Total que el otro día estaba yo acordandome de una excelente película que vi hace tiempo, "En compañía de lobos" la cual a su vez esta basada en Caperucita Roja y en eso que me digo a mí misma: ¿y cómo sería ese concepto aplicado a un fic Harmony? Y el resultado fue este. La trama del fic no es igual a la de Caperucita ni a la de la película, simplemente toma los elementos básicos (capa roja, lobo, etc.) para crear una historia diferente. :)

Serán tres capítulos, los cuales ya tengo escritos e iré publicando aquí en la semana. El último contendra lemmon. Todo se encuentra ambientado en el siglo XV o XVI supongo, para que se hagan una idea.

Disclaimer: De más esta decir que Harry Potter no me pertenece a mí, sino a J. K. Rowling y Warner Bros. Lo único que tengo es mi imaginación y la amarga decepción por ese epílogo gay ¬¬


I. Amenaza

El otoño había caído sobre la pequeña aldea escondida entre los frondosos bosques de Inglaterra. Era un lugar recóndito, donde sus habitantes se movían con cautela al salir de los límites de la localidad, debido a las bestias que podían rondar por los alrededores. Los pobladores tenían especial recelo a los lobos, cuyas manadas solían llegar de vez en cuando acechando a los incautos que se atrevían a adentrarse en el bosque sin precaución.

Esa tarde de septiembre, Hermione Granger se dirigía con paso presuroso hacia la casa de Minerva McGonagall, la mujer más anciana de la aldea y a quién todos los jóvenes llamaban cariñosamente "abuela". Pese a todo, la amable vieja no recibía más visitas frecuentes que las de Hermione, quién prefería sentarse a conversar con ella que andar por ahí con el resto de los muchachos de su edad. Con el pasar del tiempo, la joven se había convertido en la favorita de McGonagall que admiraba su madurez y la consideración con que la trataba e iba a hablar con ella a menudo, por lo que no dudaba en aconsejarla y tratarla con la misma gentileza.

La muchacha se detuvo ante la puerta de la casa y tocó tres veces, antes de escuchar su voz desde adentro, indicándole que entrara. El pesado picaporte de la entrada cedió bajo la delicada mano de la chica, que ingresó en la casita pequeña pero confortable.

-Buenas tardes, abuela-saludó al ver a la anciana sentada en la destartalada mecedora que tenía desde hace años.

-Buenas tardes, pequeña. Ven, acércate-dijo McGonagall haciendo que la niña se sentara en el suelo frente a ella, su lugar preferido para poder escucharla-. Me sorprende que hayas venido hoy, creí que siendo el día de tu cumpleaños irías a pasear por ahí en compañía de alguno de tus amigos.

-No abuela, eso no tiene ninguna importancia-dijo Hermione negando con la cabeza-, además no es bueno caminar por ahí, todos en la aldea creen que algunos lobos andan rondando cerca.

-Hay que cuidarse de los lobos-concordó McGonagall mirándola atentamente-, pero nunca te he dicho que salgas tú sola de la aldea, el peligro está únicamente ahí afuera. Además, no todos los días se cumplen dieciséis años. Me halaga que busques en este día la compañía de una anciana como yo, pero a veces pienso que deberías relacionarte más con los chicos de tu edad.

Sus ojos cansados por el tiempo examinaron a la niña. De sobra sabía del temor que tenía desde pequeña a los lobos y las bestias que se escondían fuera del poblado. Hermione había quedado huérfana desde muy temprana edad, cuando sus padres habían sido devorados por una manada de fieras. La señora Weasley, una de las habitantes de la aldea se había encargado de ella desde entonces, acogiéndola en su hogar a pesar de tener ya siete hijos. Aunque ellos disfrutaban de caminar por los alrededores del lugar y los mayores acostumbraban sobre todo salir a cazar, ella se mostraba reacia a abandonar la seguridad del pequeño pueblo, horrorizándose al pensar en los peligros con los que se podía encontrar.

La mirada azul de la anciana se mantuvo fija en ella un momento, corroborando lo que hacía tiempo había estado pensando. Su muchacha preferida se estaba convirtiendo en una joven muy hermosa. Tenía un cuerpo esbelto y bien formado, una piel inmaculada y una larga melena rizada de color castaño cobrizo, además de unos enormes y almendrados ojos del color del chocolate. McGonagall sabía que acababa de entrar en la edad en la que tendría que buscar a un hombre y casarse como hacían las demás jovencitas, y por lo que le había comentado, sabía que habían comenzado a llegar pretendientes, algo que a la castaña parecía incomodarle por alguna razón.

-Dime querida, ¿has pensado ya en aceptar el cortejo de algún muchacho?-preguntó viendo como Hermione bajaba la mirada-. Ya no me has hablado de ninguno de los chicos que te pretenden, ¿qué has pensado al respecto?

