Bleach NO me pertenece.
Seis
"One wrong step in the right direction".
Un paso equivocado en la dirección correcta.
Rukia Kuchiki podía sentir los latidos de su corazón, sabiendo a ciencia exacta que estaba latiendo a mil horas. Ichigo Kurosaki se encontraba frente a ella, a una distancia prudente.
—¿Qué… qué dijiste? —logró articular ella ante el corto silencio que se formó apenas el pelirrojo cursó aquellas palabras, aún incrédula.
El hombre frente ella tan sólo suspiró, cerró los ojos, y apretó las manos en unos puños. El silencio volvió a reinar entre los dos. Rukia pudo advertir que no era fácil para él admitirlo, y que quizás, sólo quizás, se estaba arrepintiendo de las repentinas palabras que había emitido minutos antes. La morena trató de mantener el silencio y no apresurarse a decir nada, aunque estuviese a punto de estallar y gritarle en la cara. El rostro sereno de Ichigo la detuvo a guardar silencio hasta que él decidiese volver a hablar.
Finalmente, tras unos largos minutos de espera, el pelirrojo abrió los ojos lentamente y miró fijamente a Rukia, tratando de decir todo con la intensa mirada.
—Soy el padre de tu hijo, Rukia Kuchiki. No puedo dejar que cometas el peor error de tu vida —Ichigo dejó salir un suspiro y apretó con más fuerzas el puño, sintiendo cómo el dolor comenzaba a surgir.
—¿Cómo puedes saber que será el peor error de mi vida? ¿Qué tal si el peor error es quedarme con este bebé? —alzó una ceja la muchacha.
Por enésima vez, el silencio volvió a reinar.
Rukia sabía y entendía perfectamente lo que Ichigo le había dicho. Y por mucho que le costara admitirlo, sabía que él tenía la razón. Lo supo desde un principio. Desde que marcó el número teléfono de aquel lugar, hasta el último paso que logró dar antes de abrir la puerta del departamento y encontrarse a Ichigo.
Sabía que cometía un error.
Sin embargo el miedo, la frustración y la soledad estaban jugando un papel fundamental en su decisión.
Rukia mordió su labio para evitar que las palabras salieran de su boca, para evitar admitir la verdad frente a Ichigo. Había sólo una cosa que ella buscaba… Sólo una y podría respirar tranquila. Trató de regular su respiración mientras mantenía la mirada de Ichigo, hasta que él atrevió a dar un paso más, acortando la distancia entre ellos. Llevó sus largos brazos hacia los hombros de ella, y posó sus manos delicadamente en ellos. Rukia pudo ver la sinceridad mezclada con nerviosismo en los movimientos del joven.
—Porque yo perdí a un ser querido y sé cómo se siente sentir culpa.
Ella no esperaba esas palabras. No esperaba una confesión así de repentina. No entendía a quién se refería, no entendía por qué, en un abrir y cerrar de ojos, su mirada serena, calma y llena de confianza, había cambiado a una totalmente apagada, con tintes de tristeza, dolor y por sobre todo de 'culpa', esa que minutos antes había aclamado.
La morena agachó la vista, recordando que ella también había perdido a un ser querido, y que quizá una parte de ella también se echaba la culpa. Hisana jamás lo hubiese admitido, Byakuya tampoco, sin embargo, una parte de su ser le gritaba que, gracias a ella, Hisana había perdido la vida. Que ella había perdido su vida sólo por ella. Recuerdos fugases comenzaron a aparecer como imágenes borrosas, risas, llantos, juegos, armonía. Todas aquellas escenas, situaciones y sentimientos que Hisana le brindaba cuando sonreía, cuando llamaba su nombre, inclusive cuando la regañaba. Todas esas veces que la alabó por un dibujo, que, por muy mal dibujado que estaba, siempre mencionaba que era bello. Todo lo que ella hacía era perfecto a los ojos de Hisana, su hermana.
Una media y nostálgica sonrisa se dibujó enseguida en su rostro cuando aquellos recuerdos e imágenes de ellas sonriendo, cambiaron drásticamente a la escena que Rukia esperaba que olvidara con el pasar de los años, mas sin embargo aún estaba fresca en su memoria… Como si toda esa horrible pesadilla la hubiese vivido tan sólo hace unos segundos atrás.
