Desde que Comencé a Amarte

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Desclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen, son obra y creación única de Masashi Kishimoto. La historia es una adaptación del Fanfic del mismo nombre escrito por Eymi.

-diálogos-

"pensamientos"

¡Este capítulo se lo dedico a todos ustedes mis maravillosos amigos-lectores que me han acompañado a lo largo de todos estos años en el desarrollo de esta historia que ya ha llegado a su fin!


Capítulo 14

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A veces los finales…


Era tarde y las cosas ya habían quedado sepultadas en las enormes cajas de cartón para la mudanza. Respiró hondo y se sentó sobre el suelo en el espacio vacío que antiguamente había sido la sala de su departamento.

Ahora solo faltaban los trámites del instituto.

Suspiró.

Aún sentía una incomodidad en el estomago, como si lo que estuviese haciendo fuese completamente incorrecto, como si empaquetar sus cosas e irse fuera algo malo.

Pensó en Hinata. No la había visto desde la fiesta y si mañana no la encontraba, probablemente no podría despedirse de ella.

Dejó caer su cuerpo contra el suelo porque estaba cansado.

Quizás era lo mejor, dejarla tranquila de una vez, porque desprenderse de ella lentamente sería aún más doloroso, ver sus ojos perla sabiendo que sería por última vez, y sentir su mejilla suave contra su rostro sabiendo que no la volvería a tocar. Definitivamente aquello era mucho más punzante.

Había empacado todo lo que tenía menos el amor que sentía por Hinata, se había olvidado de guardar sus celos y su egoísmo.

Se levantó de donde estaba en dirección al baño, tomaría una ducha y luego dormiría en el colchón de su habitación.

Debía dejar de pensar, para así no volver.


La puerta resonaba desde hace varios minutos como si alguien quisiera tirarla abajo.

Estaba seguro de que no era Hinata, pero podía ser el maldito de Sasuke que había sospechado todas sus intenciones y, que hasta hoy, recordaba que era su mejor amigo.

Miró el reloj.

Aún no eran las seis de la mañana del lunes y frotándose los ojos abrió la puerta perezosamente.

Pero lo que vio en el umbral no era para nada lo que esperaba.

Inmediatamente como si fuera un acto reflejo el ceño se le frunció.

-¿qué haces aquí?- le reclamó -dime, ¿qué es lo que quieres?-

Frente a él, Haruno Sakura lo miraba con sus ojos jades.

-Naruto yo necesitaba hablar contigo…-

-¿y has venido dos días después, en la madrugada, sólo para hablarme?- le cuestionó enojado, con voz grotesca, nada amable

Pero ella hizo como si aquello no le importará y en vez de eso movió su cabeza lo suficiente para poder ver dentro del departamento.

Hizo una mueca de disgusto al darse cuenta de lo que ella había estado viendo.

-¿por qué está todo en cajas Naruto?-

No dijo nada, para que decir algo si ella era lo suficientemente astuta como para entender toda esa mierda.

-¡oh por Dios! ¡no me digas…!-

Si quería que se fuese rápido tenía que hacer lo que ella quería, como siempre.

-arreglé el entuerto que había hecho por tu culpa, me mudaré con mi padrino a otro lugar, lejos de aquí-

-no, no puedes- le reclamó ella, como si tuviese derecho, como si en verdad le importase –tú tienes una vida aquí, yo lo siento, de verdad lo siento… nunca pensé que se sentiría tan mal ser descubierta y…-

Había comenzado a llorar, pero ya no le perturbaban en lo más mínimo.

-¿que tú te sentiste mal?- dijo con sarcasmo -no todo se trata sobre ti, mucho menos mi viaje-

Los ojos de Sakura lo vieron como si no lo comprendieran.

-todo esto no es por ti-

-¿qué no? ¿Entonces por quién es Naruto?- le gritó interrogante -no me mientas yo sé que te he hecho daño y…-

-sí, lo has hecho- le respondió lacónico -pero ya no eres tan importante Sakura, hace tiempo dejaste de serlo-

Ella lo miró horrorizada.

-es por Hyuga Hinata, ¿cierto?- le dijo cuando su cara se compuso y había dejado de llorar

-sí, es ella-

La pelirosa lo miró con indignación reprobatoria, pero el ya no tenía por qué ocultarlo, después de todo saldría pronto de ahí.

-¿entonces por qué te vas?-

-porque ella merece algo mejor que yo-

-Inuzuka, él la ama-

¿Qué acaso esa condenada bruja iba a adivinar todo lo que le pasaba?

-también yo- le respondió molesto

No era su intención competir pero escucharlo de la boca de ella de forma tan natural, alteraba sus nervios.

-ahora lo entiendo…-

Después de un minuto de silencio ella volvió a hablar. Aún no la dejaba entrar en su casa.

-yo nunca sentí nada por ti en todos estos años, Naruto- dijo pausadamente -ni si quiera me importabas-

-sí, eso fue lo que escuché- le dijo insidioso, no quería estar en buenos términos con ella

-pero… realmente has sido un buen amigo-

La miró atentamente con sus azulinos ojos.

Ella realmente no era tan inteligente como él pensaba, si creía que no cuestionaría lo que estaba diciendo.

-lo que quiero decir es, que creo que no quiero que las cosas terminen de este modo-

Había vuelto a llorar.

-yo… pese a todo esto creo que… nada de lo que hice tenía sentido…-

-Sakura, nada de lo que digas ahora servirá- le dijo con tono cansado -no me siento conmovido ni por tus lágrimas, ni por tus palabras y no puedo olvidar que le hiciste daño a Hinata-

-pero Naruto…-

-estoy cansado de esto, de ti y de esta situación, así que sólo vete-

-no, necesito que entiendas-

-no necesito nada, eres perversa y probablemente tus lágrimas ahora mismo son mentira- le dijo ya exasperado –de alguna forma sabía eras así, sólo que jamás pensé que lo usarías contra mí-

Demonios, estaba diciéndole la verdad y él no quería seguir hablando más con ella.

