Estoy sumamente feliz con las lectoras que me han tocado en esta historia y quiero que sepáis que sin vosotras ni el capitulo tres estuviera escrito. GRACIAS, GRACIAS Y MIL VECES GRACIAS. A las que comenzasteis a leer desde el principio y a las que os unisteis en el camino. Gracias a las más de las 90 chicas (¡NOVENTA!) que agregasteis esta historia a favoritos y alertas, pero gracias especiales y del tamaño de Júpiter a las que os tomasteis el tiempo de dejar un review diciéndome que os iba pareciendo la historia. Este epilogo va por todas las chicas que dejaron review en el capi anterior.

Nos vemos abajo.


EPILOGO:

No hay mal que por bien no crezca.

—Si te quedaras quieto sería más sencillo.

—No es a usted a quien le duele el ojo. —Draco resopló mientras Madame Pomfrey aplicaba un paño empapado de tónico refrescante para curar heridas ignorando las quejas del chico.

Una cama más allá Harry estaba sentado a los pies de Hermione mientras esta terminaba de hablarles a él y a Ron.

—Y eso es básicamente todo lo que pasó —concluyó la chica con los labios resecos después de haber estado hablando cerca de media hora—. ¿Me pasas algo de agua, Harry?

Harry saltó de la cama y cogió de la mesita de noche un vaso de agua fría. Se lo acercó a Hermione y le dio de beber con sumo cuidado. Hermione le ahorró el decirle que esas atenciones estaban de más, era lo mínimo que le debía. Había estado contándoles a él y a Ron todo lo que le había pasado el día anterior prácticamente desde que llegaron a la enfermería. Les había contado todo: desde que Malfoy los convirtió del tamaño de un lápiz hasta que Dobby los devolvió de vuelta a la normalidad, pasando por sus múltiples aventuras con el escalón falso, Crookshanks, el baño de Myrtle y el acertijo de Peeves. Había tratado de ser lo más detallista posible y lo más sincera también aunque se había estado guardando adrede muchos de los momentos que había compartido con Draco. Los veía como algo demasiado privado como para estar divulgándolos por ahí.

—Ajá —dijo Ron desde el catre a la izquierda de Hermione—. Entiendo que hayáis tenido una aventura del tamaño de alfileres…

—Lápices —corrigió Hermione a su pelirrojo amigo.

—Lo que sea. Entiendo ese punto —continuó este—. Lo que no me entra en la cabeza, y discúlpame por ser tan cerrado —hizo un gesto sarcástico con sus manos apuntando a su cabeza que hizo a Hermione sonreír—, es por qué estabais besándoos. O cómo siquiera se te pudo pasar por a cabeza besar a ese… a ese…

—Vamos, Weasley. Dilo. Tu envidia alimenta mi ego —terció Draco desde su cama antes que madame Pomfrey le colocara alguna poción que le hizo chillar.

Ron vio a Hermione como si esas últimas palabras del rubio hubieran sido suficiente prueba para confirmar que su teoría estaba en lo correcto. Hermione suspiró armándose de valor y tratando de olvidar los últimos sesenta minutos de su vida para no matar a su amigo. Ni al rubio a su otro lado.

El giro inesperado de eventos que habían ocurrido con los tres hombres que la acompañaban en esa sala, empezaron a pasar por su mente como una retahíla de imágenes que se movían a la velocidad de la luz y le hacían desear el exterminio de la raza humana y sus básicas capacidades de raciocinio moral y razonado. O por lo menos de la parte masculina de la humanidad y su excesiva cantidad de testosterona.

El día anterior había sido un día duro en toda regla, si. Y también muy esclarecedor.

Hermione estaba envuelta en el resultado de esa claridad (que para términos mundanos era un beso con Draco Malfoy) cuando Harry y Ron, a quienes ella había creído haber dejado atrás aparecieron sorprendiéndolos.

—¡Hermione! —y el grito de Ron que solo sería el comienzo de sus problemas—. ¿Qué diablos haces?

—Y a parte de pobre y metiche, ciego. Que lastima me das, Weasley.

—No hablaba contigo, Malfoy —respondió Ron—. Hermione, ¿qué pasa aquí? —casi gruñó.

—Yo… puedo explicarlo —dijo Hermione atropelladamente. El calor de sus mejillas ya debía haber sobrepasado la temperatura del sol.

—¡Eso espero! —gritó Ron acercándose a la pareja—. ¿Desde cuándo sales con Malfoy? ¿Por qué no nos habías dicho nada? ¿Acaso por él faltaste todo el día a clases? Creo que fue una sesión de besos productiva.

Hermione arrugó el ceño contrariada. ¿Qué tantas tonterías decía Ron?

