Este capítulo probablemente será el más largo, y el que más me tomó tiempo hacer. Espero que lo disfruten tanto como yo al hacerlo. :D


Al día siguiente, Robin despertó de su cama en la residencia Wayne. Resopló y miró el reloj, aún tenía mucho tiempo extra para la escuela; se levantó y entró al baño para darse una ducha matutina, una muy fría. Era lo que necesitaba, refrescarse.

Pensaba en Wally y en Artemis. No sabía si ella ya lo había descubierto, pero él realmente esperaba que nadie más supiera… aunque no le sorprendería mucho. Todos se enteraron y la rubia no era nada tonta como para no darse cuenta; M'gann lo sabía porque lo vio. Superboy lo supor porque Dick decidió contárselo y… Aqualad se enteró por intuición propia. Además, ¿qué le indicaba que alguien pudiese decirlo por accidente, aunque sea?

Mierda…

—Joven Grayson, el desayuno está listo —se escuchó la voz de Alfred cuando él salió envuelto en una toalla de la ducha.

—Gracias, Alfred. Voy para allá en cuanto me cambie.

—Procure apurarse, el joven Wayne lo espera… y ambos sabemos que en las mañanas tiende a ser un poco testarudo —dijo el mayor, con su típica expresión y salió de la habitación.

Dick se apresuró a cambiarse y a peinar su cabello; suspiró un poco nervioso y bajó las escaleras para encontrarse con su mentor. Lo saludó con un gesto de mano y se sentó en la cabecera del comedor, frente a Bruce, que estaba en el otro extremo.

—Buenos días —dijo Bruce, empezando a desayunar.

—Buenas... —saludó Dick, sin muchos ánimos.

—No te ves muy bien.

—Lo sé.

—¿Hablaste con él? —preguntó finalmente.

—Sí y no. Digamos que… logré hablar con él por un momento, pero luego todo se cagó.

—¿Cómo?

El menor resopló, decido a contarle las cosas.

—Hablamos en privado, ¿vale? —Dick se sonrojó levemente, recordando las cosas—. Pues, hubo... beso y todo...

Una leve sonrisa se pudo notar en el rostro de Bruce.

—¿Y qué más pasó?

—Pues después de eso, todo se cagó... Wally empezó a actuar de una forma muy extraña conmigo. Supongo que le avergonzaba aceptar lo que pasó... o algo. No lo sé muy bien. Hoy quiero hablar con él para aclarar eso.

—Después de la escuela iremos a la Cueva y podrán hablar.

El moreno asintió, un poco apenado.

—Pero, Robin...

—¿Sí?

—No dejes que esto se interponga con tu trabajo. Ustedes quisieron ser superhéroes independientes y eso está bien, mientras no haya distracciones. ¿Entiendes lo que digo?

Dick rió levemente.

—¿Cómo no hacerlo? Yo no mezclo relaciones con trabajo. Lo aprendí de cierta persona...

Batman no dijo nada, solo siguió comiendo. Alzó un poco la mirada para observarlo y notar que no había probado nada de su desayuno.

—Será mejor que comas o tu omelette se enfriará.

El menor asintió y empezó a comer, ambos desayunaban en silencio, como siempre. Muy rara vez entablaban una conversación larga en la mesa, más que nada porque Bruce no era una persona que supiera mucho de relaciones amistosas, cosa que no le molestaba mucho a Dick. Se había acostumbrado y le agradaba el hecho de poder compartir algo con Batman, aunque sea algo pequeño.

—Oh, por cierto. Ponte una bufanda o algo, aún se ven. —dijo Bruce, concentrado en su desayuno.


Cuando llegó a la escuela, notó la presencia de Artemis. Al menos ella no tenía idea de quién era él sin su máscara.

De todas formas, Dick no podía dejar de mirarla. Estaba algo asustado, no sabía si ella estaba al tanto de la situación y dudaba en comunicarse con Wally para preguntarle... más que nada porque el pelirrojo había estado evadiéndolo.

—Dick, ¿qué haces? —preguntó su amiga pelirroja, cruzándose de brazos—. Estás actuando más raro que de costumbre...

