A/N: Cerca de siete meses desaparecida de este fic... espero que no me odien ni olviden . De verdad que lo siento tanto, por en un tiempo me quedé sin la inspiración para continuarlo, luego cuando volvió le perdí el hilo debido a que llegó en la noche y... bueno, era o guardar el archivo hasta donde yo sepa que lo dejé e irme a dormir o que me apagaran el PC a la mala y después tuviera que estresarme por perder parte o todo el archivo, dependiendo claro de cómo el destino haya decidido que las cosas se hubieran dado.

Bueno, en fin, aquí está el nuevo capítulo, espero que les guste, sobre todo a las chicas que me dejaron sus lindos review. Gracias , gracias Saskia-san, gracias Melyoan, gracias Lady Trifecta, gracias Guest (seas quien seas xD) y gracias xilema95, muchas gracias a todas (o todos?) los que me demostraron su interés en el fic. Ahora, las dejo leyendo :)


Capítulo 06: Un Pasado Muy Pisado.


(…)

Hiroki suspiró. Tantos años y todavía no podía entender a ese hombre, sin embargo, por lo mismo ya no hace muchas preguntas. Shinoda es Shinoda. No puede hacer nada al respecto, pero si disfrutar de sus atenciones. Le echó una mirada a la fachada del restaurante frente al cual lo había dejado junto a Misaki. De un estilo renacentista francés se elevaba por toda la manzana con una fachada continua. A pesar de la similitud que compartía con los locales que lo conformaban, lograba marcar la diferencia con sus muros de color verde musgo y sus altos y angostos ventanales enmarcados en madera, al parecer, de roble, cerrados en lo alto en forma de arco. A un lado de la entrada principal (igual de angosta que las ventanas, pero de doble puerta), se ubicaba un tablero negro escrito en varios colores de tiza el nombre del local (Coreal, podía leer que era) y el menú recomendado del día.

No sonaba mal, pensó Hiroki y se dirigió a Misaki para saber si quería o no entrar. Pero para su mal humor, éste sólo le respondió con un encogimiento de hombros y abriendo una de las puertas murmurando: "Ya qué…" El adulto no lo regañó… sólo porque tenía hambre.

Ahora, de nuevo, otro a quien no podía entender. Cuando conoció a Misaki como su alumno, le pareció simplemente que era algo bruto, siempre le costó seguirle el ritmo en las clases y nunca salió de las notas que servían sólo para salvarle la materia y no reprobarla. Luego, cuando se enteró que él era el amante de Akihiko se sintió molesto, primero porque su amigo se volvió en un pedófilo y luego porque… el muchacho no se merecía el trato que Akihiko le dio. Y cuando se convirtió en su inquilino no pudo evitar empezar a sentirse responsable por él. En él se proyectaba un poco, recordando cuando aún estaba enamorado de Akihiko y, sí, siendo honesto, temió que cometiera las mismas estupideces que él. Desde un principio sabía que Misaki pensaba en él como el único profesor en la facultad, (y tal vez del mundo), que se atrevía a tirarles cosas a sus alumnos, quitarles los teléfonos y hasta echarlos de la sala. Pero que también, con los primeros meses que han estado viviendo bajo el mismo techo, se hizo una idea más clara de quién era (aunque, muy a su pesar, eso significara perder un estudiante que le temiera) y logró relajarse en su compañía. Y ahora está tan distante y grosero con él.

¿Habrá sido por lo que conversaron de la chica que recién conoció?, pues todavía no se arrepiente de lo dicho, de verdad que no quiere que haga las mismas tonterías que él hizo. ¿Será que Shinoda le dijo algo que no debía? Puede ser, es algo muy probable, después de todo, ese hombre tiende a hablar de más… Aunque… ¿no ha estado Misaki extraño desde que empezaron las vacaciones?