—Ron… yo no… quiero decir, sí…

—Mete tu enorme nariz en otro lado, Weasley —dijo Draco con una sonrisa sardónica. Ese Weasley había interrumpido un muy buen momento, y se lo cobraría con intereses.

—Vuelves a interrumpir, Malfoy, y te juro que…

—¡Oh, Weasley! No me hagas reír —contestó Draco—. Para empezar tú fuiste el primero en interrumpir. Por si no te diste cuenta Hermione y yo estábamos…

—¡Ni lo digas! —lo detuvo Ron con la cara encendida de rojo carmín—. ¿Y de cuando acá ella es "Hermione" para ti? ¿Qué le has hecho?

—¿Yo? Nada. Ha sido ella la que ha venido corriendo hasta mí.

Ron apretó los puños y cuadró los hombros.

—¡Blasfemias!

—Ron, no hace falta que te alteres —Hermione no veía la forma de darse un lugar en el caldeado ambiente que se había formado entre esos dos—. Te puedo explicar todo si te calmas…

—Por favor. La única forma de calmar a un Weasley es lanzándole una hogaza de pan. Su pobreza no les permite darse muchos lujos, ya sabes.

—Te voy a partir la cara, hijo de…

—¡RON! —se escandalizó Hermione. Muy tarde. Para cuando su grito salió de sus cuerdas vocales Malfoy ya estaba preparado para atinarle un golpe en el estomago al pelirrojo. Obviamente, luego de que este último se le lanzara encima y le diera un derechazo justo en la barbilla.

Una batalla campal fue lo que se formó allí. Hermione tardó varios segundos en salir de su estado de shock para darse cuenta de lo que tenía enfrente.

—¡Por Merlín, parad! ¡Os vais a matar! —trató de meterse en medio pero un empujón de Ron la tiró de culo al piso. Se giró y vio a su otro mejor amigo parado con cara de sorpresa en frente de todo—. ¡Harry haz algo! —se exasperó cuando Harry no le devolvía la mínima muestra de acción alguna. Lamentó ya no tener más zapatos que tirar—. ¡Harry! —gritó mientras se ponía de pie.

Harry pareció reaccionar al fin pero parecía algo ofuscado.

—¿Hermione? ¿Estabas besando a Malfoy?

Hermione sintió la vena de su sien latiendo exasperada. Muy niño–que–vivió y todo, pero Harry Potter podía ser bastante lento si se lo proponía. Conteniendo su lengua de decir algo muy cortante (Merlín ¿era la única que pensaba que la influencia de Malfoy era poderosa?) respiró hondo y vio a Harry con su mejor sonrisa.

—Harry, te puedo explicar todo eso luego pero por el amor a Dios, ¡haz algo para detener esto!

Cuando Harry giró pareció llevarse una gran sorpresa. Ron goteaba un espeso líquido negro de su nariz y trataba de atestar cuantos golpes le eran posibles con un solo brazo. Al parecer tenía un hombro dislocado. Por otro lado, Malfoy tenía el pómulo izquierdo golpeado y su labio inferior resaltaba como un globo rojo en medio de su pálido rostro. Tenía algunos problemas para levantarse por lo que trataba de esquivar las patadas del Ron rodando por el suelo. Si no fuera por el hecho de que eran su mejor amigo y su peor enemigo, Harry hasta lo encontraría divertido.

—Por favor… chicos —dijo caminando hacia los otros dos—. Parad. No hay necesidad de recurrir a la violencia física —se metió entre los dos y puso lo que suponía una barrera humana entre los dos. Ambos contrincantes se detuvieron, mas para tomar aire que por la intervención de Harry pero eso es lo de menos—. Todo debe tener una explicación lógica…

—¿Lógica? —aulló Ron—. ¡Harry es Malfoy! ¡Y Hermione!

—Ya sé, pero Ron, la violencia no es algo con lo que solucionar todos los problemas en tu vida.

Ron se coloreó totalmente de rojo y vio con mirada asesina a Harry, como si apenas pudiera soportar que esas palabras hubieran salido de su mejor amigo.

—Olvídalo Potter. No te escuchará. Le dieron una nariz grande pero nada de orejas.

La mirada de Ron pasó automáticamente a Malfoy. Harry entonces se percató de que la risa socarrona de Malfoy y la mirada furiosa de Ron terminarían en otra batalla cuerpo a cuerpo. Y con él en medio. Tragó en seco mientras veía a ambos acercarse. Moriría, lo sabía, ver toda su vida por delante no era algo que le ocurriera siempre. Fue entonces cuando en un arranque de adrenalina (e inteligencia) recordó que tenía su varita en el bolsillo interior de su túnica. La sacó rápidamente y la mantuvo en alto mientras recordaba un hechizo apropiado.