—No es nada, Barbara. Estoy bien —el joven bajó la mirada—, será mejor que vayamos a clase.

—Un momento. Esa chica a la que estás viendo, ¿no es con la que te tomaste una foto hace meses?

Y entonces, recordó esa mañana. "Nos reiremos de esto algún día..."

—¿Qué con eso?

—Pues actúas raro, ¿acaso te gusta?

El chico abrió los ojos. ¿Qué debería responderle? Si le decía que no, le pediría explicaciones y no lo dejaría en paz hasta saberlo; si le decía que sí, intentaría juntarlos... y de eso no se trataba. Era todo lo contrario.

—No a mí, a un amigo.

—¿Ah sí? —Barbara arqueó una ceja—. ¿Qué amigo?

—No viene a la academia, pero la conoce de fuera. Un día me la mostró y me di cuenta de que estaba aquí, por eso la foto y ahora solo intento averiguar si tiene novio o algo —dijo con tranquilidad—. Mi amigo me pidió que me fijara, para ver si podía hacer una movida. Ya sabes...

Excelente. Había sonado bastante convincente, pero debí mantenerse tranquilo, porque Barbara no era nada tonta.

—Entiendo. ¿Cómo se llama?

—Si no mal recuerdo... Artemis.

La pelirroja alzó una ceja y asintió, al parecer se había creído todo el cuento del chico. Buscó con la mirada a Artemis y la observó, no era la gran cosa... al menos, no para ella.

—¿Y por qué traes una bufanda? No hace tanto frío...

—Es que creo que me voy a resfriar, por eso intento estar precavido.

Barbara sabía que Robin no actuaba así solo por intentar ayudar a un amigo. Algo más sucedía, pero no sabía bien qué. No intentaría averiguarlo, porque sinceramente no le importaba mucho, solo se preocupaba por su amigo y esperaba que esté bien.


En otro lugar, lejos de la academia de Gotham, un pelirrojo se encontraba aún durmiendo. Le tocaba entrar a clase después que a Robin porque su colegio no era tan estricto como el otro; escuchó que tocaban la puerta y llamaban diciendo su nombre y pidiendo que ya se levantara, porque ya era tarde.

Por él, se quedaba durmiendo en su casa, pero no le quedó de otra más que levantarse con pereza y empezar a buscar algo de ropa. Lo primero que encontrara estaría perfecto...

Aunque había olvidado algo, ¡los chupetones! ¿Qué iba a hacer? No podía dejar que su mamá los viese.

Salió de su habitación con una camisa de cuello de tortuga y bóxer; fuera de su cuarto, encontró a su madre cruzada de brazos y mirándole con desaprobación y resigno. Negó con la cabeza un par de veces, como si dijera "no tienes remedio", cosa que el él sabía bien. No lo tenía. Pero ahora no era el momento de pensar en qué tan rápido se cambiaba o se alistaba para ir a la estúpida escuela. ¡Tenía otras cosas que pensar! Cosas de mucha más importancia...

Como por ejemplo, su mejor amigo y compañero: Robin.

Y las jodidas marcas...

—¡Wally, apúrate o vas a llegar tarde. El bus no debe tardar —su madre notó la extraña camisa que su hijo jamás se ponía, más que nada porque era verde con café y tonos amarillos. Ciertamente era horrible—. ¿Por qué tienes eso puesto? Nunca te lo pones.

—Ayer en la noche me dio frío, fue lo primero que encontré. Necesito ir al baño —replicó el otro, rascando su espalda baja—. Seré rápido, lo prometo.

Y vaya que así sería.

Entró a la habitación y mojó su cara para poder despabilarse un poco. Hizo lo que tenía que hacer y notó que su madre ya no estaba en el pasillo, así que corrió hacia su cuarto, donde se cambiaría en cuestión de segundos; ser el chico rápido tenía sus ventajas.

Buscó otra camisa con cuello de tortuga, algo más casual y no tan exagerado. Luego, bajó las escaleras y se encontró a su madre en la cocina.

—Eso sí que fue rápido —dijo Mary (N/A: Así se llama su madre) volviéndose para poder ver a su hijo ahora más arreglado.