-adiós Sakura-

-¡No, Naruto yo…!-

Muy tarde, él había cerrado la puerta en su cara y seguramente ella no se esperaba que fuera a suceder.

La escuchó llamando su nombre y golpeando repetidas veces la puerta mientras él apoyaba su espalda sobre la superficie, sintiendo la vibración de los golpes.

Pero él no quería verle la cara.

Vaya forma de empezar el día, por primera vez en su vida, fue capaz de negarle algo a Sakura sin sentirse un completo idiota.

Horas después de que se hizo el silencio, tomando una buena bocanada de aire, Naruto salió de su departamento trastabillando sus pies.

Era tiempo de ir a la preparatoria, y el ánimo se le había bajado por debajo del piso.


Horas más tarde

De alguna manera llegó. No había nadie en los pasillos y el salón seguramente ya había notado su ausencia.

Caminó lo suficiente para llegar a la oficina del director, entregó sus papeles para la tramitación de la cancelación de su matrícula en ese lugar y pidió sus antiguos certificados de notas.

Mientras caminaba fuera del establecimiento se encontró con el club de teatro.

Había sido por eso, Hyuga Hinata había llegado a su vida por el maldito club de teatro.

Con la punta de sus dedos rozó la puerta del lugar, pero luego de unos segundos se alejó rápidamente.

Otra vez, estaba siendo demasiado sentimental.

Y al correr con velocidad sólo podía pensar en que irse era lo mejor, para él, para ella y para los dos.


Diez de la mañana, en la preparatoria

La ventana cerca de ella estaba abierta lo que permitía que una suave brisa se colara entre las cortinas y refrescara su rostro.

Pese a ser aún de mañana el calor se estaba sintiendo copiosamente en ese lugar.

Frente a ella, el profesor estaba hablando de alguna guerra más mientras entre sus dedos jugueteaba con un cigarrillo sin encender.

Podía ver perfectamente el cabello rojo de Kurumi moverse débilmente por la brisa, a Shino sumamente ocupado jugando con una pequeña hormiga en su diagonal y escuchar el trastabillar del lápiz de Kiba tras ella.

Lo que no había visto y le preocupaba encarecidamente, era el rebelde cabello rubio de Naruto.

Después de ese fatídico día, donde la ambición de Sakura había salido a la luz y Naruto había sido expuesto y humillado, no lo había visto más.

No lo había visto porque él no se había presentado y porque ella no había tenido el valor como para visitarlo a su departamento, aunque lo había deseado fervientemente.

El día siguiente de la fiesta había decidido hablar con sus amigos, aún estaba muy enfadada con ellos, pero eran la única familia que tenía y estaban arrepentidos. Hinata sólo supo disculparlos de la mejor forma que pudo en esos momentos.

Ahora bien, había otro problema, porque ese día Naruto se había esfumado como el aire en su cabello, de un momento a otro.

-señorita Hyuga-

Levantó la vista.

Más de la mitad del salón la estaba mirando y el profesor Asuma había llegado hasta su puesto con una pila de papeles.

-si la clase no es de su agrado, será mejor que haga algo productivo-

Sus ojos perla lo miraron confundidos.

Asuma le dejó una pila de papeles en su puesto.

-son las autorizaciones de los padres de sus compañeros para el viaje a Osaka, será mejor que los lleve con el Rector Ebisu para el trámite de los pasajes-

Ella agachó la cabeza avergonzada, por haber sido reprimida en medio de la clase, y asintiendo salió con los papeles fuera del salón mientras sus pensamientos se desbordaban libremente.

A lo lejos pudo escuchar la voz del profesor que reanudaba con la lección.

Los pasillos estaban vacíos.

¿Qué pasaría con Naruto? ¿A qué se debería su ausencia?

Cerró sus ojos, extrañando su olor a canela.

Necesitaba hablar con él, después de ese día no pudo decir nada de lo que quería, no pudo decirle que ella quería darle una oportunidad.

Bajó la cabeza, no obstante quizás él necesitaba un buen tiempo para procesar todo el asunto de Sakura.

Aunque sonase un poco estúpido, debía admitir que se encontraba angustiada.

Algo en su pecho le decía que la ausencia de Naruto no era casualidad, pensaba que era posible que la herida de Sakura hubiese hecho cambiar sus sentimientos.

Pero no había tenido el coraje de buscarlo y preguntarle.

¿Qué pasaría si ella llegaba y le decía que lo quería, que quería intentar estar con él, confiar en él, creer en todo eso que le decía?

Tal vez ahora no le permitiría entrar más y después del impacto, cerraría las puertas de todo lo que pudiese hacerle daño.

Llegó al salón tropezando con sus pies.

Lo primero que vio al ingresar fue los cabellos achocolatados de Kiba. Él levantó la vista con sus ojos negros y le sonrió, ella hizo lo mismo.

Faltaban cuatro horas para salir de clases y no podía fijar su atención correctamente.

Ella había comprendido, que por más que intentase amar a Kiba, en este momento era imposible. No porque no pudiese hacerlo, o porque la amistad entre ellos hubiese levantado una barrera hacia un camino como ese. No, nada de eso.

La verdad era que todo su cuerpo y mente estaban irremediablemente enamorados de Uzumaki Naruto, y por más que lo intentara ella no podría ver a Kiba con el corazón repleto de otra persona.