—¡Desmaius! —gritó justo a tiempo haciendo que los cuerpos inconscientes de Draco y Ron cayeran a su lado. Suspiró triunfante y aliviado.

—¡Oh, perfecto! Ahora están tirados medio desangrándose en medio de un pasillo y si los volvemos a levantar no tardaran ni dos segundos en pelear de nuevo. ¿Acaso pueden los hombres ser más tontos? No es contigo, Harry —dijo Hermione. Repensó un momento sus palabras y luego vio a Harry con una mirada mortal—. Aunque sí, ¡tú también eres un tonto! Mira que quedarte ahí paralizado mientras tu mejor amigo se enzarza en un estúpida pelea cuerpo a cuerpo…

—No lo hice adrede, ¿vale? —se defendió Harry—. Pero es que Hermione… ¿tú y Malfoy? ¿Besándoos? ¿Qué se supone que hiciera? ¿Caerle a porrazos como Ron?

Hermione suspiró, y podría haber continuado con un comentario locuaz que incluía una respuesta digna de un delegado de las Naciones Unidas sobre lo que era políticamente incorrecto en la violencia, cuando una voz grave resonó al otro lado del corredor.

—¡Mira, Vincent! ¡Ahí está Draco!

Hermione y Harry voltearon hacia el dueño de aquel tono gutural y vieron a los gorilas de Malfoy apuntando hacia donde este estaba tirado. Goyle era el que había hablado y parecía que la mandíbula se le iba a desencajar, aunque nadie supo nunca si por sorpresa o estupidez.

—Vaya. ¡Lo hemos encontrado! Cuando sepa que estaba perdido y nosotros lo salvamos se pondrá muy feliz.

Harry frunció el ceño ante ese último comentario y Hermione no pudo más que apuntar mentalmente que en efecto, los hombres eran tontos.

—Pero, hombre. ¿Por qué esta tirado ahí en el piso? —preguntó Crabbe acercándose hacia donde estaba el trío dorado y el rubio—. ¿Y si esta muerto?

—Como va a estar muerto… —desechó Goyle como si la idea fuera absurda. Entonces se detuvo súbitamente y su cara palideció—. ¿Puede estar muerto? Si es así, ¿cómo le diremos que nosotros lo encontramos?

—Nunca creí que tendríamos que llegar a esto pero si Draco muere, por regla nosotros también tenemos que hacerlo —la voz de Crabbe no era más que un murmullo pero en el silencioso pasillo, Hermione pudo escucharlo perfectamente.

—Pero a mí me gusta vivir —gimoteó Goyle en respuesta.

—A mi también, Gregory. A mí también. Pero sin un líder, ¿qué sería de nosotros? Draco era nuestro norte. Era nuestra razón de ser. Sin él, ¿qué sentido tiene vivir?

—¿Quieres decir que…? —Crabbe asintió.

—Saca tu varita, Greg. Lo haremos al mismo tiempo.

Hermione abrió los ojos desmesuradamente. No podía creer lo que estaba viendo. Los dos simios estaban dispuestos a matarse solo porque Draco también lo estaba. Estaba a punto de sentirse conmovida por tal acto de fidelidad extrema pero optó por pensar que aquellos dos eran bastante tontos y dependientes si de verdad iban a matarse entre ellos por un chico que solo los maltrataba día sí y día también.

—¡Esperad! —gritó caminando hacia ellos—. ¿Qué creéis que hacéis? ¿Sois idiotas? ¡Draco no está muerto! Solo está inconsciente por un encantamiento.

—¿Qué? —preguntaron Crabbe y Goyle a lo que Hermione solo resopló un "hombres tontos".

Hermione se giró para ver a Harry de nuevo junto a los cuerpos de Ron y Draco. Tenían heridas que si bien no eran graves, podrían infectarse; algunas torceduras y tal vez hasta algún hueso roto. Harry la vio un momento sin saber qué hacer. Hermione paseó su mirada entre los dos cuerpos en el piso, su amigo y luego cayó en la cuenta de algo.

—Crabbe, Goyle. ¿Queréis ayudar a Draco de verdad?

Ambos asintieron atentos. Hermione los observó y vio que no eran malos realmente, solo estaban constantemente bajo las malas influencias de Draco, y como ellos mismos habían dicho, sin un líder no tenían razón de ser, por lo que en esos momentos era prácticamente inofensivos. Solo mentalmente. Seguían siendo grandulones rompe–huesos intimidantes.

—¿Podrían trasladarlo a él y a Ron a la enfermería?