—¡Nunca me subestimes, mujer! —agregó orgulloso y se sentó en el comedor para desayunar. Había pan tostado y mermelada.

Empezó a comer, rápido, como siempre y a los pocos minutos, escuchó que el autobús escolar ya estaba frente a su casa. Wally terminó su desayuno y buscó su mochila.

—¿Ves? Siempre a tiempo.

—Me sorprende que así sea —dijo su madre, acercándose al chico y plantó un beso en su mejilla—. Corre que te va a dejar.

El joven hizo una mueca de disgusto por el beso y salió por la puerta para subir al vehículo. Buscó a alguien cercano para poder sentarse y encontró a Connie, una vieja amiga y ex-novia.

—Hey —saludó el chico y se sentó a su lado. Ella no dijo nada, solo lo saludó de igual forma. (N/A: Bueno, este es un UA/AU, como gusten llamarle, y quiero que Connie y Chunk sean sus amigos del colegio. Para quien no haya leído los cómics o no sepan sobre ellos, véanlos como personajes extra, porque eso serán en este fic)

—Me sorprende verte con una camisa así —dijo la chica, riendo levemente—. Ni siquiera hace frío.

El chico sonrió nervioso, era menos habilidoso para manejar las mentiras a comparación de Dick. Vaciló unos momentos, no sabía si contárselo o no; ella era su mejor amiga ahora, pero también fue su novia hace un tiempo y... le parecía raro hablarle de algo así a la que antes fue su chica.

Aunque ella tenía pareja, Chunk. Otro de sus amigos, pero no le molestaba. De hecho, estaba feliz por ellos... aunque al principio fue algo difícil.

—Hay una persona que... no sé si me gusta —dijo finalmente, bajando la mirada hacia sus rodillas.

—¿Cómo que no sabes? ¿Qué pasó?

—Hace unos días hubo algo así como una fiesta con uno amigos que no son de por aquí. La cosa es que me vi casi sexualmente involucrado con una persona.

La chica abrió los ojos, sorprendida. Entonces, Wally le mostró las marcas por debajo del cuello largo.

—Dios mío, ustedes no perdían el tiempo —comentó la chica, intentando no reírse—. Y dime, ¿la chica es bonita?

Ahí estaba el dilema.

Wally mordió su labio inferior, mirándole de soslayo. ¿Le iba a decir que era hombre? ¿Debería hacerlo...?

Era su mejor amiga, y cada vez que pasaba algo con Chunk, ella le contaba. ¿Pero qué pasaría si ella llegara a asustarse? ¿Le dejaría de hablar por estar sexualmente confundido? Había gente que lo hacía.

Mierda, Wally, haz algo.

—Sí, es... —quiso decir, pero cuando menos se dio cuenta, estaba revelando su secreto—. Es un... chico —dijo con voz baja, casi inaudible.

Pero ella había escuchado bien lo que le dijo.

Y claramente la tomó por sorpresa, no tanto por el hecho de que a alguien le gustara otra persona del mismo sexo, hoy en día era algo bastante común... pero, ¡por Dios! estamos hablando de Wally West, el chico más mujeriego que conocía.

—¿Estás hablando en serio? —preguntó ella, incrédula. No podía ser verdad.

—Te lo juro, Connie. Hablo en serio —dijo el chico, borrando cualquier rastro bromista de su rostro.

La chica dejó de mirarlo y posó sus ojos al frente. Tenía que meditar esto... no, no realmente. No le importaba que su mejor amigo fuese gay, lo que la confundía era el saber de quién se trataba. Era un hecho algo desconcertante, pero no iba a ignorarlo.

—Si me entero de que estás bromeando, te voy a golpear, Wally.

—No bromeo. Pero prométeme no decírselo a nadie, por favor...

Ella asintió y tomó la mano del pelirrojo.

—¿Es mutuo?

—Eso creo... es algo extraño. Y-yo... no sé qué hacer.

En cuestión de un par de minutos, ya estaban en la escuela. Ambos bajaron del autobús y antes de llegar a la puerta principal, Connie lo detuvo.

—En el descanso tú y yo vamos a hablar de esto.