-No quiero pensar en eso, abuela-dijo con pocos ánimos-, no me gusta saber que tengo que preocuparme por escoger a un muchacho y casarme con él, a como de lugar.

-Eso está muy mal Hermione-objetó McGonagall con el tono que siempre usaba para aconsejarla-es mejor que encuentres a un buen esposo antes de que el tiempo se vuelva contra ti. Si no, ¿qué piensas hacer? Todas las jovencitas decentes deben tener a alguien para que las proteja.

Ella bufó, sabía que la anciana tenía razón. Después de todo estaba sola, dentro de un par de años se volvería una carga para la señora Weasley y su esposo, que ni siquiera eran su familia y ya habían hecho suficiente acogiéndola en su casa. El problema era que se empeñaba en creer que había algo más que simplemente, dejar que un chico la cortejara y después aceptar atarse de por vida a él. Ninguno de sus pretendientes le gustaba lo suficiente o le inspiraba demasiada confianza como para decidirse tan fácilmente. Cormac McLaggen le resultaba demasiado pedante como para tomarlo en consideración, más que conquistarla le parecía que se empeñaba en conseguirla como si fuera un trofeo, pues no dejaba de hacerle ver lo conveniente que sería para ambos el que considerara casarse con él en un futuro, por lo que ella lo había descartado de inmediato a pesar de que el chico seguía insistiendo. Cedric Diggory le parecía más agradable, era un muchacho atento y muy apuesto, pero a pesar de esto no podía verlo más que como un amigo, ya que él no lograba despertar ninguna emoción en ella. Por otro lado, la situación estaba poniendo más difícil con Ron Weasley que hacía pocos días le había confesado estar enamorado de ella.

Esto resultaba aún más complicado para Hermione, quién no se atrevía a desalentarlo pero tampoco podía corresponderle. No quería tener que rechazarlo, puesto que se sentía muy agradecida con su familia y sabía que a sus padres les gustaría más que nada que aceptara casarse con él. La castaña estaba muy preocupada; le resultaba muy delicado el tratar de evitar a Ron viviendo ambos bajo el mismo techo y no tenía idea de cómo se libraría de sus obstinadas propuestas, cada vez que él le hablaba de sus sentimientos ella se sentía sumamente impotente.

-Estas pensando en lo que te dije, ¿no es así?-inquirió McGonagall al ver que se había quedado sumida en sus cavilaciones-. Deberías considerarlo bien, pequeña. Pienso que Diggory es el mejor partido para ti, si quieres estar junto a alguien que valga la pena. Los otros dos muchachos-añadió-, no creo que estén a tu altura. Son demasiado inmaduros todavía.

Hermione asintió con la cabeza, sin poder convencerse del todo. Supuso que de no tener más remedio, haría caso del consejo de la mujer y aceptaría estar con Cedric. Suspiró hondamente. A pesar de todo, sabía que la anciana solo se preocupaba por ella.

Un alboroto proveniente de afuera le hizo voltear hacia la ventana, donde se escuchaban las voces alteradas de varios miembros de poblados.

-Será mejor que vayas a ver qué sucede-la persuadió McGonagall-. Luego vendrás a avisarme. Sal pequeña, vamos.

La muchacha obedeció, saliendo de la casa para averiguar qué pasaba. Afuera había varios hombres reunidos, cargando con sus armas y mirando por todos lados como si buscaran algo. Las mujeres miraban alrededor, totalmente alarmadas y cuchicheando entre sí.

-¡Hermione!-la llamó Cormac acercándose hasta ella y cargando con una gruesa ballesta que hizo que la chica se sintiera intimidada-. Será mejor que entres, no creo que sea seguro que estés fuera.

-¿Para qué es eso?-preguntó ella mirando la ballesta con desconfianza e ignorando sus advertencias-. ¿Sucede algo malo?

Cormac bufó antes de responder.

-Encontraron un desastre en el granero, parece que alguna bestia entro y destrozó todo-al escuchar sus palabras Hermione lo miró asustada-, ahora mismo están buscándola por todos lados. Esto es por si acaso-dijo dando un par de palmadas al arma que portaba y confiando en parecer valiente ante ella, aunque sus ojos castaños solo recorrían con nerviosismo el lugar en vez de mirarlo a él-. Pero descuida, en caso de que haya algún peligro yo me encargare-añadió con un deje de vanidad.

-¡Cormac!-el aludido volteó algo sobresaltado para encontrarse con la mirada gris de Sirius Black, uno de los hombres dominantes en la aldea-. ¡Ve a decirles a todos que se reúnan cerca del pozo! Habrá una asamblea-informó seriamente.

-¿Encontraron a la bestia?-pregunto Cormac recibiendo aquella noticia con el ceño fruncido.