Y él lo había entendido, él siempre lo entendía todo.

La campana anunció el término de las clases.

Kurumi tenía práctica de atletismo esa tarde y después saldría con Uchiha Sasuke, Shino debía atender un asunto con su padre y Kiba debía ordenar unos problemas con sus notas, y como le había pedido no esperarlo, ella tendría que volver sola a casa.

Se colgó el bolso al hombro y miró el asiento vacío de Naruto.

¿Por qué no había llegado en todos esos días a clase?

¿Era tan sólo por la pelirosa?

Sintió una puntada en el pecho.

Algo estaba pasando, no sabía porque, pero estaba segura.

Y corriendo como si no tuviese tiempo salió del edificio.

Iría a verlo, tenía que decirle que su corazón ya no quería dudar más, que quería quererlo, pese a todo lo que había pasado, quería hacerse responsable de los sentimientos que nacían en su pecho cuando veía sus ojos, cuando escuchaba su voz y veía su espalda.

Treinta minutos después llegó, agotada, sin un resquicio de aire y con un dolor agudo en las piernas y su pecho por el increíble esfuerzo que había hecho, además de unos cuántos raspones en sus rodillas cuando se había caído contra el asfalto un par de veces.

Con temor pasó por las puertas de vidrio, y tomó el ascensor hacia el piso nueve, como muchas otras veces en el pasado.

Respiró hondo y se plantó frente a la puerta, las dudas no la dejaban levantar la mano hasta el timbre pero su corazón latía frenéticamente, como si se le quisiese salir del pecho, como si le estuviese pidiendo con todas sus fuerzas que su dedo presionará el botón. Y ella sólo le obedeció.

El timbre sonó una vez, pero nadie abrió.

La segunda vez, escuchó pasos dentro de la casa.

Y unos segundos después del tercer llamado, la puerta se abrió.

Allí estaba, con el cabello rubio desordenado, los hermosos ojos azules, las tres líneas en su rostro, su piel bronceada con el olor de la canela y la ropa desprolija. Allí estaba Naruto.

Sintió como si su estómago se revolviera y su corazón se le escapara por la garganta.

-Hinata…-

Estúpidamente cuando lo escuchó decir su nombre, con esa voz medio ronca, tuvo deseos de llorar. Habían pasado demasiados días y ya no recordaba lo infinitamente bello que sonaba su nombre en sus labios.

Ella no pudo decir nada, de alguna forma su cuerpo se había petrificado frente a esos ojos azules.

-¿qué… qué haces aquí…?-

Nuevamente era él quien hablaba, y lastimeramente de su boca no podía salía ninguna palabra.

Intentó serenarse y obedecer a sus pensamientos, sino lo hacía entonces todo su esfuerzo por venir habría sido en vano.

-yo… vine a v-verte, no has ido a c-clases y… pensé q-que algo te había p-pasado-

Los hermosos ojos zafiro se abrieron de improviso, su rostro se mostraba atónito.

-a-además… ese día te fuiste s-sin que pudiéramos hablar-

Había sido valiente, muy valiente como para que las palabras pudiesen ser tan directas.

Él hizo una mueca extraña, irreconocible en esos momentos para ella.

-pasa, no hay muebles pero si no te molesta sentarte en el suelo, supongo podemos hablar-

Cuando él se movió, sus sospechas de la mañana fueron confirmadas.

De un segundo a otro todo se detuvo al ver las cajas en el piso, las paredes desnudas y el ventanal iluminando el enorme vacío dónde antes se formaban sombras.

Todo aquello le hizo comprender que él se iría, se iría porque el amor que había sentido por ella no era más grande que las heridas que le había dejado Sakura, nuevamente la pelirosa había ganado.

-¿q-qué es esto?-

No pudo evitar que su voz sonase acusadora, como tampoco podía evitar el agua que quería emerger de sus ojos.

Como si su pregunta hubiese bloqueado el camino de Naruto, él se detuvo sin darle la cara.

Por un instante pensó que no iba a hablar, pensó que se iba a quedar ahí para siempre, de pie en medio de esa habitación de espaldas a ella. Pero él habló y su voz produjo un eco en el ambiente.

-yo… me voy a mudar la semana que viene, me iré con mi padrino a otro país- dijo haciendo una pausa -había pensado tener todo listo hoy pero unos papeles se han retrasado y… yo no quiero estar acá…-

Demonios.

Sentía que no aguantaría mucho en pie, ni pudo contener más las lágrimas de sus ojos.

Naruto se iría, no había sido un error de su cabeza. No supo que decir, si hablaba su voz sonaría extraña, si hablaba quizás no dejaría de llorar.

-Hinata…- la llamó él con una voz indescifrable, como preguntándole respecto a su estado

Al menos eso es lo que creyó intuir.

La pelinegra sólo intentó sonreír, él pareció defraudado cuando al girarse la vio, pero ella no estaba del todo segura porque no podía verlo entre sus ojos acuosos y ese nudo en el pecho.

Sonreír ya significaba demasiado esfuerzo.

-yo no… quería que te enteraras…- dijo apartando sus ojos de ella

Naruto se iba a ir sin decirle nada.

Agachó la cabeza, las lágrimas resbalando un poco por la piel antes de caer en picada a sus zapatos.

Nuevamente le había mentido, en la fiesta, él había vuelto a mentir, no la quería más que a Sakura. No la quería más que a nada, porque si fuese así, él jamás se hubiese alejado de ella, por el recuerdo ceniciento de su amiga de la infancia.

-tú… ahora estás con Kiba, ¿cierto?- le preguntó pero sonó más como una afirmación

Sintió como si se congelara.

Él pensaba, Naruto pensaba que ella estaba con Kiba y aun así parecía no importarle en absoluto.