Wally asintió con la cabeza y entró junto con la chica. El hablarlo con alguien le hacía sentir mucho mejor.


Por otro lado...

Dick estaba en medio de una clase, intentando poner atención. Después de todo, él era el chico número uno en toda la escuela; pero algo le impedía hacerle caso al profesor que explicaba sobre la vida de Cleopatra y Julio César.

Mordió su lápiz, haciendo todo lo posible por no pensar en el pelirrojo. Entonces, sintió que alguien le aventaba un papelito a la mesa; él lo miró alzando una ceja y lo leyó.

"Necesitamos hablar. Pronto.

Te espero cerca de la cancha de fútbol."

El chico volteó para ver quién pudo haber sido. Barbara, quien se encontraba a unas cuantas mesas de diferencia, asintió con la cabeza.

Él solo suspiró y volvió a su posición. Estaba terriblemente frustrado y ahora Barbara seguro que le interrogaría por su extraño comportamiento; lo peor es que no sabría decirle la verdad. Jamás se había enamorado de alguien... no así, y no tenía idea de cómo actuar. Empezó a recordar que debía esconder bien las marcas en su cuello, y eso lo llevó a imaginar qué pudo haber pasado esa noche de la cual no recordaba casi nada.

Y estaba imaginando demasiado.

¿Por qué tenía que pasarle esto justo ahora? Tenía ganas de golpearse contra la mesa y desaparecer. Por suerte, nadie podría notarlo si permanecía sentado un buen rato.

Igual estaba nervioso; jamás le había sucedido algo así en la escuela. A veces odiaba tener un aparato reproductor masculino. En serio.

Podría ser el "Chico Maravilla", pero también era humano... y estaba sufriendo. Todo por culpa de Wally.

¿Por qué tenía que ser tan... lindo? Mierda, ¿qué estaba diciendo?

Estás jodido, Dick.

—Concéntrate... —se dijo para sí mismo, intentando ocultar la jodida erección.

Pasó un buen rato para que la clase terminara y Dick pudo distraerse. Le fue difícil al principio, pero sabía que si dejaba de pensar en ello, se calmaría. Gracias a quienquiera que haya creado el universo.

Vaciló unos segundos antes de levantarse, quiso comprobar que ya no había un bulto sobresaliente de su pantalón. Y no, ya no lo tenía; solo pudo soltar un suspiro de alivio y se puso de pie para salir a los pasillos. Ahora, tenía que encontrarse con Barbara y no le agradaba mucho la idea..., no por ella, sino porque en realidad no tenía ganas de hablar con nadie. Estaba algo frustrado por todo lo que le pasaba.

Cuando salió al patio, empezó a caminar en dirección a las canchas de fútbol. Al lado había algo así como un pequeño parque donde nadie iba, y ellos siempre se reunían ahí para hablar.

La buscó con la mirada, pero no la encontró.

—Dick —escuchó su voz por detrás.

—Barbara —el chico se volteó y le sonrió de medio labio—. ¿Qué pasó? Dijiste que querías hablar conmigo.

Ella asintió con la cabeza.

—¿Qué es? —insistió el joven.

—Sobre ti —ella resopló—. Estás raro.

El chico suspiró y bajó la mirada. No sabía si decirle. No podía... o, ¿no debía?

No tenía idea. Sus amigos ya lo sabían por varias razones, pero ahora estaba Barbara. Su mejor amiga.

—¿Prometes que no... te asustarás después de que te diga esto?

—Ya estoy acostumbrada a tus locuras, Dick —ella se cruzó de brazos y le sonrió.

—Me gusta una persona —hizo una leve pausa y se quitó la bufanda—. Estos son chupetones. Me los hizo esa persona.

Barbara se sorprendió.

—¿Tú? ¿Chupetones? ¿Estás bromeando? —preguntaba incrédula—. Es increíble. Aunque yo sabía que algo te pasaba, nunca llegué a pensar en esto.

—Ahora no sé qué hacer, porque al parecer a esa persona también le gusto, pero creo que le da vergüenza admitirlo frente a todos.

—¿Y por qué le daría vergüenza?