Ellos se vieron entre ellos como decidiendo que hacer. No pasaron más que unos segundos cuando Crabbe cargaba con Draco en sus hombros y Goyle a Ron, cual saco de papas y todos juntos se encaminaban a la enfermería.

Durante todo el camino, Hermione no se encontró con ningún estudiante por lo que pensó que la campana había sonado mientras todo el asunto de la pelea se desarrollaba. También se sintió aliviada. No era que quisiera dar muchas explicaciones con respecto a su desaparición del día anterior, su aspecto actual o sus acompañantes.

Llegaron a la enfermería en pocos minutos. Madame Pomfrey los atendió rápidamente. Dejó que Crabbe y Goyle los depositaran en un catre a cada uno y los deshechizó.

—¿Qué coño…? —preguntó Ron apenas pudo sentarse.

—¿Cómo llegué aquí? —Draco estaba igual de confundido.

Madame Pomfrey no les dejó tiempo de preguntar nada más. Comenzó a revisarles las heridas y a tratarlos. Algunos quejidos, algunas medicinas asquerosas y un poco de esencia tranquilizante y ambos chicos estaban en un estado de duermevela con el que se supone se recompondrían más rápido. La señora Pomfrey pasó entonces a revisar a los otros cuatro. Además de la sangre que había caído en sus camisas mientras trasladaban a Ron y a Draco, Crabbe y Goyle no tenían nada preocupante (recordando claro, que la señora Pomfrey solo puede reconstruir huesos, no cerebros). Harry estaba en perfecto estado y fresco como pluma, tan solo algo nervioso. Madame Pomfrey le trajo un té de hierbas y dejó que se sentara antes de pasar a revisar a Hermione.

Abrió los ojos desmesuradamente al ver las fachas y el estado general de Hermione, pero se detuvo especialmente en la parte trasera de su camisa.

—¿Es eso sangre seca?

Hermione se apresuró a quitarle importancia.

—De verdad que no es nada, madame Pomfrey —dijo ella alejándose un pasó de la enfermera—. Puede curar a los chicos antes…

Pero madame Pomfrey era una señora obstinada y no paró hasta que Hermione se levantó la camisa (obligando a todos los demás a girarse) y dejó ver una herida que iba desde la mitad de su espalda hasta donde esta pierde su nombre. Aunque no estaba sangrando, no daba un aspecto nada agradable.

—¡Madre santa! Niña, ¿cuándo te hiciste esto? Es un milagro que no te hayas desangrado. Pero lamento informarte que se te ha infectado. Apresúrate a cambiarte con una de las batas de enfermería, entre más rápido trate eso, mejor.

Hermione hizo lo que le pedía, y luego de eso tuvo que soportar a madame Pomfrey curándole la espalda en un catre que tenia los biombos corridos para mantener algo de privacidad.

—Es un milagro que una herida tan grande se haya cerrado tan rápido. ¿Dices que te le hiciste anoche?

—Sí.

—¿Y no te la trataste siquiera?

Hermione arrugó un poco la frente de dolor cuando un liquido espeso le cubrió la espalda completa y le caló hasta los huesos. Las manos de madame Pomfrey comenzaron a masajear la zona y aunque era mucho más expertas que las de Draco, el dolor era aun mayor.

—Bueno, Draco me puso algo que estaba en el salón de pociones. Era un líquido blanco y acuoso. Eso pareció detener la sangre, aunque si soy sincera, en aquellos momentos no estaba muy preocupada por eso.

Su mente viajó entonces a la huida que hicieron del salón de pociones la noche anterior y a Crookshanks persiguiéndolos. Una oleada de alivio le embargó la espalda a la vez que madame Pomfrey se levantaba y buscaba algún otro medicamento.

—Es uno de los ingredientes necesarios para hacer esencia de Murtlap y otras pociones para sanar heridas. Ahora no recuerdo su nombre exacto pero sé de qué me hablas. Es un buen cicatrizante pero falta mezclarlo con otras cosas para que sea verdaderamente potente —Pomfrey hablaba mientras rebuscaba en su carrito de medicinas algo—. ¡Aquí esta! bien, Granger, ya que tus heridas están limpias te colocaré esto para que sanen correctamente y en menos de una semana ni siquiera tendrás rastros de la cicatriz.

Hermione asintió y tragó en seco. Lo que se venía no era más que algún díctamo que ardía al tacto pero que luego de hacer su efecto, refrescaba como agua por una garganta reseca.

—Es una suerte que Malfoy te haya aplicado justamente ese ingrediente. Cualquier otro hubiera dejado la herida suficientemente abierta como para que a estas alturas ya estuvieras muerta.