Llevó sus manos hacia su vientre, tratando de sentir si realmente había vida allí. Preguntándose si Hisana había enviado a alguien para hacerla feliz… Preguntándose si Ichigo Kurosaki, aquel hombre que se encontraba en silencio mirándola, sentía exactamente lo mismo. Y, aunque no supiera lo que había pasado con él, aunque no supiera su historia, sus alegrías, sus tristezas, quizás… sólo quizás, ella estaba destinada a vivir y a superar aquellas amargas escenas con él. Quizás, sólo quizás, Ichigo estaba destinado a vivir sus penas y alegrías, sus amargos recuerdos, con ella.
Y, por una vez en sus vidas… Olvidar aquellos trágicos y amargos recuerdos, juntos.
~o~
Depositó una taza de té verde en la mesa, limpiándose las manos y sentándose frente a Ichigo mientras él tomaba la taza y bebía tranquilamente de ella. Rukia lo observó por unos momentos y luego desvió su vista hacia el reloj, mirando la hora. Era bastante tarde, las siete de la tarde. El cielo comenzaba a tornarse más obscuro, mientras que el sol estaba con ansias de esconderse. La morena no entendía cómo dos horas habían pasado bastante rápido, no entendía como el tiempo voló en un abrir y cerrar de ojos. Desde que Ichigo ingresó al departamento, hasta que intercambiaron unas palabras cortas acerca de los planes que debían hacer, juntos. No habían guardado silencio hasta ese momento, sin embargo la conversación tampoco había sido tan amena y fluida como para sentirse cómodos el uno con el otro.
Y en cierta manera, era entendible. Eran dos desconocidos que pasaron a ser conocidos por un error. Y además, su relación tampoco había comenzado bien. Y los dos sabían que en situaciones serias, tampoco eran los mejores hablantes.
—Entonces… —Rukia rompió el silencio despegando la vista del objeto y volviéndola hacia el pelirrojo quien ahora sostenía la taza entre sus dos manos y a la altura de sus labios, sin beber de ella— ¿Te mudarás conmigo? —preguntó ella, aún indecisa si debía preguntar o ofrecer aquello en esos momentos; mordiéndose el labio al notar la sorpresa de Ichigo— ¿O es… muy repentino? —se atrevió a decir enseguida.
—Uhm… —murmuró él, pensando en sus siguientes palabras. Quizás para no decir algo incorrecto o algo que fuese muy apresurado, así como ella lo había hecho— Creo que es algo… que debemos hacer, ¿no crees? —ella asintió— Digo, porque si queremos criarlo o criarla juntos, tenemos que estar en un mismo espacio —argumentó con mucha lógica.
Ella volvió a asentir, encontrándole toda la razón.
—¿Y tu familia? Creo que es necesario contarles acerca de esto, ¿no crees? —advirtió Rukia, nuevamente dándose cuenta de sus propias palabras.
Si Ichigo tenía que —y debía— contarle a su familia, ella también. Una mueca se formó en sus labios, recordando que su hermano Byakuya era una persona difícil de comprender, de manejar y por sobre todo de convencer. No sabía cómo se iba a tomar la noticia de ella embarazada —no a temprana edad, pero de cierta forma sí joven, aún, con mucho camino por recorrer—. No sabía si la perdonaría, si la ayudaría o… si simplemente le hiciera la desconocida.
—Por supuesto. Mi padre y mis hermanas deben saber de esto, pero aún es muy temprano. Primero tenemos que arreglarnos entre nosotros —sentenció Ichigo.
Rukia lo miró extrañada, olvidándose completamente de lo que estaba pensando segundos antes. ¿Arreglárselas entre los dos? ¿A qué se refería?
—¿Uh? —preguntó, tratando de no sonar como una completa idiota y fallando completamente en el intento.
—¿Cómo que "Uh"? —preguntó de vuelta— ¿Sabes al menos de lo que estamos hablando, Rukia Kuchiki? —exclamó algo irritado.