—Porque... —el chico vaciló, no sabía si decirle o no—. Porque es un... es un chico.

La chica abrió los ojos como platos, sorprendida.

—¿De veras?

—Sí. Es un chico. Un amigo mío.

—¿Lo conozco?

Dick negó con la cabeza.

—¿Cómo se llama?

—Prefiero guardarme los detalles —el chico sonrió y suspiró—. Probablemente hoy lo vea y aclare las cosas con él.

—Espero...


Y cuando Wally regresó a su casa, se tiró en el sofá. Estaba cansado y no quería hacer nada, pero sabía que dentro de poco tendría que ir a la Cueva.

Se encontraría con Robin y tendrían que hablar sobre su relación. Sobre la rara relación que llevaban.

—Mamá, ya me voy a casa de mi tío —dijo el chico bajando las escaleras. Había pasado un rato desde que llegó y ya era hora de irse—. Regreso en la noche.

—Vale, salúdalo de mi parte.

Salió de la casa y corrió hasta la de su tío. Naturalmente llegó en cuestión de segundos.

—Ya llegué —dijo el joven.

—¿Qué diablos pasa con esa ropa? —preguntó Barry, burlándose.

—¡Tenía frío!

—Claro, sobre todo cuando estamos a 30°C, viejo —se cruzó de brazos—. Te debes estar muriendo de calor... ¿por qué no te quitas eso y te presto algo más ligero?

—No puedo...

—¿Te duele la garganta?

—Tú debes de saberlo...

—¿Saber qué? —arqueó una ceja, sonriéndole.

—Lo del otro día en la Cueva. Tienes que saberlo, Batman lo sabe.

—Oh, eso... —se echó a reír—. Sí, lo sé. ¿Qué tiene?

—¿No estás molesto?

—Nah, son jóvenes. Es algo que ustedes hacen, yo lo hacía, y era divertido —le guiñó un ojo—. Pero al menos no dejes que todo esto se mezcle con tu trabajo.

El pelirrojo sonrió.

—No me sorprendería que lo hicieras. ¿Pero... sabes detalles, no?

—Claro que los sé.

—¿Y no te importa que...?

El mayor negó con la cabeza. Se lo tomaba como si fuera lo más normal del mundo.

—Ya te dije, son cosas que pasan. Además, si te gusta una chica o un chico, ¿qué importa? —le guiñó el ojo—. Te contaré un secreto antes de irnos.

Barry le indicó que se acercara. El pelirrojo hizo caso y puso su oído cerca de la boca de su tío.

—Hace tiempo me pasó algo similar con Bats. Pero no digas nada.

El chico no creía lo que oía. ¿Con Batman? ¿Con el hombre más amargado que conocía?

¿En serio?

No podía ser, ¿o sí...?

—¿De... veras? —preguntó el chico, incrédulo.

—Claro. Sé que suena difícil de creer, más que nada porque hablamos de Batman... pero sí. Pasó hace mucho.

—¿Y ustedes no...?

—Sí, lo quiero. Él me quiere también... pero no es algo fácil para nosotros.

Wally suspiró.

—Creo que a mí me gusta Robin.

—¿De verdad? —preguntó su tío, mirándole de reojo—. Entonces no seas idiota e inténtalo. Seguro él siente lo mismo por ti.

—Lo hace. Supongo que debemos hablar.

—Ya lo harán.

De hecho sí, en un par de segundos.

Porque cuando menos se dio cuenta, el pelirrojo ya estaba en el cuartel frente a todos los demás.

—Llegan tarde —dijo Batman, con su típica seriedad.

—Calma, viejo —Flash ya estaba vestido con su traje, al igual que Wally y todos los demás—. Nos distrajimos platicando, pero llegamos.

—Como sea —el hombre de negro miró al de rojo.

Wally pudo notar la tensión.

Sí, había algo entre ellos. Pero no podía ser. En cambio, lo suyo con Robin sí podía pasar...

Solo debían hablar para aclarar todo este embrollo, porque ya estaba hartándose de sentirse así, y seguramente Dick estaba en la misma situación; ambos se miraron a los ojos y soltaron un suspiro. Los demás lo notaron, pero decidieron callárselo.

