero en ese momento toda su atención estaba en los cuerpos de sus difuntos padres.

—Sólo es una cría de Imp.

—Un monstruo no deja de ser un monstruo. Hay que deshacernos de él.

Finalmente reparó en ambos. Alzó la vista y vio como uno de los humanos se acercaba malintencionadamente con una daga manchada todavía con la sangre de sus padres.

El sujeto creyó que el trabajo sería incluso más fácil de lo que resultó con los Imp adultos, confiado tomó del frente por la ropa a la creatura, que en un rápido movimiento se zafó de su agarre chillando con una voz tan aguda que por un instante les lastimó a ambos los oídos, de pronto el pequeño se prendió del cuello del tipo del cuchillo con sus agudos dientes clavados en su garganta.

El compañero del hombre trató de jalarlo para quitárselo, pero no podía, el pequeño estaba firmemente agarrado y no parecía tener intenciones de soltar al asesino de sus padres hasta desgarrar su garganta, en su rabia quizá esperaba hacer lo mismo con el otro también.

El asesino se asfixiaba y se ahogaba con su propia sangre, el pequeño Imp de piel morada a pesar de ser poco más pequeño que un bebé humano era bastante fuerte, o sólo quizá su desesperación y odio le infundían la fuerza que él mismo ignoraba tener.

De pronto todo se volvió confuso para el pequeño, dejó de morder cuando un agudo dolor laceró su costado. Perdió sus fuerzas y cayó al suelo sintiéndose más desorientado cuando se golpeó la cabeza. Su pecho se movía al ritmo de sus acelerados latidos a la vez que su respiración se entrecortaba. Frente a él, el tipo que atacó se sujetó con desesperación su cuello bañado en sangre unos segundos antes de caer al suelo muerto. Furioso por no salvar a tiempo a su amigo, el otro humano se dirigió hacia el pequeño con el cuchillo con el que lo apuñaló para darle el golpe final. El Imp sintiendo su cuerpo paralizado y con el dolor latente por la mortal estocada recibida, lo miró con desafío esperando que tras su muerte, el humano lo recordara por cómo intentó vengar a sus padres.

La cabeza del humano se desprendió limpiamente de su cuerpo y cayó a su lado, el resto se desplomó un segundo después. Tras él apareció lo que pensó el Imp se trataba de un humano de estatura apenas más corta que la de los otros dos, pero igualmente mucho más alto que él. En sus manos sujetaba una oz más alta incluso de lo que fueron ambos humanos. Cuando se le acercó, el pequeño cerró los ojos pensando que de cualquier modo su final estaba cerca.

Entonces ella apareció.

Era una humana. Con mucho cuidado y quizá hasta con una ternura que le recordó la de su propia madre, la jovencita de piel bastante rosada como sus cabellos lo movió con delicadeza. Parecía angustiada, su preocupación se mostraba sincera. Emitió un quejido cuando tocó su herida, la cual dolorosamente iba cerrándose, aunque seguía sintiéndose débil por la sangre que perdió.

—¿Te encuentras bien, pequeño?

Su voz sonaba algo extraña. No estaba muy familiarizado con los humanos y no sabía mucho de ellos, pero notaba algo extraño en su voz. No importaba. La humana lo había curado y él no podía entender por qué. Ella miró los cuerpos de sus padres y su rostro se contrajo en una mueca de amargura y tristeza como si hubiesen sido amigos suyos, aunque el pequeño estaba seguro de nunca haberla visto a ella.

—Déjalo donde está y sigamos —habló el joven que lo ayudó al decapitar al otro—. Estoy seguro que hay más cazadores de místicos en la zona.

Al ver más cerca al joven, el Imp ya no estaba muy seguro de que se tratara de un humano. Su piel era tan blanca como el mármol, con una tez ligeramente azul. Sus orejas estaban en punta, sus ojos daban miedo. Iris rojos dentro de unos ojos oculares negros.

—Mata al chico también, Flea.

La voz surgió de la nada y de la nada apareció el mismísimo rey de los místicos, en toda su gordura y prominente imponencia.

—¡No quiero! ¡Es sólo un niño, mi señor!

La niña se llevó una mano a la boca al darse cuenta muy tarde de su atrevimiento. Gruñendo, el rey se acercó a ella furioso y ella se llevó ambas manos a la cara esperando el golpe que nunca llegó. El joven pálido de cabellos azules y ojos negros de pronto se interpuso entre ambos.

—A un lado, Magus. Tu mascota necesita aprender una lección. ¿Es que necesitas una también?

