Lo prometido es deuda…

"Imposible"

— ¡Lily!— se sorprendió el chico. Ella bajó el escalón que había subido y sin pensarlo mucho se dirigió hasta él y lo abrazó fuerte llenándose de ceniza.

—Me tenías preocupada— le dijo con reproche. Él solo atinó a corresponderle e inundarse con la tibieza de su cuerpo— te fuiste así, sin avisar.

—Perdona yo…— se desembarazó para observarla bien: Llevaba el largo cabello revuelto, una sudadera que dejaba ver sus piernas blancas y sus ojos, sus ojos que estaban hinchados y rojos— por qué… ¿por qué llorabas Lily?

— ¿Yo? —dijo ella tocándose inconcientemente el rostro. Teddy asintió preocupado — ¡estas soñando Ted!

— Te conozco Lily— replicó el muchacho ofendido. Ella desvió la mirada, ¿qué debía decirle? Acaso: si Ted, lloraba porque me siento una basura por quererte, por sentir esto a sabiendas que mi prima esta enamorada de ti y tú de ella, y yo espero en algún momento que tú la olvides y te fijes en mí. Si por eso lloraba Ted, nada de otro mundo ¿no crees?

— No estaba llorando— dijo firme, devolviéndole la mirada, perdiéndose momentáneamente en aquellos ojos como la miel tan profundos…

— ¿Desde cuando me mientes Lily? — preguntó en un susurro acariciando su mejilla, ella cerró los ojos momentáneamente para calmar el calor que comenzaba a nacer en su corazón con ese pequeño gesto. Podía escuchar la respiración calma de Ted y aquel aroma tan característico de su amortentia — y por sobre todo, ¿piensas que me podrás engañar?

— Yo no…— abrió los ojos que chocaron con los suyos, todo el mundo se iba desvaneciendo a su alrededor— no te miento Ted.

— Entonces tendré que fingir que te creo— dijo apartando su mano, sonriendo algo decepcionado. Ella bajo la mirada, todo aquel calor se esfumó en un segundo.

— Por favor no te enojes, no me pasa nada lo prometo— dijo después de un momento de silencio.

— Estabas llorando Lily, tú…— se acercó nuevamente para mirarla a los ojos— tú nunca lloras.

— No es nada, de verdad— dijo nuevamente pero su expresión no engañaba a nadie.

Él la abrazó, deseaba tanto volver a hacerlo que no pensó mucho en aquel momento, sólo se aferró a su cuerpo frágil envolviéndose en aquel aroma cautivante. Lo único que escuchaba era la serena respiración de Lily, tranquilizadora como el murmullo de la brumosa espuma que toca la orilla de la arena en el mar.

— No quiero que llores…— dijo en su oído. Ella asintió— y si no quieres contarme entenderé, sabes que siempre estaré para ti.

— Lo sé, gracias— dijo ella. Permanecieron abrazados un momento más hasta que una vocecita tras ella la hizo dar un respingo y soltarse.

— ¿Lily? ¿Con quien hablas amor? — Su madre venía desde el pasillo envuelta en una bata de seda azul— Teddy ¡que sorpresa! ¿Qué haces en casa tan temprano?

— Yo venía a ver a mi padrino, tengo que hablar con él— dijo el muchacho rápidamente. Lily bajó la mirada.

— Harry está dándose un baño, prepararé el desayuno— dijo Ginny que observaba de reojo a su hija— ¿estas bien cariño?

— ¡Claro ma! , tengo frío eso es todo— contestó Lily que aferraba sus brazos alrededor de su cuerpo, aquel calor que Teddy le proporcionaba se había esfumado al instante.

— Ve a abrigarte, te esperamos en la cocina— sugirió Ginny. La pelirroja asintió en el momento en que su madre entraba en la cocina y ella comenzaba a subir a su habitación.

— ¡Lily!— la llamó el chico desde los pies de la escalera. Ella volteó.

— ¿Si?

— ¿Puedes acompañarme mas tarde al Callejón Diagon? — pidió. Ella se quedo viéndolo un instante— claro que si no puedes yo entiendo…

— ¡Claro que quiero! —dijo despertando de su letargo, él sonrió— ahora iré a…

— Si, claro— dijo él excusándola. Ella sonrió y subió aprisa la escalera.