Hermione sonrío y dejó que madame Pomfrey la terminará de curar. Cerró los ojos y empezó a recordar todas las cosas que le debía a Draco ahora y todas las cosas buenas que había hecho el día anterior, preguntándose si eso sería suficiente excusa para enmendar los errores de toda su vida y con esos pensamientos en mente, se quedó dormida.

Lo siguiente que recuerda Hermione es haber despertado en un catre en medio de Draco (a su derecha) y Ron (a su izquierda). Harry estaba sentado en una incómoda silla entre ella y Ron, y madame Pomfrey estaba sobre el cuerpo de Ron, aplicando alguna crema para sus magulladuras. No había rastro de los simios por ningún lado.

Aun somnolienta giró un poco la cabeza para encontrarse con el rostro cansado de Draco sonriéndole. Le devolvió la sonrisa mientras sentía cosquillitas en el estomago. ¿Así que era lo que se sentía estar enamorada? Era una sensación bastante… linda. Pero pensaría en eso mas tarde. Tal vez cuando se le pasara el cabreo con los hombres del mundo y su estupidez suprema. Fulminó a Draco con la mirada y se giró, dejando a este confundido.

—¡Hermione! —exclamó Harry al verla despierta, prácticamente saltando de la silla y poniéndose a su lado.

Luego de algunas disculpas atropelladas, ofrendas desmesuradas y una que otra colleja por parte de Hermione, acordaron que si dejaban de comportarse como los idiotas que eran un rato, ella les contaría toda la historia.

Y así lo hizo. Y ahora ahí estaba, con un chico de lentes que la trataba como invalida, un pelirrojo en un catre que solo quería saber porque su amiga se besaba con su mayor enemigo y un rubio que sufría mientras madame Pomfrey lo curaba pero que tenía suficientes ánimos para seguir picando a Ron. Su gozo en un pozo.

—¿Podrían, por el amor de todo lo bueno, dejar de discutir? Me está comenzando a doler la cabeza.

Todos al parecer tenían algo bueno que decir pero desistieron en decirlo cuando las puertas de la enfermería se abrieron de par en par y la figura menuda de Pansy Parkinson apareció en medio.

—¡Draaaacoooo! —gritó, alargando las vocales con un efecto dramático. En dos zancadas atravesó toda la enfermería y se lanzó hacia este. Madame Pomfrey, que aun intentaba curarle la ceja a "Draaaacoooo" la vio con cara de pocos amigos—. ¡Oh, Dios Mío! Estaba tan preocupada por ti. Nadie sabía nada de ti. Gracias al cielo, Crabbe y Goyle te encontraron y te trajeron sano y salvo a la enfermería.

A cada palabra de Pansy, Draco trataba de quitársela de encima, pero la chica era fuerte.

—¿No se supone que este en clase, señorita Parkinson? —preguntó la irritada enfermera. Pansy pareció reparar entonces en las personas que habían a su alrededor y su cara se desfiguro en una mueca despectiva.

—¿Por qué ellos también están aquí? ¿Qué te hicieron, Draco? ¿Necesitas que te cuide de estos trogloditas?

—Pansy… —Draco comenzó a pensar que era preferible una tortura china a un abrazo de Pansy—. De verdad que no… Podrías por favor… Me… asfixias.

—¡Oh, lo siento! —exclamó Pansy, y Hermione no supo si su tono de voz siempre era así o solo buscaba llamar la atención—. Dime por favor, ¿Qué te pasó? ¿Por qué ayer no aparecías? ¿Y por qué cuando apareces lo haces en la enfermería?

—Pansy. Estoy tratando de ser curado… deja tus preguntas para luego, ¿sí?

—No puedo, Draco. He estado muy preocupada por ti.

—Ya… no es nada. Estoy bien ahora, y solo quiero descansar.

Pansy pareció entender con esas palabras que los culpables de que Draco estuviera así eran los otros tres estudiantes que estaban en la habitación y no hizo nada por ocultar sus pensamientos.

—Fuisteis vosotros. Mi pobre Draco esta así por vuestra culpa. Seguro tu —señaló a Ron con descaro—, le hiciste eso —apuntó la ceja que madame Pomfrey intentaba curar— a Draco.

—¡Oye, no me hables así! Para empezar él era el que trataba de arrancarle la lengua a Hermione.

—¿Cómo que…? —Pansy no paraba de pasar de una emoción otra. Confusión, furia, sorpresa… fue entonces cuando un bombillo se encendió en su cabeza y volteó a ver a Hermione con mirada de quimera—. ¿Qué fue lo que pasó exactamente?

Veía a todos a partes iguales, con una mirada inquisitiva y atemorizante. En su interior, Draco seguía queriendo la tortura china.