No respondería, no le diría que lo quería, sólo permanecería callada siguiéndole el juego y después saldría de ahí, antes de que su pecho explotara de dolor.

Asintió con la cabeza. Seguía sin mirarlo, no podía dejar que él viera sus ojos llorosos.

Lo escuchó suspirar.

-no quería que esto fuera un problema para ustedes, él… es un buen chico-

Sintió como comenzaba a respirar dificultosamente, y si no salía pronto de ahí moriría de angustia, porque él la estaba haciendo pedazos sin quererlo, la estaba destruyendo centímetro a centímetro.

-me iré él lunes- dijo y sintió como se movía hasta ella y decidió levantar su rostro al fin

Gracias al cielo, sus lágrimas no habían dejado rastro en su piel, permitiendo que no luciera tan fragmentada frente a él.

Sintió los dedos de Naruto en su mejilla y cerró los ojos por inercia. Las manos del rubio eran cálidas, abrasadoramente cálidas.

Pensó que eso era cruel, pensó que el hecho de que Naruto le transmitiese esa calidez era tormentoso, una aberración porque la hería, el sentimiento que le generaban esas manos le dolía demasiado.

Él se inclinó despacio y depositó un beso en su mejilla.

Era un beso suave, el último beso que tendría de él.

Antes de que se diera cuenta los brazos de él habían rodeado su cuerpo y los labios que antes besaban su mejilla ahora se escondían en su cabello.

Inconscientemente procuró guardarlo todo en sus recuerdos, su olor a canela, la tibieza que le daba entre sus brazos.

-espero que seas feliz Hinata...- susurró y ella sólo asintió sin atreverse a mirarlo

Si lo miraba, si veía su rostro, las heridas se esparcirían por su cuerpo como si fuesen reales y lloraría como si alguien la hubiese apuñalado.

Salió de ahí concentrándose en cada paso que daba, él dijo algo, pero no lo escuchó. Ya no podía escucharlo, aun cuando deseaba hacerlo con toda su alma.

Se derrumbó dos esquinas más allá y las lágrimas salieron de sus ojos como un río infinito, corriendo por su piel.

Sentía que el mundo quería asfixiarla, sofocarla. El dolor de su partida abarcaba todo su cuerpo, incluso sus dedos pero sobre todo su mejilla, donde la había besado por última vez.


¿Qué demonios estaba pasando?

Primero el imbécil de Naruto, y ahora era Hinata quien estaba faltando a clases.

-¿le preguntaste a Uchiha?-

La pelirroja le devolvió una mirada sincera.

-no sabe nada, Naruto no le ha abierto la puerta, ni mucho menos contestando el teléfono-

-es extraño que ella no venga hoy…-

-es sólo un día Kiba, tal vez no es nada grave- dijo Shino interviniendo en la conversación -la iremos a ver después de clase-

Asintió con la cabeza mientras entraba de nuevo al salón.

Estaba seguro que pasaba algo, no podía ser que su corazón le mintiera tan descaradamente respecto a Hinata.

Ahora no dudaría, la primera vez su presentimiento había tenido razón pero él no le había hecho caso, y Hinata había terminado destrozada, jamás volvería a hacer la vista gorda respecto a ese tipo de presentimientos.

Tres horas después sus amigos no pudieron acompañarle y le habían dejado la tarea de averiguar que es lo que había pasado.

En la casa nadie le contestaba, pero sabía perfectamente que ella estaba ahí.

-¡Hina, abre la puerta!-

Silencio.

Inhalando un poco de aire decidió hacer lo mismo que había hecho tantas otras veces. Fue hasta su casa, abrió la ventana de su habitación y trepando del gran árbol en su patio, acercó a la ventana de Hinata y le dio unos suaves golpes.

Tenía miedo de que ella estuviese sufriendo sola nuevamente.

-Hinata, por favor…-

Escuchó los pasos al interior.

Ella no lo dejaría solo allá afuera, colgando de un árbol lo sabía.

Cuando la vio abrir la ventana no encontró nada diferente, excepto quizás unos ojos rojos e hinchados pero lucía hermosa, con unos jeans negros y un blusón ancho hasta el muslo. Su cabello recién peinado y un poco de brillo labial en la boca.

-¿q-qué haces Kiba?- le preguntó ella tartamudeando y haciéndose a un lado para que pudiera entrar

-¿qué estabas haciendo , que no me abrías?-

-e-estaba ordenando la pieza d-de Hiashi…-

Hiashi era el padre de Hinata.

La pelinegra jamás había vuelto a tocar sus cosas después de que este se fuera y la dejara.

-¿estás… bien? ¿Quieres… quieres que te ayude?- le preguntó un poco preocupado

Ella lo miró con sus hermosos ojos perlados, sonriéndole.

-e-está bien Kiba, ya no duele… y queda mucho por hacer así puedes ayudarme…-

-¿es por esto que no has ido a clases?-

Esta vez ella sólo asintió. No dijo nada, ni siquiera lo miró. Ambos estaban parados en medio de la habitación.

Sintió como su pecho volvía a dolerle, Hinata no decía nada pero le estaba comunicando todo en silencios, él sabía que algo no estaba bien.

La tomó desde su mano, de forma delicada pero firme.

-dime, que es lo que sucede… por favor-

-no p-pasa nada Kiba, n-no te preocupes- le respondió sin mirarlo, pero él no le creía, no le creería nunca más

No porque fuese una mentirosa, sino porque nunca pedía ayuda, era etérea como el humo y las cosas pasaban por ella, atravesándola, destruyéndola, sin que hiciese sonido alguno.