Mientras Hiroki intentaba entender el porqué de su cambio de actitud, entraron al restaurante e hicieron su pedido. De repente recordó. Cuando discutieron la noche anterior, Misaki se mantuvo más distante, pero cuando Shinoda conversó con él a solas su actitud cambió y se le acercaba cada que Shinoda lo hacía también. "Definitivamente", se dijo despeinándose un poco, "algo debió de haberle dicho ese vendedor bueno para nada". Y se prometió a sí mismo interrogarlo en cuanto tuviera la oportunidad.

Esperando por su comida, Hiroki intentó mantener una conversación decente con respecto a los departamentos. Intentó averiguar cuales le agradaron más al más joven, pero no logró sacarle mucho hasta que empezaron a comer. La comida estaba exquisita, tal como Shinoda les había dicho, el servicio fue impecable y, lo mejor de todo, fue que Misaki se relajó lo suficiente para que la charla fuera más amena. No le preguntó nada con respecto a su mal humor, de momento quería aprovechar la agradable charla y quedar de acuerdo con respecto al departamento que elegirían. Después Shinoda le sacaría toda la información de lo que sucede.

Así, terminaron de comer, decididos por un departamento, y luego se separaron. Cuando salieron del restaurante, camino de regreso al departamento, Misaki recibió una llamada de Toudou invitándolo a salir con otros compañeros a tomar y Hiroki no lo quiso detener, que saliera a divertirse y no se preocupara por la hora. Mientras, él iría a hablar con Shinoda.

Ese hombre era uno de los errores que reconocía haber cometido cuando estuvo enamorado de Akihiko. La relación que tuvieron fue complicada, no porque en sí ellos fueran los complicados, sino que simplemente… se mantuvieron como sex-friends, podríamos decir. Se conocieron cuando era un universitario; Hiroki se detuvo frente a la tienda de la inmobiliaria donde trabajaba Shinoda y éste lo invitó a pasar, una cosa llevó a la otra y para la mañana siguiente Hiroki se encontraba semi desnudo en una cama y habitación desconocidas para él. Por varios días creyó que había hecho la misma estupidez que ya se había dicho no volvería a hacer: acostarse con cualquiera, pero luego Shinoda le aclaró que no fue así.

Después de esos primeros encuentros, logró echarlo de su vida porque, sí, esa persona le desagradaba, pero a la vez lo ayudó a decidirse por hacer algo. Le tomó un poco de tiempo y valor, pero cuando se presentó la ocasión, a sus veintidós años, intentó cambiar su relación con Akihiko. El problema fue que al final sólo logró amargarse más y sufrir el rechazo indirecto.

Sin darse cuenta, uno de los días que vinieron después de su intento de "consolar" a Akihiko, llegó hasta la oficina de Shinoda y, sin pensarlo mucho, entró para buscarlo. Pensó en encararlo, echarle la culpa de lo que le pasó, del rechazo que recibió y como arriesgó su amistad, pero en cuanto lo vio, su característica falsa sonrisa, hablando con unos clientes, se dio cuenta de lo estúpido y patético que estaba siendo, hasta intentó irse para no hacer una escena, pero otro empleado de la oficina le llamó la atención y empezó a venderle algún lugar que ni sabía en qué parte de Tokio quedaba. Desde ese día Hiroki aprendió una cosa que pensó era sólo de Shinoda: los vendedores de bienes raíces son todos demasiado persistentes y molestos. A fin de cuentas, no pudo irse sin ser notado y después de unos diez minutos Shinoda lo estaba atendiendo.

- ¿No tienes unos clientes que atender? –le preguntó, molesto por ser obligado a sentarse frente a él.

- No en realidad, después de la hora de almuerzo casi no vienen muchas personas y, como pudiste darte cuenta, no soy el único que trabaja aquí asique si alguien entra podrá ser atendido.

Shinoda sonreía tal y como Hiroki lo había conocido, pero con un toque especial de burla esta vez. Y cómo no estar así, si cuando un vendedor hostigaba a Hiroki, Shinoda se acercó informando que era un cliente suyo y que lo dejara sentado esperando un poco porque ya estaba terminando con la pareja a la que atendía.