M'gann quiso romper el maldito silencio, todo se empezaba a sentir incómodo. Más que nada por los dos amigos que se querían y Artemis, que al parecer, ya sabía qué estaba pasando. Ellas no se llevaban muy bien como para hablar del tema; tenían mejor relación que antes, eso sí, pero de igual forma... no se tenían la confianza suficiente. A veces, la chica marciana se lo lamentaba. Ella quería llevarse bien con Artemis, pero la rubia no cedía.

—¿Y... tienen misiones nuevas? —preguntó por fin.

—De eso queríamos hablar antes —comentó Batman mientras se dirigía al enorme computador—. Estuve buscando y no hay nada nuevo. Al menos algo para ustedes.

—¿A qué se refiere con eso? —preguntó Superboy, frunciendo el ceño.

—Las misiones que hemos encontrado son para nuestro nivel. No para el suyo.

Los chicos bufaron. Iban a protestar, en especial el clon, pero ya sabían de antemano que los mentores se iban a negar a darles la misión. A pesar de todo, aún los seguían tratando como niños.

Y lo eran.

—Vayan afuera o algo. Distráiganse. —comentó Green Arrow, cruzándose de brazos—. Ustedes han hecho bastante ya.

—Estoy de acuerdo —dijo Flash—. Tendrán tiempo para entrenar y esas cosas.

Los chicos, resignados, se fueron hacia el jardín. Todos menos Robin y Kid Flash, ellos caminaron discretamente hasta la estancia. Necesitaban hablar cuanto antes. Ambos entraron y se sentaron en el sofá. Los jóvenes estaban realmente nerviosos, no sabían cómo manejarlo del todo.

—Wally —dijo Robin. Su mirada estaba posada en el suelo.

—D-Di...Robin.

El moreno volteó a ver a Wally, dispuesto a hablarle.

—¿Puedes explicarme qué está pasando?

—Si lo supiera, nada de esto estaría sucediendo —respondió el pelirrojo.

Dick tomó aire.

—¿Te gusto?

Kid Flash vaciló unos segundos. Tenía algo de miedo, pero debía responder. Debía ser valiente.

Finalmente, asintió con la cabeza.

—¿De verdad?

—Sí. ¿Yo te gusto, Robin?

—Afirmativo.

Ambos se acercaron un poco. Ahora tenían las cosas claras, solo faltaba una pregunta.

—¿Por qué me evitabas? —preguntó Robin.

—Tenía miedo. Miedo de enamorarme de mi mejor amigo, que por cierto, es un hombre.

—No es la gran cosa...

—Lo es para mí —el pelirrojo resopló—. Pero ya no importa, ¿vale? Ya... fue.

—¿Esto en qué nos convierte?

—En lo que tú quieras que seamos —Kid Flash le sonrió tímidamente.

Robin devolvió la sonrisa y se acercó aún más al pelirrojo. Alzó su mano derecha y acarició la mejilla de su amigo; estaban listo para por fin unirse con un beso. Un beso que ambos anhelaban desde la última vez que pasó.

Ahora era un beso que no confundiría a nadie. Ellos estaban seguros de lo que hacían y sentían.

La única persona confundida era una rubia que miraba desde la puerta sin que ellos la notaran. Estaba boquiabierta porque en un principio no le creyó a Wally, pensaba que estaba intentando evadirla para no decirle quién había puesto la marcas en su cuello.

Y ahora, los veía besándose. Era cierto.

Mordió su labio, intentando no romper en llanto frente a ellos; cerró los ojos, dejando escapar una lágrima que se resbalaba por su suave mejilla. Ahora sabía que nadie le mintió, y no culpaba a nadie, pero de todas formas se sentía mal porque quería a Wally.

Bajó la mirada y dejó la habitación. Sabía que ahora era su turno de buscar a alguien.

Alguien que de preferencia, no sea gay.


OMG por fin he terminado esto fskafjsadgdg ;uuuuuuuuuuuuuuu;

saklfjsadj espero que les guste, en serio me tardé bastante en hacerlo por falta de inspiración omg

saludos~