-Hinata… por favor-

-yo no…-

Pero entonces sintió como su brazo comenzaba a temblar.

Entonces avanzó los pasos necesarios para abrazarla y en el mismo instante en que la aferró contra su cuerpo, ella se derrumbó.

-ya, ya, estoy aquí, tranquila-

Ella lloraba, Hinata siempre lloraba.

Intentó pedirle que le dijese algo, pero ella seguía llorando desgarradoramente, como si algo la hubiese herido.

-¿qué sucede? Por favor, dímelo-

Negó con la cabeza entre sus brazos.

-no me importa si es por Naruto, yo entiendo, tranquila…-

Pero el llanto se hizo más fuerte y controlarlo resultó imposible.

-lo siento K-Kiba… yo no debí… no d-debí haberme enamorado d-de Naruto-kun…-

Mientras lo decía entre sollozos, pensaba que estaba completamente de acuerdo con ella. Ella jamás debió haberse enamorado de Li, debió haberse quedado con él, ahí, en esa casa.

-Naruto-kun se va… se irá a otro país y… y no v-volverá-

Llanto, más y más llanto.

Ahora entendía, Hinata estaba destrozada por culpa de Uzumaki Naruto otra vez.

Suspiró y la rodeo con sus brazos.

No la dejaría sola, ni por un segundo, nunca más. Ahí donde estaba ella, él estaría para sostenerla.

-tranquila, estoy aquí… puedes llorar-

Fue lo único que dijo ese día. Ella tampoco había dicho nada más.

La recostó en su cama y Hinata lo abrazó todo el tiempo como si estuviese a punto de caer en un abismo y él fuera lo único que impidiera la caída.

El abandono y la soledad, eran temas muy complicados de sobrellevar para ella. Seguramente instancias como estás gatillaban, una seguidilla de recuerdos dolorosos de la partida de su padre, de los motivos por los que lo había hecho.

Querer a alguien y perderlo, como había sido con su padre y como le pasaba ahora con Naruto.

¿Qué demonios estaría pensando ese imbécil ahora?

Naruto amaba a Hinata, él lo sabía, lo había descubierto el día de la fiesta. La amaba tanto como él pero ahora la dejaba ahí, justo cuando ella se había decidido.

Acarició su cabello y luego se recostó junto a ella.

Respiró el olor de champú y la estrujo entre sus brazos.

Hinata probablemente había querido remover sus recuerdos de soledad y abandono, limpiando el cuarto de Hiashi, borrando sus recuerdos guardados. Pero no había podido, era demasiado frágil, demasiado pequeña.

Ella nunca se había vuelto grande, ni aún ahora lo era, su autoestima era baja pese a ser tan hermosa, hablaba bastante poco y sentía temor de la vida, de sus decisiones y de los demás. Por lo mismo quizás la amaba tan desesperadamente, como si no hubiese más opciones, como si ese amor gobernara todo lo que hacía.

De cierta forma sentía que era un imbécil, que estaba siendo un amigo de los mil demonios, porque la quería, porque tenerla abrazada de su cintura en esos momentos era un regocijo infinito, porque estaba feliz de que Naruto se fuera y la dejara sola.

Y entonces se molestaba consigo mismo, porque él lo había aceptado desde hace un tiempo.

Él había entendido que en este presente Hinata no veía a nadie más que a Naruto.

Si ella era feliz con eso él jamás se iba a oponer, la querría como su mejor amiga en todo momento, y aunque la situación que se le presentaba era demasiado tentadora, él sabía que intentándolo nuevamente ella se alejaría de él y no cambiaría sus sentimientos.

Eso fue lo último que pensó antes de que el calor de Hinata lo condujera al sueño.


Habían pasado seis meses desde que Uzumaki Naruto se había marchado, sin despedirse, sin ser visto, sólo desapareció y ella no había vuelto a pronunciar su nombre.

En un momento creyó que la llamaría, una ocurrencia estúpida y muy presuntuosa de su parte, porque cómo podía si quiera pensar que lo que habían tenido todo este tiempo era algo fuerte.

Después de todo, siempre la enamorada había sido ella. y quizás lo que él le contó en aquella fiesta, mientras la abrazaba, fue una mentira.

El día había sido largo, tan largo como todos los demás.

-vamos Hinata, Kiba nos espera- dijo Shino en el resquicio de la puerta del salón

Tomó su bolso y lo siguió en silencio.

Inconscientemente, había algo que la hacía actuar como una autómata sin alma. Quizás, era ese imperativo en su mente que le decía constantemente que se olvidara de Naruto de una vez por todas pero que contra todo objetivo, le hacía más presente su existencia.

-hey Hina, ¿te parece si vamos por un helado?-

Levantó la cabeza.

Si había algo que podía cambiar sus ojos vacíos era el reflejo de Kiba en ellos y por eso intentó sonreír, asintiendo con la cabeza.

Los días habían comenzado a ser más calurosos y ella podía estar así, con el uniforme de verano en su segundo año de preparatoria.

Los tres iban bajando la acostumbrada colina, sin Kurumi porque con las mejillas coloreadas se había ido en otra cita con Sasuke.

Sonrió ante el recuerdo.

Uchiha Sasuke no era tan mal tipo, y después que lo conocías un poco era menos terrorífico, además se notaba que quería a la pelirroja sinceramente.

-yo no puedo ir con ustedes, ya saben cosas de la empresa familiar- dijo Shino encogiéndose de hombros

-n-no te preocupes, te veremos mañana-

-sí, otro día que estés libre vienes y arrastraremos a Kurumi con su nuevo novio para que pague- bromeó Kiba con una sonrisa

Shino le dio un apretón y al girarse hacia ella, la miró de forma extraña a través de las gafas y finalmente la abrazó.