- Pues sí que me di cuenta… -suspiró evidentemente molesto-. En fin, yo me voy, no tengo nada que hacer aquí.

- ¿Y por qué no me acompañas a almorzar? Aún no he podido ir y ya que ahora no hay nadie a quién atender, ¿cómo puedo ignorar tu visita? Sería una pena desperdiciar esta oportunidad de pasar un poco de tiempo de calidad juntos –le guiñó el ojo, adorando la expresión frustrada que provocó.

Hiroki le discutió e intentó escaparse de su invitación, pero de un minuto a otro, se encontró en un restaurante medianamente cercano.

- ¿Cómo te ha tratado la vida, Kamijou-kun?

- No es de su incumbencia… -tartamudeó.

- Que malo eres conmigo, Kamijou-kun. Vamos, cuéntame algo, creo que hace dos años o más que no te veo. Estoy seguro que hay algo que tienes para contarme.

- ¿Y qué le hace pensar eso?

- El que hayas entrado a la tienda. Después de tanto tiempo, me da motivos para sospecharlo –sonrió notando la expresión derrotada de Hiroki-. ¿Me vas a contar ahora… o prefieres hacerlo después de un par de copas? Ah, pero hoy no puedo, recién el domingo tendré mi día libre y estamos a martes. ¿Te parece si quedamos para este domingo?

- No, no me parece, porque yo no tengo nada que hablar con usted y ya almorcé. Me retiro.

Acomodando su bolso al hombro, Hiroki se paró y giró hacia la puerta.

- Entonces te espero a las ocho en el bar de la calle J, "Orion" se llama.

Al voltearse, Hiroki sólo pudo ver cómo le sonreía y despedía con la mano. De verdad no sabía qué estaba haciendo. Shinoda no era responsable de sus estúpidos actos y depresiones, aunque… tal vez salir un momento, olvidarse de la tesis y beber sus penas no le vendría mal. "¡Pero con Shinoda no!"

Y a pesar de eso, se vio el domingo a las ocho en punto, frente al bar Orion. "No vengo para encontrarme con ese tipo. No, no es por eso. Esto es mera casualidad", repitió en su cabeza una y otra vez intentando convencerse, pero al momento de cruzar por la puerta del lugar vio al hombre de la sonrisa que tanto le desagradaba. Pero éste no lo había notado asique pensó que podría esconderse en algún extremo.

Se quedó en la barra, donde no llegaba tanto olor a cigarro y bebía una piscola. El lugar no era desagradable, hasta tenía separado los sectores de fumadores y no fumadores. Lástima que Shinoda al parecer era un no fumador como él.

- ¡Kamijou-kun! ¿Cuándo llegaste? –preguntó apoyándose con un brazo en la barra, apareciendo de repente al frente.

- Hace un rato –respondió secamente, sin mirarlo, desviando la mirada hacia el barman.

- ¡Oiga, dos shots, por favor! –Exclamó Shinoda notando al empleado que lo escuchó- Qué bueno que hayas venido, me estaba aburriendo tanto solo.

- Si se estaba aburriendo debió de haberse ido.

- Pero si lo hacía te habría dejado plantado.

- Tampoco es como si hubiera venido por usted –gruñó.

- Oh, ¿entonces estás esperando a Akihiko-kun?

Sólo por esa pregunta, Hiroki se volteó a mirar la sonrisa de Shinoda y se fijó más en cómo iba vestido. Usaba unos jeans rectos, muy simples, una polera negra manga larga ajustada y encima una camisa verde musgo de manga corta y abierta. Era raro verlo en ropas tan casuales, pero lo ignoró de nuevo. Cuando los shots llegaron, a Hiroki no le quedó otra más que soportar al hombre porque insistía en hacer que tomaran juntos y mantener una conversación. Lo dejó hablar mientras tomaba, de vez en cuando gruñía una frase de no más de cinco palabras y volvía a su mutismo. Pasaron dos o tres copas más y en medio del hiperactivo monólogo de Shinoda, Hiroki golpeó la mesa.