—Draco… dime —exigió.

—Déjalo Pansy.

—Si… —interrumpió Ron—. Déjalo, Parkinson. Si vuelvo a escuchar esa historia otra vez hoy, creo que me volveré loco.

Agarró la almohada y se tapó la cabeza con ella, como queriéndose apartar de todo eso a su alrededor. Hermione vio en ese momento preciso interrumpir, la migraña aumentando de a poco.

—Parkinson. Creo que te debo… no, te debemos —corrigió mientras veía a Draco significativamente— una explicación. Para empezar, ¿por qué no tomas asiento?

Pansy dudó un segundo en el que Hermione pensó que le gritaría algún insulto del tipo "sangresucia" pero eso no pasó y la chica hizo lo que le pedía. Fue entonces que Hermione tuvo una revelación. Pansy era una chica, y como chica, pensaría las cosas un par de veces antes de lanzarse al ataque. Eso le daba una ventaja.

—Dinos tu primero, ¿qué es lo que sabes hasta ahora? —preguntó.

—Bien —comenzó Pansy—, ayer estaba con Daphne en el comedor antes de comenzar las clases cuando Crabbe se nos acercó diciendo que no tenían idea de donde estaba Draco y que Goyle estaba buscándolo. La verdad no pensé mucho en eso al principio. Digo, no es como si Draco no hubiera desaparecido nunca de la vista de esos imbéciles un rato. Luego entramos en clase y al salir a almorzar nos enteramos que Draco seguía sin aparecer y no había ni rastro de él. Ahí comencé a preocuparme.

»Le pregunté a Blaise si lo había visto pero él dijo que no y además, que acababa de estar en su dormitorio y que el lado de Draco estaba tal cual como lo había dejado en la mañana. Llegó la hora de la cena y aun nadie tenía idea de donde podría estar. Blaise y yo fuimos a hablar con Snape sobre el asunto y cuando llegamos, él y McGonagall estaban discutiendo sobre la extraña desaparición de Hermione Granger. Les comentamos sobre Draco y empezaron a divagar sobre la posibilidad de que estuvierais juntos. Sinceramente, pensé que estaban chiflados pero ahora… no sé qué pensar.

Pansy terminó su relato con un suspiro de frustración. Hermione se dio cuenta de que a pesar que odiaba a Parkinson casi desde siempre era imposible no sentir sienta simpatía por ella. Tal vez se debiera a que estuvo verdaderamente preocupada por Draco y Hermione apreciaba sentimientos así de sinceros aunque no pudo menos que admitir que a pesar de que Pansy ya debía de tener una idea de lo que se estaba cociendo entre Draco y ella, no estaba alterándose o gritando como Ron.

—¿Te molestaría mucho saber que de hecho, Draco y yo sí estábamos juntos?

—Dependiendo del contexto, obviamente.

—¡No planeábamos hacerlo! —se apresuró a aclarar Hermione—. Tuvimos ciertos inconvenientes y terminamos… bueno, formando una especie de equipo.

—¿Equipo? —repitió Pansy.

—Si… no sé cómo explicarlo de una manera sencilla. Hace veinticuatro horas yo odiaba a este hombre —señaló a Draco—. ¡Figúrate! Casi nos mata unas cuantas veces y eso obviando todo lo referente a su insolente actitud.

—¡Oye! ¿Podrías no hablar de mí como si yo no estuviera? —interrumpió Draco.

Hermione negó con un suspiro.

—Terminé odiándolo, realmente. Pero luego pasaron una serie de cosas… —Hermione se detuvo. Comenzó a rememorar todas las cosas buenas que había hecho Draco por ese día y sonrió inconscientemente. Un leve rubor cubrió sus mejillas—. Una serie de cosas que nos cambiaron. A ambos. Creo que el resto puedes averiguarlo por ti misma.

—¿A qué te refieres con el resto?

—Fácil, Parkinson —exclamó Ron al otro lado—. Se estaban succionando las gargantas como si no hubiera un mañana cuando los encontramos.

Pansy tardó un par de segundos en procesar las palabras de Ron. Una media sonrisa comenzó a formarse en sus labios a la vez que abría los ojos desmesuradamente e intercambiaba miradas entre Draco y Hermione. Se llevó ambas manos a su rostro y chilló. Pero no era la clase de chillido que esperarías de alguien molesto. No. Era más bien un chillido de alegría, con ciertos tintes de sorpresa pero básicamente era de pura felicidad.

Draco y Hermione se vieron mutuamente preguntándose que estaba mal con Pansy pero no duraron muchos pues Pansy no tardó en lanzarse sobre Draco y abrazarlo hasta dejarlo sin aire.