-¿estarás bien?- le preguntó

-p-por supuesto-

Mintió.

No estaba bien, pero aun cuando Shino estuviera comiendo un helado con ellos eso no cambiaría.

Despidiéndose con la mano, siguió su camino junto a Kiba.

Igual que otras veces pensaba así debía ser, ella caminando a casa junto al moreno, viendo sus cabellos marrón chocolate oscurecerse con la caída del sol, viendo sus piernas largas, su torso amplio, sus manos grandes justo a su lado y sin embargo cuando eso pasaba inmediatamente se anteponía otro supuesto.

Uzumaki Naruto, era el que la hacía pensar que nada tenía que ser de esa manera, aunque pareciera correcto y por ahora, eso era algo que su corazón no podía aguantar.

A unos pasos del parque Kiba se detuvo y ella por inercia hizo lo mismo mirándolo curiosa y confusa. El chico había procedido a tomar sus manos y observarla a los ojos.

-¿q-qué sucede?- preguntó asustada

Algo iba a pasar.

El viento demasiado caluroso para el comienzo de los meses de verano, le había hecho sentir esa extraña sensación durante todo el día, pero allí con las manos de Kiba tocando las suyas y esos negros ojos mirándola con un extraño matiz, supo que no era cosa del día.

Que no era el viento, ni el calor, ese día era extraño no era igual que ayer, ni sería igual que mañana, ese día Kiba parecía tener algo importante que decirle, pero no cualquier importancia, aquello era serio porque había visto esos ojos una vez.

Nuevamente el estaba cambiando su espacio.

-te amo Hinata- le dijo como si fuera la cosa más simple del mundo -siempre te he amado, creo que me será difícil dejar de hacerlo y ahora me parece algo natural-

-Kiba yo…-

-sé lo que me vas a decir, lo he pensado innumerables veces, no tienes por qué decírmelo- le sonrió -sé que no puedo estar contigo, ni quererte como quisiera mientras estés enamorada de alguien más, pero somos jóvenes y estoy seguro que no será el único hombre al que amaras-

Hizo una pausa, tomando un poco de aire.

-es por eso, que yo te he traído hasta este lugar-

¿A qué se refería Kiba? ¿Qué estaba haciendo?

-pero ten por seguro, que el siguiente al que ames, seré yo- finalizó con una enorme sonrisa casi canina como cuando eran pequeños

Aquello le dejó una sensación cálida y de intimidad, coloreando suavemente sus mejillas.

Pero seguía sin comprender nada.

-ahora corre, ese imbécil es demasiado impaciente y obstinado-

Ella abrió los ojos y miró en la dirección que Kiba señalaba.

En el parque, sentado de forma incorrecta en uno de los columpios y con la vista clavada en el suelo, estaba un chico.

Su corazón se estrujó con la idea que se empezaba a formar en su cabeza y sus ojos comenzaron a llenarse rápidamente de lágrimas.

No podía creerlo y por eso buscó la mirada de Kiba, él sólo asintió con una sonrisa y dándole un empuje en la espalda la invitó a ir donde los columpios.

No supo agradecer a su amigo como correspondía porque sus pies dieron pasos torpes en un trote suave, medio trastabillando en ciertos momentos. Su corazón palpitaba ante la figura sentada en los columpios.

-Naruto-kun…- susurró aún cuando se encontraba como a diez pasos de él y tuviera su bolso colgando peligrosamente de su brazo

Él levantó su rostro para verla, habiendo escuchado sus pasos y su voz llamándolo.

Sintió que sus pies perderían espacio en el suelo, que su corazón explotaría sin más y que el cuerpo se le desvanecería en un segundo. Porque todo lo que había esperado durante esos meses era ver esos ojos azules.

-Hinata…-

Él se paró de los columpios de forma apurada, casi cayendo contra el suelo, y corriendo acortó la distancia que los separaba. Ella intentó no emocionarse pero su cabeza era demasiado estúpida para eso y antes de poder hacer algo sus ojos tenían ganas de llorar otra vez.

-¿q-que haces aquí?-

-yo… necesito preguntarte algo-

Él estaba serio, una seriedad abrumadora que golpeó a su corazón con el concreto de frente. Asintió, porque el nudo en su garganta le impedía pronunciar palabra en ese instante.

-¿por qué me mentiste?-

Los ojos azules la miraban intensamente.

Trató de recordar el momento exacto de alguna mentira pero su cabeza no estaba funcionando bien y dijo lo primero que pensó, lo que había estado pensando todos esos meses.

-tú t-te fuiste, sin despedirte, n-no ibas a decirme que te ibas ¿p-por qué debería yo haber dicho la v-verdad?-

-pensé, pensé que Inuzuka y tú, que él y tú…-

Ella abrió los ojos lo más grande que pudo debido al asombro. Así que era eso, ahora recordaba que ella le había dicho que estaba con Kiba.

-yo… había llegado a tu c-casa con la intención de que v-volvieras al instituto, de d-decirte que te q-quería, que si aún estaba en pie t-tu promesa podríamos estar juntos pero Naruto-kun… t-tenías tus cosas empacadas y yo…-

Él retrocedió un poco el rostro, atolondrado.

-no puede ser…-

-sabía q-que lo de Sakura era importante… p-pero pensé… que-

-yo… no me fui por Sakura- le interrumpió rápidamente dando un paso más cerca

Ella lo miró interrogante su corazón volvía a latir desbocado.