- ¡Ya cállate! –gritó justo después del fuerte sonido que habían hecho sus manos y luego se sujetó la cabeza entre ambas.

- ¿Kamijou- kun ? –Shinoda posó una mano por su hombro y agregó- ¿Dije algo que te molestara?

- ¡Sí! –Volvió a gritarle-, ¡hablas mucho, demasiado! Me desesperas, no siquiera sé por qué vine aquí si ni te soporto. No me moleste más… -lo último lo dijo arrastrando suavemente la el sonido de la "s" indicando que ya estaba embriagándose.

- ¿Kamijou-kun, cuantas copas has tomado? Cuando te conocí resistías más…

- ¿Y eso qué le importa…? –Le dirigió la mirada con la nariz levemente colorada y la bajó- Una que me tomé cuando llegué… y los dos que me diste…

- ¿Tan poco y ya estas ebrio? ¿Comiste algo?

- Creo… ¿que no? No sé, cuando me pongo a trabajar en la tesis pierdo la noción del tiempo…

Shinoda suspiró y lo tomó por el brazo que luego pasó por sus hombros, levantándolo.

- Ven, levántate que nos vamos.

- ¿Y eso por qué, no era usted quien quería salir a tomar?

- Sí, pero no me esperaba que te embriagaras por no comer –el castaño lo obligó a detenerse para mirarlo a los ojos, molesto-. ¿Qué sucede?

- ¿A dónde me lleva?

- A tu casa. ¿No te has mudado, verdad? Yo te llevo.

Hiroki gruñó un poco, pero se dejó llevar hasta la calle. Shinoda llamó un taxi y lo metió para que pudieran llegar más rápido. Apenas eran pasadas las nueve de la noche, pero bueno, así terminaba su noche, cuidando (otra vez) de un ebrio Hiroki y que para colmo estaba torpe. A medio camino hacia su departamento sacó la llave de su puerta, que en cuanto salió del bolsillo cayó en uno de los desagües de la calle. Con otro suspiro, Shinoda decidió cambiar el destino y devolverse al taxi.

Los eventos que siguieron le sacaron más suspiros suplicantes de paciencia. Primero que Hiroki no quería ir a su casa, luego que se devolvieran para buscar sus llaves obviamente perdidas por haberse ido con el agua de la calle, después que no quería dormir ni en el sofá o suelo, seguido de acusarlo de pervertido porque le dijo que se desvistiera y pusiera uno de sus pijamas, y la noche pareció concluir con ambos acostados en la cama de Shinoda (Hiroki en el lado más cercano al baño, por si acaso), escuchando de vez en cuando amenazas referidas a lo que le haría si se le ocurría tocarlo.

No demoraron mucho en dormirse. La semana de Shinoda había sido bastante pesada con su trabajo y de verdad que quería una noche de relajo para divertirse, pero al final no pudo hacer mucho con Hiroki. Lo bueno era que esa noche no despertaría con una desconocida que sedujo en algún bar para tener una noche divertida. Le gustaba estar soltero, así era más libre y tenía la vida más ligera.

En medio de la noche se despertó lentamente, quedándose un rato mirando el techo. Miró a Hiroki un momento mientras se desperezaba para ir al baño. ("Cuando naturaleza llama…"). El castaño parecía gimotear entre sueños, pero no le tomó mucha importancia, ya lo había escuchado hacer sonidos similares. Sólo se preguntaba si aún era ese Akihiko el que lo provocaba. Meditó un rato eso, cortando el tema cuando desocupó el baño y volvió a su cama. Sentía que después de esa noche, Hiroki volvería a evitarlo. No ganaba nada con preocuparse.