—Hey, hey, si no te explicas bien no puedo entenderte. ¡Habla de manera más clara! No es mi culpa que dejes a medio terminar las frases —se defendió ella, tratando de ocultar que estaba en un universo paralelo mientras veía los labios del pelirrojo moverse, sin comprender una palabra.
—¡Me estoy explicando claramente, enana!
Oh no, allí estaba de nuevo. Todas aquellas miradas serias y penetrantes se habían ido al tarro de la basura. Y a Rukia no le importaba, de todas formas. Era más cómodo para ella discutir graciosamente con él, que hablar seriamente. Las situaciones serias se tornaban incómodas para ambos. E Ichigo lo comprendía también.
—¡No soy enana! —negó— Y por supuesto que no te explicas bien, ¿a qué te refieres con 'arreglar algo entre nosotros'? —preguntó nuevamente, curiosa.
—Me refiero a decidir en dónde viviremos, cómo nos arreglaremos para reunir dinero, conocernos mejor, entre otras cosas, que, creo y espero que te puedas imaginar —terminó por decir, tratando de no sonar tosco pero sí dejando todo en claro de una manera más tajante.
—Oh, te acabo de preguntar si te mudarías aquí y dijiste que sí —respondió la morena, cruzándose de brazos, comprendiendo lo que Ichigo trataba de decir, ni más ni menos que mudarse hacia su casa, a las afueras de la ciudad, en un lugar completamente desolado y aburrido. Lejos de TODO y de TODOS.
Ichigo arqueó una ceja para luego mover su mano hacia la cabeza de Rukia y presionar su dedo en su frente, empujando suavemente pero lo necesario para mover la cabeza de ella hacia atrás.
—¡Hey! —se quejó ella, arrugando el ceño.
—En ningún momento accedí a mudarme aquí, tan sólo dije que estaba de acuerdo en que debíamos vivir juntos —asintió con su cabeza Ichigo.
—No pienso mudarme a una casa que está lejos de la ciudad, Ichigo. Creo que todo sería más fácil si tú te vienes aquí, a vivir al centro de la ciudad, donde todo te queda más cerca y todo es mucho más viable que vivir como un ermitaño —apresuró a argumentar, mientras veía que el chico suspiraba claramente cansado y llevaba una mano hacia su cabello anaranjado, despeinándose.
—Lo sé, pero la casa es más grande, todo sería más cómodo —condujo Ichigo, tratando de calmarse y guardar la compostura. No era una situación donde tenía que intentar estar sereno y calmado, pero el estrés de todo lo estaba volviendo loco.
—Podríamos sacarle provecho, piensa —Rukia palmeó sus manos— Podríamos arrendar tu casa, como tú dijiste, es grande y no faltará el o los antisociales que querrán vivir allí —Ichigo achinó los ojos ante el insulto camuflado; la morena formó una sonrisa burlona— Y esos ingresos los ocupamos para lo que necesitemos, así el dinero de tu trabajo lo podrás usar sólo en ti.
Ichigo Kurosaki le dedicó una mirada confusa y algo asombrado. ¿Eso significaba que no tenía que pagar nada si él se iba a vivir con ella? ¿No agua, no luz, no comida? ¿Todo tenía que pagarlo con el dinero que reuniría su casa? Pero…
—¿Y qué tal si el dinero de la casa no alcanza para todo? ¿Has pensado cuánto sale un doctor para que vea cómo va el bebé? ¿Qué cosas necesitarás de aquí en adelante? ¿O cuánto es el gasto que deberás pagar por dos personas? —bombardeó Ichigo. Gustándole la idea de vivir 'casi-gratis' en un bonito, espacioso (no tanto como su casa) y cómodo departamento, de alguna u otra forma gustándole también la idea de que ya no tendría que prácticamente viajar para asistir a la Universidad o al trabajo, o simplemente para salir con sus amigos un día a la semana.
—No te preocupes, yo tengo dinero —sonrió ella, orgullosa.
Ser hermana de un adinerado abogado tenía sus desventajas como ventajas, y esa era una de las ventajas.