-Hinata ella no era importante para mí, ni en ese tiempo, ni ahora-

-¿q-qué estás diciendo?-

-pensé que lo mejor era alejarnos, porque cuando estás conmigo siempre llorabas y yo había sido demasiado cruel contigo… en cambio Kiba… no podía competir con eso, pensé que no podía quererte de la forma correcta…-

¿En qué momento había comenzado a llorar? ¿En qué momento su corazón retumbaba como las notas de un tambor?

-n-nunca estuve con Kiba, él es importante p-para mí y por eso q-quería decirle mis sentimientos apropiadamente-

-¿a… qué te refieres?-

-que te amaba Naruto-kun, que había decidido estar contigo, que no podía pensar en nadie que no fueras tú, es la verdad-

Él comenzó a reír, como un loco, con esa risa escandalosa que era música para sus oídos, esa risa que la había conquistado tanto tiempo atrás.

-¡no, no puede ser!- seguía riendo –ese desgraciado cara de perro ¡no me dijo nada de esto! Sólo que era importante verte, que hablara contigo… él no me dijo que aún me querías…-

Sus manos se pasaban por sus rebeldes cabellos y un brillo iluminaba el color de sus ojos.

-¿Kiba t-te pidió que vinieras?-

-lo exigió-

Ella parecía incrédula.

Entonces Naruto ablandó su expresión.

-me enamoré de ti Hinata, cuando ocultabas tu rostro tras tu cabellera negra y la ropa te quedaba dos tallas más grande, me enamore de ti en las tardes de películas con efectos especiales y de videojuegos de Zombie, de las clases de matemática, de tu timidez, tu torpeza incluso de la parte de ti que no controla lo que siente-

Ella lo miraba muda.

-yo me enamoré de todo eso y para cuando me di cuenta, ya lo había jodido-

-no, no es cierto Naruto-kun porque aún no es tarde-

Le sonrió dulcemente, con las mejillas sonrojadas, llena de felicidad.

-no, no es tarde~ttebayo- le correspondió con una enorme sonrisa y eliminó el último trecho que los separaba, para besarla

Cuanto había deseado ser besada por Naruto, así como ahora, cuanto lo había soñado.

-también te amo Naruto-kun, aun cuando no quise, aun cuando peleé para que no fuera así, al final lo único que quedaba siempre eras tú…-

Estuvieron así, los dos juntos sin hablar demasiado. Él acariciaba su cuello débilmente con uno de sus dedos y cada cierto tiempo la besaba. Acompañándola toda la tarde hasta que la dejó frente a su casa.

-¿a d-dónde irás?-

-estoy quedándome en un hotel del centro-

-¿tienes q-que volver?- la pregunta le dolió más de lo que pensó que haría

-sí-

Había estado evitándola durante las horas que estuvieron juntos, porque tanto como si fuera cierto o no, lo mejor era no enterarse hasta que debieran separarse, justo ahora.

Los brazos de Naruto se sentían tan bien hace un momento.

Demonios.

-pero no me iré para siempre Hinata- le dijo mientras enroscaba un mechón de cabello negro entre sus dedos

Él sonreía abiertamente.

-¿n-no?- se apresuró a decir

-he hablado con el ero-sennin y después de haber arreglado las cosas entre nosotros…- ella lo miró con cara de confusión y preocupación –calma es una larga historia que te contaré después, el punto o lo que quiero decir es… que llegamos a un acuerdo de que para cuando me gradué de la preparatoria… yo podré volver-

¿Al terminar la preparatoria? ¿Qué acaso eso no era el próximo año?

No sabía exactamente si sentirse feliz o triste.

Naruto le sonreía abiertamente, como un niño emocionado.

-ya verás lo rápido que pasará el tiempo~ttebayo-

Rió suavemente.

-t-tú eres el de la poca p-paciencia Naruto-kun-

Hizo un breve puchero, lo cual la hizo reír un poco más.

-pero esperaré por ti Hinata…-

Sus dedos se entrelazaron con los de ella, cálidos y gentiles.

-y cuando vuelva seré mejor para ti-

Se miraron durante varios segundos, hasta que ella apretó su agarre y le sonrió alegre.

-¿qué son sólo unos cuantos meses?- dijo bromeando y él rió fuertemente en respuesta

Parecía feliz, tan feliz como ella.

-bueno, tengo que volver mi vuelo sale mañana temprano y…-

-entonces quédate- le interrumpió de forma atrevida mientras miraba el suelo

Él retrocedió unos cuantos pasos, la miró fijamente y asintió.

Esa noche él durmió en su cama pero no hizo nada, además de abrazarla y besarla.

Por primera vez, sintió realmente que ese amor era honesto y cuando él se marchó supo que no podía hacer otra cosa más que esperarlo, porque él tenía una promesa calcada en sus ojos y tenía que ver con ella.


Los pétalos de cerezo caían en espirales y piruetas como si estuvieran danzando al compás de una música silenciosa.

En el patio de entrada del instituto se encontraban todos los estudiantes y familiares que habían salido del gimnasio después de la ceremonia de graduación.

Los futuros universitarios llevaban sobre la chaqueta un pequeño prendedor con forma de flor, que les deseaba suerte fuerte futura en lo que hubieran escogido, y en sus manos los tubos negros con el diploma dentro.

El ambiente era de paz, felicidad y satisfacción, bajo el brillante cielo azul.

Sus ojos perlados se perdieron en el hermoso contraste de colores.

El tiempo había pasado de prisa, y ella había mantenido contacto con Naruto todos los días que pasaron.

No podía creer cuan cuidadoso podía ser cuando la quería, porque ella sólo se había encargado de conocer y amar al rubio que la maltrataba, que la reclamaba caprichosamente. Pero este Naruto que la amaba, era dulce, más cálido y amable de lo que jamás hubiera soñado.

Él la hacía inmensamente feliz.