Se dejo caer sobre la cama. ¿Por qué él la miraba de aquella manera?, tan intensa, tan desesperadamente enloquecedora… su piel aun no se normalizaba. Le costaba razonar que Ted pudiese de alguna forma acariciarla así como si ella no fuese la pequeña Lily y a la vez no fuese más que un gesto fraternal. No podía confundir aquello con los deseos que albergaba su corazón. ¡Dios! Lo amaba, lo amaba tanto que dolía, que se encontraba a si misma en el cielo con aquellos gestos de cariño que podrían parecer insignificantes para cualquiera. Aun temblaba ligeramente, su cabeza daba vueltas y aquel aroma la perseguía aun cuando él se encontraba lejos. Se había sentido tan bien entre sus brazos que olvidó momentáneamente a Victoire… Victoire si no fuese su prima todo seria diferente, quizá en ese mundo hipotético ella se atrevería a contarle a Ted lo que sentía sin aquel miedo aberrante de que él la despreciase por fijarse en él, en el novio de su prima. Sí, las palabras "es novio de tu prima" martillaban en su cerebro a cada segundo del día. Quería arrancar de su pecho aquello que la mente es incapaz de razonar del todo.

Al salir de la ducha el sol estival ya brillaba en el oriente. El agua caliente la ayudó a revivir su cuerpo que estaba como muerto. Mientras se encontraba bajo el agua decidió que disfrutaría aquella mañana junto a Ted y trataría de poner aprueba sus sentimientos: los guardaría con candado y los dejaría prisioneros, lo mejor era el olvido… sonrió con tristeza.

Se puso aquel vestido verde esmeralda que llegaba hasta sus rodillas, secó su cabello con un simple movimiento de la varita y luego de peinarlo lo dejó suelto. Se miró al espejo, su rostro ya estaba normal, ningún rastro de llanto quedaba en el.

— Siéntate hija, ¿te preparo un chocolate caliente? — preguntó inmediatamente Ginny al verla entrar.

— Si por favor— aceptó Lily — ¿y Ted?

— Está con tu padre en el despacho— informó su madre que la observaba con cariño, conocía tan bien esa expresión que podía verse así misma sufriendo por su esposo en su época escolar.

— ¿De qué crees que hablen? — preguntó Lily luego de un rato de observar atentamente la puerta en busca de algún atisbo de Ted y Harry.

— ¡Que curiosa me salió esta niñita!— exclamó Ginny tendiéndole la taza de humeante chocolate— trabajo, creo que es algo sobre una misión de tu padre.

— ¿Papá trabaja todo el día hoy también? ¿Cuando tomará vacaciones? — preguntó. Ginny soltó un suspiro.

— Trabaja hasta el medio día, y ¿vacaciones? Pues ya sabes como es tu padre, esta en plena investigación no tomara vacaciones hasta completar todo— aclaró su madre rodando los ojos.

— Yo creo que debes obligarlo ¿no crees? — dijo la muchacha con una risita, Ginny movió la mano como para dejar ir aquella idea.

— ¿Harás algo hoy? — preguntó su madre.

— Acompañare a Ted al Callejón Diagon, quizá debe comprar algo— dijo ella alzando los hombros. En ese minuto se dio cuenta que no le había preguntado a Ted a qué exactamente iba al callejón.

— Pues a comprarle un regalo a Hugo ¿no? — supuso su madre. Lily levantó las cejas— es su cumpleaños pasado mañana, ¡no me digas que lo olvidaste!

— ¡Diablos! ¡Debo comprarle algo! —exclamó en el momento que su padre aparecía junto con Ted.

— Mi hija y sus "diablos"— dijo Harry besando la frente de su "pequeña"— ¿Qué olvidaste?

— El cumpleaños de Hugo— explicó, Ted sonrió burlón sentándose frente a ella— ¡no te rías!

— Le compras algo en el callejón Diagon— dijo el chico quitándole el chocolate caliente y bebiendo un sorbo.

— ¡Claro! ¡Por eso me invitaste al callejón Diagon! — lo atajó la chica, Ted rodó los ojos su cabello estaba de un color turquesa particularmente intenso— lo olvidaste también.

— Claro que no, es solo que ayer comenzaron mis vacaciones, no podía ir antes por su regalo— explicó sereno. Lily bufó— no es mi culpa que olvides todo.

— Yo no olvido todo— refutó la muchacha.

— Siempre olvidas algo Lily, hay antecedentes— continuó el chico divertido, le gustaba ver a Lily enojada.

— ¡Trae acá mi taza de chocolate! — dijo ella molesta quitándosela de las manos, Teddy soltó una carcajada junto con su padre, Lily iba a abrir la boca para seguir con la discusión pero la interrumpió Ginny.

— Ya esta bueno, dejen de pelear, parecen marido y mujer— dijo con cierta intención, los dos se pusieron rojos, Ginny sonrió mentalmente.

El Callejón Diagon estaba abarrotado de niños y padres que caminaban presurosos, Lily recordó que faltaba poco para la vuelta a clases y al ver a tantos niños con los brazos llenos de artículos escolares sintió una gran nostalgia por el castillo de Hogwarts. Éste año ella ya no regresaría; éste año ella iría a la escuela de Aurores. Sonrió, recordaba con cuanto encono añoraba entrar a la academia mientras pasaba largas horas en los jardines de Hogwarts. Ahora ella sentía nostalgia de aquel refugio mágico.

