Que viva el USxUK :D, siento dejar la historia botada tanto tiempo, es sólo que se me había olvidado de qué iba la trama, ahora la recordé, hasta el final, por unas milagrosas páginas, nos vemos :3

Dos semanas, dos semanas, Arthur Kirkland no había salido mucho, devorando el libro, cada historia, trágica y amenazante, pero con su final feliz, e incluso abierto, dejando misterio en el desenlace feliz que tuvo el protagonista del cuento, se había limpiado el escrito de ese niñito mimado, pero cada vez que miraba su brazo, es como que por arte de magia volviera aparecer.

Tonterías, tonterías de un niño rico, no a todos los conquista con esa sofocante, tierna y linda sonrisa. Se sonrojó un poco ¿dijo tierna? ¡dios lo escuchara, eso sonaba muy homosexual!, de todas formas, no le gustaba tener cuentas pendientes con nadie, así que verlo otra vez y tenderle la mano con algún favor no lo mataría.

–No me matará…–susurró con la vista perdida entre las piedras. ¿Qué mierda hacía allí? ¿tan aburrida era su vida que recurría a esto?

Debería empezar a hacer algo por su vida y ayudarle a su madre, aunque difícilmente conseguirá empleo, a lo más a lo que puede optar es a prostituirse, y la sola idea le da repugnancia, viejos extraños mirándolo con lujuria, ya había pasado antes, pero su madre lo defendió, y poco a poco él aprendió a hacerlo, a defenderse.

Suspiró, no debería estar allí, dio media vuelta resignado, cuando siente una mano apoderarse de la suya.

–¡Artie! –

–¿A-Artie? –bien, ese apodo le había quitado toda la masculinidad que creyó tener.

–¡Has venido a nuestra cita, sabría que lo harías, sólo te tardaste dos semanas más de lo esperado! –

–¿C-Cita? –tartamudeó.

Una florista cercana le tendió una flor al adinerado muchacho –¿Quiere una flor para conquistar a su doncel? –sonrió suavemente la muchacha, haciendo sonrojar al inglés.

–¡Claro, amable señorita, estará invitada a nuestra boda! –

Arthur miraba entre enojado e impactado la escena. –¡Yo no estoy para esto, me largo! –vociferó fuerte mientras daba la vuelta con brusquedad, siendo aferrado por el americano, que lo abrazaba de espaldas con una pasión que hizo que el inglés sintiera un suave cosquilleo en el estomago.

Fuerte y masculinamente trató de liberarse, pero el americano apoyó más su cuerpo contra él acercando la cintura, para luego, susurrarle palabras de amor en el oído y extenderle la flor de hace un rato.

–¡Oh maldito crío, estás demente! –

–¡Demente de amor! –señaló con ternura, capturando más la delgada cintura. –Eres calido Arthur, me encanta tu olor, todo me recuerda a ti…–

–¡Suéltame y deja de hablar raro! –

–¿Te gusta escribir Arthur? no tengo mucho tiempo, mis padres dijeron que debía estar para la comida…–

–¿Qué táctica de mierda es esa para cambiar el tema? –lo miró incrédulo, a ese chico le faltaban ocho neuronas de las nueve que tenía.

El chico le sonrió sutilmente, robándole un beso en la mejilla, el inglés parpadeó perplejo, parecía que era verdad lo que creía, ese sujeto frente a él era homosexual, no sabía qué hacer, si agarrar con melodrama un cigarro y decir "lo nuestro no puede funcionar, baby", o simplemente pegarle en las bolas por intentar ligarlo, era obvio que a Arthur Kirkland no le gustaban los hombres, claro que no, no tenían nada de bonitos, menos niñitos mimados como ese estadounidense.

–Toma…–le extendió un pequeño librito.

–¿Qué es esto? –miró ingenuo y desconfiado el diario.

–Yo también tengo uno, es un mini-diario, se puede escribir muy poco en cada página… el punto es entregársela a tu amada pareja para que algún día, cuando decidan casarse y hacer esas cosas de adultos que estoy seguro que te haré, se intercambien los diarios…–

–Es la cosa más nauseabundamente cursi que he escuchado…¡y entiende, no soy tu puto novio!–mierda, lo grito muy fuerte, todos se le quedaron viendo, más la gente que no entendía como alguien de la nobleza estaba con un harapiento chiquillo.

–¡Please, hazlo, hazlo! –le robó otra beso, esta vez en la frente.

–¡Dammit, bien, lo haré, pero deja de babosearme! –

El americano infló las mejillas. –Se llaman besitos de amor…–

–¿Sabes donde me meto tus besitos de amor? –

–¿Dónde mismo te meteré el "ejem" más adelante? –

Arthur lo miró, no entendiendo al principio, luego la cara se le puso rojo furia y agarró lo primero que encontró de una tienda cercana para golpear al americano que escapaba heroicamente, despidiéndose de Kirkland. Éste se hundía entre la gente que lo miraba, bien, ahora aparte de marginado por pobre todos pensaría que era rarito y se vendía a un rico, perfecto, puto Jones.

Lo odiaba, lo odiaba, miró el diario, hoy, tres de enero, prometía nunca escribir en esa cosa por más aburrido que estuviera.

Seis de febrero:
No sé qué mierda hago escribiendo en esto, sin amor, Arthur.

Ocho de marzo:
Alfred se me tiró encima cuando me vio en el centro, siempre me espera, maldito sea, casi me hace sentir mal dejarlo allí botado, y esa cara, dios, esa cara de victima que tiene, la odio, la odio, sin amor, Arthur.

Doce de marzo:
Me llevo -obligo- a ver las estrellas con él, al principio me negué, pero realmente se veían hermosas, y cuando puso su mano sobre la mía me sentí… me sentí… ¡a la mierda, cada vez que escribo en esto me siento más desviado! con cero amor, Arthur.