Ichigo asintió, no completamente seguro si confiar o no.
~o~
Rukia suspiró algo nerviosa, ansiosa, y con bastante miedo. Estaba frente a las puertas de la oficina de Byakuya Kuchiki. No sabía realmente si debía hacer lo que estaba a punto de cometer, o correr como una completa idiota.
Había acordado con Ichigo que ella hablaría con su hermano para así hacerle entrar en confianza de que a ninguno de los tres les faltaría nada. No entró en detalles de cómo era su hermano, si Byakuya Kuchiki era un ser comprensible, amable y cariñoso, simplemente habló de su trabajo y de la relación distante pero a la vez cercana que mantenían ella y él.
En esos momentos de la mañana, exactamente las diez y media, Ichigo Kurosaki debía estar en camino con algunas de sus cosas —las más necesarias, recalcó ella— hacia su departamento, para ir acomodándose de a poco. Habían quedado en que él se iba a mudar el fin de semana, mientras llevaba algunas de sus cosas de a poco hacia su departamento.
—¡Rukia! —sintió un fuerte grito por sus espaldas. Dio media vuelta algo sorprendida ante el repentino grito, interrumpiendo en sus pensamientos.
—Renji —susurró ella, sonriéndole tratando de ocultar su nerviosismo.
—¿Qué haces aquí? ¿Vienes a ver a Byakuya o a pedir un favor? —preguntó mientras se acercaba a ella con una gran sonrisa en su rostro— ¿O quizás vienes por mí?
Ella rió, impregnándose de la alegría que Renji siempre irradiaba cuando estaba con ella. Generalmente se le veía como un hombre serio y frío, sin embargo con ella siempre fue amable y una persona completamente diferente a como todo el mundo solía verlo.
Agradeció por tener un amigo como él. Y agradeció infinitamente que aquel lado de él sólo se mostraba cuando ella estaba presente, haciéndola sentir especial.
—No te creas tan importante, Abarai —comentó Rukia, mientras el pelirrojo rodaba los ojos en un gesto de molestia fingida— Pero sí, vine por esas tres razones, más que nada para pedirle un favor a mi hermano y para hablar contigo. ¿Estás libre, verdad? —preguntó ella mientras posaba su mano en la perilla de las grandes puertas. El chico asintió.
—Tan sólo venía a indicarle a Byakuya que ya acabé con los papeles que me pidió hacer, y mientras no me diga nada más, estaré libre.
La morena asintió con una sonrisa en sus labios. Suspirando por última vez y adentrándose en la gran oficina de Byakuya Kuchiki suplicando que todo saliera bien. Por una vez en esa larga semana horrorosa.
Caminó unos pasos tratando de parecer segura y decidida, mientras que su hermano levantaba la cabeza para observar al par que ingresaba a su oficina. Rukia podía sentir los pasos de Renji a sus espaldas, dándole la confianza que sólo él podía darle para enfrentar aquella situación, a pesar de que su mejor amigo aún no supiera por lo que estaba pasando. Sonrió para sus adentros, sorprendiéndose del efecto que Renji Abarai producía en ella.
La morena paró en seco frente a Byakuya que la había seguido con la mirada durante el trayecto. Rukia sonrió e hizo un movimiento con la cabeza, una especie de saludo que tenían entre los dos. Mientras que Renji se acercaba a ellos pero aún mantenía una distancia prudente, manteniéndose a espadas de Rukia per siendo visible para Byakuya.
El mayor de los tres rompió el silencio y dejó de hacer lo que estaba haciendo.
—¿Qué te trae por aquí, Rukia? —preguntó con aquella serena voz.
—Uhm… es un poco… —titubeó ella, mirándola. Byakuya no tenía una expresión definida en su rostro, tan sólo esperaba por las palabras— La verdad, necesito un poco más de dinero de lo normal.
El pelinegro asintió sin decir nada.
—Por… mes. Un aumento de aquí en adelante… —prosiguió la morena, con algo de duda. Mordió y lamió sus labios, podía sentir que las manos le sudaban y que el nervio volvía a apoderarse de ella ante la mirada confusa y penetradora de Byakuya. Una mirada que exclamaba con todas sus letras que algo estaba mal y que obviamente ella le estaba ocultando algo.