A diferencia de la niña, Magus no se dejó amedrentar por el rey. No se movió ni desapartó su mirada de él, salvo al final para voltear a ver al pequeño Imp en brazos de Flea.

—¿No mencionó que ese encantamiento en el que trabajaba necesitaba a un niño místico, rey Ozzie? No creo que sus padres pongan objeción por utilizarlo.

El comentario ofendió al niño, con todo y que le había salvado la vida momentos atrás lo miró con resentimiento. La herida terminó de cerrarse y la pequeña Flea le acarició el rostro como a un bebé.

—¿Estás bien?

Él asintió. La niña era a su perspectiva fea como cualquier otra humana, pero en ese momento por algo muy distinto a su aspecto, le pareció el ser más hermoso del mundo.

—Gra… gracias.

—Mi nombre es Flea, ¿cuál es el tuyo?

—Slash.

Ella volvió su atención hacia el chico pálido. La mirada de adoración que la pequeña le dedicaba no le gustó a Slash. Con voz enamorada, Flea suspiró.

—Slash, él es el príncipe Magus.

El príncipe no le dedicó ni una mirada. Mientras que el rey Ozzie por otro lado parecía pensativo.

—Te lo estoy advirtiendo, niño. Tal vez llegarás a pensar que el haber sobrevivido no fue lo mejor que pudo pasarte.

Sus ojos destilaban maldad.


Aquel día Slash volvió a la tumba de sus padres. Flea le había recomendado permanecer dentro del castillo descansando todo lo que pudiese, pero se trataba de una cita a la que no podía faltar, no importase cuanto dolor le ocasionase siquiera el moverse para dar un paso, o alzar un brazo para sujetarse de algo y no caer.

Cuando llegó estaba por anochecer. A nadie le costaría trabajo doblegarlo en su estado. Jadeaba por todo el esfuerzo que le acarreó llegar hasta aquél claro del bosque.

La tumba sólo era una piedra que colocó para identificar el lugar donde habían sido asesinados. No había nada qué enterrar cuando regresó por ellos. Probablemente sus cuerpos habían sido quemados en una hoguera al lado de los de muchos otros místicos aquel día.

—¿Hice lo correcto? ¿Soy… un monstruo?

Hasta hablar le escocía la garganta. Su voz era muy grave y ronca. Pensó en arrodillarse, pero temió que de hacerlo, volver a ponerse de pie le resultara imposible. Sus huesos seguían siendo muy frágiles, incluso más que cuando era un niño, no importaba que su altura fuese mayor a la de cualquier Imp, a la del rey Ozzie, a la del humano promedio, incluso era más alto que el príncipe Magus. ¿Pero de qué le serviría esa altura siendo tan débil? Se preguntaba constantemente. No quería imaginar lo que pensarían sus padres de verlo ahora. ¿Lo aprobarían? ¿Lo despreciarían por haberse convertido en un fenómeno? A diferencia de otros "conejillos de indias" él había sobrevivido a la magia experimental del rey, pero más que su resistencia, quizá se trató de su ambición por alcanzar sus objetivos.

Alguien se acercó hasta él y colocó una mano sobre su hombro. El temor de que se tratase de un desconocido aminoró. Con dolor alzó su mano para tocar la suya.

—Creí que estarías ocupada con Magus.

—El príncipe no necesita la ayuda de nadie.

—¿Fue lo que te dijo para alejarte?

Pareció resentir el reclamo. Slash lamentó haberlo dicho.

—Lo siento.

—Está bien. Confío en que podrá por su cuenta encargarse de Ozzie.

Slash lo dudaba. Era cierto que Magus era muy poderoso, ¿pero tanto como para enfrentarse al rey y salir vivo? Odiaba a Ozzie, no le tenía ningún aprecio por todo lo que le había hecho durante esos cinco años, sin importarle el objetivo que tenía para con él, pero ni siquiera él se atrevería a morder la mano de aquél que le alimenta. Además, tenía otra inquietud al respecto.

—Si lo consigue. ¿Qué será de mí?

—No creas que se deshará de ti. Siempre le mostraste respeto a pesar de no llevarte muy bien con él. El príncipe podría ayudarte.

—¿Ha regresar a lo que era antes?

—No. A convertirte en alguien muy poderoso.

La jovencita de voz ronca se inclinó y beso su mejilla. Slash desconfiaba en Magus tanto como desconfiaba del rey Ozzie, pero confiaba en Flea y eso bastaba.