— Ya no volverás este año— dijo Ted que parecía leer su mente. Ella levantó la cabeza para mirarlo, miel… ojos como la miel.

— ¿Estas leyendo mi mente? —preguntó divertida, él soltó una carcajada.

— Sólo conozco aquella mirada— dijo él. ¿Era capaz el tiempo de detenerse cada vez que ella se perdía en aquellos ojos tan indescifrables? — ¿entonces?

— ¿mmm...?

— ¿A donde iremos primero? — dijo él divertido. Lily resopló mentalmente "¿donde había quedado el control?"

— Creo que a la sucursal que tiene Derbis y Banges, quiero comprarle un telescopio lunar, ya sabes que ama mirar el cielo— dijo la muchacha. Ted le cogió la mano de pronto y la hizo cruzar la calle abarrotada de gente. Un par de gatos pasaron entre sus piernas y una niña de no más de 6 años corría para atraparlos.

— ¡Locura escolar!— bufó al ser empujada por un par de magos presurosos, casi cayó al suelo, pero Ted fue más rápido y la cogió fuertemente de la cintura.

— ¿Estas bien?

— ¡Claro que si!— dijo ella un tanto roja, odiaba ser la damisela en apuros — ¿dejarás de preguntarme eso el día de hoy?

— Perdona por preocuparme— dijo con el rostro sereno. Ella rodó los ojos y aceptó la mano que él le ofrecía— la tienda esta mas adelante.

— ¿Te conté que Hugo entró a la escuela de astronomía del Cairo? — comentó Lily con voz serena, en son de disculpa. Ted negó— la semana pasada se enteró, partirá en quince días más.

— Supongo que Hermione estará orgullosa, es la mejor escuela que hay— dijo Ted imaginando a Hermione llorando de alegría, Lily captó el sentido de la oración y soltó una risita.

— ¡Te perdiste la mejor escena de llanto que mi abuela y tía Hermione pudiesen lograr!, hasta Hugo se rió mas tarde cuando ninguna de las dos estaba cerca— comentó la pelirroja. Ted apretó su mano para que un grupo de magos y brujas que venían en dirección opuesta no los separase, su corazón latió apresuradamente.

Cuando llegaron a la pequeña tienda al menos unas diez personas estaban ordenas en fila frente a la caja donde una chica particularmente hermosa cobraba el valor de los artículos. Un hombre bajito los saludó alegremente.

— ¡Buenos días! ¿Qué puede ofrecerles Derbis y Banges? ¿Buscan algo en particular? —preguntó de un sopetón, Ted ahogó la carcajada ante la voz chillona del hombre.

— ¡Hola!, si, creo haber visto en uno de sus catálogos un telescopio lu…

— ¿Lunar? — terminó el hombre mientras arreglaba las torcidas gafas en su curva nariz. Lily asintió— pues tenemos toda una gama de esos, el mas reciente llegó la semana pasada desde Centroamérica es un ejemplar único, ¡hecho en los talleres astronómicos sobrevivientes de la extinta escuela Maya!, los otros ejemplares son también de una de las mejores escuelas astronómicas, la griega y por supuesto la mejor de todas ubicada en el Cairo.

El monólogo del hombre se alargó por quince minutos más, les hizo una descripción completa de los mas de ocho ejemplares de telescopios lunares que había en la tienda y cuando al fin pudieron intervenir en la conversación Lily eligió uno muy modesto bañado en plata. Ni siquiera se le ocurrió dejar escapar que el regalo era para Hugo, que había logrado entrar en la Escuela Astronómica del Cairo, de la que el vendedor parecía saber mucho, estaba segura de que la perorata del hombre se hubiese extendido por quince minutos más. Se apartó del mesón en el que el vendedor afinaba con su varita el telescopio y gravaba el nombre de Hugo en un costado. Se perdió en el escaparate de la tienda, observaba las decenas de artilugios, unos conocidos otros que no había visto nunca. Cuando se hubo aburrido de mirar se dispuso a volver donde Teddy. Lo ubicó en la fila de pago, ya era su turno y la muchacha que cobraba le lanzó una mirada encendida que hizo rugir el pequeño leoncito que llevaba dentro. Teddy muy educadamente le sonrió a la muchacha que deliberadamente se movía a una lentitud poco probable en la vida real. Se contuvo de ir y sacarle los ojos a la muy furcia. Junto con la boleta de venta la muchacha le tendió a al metamorfago un trozo de pergamino y le cerró un ojo de manera insinuante.

— ¿Nos vamos ya? —preguntó Lily enojada. Teddy alzó una ceja— ¿qué?

— ¿Qué bicho te picó? — preguntó él devuelta. La pelirroja prefirió omitir que el de los "celos", así que se dio la media vuelta.