—¿Por?
—Bueno… tengo más gastos de lo que pensé —dijo con un hilillo de voz.
—Creí que con el dinero que te brindaba y con el que ganas trabajando como Decoradora era suficiente —sentenció el moreno, no moviendo ningún músculo más que sus labios.
La morena desvió la vista de su hermano, no sabiendo qué demonios decir.
—Yo… —apretó sus sudorosas manos, mientras trataba de pensar en algo rápido para cubrir la verdad— Ya no puedo trabajar —finalizó. Byakuya alzó una ceja incrédulo.
—A qué te refieres —demandó.
Rukia Kuchiki volvió la vista hacia su hermano, soltando un suspiro.
—La semana pasada fui al médico y me diagnosticaron… estrés. No me he sentido bien recientemente, y creo y deseo tomarme un descanso. Ya no tengo ahorros, por lo tanto… —dejó la frase a medio terminar.
Byakuya desvió la vista hacia Renji.
—¿Es verdad? —le preguntó al pelirrojo.
Tanto Renji como Rukia se sorprendieron de la repentina reacción de Byakuya Kuchiki. ¿Por qué tenía que preguntarle a Renji si era verdad lo que estaba diciendo o no?
Rukia se golpeó mentalmente. Sólo una había una razón para que su hermano hiciera aquello, y eso era la desconfianza. Él sabía que algo andaba mal, que ella estaba ocultando.
Renji parpadeó unas tantas veces para luego tragar saliva y asentir.
—Rukia no se ha sentido bien. Es la verdad —confirmó el pelirrojo. Rukia le dedicó una sonrisa en señal de agradecimiento.
—Bien —Byakuya dio por terminada la conversación y ambos salieron de la oficina.
Rukia suspiró para sus adentros mientras cerraba con cuidado las grandes puertas del lugar y dirigiéndose hacia el ascensor con Renji.
—Gracias —dijo ella.
El pelirrojo murmuró algo inaudible, sin embargo no se molestó en preguntar qué estaba diciendo.
—¿Hacia dónde iremos? —preguntó curiosamente Renji.
—A mí departamento, es más cómodo —contestó.
Renji no entendía por qué ella hablaba de repente de comodidad, cuando siempre evitaba ir hacia su departamento con la excusa de que quería salir a comer o a tomar simplemente aire. Sin embargo no le importó, mientras Rukia Kuchiki estuviese a su lado, no importaba.
~o~
Ichigo lanzó el resto de cajas que llevaba cargando por más de una hora. Se sentó en el cómodo sofá del departamento de Rukia Kuchiki, departamento que ahora compartirían juntos. La conversación que había tenido con su padre no había sido tan grata, y eso lo tenía esperado. Mentir no era algo que le salía tan fácil, menos cuando la mentira no era tan convincente. ¿Cómo rayos planeaba que su padre le creyera que se mudaría a un departamento cuando el salario de envolver hamburguesas ni siquiera alcanzaba para mantener a su perro?
A pesar de todas las patadas voladoras, gritos y demases, se las arregló para sacar a su viejo a patadas de la casa para finalmente acarrear algunas cosas para el departamento.
El teléfono celular vibró repentinamente, sacando a Ichigo de sus pensamientos. Lo tomó y leyó el mensaje de texto.
"No tuve el tiempo para decirlo, pero, ¡felicidades! Puedes contar conmigo para lo que sea, Ichigo. : )"
El pelirrojo sonrió de medio lado. Un mensaje de texto de Inoue Orihime.
No entendía cómo la chica se había manejado para correr prácticamente y alejarse a una velocidad impresionante de ella. Se la había encontrado justo en el camino hacia el departamento de Rukia, mientras cruzaban el parque. La muchacha le había pedido si podían tomar un helado y sentarse en un lugar para hablar un momento. Él accedió, una charla con Inoue, su amiga, no le haría mal.