Slash estaba en el bosque practicando furioso con su espada. La discusión que había tenido con Flea aquella mañana lo había puesto de malas. Sus giros y estocadas eran tan rápidos y letales que sin tocarlos, de pronto a los árboles les aparecían cortes producidos por el mismo aire que comprimía y explotaba ante sus golpes.

Sus sentidos se agudizaron cuando lo sintió llegar. Se puso en guardia. Se relajó cuando constató que se trataba de un místico, uno muy extraño de una raza que jamás había visto antes. Parecía una rana inmensa que andaba sólo sobre sus dos piernas, vestía ropas de aldeano y entre sus manos llevaba una espada ordinaria que identificó de manufactura humana. Había algo en él que no le dio buena espina, por lo que de nuevo se puso en guardia.

—¿Quién eres, extraño?

El forastero pareció desconcertarle la presencia de Slash. Pareció tratar de concentrarse en algo que sentía se le escapaba. De pronto lo señaló al recordarlo.

—Es verdad, tú estabas aquél día con Magus y ese… esa… con Flea. Eres el Imp al que Ozzie que torturaba en los montes Denadoro. He olvidado tu nombre.

De pronto Slash lo comprendió. Tanto Magus como Ozzie le habían contado lo que sucedió después que se marcharan unos pocos años atrás.

—Ahora lo entiendo. Eres el escudero de Cyrus. No pensé que sobrevivieras. Mi nombre es Slash, tienes mi permiso de llevarte mi nombre a tu tumba, escudero.

—Mi pelea no es contigo, sino con el príncipe.

—Magus no es ya ningún príncipe, sino el rey.

La rana abrió los ojos con sorpresa.

—¿Ozzie está muerto?

—Lamentablemente no. Magus lo relegó a ser el tercer general de la corte oscura. Como si no le bastara con Flea y conmigo. Si quieres verlo, tendrás que pasar primero sobre mí.

—No tengo tiempo para ti. Mi lucha no es contigo, te he dicho. Tampoco con Flea, a pesar de sus delitos pasados, aunque no me molestaría cortar la garganta de Ozzie en el camino.

Slash sonrió. El escudero maldecido le cayó bien. Lamentaba el tener que matarlo.

—¿Cuál es tu nombre, Místico artificial? ¿No lo merezco por haberte dado el mío?

Aunque lo dudó, alzó su espada recordando pese a las circunstancias sus modales.

—Es Glenn.

—Gracias. Te prometo nunca olvidarlo.

Y enseguida se lanzó contra él a una velocidad que tomó a Glenn desprevenido. Todo lo que la rana podía hacer era bloquear los rápidos y pesados mandobles que Slash propinaba, era bastante fuerte y ágil. Por más que ponía atención, el escudero era incapaz de encontrar un punto ciego para atacar a su oponente. Se separaron un instante, que aprovechó para tomar aire. El Imp ni siquiera parecía cansado.

—Eres muy bueno, místico artificial. Lo reconozco. Deberías ya estar muerto tras el primer baile.

Glenn gruñó.

—¿Yo soy entonces ahora un místico artificial? ¿Qué eres tú con esa estatura tan impropia en tu raza?

—Un místico modificado. Si de un consuelo te ha de servir, comprendo el dolor que debiste sentir al transformarte, aunque no imagino que haya sido tan intenso y prolongado como lo fue el mío.

Y todo se lo decía con una sonrisa, parecía estar disfrutando el encuentro.

Nuevamente se lanzaron a las armas. Glenn intentó golpear finalmente a Slash, pero como pensó, este era tan ágil para esquivar como lo hacía para atacar. Esa espada lucía pesada y se sentía como tal cuando chocaba contra la suya, aun así era maniobrada como si de una simple daga se tratase.

—Tienes un arma interesante, Slash. —Le señaló durante el intercambio de golpes.

—Puedes quedártela si me vences —un giro y estuvo a punto de cortarle un brazo si Glenn no hubiese respondido a tiempo—. Aunque lamentaría perder a "Slasher", fue el regalo de una querida amiga.

Glenn se apartó con burla.

—¿Estás seguro que es una "amiga"? Juraría que Flea se trataba de tu "amigo".

El vasallo de Magus gruñó y reanudó el combate.

—Impertinente. No te pienso permitir burlarte de Flea.

—¡Te he dicho que ustedes no son mi objetivo! —le gritó Glenn cuando ambos terminaron encontrando sus armas para forcejear con las mismas empujándose con dificultad—. ¿Tanto defiendes a Ozzie a pesar de lo que te hizo?

Se separaron. Flea consiguió arrojar a Glenn contra los árboles al sujetarlo por la muñeca y lanzarlo en un descuido de este.