— ¡Vamos! —Dijo saliendo de la tienda y chocando con un par de chicos que traían en sus manos un par de sendas escobas— ¡por el amor de Merlín!

— ¡Discúlpanos guapa! — dijo uno de ellos, debían tener su edad. Lily bufó desembarazándose de ambos y sus escobas. Pero los muchachos no le abrieron el paso.

— Creo que te he visto antes…— dijo uno de ellos mirándola cándidamente con sus ojos negros, Lily resopló intentando pasar— si, en mis sueños, la musa de mis sueños.

— ¿Me permites invitarte una cerveza de manteca dulzura? — preguntó el otro con una voz que pretendía ser seductora, Lily bufó casi igual que el viejo gato color canela de su tía Hermione, Crookshanks.

— ¡Ey! ¡Apártense buitres!— dijo Ted con una nota de aspereza en la voz, su pelo era de un negro carbón, ambos chicos alzaron la vista, Teddy les llevaba lámenos veinte centímetros a los dos y era muchísimo mas fornido.

— Perdón hermano, no sabíamos que esta belleza ya estaba ocupada— dijo el de cabello rubio alzando los brazos en actitud de disculpa. Lily no aguantó mas, se abrió el paso empujando a uno de ellos.

— ¡Adiós preciosa! — gritó el otro.

Camino rápidamente. Lo que le faltaba un par de "galanes" con aires de casanova. Teddy se le unió prontamente con el telescopio envuelto en papel cartón y otro paquete un poco más pequeño bajo su brazo izquierdo. Ninguno de los dos emitió palabra alguna hasta que se encontraron en Florean y Fortescue. El muchacho aun conservaba el color negro en el cabello y observaba a Lily que llevaba el entrecejo fruncido.

— Muy amigable la cajera de la tienda— dijo ella al fin.

— Al igual que el parcito ese— espetó Teddy.

— Al menos yo estoy soltera ¿no crees? ¡¿Qué diría Victoire si te viera coqueteando con esa?! — dijo ella dejando salir todos sus celos en cada palabra, aunque no distinguía bien si era por Victoire, la muchacha de la tienda o ambas juntas.

— Primero yo no he coqueteado con nadie— dijo él un tanto enojado — y segundo yo no creo que Victoire me diga algo, ella y yo ya no somos nada.

— ¿Qué? — exclamó Lily mirándolo impresionada. Él soltó el poco aire que quedaba en sus pulmones.

— Eso— dijo no queriendo hablar mas— ¿uno de limón?

— ¿Cómo? —dijo ella confundida, algo vibraba en su interior, ¿esperanza tal vez? Y al mismo tiempo el rostro de Ted, tan esquivo y ausente frenaban aquel arrebato de egoísmo en su interior.

— Si quieres un helado de limón, es tu favorito— dijo él.

— Cla… claro— respondió turbada. Ted le tendió los paquetes y entró en la heladería abarrotada de gente.

Caminaron por el callejón degustando del helado en silencio. Lily no encontraba las palabras para tocar el tema de Victoire con Ted y él no daba ninguna señal de cambiar aquella expresión de su rostro, inescrutable. Llegaron hasta la muralla que daba al Caldero Chorreante y antes de que el chico tocara el ladrillo que permitía abrir el pasadizo con la varita, Lily puso su mano en su antebrazo, él volteó a un costado y bajó el brazo que suspendía en dirección a la muralla.

— ¿Qué pasa? ¿Olvidamos algo? — dijo mirando los paquetes. Ella negó.

— Lo siento— dijo

— ¿Qué cosa? — preguntó él.

— El que terminaras con Victoire, yo se que ambos se querían mucho— dijo Lily. Ted se perdió un momento en aquellos ojos chocolates. Lily luchaba interiormente con sus sentimientos, de verdad sentía que Ted hubiese terminado con la mujer que quería pero por el otro… significaba que ella tenia una oportunidad con él ¿o no?

— Vamos Lily que no se acaba el mundo, lo nuestro con Victoire ya estaba desgastado— dijo el muchacho con una serenidad que rayaba en el budismo. Le sonrió para que no se preocupase— tal vez salga con la chica esa de la tienda, me dio su número.

— ¡Pero como puedes! —dijo ella cegada por los celos que arremetían y hacían hervir su sangre.

—Estoy bromeando Lily— dijo él corriendo un mechón de su cabello hacia un costado de su rostro.

La observaba sonreír dulcemente. Ella siempre sonreía de esa forma pensó, mientras aceptaba el trozo de chocolate que le tendía. Sus dedos rozaron su delicada mano. Ella se dejó caer a su lado y degusto con placer aquel chocolate, cerrando los ojos.

— ¡Me alegra que viniésemos aquí!— dijo ella abriendo los ojos. Él aun la observaba.

—A mi igual— dijo apartando la vista.