No entendió cómo, pero al final terminó hablando de lo que había pasado con Rukia. Pudo notar que la expresión de Inoue cambió drásticamente, a una… ¿sorpresiva? No lo sabía muy bien, pero era una mezcla de varias emociones. La muchacha tan sólo asintió y le brindó unas palabras de 'apoyo', que todo saldría bien y que la llegada de un hijo era algo muy bonito, especial y un regalo. Luego de aquellas palabras rápidas, la chica se había disculpado y se había ido rápidamente excusándose de algo que Ichigo no alcanzó a entender. De un momento a otro, el pelirrojo se encontraba solo sentado en la banca del parque, aún con su helado en mano.
No quiso responder el mensaje, tan sólo dejó el celular en el sofá y caminó hacia el baño, necesitaba agua fría para despejar la cabeza. Su mañana no había sido tan fácil después todo. Mientras iba en su camino hacia el baño, pudo sentir a sus espaldas que Rukia abría la puerta del departamento y seguidamente escuchó la voz de un hombre. Le restó importancia e ingresó rápidamente al cuarto, encerrándose.
—Vaya, Rukia, ¿te mudarás o qué? —expresó Renji al ver el resto de cajas que posaban en el piso. La morena sonrió nerviosamente, y negó con la cabeza lentamente.
—Tomemos asiento, ¿quieres una taza de té? —preguntó mientras se dirigía a la cocina.
—No, gracias. ¿Hay algo que tengas que contarme? Nunca me ofreces un té a menos que tengas una noticia que darme —comentó riendo el pelirrojo y tomando asiento en el sofá.
Rukia recorrió con la vista el departamento, tratando de ver si Ichigo aún se encontraba allí o se había vuelto a su casa, no pudo encontrar evidencia del chico allí, por lo tanto siguió el camino de Renji y se sentó a su lado.
—Renji, hay algo que debo decirte. No sé cómo te lo tomarás, sólo espero recibir tu apoyo porque en estos momentos, tú y Rangiku son las únicas personas que están y sé que estarán a mi lado para siempre —comenzó ella, queriendo apaciguar el ambiente que de repente comenzó a tornarse más tenso mientras ella trataba de explicar todo con detalle pero a la vez queriendo terminar todo.
—Vamos, Rukia. Me estás asustando —comentó el pelirrojo con la intención de relajar a su nerviosa amiga.
Ella sonrió de medio lado, debatiéndose si decir todo de una vez o simplemente ir con calma. Sin embargo ella misma se vio en vuelta en un huracán de sensaciones, en una necesidad de sentir apoyo lo más rápidamente, un abrazo que sentir, un hombro en el que llorar, unos brazos fuertes que la sostuvieran.
—Renji… y-yo estoy embarazada —dijo con cautela.
—No bromees con eso, por favor —el pelirrojo rió, dándole un pequeño golpe en el hombro y riendo, mas la morena mordió sus labios y posó sus ojos en el suelo, sin decir absolutamente nada.
Renji tomó aire y fijó su mirada en ella. Vio cómo la muchacha no movía ninguna parte de su cuerpo, y los recuerdos comenzaron a aparecer en su incontables veces que Rukia evadía ciertos temas, y trataba de no mantener una conversación con él. Las veces en que pudo ver que sus manos se posaban en su vientre y se apretaban, mientras sus labios temblaban.
Y entonces Renji Abarai comprendió que lo que acababa de decir su querida amiga, no era ninguna mentira. Porque aunque ella no lo confirmara o no lo repitiera, él sabía que su silencio significaba algo. Y ese algo era la verdad.
Todo comenzó a formarse en su cabeza. Todas aquellas llamadas no contestadas, la inesperada visita a Byakuya y el aumento de dinero, aquellos ojos tristes y perdidos… Todo comenzó a tomar forma a los ojos de Renji.
El silencio se hizo presente en el tenso ambiente, Rukia podía sentir la respiración pesada y entrecortada de Renji, podía sentir cómo él trataba de controlarse, cómo trataba de controlar los impulsos de gritar, de maldecir o quizás las ganas de salir de allí. Se esperaba una reacción, pero no una de ese tipo. La morena comenzó a cuestionarse si lo que había hecho era correcto, si había sido acertado haberle contado todo a Renji.
