Cap. 1

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Te deseo

Capítulo 1: Te deseo

— Que hermosa — susurro levemente, mientras la observa determinadamente. En medio de la oscuridad, y solo lo alumbraba el destello de la luna llena.

Eran aproximadamente las 3 de la madrugada, todos los habitante de Konoha dormían plácidamente. Menos un hombre, un joven muy apuesto.

Se encontraba parado frente una cama, mientras observaba contemplado y absorto al ver tanta belleza. La joven dormía tranquilamente, recostada por el lado derecho de su enorme cama. Sus ojos color jade estaban cerrados, sus labios rosas levemente abiertos, mostrando un poco sus blancos dientes. Con las mejillas un pocos sonrojadas y sus largos cabellos color rosas esparcidos por toda la almohada de un forma por así decirlo, "muy sexi".

El joven se agacho silenciosamente, para poder ver más determinadamente a su amada. Con la punta de sus dedos quito algunos mechones molestos que cubrían su emblanquecida cara, casi como de la de una muñequita de porcelana. Con una leve sonrisa se acerco un poco más a la cara de la joven, y rápidamente se relamió los labios.

Ella era sumamente hermosa, casi como una diosa. Él había vivido por muchos tiempo, había experimentados los más grandes placeres de la vida, había estado con muchas mujeres hermosas y exquisitas, había viajado por todo el mundo, recorriendo cada rincón del planeta, buscando aventuras y diversión. Pero, ella era única. Ella era una niña. Con apenas 16 años de edad, río burlón. Al pensar que él era más de una década mayor que ella. La niña, su "niña", era una de las mejores de su escuela, capaz de resolver problemas matemáticos muy fácilmente. Estaba más que claro que ella iba a heredar la empresa de su amado padre, Haruno Kenji.

El moreno, estaba a pocos centímetros de besarla, rozo sus labios con los de la joven, dio un pequeño suspiro al no poder besarlos. "Ella era la fruta prohibida, de los deseos y la lujuria", "ella era su fruta prohibida".

La deseaba, la deseaba como a ninguna otra. Todo lo que hacía o decía lo atraía ferozmente, ella lo tentaba, ella lo excitaba.

La joven dormida lentamente cambio de posición su cabeza, dejando expuesto su largo cuello. Él lo miro fijamente, mientras trataba inútilmente de pensar en otra cosa que no sea en eso. Sus ojos lentamente se fueron cambiando a un color carmesí, tan rojo como la sangre misma, mostrando su tan oculto secreto.

Él era llamado como el rey de la noche, el amo del terror, la desesperación y la muerte. Pero, también, era un dios, el dios de los deseos y la tentación. Toda mujer que lo veía lo deseaba, lo amaban y lo tentaban. Él no podía resistirse, ellas lo llamaban y le susurraba de manera sexi al oído; por una noche de pasión, una noche inolvidable para ellas y una noche donde nunca mas podrán ver la luz del día. Él trataba de resistirse, pero el aroma de la sangre, mas el aroma del vino y del embriagante perfume de las jóvenes lo tentaban, llevándolo a una noche apasionante, llena de lujuria y de sangre que lo llenaba.

Se acercó lentamente al cuello de la joven, oliendo cada centímetro de este, memorizando su perfume dulce. Con la punta se su lengua lamió levemente su cuello, haciendo que la joven dormida lanzara un suspiro muy sexi para sus oídos.

Lentamente beso su cuello, como si fuera extremadamente delicado y fácil de romper. Pero para él, así era. Ella era su muñeca, su dulce y tierna muñeca de colección. Al cual debe cuidar como se debe, y tratar como si fuera solo de él. "Solo mía, ella es solo mía", pensaba el moreno receloso mientras acercaba sus puntiagudos dientes al cuello de esta.

Lentamente, como si fuera el momento más importante de su miserable existencia. Él no quería morderla, no quería probarla. Él no quería llevarla a un mundo donde su vida nunca terminara, donde deberá robar la sangre de los mortales para poder sobrevivir y donde su latente corazón, este frío y ya no podrá latir nunca más. Pero la tentación y el deseo lo controlaban y lo impulsaban a cometer tal pecado. Quitarle la vida a su más preciado tesoro, a su "amada".

— Te deseo — susurro apunto de morder a la joven.

— Sasuke-san — susurro la joven de ojos jade dormida, mientras sonreía levemente.