- ¿Shinoda-san?, ¿está despierto? –susurró Hiroki unos pocos minutos después de que el llamado se acomodara; no hizo nada, quería sumirse en su sueño. Unos segundos después, agregó:- Usted tiene la culpa, ¿lo sabe, no? Yo… Pensé mucho lo que me dijo antes, pero nunca hice algo al respecto… hasta hace unos días…

Guardó silencio, tomando aire con profunda lentitud. El oyente se volteó levemente, mirando la nuca del castaño, atento a lo que decía.

- Tomé la oportunidad cuando pude… pero no lo hice bien. Me acobardé, no me confesé, no lo hice llegar al clímax y me rechazó. Akihiko sólo sabe amar a una persona y ni puede acostarse con alguien sin sentir remordimiento. ¿Qué tonto, no? Esa persona nunca lo aceptará y él sigue reservándose…

- Ahora que sabes eso, ¿qué harás?

- No sé… ¿terminar mi tesis, graduarme y trabajar?

- ¿No te gustaría tener una pareja?

- No puedo. Es como él dijo, no puedo usar a nadie como reemplazo.

- ¿Y si intentas enamorarte de otro?

- Es más fácil decirlo que hacerlo…

- Jeje, te entiendo, pero… -lentamente, Shinoda se puso de lado, juntando su pecho contra la espalda de Hiroki y acariciando su antebrazo- no pierdes nada con intentarlo.

- ¡Pero qué hace! –exclamó Hiroki al verlo y sentirlo tan cerca.

- ¿Ya no te acuerdas? Quiero salir contigo, aún pienso que nos podríamos llevar muy bien.

La mano que estaba sobre el antebrazo de Hiroki bajó un poco hasta semi-abrazarlo por el abdomen. Suavemente se enderezó un poco, presionando más su cuerpo contra el de Hiroki, acercando sus rostros.

- Hasta podemos tener una relación divertida, no me molesta. ¿Qué te parece?

Hiroki desvió la mirada, sonrojándose un poco, causando una suave risa del vendedor. Shinoda besó su mejilla con cuidado, llenándolo de besos, acercándose a los labios. La mano que lo abrazaba por el abdomen lo empezó a acariciar por sobre la ropa, tocando todo lo que tenía de su torso al alcance.

- ¿Por qué quiere hacer esto? –preguntó luego de sentir la lengua de Shinoda tentando sus labios.

- Porque somos similares… -susurró aprovechando el espacio para mantener entre sus labios los de Hiroki- Dame esta noche y si no te gusta, no vuelvo a insistir…

Deteniendo la mano sobre su pectoral, lo presionó sintiendo bajo su palma un pezón duro. Y de a poco, Hiroki se fue dejando llevar. De a poco Shinoda lo fue trepando hasta quedar encima de él, dejando a Hiroki acostado de espalda. Aprovechó lo dócil que estaba para introducir su lengua y enfrentarlas.

El aire se les fue agotando lentamente, pero Shinoda no se separó hasta estar conforme con el sabor de la boca de Hiroki. Y cuando lo hizo, se relamió los labios lentamente, cortando el hilo de saliva de los unía, sonriendo con cierta lujuria mientras Hiroki, jadeante por el largo beso. Se sonrojaba y buscaba la manera de esconderse.

- Una oportunidad… -murmuró en su oído al tenerlo frente a su rostro.

Con lentitud lo besó y, desde la oreja del estudiante, construyó todo un camino de besos hasta volver a encontrar sus labios, casi que devorándolos en el acto. Su cuerpo se estaba animando con esta "previa" y lo hizo evidente cuando bajó sus caderas para frotar ambos cuerpos. Como respuesta, Hiroki suspiró, demostrando el deseo que en su cuerpo también se estaba expresando. Sus piernas, luego, separaron las de su pareja, logrando acomodarlo entre ellas para hacer más placentero el movimiento de sus caderas.

Kamijou correspondía sus besos y suspiraba suavemente ante la estimulación. Tenía que reconocerlo, su cuerpo ya estaba sensible y hasta la mano que Shinoda estaba metiendo bajo la polera que le había prestado lo hacía suspirar mientras deseaba más.