-Hinata no te rías sola, pareces alguien con problemas mentales- le dijo una voz a su espalda y cuando se giró tenía las mejillas infladas de indignación

-¡ah! qué expresión más fea tienes- le dijo Kiba burlándose

Ella había abierto la boca para decir algo, pero un fuerte golpe en la cabeza con su diploma por parte de Shino lo había resuelto todo.

-deja de meterte con ella- le riñó seriamente

-además, ¿que no ves que está feliz?- dijo otra voz uniéndose a la conversación y tomando a la pelinegra por los hombros -y tú tienes toda la culpa de eso-

Kurumi se había colocado a un lado de ella y fulminaba con la mirada a Kiba. Su cabello pelirrojo tenía unos cuantos pétalos adheridos y sus labios lucían un brillo rosado.

-¿yo solamente? ¡Shino también conspiró!-

Los miró a los tres sin decir nada, comenzando otra más de las peleas que habían tenido en el último año como estudiantes. Kurumi seguía teniendo un podo de miedo de que Naruto estuviera cerca de ella y por ello constantemente se lo reclamaba a sus amigos.

Hoy que ya se cumplían todos los días para verlo, era obvio que la pelea no podía sino ser un poco más intensa.

Otra vez un golpe con el diploma culminó con la disputa.

Esta vez había sido Uchiha Sasuke quién, sin que nadie se diera cuenta, se había acercado hasta ellos y había golpeado la cabeza de su novia, tal vez con más fuerza de lo que Shino había hecho con Kiba.

Kurumi concentró su castaña mirada sobre él, con el ceño fruncido y las mejillas sonrojadas.

-Naruto es un buen tipo, idiota y retardado pero un buen tipo, ¿entendiste?-

En respuesta la pelirroja soltó un bufido, cruzándose de brazos.

-bueno, eso a mí no importa- dijo entonces Kiba con una media sonrisa –después de todo Hinata se quedará conmigo al final-

Todos rieron mientras ella le daba unos cuántos codazos a Kiba en el costado.

-es broma, es broma- dijo él sonriente

-creo que ya va siendo hora de que te vayas- le anunció Shino mostrando su reloj de muñeca

-Hina, no creas que después de tu cita irás a casa ¿oíste?- le advirtió Kurumi como si fuera una madre -y nada después de las once, mira que estaré esperando con unos pasteles-

Sonrió, su amiga estaba siendo un poco menos permisiva de lo habitual.

Se despidió de todos mientras aferraba con fuerza el diploma y echaba a correr por la colina apresuradamente pero cuidando de no tropezar y matarse en el proceso.

En su pecho su corazón bailaba enloquecido.

Quería verlo, quería verlo con todas sus fuerzas, quería repetirle que lo amaba, que quería estar con él, que los días desde ahora nunca más serían solitarios para ninguno de los dos.

Y a lo lejos después de lo que le pareció una eternidad, en el parque cerca de los columpios dónde lo había encontrado por segunda vez, allí estaba Uzumaki Naruto. Su amor, su capricho y su maldición, todo junto en ese chico que le sonreía de forma esplendorosa.

Nuevamente y sin quererlo sus ojos habían comenzado a llorar, con las mejillas rojas en su máxima intensidad.

Toda su vida había cambiado desde que ella había comenzado a amarla pero de una cosa estaba segura, todo era mucho mejor que antes.

Con un enorme impulso, se lanzó hacia él siendo recibida entre sus brazos y ambos cayendo al piso en el proceso.

Entre risas que se alzaban en el espacio que compartían los dos, él la abrazaba con fuerza y con cariño, porque por fin, estaban juntos.

Desde ahora hasta que el corazón les durase, desde ahora hasta que sus sueños siguiesen siendo los mismos, Naruto amaría a Hinata con toda su voluntad y Hinata lo querría hasta más no poder.

Porque ellos estaban felizmente enamorados y con un futuro tan brillante como ese día por delante.

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Fin

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N/A:

Hemos llegado al final de una larga travesía que duró 2 años y que me ha hecho inmensamente feliz.

Muchísimas gracias por todo su apoyo en esta historia, por haber esperado con tanta paciencia casi budista a que yo actualizara cada uno de los capítulos, por haberse tomado el tiempo de leer todo lo que ocurría a nuestros amados protagonistas y les agradezco que les haya gustado tanto.

Casi no tengo palabras para describir lo feliz que me siento y el cariño que les tengo a todos ustedes, mis preciosos y adorados lectores:

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Gracias por haber logrado que con cada nueva actualización me sintiera con todas las energías y los ánimos para dar lo mejor de mí. Sus palabras fueron simplemente maravillosas.

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Estoy sumamente encantada de que hayan agregado a su lista, esta adaptación y la consideren una más de sus favoritas. Gracias.

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Gracias por haberle puesto el ojo, y haberle hecho tan arduo seguimiento a mis siempre largas ausencias por cada nuevo capítulo. Gracias, gracias, gracias.

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Finalmente, estoy infinitamente agradecida con Eymi, por haberme dado el permiso de adaptar su increíble historia, haberla agregado a sus favoritos y sus follows. Te doy las gracias porque sin ti, esto no se hubiera logrado.

También, y no por último menos importante, a mi querida hermana quién fue la que constantemente se ha tenido que leer cada uno de los capítulos más de una vez, porque yo se lo he pedido fastidiosamente. Gracias bebé, por todo el apoyo y espero te haya gustado este Naruhina que he dedicado para ti.

Ya sin nada más que decir y con tres proyectos en proceso de construcción, de los cuales dos de ellos son para todos los fanáticos Naruhina, me despido de ustedes ¡esperando volverlos a leer pronto!

Con muchísimo cariño,

Kirumi