Estaban en un parque a las afueras de Londres (1), era muy extenso y repleto de decenas de diferentes tipos de árboles. Lo que mas le gustaba a Lily era la flora y fauna del lugar: jazmines, peonías (sus favoritas), rosas, girasoles, tulipanes, margaritas y seguía la lista. Variedades de pájaros y mariposas que era lo que más le atraía. Se acordaba del primer día que piso aquel lugar, fue Ted precisamente el que la trajo cuando tenía quince años.

El sol se filtraba por el follaje del inmenso roble que les daba sombra. Teddy dejaba vagar la mirada por su ser, pensó que se veía hermosa en aquel vestido que dejaba ver las pecas de sus brazos y largo cabello que solía ir un tanto alborotado, eso le daba un aire de ensoñación. Mordió el chocolate fuertemente acordándose del par de buitres del callejón. Ella era muy hermosa y atraía la mirada de los hombres ¿estaba celoso?, negó, luego recapacitó, si estaba celoso, pero claramente lo atribuía a su lado protector, fraternal, James y Albus lo matarían si no la cuidases de esos desvergonzados. Si, eso era.

— ¿Qué piensas tanto eh? — lo interrumpió ella.

—En si le gustará a Hugo mi regalo— mintió rápidamente.

— ¿Qué le compraste?— preguntó curiosa pues no se había percatado de aquello con la tipeja esa de la tienda y luego con todo el barullo del callejón.

—Una muñeca inflable— dijo el serio, Lily lo golpeo duramente en le hombro— ¡ay! ¡Que no hace falta!

— ¿Tienes un lado cómico? — preguntó enojada. Él apretó una de sus mejillas, le recordó a aquellos pellicos que le daba la esposa de su tío Percy cuando era pequeña, se exasperó.

—Le compré las constelaciones dentro de una esfera mágica— explicó el chico aun riéndose de ella que se sobaba el lado que él había apretado— el vendedor me explicó que sirve tanto para astronomía como para ver los presagios que trae el destino— Esto último lo dijo imitando a la vieja profesora de adivinaciones de Hogwarts, la señora Trelawney. Ella soltó una carcajada que él no tardo en seguir. Su cabello se torno nuevamente turquesa.

La tarde se les pasó volando. Se dedicaron a hablar de todo lo que se les venía a la mente, a disfrutar de aquellos silencios tan agradables entre ambos. Almorzaron junto a un pequeño lago artificial donde nadaban algunos cisnes de albo plumaje. Teddy se perdía continuamente en aquellos ojos chocolates, en el resplandor rojizo que emitía el cabello de Lily al sol, su risa alegre… y Lily por otro lado creía que soñaba, nunca había tenido un día así con Ted, no quería regresar a casa, ya no pensaba en nada triste, se la estaba pasando bien y así quería recordar ese día.

El crepúsculo les aviso que era hora de volver a casa. Aparecieron en medio de la sala de la Madriguera pues ahí estarían sus padres.

— ¿Donde estarán? — se preguntó Lily que entraba en la cocina esperando encontrar ahí a alguno de ellos. Teddy miró hacia el jardín trasero por la ventana que estaba abierta de par en par.

— Tomando cerveza de mantequilla, ¡mira están Rose y Hugo también! — dijo Teddy. Ella lo tomó de la mano y lo arrastró escaleras arriba.

— ¡Hay… que esconder esto! —Dijo señalándole los regalos— ya sabes que Hugo es igual a mi padrino Ron, un tanto inquieto con los cumpleaños, ¡aun cree que tiene diez!

Entraron en su habitación que estaba ordenada y con las ventanas abiertas, el visillo ondeaba con la brisa. Lily se apresuró en abrir el armario y esconder los paquetes dentro, luego sin siquiera apuntar con la varita cerro mágicamente el sello del armario.

— ¡Ey! — Exclamó impresionado— ¿cómo lo haz hecho?

— ¿Qué? — dijo ella quitándose los tacones y rebuscando en un baúl sus viejas sandalias.

—Hiciste magia sin varita— dijo él apuntando el armario. Ella sonrió.

— ¡Bueno! ¡Soy la hija de Harry Potter! —Dijo ella con una fingida altivez, que le quedaba muy mal, luego sonrió— sólo puedo hacer cosas como esas, papá me ha estado entrenando desde que tengo dieciséis, ya sabes, me servirá en la academia.

— ¡Te felicito a mi me costo mas de 6 años la magia sin varita y aun estoy en ello!— dijo él con orgullo. Ella rodó los ojos mientra se calzaba las sandalias.

— Merlín ¡ni que fuera Dombledore!, que en paz descanse— dijo inmediatamente— no te entusiasmes que me cuesta a horrores, pero hay veces que me resulta.

—Esta bien doña modestia— dijo él resoplando— ¿bajamos ya?

— ¡Claro! —Dijo ella besándolo en la mejilla en un arrebato poco razonado, él se quedo como atontado— ¡Ey! ¡El último que llega se casa con Trelawney!