—¡Oh, por Dios! ¡Por el santísimo trasero de Merlín! —gritó en el oído de Draco—. ¡Estoy tan feliz por vosotros!

Soltó a Draco solo para pasar a hacer lo mismo con Hermione que cada vez estaba más confundida.

—Eh… Pansy. ¿Segura que escuchaste todo bien? —preguntó Draco frunciendo el ceño como si aquella actitud fuera tan difícil de entender como la teoría de la relatividad.

—¡Por supuesto que sí! —sonrió Pansy—. Y dejadme deciros, que es una de las historias más espectaculares que he escuchado en mi vida. Es que… vosotros os odiabais y ahora… ¡miraos! Parecéis un par de tortolos enamorados.

Pansy parecía a punto de derrumbarse y caer en llanto. ¿Quién diría que detrás de toda esa superficie aparentemente vacía y sin sentimientos se escondía un corazón romántico?

—Disculpadme —se excusó mientras salía de la enfermería—. Creo que no aguantaré mucho más. ¡Sed felices! —se despidió.

Bien… aquello era de las cosas más raras que cualquiera de los cuatros chicos que se encontraban en la enfermería podrían soportar.

—Espero poder olvidar todo esto algún día —dijo Ron y todos rieron en aprobación.

El resto del día pasó de una manera similar. Ginny llegó a la hora del almuerzo preguntando por su hermano y su amiga. Volvieron las preguntas y respuestas de siempre. Al finalizar la historia, Ginny se alegró por ambos pero amenazó a Malfoy diciéndole que si llegaba a lastimar a Hermione ella misma lo dejaría sin hijos. Ron se sintió bastante ultrajado ya que esperaba que su hermana lo apoyara.

—Madura Ron. Es su vida, no la tuya —le dijo Ginny. Ron no volvió a hablar por un buen rato.

Ginny se fue luego de unas horas acompañada por Harry. Madame Pomfrey volvió al rato y luego de curar de nuevo a los chicos les dijo que ya podrían irse, a excepción de Hermione. Madame Pomfrey aun creía que la herida necesitaba reposo. Draco y Ron se marcharon, dejando a Hermione sola, lo que le dio tiempo de descansar un poco.

Despertó a la hora de la cena, la enfermería estaba tan solo alumbrada por la luz de unas lámparas de aceite. Se llevó una agradable sorpresa al ver a Draco a su lado, viéndola con admiración, con los brazos cruzados junto a su almohada y la barbilla apoyada ahí.

—¿Qué? —preguntó con voz somnolienta. Se sentía algo indefensa ante la intensa mirada gris del rubio—. Draco, ¿qué me ves?

—Cuando duermes te vez bonita —contestó Draco con simpleza y un rubor se expandió por el rostro de Hermione—. Y también cuando te sonrojas.

Hermione sonrió en agradecimiento, todavía algo cohibida. Estuvieron un rato en silencio, viéndose a los ojos y hablando con la mirada.

—Creo que debería disculparme —murmuró Draco después de un buen rato—. No creo que haya actuado muy bien esta mañana. Sé que te molestó que discutiera con Weasley.

—Bah… no hay problema —susurró Hermione—. Creo que solo me sentí algo celosa. Pelear con Ron es lo mío.

Ambos rieron y se volvieron a sumir en silencio. Draco acomodó algunos mechones de Hermione detrás de su oreja y le sostuvo sus dedos entre su mano, masajeándolos de vez en cuando. Se sentía tan bien, tan natural. Era como si fueran dos piezas de un rompecabezas que solo podían encajar una con la otra. Era como si estar separados fuera inconcebible. ¿Cómo era que habían pasado toda su vida pensando que no eran compatibles? ¿Cómo podían siquiera pensar que se odiaban?

—¿Sabes? Estuve pensando… —musitó Draco en un tono tan bajo que de no haber sido por el extremo silencio del lugar y la cercanía en la que estaban, Hermione no hubiera escuchado—. Es una jungla allá afuera, ¿sabes?

Hermione arrugó el ceño interrogante.

—Tienes suerte de haberte quedado aquí. Allá afuera hay una escuela completa clamando por saber los detalles sobre lo nuestro. —Hermione frunció el ceño irritada. Eso no era precisamente lo que le gustaría haber escuchado—. Tenemos amigas bocazas, ¿qué podemos hacer?

—No sé porque me cuentas esto —suspiró Hermione—. No son precisamente buenas noticias. Ahora solo sé que hay un infierno tras esas puertas.

—A eso quería llegar —dijo Draco—. Es un infierno, pero vamos a estar juntos, ¿no?

Hermione contuvo un pequeño jadeo.