Primero fue sólo una mano la que acariciaba su pecho, pero a medida que se iba emocionando, subía más la polera para así, cuando necesitó quitársela, pudiera besarlo y lamer en los pezones.

- ¿Te gusta? –preguntó al sacarle un intenso jadeo.

Sus dedos continuaron con la labor que empezó su boca para volver a darle atención a su boca mientras se movía en un intenso, pero lento vaivén para masturbar ambos bultos de sus entrepiernas endurecidos.

Con ambas manos apoyadas en la cama, levantó un poco la parte superior de su cuerpo para cargar más peso de su cuerpo contra el bulto de Hiroki, observando con placer las expresiones eróticas que éste hacía.

- ¡Ah…! ¡Shinoda-san…! –exclamó con dificultad por la estimulación recibida, evidentemente más intensa que la anterior

- Mira… yo estoy igual… ¿Lo sientes verdad? –hizo un movimiento más fuerte que el anterior sólo para verlo gemir más fuerte.

Las manos de Hiroki se aferraron a las sábanas de la cama mientras gemía, dejándose tocar y recibir el placer que el vendedor le proporcionaba. Pero aunque le gustaba lo que sentía, aún en su mente permanecía presente la imagen de Akihiko que, a pesar de todo, aún deseaba que él fuera quién lo tocara y no Shinoda.

Por eso, repitiendo en su mente su silueta alejarse, giró su tronco, cerrando sus ojos con fuerza intentando esconder su rostro.

- Así no, Shinoda-san… -pidió con la voz agitada y grave.

- ¿Así no? ¿Entonces cómo, quieres estar tú arriba?

- No es eso, sólo… quiero darme la vuelta…

Shinoda no preguntó más y le dio el espacio que pidió el castaño, terminando observando su espalda. No se dijo nada más, sólo acarició sus piernas, aprovechando que estaba en cuatro.

- ¿Continuamos o ya no estás con al ánimo?

- No preguntes tonterías…

Hiroki escondió su rostro entre sus brazos, gruñendo y asintiendo a su pregunta al mismo tiempo, dejando que las manos de Shinoda acariciaran sus caderas y le quitaran los pantalones. Pronto sintió un dedo abrirse paso por su ano, explorando su interior, cuidando cada reacción. Shinoda ya se había acostado antes con hombres asique no era algo nuevo el tener que preparar a alguien así, lo único diferente era que esta vez podía terminar en algo más duradero que los demás si todo salía bien.

El dedo de Shinoda se movió con cuidado entonces para que no le doliera a Hiroki, logrando así relajarlo y dilatarlo con rapidez. El espacio no demoró en darle paso a un segundo dedo que ayudó a profundizar el movimiento y expandir con movimientos circulares la entrada. Simuló suaves embestidas y se deleitó con los gemidos de Hiroki.

- Nunca había conocido a un hombre tan erótico como tú… -pensó en voz alta, presionando un tercer dedo.

- No… yo no… aaah… -intentó negar, pero no supo guardar el aliento para decirlo bien.

El tercer dedo entró y siguió moviéndose como si lo estuviera embistiendo, lamiendo su nuca, ansioso por usar su propio miembro.

- ¿Estás listo…? –susurró en su oído.

- Eso… no se pregunta… Shinoda-san… -apretó más las sábanas y se alejó levemente por el escalofrío que le causó al susurrarle.

Shinoda rió, le estaban encantando las reacciones de Hiroki y ya no creía poder esperar más a sentirlo. Lentamente retiró sus dedos terminando de masajear su interior y se posicionó. Con una mano tomo su erecto miembro acercándolo al ano y con la otra mantuvo separados los cachetes. Y lentamente fue entrando.

En el momento que su miembro forzaba su grosor a encajar en la angosta cavidad, el cuerpo de Hiroki se tensionó, agitando su respiración y haciéndolo gruñir. Pronto la parte más grande logró entrar por completo y sólo quedaba el tronco, sorprendiendo al vendedor.