Pero como minutos antes había confesado… Renji estaría para siempre con ella, en las buenas y en las malas, ¿verdad? Y entonces, ¿por qué su mejor amigo estaba reaccionando de esa manera?
—Renji… —lo llamó suavemente, mirándolo. Con sus labios secos y sus manos frías, trató de entender el rostro y la expresión que el pelirrojo estaba mostrando en esos momentos. Ojos llenos de decepción, hirientes.
—¿Desde cuándo… sabes que estás embarazada? ¿Cuándo tú…? El hombre… —el pelirrojo cerró los ojos confundido aún.
Rukia, su mejor amiga y la mujer de su vida estaba esperando un hijo. ¿De quién? ¿A caso estaba con alguien?
—Déjame explicarte, Renji. Fui inseminada en el hospital por equivocación. Cuando le dije a mi hermano que había ido al hospital porque me sentía mal, era la verdad… Pero hubo un error, una equivocación y… finalmente me inseminaron. Después, con Rangiku tratamos de buscar al donante, porque no podía creer lo que me estaba pasando y no quería pasar por todo esto sola —la morena se tomó un descanso, mirando a su amigo quien mantenía los ojos cerrados— Encontré al chico, y… él… nosotros… —Rukia mordió sus labios en un gesto de nerviosismo, sintiendo cómo estos estaban casi hinchados debido a las múltiples mordidas de la mañana— Él se está mudando conmigo. Quedamos en que… criaríamos al bebé juntos.
El silencio se hizo presente nuevamente. El pelirrojo no decía absolutamente nada, tratando de entender y de procesar toda la información.
—Yo… estuve a punto de abortar, si no hubiese sido por Ichigo…
—¿Ichigo? —preguntó de repente Renji, mirándola.
—Sí… el amigo que habló Inoue ese día —confirmó Kuchiki.
—¿Él es el padre?
Ella asintió, tragando saliva.
—Rukia… no lo comprendo —dijo finalmente él— ¡No lo comprendo! —alzó la voz, sorprendiendo a Rukia.
—¿Qué? ¿Qué no comprendes? Déjame explicarte —el nerviosismo comenzó a mostrarse en todas las partes del cuerpo de Rukia al notar cómo su amigo se ponía de pie y comenzaba a caminar en círculos.
—¡No comprendo por qué no me contaste de esto antes! ¡¿Por qué rayos no viniste a mí y me dijiste sobre todo esto? —tomó aire— ¡Te pude haber ayudado! Por eso estabas de esa forma, te notaba llena de tristeza, sin embargo tuviste la cobardía de guardar el secreto y hacer como si nada pasaba. ¿Por qué? ¿Ya no confías en mí, Rukia?
La muchacha se puso de pie.
—¡Te estoy contando porque confío en ti! —elevó la voz la morena, tratando de ser escuchada por Renji quien murmuraba palabras incoherentes de un momento a otro. Rukia no entendía cómo la situación había cambiado de un segundo para otro. No entendía como el pelirrojo se estaba alterando.
—¡Por qué no lo hiciste cuando de verdad me necesitabas!
—¡Ahora te necesito más que nunca! —confesó Rukia al borde de la ira. ¿Por qué rayos Renji se lo estaba poniendo más difícil? ¿Por qué no podía entenderla?
—Ahora… Ahora cuando tienes a ese tal Ichigo bajo tu mismo techo, ¿verdad? ¡Porque primero lo buscaste a él, a un completo desconocido, antes que a tu mejor amigo! —gritó totalmente fuera de sí— ¡Cuando yo he sido el que ha estado a tus espaldas y a tu lado siempre! Qué mierda estabas pensando, Rukia.
La morena trató de respirar para guardar la calma y así no gritarle. ¿Por qué Renji le estaba sacando en cara todos esos años de confianza? ¿Por qué mencionaba todas las cosas buenas que él había hecho por ella? ¿A caso ella no había hecho exactamente lo mismo con él?