—No me molesta ser tan fuerte, escudero. Además, no es por él por quien lucho. Magus mantendrá el loable objetivo de Ozzie de erradicar a tu anterior raza. Ese es una meta por la que no me molestaría entregar mi vida.

Glenn se sentía exhausto. Había sido un iluso al pretender que podría derrocar al príncipe del que acababa de enterarse se convirtió en rey al derrocar a su vez a Ozzie, ¿Cómo podría hacerle algo si no era capaz de vencer siquiera a uno de sus generales?

El "Slasher" partió el árbol contra el que Frog estaba antes que de un salto emprendiera la huida. Slash le persiguió sólo por unos minutos hasta perderle el rastro. Una pena, pensó. Había sido divertido enfrentarse al escudero del legendario Sir Cyrus.


—¿Es que esta vez no piensas huir, Glenn?

—Estoy mejor preparado a como la última vez que nos enfrentamos, Slash.

Crono y los otros constataron que el encuentro entre el general de Magus y Frog tenía un matiz personal, extrañamente a pesar de la rivalidad, no parecía haber resentimiento genuino en ninguno contra el otro.

—¿No piensas volver a advertirme que me haga a un lado por que esta no es mi lucha ni la de Flea?

—Después de todo lo que has hecho con ella a lo largo de los años junto con Ozzie, lo siento, pero ya no más. Aun sí la hiciera, ¿la aceptarías?

A pesar del rostro contraído en una mueca de disgusto, por un instante Slash pareció sonreír.

—Conoces la respuesta a eso.

Los amigos de Frog se prepararon para usar contra el general de Magus sus habilidades. Justo cuando Robo calentaba el brazo de su cañón, Frog alzó la voz.

—No interfieran. Esto es algo entre los dos.

Y con esas palabras ambos guerreros se lanzaron al duelo, intercambiando de inmediato un juego de golpes, mandobles y estocadas con su espada. Slasher seguía siendo la misma pesada y poderosa espada que Frog recordaba, pero palidecía en comparación contra MasaMune. La diferencia era tan notable que incluso Slash se percató de la misma.

—¡Parece que has mejorado, Glenn!

—Y tú también, Slash. Pero no lo suficiente.

Con vertiginosa velocidad, Frog deshizo la defensa de su contrincante al saltar lanzándose en picado contra su hombro cuando este intentó atacarlo. Slash dejó salir un grito de agonía ante la grave herida recibida. El murciélago por encima de todos chilló también. Por un instante había sonado como un auténtico Imp.

—Estás acabado, Slash. Ríndete y entrégate, entonces tal vez traten tus heridas a cambio de información. No me obligues darte el golpe de gracia.

Agitado, el guerrero Imp lo miró con una extraña mezcla de odio y respeto.

—Si hubieses abandonado tu humanidad y aceptado tu condición como místico… Bien. ¡Ahora me pondré serio contigo!

A una velocidad inusitada, Slash golpeó a Frog lanzándose contra él. No parecía correr, era como si se deslizara sobre el suelo, incluso cuando Frog trató de cerrarle el camino para un segundo ataque, su adversario parecía deslizarse incluso por las paredes. Crono estuvo a punto de sufrir un tajo en el abdomen de no haber esquivado a tiempo al Slasher. La gruesa y resistente coraza de Robo impidió que lo dañara de gravedad cuando Slash consiguió golpearlo a él. Marle y Lucca tuvieron que usar sus poderes para mantenerlo a raya con una barrera de hielo y fuego respectivamente cuando el guerrero místico se les acercó después a ellas. Molesta, la doncella rubia se dirigió a Frog.

—¡En serio ésta sigue siendo sólo tu pelea!

—¡Atáquenlo, ya!

Ante el permiso de Frog, Crono no dudó en intentar acertar su energía eléctrica contra el veloz místico, pero era tal su agilidad que ni Lucca o Robo eran capaces de asestarle un tiro certero con sus armas.

De pronto Slash se posicionó en medio del grupo. De un movimiento veloz extendió su espada a su alrededor haciendo un giro. El grupo resintió la corriente de aire cortante provocada. De no ser por las armaduras que portaban hubiera sido letal.

—¡Vamos, atáquenme!

Crono obedeció. Entendiendo la dinámica de Slash, enterró contra el suelo la punta de su espada apoyándose en la misma, entonces la sacó a presión realizando su técnica corte. Slash recibió de lleno el ataque, siendo sólo por su sobrenatural fuerza y resistencia que no terminó partido por la mitad, obteniendo sólo un corte superficial sobre todo su cuerpo desde la cintura hasta el rostro.