Una vez en el jardín se dirigió rápidamente a saludar a sus primos. También estaban en el jardín, riendo de lo lindo de algo que no entendía muy bien, su madre, abuela y su tía Hermione, mas allá su padre conversaba con Ron.

— ¡Ey! ¡Aquí esta la aurora del momento! — dijo Ron cuando se hubo acercado a saludar.

— ¡Aun no lo soy!

—Pero eres una honoraria ¿no?—le recordó él, ella se sonrojó, todos sabían la historia de su embestidura a los cinco años cuando casi hizo enloquecer a su padre.

—Eso mismo le recordaba yo la noche pasada— dijo Ted con una sonrisa burlona.

— ¡Y aquí esta el inefable! — Dijo Ron— con tanto sobrino experto en defensa contra las artes oscuras no necesitare pagarle a un guardaespaldas la próxima vez que tenga que ir a los países bajos arrastrado por George y sus locas ideas.

— ¡No soy inefable!— aclaró Ted.

—Pero lo suponemos— dijo Lily, él negó con un movimiento de cabeza, divertido. No podía revelar que hacia exactamente en el Departamento de Misterios y eso de los inefables era otra argucia para proteger a un selecto grupos de personajes que realizaban algunas misiones que no podrían explicar ni siquiera al Ministro de Magia.

— Ahora, si no es demasiado pedirles— continuó su tío— creo que es hora de cenar ¿no compadre?

— ¡No cambias! ¡Te conozco hace más de treinta años y aun sólo piensas en comer Ron! — exclamó su padre que la tenia sujeta a su lado.

— ¡El encanto Weasley! — dijeron a coro Ron, Lily y Teddy. Los cuatro soltaron una carcajada.

— ¡¿De que ríen eh?! — preguntó Rose que venía junto con Hugo a avisarles que la comida estaba siendo servida ya.

—Del encanto Weasley— dijo Lily, Rose rodó los ojos.

— ¡Ya me lo suponía! ¡La cena esta lista papa! — dijo la chica. Todos rieron.

Mientras se encaminaban hacia el huerto de árboles frutales, donde se dispusieron un par de mesas para la cena, Rose la apartó un poco relegándose de los hombres que habían comenzado a hablar de quiddch.

— ¡Cuéntamelo todo! — le dijo en un susurro. Lily sonrió— ¡ay dios! ¿Tan bien lo pasaron?

— ¿Como sabes...? Mi madre te dijo que habíamos salido de compras— dijo respondiéndose la pregunta que no había alcanzado a formular. Rose resopló con impaciencia.

—Si, pero eso es otro cuento, ¡desembucha! — apremió la chica, a Lily se le iluminaron los ojos— ¡ay Merlín! Si tan solo vieras tu rostro cuando llegaste, tan feliz, hace tiempo no te veía sonreír así Lily.

—Te contare todo, no es la gran cosa ¿si? No es para que casi saltes de emoción— le dijo aprensiva, Rose no le hizo caso— además tengo una noticia que darte.

— ¿Sobre Ted? — preguntó, Lily asintió— ¡pues dime!

—Ahora no— le dijo cuando hubieron llegado a la mesa— después de cenar, tengo hambre.

— ¡Me vas a matar! —chilló la castaña, Lily le cerró un ojo sentándose junto a Hugo.

— ¡¿Qué hay primo favorito?! —Preguntó plantándole un beso en la mejilla a Hugo— ¡no queda nada para tu cumpleaños!

— ¡Ahá! ¡Nos iremos de parranda! —le dijo en un susurro para que su madre no escuchara— ya sabes a una discoteca muggle, ¡Rose fue la de la idea!

— ¡No me digas! —se entusiasmo Lily que jamás había ido a uno de esos salones de baile que los muggles llamaban discotecas.

— ¡Claro que si! Primero cantamos mi cumpleaños feliz aquí y luego viramos a la discoteca — dijo el muchacho entusiasmado, Lily pensó que se parecía mucho al ánimo que presentaba su tío George cuando hablaban de parrandear. Los ojos azules de Hugo brillaban como los de su padre.

— ¿Y quien mas va?

—Pues todos los que quieran, y bueno también va Loretta— dijo sonrojándose un poco en las orejas.

— ¿Loretta? ¿Al fin y son novios? — preguntó la chica, Hugo asintió— ¡me alegro tanto!, ¿cuando pensabas contármelo eh?

—A ver, a ver ¿que tanto trama ya el parcito? —exclamó Ron desde el otro lado de la mesa con una pierna de pollo en alto.

— ¡Nada, nada! — dijeron ambos a la vez.

— ¡Los vigilo eh!