Veinticinco de marzo:
No sé qué hago, algo, alguien, ilumíneme, lo terminaré matando, me saca de quicio, y no es como si no tuviera nada más que escribir que no se trate de él sólo que…¡estúpido crío mimado! con cero amor, Arthur.

Cinco de abril:
Lo mataré… ¡lo mataré, lo mataré! ¡lo descuartizaré, sí, lo haré mientras duerma! él me… beso…sí, esa cosa que se hace en los labios… y esas cosas raras, y me tocó y… ¡no, realmente lo mato, lo mato!...entonces…entonces… ¿por qué aún sigue vivo? ¿por qué aún no lo mato? ¿por qué pienso en él? con mucha confusión, Arthur.

Veinte de abril:
Shit, me pidió matrimonio, está verdaderamente loco, y quizás yo también lo esté por seguir juntándome con él. Arthur.

Quince de mayo:
¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡lo matoooo! ¿quién es esa puta? ¿QUIÉN ES ESA PUTA?, con odio, Arthur.

Veinte de mayo:
Era su hermana, shit, no estaba celoso, claro que no ¡que no maldito diario!, sin celos, Arthur.

Tres de junio:
Lo…lo quiero. Aún con ganas de matarlo, Arthur.

Quince de junio:
Lo quiero un poco más que ayer. Ojalá esta cosa se queme y nadie la encuentre, con instintos pirómanos, Arthur.

Cuatro de Julio:
Es su cumpleaños, le d-eje que me…hemm…esto…yo, agh, olvídalo estúpido diario ¡no es pervertido, no pienses mal maldito papel! sigo virgen, Arthur.

Tres de agosto:
I'm…happy… maldito Alfred. Arthur.

Era un día más en que salía de la casa aparentando desinterés entre la bulliciosa gente, en la tienda de libros que se convirtió en su favorita, ya tenía más de cinco libros que le había comprado él, aunque se negara, no había forma de hacer entrar en razón al norteamericano, no había forma de que fuera menos como es, impulsivo, alegre, un tanto macabro y rudo cuando quiere, pero que se opaca con su miedo a los fantasmas.

Todo lo que hacía ser a Alfred único e irrepetible confundía a Kirkland.

Le hacía pensar que aquello era perfecto, que quizás, no todos los peces gordos eran malos tipos, que existían personas como Jones que querían marcar una diferencia, le hizo creer que todo sería perfecto, aún lo creía, hasta la charla que tuvieron esa tarde, después de que el menor entrelazó los labios, manos y cadera con el inglés.

Se lo hizo creer hasta ese momento.

–Y… ¿qué opinas Arthur? –hundió un beso más, que el muchacho inglés no respondió, sólo giró la cabeza y obligó a salir una escandalosa risa, falsa.

–¿T-Te vas? ¡pues ya era hora, me tenías aburridísimo! –

El menor le miró, obligó a que Kirkland lo miraba, éste apretaba los labios y miraba a cualquier lado, no deteniéndose en esos azulados ojos, sentía que si los miraba una vez más se volvería débil, que todo lo que luchó por no dejarlo entrar en su vida había fallado, en realidad, desde el principio falló, no quería un adiós ¿pero quién era él para pedirle que se quedara?

–Volveré Arthur… tenlo por seguro, recuerda que tú y yo siempre estaremos juntos–

–Tonterías de cuentos Alfred…–

–¡No, no son tonterías! –lo presionó contra el pasto, tomando sus manos, subiéndolas hasta arriba dejándolo en una posición incomoda, lamiéndole el cuello mientras el inglés se quejaba gruñendo con fiereza. –¡Dilo Arthur, no son tonterías, es sólo un mes! ¡si te enamoras de alguien más yo…!–

Y los ojos del inglés se tornaron un tanto más distantes, un tanto más fríos, pero inclinó su cabeza hacia arriba, depositándole un beso en los labios a ese impulsivo chico.–Te creo Alfred, yo te estaré esperando aquí… recuerda que no puedo ir a ninguna parte…–

–Mañana me voy, a las cinco… en la salida del pueblo…–

–No te iré a despedir con un pañuelo llorando afeminadamente, idiota…–

–Irás, lo sé…–

–Shut up…–

Sí, lo recordaba.

Lo recordaba, recordaba el amor que le tuvo a ese chico.

El capitán Kirkland yacía en el suelo, refregándose la cabeza con fuerza ¿qué eran esos malditos recuerdos? ¿por qué ahora? ¿por qué si los olvidó? ¿por qué los olvidó? estaba seguro que Alfred lo traicionó, que le hizo creer en algo que destruyó por completo, pero no recuerda más, sólo el día en que estaban despidiéndose.

Miró a los ojos a Jones, quien lo levantaba del suelo y salía a la cubierta, hubo una risa casi histérica afuera, mientras la ventisca resonaba contra la madera del barco, varios grumetes salieron a ver, era una muchacha elegante sonriendo, agitaba la mano, llamaba a Alfred, los ojos del inglés se abrieron de par en par mientras miraba a la chica, ella… ellos. Sí, ahora todo tiene sentido, ahora lo recuerda todo. Era un barco de la marina.

Alfred sujetó con fuerza el cuerpo que se removía en escalofríos en su pecho, no importa si recordaba o no sabía de que hablaba, lo único que importaba es que lo amaba y lo protegería hasta el fin, a su querido Arthur Kirkland.

N.A: Mucho tiempo sin actualizar esto, años, añoooos, ya, mucho melodrama, lo que importa es que la historia sigue, sí, habrá lemon, pero falta saber que fue lo que pasó en totalidad. En fin, nos vemos pronto, un fic más y llego a los doscientos, y pensar que este fue mi quinto fic je xD