- ¿No soy tu primero?

- No te creas… tanto… -le respondió Hiroki con un grave susurro.

- Hmmm… que aburrido eres.

Se quejó Shinoda, pero en vez de frustrarse u ofenderse, acarició las caderas de Hiroki mientras besaba sus hombros, moviéndose lentamente, buscando entrar más en su interior.

- Aah… sí que eres estrecho… ¿Cómo te sientes?

- Nnnngh… No preguntes…

- Que aburrido… eres… -se movió más fuerte, casi como si con ese movimiento estuviera reprochando al estudiante, logrando hacerlo gemir más fuerte.

Las embestidas se fueron profundizando y acelerando, llenando la habitación de gemidos y jadeos. La espalda de Hiroki se curvó, elevando más sus caderas al sentir el miembro de Shinoda llegar más profunda y golpearlo donde era débil.

- Ooh… ¿asique ese es tu punto H?

La pregunta sonó con travesura y las embestidas se enfocaron en ese punto, sin esperar la respuesta que Hiroki intentaba formular.

- ¿Qué…? No… Shinoda-san, espera… ah… aaah… ahí… todavía no… -pidió sin hacer nada para detenerlo.

- ¿Te gusta, verdad? Aaaah… que erótico eres…

Tomó con ambas manos las caderas de Hiroki y las mantuvo en el lugar mientras movía más rápido las propias. El castaño no insistió y sólo se dejó llevar por el placer, masturbándose al mismo tiempo.

Su interior se contraía cada vez que era penetrado, complaciendo más a Shinoda que ahora mordía sus hombros, ahogando sus jadeos.

- Que erótico… Kamijou-kun…

- Si-silencio…

- ¿Por qué?, ¿acaso te da vergüenza saber cómo me succionas? –empezó a preguntar, sólo por el placer de preguntar.

Sin avisar, se detuvo para voltear a Hiroki. Lo puso de lado, levantando una pierna, casi que abrazándola.

- ¡Shinoda… san!

Gimió Hiroki fuerte viéndolo desde su nueva postura, sintiéndose tan excitado que no sabía por qué lo llamaba. Aun así, el mayor respondió a su llamado tomándolo en un profundo beso, robando su aliento y saboreando su excitación a través de su aliento.

Estuvieron unos minutos así hasta que el castaño no pudo más y, casi que llorando, llegó al clímax, contrayendo su interior y forzando por accidente a Shinoda para que hiciera lo mismo unas pocas embestidas después.

Al final sólo quedó en el aire sus jadeos, el cuerpo de Hiroki rendido en la cama y el de Shinoda encima de él.

- ¿Y, saldrás conmigo? –Preguntó el vendedor después de un rato, besando su mejilla, poniéndose cariñoso abrazándolo por la cintura-, anda, dime que sí, sal conmigo, te prometo que no te aburrirás conmigo. Anda, dime que sí.

- ¿Pero qué haces? Compórtate, ¿acaso eres un niño pequeño?

- ¿No te gustó? –Insistió, ahora poniendo cara de niño pequeño-, puedo mejorar, te lo prometo, sólo necesito otra oportunidad –sonrió mirándolo a los ojos y besándolo en los labios.

- Ya, sí, está bien, ¡pero compórtate!

- ¿Qué cosa está bien? ¿Como lo hice? Sabía que te había gustado.

- ¡No me refiero a eso!

- ¿Entonces lo hice mal, no te gustó? ¿En serio? Parecía lo contrario…

- ¿Qué? –se puso rojo hasta las orejas y lo empujó-. No puedes ser más tonto, yo no hablo de eso, me refiero a que sí, saldré contigo.

- ¿En serio? ¡Qué bien! Te prometo que no te arrepentirás, pero dime, ¿lo hice o no lo hice bien?

