Nota: ¡Hola! Estoy enferma, en cama con un dolor de pecho y una tos horrible, y no he tenido nada mejor que escribir esto, la inspiración y sus raras formas de llegar... Es una viñeta o drabble, no sé.
Espero que les guste.
Disclaimer: Todos los personajes son propiedad de J.K. Rowling, al igual que el espacio físico. Yo solo me adjudico la trama.
La sala común de Gryffindor no disfrutaba de esta tranquilidad desde hace muchísimo tiempo. El fuego chisporroteaba en la chimenea y los personajes de los cuadros conversaban tranquilamente entre sí, dentro de sus propios retratos. Los alumnos conversaban creando un bullicio totalmente soportable e incluso agradable.
Ginny, apoyando la espalda contra uno de los sillones, hojeaba con una sonrisa la última edición de Corazón de bruja, mientras que Hermione leía un libro que había sacado de la biblioteca en su butaca preferida, la que está frente a la chimenea, con el ceño fruncido. No podía concentrarse en el dichoso libro y debía hacerlo. El profesor Flitwick lo había recomendado en las últimas clases para que a sus alumnos se les hiciera más fácil comprender los encantamientos que estaban aprendiendo últimamente. Hermione se rió esa tarde en la biblioteca cuando se dio cuenta que nadie había solicitado ningún ejemplar de ese libro desde el año anterior.¿Acaso soy la única que desea aprender?
Pero ahí estaba, con el valioso libro entre sus manos, sabiendo que si lo aprendía sería la primera en realizar los encantamientos requeridos en la clase y con todos sus sentidos absolutamente concentrados en el par de pies sin zapatos que presionaban su muslo derecho. Ron estaba recostado, ocupando el espacio de dos, incluso hasta tres personas en la butaca, teniéndola arrinconada pegada contra el reposabrazos, mientras leía una revista de Quidditch. Sus pies, enfundados en calcetines blancos, reposaban contra el muslo de Hermione tranquilamente. Y ella estaba absolutamente enojada de que ese inocente y trivial contacto con uno de sus mejores amigos le tuviera los pelos de punta.
—Ronald, estás abarcando todo el sofá tú solo— Al fin había podido decirle eso que tanto quería. Lo miró ceñuda mientras él quitaba la revista de encima de su cara y le entregaba una mirada confundida.
—Nadie más quiere sentarse aquí, Hermione— Ron parecía confundido y a la vez molesto de tener que interrumpir su lectura.
—Es porque nadie puede siquiera pensarlo, si estás ocupando todo el sillón— Hermione sintió dos pares de ojos mirándola fijamente. Los de Ron, confundidos, y el nuevo par de ojos correspondía a los de Ginny. Parecidos a los de su hermano, pero indudablemente menos atractivos y mucho más risueños en aquel momento.
—Nadie querría sentarse con nosotros de todos modos, estuviera o no estuviera ocupando todo el sofá— Ron habló un poco más fuerte, con una cuota más de exasperación en su voz.
— ¿Qué te hace creer eso? — le espetó Hermione
—Hermione, ¡por Merlín! No tengo ganas de discutir ahora
—Entonces, siéntate como corresponde y no discutiremos más— Hermione apretaba fuertemente su libro, miró hacia los pies de Ron que aún chocaban contra su cuerpo.
— ¿Te molestan mis pies? — preguntó Ron cuando siguió la mirada de la chica. Una pequeña sonrisa se asomó en sus labios.
—Bueno, la verdad es que no es lo más agradable— dijo Hermione sonando estricta —sobre todo cuando sé que has caminado por toda la sala común sin zapatos.
—Es que no hace frío
— ¿Frío? ¿qué importa el frió? — Hermione parecía confundida y a la vez frustrada. Ron siempre salía con cada cosa...
—Que no me da frío caminar descalzo— Ron contestó como si la respuesta fuera obvia y ella estaba ciega al no verla. Una carcajada proveniente del sillón contiguo los hizo desviar la mirada a ambos hacia dónde provenía aquel sonido. Ginny volvió a concentrarse en su revista apenas sintió la mirada de su amiga y su hermano perforándola.
—Ronald por favor, siéntate como corresponde y no me distraes más. Así podrás seguir leyendo tu…revista — dijo con tono despectivo la última palabra
—O sea que ¿mis pies te están distrayendo? — Ron preguntó con un tono jactancioso en su voz, como si estuviera orgulloso de ponerla nerviosa. Hermione esquivó su mirada mientras aparecía un leve rubor en sus mejillas. Y ese tenue rubor hizo que Ron sintiera sin querer sus orejas arder también, pero lo disimuló mucho mejor que Hermione.
—Por favor, Ron— al cabo de un minuto o dos, Hermione pronunció esas palabras con un poco de... ¿súplica? Quizás. Y Ron sin rechistar bajó los pies de la butaca y se sentó derecho, mirando de frente a la chimenea.
Ginny se puso de pie, y antes de desaparecer de la de vista de ambos tarareando, soltó su ejemplar de Corazón de bruja en la mesita en frente de ellos, abierta en una página en la que con grandes y coloridas letras había un test de la sección Magia adolescente, que rezaba "¿Discutes con él hasta por el color de los calderos? ¿Te enervan sus respuestas, y todo lo que tenga que ver con su comportamiento? Responde el siguiente test y averigua si amas o detestas a ese brujo que te hace perder la cabeza." Ambos leyeron sin siquiera ponerse de pie o mover algo más que sus ojos de la butaca, y Ron vio por el rabillo del ojo que Hermione estaba tan roja como el color de todos los decorados de la sala común.
Sintió su cara arder sin saber porqué, se puso de pie y salió en busca de su hermanita, que al parecer no tenía nada mejor que hacer que ocasionarle problemas.
Su review es mi sueldo (?).