Estas heridas lo sorprendieron, por lo que aprovechando que perdió la concentración, Frog sujetó con su lengua la mano donde llevaba a Slasher, impulsándose lo obligó a soltarla para de un salto y con la espada al frente, asestarle una estocada que le atravesó el abdomen.

Slash cayó herido y desarmado contra el suelo. No intentó pelear más, era inútil y lo sabía. No encontró nada que hacer salvo aceptar su derrota. Frog se le acercó con precaución sin soltar a MasaMune frente a él.

—Cuando encuentre a Magus, le diré antes de ejecutarlo que peleaste con todo tu poder y todo tu honor.

—Puedes ahórrate tus palabras. Para a lo que el rey le importará cómo peleé si perdí de cualquier manera —al escupir las palabras, sintió de pronto un dolor distinto de aquél que lo estaba haciendo desfallecer—. ¿Morir por Magus? Eso es una… muerte que se siente tan vacía —vio su espada y por un instante, Frog temió que intentara tomarla para atacarlo desprevenido—. Ahora puedes quedártela si es que te sirve de algo.

Frog dudó entre dejarle morir desangrado y continuar, o asegurarse y ponerle fin a su vida.

—Perdóname, Flea…

Tras decir esas palabras. De pronto todos retrocedieron sorprendidos cuando del candelabro de donde el murciélago se alejó volando, un místico Juglar cayó hacia Slash. La achaparrada bestia amarilla de cortas piernas y largos brazos, envolvió a Slash con su capa roja, miró a los presentes emitiendo un gutural grito y entonces, una estela de humo envolvió el recinto. Cuando esta se disipó en segundos, todo lo que quedó además del grupo de héroes, fue el murciélago revoloteando alrededor de ellos. Tanto el Juglar como Slash habían desaparecido. El Slasher irradiaba un brillo oscuro a los pies de Frog.

—¿A dónde se lo llevó? —Preguntó Lucca—. ¿Qué era esa cosa? ¿Era Flea?

Frog no contestó. Tomó la espada de Slash y tras analizarla unos momentos con cierta inseguridad, se la entregó a Crono sin poder evitar el gesto ceremonial. El pelirrojo lo resintió.

—No me corresponde. Tu venciste a Slash y él lo reconoció.

—Lo vencí con su ayuda al final. Además, ya tengo una. Te será de mayor utilidad que a mí. Si salimos con vida y Guardia me exige devolver a MasaMune, puedes regresármela entonces.

Algo incómodo todavía, pero al reconocer lo formidable de aquella espada en comparación a la que portaba, el joven tomó el arma con respeto. El murciélago regresó al hombro de Marle mirando atentamente el brillo de la espada al igual que los demás. Frog parecía decaído.

—Tal vez… tu amigo sobrevivió —trató Marle de animarlo al notar su estado de ánimo.

—Por el bien de Guardia espero que no. No era mi amigo, Lady Marle, sólo éramos… rivales.

Uno por el que guardaba gran respeto. Nunca se atrevería a confiarle a nadie que desde su primer encuentro, quiso averiguar más sobre él para vencerlo algún día y así llegar a Magus posteriormente. A lo largo de los años se enteró de las motivaciones por las que Slash guardó resentimiento contra los humanos, incluso había visitado la tumba de sus padres. No lo justificaba, pero podía entender su actuar, al punto que en una ocasión llegó a replantearse su propia causa.

—Vamos. Debemos continuar. Estén alertas. Ozzie o incluso Flea podrían aparecer.

Su objetivo estaba definido. Magus debía de caer. Ozzie debía de caer. Por el rey, por la reina, por Guardia, por los pueblos humanos, por el futuro, incluso por… su rival y la vida de todos aquellos humanos y místicos que han muerto a causa de la guerra.


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Saludos a todos. Lamento el extenso Hiatus, pero las situaciones que me obligaron a entrar en él me sobrepasaron por mucho. Espero compensarles con el tiempo y las próximas entregas continuén siendo de su agrado. Saludos.

Yosholez muchas gracias, espero pese al hiatus puedas seguir disfrutándola.

Neverdie he aquí la respuesta (en parte) para hacerse una idea. Gracias colega.

Typezoolid gracias, espero te agrade este nuevo capítulo.

Annonnimo lamento la demora, pero el proyecto como vez sigue vivo. Gracias por leerlo.

Cervantesdamian89 exacto, que pese al tiempo invertido y a lo laborioso, sigue siendo sólo por tributo y por el amor al arte, como buen escritor de fics. :D