—Lo que también estaba pensando era en que íbamos a decirle a la gente —agregó Draco viendo expectante a Hermione. Parecía ciertamente preocupado—. Quiero decir, después de lo de ayer… y todo lo de esta mañana… algo habrá que decir, ¿no?

Hermione sonrió. Draco parecía nervioso.

—¿Qué es lo que te preocupa tanto?

Draco suspiró.

—Me preocupa lo que piense la gente, lo que puedan hacerte. Son capaces de… —Hermione calló a Draco poniéndole su dedo índice sobre los labios.

—De verdad, puedes decirme que te preocupa. Y sé que no es lo que piense la gente. El Draco Malfoy que conozco está un poco por encima de eso.

Draco se vio atrapado. ¿Por qué Hermione tenía que ser tan malditamente suspicaz? Tragó en seco. Era ahora o nunca.

—Es difícil de decir —murmuró Draco—. Nunca me había pasado algo como esto. Hermione, sé que no ha pasado mucho tiempo pero sé que te amo. Y maldita sea, es complicado de decir, y sé que sonará de mariquitas pero… tengo miedo de perderte. No sé cómo decirte esto, pero pienso que si sales allá afuera sin mí, te perderé. Y no me vale que andemos juntos. Lo que me preocupa es que si tu no sientes que me tienes… te vayas.

—No te sigo —dijo Hermione incorporándose en la cama para quedar sentada en el borde, con los pies colgando por fuera. Draco se levantó de la silla y se colocó frente a Hermione, tomando ambos manos de la chica.

—Tal vez pienses que voy algo acelerado, y no me molestaría que te tomaras un tiempo para pensarlo, puedo esperar todo el tiempo que sea para que tú te sientas cómoda…

—Draco. —Hermione juntó su frente con la del chico y lo miró directamente a los ojos—. Deja de dar tantos rodeos. Solo dime lo que me vayas a decir sin trabas.

Draco respiró profundamente antes de continuar.

—Hermione, ¿te gustaría ser mi novia?

El corazón de Hermione dejó de latir y todo a su alrededor pareció ir a cámara lenta. Se sentía en un estado de ingravidez en el que solo estaba ella y Draco. Se sentía volar, y por primera vez en su vida no le preocupó la caída. Ni siquiera se le pasaba por la mente caer. No mientras Draco se mantuviera a su lado.

—Sí —dijo volviendo a la realidad—. ¡Por supuesto que sí, tontito! —susurró y dejó que Draco pasará sus brazos por su cintura envolviéndola en un abrazo que dio paso a un beso tierno y cálido. ¿Acaso se podía ser más feliz? Hermione lo dudaba. En ese momento sentía que nada ni nadie podría separarlos.

—Señor Malfoy, el horario de visitas ha terminado. Podrá visitar a la señorita Granger mañana.

Bueno, casi nadie.

—Mañana vendré —dijo Draco separándose de Hermione—. Y espero que algún día podamos besarnos sin que nadie interrumpa —gruñó bajito para que solo Hermione lo escuchara.

Hermione rió de felicidad pura.

—No te preocupes. Tendremos muchas otras oportunidades.

—Tenlo por seguro —respondió Draco, iniciando lo que sería, el resto de sus vidas.


¡Y colorín colorado… este fic se ha terminado!

Apenas ayer terminé las clases y ando con una gripe horrible encima pero mirad: no perdí mi linda costumbre de actualizar un viernes y culminé la historia justo como estaba en mi cabecita. Estoy terriblemente feliz —cansada, enferma, maldiciendo como un marinero cada vez que no puedo respirar por la nariz pero feliz al fin y al cabo—, y es porque nunca me había sentido tan complacida de terminar algo. En un principio escribí por mí, para sacarme esta idea del pozo sin fondo que es mi cerebro y para pasar mis tardes de vacaciones pero pronto me descubrí escribiendo para otros. Descubrir que una de mis locas historias haya llegado tan lejos en cuanto a aceptación solo me inspiró a seguir y a terminar con esto.

Gracias chicas. Por demostrarme que las mejores personas del mundo están en fanfiction y una fracción de ellas me ha tocado a mí como lectoras :')

Ya sabéis, comentad. Decidme si es el final que esperabais, que os gustó, que os dio risa y que os hizo enamorarse (a que fue Draco? *-*)

Espero veros de nuevo pronto en uno de mis nuevos proyectos. ¡Os amo!

p.d. No creáis que me he olvidado del asunto de las galletas misteriosas :) Solo no he encontrado lugar en este epilogo para meterlo por lo que resolví hacer un drabble aparte que espero estar publicando este fin de semana. Ahora sí, me voy!

¡Besos!