Shinoda reía con las preguntas que hacía y las mudas respuestas de Hiroki. Él nunca le respondió lo que quería saber, pero al ver cómo su cara se ponía roja y desviaba el tema o lo regañaba le decía todo lo que quería saber.

- Jajajajaja, siempre fuiste tan fácil de leer, Kamijou-kun –carcajeaba Shinoda acostado desnudo sobre la cama de Hiroki.

- ¿Qué te he dicho sobre cómo te refieres a mí? –gruñó secándose el pelo con una toalla, sacando de su armario unos interiores.

- Pero Kamijou-kun, es Kamijou-kun y aún no me quiere dejar que le diga Hiroki.

- Y tú sabes muy bien por qué no te dejo, Yasu. Ahora guarda eso que no me gusta que husmees en mis cosas.

- Dime, Hiro, ¿por qué aún tienes el álbum de nuestras fotos? Pensé que para esta fecha ya lo habrías botado –comentó dando vuelta la página, viendo todas las fotos que él había sacado de los dos donde en unas pocas Hiroki aparecía sonriendo-. Siempre tan poco fotogénico…

- Porque son recuerdos con lecciones aprendidas –gruñó terminando de vestir su parte baja-. Y ya deja de burlarte de mí, casi todas esas fotos las sacaste sin mi permiso.

- Es que te veías tan lindo… -suspiró con sus recuerdos frescos.

- Sí, tan lindo como para engañarme con una mujer y casarte con ella por caliente.

- No me digas que sigues molesto por eso, ya fue hace mucho.

- ¿Cómo está Yami-chan? Ya debe tener unos cinco años me imagino, ¿no?

- Sí, en octubre cumple los seis. Deberías verlo, está tan grande, se rehúsa a que le dé de comer y ya lo hace por sí mismo. Ah, ese niño es un encanto.

- Podría ser un día de estos, estoy de vacaciones después de todo. Además no es su culpa que su padre sea un idiota.

- Y aun así sales con ese idiota, parece algo que sólo un idiota haría.

- Ya, suficiente, vístete de una vez y ándate, ya me dijiste lo que quería saber. Aunque no me responde nada en realidad.

Después de esperarlo un poco, Hiroki se reunió con Shinoda a hablar sobre lo que sea que le había dicho a Misaki. Y el vendedor le dijo la verdad, sólo le preguntó cómo estaban las cosas entre los dos y lo molestó con la vez que el profesor se había emborrachado. Hiroki estaba "seguro" que nada había pasado, pero Shinoda lo conocía mejor y la reacción del estudiante le decía otra cosa. Dejó que las cosas simplemente se dieran como se estaban dando, no se estaba perdiendo nada, hasta se divertía un poco y volvía a tener relaciones con ese castaño que perdió sólo por una tonta noche de copas.

- Oye, que malo eres, me usaste –dijo parándose lentamente para quedar detrás de él y abrazarlo-. Ah, perdí la costumbre, mi colita necesita un poco de cariñito… -se lamentó abrazándolo con fuerza.

- Eso no es mi culpa, a mí no me… Oye, ¿Yasu, qué haces? Cui-¡woooaah!

Sin mucha dificultad Shinoda lo llevó a la cama y mirándolo de frente se posicionó encima.

- Mi orgullo está herido y necesita que lo consuelen –dijo besándolo apasionadamente y despojándolo de las prendas que recién se había tomado la molestia de poner.

Pero, como dos ex compañeros de cama, Hiroki se dejó hacer. La puerta de su habitación estaba cerrada y aún era temprano.

"No creo que Takahashi llegue pronto…", se dijo para cambiar de roles con Shinoda y continuar lo que habían hecho desde que se volvieron a reunir. Después de todo, ya tocaba despedir ese departamento como ellos se habían acostumbrado a hacer.

(…)


A/N: Jeje, al final quise hacer un Shinoda un poco como Quico, el del Chavo del 8 porque me pareció tierno xDD a ver qué opinan de lo que les acabo de revelar sobre el pasado de Hiroki y Shinoda :D