-No-respondió el hombre echándole una última mirada y alejándose. Hermione tembló al escuchar esto.

-Ya lo oíste-repuso Cormac volviéndose hacia ella de nuevo-. Te veré ahí, ¿de acuerdo?

Hermione no respondió. Entró de nuevo a la casa mientras él se alejaba para ayudar a la anciana McGonagall a levantarse de su mecedora y reunirse con el resto de la gente del lugar.


La gente reunida alrededor del pozo que quedaba rodeado por las casas aledañas y las copas de los robles que se alzaban cerca, se hallaba alterada murmurando entre sí y dejando escapar de vez en cuando, una que otra exclamación enfurecida ante la incertidumbre. Estaba claro que algunos ya se habían enterado de la irrupción de una fiera a la aldea, dado el alboroto que se había armado mientras que otros, solo temblaban al saber del acontecimiento.

El silencio se hizo presente entre la muchedumbre cuando Sirius Black, se posiciono en el centro para comenzar a hablar. Los aldeanos lo escuchaban atentamente, con la consternación plasmada en sus rostros. Las madres se mostraron preocupadas y abrazaron a sus hijos cuando el hombre informó que un lobo había entrado al granero, mientras sus maridos solo se preguntaban cómo había sido posible que irrumpiera en el lugar en frente de sus narices. Era bien sabido que hace tiempo no tenían problemas con las manadas que se acercaban, puesto que los cazadores lograban ahuyentarlas o dar cuenta de ellas. Y ahora resultaba que una bestia se había escurrido y había escapado con tanta facilidad como había entrado, en aquella apartada población.

-Pero no estamos tratando con un animal-mencionó Sirius mientras su semblante se ensombrecía-, la criatura dejo su marca en la puerta del granero. Solo he visto una huella como esa y fue hace muchos años.

-Imposible-replicó Amos Diggory, otro de los hombres que lideraban el lugar-. No estarás hablando de…

-Me temo que es verdad-dijo Sirius devolviéndole la mirada fijamente mientras varias exclamaciones ahogadas se dejaban escuchar a su alrededor.

No hizo falta dar más explicaciones. Todos sabían exactamente a lo que se refería. Hace años, uno de los hombres de la aldea había sido mordido por un lobo mientras cazaba y repentinamente, su salud decayó llevándolo al borde de la muerte. Su nombre era Remus Lupin y todos los pobladores lo recordaban perfectamente. Solo los adultos habían presenciado lo que había sucedido con él, pero bien se habían encargado de contar su historia a los más jóvenes, obligándolos a ser cuidadosos y no apartarse demasiado de sus hogares para ir al bosque. Una noche de luna llena, Lupin había enloquecido y había salido para destrozar todo lo que tenía a su alcance, poniendo en riesgo la vida de los hombres que habían intentado detenerlo. Extrañamente, el afectado tenía la fuerza de diez hombres y su cuerpo había sufrido cambios considerables, aterrorizando a todo aquel que se cruzara en su camino.

Sirius aún recordaba aquel suceso mientras un escalofrío involuntario recorría su columna vertebral. Había escuchado historias de licántropos con frecuencia en su juventud, pero el recuerdo de aquella noche le había demostrado con creces que lo presenciado superaba por mucho a todos los cuentos que había oído. Cuando Lupin se había introducido en el mismo granero que ahora se encontraba destrozado por dentro, presa de terribles convulsiones; él junto con otros hombres había visto la oportunidad para reducirlo, atrancando la puerta y prendiendo fuego a la construcción. Un sentimiento de culpa todavía le oprimía el corazón cuando se acordaba de los gritos aterradores del hombre debido a las abrasivas llamas del incendio. Al apagar las flamas, había mirado dentro solo para encontrar el cadáver de un lobo, una bestia que era más grande de lo normal y cuyas marcas había dejado en las paredes chamuscadas en su intento por salir de ahí.

El granero había sido reconstruido y el incidente olvidado, quedando tan solo como una leyenda que se utilizaba para asustar a los niños y prevenir a los jóvenes. Sin embargo, ahora que la amenaza se encontraba latente, todos recordaron lo sucedido y lo siguiente que hacían, era preguntarse cómo actuar.

Desde aquel suceso, Sirius se había ocupado de saber más, rescatando las viejas historias de su infancia e informándose todo lo posible, cuando salía junto con otros hombres para comerciar con las aldeas vecinas. Uno de los hombres más ancianos del pueblo más cercano, Albus Dumbledore, le había referido todo lo que sabía acerca de los hombres lobo. Y aunque esperaba que nunca llegara el día en que tuviera que enfrentarse a ese peligro de nuevo, en ese momento confirmaba con horror que sus suposiciones no habían sido del todo erradas.

-¿Qué haremos cuando esa bestia vuelva a irrumpir aquí?-la voz de Arthur Weasley se dejo escuchar por encima del gentío.