— ¡Ronald! —lo reprendió su mujer ante sus modales a la hora de comer. Los comensales comenzaron a ccenar animadamente. Ted le regaló una sonrisa desde el otro lado que hizo que no atinara bien al dejar el vaso de zumo sobre la mesa dando lo vuelta, derramando el jugo anaranjado sobre el blanco mantel.

— ¡Diablos! — gruñó, Rose se rió burlonamente pues se alcanzó a darse cuenta de todo.

—Tergeo— murmuró dedicándole una mirada asesina a su prima. Teddy Remus Lupin la descolocaba con aquellas sonrisitas tan sexys, tan francas, tan suyas.

—Cierra la boca Lily— susurró Hugo con el mismo humor que su hermana. Ella entrecerró los ojos con pesadez— no vaya a ser que una mosca entre por ahí mientras te quedas como boba mirando a Ted.

— ¡Pero que dices! — chilló bajito, Hugo rodó los ojos azules.

—Eres tan evidente prima y yo te conozco tan bien— dijo él negando despreocupadamente— te doy mi aprobación.

— ¡Por el amor de Merlín! — dijo la chica. Rose alzaba los hombros desde el otro lado de la mesa. ¿Acaso era tan evidente con sus sentimientos? Su padre la miraba disimuladamente. Si no dejaba de comportarse como niñita de quince todo el mundo se daría cuenta. Volvió su vista hacia la comida hasta que la cena finalizó, Hugo reía a su lado. Quería estrangular a ese par de Weasleys.

Nociva. Sí, la mirada que Ted le estaba dirigiendo desde aquella esquina era nociva para su salud mental. Rose murmuraba algo en su oído que ella no estaba escuchando en realidad. Es que aquellos ojos la traspasaban. Las tres mujeres mayores parloteaban en un costado mientras sorbían un té, su padre, Ron y Hugo jugaban una partida de ajedrez (Harry y Hugo contra su padrino) y él se mantenía en aquella esquina junto a su abuelo que leía el periódico, fijando su mirada en aquellos ojos chocolates tan calidos y brillantes. Él se levantó sigilosamente y salió hacia el jardín atravesando la cocina. Lily hizo lo mismo dejando a Rose con la palabra en la boca y una sonrisita amplia, la castaña cruzó los dedos tras la espalda. No era la única que se percató de la salida de Lily, otro par de ojos chocolatados miraron disimuladamente la puerta de la cocina por donde desapareció la estela roja.

— ¿Te vas? —preguntó una suave voz a sus espaldas.

— Salí a tomar aire— respondió girando un poco para verla, su esbelta figura oculta en la oscuridad contrastaba con la luz amarillenta que salía desde la cocina tras la puerta abierta.

Ella se acercó un poco colocándose justo a su lado. El susurro de los árboles al mecerse suavemente por la brisa era relajante. Lily lo miró, la luna se reflejaba en sus ojos claros. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, la noche estaba fresca.

—Tienes frío— Afirmó Teddy mirándola. Ella asintió, la atrajo a su cuerpo.

—Gracias— dijo ella en un susurro, su corazón latía furioso dentro de su pecho, el aroma de Ted la envolvía.

—Me preguntaba si te gustaría ir a la playa este fin de semana— dijo de pronto Ted. Ella alzó la cabeza para mirarlo.

— ¿A la playa? — Preguntó — ¿tú y yo?

—Bueno…— dijo él dudando— también pensaba en invitar a Rose y Hugo.

—Ah…— dijo ella más decepcionada. Claro, claro Lily enfócate, sólo eres eso: Lily, la hija de su padrino, su amiga, casi hermana— claro, ¡será divertido!

— ¿De verdad? — dijo contento el chico. Ella sintió.

— ¿Y donde iremos? — preguntó Lily.

—Pues mi abuela tiene una casa en la costa oeste— dijo él. La pelirroja lo miró asombrada, no tenia idea de aquello— la arrendó por años, hace algunos meses esta bacía y me la ha legado en herencia, ya sabes como es.

—Todo por adelantado— agregó Lily. Teddy asintió —entonces ¡¿cuando nos vamos?!

—Si quieren este mismo sábado, antes tengo que hacer algunas cosas en el ministerio— añadió el muchacho.

— ¡Eres igual a mi padre no dejan de trabajar ni en vacaciones! — lo reprendió la chica.

—Estoy seguro de que tú serás igual, espera y verás— dijo el pegándola nuevamente a su cuerpo.

— ¿Ahora ves el futuro?

—Ya te dije que te conozco bien Lily.

— ¿A si?

—Sí.

— ¿Y que estoy pensando ahora?

—Pues no leo mentes cielo, aunque si me dejas uso la legerimancia— dijo él con un tono de voz alegre. Ella soltó una risita que sonó bastante infantil.

— ¡Serás!

Se quedaron un momento mas ahí fuera. Contemplando el cielo cuajado de estrellas y la luna que aun se presentaba redonda. Teddy se veía particularmente hermoso bajo la luz plateada pensó y luego se ruborizó al escuchar las palabras que al parecer él dijo sin pensar.