—Renji… estaba asustada —dijo casi en un susurro— Estaba asustada, no sabía qué hacer, no podía pensar con claridad, no sabía qué era lo correcto y qué era lo incorrecto, ¿puedes entenderme? ¡Estaba, por todos los cielos, asustada! Me sentía sola y no pensaba claramente.
—¡Y sigues sin pensar claramente!
—Escucha… cálmate, por favor, sé que es difícil de entender pero…
—Tampoco quiero entender, Rukia —Renji paró en seco las palabras de la morena— No quiero entender porqué no fuiste conmigo, porqué no quisiste mi apoyo en esos momentos, no entiendo ni tampoco quiero entender. Siempre estuve detrás de ti, tratando de entenderte, tratando de consolarte, brindándote alegría, protección, confianza… Pero ya no más. No más.
Un dolor en el corazón comenzó a hacerse presente en ella. El oxígeno ya no llegaba correctamente a sus pulmones, y su visión comenzó a nublarse.
—¿Ya… no más? —repitió la morena, al borde de las lágrimas al comprender las últimas palabras del chico.
La única persona —además de Rangiku— que estaba a su lado era Renji Abarai, su mejor amigo, y ahora… ¿él ya no estaría con ella, nunca más?
—Ya no, porque tú no eres capaz de entenderme, Rukia. No eres capaz de entender qué pasa por mi mente, por mi corazón. No eres capaz de detenerte un momento y pensar en lo que YO siento —el pelirrojo suspiró y desvió la vista de Rukia, caminó unos cuantos pasos hacia la salida del departamento.
—Renji… —lo llamó débilmente— Por favor, quédate conmigo. Te necesito a mi lado, eres mi mejor amigo… —la chica caminó hacia él, posando su cabeza en la gran espalda del pelirrojo, tratando de aguantar las lágrimas que amenazaban por salir.
—Ese es el problema —susurró— Por favor, no me busques.
Con eso, el pelirrojo caminó rápidamente hacia la puerta, abriéndola y cerrándola en un abrir y cerrar de ojos, dejando a Rukia Kuchiki de pie, en medio de la sala, cabizbaja, mientras lágrimas recorrían sus sonrojadas mejillas.
La morena rompió en un llanto, mientras que sus manos apretaban con fuerzas la ropa, porque su mejor amigo, el hombre que muchas veces le brindó más alegrías que penas, la había abandonado.
La persona que iba a estar con ella para siempre, se había marchado dándole la espalda. La persona que muchas veces la sostuvo en el aire para alcanzar sus sueños, aquella persona única… simplemente se había marchado.
Y la soledad comenzaba a reinar nuevamente en su corazón.
Ichigo apretó con fuerzas los puños, apoyando su espalda en la puerta del baño. Todo había sido tan claro, desde las palabras rudas de Renji hasta el llanto desgarrador de Rukia.
—Mamá… ¿qué hago ahora? —susurró nostálgico.
Lo prometido es deuda, diceeen~~ ¡Hola, hola! Son las 3:53 AM aquí en Chile, exactamente 1 de Julio, whoa, el tiempo ha pasado rápido~ No sé si el capítulo les gustó, mucho drama, ¿eh? Pero me gusta el drama, hahaha. Espero no haya sido MUY aburrido, porque sinceramente yo me entretuve escribiéndolo, son alrededor de 12-13 páginas, nunca paso de la páginas, sin embargo me entusiasmé mientras escribiría, sobre todo en la parte de Ichigo y Rukia. La parte de Inoue será explicada con más detalles en el siguiente capítulo :DDDD. No sé cuándo podré terminar el cap. 7 (está a medio terminar), porque tengo dos semanas del terror en la Universidad, pero supongo yo que dentro de esas dos semanas, una vez acaben, podré terminarlo y subirlo. Yeeey~~
Gracias a las personas que agregaron la historia a favoritos y a alertas, sobre todo gracias a las que contestaron a mi nota y me dieron energías para seguir con el fic y para mis estudios ;~~~;
Un abrazo y nos estamos leyendo. Y por favor, sean sinceras/os conmigo, díganme si algo no les gusta, etc, trataré de mejorar, lo prometo~~