-La criatura no es en absoluto como Lupin, se trata de alguien que lleva más tiempo soportando la maldición y ha asimilado su forma animal-dijo Sirius seriamente-, de lo contrario habría llegado aquí y atacado directamente a todo aquel que estuviera a su paso, en vez de acercarse tan sigilosamente.

Sus palabras provocaron un espasmo de miedo en Hermione, quien parada entre la multitud escuchaba atentamente cada una de sus palabras con los ojos muy abiertos.

-No, es evidente que la bestia… el lobo está buscando algo-prosiguió Sirius recorriendo con la mirada a las personas reunidas en derredor-, o a alguien.

Las exclamaciones de miedo y preocupación no se hicieron esperar ante su declaración.

-¿A qué te refieres con eso, Sirius?-pregunto Arthur.

-A que hay que estar muy pendientes de lo que suceda en los próximos días y no dejar por ningún motivo, que alguien se acerque al bosque o ande solo por ahí al atardecer-explicó él de forma imperativa-. Si alguien ve algo fuera de lo normal, debe hacérmelo saber de inmediato.

Varias protestas se dejaron oír delante de él. Alguien alzo la voz, preguntando si no sería mejor salir y dar caza al lobo, mientras la mayoría se mostraba de acuerdo, pero Sirius se mostro firme en su decisión.

-Aún no-dijo con voz autoritaria-, debemos esperar y ver qué es lo que está buscando. Si fue tan astuto como para entrar y salir de aquí sin dejarse atrapar, no nos lo pondrá tan fácil al salir en su búsqueda.

-¿Y qué haremos cuando sepamos qué es lo que quiere?-preguntó la trémula voz de McGonagall, a quién todos voltearon a ver con respeto.

-Eso lo veremos cuando podemos averiguarlo-dijo Sirius dando fin a la asamblea.

La gente escucho sus últimas advertencias antes de ir a encerrarse en sus casas, muchos no estaban conformes con las indicaciones de Sirius pero decidieron respetar su voluntad, ya que estaban convencidos que nadie mejor que él sabía lo que estaba haciendo. Las puertas fueron trancadas y las ventanas tapiadas. Hermione acompaño a la anciana McGonagall a su hogar a pesar de la insistencia de ella, porque la dejara sola y se asegurara de volver a su propia casa. Al salir de la morada de la vieja, su mirada se topo con la de Cedric Diggory, que se había quedado parado cerca de ahí con la intención de vigilar esa noche junto a otros hombres.

-¿Puedo acompañarte a tu casa?-le preguntó mirándola con intensidad, a lo que ella asintió con la cabeza.

El trayecto hacia la casa de los Weasley fue en total silencio, la niña notaba las miradas que el joven Diggory le daba sin atreverse a decir nada. Al llegar, le agradeció por acompañarla logrando que él le sonriera de vuelta, aunque con algo de preocupación.

-Cuídate Hermione-le dijo con sincera inquietud, devolviéndose por el camino por el que habían llegado.

Ella entro en la casa para ir y tumbarse en el catre de la pequeña habitación que compartía con Ginny Weasley, le hija menor de la familia. Pudo notar que estaba dormida y no queriendo despertarla, se dispuso a hacer lo mismo a pesar de la angustia que sentía dentro de sí debido a la noticia del día. No podía negar que tenía miedo.

Esa noche tuvo una pesadilla. Caminaba por el bosque, sintiendo como unos ojos hambrientos la seguían a cada paso que daba. Un aullido se escuchó a lo lejos sobresaltándola y desorientándola para encontrar el camino de vuelta a casa. Miraba en todas direcciones encontrándose solo con la oscuridad del bosque. Y era entonces cuando sentía una presencia poderosa cerca de sí. Al darse la vuelta pudo ver a un lobo grande, mirándola con sus penetrantes ojos y haciendo que se le formara un nudo en la garganta, el cual le impedía gritar mientras sentía como estaba a punto de desvanecerse del miedo.


Por la mañana Hermione se despertó inquieta y con la piel cubierta por una capa de sudor helado. Recordó su pesadilla y sintió un estremecimiento. Un impulso la llevó a mirar la pared contra la que su catre se hallaba apoyado, encontrándose con una marca que hizo que el corazón se le acelerara y las piernas le temblaran. Cuando la señora Weasley entró en la habitación y la halló mirando esa marca con los ojos desorbitados de terror, su reacción fue la misma.

La mujer ahogo un grito al ver la huella de unas filosas garras, que habían atravesado la madera con frenesí. La huella del lobo.


¿Y bien? ¿Qué tal va la cosa?

En el próximo capítulo: encuentro con el lobo, las cosas se pondrán peliagudas.

Dejen sus reviews para saber que no soy un asco. :D