—Pareces resplandecer bajo la luna— dijo como si nada en un tono apacible— digo, tu piel se ve nacarada, como con aquel brill…

Se calló abruptamente y la soltó con poco cuidado. Lily se quedó viendo aquellos ojos, podía ver su reflejo en sus pupilas dilatadas. Ted tragó en seco.

—Creo que es hora de entrar, debo ir a la casa de mi abuela— dijo el chico adelantándose. Lily estaba inmóvil en el mismo lugar— ¿vienes?

—No, yo…— lo miró nuevamente, mas bien lo contempló, como de costumbre: aquel cabello que era el suyo, color arena, sus ojos tan indescifrables, penetrantes, intensos, su cuerpo atlético, pero no robusto, aquella aura magnética…

— ¿Tú…? —preguntó al ver que no le contestaba, la verdad su mirada lo ponía nervioso.

—Yo me quedaré un rato mas— respondió la chica bajando la mirada. No, no podía ser mas evidente pensó mientras se reprendía mentalmente.

—Entonces me despido— dijo él acercándose y besando su mejilla, su piel quemó— nos vemos este viernes. Fue un estupendo día pecosa.

—Cuídate ¿si? — pidió ella un tanto turbada, él le cerró un ojo y cayó completamente rendida, era imposible dejar de amarlo, de apartar la vista, desear besarlo con ansias, calcinarse bajo su penetrante mirada.

—No te preocupes pequeña— dijo, acarició su mejilla bajando hasta su cuello ligeramente con las yemas de sus dedos, apartó la mano de forma brusca— adiós Lily.

—Adiós Ted…— dijo cuando él ya se hubo perdido dentro de la casa. Soltó el poco aire que le quedaba en los pulmones y se estremeció un instante. ¿Lo había soñado todo? ¡Oh! definitivamente se estaba volviendo loca.

Rose apareció en el marco de la muerta, se acercó a ella. Y se quedó viéndola fijamente.

— ¡Lo vi todo! ¡Ese hombre es todo tuyo! —dijo ansiosamente. Lily pareció despertar de su letargo.

— ¿Qué? ¡Que dices Rose!

— ¡Lo que faltaba, te quedaste sin neuronas luego de toda aquella escenita! — le dijo su prima negando con la cabeza de un lado a otro.

— ¡Ay Rose!… ¿es posible amar a alguien de esta manera?

—Claro que si boba… ¡ahora! Creo que me tienes que contar muchas cosas— apremió su prima, Lily asintió— ¡bien! ¡Pues hoy me quedo en esta casa!, ya todos se están yendo, ven a despedirte.

Las dos entraron en la estancia; una emocionada por lo que acababa de ver y la otra con los sentidos aun alborotados y una sensación creciente en su pecho. Estaba decidida, era imposible pensar siquiera en dejar de amarlo, imposible.

(1) aquel parque no tengo idea si existe más allá de mi imaginación.


NA: ¡okay! No se quejen que me salió bastante largo (hahahah). ¿Qué les pareció?. Lo que si les digo es que ante noche mis deditos tan inocentes se descontrolaron y escribieron una escena ¡que me traía de las mechas! Se que les gustará pero como nada en esta vida es tan perfecto y yo estoy bajo la influencia de Bellatrix (sí, mi otro lado, el malvado) tendrán que esperar unos cuaaantos capítulos mas para leerla.

¡Me he enfocado en este fic! Alucino con algunas escenas, se me vienen a la mente en todas partes y debo ordenarlas, creo que tendremos fic para rato y aprovecharé que mi musa esta inspirada para escribir todo lo posible en estas vacaciones porque a mediados de marzo devuelta a la universidad y ahí si que me ataca mi lado hermionesco y me lanzo a los estudios Muggles como condenada y los dejo a ustedes pagando por aquello.

Bueno sin más que decir, espero por ahí sus comentarios y a ver que me dicen del cap. ¡Ya estoy comenzando el quinto! ¡Ay me emociono al decirlo! Quinto capitulo (vuelve a repetir en voz alta como enamorada). Okay, sí ¡me volví loca!. Otra cosa, creo que el quinto lo subiré por la semana del 20 porque el día 23 se acaban mis exámenes. Por cierto crucen los dedos por mi este 14 y 18 tengo dos exámenes, ¡estoy de los nervios!

¡Sin más monologar! ¡Dejo de dar la lata!

¡Los quiero muchote! ¡Besos, abrazos, chocolates, flores y pura alegría para ustedes!

Atte yo, Ale completamente híper ventilada.

¡Que alguien diga Nox y me apague por favor!

PD: se vienen muchas cosas en este fic: ¡festejon por el cumpleaños numero 18 de Hugo, salida a la playa, subasta y más!

;D